CRÓNICAS DE LECTURAS – 69
Lectura en Pantalla (on line
y off line) - PARTE UNO
I
Lectura en Pantalla
Leemos signos impresos, pintados,
grabados e incluso manuscritos sobre un conjunto de superficies planas
encuadernadas entre dos tapas, así ha sido desde algo más de cinco siglos. Según
UNESCO hay un libro si el conjunto de signos se despliega en no menos de
cuarentinueve (49) de esas superficies planas (en adelante páginas), a razón de
dos (2) por cada hoja de papel, lo que da veinticinco (25) hojas. De cinco a
cuarentiocho páginas (3 a 24 hojas) es un folleto y menos que eso hojas
sueltas. Antes, los rollos de papiro obligaban a la lectura lineal, avanzar
o retroceder en un libro no era compatible con el libro-rollo, no se iba al
final a ver en qué terminaba la aventura. Pero el mundo cambia: Entre papiro y papel
hubo pergamino, que sugiere el ir y venir por el texto, hojear para ojear. El
libro-rollo y el libro de hojas se transportan fácilmente, pero se maneja mejor un almacén de una Biblioteca con libros que con rollos. A fines del
Siglo XX llega otro cambio radical en los soportes para leer, que pasan del
papel a un formato documentario virtual. Crece el empleo del
libro digital (o libro virtual, libro electrónico, ciberlibro, e-book, eBook, etcétera) en la lectura normal y en la profesional, como en
la conservación de documentos. Surge el audiolibro para personas con discapacidad
visual y para su empleo en museos y espacios turísticos. Leer en pantalla y mover
lectores hacia ella es una etapa que, como la del pergamino, durará poco dado el
acelerado desarrollo de soportes portátiles para leer, en los que llevarás tu
Biblioteca Virtual y leerás lo que sea, donde sea y cuando te dé los forros. Estamos
en la cresta de la ola del cambio y la hojarasca es barrida por el viento.
Pese a la inminencia de más cambios
profundos en la función de la lectura, éstos no se avizoran claramente, los predictores de escenarios, planificadores educativos y demás profetas y
sibilas están sumamente desconcertados: Lo imprevisible del devenir humano hace que prever qué pasará en los próximos cinco o diez años se vea iluso, no
digamos los próximos veinte o cincuenta: El equipamiento en las escuelas queda
obsoleto con vergonzosa premura; en especial en un Perú donde la desconfianza manda y se le teme tanto al maestro que se le quiere reducir al estatus de pulsador de botones. No se hace la muy necesaria investigación básica y aplicada y seguimos sin saber a estas alturas qué pasa
exactamente en el cerebro cuando leemos, y menos aún qué pasa con la lectura en
pantalla y si hay diferencia entre la lectura on – line (lectura en
tiempo real y enlace en directo con la world
wide web) y la lectura off-line (lectura de documento en
pantalla desde su almacén virtual). Las preguntas son claras: ¿Nuestros
cerebros actúan distinto y se desarrollan de forma diferente dependiendo del
formato de lectura? ¿Decodificamos y/o comprendemos mejor leyendo en
impreso o en pantalla? ¿Qué diferencia hay entre leer on line y off-line?
II
Una primera aproximación
Todo empieza y
termina con las personas. Tratar de formatear a la gente no funciona porque se
parte del supuesto equivocado de que la gente es formateable. Pero sí es cierto que la gente posee una historia y un presente cognitivo y metacognitivo. A mí,
como a la gran mayoría, el destino me encontró cuando empecé a usar
computadoras: La necesidad convoca a la herramienta y el contexto manda:
Durante el desastroso gobierno de Alan
Damián García (1985 – 1990) la galopante hiperinflación hacía del cálculo
de costos un infierno para los que chambeábamos en hoteles, en particular en el
rubro de Alimentos y Bebidas. Los precios se alzaban vertiginosos y dejaban atrás
los procesos tradicionales de costeo. Vi la luz con las Hojas de Cálculo, se me
representó un costeo de pocas horas de duración, pregunté tres o cuatro cosas,
conseguí unas proformas y alegremente expuse mis ideas a la gerontocracia gobernante. Me
sentía en la punta de la Tecnología de Punta, en la mismísima vanguardia de la innovación,
y me expresé, creo, de manera en exceso entusiasta. La expresión de entusiasmo casi me cuesta el puesto: mis jefes eran dinosaurios con los sesos
en la cola y no aceptaban que un jovenzuelo de fuera de la argolla les dictara
el futuro, y yo no sabía aún que tener razón antes de tiempo es peor que
equivocarse. Bueno, esto ya es Historia, salvé el puesto a duras penas y pensé,
como el Potro de Horacio Quiroga: Ya llegará el día en que se diviertan. Pero
tal día no llegó, la empresa se privatizó y pasaron cosas que para qué te cuento. Por mi cuenta
compré mi computadora a plazos, y otra, y luego otra más. Y cada cual contaba
con más memoria de almacenaje (soporte físico para una Biblioteca Virtual),
creciente velocidad de procesamiento RAM, pantallas de mayor resolución,
tarjetas gráficas más potentes, las últimas versiones de programas de software,
etcétera. Incluso encontré los primeros programas para libros digitalizados. Y
por último y a la vez, surgió la www
y todo lo avasalló.
