CRÓNICAS DE LECTURAS – 59
Algo de Teatro
I
Dramaturgos
En otras Crónicas me he alargado
con inmerecido detalle en mis propias y mínimas andanzas teatrales. Pido
disculpas a la audiencia, y paciencia porque es probable que continúe con esas
injustificables referencias a mi persona, egocentrismo menos fatal que el
egoísmo pero igual o peor de pesado. He tratado ya con cierto detalle de William Shakespeare, Thortorn Wilder, Pedro
Calderón de la Barca y Enrique
Jardiel Poncela, muy diferentes entre sí y sin parentesco más allá de mis
gustos personales, así que ahora me daré una vuelta tal vez un poco menos
organizada. Entre mis primeras lecturas de joven curioso hubo versiones del
gran teatro clásico griego, básicamente las Tragedias de Esquilo y Eurípides,
agrupadas en un tomo, mientras que en otro tomo, supongo, estaban las de Sófocles, pero por razones que
desconozco el tal tomo no llegó a mis manos y no accedí a Edipo – Edipo Rey, Antígona, Edipo en Colona –
ni otra obra de Sófocles. No tengo
claro por qué la censura, puede que por el costo, puede que no se fijaran, puede que para evitar que un jovencito
accediera a ciertas armas ideológicas y rebasara a sus mayores. Así ya era yo
de pedantito y neurótico y circunstancial cuando mis años no alcanzaban aún dos
guarismos. Después fue peor, tras leer a Sigmund
Freud y cómo – según el gran Historiador Woody Allen – lo sacaron paralizado y sudando frío de la primera
representación de Edipo Rey a la que asistió.
Cuando me sacaron del cole y me encajaron en el Internado leí a Sófocles. Aunque ese no fuera motivo
para leerlo igual lo leí y no le hallé por entonces profundidad psicológica,
verdad que mis intereses estaban más enfocados en cierta flaquita que en las
aventuras de Edipo, y no emprendí el psicoanálisis sino años después. La
Tragedia Griega tendrá su Crónica aparte, si Zeus quiere.
Por otra parte, ya conté que en
el Internado me hacía mis cobres haciendo las tareas de mis compañeros, nada
lectores ellos, y así adquirí un tabaquismo que costó décadas erradicar, unido
al estudio de los clásicos del teatro español del Siglo de Oro obligatorio en
Cuarto de Media, pero que hice en segundo. No juzgo a mis compañeros obligados
a leer, me escarapela decirlo, pero lo digo: Ni entonces ni ahora había en el
sistema educativo un real interés en que la gente aprenda algo fuera de su
lugar en la jerarquía social. Tal vez por ello se veía peligroso,
revolucionario, agnóstico, ateo y/o arreligioso, presentar, leer y – líbrennos
las ánimas benditas del Purgatorio – representar a anarquistas y comunistas
infiltrados de dramaturgos y comediógrafos, como August Strindberg, Luigi Pirandello, Bertolt Brecht, Eugene O´Neill,
Rainer Fassbinder, Antonin Artaud, Eugene Ionesco, Albert Camus, Henryk Ibsen,
Tennessee Williams, George Bernard Shaw, Harold Pinter, Samuel Beckett, John
Priestley, Anton Chejov, Arthur Miller, Darío Fo, Alfred Jarry y otros de
esa calaña. Me compensé con los dramaturgos en castellano, aunque no con los que
atentaban contra la Moral y las Buenas Costumbres, tipo Jardiel Poncela. Mi cultura literaria escolar abarcó a José Zorrilla, Jacinto Benavente, Alejandro
Casona y al mejor de todos: Federico
García Lorca, que me enseñó que teatro y poesía podían ser uno: Unas líneas
de teatro en el texto de Literatura de 4to, unos poemas sueltos aquí y allá, y
me templé hasta el hueso de la poesía de García
Lorca. Encontrar sus libros no fue fácil entonces, sólo hallé Doña Rosita la Soltera, que no me canso
de leer hasta hoy, y ahí lo dejo, tendrá su Crónica. Otros como Miguel Mihura, Alfonso Paso, Carlos
Arniches, José López Rubio, Enrique Jardiel Poncela, Pedro Muñoz Seca
llegaron más tarde. El control de la Iglesia Católica sobre la currícula
escolar y las editoriales a través del Nihil
Obstat – Imprimátur, empataba en este lado del mundo con la paranoia
oligárquica de las dictaduras militares, que a su vez se sintonizada con los
republicanos de USA. El resultado fue rebotar en América Latina lo que eventualmente se llamaba
“política cultural” en el franquismo español, que lucía como timbres el
fusilamiento de García Lorca, la
cárcel de Miguel Hernández y el
amordazamiento o exilio de media España. Y en este contexto presento los dos Teatros
que conocí: El oficial de la currícula escolar; y el contestatario de afuera.
