Odiosas Comparaciones
Felicidades a todos y cada uno por este Nuevo Año. Aunque ya hace un respetable número de décadas que vengo repitiendo este saludo, y las felicidades más bien como que se resisten un tanto a aparecer. En todo caso este principio de año 2011, año electoral para nosotros, está marcado por diversos hechos. Alan García terminará su mandato constitucional y será sustituido por el que gane las elecciones generales próximas. Y en nuestro vecino del Oriente, el Brasil, se produce un acontecimiento que los medios de comunicación hacen pasar desapercibido, para variar, suponemos que para evitar las Odiosas Comparaciones de siempre.
Hay cambio de gobierno. Sale de la cancha, aureolado por una aprobación del 87 %, Luiz Inacio da Silva, “Lula”, tras un desempeño, que, para conservar la metáfora futbolera, le ha merecido aplausos desde la tribuna. Entra Dilma Rousseff, del mismo Partido Travalhista Brasileño, como la primera mujer que gobierna el Brasil. Hay algunas acotaciones que vale la pena hacer, en cuanto a las enseñanzas que cabe extraer de estos acontecimientos.
Lo primero que salta a la vista es la enorme aprobación con que Lula se va. No necesita aparentemente una corte de medios de comunicación obsecuentes, ni un interesado manejo de los noticieros, diarios y programas radiales que evite cuidadosamente decir las verdades y de cuando en vez celebre triunfos hechizos o le cante halagos por “mantener el modelo”. Ni un conjunto de encuestadoras que le maneje una cifra aprobatoria más o menos razonable como para mantenerle la gobernabilidad al modelito. Parece ser que a Lula le ha bastado para ser apreciado por sus ciudadanos el colocar el desempleo brasileño en su nivel más bajo históricamente, y rebajar la pobreza en el Brasil en casi 30 millones de personas, es decir la población combinada de los peruanos de dentro y de fuera del Perú. Brasil, el enorme Brasil, el Brasil Gran Potencia, crece además un 7 % cada año. Y su gente, a diferencia de la nuestra, parece leer mejor. Bueno, esto último no es demasiado difícil, dado que seguimos últimos en Sudamérica y casi últimos en el mundo.
Lula ha sido un presidente de lujo, en suma.
Y que tuvo a la prensa en contra, la tuvo. Obviamente, desde que la libertad de prensa falleció de muerte natural en nuestro continente, y fue sustituida por la libertad de empresa, el coro de sostenedores del “modelito” no le dejó pasar una al expresidente del Brasil desde el saque. Los ejemplos nacionales que ilustran este comportamiento mediático sobran. Recordemos la demolición a que fue sometido Alejandro Toledo, con el fin específico de cortarle las alas políticas. O las baterías dirigidas permanentemente contra Ollanta Humala estos últimos cinco años. O, dado que la memoria de nuestro país está como su comprensión lectora, y no se recuerda nada más allá del mes pasado, la manipulación mediática contra la Susita Villarán. Todo lo que huela un poquito a crítica es permanentemente acallado y se nos sirve diariamente nuestro correspondiente plato de asesinatos, violencias, chismes de farándula, racismo solapado o descarado, cherrys, medias verdades, alusiones, publirreportajes, completas mentiras, contradicciones o desinformaciones. Y todo para sostener el modelito.
