CONTRA EL CHANTAJE EMOCIONAL
"Quien busca herirte busca tu herida, para herirte en tu herida.”
(Antonio Porchia)
“Para hacer la
paz se necesitan dos; pero para hacer la guerra basta con uno sólo”
(Samuel Butler)
(Samuel Butler)
“La persona que domina, explota y lastima es tan
dependiente como la persona sumisa.
Ninguna de las dos puede vivir sin la otra”.
(Erich Fromm)
Ninguna de las dos puede vivir sin la otra”.
(Erich Fromm)
Introducción
Quizá uno de los temas más complicados sea el del chantaje emocional. Es tema
social a la vez que individual, pues la sociedad más pequeña que existe es la de
la pareja, y por ende hay ahí relaciones de poder. La vida
en común es una decisión donde se invierte mucho más
que dinero, por más que éste se considere decisivo. Con el capital
emocional pasa lo mismo que con el capital social: Así como en política es un
problema darle lugar al capital social en una sociedad centrada en el consumo como valor supremo; en la pareja la
plata termina por contar más que la inversión emocional. No se aprecian ni el capital social ni el emocional al no poder monetizarse, y en consecuencia el trabajo doméstico no se valora ni
en el PBI ni en la familia. El “contigo, pan y cebolla” es una
pésima broma dados los precios de los alimentos, las necesidades del
estatus y la dificultad para obtener
ingresos adecuados.
La pareja son dos personas, de
distinto o del mismo género. Inevitablemente hay diferencias por más
en común que tengan, la interacción en la pareja se ha comparado
a dos cantos rodados, rocas que chocan una contra otra y alisan sus durezas mientras ruedan por un río torrentoso. La relación entre dos involucra relaciones de poder como las de sociedades más grandes. Había en el cable un gracioso reality-show que caricaturiza la boda: Bridezillas (Combinación de la palabra en
inglés bride - “novia” - con ….
Godzilla), especializado en casos de novias que dominan a
sus parejas: damitas complicadas, histéricas, exigentes, invariablemente
chantajistas. Pero el Chantaje Emocional no es privativo de la pareja, es arma
política en las relaciones amicales, políticas y laborales, y además en formas combinadas como en el chantaje sexual no emocionalmente vinculante.
Acotación de parte
Soy varón, no soy neutral, corro los riesgos de la autocomplacencia, la caricatura, el rechazo, eventualmente la misoginia, sesgos que no ayudan. No tengo la espada del augurio pero no dejo de ser quien soy, trato de entenderme
a mí mismo desde un par de ideas
independientes para no perder perspectiva y perseguir mi propia
cola. Es esencial hacernos la idea de qué le pasa al Otro, cómo se siente,
qué hace y por qué, la Empatía como capacidad de ponerse en el
lugar del Otro. Todos somos más o menos empáticos, por poco que nos esforcemos, aunque cueste en ciertas circunstancias neurológicas o psicológicas: La sobreprotección o el Asperger te la complican. Pero puedes
superar tus límites y avanzar a la empatía si te das tiempo. Los
ejercicios de empatía no son complicados, una canción de
Joaquín Sabina referida a ser todos los hombres que nunca seré me sugirió este: Imagínate varón, que eres mujer; y tú mujer, imagínate varón (También puedes ser Padre que
se imagina Hijo, o Jefe que se imagina subordinado, etc.). Una vez que
te has hecho la idea de Ser el Otro, sélo un día entero, haz
lo que siempre haces, pero reserva momentos para imaginarte qué haría el Otro, cómo y por qué. Házlo bien y será una de las experiencias de tu vida.
Qué es el Chantaje Emocional
Empecemos por el principio. Acudo
a http://www.wordreference.com/definicion/chantaje,
consultado el 30.11.11 a las 14:33 hora de Lima): Diccionario de la lengua española © 2005 Espasa-Calpe:
Chantaje.- m. Amenaza de pública difamación o cualquier otro daño para
obtener algún provecho de alguien u obligarlo a actuar de una determinada
manera
Emocional.- Relativo a la emoción.