II
El Teatro Clásico Español del Siglo de Oro
Hoy a Félix Lope de Vega Carpio (1562 – 1635) no se le da mucha bola, ni demasiada a Pedro Calderón de la Barca (1600 –
1681) o Tirso de Molina (1579 –
1648). A mí me gustaron cuando los leí, pero no les hubiera prestado atención
si no hubieran estado en la currícula escolar. El texto de literatura
transcribía partes completas que me interesaron. Cuando mis compañeros internos
me apoquinaban 5 soles en metálico por cada resumen me financiaron sin saberlo
mi Maestría en Teatro Clásico Español: Lope
y Calderón, Tirso de Molina y Ruiz de
Alarcón, Mira de Amezcua y Guillén de Castro. Adquirí solvencia en
el verso castellano leyéndolos, y capté las ideas de la península, lejanas y
opuestas a la sensibilidad indígena americana. Pero con una que otra excepción,
siempre he sentido que los asuntos de esa época ya eran vetustos entonces, lo
que salta a la vista si los comparamos con su contemporáneo William Shakespeare. Nótese: Al rey la hacienda y la vida se ha
de dar, / pero el honor es patrimonio del alma, /: y el alma sólo es de
Dios... Es decir, Dios antes que el Rey, la Iglesia antes del Caudillo, que
lo es por la Gracia de Dios, y dimos
toda la vuelta. Pero igual me gusta y sigue gustando el verso en el decir que
asume la recia lengua castellana: Escuchen si no cómo suena el verso entre
rústico y aristocrático en esta versión de la famosísima Fuenteovejuna, de Félix Lope de Vega: http://www.youtube.com/watch?v=gl0x_mWh8yQ
Las voces del levantamiento del
pueblo contra el comendador suenan más viriles en verso español; los insultos de
Laurencia
violada y desmelenada suenan dos veces insulto: ¡Liebres cobardes nacisteis, bárbaros sois, no españoles!; pero da
así el impulso a los labradores ya soliviantados para defender su honor: ¿Qué es lo que quieres tú que el pueblo
intente? / ¡Morir! ¡O dar la muerte a los tiranos!, porque esta es la
España de los hijos del Cid: http://www.youtube.com/watch?v=souQg5EVN2s
Y con esto se inspiraba García Lorca y yo no soy nadie para
enmendarle la plana. Hay teatro clásico español entonces para regalar, y por
eso aquí presento el muy famoso discurso de Segismundo en La Vida es Sueño, de Pedro Calderón de la Barca: http://www.youtube.com/watch?v=pbGb05Q-q9w
Esta España de la que descendemos
por nuestra lengua, conserva su patrimonio cultural y celebra el Festival de Almagro, dedicado
precisamente al Teatro del Siglo de Oro. Echémosle el ojo a la actriz Blanca Portillo, de buen ver de por sí,
y aprendamos: http://www.youtube.com/watch?v=053c0PqTdsk
Por último, para aquellos a
quienes inspira Fuenteovejuna, la
hallarán en este link: http://www.cervantesvirtual.com/obra-visor/fuente-ovejuna--1/html/fedc4d4e-82b1-11df-acc7-002185ce6064_1.html;
y asimismo encontrarán La Vida es Sueño
en este: http://www.trinity.edu/mstroud/comedia/vidsue1a.html
III
Eugene O´Neill
A Eugene O´Neill (1888 – 1953) me lo leí completo de una sentada, una
de esas que dura semanas, dadas ciertas circunstancias que me obligaron a
aterrizar en Arequipa por un cierto tiempo. En donde me hospedaron con completa
generosidad estaban las obras completas, y yo tenía y tengo por norma leerme
completas las obras completas, que para eso se molestan en ser editadas como
obras completas. Rara vez ha sido tan afortunada mi lectura, O´Neill es un escritor profundo no por
