CRÓNICAS DE LECTURAS - 16
Leer sobre Lectura (I)
I
Crisis económica y Clases Particulares
En los años ´80 en el Perú se
produjo un doble trauma de carácter catastrófico, aunque por lo general
tendemos a solamente recordar sólo uno: Sendero Luminoso inició la Lucha
Armada, y Alan García gobernó el Perú por primera vez. No me extenderé en una
descripción sobre ambas calamidades, sus consecuencias son evidentes aún.
Simplemente menciono un efecto que estos cataclismos produjeron en el devenir
de mi existencia, y de hecho no fue un efecto tan trascendental. Pero en honor
a la verdad debo decir que si me orienté a mirar a profundidad los fenómenos
del aprendizaje y entre ellos los de la lectura, puedo decir que se lo debo a
Abimael y a Alan Damián, en partes iguales. Nunca ha sido fácil ganarse la vida
en el Perú, pero a fines de los ´80 y principios de los ´90 se había hecho
extremadamente complicado. Para muchísimos esa etapa fue de cambios de ciento
ochenta grados: Yo andaba en administración, finanzas e investigación de
mercados; y de repente tuve que volverme a donde podía hallar trabajo, la educación.
Diantres, educar siempre fue mi vocación, lo estudié, pero nunca esperé que
tendría que usarlo para ganarme la vida. Sabía lo mal considerada que está la
carrera, y aunque siempre fue mi vocación personal, era lo suficientemente
sensato para saber que no sería por su ejercicio que armaría una situación
económica razonable. Mi expertisse en
el tema había empezado a los 15 años, que me metí de apóstol voluntario, y así
antes de iniciar mi carrera ya había acumulado cinco años enseñando en colegio
primario. Como la crisis económica en la que el Perú se debatía desde los ´70
parecía adoptar carácter permanente, las empresas en que trabajaba o eran
privatizadas o quebraban (algunos maliciosos amigos especulaban que las
quiebras tenían sospechoso vínculo conmigo), y ganarse la vida se volvía más
peliagudo, en especial cuando estás criando hijos y tratas, como se dice, de
“darles lo mejor”. Así que desempolvé papeles, y entré de lleno en la educación
del modo en que se hacían más cobres: Por la libre, como free-lance. Que eso de tener jefes que te exploten era algo ya
experimentado. Además gracias a Alan Damián todo el mundo era free-lance (que era decir desempleado,
pero con caché), así que aproveché de
una pequeña propiedad y le saqué partido residiendo y trabajando en ella.
Así que héme aquí de profesor y
promotor de mi empresa Servicios
Educativos Eiffel, que así le llamé con toda pompa. Recibía alumnos de
escolar, preuniversitaria y universitaria, que la manera de ganar alumnos era
ofrecer un servicio adecuado y efectivo. Y así me encontré a mí mismo haciendo
Constructivismo sin siquiera tener una idea de la existencia del concepto, que
aún no había llegado a estas latitudes. Y mi “constructivismo” avant-la-lettre empezaba por operar
haciendo coaching individualizado y
operando “por competencias”, términos que tampoco se usaban porque, como el
chiste alemán, aún no habían llegado. En todo caso, o llegué a ciertas
sistematizaciones de modo espontáneo, o simplemente estaba subido sin saberlo
en la tendencia internacional, porque en esos mismos años se salía del modelo
de la Tecnología Educativa y se hacía fuerte crítica de los modelos educativos tradicionales.
Desde mi perspectiva la cosa era simple: Interrogaba a mis alumnos sobre su
necesidad, sobre lo que visualizaban como problema y determinaba qué era
necesario hacer. Y así tratábamos de resolver el problema. Tuve algunas
experiencias muy interesantes: Recibía niñas pequeñas que necesitaban cercana
tutoría durante el viaje al extranjero de los padres, jóvenes de primaria con
problemas de “disciplina”, jóvenes secundarios que necesitaban aprobar sus
cursos, preuniversitarios y universitarios que “no la agarraban”. Incluso
jóvenes y adultos con requerimientos especiales, en los que no me explayaré,
pero que estaban en lo que hoy llamamos inclusión educativa. Fueron así varios
años en los que fui acumulando experiencias educativas de diversa índole, y en
los que me hice bien conocido en mi barrio. Y aunque había enseñado siete años en
colegio nacional, e incluso por nueve meses fui unidocente multigrado en la
sierra, hay siempre algo nuevo en enseñar, pues que no trabajas con arcilla y
piedras sino con mentes y corazones. Recuerdo una señorita de fuerte
personalidad que llegó proclamando su odio por las Matemáticas, su absoluta
falta de interés por ellas, y que me necesitaba para poder dejar de verlas por el
resto de su vida, pues tenía que aprobar un examen sobre álgebra que incluía el
Binomio de Newton. Debo haber trabajado muy bien con ella, porque al final dejó
el Derecho y estudió Administración. De aquí extraje mucho de importante: El
papel de la motivación, la necesidad de tener currículas abiertas y flexibles,
lo importante que es lo individual - coaching,
tutoría y tutorización -, lo esencial que es comprender las diferencias
individuales, lo necesario de orientar y facilitar más que enseñar e imponer; y
por sobre todo, cuán necesario se estaba haciendo enseñar a aprender más que
paporretear.
