CRÓNICAS DE LECTURAS - 93
Lecturas Prohibidas - II
Allí donde queman
libros, al final queman personas. (Heinrich Heine)
En la primera parte de esta
Crónica (http://memoriasdeorfeo.blogspot.com/2014/05/cronica-de-lecturas-82-lecturas.html) vimos que las Iglesias no superaron la ortodoxia y abandonaron la vocación de asistir a cada ser humano frente a lo Inefable e Inexplicable, y en vez de ello instrumentaron la necesidad y la rentabilizaron en poder y riquezas. Con contadas excepciones, sus representantes terrenos se establecen en aduana donde se cotiza antes de atravesar el umbral de la muerte, a cambio de sentir que llegará a alguna clase de hotel de lujo, y no a una parrillada eterna en calidad de rostisado principal. Sobre este temor se instalaron normas cuyo cumplimiento asegura, dícese, reserva en el spa
celestial. Una de estas normas es la Censura
Religiosa sobre el material escrito, esto ya lo vimos. Ahora toca ver las Censuras propias del Estado, de los Poderes económicos y mediáticos, y de la Sociedad Civil. La Censura Militar,
por ejemplo, niega a los enemigos reales o potenciales toda información útil,
manga bastante ancha para abarcar todo, ejercida hacia adentro de la sociedad, que retrasa o retiene el flujo de información. En lo moral se justifica en la evitación de bajas que habría si la información fuera abierta, sin embargo el
concepto del enemigo suele incluir a los propios ciudadanos. La Censura Política oculta información para impedir ciertos
riesgos que quitan el sueño a los grupos dominantes: El desacuerdo, la
disidencia, la protesta, la rebelión o la traición abierta a ciertos valores impuestos. A la coerción por Censura se unen la coacción y el control de la Información: No
se trata sólo de impedir acciones y pensamientos, sino de provocar los que sean funcionales a los poderes fácticos. En el Perú – salvo una minoría
estacionada cognitivamente en la nube 47, que llamamos cariñosamente caídos del palto – todos somos expertos
en el tema gracias al descaro de la prensa oligopólica y concentrada en
combinación con poderes económicos y políticos nada anónimos desde los ´90, que en la actualidad se despliega sin vergüenza. Insidiosa forma de la Censura es
la “Desinformación”, técnica que
distrae a las gentes de los intereses de los grupos antedichos. Como esto es cotidiano
en el Perú me eximo de explicar la luz del día. La Censura es ejercida por la
prensa tradicional, pues las redes virtuales en el país son limitadas en su
penetración y excluyen a la mayoría. Se puede así desinformar a conciencia y
con carácter permanente a una masa crítica que se puede llevar por la nariz a
la hora de las decisiones. Hasta cierto punto, claro.
La Censura Política suele disfrazarse de Moral, el control eclesiástico de las conciencias empata con el de
los medios: Cuando hay resonancia entre ambos en efecto ahí la Religión se
vuelve Opio del Pueblo. La
manipulación por miedo tiene larga data, y sirve para “proteger” a la población
de sí misma, rechazando todo material “fuerte”, “agresivo” u “obsceno”. No entiendo muy
bien ello en un contexto en que los medios sirven todos los días una abultada
ración de crímenes y tripas sanguinolentas, con imágenes y todo y en horario de
protección al menor, pero la consistencia no define a la Derecha. Si comparamos ello con lo que hacen los escritores, se entiende mejor por
qué se Prohíbe la Lectura. La Censura
Corporativa, mejor conocida como “autocensura”,
es útil para las Empresas, a las que protege de retiros de publicidad, pues los medios son obsecuentes con los que les pagan, lo que a su vez se constata en los libérrimos Estados Unidos de América, donde las licencias de la TV que usa del
espectro electromagnético de propiedad común, se renuevan tras juicios de
valor sobre los contenidos televisivos. Es decir, pueden perder la licencia si siguen con demasiado entusiasmo ciertas líneas editoriales o transmiten cierto tipo de contenidos. Censura, que le llaman. Otra forma de Censura Política, en este caso en Educación, se da en los libros de texto, algo anacrónico en tiempos de libre acceso a la world wide web. "Blanquear" un Texto escolar alude a eliminar de ellos los conflictos éticos y políticos y “rebajar” las partes críticas, en especial en
Historia Contemporánea. Esto pasa también con la literatura infantil y juvenil, ninguna editorial
en sus cabales entrará en conflicto con el cliente por nimios detalles de exactitud
histórica, hay mucha plata en medio. Los mapas se censuran por exigencias
militares o diplomáticas. La música emitida por radio y TV pasa por análoga
autocensura, igual que las películas, a las cuales además se clasifica por edades según criterios más o menos arbitrarios. La Censura Política en la ex Unión
Soviética y sus estados satélites es de libro de texto y merece citarse.