la complejidad de su lenguaje como por lo que el lenguaje hablado no te dice
pero te sugiere y trasluce, porque es más sensación que cerebro. Ver la obra
representada o leerla me hace sentir lo que respecto del lenguaje decía Wittgenstein: Hay aquello que no se puede expresar con palabras, es decir, lo
inefable. Quizá debiéramos decir que lo que hace O´Neill en Teatro tal vez sólo se compara con lo que hacen Bergman o Kurosawa en el cine. Tuve la suerte de ver Un largo viaje hacia la noche dirigida y representada en Lima por
nuestro actor más notable - Alberto
Ísola - y he de decir que me satisfizo plenamente, se sintió en la representación
mucho del espíritu de Eugene O´Neill
andando por entre el escenario de esta autobiográfica obra, que muchos consideran
lo mejor salido de su pluma, lo que es mucho decir para el autor de puestas en
escena como Deseo bajo los Olmos, El emperador Jones, la magníficamente
chabacanona Anna Christie, Extraño Interludio, Todos los hijos de Dios tienen alas, la oscura y deprimente Días sin fin, El gran Dios Brown, A Electra
le sienta bien el luto, la sarcástica Los
millones de Marco Polo, etcétera.
Por premios Eugene O´Neill tampoco se quedó, tres veces se llevó a su casa el
Pulitzer, y una el Premio Nobel de Literatura. Tampoco se quedó por versiones
cinematográficas, solamente para Anna Christie se filmaron tres, casi
seguidas una tras la otra. Podemos captar la idea de cómo su teatro revoluciona
e impregna la escena norteamericana, tan profusa y poblada de por sí, y por eso
mismo tan compleja y tan requerida de verdadera originalidad: Para verlo
presentamos acá la publicidad de la representación de su obra The hairy ape, que nos puede introducir
de alguna manera al universo teatral de Eugene
O´Neill: http://www.youtube.com/watch?v=sTQDkNuSaJY.
Su vida en la realidad por
desgracia culminó tristemente, en un hotel y en la más completa soledad. No
mucho tiempo atrás su hija Oona, muy
joven ella, se había casado con un muy maduro Charles Chaplin, contra los deseos de Eugene. Geraldine Chaplin,
que estuvo por estos barrios de la Lima hace algún tiempo, es nieta de O´Neill, aunque definitivamente no su
sucesora.
Acá el link para una de las
mejores obras teatrales de O´Neill, Más allá del horizonte: http://www.gardenschool.cl/masalla.pdf
IV
Bertolt Brecht
Bertolt Brecht (1898 – 1956) es el autor individual que más he
visto representado, en una época el más ortodoxo, influyente y paradigmático de
los autores teatrales, atractivo para los grupos de teatro independiente. Lo he
representado en mis incursiones teatrales, narradas en otra Crónica. Brecht creó el Teatro Dialéctico, a veces llamado Teatro Épico para diferenciarlo del Teatro Aristotélico por su carácter intencional y teleológico,
dirigido a interaccionar con las masas y orientado a obtener resultados
políticos. Brecht une a la gran
tradición romántica germana de Schiller,
Lessing y Büchner las tesis del Materialismo Histórico de Carlos Marx, resultando así en una
evolución que va desde la expresión de una rebeldía crítica individualista (Tambores en la noche, La ópera de dos centavos), que algunos
podrían tildar de burguesa; hasta la
concientización explícita de las masas y la confrontación con el capitalismo y
el fascismo (Un hombre es un hombre).