Emoción.- f. Conmoción afectiva de carácter intenso.
Reunir “chantaje”
con “emocional” integra un elemento público a esclarecer: El Chantaje amenaza hacer públicos ciertos hechos o
situaciones, su reserva permite a alguien, a cambio de su silencio, obtener dinero o favores sexuales, laborales o de otras clases. El chantaje emocional se basa en la creencia social en la
debilidad de la mujer. Sin embargo, lo más venenoso del chantaje emocional no es
el daño a la reputación, sino a la autoimagen e integridad emocional del
chantajeado, por la evidencia de la propia sumisión frente a la mujer débil por antonomasia. Pero el chantajista no va de
buenas, en otro artículo vimos la Sobreprotección como fuente del patrón de dependencia emocional, que como la pistola de Hober Mallow, puede disparar en las dos direcciones.
El daño con el que el chantajista
amenaza ataca las brechas en la autoestima personal del
chantajeado. El chantaje es una relación de poder, es que Uno haga lo que
quiere el Otro so pena de inestabilidad, miedo, duda, angustia y culpa interiores. El
chantajista es agente / victimario y el chantajeado paciente / víctima, pues uno actúa y el otro sufre
la acción sobre sí. El Chantaje Emocional es un acto de Violencia que suele
aparecer en la Infancia como consecuencia de la rabia y la furia que los niños sienten
cuando no se les da lo que quieren.
Imaginemos un hogar donde la principal estrategia que el mocoso desarrolla es el chantaje. Situación típica: Papá / mamá se niega a lo que el chico quiere, pero mamá / papá otorga (“pobrecito …”), a veces con conflicto de poder abierto, a veces a espaldas del otro. El niño siente rabia frente a quien no da y manipula a quien da. Aprende que el chantaje paga, y que paga bien mientras no te sorprenda el represor, y para ello aprende a mentirle. No es poco común ver en la sociedad la imagen paterna “mala” versus la materna “buena”, en nuestro país lo refuerza la imagen dual padre ausente / madre sobreprotectora. Así se refuerza la conducta en la medida que los padres ceden al chantaje de los mocosos, no es casual que los chantajistas adultos sean engreídos, mentirosos y poco tolerantes a la frustración. Lo dije en otra parte: El machismo es como la hemofilia, lo padecen los varones, lo transmiten las mujeres. Pero los varones no somos santas palomas sin hiel.
Imaginemos un hogar donde la principal estrategia que el mocoso desarrolla es el chantaje. Situación típica: Papá / mamá se niega a lo que el chico quiere, pero mamá / papá otorga (“pobrecito …”), a veces con conflicto de poder abierto, a veces a espaldas del otro. El niño siente rabia frente a quien no da y manipula a quien da. Aprende que el chantaje paga, y que paga bien mientras no te sorprenda el represor, y para ello aprende a mentirle. No es poco común ver en la sociedad la imagen paterna “mala” versus la materna “buena”, en nuestro país lo refuerza la imagen dual padre ausente / madre sobreprotectora. Así se refuerza la conducta en la medida que los padres ceden al chantaje de los mocosos, no es casual que los chantajistas adultos sean engreídos, mentirosos y poco tolerantes a la frustración. Lo dije en otra parte: El machismo es como la hemofilia, lo padecen los varones, lo transmiten las mujeres. Pero los varones no somos santas palomas sin hiel.
El chantajista no quiere saber que lo es. Rodea el hecho de racionalizaciones y justificaciones, que ocultan la enorme gratificación íntima y compensatoria que se logra con el control ejercido sobre otros. Con su conducta reforzada, el chantajista no tiene motivo para dejar de serlo: si como niño aprende a manipular,
de adulto continúa el patrón.