Surgió durante la Guerra Civil soviética, se mantuvo cuando el Partido Comunista se
consolidaba y se volvía Único, y era tan conveniente que la dejaron. Con Stalin afectó el pasado tanto como el
presente y el futuro de la información, entre otras linduras, pues como el amigo Stalin no era muy delicado se alteraron textos y fotos para eliminar menciones a gente peligrosa a priori, presa en el GULAG, ejecutada en las purgas o condenada en juicios amañados, como los disidentes León Trotsky o Nicolai Yezhov. El
órgano soviético de Censura fue el GLAVIT: Agencia
de Protección de Secretos de Estado Militar.
II
El Acto de Prohibir, para Dummies
(Parte Cuatro)
Entremos con algún detalle en la
estructura actual de la Censura Política, que con insidia suprime ideas contrarias a las de la casta gobernante. Por
definición la Censura es una acción represiva, ejecutada por una policía o sección militar secreta
(llamada usina en el argot de
inteligencia), que coacciona la libertad periodística, y/o contrata plumíferos. Esta actividad está privatizada y rentabilizada en informales empresas llamadas de “marketing político”, algunas del Perú siguen dirigidas por ex miembros de
inteligencia de la época de Montesinos
– Fujimori. Entre las acciones que realizan están el cybergorilismo, el chuponeo o interceptación telefónica, el graffiting, el hostigamiento, la viralización de memes y contenidos, la congestión de líneas, el scroll-counting, el pintado de paredes, el astroturfing, las llamadas telefónicas (o su bloqueo) a programas de opinión, la difamación
abierta y/o selectiva, la falsificación de identidades on-line, así como la destrucción general de mensajes del adversario, implantación de los que se les paga por difundir, y establecimiento de cortinas de humo y diversos tipos de ruido informativo, entre
otras cosas así de bonitas. Se les dota por vías alternas de amplios
presupuestos para organizar call-centers,
equipos de trolls y mesas de creativos
con manuales de estilo de fácil reconocimiento por lo estereotipado de sus intervenciones
y la usual presencia de falacias. Cuentan también con computadoras de última
generación, módems inalámbricos, equipos
de bloqueo, tarjetas telefónicas, celulares fantasma y chips para cambiar números y evitar su identificación y
contra-interceptación. Para información de los caídos
del palto, esta es la madre del cordero (la verdadera razón) por la que no se interceptan las
llamadas desde los penales. Aunque todo esto es inútil a no ser que le metas
talento (eso no abunda tanto, cosa de costos), así y todo tratan de
copar los motores de búsqueda, la blogósfera y las diversas redes sociales. Las “centralitas”
en el Perú son comunes, pues la estrategia de control de medios reales y
virtuales se ha estereotipado para neutralizar lo contestatario en todo espacio
público. Los costos los cubren las argollas y mafias políticas y
delincuenciales peruana y latinoamericana, y no les estorban tonteras como la
Libertad de Expresión, los códigos de ética del periodismo y la publicidad, la
deontología o la moral pública. Los hilos que unen al narcotráfico y el crimen organizado con determinados partidos
políticos y otras organizaciones son tan visibles que puede tildarse de cómplices a aquellos que los aceptan. Y ya dejaron atrás las sutilezas: El Diario El Comercio de
Lima, modelo de periodismo en tiempos no tan remotos, ejecuta patéticas tácticas encargadas a estudiantes de periodismo que darían vergüenza a los anónimos trolls
que las llevaran a efecto. La consolidación de su posición como pasquín parece cosa de usina de última categoría, pero marca una tendencia general. Juzgue usted,
amable lector, ahora que está en el ajo del asunto, y de paso pregúntese por
qué se entera de esto en un Blog.