Lula parece haber estado blindado contra estos ataques. El hecho de haber sido reelecto con portentosas votaciones, y ser, de lejos, el mejor presidente que ha tenido el Brasil, país vecino con el que estamos unidos por intereses estratégicos de primera línea, no parece ser importante para nuestros hipercultos medios de comunicación. Pero es que Lula comete diversos pecados contra el modelito. El principal de todos, el de ser honesto y capaz. Vale decir, y para ponerla en fácil, no parece que se haya levantado los dineros del Estado. Y parece que ha tenido sus logros. Centrándonos en la cosa honesta, o es brillantísimo para esconder las cutrerías, o de repente no las hizo. Y considerando que tiene a los grupos de poder y sus medios de comunicación en contra, parece que fue examinado con lupa. Y no se le ha encontrado un hijo no reconocido, un reloj caro, un familiar amigo de lo ajeno, un petroaudio o más que sea una verruga en el que te jedi. Parece que ni siquiera se ha tirado un lápiz, porque con seguridad lo hubieran denunciado con parlantes de 100,000 watts. Por supuesto eso no quiere decir que lo adoran con locura. Ya vemos cómo igualito entró en acción el bloqueo informativo enfriando sus iniciativas positivas y simplemente callando la existencia de este personaje, en la esperanza de desapercibirlo. Para enterarnos de lo que hacía el Presidente del país vecino, debíamos recurrir a BBC. De hecho, el bloqueo informativo es un tema internacional, y la Derecha Peruana compite con la hondureña en ser la más retrógrada del continente. Y como la prensa existe para defender el modelito, y para nada más, pues para qué hablar de otras cosas, excepto los asesinatos de siempre. Salvo la ilusión que se nos vende, todo es Poder.
Para continuar estas Odiosas Comparaciones, ahora cabe preguntarnos a donde se irá a vivir el ahora expresidente. Según parece, Lula se va a su casa, un pequeño departamento en Sao Bernardo do Campo, ciudad industrial donde nació hace 65 años. Me parece muy curioso que no se vaya a Francia o a Japón, destinos aparentemente obligados de los que ejercitan el poder en nuestro país. Es más, maravilla de las maravillas, no se ha fugado ni espera fuera del país que le prescriban los delitos. Extraño y curioso. Llega a producir cierto desasosiego cívico, y cierto desequilibrio cognitivo, saber que en una parte no muy lejana hay un exPresidente que no tiene que salir corriendo cuando su mandato termina. Sospecho que eso no le es perdonado por los sostenedores del modelito cuyos más destacados exponentes practicaron el arte de la fuga en Si Mayor, como lo pueden atestiguar Fujimori, De la Rúa, Sánchez de Losada, y un largo etcétera. Ahora y de repente es por eso que no lo mencionan mucho los medios. Podría afectar, creemos, la estabilidad del modelo y la gobernabilidad el percatarnos que este obrero tornero y sindicalista de izquierdas ha resultado ser un presidente bastante más ético y capaz que … otros.
Y aquí vale la pena señalar otro ángulo notable de la noticia, y contrastarlo con el eterno discurso del conservadorismo en nuestro país, que expresa a voz en grito la imperiosa necesidad de que los que ejercen la política posean una aureola de títulos académicos (casi digo nobiliarios) para ejercer los cargos respectivos. Se critica a quechuahablantes por no hablar “bien”, y se ejerce una suerte de culto a la “suficiencia académica”, al alcance solamente de los que la mueven en nuestro país. El Presidente Lula le propina una soberana cachetada a esta trasnochada y oligárquica idea que algunos escriben o dicen con total desparpajo, vendiéndonos un ejército de gatos por liebre, y asociando falazmente la “honestidad” y la “capacidad política” con el “desempeño académico”. Y eso que la idoneidad real de la mayoría de los propietarios de papeles que dicen que uno es tal cosa o la otra no está ni mucho menos probada. De hecho, y como todos sabemos, por lo general la posesión de papeles de este tipo en el Perú solamente atestigua sin ninguna duda que se pagó el cupo correspondiente por ellos. Algunos de nuestros vecinos han sido o son gobernados por personas sin ningún pergamino académico, y sin embargo han hecho o hacen magníficas presidencias. Por supuesto no me faltará alguna pobre alma que me diga que esto no demuestra que ser un “ignorante académico” capacita para el ejercicio pleno de cargos políticos. Naturalmente, el polo norte no es más caliente que el sur porque sea su opuesto, y algunos pobres de espíritu viven tan dentro de sus anteojeras conceptuales, que evitan como a la peste y por todos los medios el pensamiento racional, que les hace mucho daño.
