“ … la primacía de las interpretaciones
sobre los hechos, la superación del mito de la objetividad, no tuvo los
resultados de emancipación que imaginaban filósofos posmodernos ilustres como
Richard Rorty o vos mismo. (…) decir que “la llamada verdad es una cuestión de
poder” tampoco me dice nada en esa dirección, como mucho, me sugiere no abrir
más un libro. Hace falta un doble movimiento. El primero, justamente, es el
desenmascaramiento, “el rey está desnudo”; y es verdad que el rey está desnudo,
de lo contrario son palabras al viento. ” (Maurizio Ferraris a Gianni
Vattimo)
“Decís muy poco acerca de dónde buscar
las normas del actuar cuando el modelo de la verdad es siempre el dato
objetivo. No tenés ninguna duda sobre “quién lo dice”, siempre la idea de que
mágicamente los hechos se presentarán por sí mismos. La cuestión de la auctoritas que sanciona la veritas deberías tomarla más en serio.” (Gianni Vattimo a
Maurizio Ferraris)
(La traducción la ha realizado una respetable dama de nacionalidad
argentina … ¿se nota?)
Así como nos preocupa el postmodernismo ingenuo, y en especial las formas que adopta en la discusión intelectual en nuestras latitudes, nos interesa el postmodernismo fuerte y de a verdad. Me mandan este enlace, y lo reboto para que mis lectores puedan captar la idea del asunto: El postmodernista por antonomasia, Gianni Vattimo, discute con el neorrealista por antonomasia, Maurizio Ferraris. El choque de las ideas arroja chispas y hace sonar truenos en la discusión de las ideas, y eso siempre es santo y bueno. El nivel de la discusión es alto, pero al referirse a lo que nos pasa, está muy aterrizado, y parte de discutir la existencia o no de la Verdad, la pertinencia de usar la Razón, y sus implicancias en la política y la realidad. Aquí el enlace:
Encuentro hasta cuatro
ideas-fuerza en el devenir de esta discusión, y me permito contarlas y comentarlas a la manera del narrador deportivo de un encuentro boxístico. Y
así, el Campeón de Todos los Pesos Gianni Vattimo, con pantaloncillo blanco (o
del color que te parezca), enfrenta al Retador Maurizio Ferraris, con pantaloncillo
cuyo color creemos se acerca al rojo:
Asalto de Estudio: Crisis del postmodernismo
Ferraris critica la profecía de
Vattimo, Rorty y otros ilustres filósofos postmodernos: La postmodernidad no
nos hizo libres, no nos liberó del aherrojamiento criminal de la racionalidad
ni desapareció los hechos desnudos. No solamente nadie se liberalizó, sino que
más bien se instrumentó un movimiento en la dirección precisamente contraria. Uno
de sus resultados fue la consolidación de los poderes fácticos a través del
llamado populismo mediático, del
reino del reality, desde donde se
pretende hacerle creer a la gente todo aquello que les conviene. Como no hay
verdad, como los hechos no se producen sino se construyen, y como todo depende del color del cristal
con que se mira; los oligopolios informativos que expresan a los grandes poderes estructuran su dominio, por el solo hecho de poder gritar más fuerte y más
lejos. Y así, como es fácilmente constatable entre nosotros, se da carta blanca
ideológica y justificación ética a la manipulación de masas. Lo gracioso es que
la mayoría de los que defienden la postmodernidad relativista terminan tarde o
temprano por justificar este dominio y control, o terminan por caer presos de
sus propias inconsistencias. Otros se cansan, dejan el debate y se dedican a la
Dolce Vita. Mientras tanto los
poderes siguen mandando en el desierto conceptual de un sentido común
postmoderno, ingenuo y relativista. Y las gentes, bien gracias.
Segundo Asalto: Intercambio de golpes
Tras el jab al plexo de Ferraris,
Vattimo responde con su uno-dos. La postmodernidad es válida, los problemas
sobre la relatividad y la razón permanecen, es solamente que la liberalización
que le es propia encuentra naturales resistencias por parte de los grupos de
poder. Es importante señalarlo, Vattimo no niega que haya grupos de poder, como
por acá algunos acostumbran, sino que los coloca en una posición diferente. “…estamos a merced de poderes que no quieren
que la transformación sea posible”. Es decir, hay una transformación “democrática”
en esa dirección, sin embargo Ferraris la niega pues si la verdad es una
cuestión de poder, entonces la razón del más fuerte siempre es la mejor. Vattimo
retrocede al constatar el fracaso de las esperanzas post-modernas, pero
contraataca al no considerar al neorrealismo como una salida, pues el problema
del Quién lo Dice es permanente. Este es un argumento contundente de Vattimo, y
Ferraris trastabilla un tanto.
Tercer Asalto: Alrededor de la verificación
Ferraris sostiene la primacía de
los hechos, y golpea con ellos, pero su ataque es débil. Vattimo se planta en
la reiteración de la relatividad de la verdad, pero bajando su guardia al
aceptar que para fenómenos como la lluvia, la verificación por constatación de los
sentidos debe ser posible, pero la vuelve a subir cuando se refiere a fenómenos
referidos al deber-ser. Este es un punto flaco de Ferraris, que se mete en
terreno pantanoso al señalar las afirmaciones del deber-ser en el mismo nivel
que las del ser. Así que asimila el golpe al precio de aceptar el hecho. Pero a
la vez le extrae su conclusión obvia, y así vuelve al ataque: Si la Verdad es
cuestión del poder, eso lo único que sugiere es no volver a abrir un libro. Y se
mete dentro de la guardia de Vattimo: Hay dos fases en la cuestión, una es el
hecho, el otro es su reflejo en la emancipación a través de la crítica y el
saber.
Cuarto Asalto: Autoridad y Verdad
El demoledor asalto de Ferraris
es contenido por Vattimo sacando al fresco el problema de la autoridad que
sanciona toda verdad. La Razón es instrumental, y los poderosos de todas las
épocas nos engañaron con ella, aunque a veces les sirvió a los débiles para rebelarse,
sin embargo con el resultado de instaurar un nuevo orden de la Razón tan malo o
peor que el que le antecedió. Si existe la Verdad, o es cosa de Autoridad o lo
es de Negociación. Al final, como en el anterior Asalto, cosa del poder. Y así se
termina por sugerir la primacía de la voluntad como posible única respuesta. Y
es en esta ligera bajada de guardia que Ferraris elabora una defensa
refiriéndose a lo concreto: guerras y crisis económicas con sus consecuencias.
Se refugia así en la esquina azul de la Utopía de la Esperanza en que la
Humanidad no necesite más de las autoridades, con el ejemplo de los filósofos.
Colofón
Pareciera un empate, aunque debo
decir que como juez de encuentros boxísticos carezco de experiencia, y que mis
simpatías van por el lado de Ferraris. Pero los argumentos de Vattimo no son
nada deleznables, lo que augura que esta discusión seguramente continuará.
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