CRÓNICAS DE LECTURAS – 58
Portugueses y brasileños
I
Primeros contactos
Hablo de leer escritores cuya
lengua materna es la portuguesa. Tendría yo unos 8 a 10 años cuando leí Los hijos del Capitán Grant de Julio Verne, y ya sé que lo que cuento
no parece venir a cuento y se contradice con el título de la Crónica, pero
prometo que al final de la anécdota le encontrarás el sentido. Verne siempre mete un francés entre sus
héroes por razones obvias, en este caso el distraído Jacques o Santiago
Paganel, Geógrafo de profesión que se suma a la filantrópica búsqueda
del Capitán
Grant. Parte importante de la obra acontece en América del Sur, y el
personaje de marras aprende español para entenderse con los nativos de este
lado del mundo: Gracias a sus buenas
disposiciones hacia el poliglotismo, no desesperaba de hablar correctamente el
nuevo idioma al llegar a Concepción. Sin embargo, el distraído
Paganel confunde el español con el portugués y no consigue hacerse
entender en Chile. Cata aquí mi primer contacto con el portugués, Paganel
emplea la metodología común en su época para aprender una lengua, leer
un clásico de la dicha lengua. Paganel recurre así a Os Lusíadas, de Luis de Çamoens (1524 – 1580), que el geógrafo supone escrita en
castellano. Esto me produjo curiosidad por la obra en cuestión, y fue así que
me enteré que existía una cosa llamada literatura en lengua portuguesa. Pero ni
hablo ni leo portugués, aunque estoy más o menos familiarizado con el llamado portuñol, y leo con cierta solvencia
artículos sobre Pedagogía y otros temas que se publican en revistas del medio.
Pero toda mi experiencia con la literatura en lengua portuguesa es a través de
sus traducciones al castellano, o a través de la pantalla.
La cabeza de puente de las
telenovelas brasileñas que llegaron a nuestras tierras fue la archiconocida Isaura,
la Esclava, de 1976, original del escritor romántico brasileño Bernardo Guimarães
(1825 – 1884) y con guión de Gilberto
Braga. La vi como la vio todo el
mundo, y como a todo el mundo me sorprendió la ruptura total con la estupidez
telenovelesca imperante hasta entonces. El argumento se centraba en la
abolición de la esclavitud, y en comparación con las telenovelas en mi época trataba
de un tema real y aún polémico. La exasperante cuadratura de las historias y
cuentos de Corín Tellado y otros
autores “rosa” dominaban las telenovelas, me costó años desentrañar la
permanencia de esta literatura chatarra, fabricada al peso, publicada en las
revistas femeninas tipo Vanidades, Buenhogar y hasta la supuestamente
liberal Cosmopolitan y televisada a
bajo costo. El insoportable folletín tipo “esto es lo que le gusta a la gente”
precedió a las radionovelas y telenovelas, que quizá reconozcan otra fuente de
su existencia en las soap-operas
norteamericanas. El caso y la cosa es que la novísima telenovela brasileña destrozaba
el atroz esquematismo bien pensante y reaccionario fabricado en Miami, Ciudad
de México y Caracas, arrastró audiencia y se constituyó en paradigma de buena
televisión. Paradigma que por supuesto no consiguió atravesar la dura piel
portorriqueña-cubanoexiliada-venezolana-mexicana-peruana, que sigue produciendo
lo mismo hasta hoy en día. Cosas del Orinoco, el Anáhuac y los Everglades, que
ni tú no yo ni nadie entiende. En casa había un único televisor, mi abuela
vivía prendida de sus telenovelas pre-TV por cable, y mi obligación de nieto
engreído era verlas, entre ellas la mencionada Isaura. Para colmo, mi
tío Lucho tenía gran parecido físico
- bigotito incluido - con Rubens De
Falco, el malo de la telenovela, lo que le produjo encontronazos de los jocosos
y de los no tanto con las damas, de las que fue gran aficionado en vida. Las
telenovelas brasileñas brillaban por sus guiones excepcionales y sus magníficos
actores, de los que admiro particularmente a Antonio Fagundes y Andrea
Montenegro. Ahora bien, quien dice buenos guiones dice buenos autores, y
fue así que me encontré con la magnífica literatura en portugués. Hagamos una
última atingencia antes de continuar: Ya sé que el brasileño y el portugués no
solamente no son iguales sino que no se parecen, pero a mí, simple
castellanohablante, me suenan parecido y tengo la suerte que se traducen igual.