Cuando decidí formar mi
Biblioteca Virtual dispuse de los libros en Pantalla como si fueran físicos. Los
codifiqué según el Sistema Dewey,
pues la diferencia entre una ruma de libros y una Biblioteca es el orden y el
registro; y si bien no soy bibliotecario profesional tenía (y tengo) libros,
folletos y formatos impresos en tal cantidad que se justificaba sistematizar. Ya tenía
la experiencia de haberlo hecho en un par de Bibliotecas institucionales con el
apoyo de alumnos que hacían prácticas. Mi Biblioteca Física es grande, contiene
a la fecha algunos millares de libros y otros formatos; pero tengo bastantes
más títulos en la Biblioteca Virtual. Como en todo lo novedoso, las ventajas parecen
mayores que los inconvenientes; y cuando surgen las desventajas hay que aprender
a minimizarlas. En esto no hay maestro mejor que la experiencia, cada persona
en su aproximación cuenta con un juego propio en asuntos como los ítems de clasificación que
es a la vez, bendito sea Dios, el criterio de almacenaje en el disco duro – u
otro soporte. No tienes por qué apegarte a rajatabla a la Clasificación Dewey, pensada para las
Bibliotecas del Mundo entero, porque tus necesidades son diferentes de las mías
y no necesariamente empatarán. No sabíamos muy bien como se comía eso de la
personalización antes de la explosión de computadoras / ordenadores y
conexiones en red, estábamos mucho más acostumbrados a acomodarnos a la estandarización
que a que ésta se acomodara a nosotros. Creo que este es uno de los principales
cambios en la relación del pueblo común y corriente con la ciencia y la
tecnología, para bien en mi opinión.
III
Enfoque “abajo-arriba”
El enfoque arriba-abajo es grosso
modo un modo de entender la comprensión lectora centrado en el lector; en
tanto que el enfoque abajo-arriba se
centra en el texto a comprender. La diferencia fundamental entre leer en libro
y leer en pantalla parece estar precisamente en lo que está “abajo”, y parece conveniente
empezar por aquí. Para ver en qué medida se lee distinto tenemos que identificar
los formatos digitales de la lectura, y sus diferencias con el clásico: Para
empezar están los libros electrónicos
o ebooks, que aparecen en 1971 con el
Proyecto Gutenberg, primera
Biblioteca Digital. En el 2001 los primeros autores en poner a la venta ebooks con éxito fueron Stephen King y Vladimir Putin. Los ebooks
son la versión más cercana al formato en papel, e incluso a veces son sólo el
calco en facsímil de anteriores ediciones en papel, en especial los de formato .pdf, aunque los hay de formato .doc y .rtf, modificables con el programa word. Se puede disponer del archivo en el propio disco duro o
soporte equivalente (en cuyo caso se accede a él off-line) o consultarlo a
través de una página web que
proporcione una Biblioteca Virtual (acceso on-line). Se ahorra un ingente
espacio físico almacenando libros en el disco duro o soportes análogos. Confieso
que daría lo que fuera por una tablet o equivalente en
la que portara mi acervo bibliográfico y documental entero, tal como aparece en las
novelas de ciencia ficción. Sus principales ventajas residen en la conservación
y transporte de archivos, así como en el inmediato acceso cuando se los necesita.
El brillo de la pantalla aún dificulta la lectura, la vista se cansa en
especial para miopes y/o astigmáticos. Pero se desarrollan a todo meter soportes que resuelven este problema.
Otra ventaja es el de la transcripción de citas para estudios o trabajos
académicos, gracias al famoso copy and
paste. En el tablet se lee off-line,
aunque coexista con la lectura on-line en Bibliotecas Virtuales con
documentos digitalizados y e-books ofrecidos al público por Internet.