Puede también atribuirse esta evolución, como es obvio, al muy mal momento que
le tocó para nacer y vivir como persona humana, y concretamente como alemán.
Esto lo expresa en uno de sus poemas más hermosos, el poema para tiempos oscuros: Llegué
a las ciudades en tiempos del desorden / cuando reinaba el hambre. / Viví entre
los hombres y en tiempos de rebeldes / y me rebelé con ellos. / Así pasé el
tiempo que me fue concedido en la tierra. Comunista y revolucionario desde
la planta de los pies hasta la coronilla de la cabeza, jamás se afilió sin
embargo al Partido Comunista Alemán, lo que no obstó para que mostrara lo que pareciera ser un rasgo político relativamente común en las gentes de
entonces, y que ahora se ha perdido: la unidad de fondo y forma, la
consistencia entre el concepto estético y el ideal social y político.
Consecuencia de esa coherencia y del
compromiso que implica, se enfrenta con los nazis en despegue y dedicados a
tomar el poder y “coordinar” a toda la sociedad. Huye de la Alemania Nazi en
1933, justo tras el estreno de una obra que le colmó la paciencia a la Policía
Secreta, mientras sus libros se quemaban en las plazas públicas. El exilio fue
la época más dura, a salto de mata entre Dinamarca, Suecia, Finlandia, Suiza y
los Estados Unidos, de donde lo expulsan en 1947 por izquierdista. De esta
etapa son sus obras de más potencia y expresión dramática: Terror y Miseria del Tercer Reich, Vida de Galileo, Madre Coraje y sus hijos, El alma buena de
Szechuán (que analiza el problema moral de cómo ser bueno en el Capitalismo
sin morir de hambre), El círculo de tiza
caucasiano y El señor Puntilla y su
criado Matti. Perfecciona en ellas el efecto de distanciamiento diseñado
contra el sentimentalismo, pues la compasión según Brecht debe aunarse a la crítica social, por ello su teatro rompe
el adormecimiento: las canciones interrumpen tramas y parlamentos, el telón
sube y baja distrayendo al espectador, los carteles devuelven la atención hacia
el mensaje del autor. Tras quince años de exilio se establece en Berlín
Oriental, y se enfrenta con el comunismo oficial, a cuya Policía Secreta (Stasi) se atribuye provocar su muerte
por trombosis coronaria en 1956. Escribió también prosa (Los negocios del señor Julio César) y poesía, conviene que
terminemos ahora con ella: Y, sin
embargo, sabíamos / que también el odio contra la bajeza / desfigura la cara. /
También la ira contra la injusticia / pone ronca la voz. Desgraciadamente,
nosotros, / que queríamos preparar el camino para la amabilidad / no pudimos
ser amables. Pero vosotros, cuando lleguen los tiempos / en que el hombre sea
amigo del hombre, / pensad en nosotros / con indulgencia.
Podemos saber algo más del teatro
de Brecht en esta lección de teatro
de Jordi Dauder: http://www.youtube.com/watch?v=XGFInS4_Yng
Un link para bajar algunas obras
teatrales de Bertolt Brecht es el
siguiente: http://www.libroos.es/tags/Brecht%20Bertolt.html
V
Colofón
No te limites a leer teatro, anda
a verlo, aunque se represente poco el teatro español, y sea raro ver a O´ Neill, pues parece difícil para los
actores interpretarlo. El Teatro de Brecht
parece más fácil, pero como se ha visto tradicionalmente como “de protesta”, y hoy la Izquierda
está mal vista, pues que no está tan de moda. Menos mal podemos leerlos. Por
ahora, adieu.
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