Para distinguir la diferencia
absoluta entre unas telenovelas y otras, véanse este primer capítulo de la Isaura: http://www.youtube.com/watch?v=EAFKbRe8E1M
II
José María Eça de Queirós
A mí me han llegado libros de
muchos modos, y a veces me he hecho cargo de libros que sus dueños por diversos
motivos no podían o no querían conservar, asumiendo la tarea de conservarlos y
mantenerlos vivos y vigentes. Me favorece el hecho de poseer una Biblioteca
Permanente (por lo menos “permanente” hasta ahora, nadie sabe lo que el futuro
nos depare), donde todo se atesora y conserva de manera más o menos adecuada,
que nuestros presupuestos varían también más o menos, según el vaivén de la
economía. En estas circunstancias llegaron a mis manos las Obras Completas del eminente portugués José María Eça de Queirós (1845 – 1900), en tres tomos de la
editorial Aguilar, y de cuya
existencia yo no tenía barrunto alguno hasta que tuve entre mis manos los
dichos Tres Tomos. Revisando y revisando índices me enteré que el tal autor
estaba atrás del cine y la televisión brasileñas, y cuándo posteriormente
encontré en un festival de cine latinoamericano al talentoso Gael García Bernal en El Crimen del Padre Amaro, pude decir
con pedantería que conocía el autor y el libro. Mentira, claro, lo leí después
que supe de la película, pero qué rico suena en los ambientes intelectualones
decir que se conoce un autor que nadie más conoce, y especialmente soltar al
desgaire y como quien no quiere la cosa la frase que lo denota a la vez que no
lo denota: Me gustó más el libro. Y así yo, que no conocía para nada a José María Eça de Queirós terminé prendado
de su obra.
Escritor de polendas, de primera
línea, y que sabe qué escribe, cómo escribe y para quién lo escribe, logra un
estilo a mi ver impecable de puro sólido. Se le considera el puntal del realismo
literario portugués, y es posible que sea el autor más editado de esa
nacionalidad, Saramago debe ser el
único que le haga sombra y posiblemente lo supere. Entre sus obras de ficción
están, aparte de la mencionada El Crimen
del Padre Amaro, otras cositas como El
Primo Basilio, después Telenovela de O Globo; la obra considerada más importante, Los Maias; así como La
Reliquia, El Mandarín y La ilustre casa
de Ramírez. Esto y algunas cosas más en el terreno de la ficción y el relato
corto, inclusive el de la Política-Ficción. Aparte mostró habilidades notables en
el terreno de la Crónica Periodística (Notas
Periodísticas, Ecos de París, Notas de Viaje); como en el género
epistolar, tan poco explotado y tan genuinamente interesante en Eça de Queirós, pues a su través el hombre
opinaba y decía pasando por un personaje confeccionado al efecto: Fradique Mendes, intelectual residente
en Lisboa, que es ni más ni menos espejo del autor, aunque no tanto del ser cuanto del yo quisiera ser. Y así el buen Fradique es un dandy talentoso, un gentleman
sensible, escéptico y algo paradójico: Mi
intimidad con Fradique Mendes comenzó en 1880, en París, por Pascuas, precisamente
la semana en que él regresó de su viaje al África Austral. Ejercicio de esquizofrenia
tal vez, que tal vez todos queremos alguna vez ser otro, superar así nuestros límites,
al modo de esa extraña y nostálgicamente agresiva canción de Joaquín Sabina sobre los hombres que nunca seré … .