La lectura en pantalla on-line
presenta entre su fauna indígena al hipertexto, forma de estructurar
información a través de links o enlaces o hipervínculos integrados a la interfaz del usuario, la idea es que
cuando en el proceso de la lectura encuentras un concepto resaltado con hipervínculo
significa que puedes interrumpir la lectura que haces para hacer click sobre él e iniciar una lectura
subsidiaria en otra página referente al concepto vinculado o enlazado en la
lectura anterior. El efecto es bifurcar la lectura, al salir de la primera para
aclarar o completar un concepto en la segunda. En teoría al concluir esa “lectura secundaria” vuelves a la lectura
anterior, en la práctica el retorno se dificulta. Por ejemplo, puedes encontrar hipervínculos “terciarios” al interior del hipervínculo “secundario”, interesarte en ellos y continuar
haciendo clicks de manera que tu
atención se desconcentra de la “lectura primaria”. Al "recentrarte" vuelves primario lo que
era secundario, y te pierdes tal como dice la metáfora: irse por las ramas. Ese vagar por las armas y perderte del tronco del
árbol desgracia la lectura como proceso sucesivo de
decodificación / comprensión, porque el esquema de la lectura se va descubriendo
– o construyendo - conforme lees. El riesgo en la lectura en pantalla on-line
es perder el proceso al internarte en cada detalle hipervinculado. Claro que
esto ya es enfoque arriba-abajo a desarrollar en la parte siguiente. Quedándonos
en el soporte, digamos que la cantidad de hipertexto
hipervinculado puede operar como un regressus-in-infinitum
(retroceso al infinito) y llevar
al lector a callejones sin salida conceptuales. Cada concepto empleado en una
proposición posee una definición formulada a su vez por conceptos. Cada
concepto a su vez posee una definición, formulada a su vez por conceptos, y
cada concepto … y lo dejamos aquí precisamente para no retroceder hacia el infinito y perdernos. Parece claro ser éste
el problema a enfrentar, la pérdida de los vínculos lógicos en el tronco
principal de la argumentación, que los hipertextos estorban. Para ser competente en operar hipertextos se
requeriría autodisciplina intelectual basada
en el dominio del lenguaje de la Lógica Booleana y la Teoría de Conjuntos. Los hipervínculos y demás formas de organizar textos on-line
son masivos en las Comunidades Virtuales (Facebook, Twitter, Google+, etc.), los e-zines (revistas electrónicas de estructura hipertextual) y los Blogs (Bitácoras web que recopilan cronológicamente diversos tipos de archivos de
texto, imagen y sonido de uno o más autores).
IV
Enfoque “arriba-abajo”
Ya le echamos un vistazo a los
soportes (abajo); ahora vamos arriba, directo al cerebro de los
lectores: Leer es un acto cognitivo complejo, las operaciones cerebrales de la
lectura se suelen explicar como un Doble Proceso combinado de decodificación y comprensión. La Decodificación se automatiza con la
práctica y traduce y acumula letras, fonemas, palabras, frases, oraciones,
enunciados y proposiciones; con los que construye sucesivas unidades de sentido.
La constante y más o menos fluida sucesión decodificadora da lugar a que el
cerebro “se adelante” y produzca “predicciones” sobre lo que vendrá después: Si
lees la sucesión t-i-e-r-r- es muy probable que ya sepas que lo que
viene es la “a” de t-i-e-r-r-a. Y si viene “i”, es
probable que te inclines a predecir t-i-e-r-r-i … -t-a. Mil disculpas
por el chabacano ejemplo. La predicción puede considerarse la primera parte del
paso del automatismo decodificador a la comprensión
lectora. Después de todo, comprender “tierra” no es igual que
comprender “tierrita”, y no es lo mismo decir L1: “estamos en mi
tierra” que L2: “estamos en mi tierrita”; comprender nos hace
conscientes, por ejemplo, del contenido emocional (connotación) en L2, que L1
no posee. Y a una oración se suma otra, y a un párrafo otro, y a un capítulo le
sigue otro; las comprensiones parciales se siguen prediciendo y acumulando en
mayores unidades de sentido para llegar a poder producir eventualmente
valoraciones de diverso tipo, tales como “Este
libro parece de redacción descuidada”; “el sistema de ideas tal no es coherente (o sí lo es, o lo es
parcialmente)”; “el informe registra
hechos pero no interpreta”; “este
poema es hermoso”; etcétera. Los dos conjuntos de microoperaciones y
macrooperaciones conforman el acto de la lectura; la decodificación actúa sobre
las pequeñas unidades; y la predicción / comprensión sobre las grandes
(párrafos, capítulos, libros). Ateniéndonos a esta explicación, que trato sea
lo más corta y coherente posible, podemos buscar diferencias entre leer en
pantalla y leer en formato tradicional.