II
De la Preceptiva al Constructivismo
Así que me encontré por muchos
años en el rol del Preceptor, y tuve alumnos con los que trabajé desde el
tercero de primaria hasta el segundo de Universidad. Eventualmente continúo en
la Preceptiva, y soy caro porque aseguro resultados, en fin, nunca es de más
hacerse un poco de propaganda. Fue a través de algunos de mis alumnos del Humboldt
que llegó Sandra P. a mi oficina, a
quien nunca agradeceré lo suficiente el haberme confiado el curso de
Metodología del Estudio y la Investigación en la Escuela de Interpretación y Traducción de Lima (ESIT). Imagino que
algo debió verme para planteármelo, pero tampoco vamos a hacernos los
retrecheros, lo cierto es que se presentó la oportunidad y traté de plantear la
cosa pedagógica que tenía en mente de la manera más coherente posible. Por
primera vez tenía en las manos la posibilidad de investigar lo que era
necesario para formar Traductores e Intérpretes. En realidad y sin saberlo, tras
varios años de hacer coaching, me
había vuelto constructivista, Y me computaba mismo revolucionario en la
Educación, hasta que una colega me saludó años después como constructivista y
ahí me enteré cómo era la cosa. Pero por entonces arranqué por lo obvio: Qué
querían de mí mis empleadores, lo que me llevó a la malla curricular, los
requerimientos de las dos carreras, los perfiles de ingreso y egreso, las
características y rasgos de la Traducción y la Interpretación; y de ahí a las
habilidades y capacidades que debía formar, y de ahí a los contenidos de mi
curso. Todo estaba en mi Syllabus, que empecé a entender también como un
Manual: el curso se desarrolla en dos
niveles paralelos, uno teórico y otro práctico, tendiendo a establecer una
praxis constante, que entendemos como base del proceso del aprendizaje. Ya estaba, por ende, centrando la cosa no en la Enseñanza, sino en el Aprendizaje. Y eso
fue lo único verdaderamente revolucionario que hice, y que mis colegas imitaron
por la razón más sencilla del mundo, porque funcionaba. Por esa razón mi curso
siempre resistió la tentativa de reducirlo a tres horas semanales, y tuvo
cuatro horas semanales en dos bloques de dos horas durante diecisiete semanas.
El debate que años después
presenciaría en el Ministerio de Educación y otros lugares entre Objetivos y
Competencias siempre me pareció estéril. De hecho yo no me hacía problemas y
planteaba Objetivos para la parte Teórica (Un
concepto claro de la Metodología y su importancia; el aprendizaje de las bases
del conocimiento científico; y la comprensión de las técnicas básicas de la
Investigación Bibliográfica y de Campo), y Competencias para la Práctica (Comprensión de lectura y elaboración de
resúmenes - captación y transmisión de contenidos; Aprendizaje de las
modalidades y técnicas de Toma de Apuntes, lectura y fichaje, dirigidos a la
autoeducación y autoformación; y Elaboración de Trabajos de Investigación,
incluyendo Investigación Bibliográfica y de Campo). Porque después de todo
mi Objetivo General era que al final del
curso el participante debe hallarse habilitado para tomar en sus propias manos
el proceso de aprendizaje, de manera que esté en condiciones de aplicar las habilidades
adquiridas en todos los aspectos de su vida intelectual, entre ellos los cursos
que llevará en su Institución u otros lugares, así como a su vida profesional. (…)
el participante debe hallarse mejor capacitado emocional e intelectualmente
para enfrentar las dificultades que ofrece el aprendizaje, y obtener resultados
positivos prácticos pero con base firme en el rigor de los esquemas del método
científico. Y dado que pensaba en términos de Praxis, pues podía aplicar la
teoría en la práctica y hacer que mis alumnos leyeran, tomaran apuntes,
ficharan e hicieran investigación bibliográfica y de campo precisamente sobre
los temas teóricos. No es difícil si tienes clara la diferencia entre problemas
sustantivos y problemas técnicos. Aquí me sirvió muchísimo la expertisse alcanzada como Investigador
de Mercados. Y la verdad es que nunca abrigué la más mínima duda que mis
alumnos aprenderían. Y por ello algunos
otros aspectos cayeron, llamémoslo así, de cajón, aunque no con la misma
claridad todo el tiempo, temas como la importancia de la metacognición y la
evaluación por competencias. Lo cierto es que, tal como preconizaba yo mismo,
la Práctica me aclaraba la Teoría y yo asumía cualquier cambio en mi syllabus
como hipótesis a demostrar.