De hecho, en nuestro país el “desempeño académico” significa en realidad, y con menos excepciones de las que creemos, únicamente la posesión de papeles de instituciones que supuestamente dan fe del hecho. No hace muchos días me comentaban que bastaba con leer como el 5 % de la bibliografía, y por supuesto, pagar, para que te endosaran tu correspondiente licencia para matar. Es decir, lo que indican con certeza es la pertenencia a la argolla correspondiente, y la posibilidad de poder ejercer exclusión a los que no pertenecen a la dicha. Saber o conocer o aplicar con coherencia, suficiencia y habilidad los conocimientos aprendidos es algo completamente diferente y que la papelería no mide. Y los grandes y relevantes actos de corrupción no son ejecutados por personas “ignorantes”, sino más bien, por personas que poseen todos los “títulos académicos” necesarios para ejercer, según las pobres, asustadas y conservadoras almas, el poder del Estado con preferencia a obreros torneros o campesinos cocaleros.
Lula retorna a su pequeño departamento, y lo hace incluso con cierto desparpajo y desenfado. Como no parece deber nada, por ende no parece temer nada. Y ello le da un tono bastante irónico a ese aparentemente inocente retorno. Sospecho que Lula sonríe para sus adentros cuando se percata de la Odiosa Comparación. La conclusión obvia de este acto es que para ejercer un cargo ciudadano de manera honesta y capaz no se necesita un título académico (casi digo nobiliario), y que no existe relación alguna entre los papeles académicos y la honestidad y capacidad políticas. De hecho, incluso parecería ser al revés, si no supiéramos que el dominio moral y el dominio académico no se tocan sino muy relativamente. Hay personas ignorantes académicamente que la rematan con deshonestidad y otras lindezas. Y hay personas de magnífico desempeño académico que poseen un agudo sentido del ejercicio de la corrupción. Y viceversas.
Por otra parte, debe ser horrible para los grupos de poder en nuestro continente ver cómo la democracia se les tuerce, cómo deja de ser su propiedad, cómo se vuelve contra sus márgenes de utilidad, y, sobre todo, cómo se permite el escándalo de que obreros torneros y campesinos cocaleros, exguerrilleros y militares progresistas, mujeres e indígenas, cometan el nefando crimen de faltarle el respeto a las aristocracias de la sangre, el color y la plata, ganando elecciones y reelecciones de la manera más democrática y casi plebiscitaria, creando partidos democráticos que se suceden en el gobierno y demostrando en los hechos su mayor capacidad para gobernar. Es que la indiada es, en el fondo, desagradecida. La frase de Lula, dicha entre lágrimas hace pocos días, "Si yo hubiese fallado (como presidente de Brasil) el fallo hubiese sido de la clase trabajadora, de los pobres", es tremenda. Desnuda las diferencias políticas entre unos y otros, y sobre todo hace sobrenadar aquello que los medios machacan y que se nos ha dicho en todos los tonos posibles que no existe: Las diferencias de clase. Y es que estas diferencias de clase están ocultas detrás de las falaces cifras de reducción de la pobreza, que les encanta tratar a los medios como si fueran cuestiones puramente estadísticas y la gente pudiera disociarse de su condición humana para transformarse en números manipulables. Y produce una Odiosa Comparación más, la de la cifra de reducción de la pobreza, por la que si gastas 139 soles (cifras promedio del 2008) eres un pobre extremo, pero si gastas 141 eres pobre nomás. Y si gastas 251 soles con cincuenta céntimos al mes, resulta que ya no eres pobre. O eso nos quieren decir los estadígrafos al servicio de ya sabemos quiénes. Aunque no es éste el lugar para discutir la efectividad de las políticas de reducción de la pobreza, o las falacias de la conceptualización de la pobreza, o su medición, es bastante obvio para cualquiera con medio dedo de frente que una cosa es reducir la pobreza y otra muy diferente fingir que se reduce la pobreza. Vale decir, la simple diferencia entre la verdad y la mentira.
Y este es un tema de ética y moral política antes que un tema técnico.
Porque la más Odiosa Comparación de todas es la que tenemos directa y frontalmente ante nuestros ojos, a pesar de la interesada ceguera mediática. La de la Corrupción Institucionalizada como sistema de gobierno. La del Engaño entendido, considerado e institucionalizado como instrumento de la administración de los recursos comunes. Porque la Mentira y la Corrupción son, definitivamente, hermanas. Porque para que la plata “llegue sola”, se necesita de ambas.
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