La socialización y el crecimiento intelectual y moral reorientan el chantaje, profundizándolo en la psique. En no pocos casos se hace consciente y se administra, lo que no es tan malo como parece. Según la orientación moral da materia prima para psicólogos, psiquiatras, relacionistas públicos, negociadores, etcétera; o también para estafadores, políticos mañosos y sinvergüenzas, delincuentes de todo calibre, vendedores de sebo de culebra, etc. Es más peligroso si el chantajista está cómodo en su condición, ahí tenemos una perversión psicológica y/o una sociopatía severa, relativamente rara menos mal. En cualquier caso, no confundamos ciertas conductas manipulatorias en las que todos podemos caer alguna vez con la instalación de un modus operandi al que siempre se recurre.
La socialización y el crecimiento intelectual y moral reorientan el chantaje, profundizándolo en la psique. En no pocos casos se hace consciente y se administra, lo que no es tan malo como parece. Según la orientación moral da materia prima para psicólogos, psiquiatras, relacionistas públicos, negociadores, etcétera; o también para estafadores, políticos mañosos y sinvergüenzas, delincuentes de todo calibre, vendedores de sebo de culebra, etc. Es más peligroso si el chantajista está cómodo en su condición, ahí tenemos una perversión psicológica y/o una sociopatía severa, relativamente rara menos mal. En cualquier caso, no confundamos ciertas conductas manipulatorias en las que todos podemos caer alguna vez con la instalación de un modus operandi al que siempre se recurre.
Un juego de a Dos
No hay chantajista sin
chantajeado. La víctima tiene responsabilidad en el Chantaje, no la misma por
supuesto pues su rol es pasivo. Pero el chantaje emocional responde a la profunda necesidad del chantajeado de ser víctima.
El juego consiste en la ejecución de ritos de poder en los que ambas partes encuentran una paradójica satisfacción íntima e inconsciente, pues hay presente dolor, insatisfacción y desdicha en ambas partes. El chantajeado necesita sentirse mal para estar “satisfecho”, el chantajista licúa su rabia pasivo-agresiva a través del control. Uno es un desdichado/feliz, el otro un feliz/desdichado. El dolor autoinfligido y la furia agresiva son el centro de la estructura emocional binaria de dos personas que ponen su felicidad en un vínculo de dominio, retorcido y penoso. El equilibrio es inestable, de un lado satisfacción íntima, del otro desdicha. A veces se verbaliza: No sé por qué lo hago, pero lo hago.
Hay, por ende, complicidad inconsciente, necesidad en las dos partes. Si no lo crees, pregúntate por qué estas relaciones se sostienen largo tiempo, es evidente que ambas partes algo sacan pero no saben qué. Es una relación autosostenida, un enganche insano y profundamente perturbado. No me gustan ciertos términos demasiado definitivos o devaluados por aplicaciones absurdas e incluso ridículas, pero parece adecuado hablar de un juego sado-masoquista.
El juego consiste en la ejecución de ritos de poder en los que ambas partes encuentran una paradójica satisfacción íntima e inconsciente, pues hay presente dolor, insatisfacción y desdicha en ambas partes. El chantajeado necesita sentirse mal para estar “satisfecho”, el chantajista licúa su rabia pasivo-agresiva a través del control. Uno es un desdichado/feliz, el otro un feliz/desdichado. El dolor autoinfligido y la furia agresiva son el centro de la estructura emocional binaria de dos personas que ponen su felicidad en un vínculo de dominio, retorcido y penoso. El equilibrio es inestable, de un lado satisfacción íntima, del otro desdicha. A veces se verbaliza: No sé por qué lo hago, pero lo hago.
Hay, por ende, complicidad inconsciente, necesidad en las dos partes. Si no lo crees, pregúntate por qué estas relaciones se sostienen largo tiempo, es evidente que ambas partes algo sacan pero no saben qué. Es una relación autosostenida, un enganche insano y profundamente perturbado. No me gustan ciertos términos demasiado definitivos o devaluados por aplicaciones absurdas e incluso ridículas, pero parece adecuado hablar de un juego sado-masoquista.