He encontrado la obra completa de
Eça de Queirós … en portugués, en
varias páginas web, lo que testimonia la importancia que se le atribuye. Paso el
link de El Crimen del Padre Amaro: http://www.medellindigital.gov.co/Mediateca/repositorio%20de%20recursos/Eca%20De%20Queiroz,%20Jos%C3%A9%20Mar%C3%ADa%20(1845%20%E2%80%93%201900)/De%20Queiroz_Jose%20Maria%20Eca-El%20Crimen%20Del%20Padre%20Amaro.pdf
III
Otros autores en portugués: Vasconcelos, Da Cunha, Vicente, Amado
Hay en el Brasil cuando menos un
clásico para adolescentes e incluso para niños que ha hecho fortuna en el mundo
de habla castellana: Mi planta de Naranja
Lima; de José Mauro de Vasconcelos (1920
– 1984), bello y lúcido relato sobre la percepción de la pobreza por un niño y como
por su través se madura tan precoz como innecesariamente. Combinando la
inocencia infantil con la lucidez realista del sueño, consigue Vasconcelos pintarnos un cuadro de la
niñez que no carece de patetismos, pero que se equilibra al ser visto a través
de los ojos de un niño que no es de ficción. Brasil ofrece también una belleza
de creatividad adulta, de humor para mayores y de profundo y jocundo conocimiento
del mundo, la magnífica Doña Flor y sus
Dos Maridos, de Don Jorge Amado (1912
– 2001), gran literato y enorme escritor, que escapa ampliamente del territorio
marcado por su lengua originaria por el mérito propio de ser universal precisamente
al ser localista, no por exigencias o estandarizaciones de los best-seller, si no porque le da la real
gana. Y en eso se parece mucho tanto a Eça
de Queirós como a Vasconcelos. ¿Será
una característica de la literatura en lengua portuguesa, el tratar de escaparse
con donaire de sus provinciales límites de lengua romance prima hermana pobre
del poderoso vecino castellano? ¿O será simplemente fruto de mi ignorancia,
porque los libros que me han llegado son precisamente aquellos que superaron
los límites nacionales y se universalizaron? Que lo explique aquel que sepa,
que mi situación aquí en el Perú, vecino pobre del inmenso Brasil y de su
cultura, sus telenovelas y películas, su literatura y cultura, tal vez se
equipare a la del pequeño y dependiente Portugal con respecto a España – e incluso
a Gran Bretaña, que hay vecindades marítimas también.
Y oiga usted, ¿no era que
habíamos empezado con Luis de Çamoens
y Os Lusíadas? Pues sí, y diré para mi
eterna vergüenza que aún no la he leído, disuadido por el género épico y por el
verso antiguo. Está en mi lista de lecturas pendientes, claro, pero la verdad
no sé, y ahí lo dejo. Pero sí leí eventualmente a Gil Vicente (1465 – 1536), autor bilingüe de obras teatrales y
parte del Siglo de Oro español. Parece que por entonces la lengua portuguesa
aún no se había autonomizado del todo de la española, pero creo que también ocurría
eso con la italiana, no por nada en estas épocas es que las formas literarias
de las unas influyen sobre las otras a mansalva. Ahora corremos a todo meter
desde el Siglo de Oro hacia el siglo XX, y a través de Mario Vargas Llosa y el que para mí es su mejor libro: La Guerra del Fin del Mundo es que
conocí y eventualmente me atreví a leer el Os
sertôes (Los Sertones) de Euclides Da Cunha (1866 – 1909), materia
prima para que Vargas Llosa se
despachara con la novela. No sé decir cuál sea mejor, son dos cosas diferentes:
Da Cunha estuvo físicamente en
Canudos de corresponsal de guerra, Vargas
Llosa lo muestra en un personaje reflectante de que Os sertôes no es novela, sino un intento de testimonio sociológico objetivo
y crítico, pero asimismo de desconcierto de un hombre que trata de emplear sus
magros instrumentos intelectuales y emocionales para explicarse la hecatombe, que
intenta la asepsia del científico social, esa es su validez y ese su valor: Así fue que en poco tiempo, la población constituida
por los más dispares elementos, desde el creyente fervoroso que abandonaba las
comodidades de la vida en otros lugares, hasta el bandido suelto que llegaba con
su carabina al hombro en busca de campo nuevo para sus hazañas, se convirtió en
una comunidad homogénea y uniforme, masa inconsciente y bruta, que crecía sin
desarrollarse, sin órganos y sin funciones específicas, sólo por la yuxtaposición
mecánica de las sucesivas levas, a la manera de un grupo de pólipos humanos. Y
así La Guerra del Fin del Mundo es a
veces más la Novela de Euclides Da Cunha
que la de Canudos. Aquí está en buen castellano, y la Biblioteca Ayacucho
te dejará bajarla sin remordimientos: http://www.bibliotecayacucho.gob.ve/fba/index.php?id=97&backPID=96&tt_products=79
IV
Otros autores en portugués: Pessoa y Saramago
José Saramago (1922 – 2010) casi no me parece autor portugués,
aunque estoy razonablemente seguro que escribe originalmente en dicha lengua.