La Censura de la Derecha Política
ya no es lo bruta que solía ser, se ha afinado para no caer en rápido
descrédito por el empleo de una violencia que en el pasado sus regímenes
civiles y militares no tuvieron empacho alguno en aplicar. Además, la cosa ya
es internacional y no hay que chocar con intereses más grandes. Pensemos, por
ejemplo, en un libro “peligroso” cualquiera. La presión sobre los editores ya
no plantea quemar libros ni fusilar o encarcelar autores (Sigmund Freud veía este hecho como un avance en la
civilización). Ello atrae mala prensa y problemas de Comercio Internacional y Relaciones
Exteriores. Un editor bajo presión para suprimir un libro, pero con contrato
con el autor, puede hacer privishing:
Tirajes deliberados pequeños para reducir el impacto al mínimo, y de esto no se
salva ni Vargas Llosa. Hay más
prácticas, pero no agotaré los nervios de mis valientes lectores (Si hasta acá
sigues leyendo, eres valiente sin duda). Sigo: Como las censuras se mezclan y
refuerzan mutuamente, el poso de moralinas del deber-ser que ciertos “líderes
de opinión” alimentan para medrar, alcanzan expresión desmovilizadora: El
orgullo de ser ignorante se combina con la conformidad fatalista. La Lectura
desde esta perspectiva es convertida para una sociedad empobrecida intelectualmente en un sub-producto pseudo-intelectual. Esta idea cripto-fascista es funcional abajo en la escala social, y también para una elite que se aleja de sus fuentes, que ha olvidado o que nunca supo que Todo arte o voz genial viene del pueblo y va
hacia él. Así se explica no solamente que el Perú sea uno de los países menos lectores y
más ignorantes del mundo, sino que se trasluzca cierto orgullo al respecto. Esta base de
psicología social permite ganar plata que da miedo creando
“universidades” sin saber leer ni escribir, y construye censura social (no googleen este concepto, lo acabo de inventar) a través de
estereotipos del pensamiento crítico, tildado de foráneo, apologético del terrorismo,
pesimista, inconveniente, triste, propio de ciudadanos de segunda o tercera
clase. Y todo en el mismo saco censor y pacato, porque la primera y más efectiva censura de todas, es el
Silencio.