La experiencia sugiere que el
cerebro percibe la lectura impresa espacialmente delimitada: Hay unas
coordenadas físicas tridimensionales: Un arriba – abajo dado por el
grosor del libro percibido con la vista y el tacto, mas una dirección y un vector
izquierda – derecha (derecha – izquierda en las lenguas semíticas; arriba
– abajo en las de extremo oriente). Aunque sigue habiendo dirección y
vector en la pantalla, la apercepción del grosor impide ciertas predicciones, no
se sabe cinestésicamente de qué tamaño es el artículo, libro o enciclopedia que
se lee, y esto repercute en el contexto predictivo. Hay otra diferencia cinestésica:
las manos actúan pasando las páginas del libro impreso en un complejo proceso
de coordinación vista-mano, en cambio mover la página en un texto en pantalla
sin división natural en páginas no es ciertamente posible en la lectura on-line (sí en la off-line, aunque no al modo del libro clásico), y debe emplearse el
mouse (ratón) o una tecla de “bajada” para “avanzar” el texto, y de
“subida” para retrocederlo. El juego de asociaciones (base de la memoria y del
aprendizaje) en el libro físico es distinto que el de la pantalla, como sugiere
una investigación de Kate Garland,
de la Universidad de Leicester: Con el libro físico la mente tendría más juego
para hacer sinapsis al haber más puntos físicos de referencia percibibles por
los sentidos, que permiten mayor cantidad de asociaciones. La estructura física
del libro apoya la evocación de los datos, como cuando sabes que en la página
268 entra en Moria la Comunidad del Anillo; o que la explicación de la
simbiosis está en el capítulo XV. La pantalla plana limita estas percepciones y
la “memorabilidad” de los textos. En este aspecto todo parece reducirse a que
los cambios en la pantalla pueden llevar a que a uno “se le mueva el piso”, es
decir, que no tenga referencias fijas que establecer en el momento que lee, es
decir menos perchas cognitivas de las que colgar las ideas, cuestión central en
la construcción de estructuras cognitivas.
Una investigación de Jakob Nielsen sugiere que el tamaño de
la Pantalla cuenta – tal vez esto explique la actual popularidad de las
pantallas de gran tamaño, así como su creciente resolución, lo que también se
observa en la Televisión y el Cine. A menor área de pantalla más pequeño el
contexto en el que se ubica la información y menor evocación de sus contenidos.
Pero no parece que esto se diferencie mucho del problema de los minilibros en
factura clásica de papel, o de tratar de leer la Enciclopedia Colliers con una lupa de 2 centímetros de diámetro. En
mi opinión – y solamente eso, sometida a mejor data y salvo error u opinión -
todo parece indicar que las diferencias de lectura entre lo digital y lo
clásico en papel son solamente de grado, y por ello únicamente requieren de un período razonable de adaptación al cambio. Hay datos que así lo sugieren: Los niños
británicos tienden a leer más en formatos digitales, particularmente
computadoras. Los estadounidenses adultos y niños poseen más tablets y leen más en ellos. Los rusos y
españoles leen mucho más en digital que hace cinco años.
V
Colofón
Parece ser claro que se lee más
que antes, aunque no podemos concluir nada aún en referencia de los procesos de
lectura de libros propiamente dichos. Parece, sí, que en definitiva debemos
hablar de diversos tipos de lecturas. Quizá Twitter muestre un paradigma nuevo: El microblogging estaría ayudando al desarrollo de la capacidad de
síntesis, pero en este caso estamos rompiendo los estrechos límites de la
lectura tradicional no solamente en cuanto a la capacidad relativamente pasiva
de leer, sino en la capacidad activa de producir textos. Y como esto no está
aún terminado trataremos de verlo mejor en una segunda parte de esta Crónica
que voy preparando y que ya veremos si publicamos. Hasta entonces.
La segunda parte de esta Crónica se encuentra en el siguiente enlace:
http://memoriasdeorfeo.blogspot.com/2014/01/cronica-de-lecturas-73-lectura-en.html
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