El Chantaje
Emocional suele ser inconsciente por ambas partes. La inconsciencia es no saber
qué pasa, pero sentirse desdichado e insatisfecho, lo que se atribuye a que la situación es difícil, a que las cosas son como
son, a que no queda sino atracar. El mejor pretexto siempre es, qué paradójico,
la realidad. Y se soportan los altos costos emocionales hasta donde se puede. Para que se despeje la neblina en los ojos de las
partes, se necesita que el dolor y la desdicha pesen más en la balanza que la
satisfacción recibida, el acto de rebelión adolescente pospuesto se produce en la adultez, donde recién se empieza a pensar
en remedios. Como para resolver problemas primero hay que verlos, se requiere distinguir el modus operandi del Chantaje Emocional para ir a una profunda reformulación personal.
El Chantajista
no es una persona poderosa o fuerte, en el fondo hay una niña o niño asustado e
iracundo que necesita darse soporte. No consigue sentirse
bien de manera sana y actúa a la manera del náufrago del Titanic, que para
respirar debe ahogar a otro náufrago. Así logra control, pero no consigue
satisfacer su necesidad interior a no ser que escale el chantaje. La
popular imagen del Barril sin Fondo ayuda a entender: El chantajeado trata de llenar los requerimientos del chantajista para librarse del
chantaje, pero como saben los mafiosos, una vez que atrapas a alguien es idiota soltarlo. Así tras una exigencia viene otra, y otra y otra más; nada de lo que el chantajeado haga será
suficiente, pues para el chantajista no cuentan los resultados, sino mantener al chantajeado en la
sartén caliente.
Aunque la estrategia del
chantajista es siempre la misma, las tácticas son múltiples, todo chantajista es un manipulador consumado, pues primero debe engañarse a sí mismo y ello requiere de
constante refuerzo. Las tácticas se evidencian en el discurso
chantajista, de estructura repetitiva y circular, que vuelve al punto de partida para iniciar una nueva espiral, un círculo escalado en el que se hace lo mismo pero con más y mayor efectividad. Esto facilita y a la vez dificulta deconstruir el discurso, primer paso del chantajeado para salir de la viciosa relación. Veamos algunas de esas tácticas:
Las Tácticas
Ø
Amenaza
de Castigo:
La Amenaza con males reales o imaginarios es el arma favorita y el centro mismo del Chantaje Emocional.
Una variante es el auto-castigo, en el que el chantajista
amenaza con autoinfligirse un daño si no se hace lo que quiere, para producir una
culpa lo más abrumadora posible. (Si no me quieres, la vida pierde sentido).
Otra variante interesante es el autocastigo a posteriori, mayor generador de culpa pues ya no se puede resolver y se le pueden "cobrar intereses por adelantado" mientras siga sin hacer lo que el chantajista quiere (Yo,
que te he entregado los mejores años de mi vida… ). Por cierto, hacer lo que
el chantajista quiere no garantiza ni de lejos que se dejará de usar el argumento.
Ø
Proyección:
La propia rabia del chantajista se proyecta sobre el chantajeado, es la
principal autojustificación de su conducta. Proyecta el todos
son de mi condición. Si el chantajista es incapaz de perdonar, el chantajeado peor, y el chantajista se sorprenderá mucho si ve al
Otro actuar de otro modo, se sentirá agredido por este rebote
sobre su propia conducta, y tratará por todos los medios de autoconvencerse de
lo contrario. La agresión escalará así hasta obtener una conducta que demuestre equivalencia moral que justifique una vez más su conducta. Esa es la llamada “búsqueda del empate”, en que invariablemente se encuentra o inventa conductas análogas en la
otra persona.
Ø
Reproches:
El chantajista descontrolado reprocha sin dirección ni sentido, cae fácilmente en el insulto personal, lo que indica una pérdida de control que
el chantajeado puede emplear a su favor. Pero el chantajista afiatado y con talento es insidioso, sus reproches tienen más impacto pues van a las
reales debilidades personales del chantajeado. Ambos adolecen de datos elementales sobre sí mismos, el
chantajeado tiende a ser crédulo, máxime si está unido emocionalmente al
chantajista. Al chantajista se le suele pasar la mano, transgrede todo límite en su eterna búsqueda de satisfacción, sin saberlo se pone la soga al cuello, y la contradicción no le molesta ni le estorba. Un clásico reproche de pareja será decirle al que está ahí que nunca está ahí, y que su ausencia trae
consecuencias espantosas en los hijos.