III
Libros, Lecturas e Incendios desde el Estado
No encontrarás, así escarbes en
los archivos del Purgatorio, un libro sobre las aventuras sexuales de José de San Martín, que las tuvo,
porque es el Papá del Perú, algo artificial, pero papá al fin, pues lo firmó y
luego se fue, qué simbólico. Ni tampoco una novela histórica sobre las
relaciones lésbicas entre Catalina
Erauzo La Monja Alférez y sus
varias parejas, porque en el Católico Virreinato del Perú no hubo más sexo que
el reproductivo. Hoy en día abundan historias de gentes que comen carne en
viernes, porque el ayuno y la abstinencia no le importan un pito ni al
Arzobispo de Lima y se pueden ridiculizar sin riesgo. En pleno siglo XXI hay gentes dizque con carreras, maestrías y diplomados que se niegan a leer El Capital en el Siglo XXI, porque
(agárrense) Thomas Piketty es un
marxista hombre malvado (¿O era un malvado hombre marxista? Bueno, para estos da lo
mismo). Hoy en día la técnica de la Censura se instala en la mente, mucho mejor que
prohibir libros es fomentar el No-Pensamiento. El asunto no es del todo
novedoso: Las iglesias y el estado quemaban libros “peligrosos” desde antiguo, parece que la
práctica comenzó en el Egipto de los faraones, pero China tiene el primer registro
indudable de quemar libros y masacrar intelectuales: El primer emperador, Tsin-Chi-Huang-Ti (siglo III a.C.), siguió
el sabio consejo de su Ministro Li Si:
unificar la opinión de los chinos por la rápida, reuniendo las obras de las Cien Escuelas de cinco siglos atrás y
quemándolas. El que a ello se opusiera dejaba de ser leal súbdito, y se ganaba
pasaje gratis de voluntario para construir
la Gran Muralla, más una tumba bajo ella, totalmente gratis. La única Escuela cuyos
libros se conservaron fue, qué casualidad, la de Li Si. La publicitada quema de libros en la Biblioteca de
Alejandría por el Califa Omar es de
seguro parte de la guerra psicológica para acallar quemas cristianas por gente
convencida de que la Belleza y el Conocimiento eran diabólicas, en 292 d.C. el
emperador Diocleciano empezó quemando
todas las obras de Alquimia. Un Incendio curioso se produce
en 1085 en Castilla, para decidir si los españoles seguirían el rito católico latino o
el mozárabe, lo que se definió quemando en medieval Juicio de Dios un libro de
cada rito: El romano ardió como cerilla, en tanto resistió el mozárabe encuadernado en
cuero, pero algunos siglos más tarde la Iglesia Católica puso orden en este asunto. En 1204, los cristianísimos
cruzados occidentales saquearon y quemaron la Biblioteca de Constantinopla. En
1480 el marrano fraile Tomás de Torquemada (1420 – 1498) quemaba con
entusiasmo Talmudes y otros libros árabes y judíos como preludio a las quemas más institucionales de
la Inquisición. En 1497, el fraile Savonarola
en Florencia creó el revival
religioso y el extremo ascético de quemar libros perniciosos, junto con instrumentos
musicales, pinturas y esculturas, vestidos y juegos moralmente reprensibles. Los pueblos indígenas
americanos no la pasaron mejor con la “extirpación de idolatrías”, que trató de
borrar la memoria del Tahuantinsuyo y destruyó por fuego códices mayas. Se
recuerda la encomiable labor al respecto del sacerdote Diego de Landa en Yucatán (1562), en la que acabó con la superstición y falsedades del demonio convirtiendo
en cenizas miles de códices.
En nombre de la Razón también se
generan monstruos: El Terror de la Revolución Francesa se
cebó con libros como con cabezas aristócratas, Robespierre mandó quemar libros católicos, clericales y
absolutistas. La Censura y Quema de Libros fueron comunes en la Europa del Siglo
XIX. En 1812 los ingleses en Washington D.C. quemaron la Biblioteca del
Congreso. Los estados esclavistas de América del Norte prohibían bajo pena de
cárcel que los blancos enseñaran a leer a los negros - igual en la América Española
respecto a los indios - y que muchos valientes desafiaron. El 10 de Mayo de
1933 miles de libros se quemaron en ceremonias neo-paganas en toda Alemania,
las que Goebbels explicaba: el alemán del futuro no será un hombre de
libros (…) así queremos educaros. Al fin de la Guerra Civil en España, el