III
El Aprendizaje de las Competencias Lectoras
Una de las cosas que necesaria y
obligadamente tiene que hacer un Traductor en su vida profesional, es leer.
Leerá mañana, tarde y noche, lo hará en varios idiomas y registros, y sus
ingresos y su forma de vida dependerán en mucha medida de la rapidez y
eficiencia de sus procesos lectores. Me parecía de extrema importancia que el
participante supiera qué hace cuando lee. Y ello significaba que yo, el
profesor, debía saberlo a la perfección. Yo leía desde tiempos inmemoriales,
con gran rapidez y entendiendo bien, es decir, era bastante práctico en esto de
leer; pero carecía de la Teoría. Naturalmente me sorprendí al enterarme cómo,
siendo yo mismo tan aficionado a leer, y consciente de que la mayor parte de
mis conocimientos provenían de la lectura; ignorara tan absolutamente la teoría
de la lectura. No había hecho mi tarea. El Curso de Metodología me dio el
pretexto perfecto para hacerlo, y conforme iba aprendiendo iba aplicando
directamente, con lo que mejoré drásticamente mi capacidad lectora, a la vez que
el dominio teórico sobre ésta. Echarse a buscar los elementos teóricos de los
procesos lectores no era fácil en aquellos días, los procesos no se veían
claros y la comprensión lectora no era el problema acuciante que hoy en día se
distingue. Busqué en Bibliotecas Públicas, y encontré muy poco sobre Lectura.
Pero tanto va el cántaro a la fuente que al fin hallé casi todo lo que quise en
una de las poquísimas Bibliotecas Privada-Públicas existentes, la de CEPAL (en aquel entonces solamente Centro Peruano de Audición y Lenguaje).
Fue ahí que gracias a su amabilísima bibliotecaria pude leer y fichar los
primeros textos que leí sobre Lectura y Comprensión Lectora; empezando con los
de INIDE (Instituto Nacional de
Investigación en Educación) que me
proporcionaron algunas luces, en especial el Estudio de los niveles de comprensión de lectura en una muestra de
docentes en servicio del Perú de 1977; que me dio a conocer el problema lector
que pocos años después se evidenciaría, y así mismo cuán asociado estaba al
problema de la didáctica. Otro INIDE
fue Lenguaje: Linguística y
Metodología,
compilado
por Ibico Rojas y Lilly García. Encontré asimismo
al estudioso de la lectura en el Perú Danilo
Sánchez Lihón, investigador y compilador cuyos trabajos me devoré. Recuerdo
además a Olga Manyari
Rey de Córdova, Los Niveles de
Comprensión de Lectura en los alumnos de Primer Ciclo de Educación Superior,
cuyos resultados yo trataba de extrapolar a mi experiencia, aunque no empleaba
los mismos instrumentos en mi propia práctica docente. Quedé muy impresionado
con un artículo de 1986, de la Revista de Psicología-PUCP, de Juana Pinzás García, cuya claridad y
precisión me fueron muy útiles: Del
símbolo al significado-El caso de la comprensión de lectura. Posteriormente
leí su Leer pensando – Introducción a la
visión contemporánea de la lectura (2001). También devoré grandes
cantidades de lectura sobre los procesos cerebrales, en particular la dislexia
(Albert Galaburda), las técnicas de
redacción (College Reading and Study skills,
de Katherine McCormack), y las técnicas remediales de Comprensión
Lectora, donde hallé los inapreciables trabajos de Mabel Condemarín y toda la tribu chilena. También fue la primera
vez que me crucé con Lev Vygotsky,
cuyo Pensamiento y lenguaje me ha
acompañado desde entonces. Hubo más, claro, pero estos son los que recuerdo particularmente
de manera especial y que me dieron a conocer lo que buscaba.