Ø
Desvalorización:
El chantajeado es la peor persona del mundo, carece de toda virtud y es
depositario de todos los defectos, a no ser, claro, que haga lo que el
chantajista quiere. (Ahora ya sé quién eres en verdad, tú nunca me has
querido). El mecanismo subyacente es
de demonización, la víctima sufre la proyección de la rabia infantil del
chantajista contra el progenitor represor.
Una variante es negar o ridiculizar las
virtudes del chantajeado para
desactivar eventuales efectos de argumentaciones basadas en dichas virtudes, y desestabilizar
la autoimagen de la víctima. Como en los casos anteriores, aún en el caso de hacer
lo que el chantajista quiere, nada garantiza que no siga desvalorizando y ridiculizando, esperar que eso pase es pedir peras al olmo. Esto empata con la necesidad de algunos
chantajeados de ser desvalorizados, en especial si los trataron de ese modo en la infancia.
Ø
Descalificación:
La táctica anterior se dirige al ser del chantajeado, ésta se
dirige a su hacer, decir u opinar, que es sistemática, repetitiva y constantemente descalificado para que pierda
la confianza en sí mismo y la deposite en el chantajista, cuya muy degradada
autoestima necesita constantemente ser reforzada por el temor reverencial del
chantajeado. Dado lo circunstancial e inconsistente de la descalificación, normalmente muy reñida con la realidad objetiva, este es un recurso útil para hacer consciencia de la situación, la confrontación del chantajeado con la realidad objetiva es un ancla a la realidad muy adecuada. Se necesita
realmente una autoestima muy devaluada para creerse que todo lo que se hace o
dice está necesariamente mal.
Ø
Responsabilización:
Siendo el chantajista un artista en el manejo de la culpa, necesita creer en
su fantasía que el Otro es el responsable de todo. Esto, paradójico
y ambivalente como es, descubre como se le asigna a la víctima una omnipotencia simbólica, el poder de darle lo que quiere,
que refleja la imagen del progenitor represor.
Lo normal es
que el chantajeado quiera que se le comprenda, y trate de explicar en inútil empeño por qué no
es como el chantajista dice. El chantajista no quiere explicaciones, quiere manipular, y la información que reciba la empleará sin
ningún límite moral o ético, puramente en función de sus intereses. La
interacción es de Acusación –> Explicación –> Contra-acusación –> Nueva
explicación ... hasta el agotamiento total, que juega a favor del
chantajista Barril sin Fondo, pues cuando tratas de hacerle ver lo que hace, lo niega y te reproyecta la culpa de la situación, y el proceso reinicia y escala.
Ø
Confusión:
El chantajista emite dos o tres mensajes a la vez, y pretende que se le entienda o
interprete incluso lo que no dice o sugiere. Así produce confusión e
inestabilidad, además de agregar culpa indirecta al chantajeado.
Así, si el chantajeado no hizo lo que quería porque no lo entendió, fue su
culpa no entender, bestia encima. Si el chantajista sabe de lógica formal
podría ser imbatible, porque al moverse en la ambigüedad, más confunde al chantajeado mientras más clara la tenga, con la ganancia
secundaria no despreciable de tenerlo
constantemente en la cuerda floja. Sin embargo, si el que tiene claridad de ideas es el chantajeado, tiene en las manos una contra-táctica efectiva para la deconstrucción, y una vía segura para salir de todo eso.
Ø
Diferente
rasero moral:
La escala de valores del chantajista siempre es la correcta,
en tanto que la del chantajeado jamás lo es. Toda acción del chantajista está
justificada, ninguna del chantajeado lo está. Por ende el sentido de lo bueno y
lo malo está totalmente subvertido y relativizado. El ideal del chantajista es que el
chantajeado acepte y asuma acríticamente su escala de valores, y le reverencie al modo semirreligioso en que supone sus propios progenitores deseaban ser reverenciados.