franquismo parodió a los germanos en la Universidad Central de Madrid el 30 de
Abril de 1939, en un auto de fe
contra los enemigos intelectuales de España, evento que solemnizó con su presencia
Antonio Luna, secretario de
“educación”. La Desnazificación en Alemania y sus satélites tras la Segunda
Guerra Mundial implicó quemar más de 30,000 títulos de libros nazis. Las
Dictaduras en Brasil, Uruguay, Paraguay, Argentina, Chile, Bolivia, Ecuador,
Perú y diversos países centroamericanos instrumentaron quemas organizadas,
algunas notables, como en el Chile de Pinochet,
que tras 14 años de incendio admitió haber quemado en 1986 hasta 15,000
ejemplares de Las aventuras de Miguel
Littin, clandestino en Chile, de Gabriel
García Márquez; o la quema colectiva de un millón y medio de ejemplares del
Centro Editor de América Latina en Junio de 1980 por la ilustrada Dictadura
Militar argentina, en un récord de destrucción de cultura que así nomás no se
alcanza. Aunque la Convención de La Haya ordene que el país ocupante de un
territorio proteja sus bienes culturales, ello no protegió en agosto de 1992 a la
Biblioteca de Sarajevo; ni en 2003 a la Biblioteca de Bagdad, lo que se sumó al comercio ilegal de piezas arqueológicas con el
complementario saqueo de los museos iraquíes, y en la actualidad de los sirios
y libios. Entre las pérdidas más sentidas están el original del Canon de Medicina, de Avicena (980 – 1037), los tratados de
Matemáticas de Abu Said al-Magribi y
Qasim al-Hasani, la sección
documental del Imperio Otomano, la Biblioteca Real Hachimita, los documentos de
la Guerra Irán – Irak (1980 – 1988), y miles de microfichas sin copia. Cosas veredes, Sancho.
IV
Libros, Lecturas e Incendios desde la Sociedad Civil
Las quemas de libros
“espontáneas” por parte de enardecidos ciudadanos escandalizados por los
atentados contra la moral y las buenas costumbres siempre han sido curiosas e inconsistentes
con la tolerancia que se acuerda a la pornografía soft y hard, y a los
litros de salpicada sangre roja que rezuma en los écranes del cine y pantallas
de TV. Aunque las películas están sometidas a censura en los cines y son
editadas para la TV, los noticiarios televisivos no son tan detallosos cuando
de embrutecer a las gentes se trata. Si los censores usaran algo más de sus
cerebros – líbrenos la Santísima Virgen - dirigirían sus lanzallamas a los
medios, pero como los fariseos del tiempo de Jesús, cuelan el mosquito y
se tragan el camello. En el Perú clérigos retardatarios azuzaron quemas
públicas de libros, como Peregrinaciones
de una Paria de Flora Tristán, La Ciudad y los Perros de Mario Vargas Llosa y muchos otros. En
1967 el Editor Juan Mejía Baca
publicó valerosamente una denuncia de la Quema de Libros del gobierno democrático de Fernando Belaúnde y su Ministro Alva Orlandini, aquí el enlace con el libro escrito por entonces: http://es.slideshare.net/markusronjam/juan-mejia-baca-quema-de-libros-1967.
Cuando lees esto te percatas de un detalle: No se quemaban libros por
contrarios a la moral, sino por decir la verdad. Igual que el libro de texto de
Bruño en el Perú del siglo XXI (después de Cristo, por si hay duda) y acá el
reportaje de la prestigiosa Ideele: http://revistaideele.com/ideele/content/la-quema-de-libros.
La medida de la derechización de un gobierno se mide por su actitud hacia el
libro y la lectura: La culta Policía de América Latina ha detenido estudiantes por
portar el peligroso libelo La Revolución de la Física Moderna. En 1931 el
Gobernador de Hunán en China prohibió Alicia
en el País de las Maravillas porque los animales no deben usar el lenguaje humano. En 1978 se prohibió Hamlet en Etiopía. En el Reino Unido,
Irlanda y Estados Unidos se censura la sexualidad considerada desaforada (Punto
interesante: con qué criterio se determina qué es desaforado y qué no) en
libros como Un mundo feliz de Aldous Huxley, Trópico de Cáncer de Henry
Miller, El pozo de la soledad de Radclyffe Hall, El amante de Lady Chatterley de J. A. Cronin. Las Uvas de la Ira
de John Steinbeck se prohibió en
California en 1939, por “lenguaje inapropiado”, pero se azuzó su quema pública.