En todo esto yo estaba llevado del concepto
metacognitivo de que si sabes qué estás haciendo pues entiendes mejor y llegas
a su dominio (mastering phase). Por
supuesto todos nosotros lo sabemos, pero no lo tenemos demasiado presente todo
el tiempo. El aprendizaje es una cosa compleja en sí misma, y los procesos
metacognitivos son importantes cuando sobrepasamos determinado nivel. Para
Traductores e intérpretes me parecían absolutamente esenciales, pero la
Comprensión Lectora no es un Fin en Sí mismo. Se trabaja para ser utilizada en
los procesos de Traducción e Interpretación, y por ello me parece importante
darle al asunto desde el primer momento: La Comprensión de Lectura es un
proceso conformado por operaciones de predicción sucesivas y concéntricas:
Microoperaciones a nivel de palabras, oraciones y párrafos; y Macrooperaciones
a nivel de conjuntos de párrafos, capítulos, grupos de capítulos, libros y
conjuntos de libros. El paso de las Microoperaciones a las Macrooperaciones
implica un salto en el nivel de los procesos mentales vinculados, pues en
definitiva relacionar conjuntos de textos implica el uso de habilidades muy
superiores a relacionar oraciones. Estas operaciones requieren del ejercicio de
procesos mentales que hallamos en cualquier Taxonomía de habilidades más o
menos coherente. Y basado en ello planifiqué y ejecuté diversas formas de tortura
intelectual con mis alumnos, que sin excepción me odiaban cuando tenían que
hacer sus tareas de una semana a otra. Las Tareas consistían en el resumen de
textos complejos, en el que cada párrafo debía reducirse a una ficha siguiendo
un conjunto de microoperaciones detalladas. Reconozco que los textos cuyo
resumen solicitaba por fichas y marcando el paso eran grandes y malosamente
elegidos: El Discurso del Método de René Descartes; Los
Sonámbulos de Arthur Koestler; El Crepúsculo de los Ídolos de Federico Nietszche; Sobre la Inducción, de Bertrand Russell; Sobre el método deductivo de Alfred
Tarski;, Los límites de la comprensión científica del
hombre de Gunther Stent. Creo a estas alturas que era excesivo
ponerles estos textos a mis alumnos de entonces, pollitos recién salidos de la
Secundaria. Y sin embargo, no me arrepiento para nada, y lo justifico por razón
de la evaluación del curso. Por supuesto, el Curso de Metodología del Estudio y
la Investigación se evaluaba entonces, como ahora, empleando el increíblemente
vetusto sistema vigesimal. A estas alturas me parece increíble que las
Universidades sigan empleando este sistema. Pero para mi sorpresa, cuando
dicté mi Curso las primeras veces no generaba desaprobados, y más bien las
notas eran altas, aunque el Curso era considerado el más difícil de todos los
de Primer Ciclo. La razón era sencilla: La valla era alta pero no
impasable. Y si mis alumnos la conseguían pasar a punta de esfuerzo no había ninguna razón para no
ponerles … 20. Vale decir, en la práctica solamente habían dos notas: 0 y 20.
Es decir, o tienes la Competencia, o no la tienes. Punto. Al término del
proceso de enseñanza / aprendizaje, no pueden haber Competencias a medias: o
sabes manejar el carro o no sabes manejarlo; o sabes nadar o te ahogas. Es una
cuestión de manejar adecuadamente capacidades, habilidades y conceptos. Y
actitudes, claro está. Porque hay una manera de desaprobar el Curso, y así se
lo decía a mis alumnos: Si no quieres.