Ø
Temor
reverencial:
El temor reverencial es un elemento judicialmente conocido y
es el final obvio de la relación de dependencia, se produce cuando la víctima abdica de su autonomía emocional y llega a la condición
de la servidumbre autoaceptada, dedicando su vida a la atención del chantajista, con temor y
temblor casi religiosos.
Alcanzado este estadio, es en este momento que el chantajista pierde todo interés en su víctima, pues ya le sacó todo lo que necesitaba. Como ya no le sirve para reproducir la neurosis, lo desembarca en un último acto de crueldad, para buscar a otra víctima mas funcional con la cual reiniciar la dinámica.
El empleo simultáneo de varias de estas tácticas refuerza su efecto. Sin
embargo, como veremos ahora, la continua práctica de
estas hace que al chantajista se le pierda la estrategia y llegue a un punto de saturación según la
ira acumulada más el aguante del
chantajeado.
La comunicación es en teoría una herramienta para transmitir y recibir contenidos. Pero el
chantajista es incapaz de expresar asertivamente sus necesidades, sentimientos,
demandas u opiniones; y no escucha lo que el Otro dice y menos capta la idea de lo que diga. Solamente oye lo que empate con su propia
demanda emocional interna y pueda utilizar para el control. Sus berreos
infantiles exigiendo lo que quiere jamás se han aplacado y no le dejan oír, a no ser que lo dicho le sea ventajoso o favorable.
Si parece que no escucha ni entiende, es porque no escucha y no entiende. Su comunicación no-verbal proyecta rechazo y desaprobación. Es extremadamente difícil, y la mayor parte de las veces inútil, llegar a un acuerdo que solamente seguirá si le conviene, sin considerar circunstancias diferentes ni eventuales modificaciones. Es negociar con un niño de tres años que porta un garrote, que se expresa con rabietas y agresiones verbales y físicas, a quien no le importará “hacer escenas” delante de terceros, pues así le amarra una mano a la espalda al otro, que sí le importa.
En conclusión, mientras más generalizada esté la conducta del Chantaje Emocional, mayores serán las posibilidades de que consiga imponer sus requerimientos, u obtenga una ruptura definitiva con el otro, casi igual de funcional, pues recuperará la infelicidad de no tener lo que quiere, y hará reloading con otra víctima ulterior, en la que se vengará del “abandono” de quien se canse y le deje.
(¿Puede un chantajista inveterado,
consuetudinario y poco consciente lograr más que quedarse
solo y hacer infelices a los que le rodean? Primero tendría que ser consciente
de su situación, entender sus consecuencias y buscar ayuda profesional. Resulta difícil creerlo a la luz de lo dicho líneas arriba, pero el
ser humano posee recursos, y la infancia no es determinante absoluto. Lo
que no se hizo en la adolescencia puede hacerse después, y hay como tratar el problema.)
Lo primero que debe hacer la víctima
de Chantaje Emocional es su mea culpa, convencerse de ser un perfecto imbécil cada vez que acepta la situación. No me disculpo
por la palabra, incluso poco descriptiva, porque si se atraca el chantaje se comparte la responsabilidad, y hay que revisar a conciencia qué le pasa a uno
que termina así. Aunque víctima, no se es un/a pobre idiota. Y si se
siente uno así probablemente se lo merezca, pero no hay ningún motivo para seguir siéndolo.
Las malas personas
no son objeto de chantaje, son chantajistas. Las buenas personas son chantajeadas y manipuladas por sus flancos aprovechables, que el
chantajista explota sin misericordia introduciéndose en medio de sus debilidades. El chantaje emocional es maltrato psicológico, toda persona sana debe alejarse de ello, por ahí
empieza todo. El chantajista ubica una posición desde la que ejerce poder, y usa los favores reales o imaginarios que hace para obtener lo que quiere, vendiéndolo como mucho más valioso. Son "programas
sociales" que no eliminan pobreza sino que la eternizan para medrar con ella.