(Un paréntesis sobre Las Uvas de la Ira. Desde el punto de
vista literario es una de las cien mejores novelas de todos los tiempos, y su
crimen es tomar partido por los condenados de la tierra y
describir soberbiamente la pobreza. Fue un espejo social pues supo decir lo que
nadie quería escuchar, dudo mucho que alguien haya dejado de leer el libro por
ser “demasiado fuerte”. Es una de las obras mejor escritas que haya salido
nunca de una pluma, con descripciones de antología: La destrucción premeditada
de miles de toneladas de fruta para mantener altos los precios en contrapunto
con el hambre de miles de personas; los abusos de alguaciles y watchers; la lucha sangrienta con los
rompehuelgas. La última y tremenda escena de la leche materna queda grabada en
las mentes. Se acusó a John Steinbeck
de comunista, qué duda cabe, y nunca una acusación fue más falsa.)
A Miguel de Cervantes le censuraron fragmentos de El Ingenioso Hidalgo por sugerir cierto
luteranismo en la frase … las obras de caridad que se hacen tibia y
flojamente no tienen mérito ni valen nada. En 1726 le tocó a Jonathan Swift en sus aparentemente
innocuos Viajes de Gulliver. El mago de Oz, de Lyman Frank Baum, se prohibió en muchas escuelas y bibliotecas por “fomentar
negativismo y brujería”. La Unión Soviética prohibió Las Aventuras de Sherlock Holmes por el espiritismo de Conan Doyle, así como a Kafka y a George Orwell y su Rebelión
en la granja entre 1945 y 1990. Lolita,
de Vladimir Nabokov (1955) se prohibió
en Francia e Inglaterra por pornográfico. En los países islámicos, Venezuela y
Japón hay diversas prohibiciones para Los
Versos Satánicos de Salman Rushdie.
Alemania, Canadá y Australia censuran Psicópata
americano de Brett Easton Ellis por nocivo para
menores. Los diarios de Turner,
de William Luther Pierce, no
puede leerse en Alemania desde 1978 porque el autor formó parte de un partido
neonazi. La hija de Burger, de Nadine Gordimer, fue prohibida durante
seis meses en Sudáfrica por ser sobre el apartheid.
Cazador de espías, de Peter Wright, se prohibió en el Reino
Unido entre 1985 y 1988 por revelar secretos de Estado. Nuestro amigo el rey, de Leroi
Gilles Perrault, es prohibida en Marruecos desde 1993 porque en esta
biografía del rey Hassan II se develan
violaciones de los derechos humanos. La
Buena Terrorista de Doris Lessing
fue casi prohibida en el Perú por una campaña del Diario El Comercio con el intelectual argumento de no poder haber “terrorista bueno”. Matadero cinco de Kurt Vonnegut (1969) se desaconseja a menores. Trópico de Cáncer de Henry
Miller (1934) y casi todo el resto de su producción es demasiado erótico y
pornográfico para muchos. Charlie y la
fábrica de chocolate de Roald Dahl,
fue censurada muchos años por los personajes oompa-loompas; al igual que James y el melocotón gigante por,
dícese, promover las drogas, la violencia y la desobediencia hacia los adultos.
En el colmo de la ironía, se censuró un libro sobre la censura: Fahrenheit 451 de Ray Bradbury.
V
Colofón
Es poco consuelo saber que es
barbarie quemar libros. Parece cierto que los
prusianos prohibieron La Divina Comedia
pues según el ilustrado censor no se
puede hacer comedia con las cosas divinas, y que se quemaron los libros que
trataban de Cubismo de la Biblioteca de Pablo
Neruda por hacer propaganda a la Cuba de Fidel. Barbaridades de Bárbaros. Los Libros que reflejan a esa
parte de la Sociedad que gobierna no son de su agrado. Pero algo ganamos con la
Censura, si quieres saber qué libros son realmente buenos e importantes, no
tienes más que consultar las listas de Censuras…
La primera parte de esta Crónica, referida a la censura eclesiástica, está aquí:
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