Tal vez sea por el hecho de ser yo mismo castellano hablante y encontrarme con
la sensación de que el registro en que Saramago
se expresa bien pudiera ser el de cualquier autor español estandarizado. Me
parece un autor producido por la globalización, de lenguaje y temas
globalizados, cuyas estrategias de traducción a otras lenguas están tan
estandarizadas, que podría ser británico o libanés, y por lo tanto y en cierto
modo lo encontramos demasiado parecido a otros best-sellers, y demasiado parecido a sí mismo, aunque este es un
mal que seguramente atormenta a más gente de la que parece. Tal vez sea
solamente un espejismo por el que me dejo sorprender. En todo caso, y a
diferencia de Eça de Queirós y Da Cunha y Amado, si Saramago
consigue que yo me pregunte eso, pues algún tipo de validez habrá que acordarle,
no solamente por el hecho incontrovertible de que sus argumentos son
inverosímilmente originales e imaginativos, o que se preste con notable facilidad
a ser convertido en guión y filmado, cosas que hablan de ciertos merecimientos
que, no sé, me parecen algo exteriores a lo propiamente literario. No trato de desmerecerle,
claro, solamente que la sensación que me produce es exactamente la inversa de
la que me produce otro gran literato, Milan
Kundera. No se puede acusar a ninguno de ellos de parecerse al otro. Por
otra parte, aunque no me pueda librar de la sensación de que ya leí lo nuevo que
publica, el ser Premio Nobel es algo que está más allá de mí y que determina
que le rinda el homenaje correspondiente de leer sus libros, especialmente el Ensayo sobre la ceguera y El evangelio según Jesucristo (cuyo link
les dejo acá: http://eruizf.com/masonico/anexo/apocrifos/apocrifos_el_evangelio_segun_jesucristo.pdf).
En el terreno de la narrativa, es posible que haya más autores en portugués que
haya leído, pero no lo sé, en estas épocas de estándares y fast-books a veces no es fácil enterarse.
Fernando Pessoa (1888- 1935) comparte con Çamoens el título de Poeta nacional de Portugal. Sorprende de él lo sumamente moderno que nos suena a
nuestros oídos acostumbrados a la poesía moderna e incluso a la postmoderna, no
parece sino que en verdad cuando expresa su portuguesa saudade es un adelantado a su tiempo. Juzguémosle por nosotros
mismos, si bien por interpósita traducción castellana, de su propio mérito al evocar
el pasado en Lluvia Oblicua: La misa es un automóvil que pasa / a través
de los fieles arrodillándose en que hoy es día triste … / Súbito viento sacude
en esplendor mayor / la fiesta en la catedral, y todo lo absorbe el ruido de la
lluvia / hasta que no se oye más que la voz del padre agua perdiéndose a lo
lejos / con el sonido de ruedas de automóvil … . // Y se apagan las luces de la iglesia / en la
lluvia que cesa. Y podemos continuar con Todo el teatro es un muro blanco de música / por dónde un perro verde
corre en pos de mi saudade / por la infancia,
caballo azul con un jockey amarillo … / Y va de un lado a otro, de derecha a
izquierda, / a donde hay árboles, y entre las ramas cercanas a la copa / tocan
orquestas, / a donde hay filas de balones en la tienda a la que fui a comprar
el mío / y entre las memorias e mi infancia el tendero sonríe … Quizá ese sonido y sensación tan particular
que crea su poesía, que en castellano se conserva muy bien del portugués, esté
en que habiendo vivido y madurado en Sudáfrica, hablaba, escribía y pensaba en
inglés. Tratemos de encontrarle acá, en la casi filosófica reflexión consciente
y consistente sobre el propio ser: Si
después de yo morir quisieran escribir mi biografía / no hay nada más sencillo.
/ Tiene sólo dos fechas / la de mi nacimiento y la de mi muerte. / Entre una y
otra todos los días son míos. No me gusta decir mucho de los poetas, excepto
que me gustan, prefiero que hablen ellos, acá os los dejo: http://noticias.universia.pt/translate/pt-es/destaque/noticia/2012/02/24/913640/10-obras-fernando-pessoa-descarregar-gratuitamente.html
V
Colofón
El portugués es una lengua
curiosa. Diferente del castellano en que me expreso y en cuyo interior vivo,
sin embargo es lo suficientemente cercana para que sus expresiones y contenidos
y su visión del mundo tenga muchísimo en común con nosotros. El portuñol y el
espagués son realidades, considerando la cercanía de nuestro vecino Brasil, y
el peso específico de la cultura portuguesa en la península ibérica. Tendría
que preguntarle a mi amigo Diego, residente en Portugal, para saber más de diferencias y semejanzas. Mientras
pienso en ello, lee lo que quieras,
pero trata primero con Eça de Queirós.
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