El "Sermón" (1)
Es imperativo neutralizar esa posición de poder, deconstruir el “Sermón” y enfrentarlo con inteligencia. El "Sermón" es un rito más o menos estereotipado que aparece cada vez que el chantajeado muestra la más pequeña huella de autonomía personal y/o la más mínima duda en la omnisapiencia y omnipotencia del chantajista, ambas cosas lo mismo para éste. El chantajista se autojustifica desde su discurso, no cede nada pero lo aparenta, para ello alude a la amistad, al amor, la solidaridad, la pareja, los hijos y otros sentimientos y altos valores que "unen a ambas partes", pero siempre desde una posición de superioridad.
La ausencia de autocrítica es glamorosa, pero siempre la exigirá del otro, dejando implícito que toda virtud reside en sí mismo/a, si bien no tolerará cuestionamiento alguno al respecto. Si hay sociopatía moral acudirá directamente al interés de mantener la relación como está, la contradicción ética no le molestará, la pasará por alto, y siempre minará la confianza del chantajeado para que dependa más estrechamente y vuelva al redil.
El "Sermón" (1)
Es imperativo neutralizar esa posición de poder, deconstruir el “Sermón” y enfrentarlo con inteligencia. El "Sermón" es un rito más o menos estereotipado que aparece cada vez que el chantajeado muestra la más pequeña huella de autonomía personal y/o la más mínima duda en la omnisapiencia y omnipotencia del chantajista, ambas cosas lo mismo para éste. El chantajista se autojustifica desde su discurso, no cede nada pero lo aparenta, para ello alude a la amistad, al amor, la solidaridad, la pareja, los hijos y otros sentimientos y altos valores que "unen a ambas partes", pero siempre desde una posición de superioridad.
La ausencia de autocrítica es glamorosa, pero siempre la exigirá del otro, dejando implícito que toda virtud reside en sí mismo/a, si bien no tolerará cuestionamiento alguno al respecto. Si hay sociopatía moral acudirá directamente al interés de mantener la relación como está, la contradicción ética no le molestará, la pasará por alto, y siempre minará la confianza del chantajeado para que dependa más estrechamente y vuelva al redil.
Ceder en este punto es mortal, porque reafirma al chantajista en la efectividad de su estrategia. Pero si no se cede, el ataque se hará más intenso y concentrado, con frases subidas de tono, amenazas veladas, traspaso de responsabilidad al chantajeado, combinando amenazas de lo que podrá pasar en el futuro. Si hay terceros, se les empleará como elemento de chantaje.
El "Sermón" (2)
La duración del Sermón podría ser eterna, pues el chantajista adora el eco de su voz y no desprecia la oportunidad de construir aparato ideológico, así que es uno mismo quien debe cortarlo, sin discutir el contenido - por ejemplo que uno no es el miserable que se dice. El sermoneador se molestará, dirá que lo interrumpes, escalará la agresión. Cortarle la capacidad de agredir exaspera al chantajista, que lo verbaliza como corte de la “comunicación”, ofensa máxima e imperdonable pues le quita su arma principal. Tratará entonces de "recuperar la comunicación” en sus términos: 40 o 50 llamadas telefónicas seguidas, 100 y más mensajes de texto, todo deplorando la negativa actitud del chantajeado, al que le colgará el fono si comete el error de devolver la llamada. En una etapa ulterior "se hace pública" la vergüenza con visitas inopinadas (calculadas para desestabilizar) al centro de trabajo o el hogar, en eventos sociales o sitios públicos, acosando con gritos y exigencias. Cada situación específica presenta variantes y no es posible determinarlas todas en pocas palabras. Y como para artículo este es ya bastante largo, vamos al práctico ...
- Desactivar la posición de poder del chantajista: Corte los favores en dinero, sexo u otros que el chantajista ponga a disposición. Si el resultado es reducir el propio estatus, que se reduzca pues usted no se va a morir. Es terrible cuando el chantajista usa como arma el bienestar de terceros, los hijos por ejemplo. Sin embargo, los hijos de uno no necesitan un/a perfecto/a imbécil como padre o madre, así que aquí mida con cuidado lo que haga, que Medea anda suelta.