IV
Más Libros sobre Lectura
Posteriormente y en base a los
años que me pasé dictando el Curso de Metodología del Estudio y la
Investigación, más otros cursitos como Realidad Peruana y Latinoamericana;
Realidad Mundial Contemporánea; Ciencia y Tecnología; Lógica Matemática;
Introducción a la Economía; Organización y Administración de Empresas de
Servicios, Seminarios de Tesis y otros más de la misma calaña, en ESIT y en otras partes; me percaté de
las profundas falencias de la Educación Superior y Universitaria. No las
indicaré de nuevo, ya algo al respecto he hecho en otras de estas Crónicas de
Lecturas. Pero por alguna razón el Curso de Metodología del Estudio y la
Investigación es uno de los engreídos de mi corazón, y como ya dije me obligó a
aprender mucho, muchísimo más sobre lectura. Y es que cuando te subes a un
carro ya es difícil bajarse. Y así entonces mis intereses sobre la Comprensión
Lectora se abrían en diversas direcciones, empatando particularmente con el
tema de las neurociencias, y así entonces libros como la Introducción
a la Neuropsicología de Arthur
Benton, y Cerebro y Lenguaje, de Archibaldo Donoso poseen algunos
capítulos dedicados a explicar de modo profundo y más o menos sencillo sobre la
neuropsicología de la lectura y escritura. Otros títulos interesantes son Léeme un Cuento: Desarrolle en sus niños el
amor a la lectura; de Bernice Cullinan, Andar entre Libros, de Teresa Colomer; Leer, pensar, entender,
de Ester Ruth Tuchsznaider; Aprender
a leer, de G. Wells; Análisis psicolingüístico de la lectura y su
aprendizaje, de Frank Smith; Modelos de Lectura, de Lucía Araya; el excelente y jocundo Lector in fabula, de Umberto Eco; Progress in Understanding Reading: Scientific Foundations and New
Frontiers, de Keith Stanovich,
que en referencia a la estructura y funcionalidad de la capacidad racional, plantea
el famoso “efecto Mateo” (El que más tiene, más recibe), aplicable entre
otros muchos aspectos a la Comprensión Lectora. Naturalmente no he leído todo
lo que me gustaría leer sobre lectura. Ojalá me dé el tiempo y la vida para,
sobre todo, tener la oportunidad de aplicar lo leído en algún momento.
Hay otros libros que sin tratar
directamente sobre Lectura o Comprensión lectora se refieren a éstas en
diferentes contextos. Uno de los que más me gustaron lo leí con ocasión precisamente
de la planificación del Curso de Metodología y no dudo en recomendarlo con todo
entusiasmo: Cómo se hace una Tesis de
Umberto Eco debería ser el libro de
cabecera de todos los que están haciendo trabajos de investigación. A
diferencia de muchos otros cuenta con una suerte de frescura que le quita
solemnidad y pone las cosas en su lugar. Y finalmente, vale la pena mencionar
que mi tiempo a cargo de este Curso de Metodología del Estudio y la
Investigación – así como todos los demás cursos que dicté durante mi
permanencia en ESIT - coincidió con un acontecimiento de enorme importancia que
estaba ocurriendo paralelamente por entonces: El origen e introducción de
Internet en nuestro país, que según parece se produjo durante toda la década de
los ´90, o por lo menos fue por entonces que yo lo noté. Tuve la buena suerte
de aprender mucho sobre lectura y comprensión lectora a través de la cuenta de
Internet (Red Científica Peruana) que ESIT tenía. Claro, la velocidad de
conexión era muy baja, y la información se demoraba un siglo en cargar, por
comparación con la actualidad. Pero era rapidísimo en relación con la búsqueda
en Biblioteca. Y me parecía absolutamente extraordinario poder utilizar un
exótico motor de búsqueda, escribir “lectura” y encontrarme con montones y
montones de páginas con información relevante al respecto. Claro, el
revolucionario Google no existía aún,
los motores que empleábamos eran básicamente Altavista, el excelente Lycos,
Excite, WebCrawler y otros, pero para lo que necesitábamos entonces era más
que suficiente. Y en realidad,
reflexionando un poco, siempre fue más que suficiente, ahora tenemos mucho más
de lo que necesitamos, a no ser que afinemos la búsqueda.
V
Colofón
Mucho de lo que aprendí en los
años que estuve en ESIT me fue de extraordinaria utilidad posteriormente,
cuando dediqué tiempo y energías a capacitar Maestros secundarios de la
educación pública. Lo cierto es que cuando se lee, nada se pierde y todo
encuentra utilidad y aplicación. Por ello me ratifico en que uno debe Leer lo que quiera, como quiera y cuando
quiera.
No hay comentarios:
Publicar un comentario