- Sostener la propia Independencia Emocional: Revise su posición de víctima, es imperativo. Por qué la mantiene, por qué cayó en ello, qué gana y qué pierde, cuál es su concepto de la felicidad, como le cambiará la vida si hace una cosa u otra. Siempre una medida inteligente y sensata será mejor que llevarse del “criterio” de otros sin control de sus emociones.
- Negarse a los Ultimátum: Lo hay cuando se escuchan frases como estas: Después de todo lo que he hecho por ti; Tanto que he trabajado / me he sacrificado por ti; Después de tanto que te he dado; No puedo creer que siendo como he sido contigo tú no quieras…; No puedo creer que siendo como he sido te comportes tan egoísta conmigo; Si de verdad me amaras harías…; Tú no me quieres; No volverás a ver a los niños; Te dejaré sin nada; Quieres a los niños más que a mí; todo eso es chantaje, y significa una cosa y solamente una cosa:
“HAZ LO QUE YO TE DIGO QUE HAGAS, O SI NO
….”.
Esto aquí, en Sebastopol y en cualquier otra parte del mundo, es un ultimátum. Aunque te digan que no cuando les digas que esto es un ultimátum y que si te lo parece es porque tú eres el paranoico/a, o que estás loco/a, etcétera. Toda afirmación de este tipo sobre tu salud mental es puramente arma arrojadiza, pura proyección, significa que estás ganando la batalla emocional. A estas alturas ya te percataste que el discurso es más falso que billete de 15 machacantes y que lo que tu chantajista quiere es llevarte de la nariz para que hagas lo que quiere que hagas.
Y así ... no se quiere a nadie.
Advertencia:
Responder y contraatacar en el mismo tenor nada resuelve. Un ultimátum es una afirmación de tercio excluido: O Esto o lo Otro; es decir una ORDEN que te dan para restablecer el control. Responder a ese agravio para mostrar la fuerza y carácter de que se ha carecido es jugar al gato y al ratón en una tonta competencia de egos. Dice mi hermano, que es tiburón de abogado y no cree en pajaritos: se gana con neuronas, no con hígado. El tercio excluido y las órdenes se superan: El chantaje se desarma diciendo clarito que si quiere ejecutar sus amenazas, que lo haga, nos prepararemos para la lucha.
- Establecer las reglas de la discusión: Se conversa con el chantajista con la regla fundamental de hablar sólo de cosas y hechos concretos. Ni ataques, ni juicios personales, ni acusaciones ni sermones se permiten. No es que no se presentarán, pero las tácticas serán estereotipadas: Por ejemplo, ante un juez o conciliador el chantajista buscará la posición de víctima, reproduciendo la situación de los dos progenitores, y tratando de granjearse el favor del otro. Y cada vez que el chantajista se salga de la regla - que lo hará un día sí y el otro también - salte de la discusión, interrumpe la perorata antes que escale, siempre hay algo urgente qué hacer en cualquier otra parte.
Los chantajistas siempre tratan de parecer más fuertes de lo que son, y por más
virtudes que tengan en otros aspectos, una bala siempre es una bala y un
ultimátum siempre es un ultimátum. Pero el ultimátum evidencia el colapso del esquema general del chantaje. Y se debe persistir hasta el final, cueste lo que cueste. Seguramente
hay más ideas acerca de qué hacer, pero todas propenden a una sola cosa, que
diré de manera entre jocosa y exagerada: Mejor morir de pie que vivir de
rodillas.
Colofón
Me salió largo el artículo. Pero los
temas de fondo del respeto, la libertad y el amor bien valen la pena. El amor no se sostiene con
el miedo y el temor, menos con ultimátums, pues donde los hay faltarán el Respeto, el Amor y más la Libertad. Aunque te digan lo contrario en todos los idiomas, si no
te respetan no te quieren. Y el chantaje emocional es la peor forma de la
falta de respeto.
Tú decides. He dicho.
Tú decides. He dicho.
Gracias, buscaba una explicación sencilla y directa como esta, para poder abrirle los ojos a una amiga.
ResponderEliminarque haces cuando el chantajista emplea el bienestar de los hijos como manera de mantenerte ahi
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