“Para la cultura maya no existe un concepto del
apocalipsis” (Confederación Guatemalteca de
Sacerdotes mayas y guías espirituales)
“Todo esto se ha convertido en un negocio, sin que exista el deseo de
entender el fenómeno”, (Cirilo Pérez, consejero de la Presidencia de Guatemala,
chamán y ajq'ij - ‘aquel que cuenta los
días’-
“El calendario maya no termina el 21 diciembre de
2012, después de ese momento inmediatamente otro período comienza. No hay ningún
alineamiento planetario en el horizonte para las próximas décadas (…,) e
incluso de producirse, como han predicho algunos, el efecto sobre nuestro
planeta sería insignificante.” (NASA)
Reunido con amigos y conocidos de
diversas procedencias, la conversación de estos días parece centrarse en la
búsqueda de ciertas seguridades alrededor del eventualmente próximo Fin del
Mundo, “programado” como se sabe para Diciembre de este año. Los que no creen
en el calendario maya están preocupados por el alineamiento planetario que se dice
habrá. La mayoría de las personas que conozco son gente inteligente y sensata –
hay excepciones, claro – y poco proclive a dejarse llevar por el vuelo de
pajaritos de diversos colores. ¿Por qué, entonces, gente que conozco y respeto
por su inteligencia se permite ser influida por las evidentísimas falsedades y
monsergas fabricadas por la Industria
del Fin del Mundo?
Es tan obvia la existencia de esa
Industria que hace plata como cancha y jala agua para sus molinos con el temor de
las gentes, que en realidad lo único evidente es el negocio. Los profesionales
del tema, vendedores de sebo de culebra de diversas especies, cuentan con la
complicidad de los medios de comunicación, tanto por la activa - “reportajes” e
“informaciones” tendenciosos, falsos y mentirosos de los medios “especializados”
en el tema – como por la pasiva; es decir faltando en todos los idiomas,
calendarios y sistemas numéricos a su deber de informar con la verdad. Y luego
les parece extraño que la sociedad los quiera regular, y gritan No a la Censura, lo que quiere decir,
poco más o menos: No a la Censura… que no
ejerzamos nosotros.
El Fin de… ¿qué?
Cuando decimos El Fin del Mundo se encuentra una muy
interesada inversión de conceptos, que muestra la increíble petulancia y
exagerado sentido de la propia importancia de que hacen gala los seres humanos.
Ni la muerte individual ni la extinción de la especie humana califican como Fin del Mundo. De hecho, si nosotros
como especie desapareciéramos, es muy probable que el Mundo – Universo,
Galaxia, Sistema Solar, Planeta Tierra – ni siquiera se dé por enterado, pues
como fenómeno de la existencia somos bastante poco importantes, y nuestra
trascendencia cósmica se limita básicamente a nuestra capacidad para destruir
el medio ambiente en el que vivimos. Desde cierta perspectiva, podríamos decir
que nuestra extinción física le resulta muy conveniente al Planeta, pues que la
Vida en general – de la que nosotros sólo somos una manifestación más – conocería
con nuestra extinción un nuevo impulso, a juzgar por el hecho verificable que
nuestra especie es la única que crece a expensas de todas las demás.
Sabiendo entonces que nosotros no
somos el Mundo, sino una parte de él bastante prescindible, conviene
preguntarnos un poco sobre el sentido del Fin. La muerte de cada uno de
nosotros marca un final, por más fe que tengamos que tras esta vida venga otra.
Vista con alguna objetividad, la Vida es un estado de equilibrio inestable
anti-entrópico, un gasto de energía universal que se paga en desorganización en
alguna otra parte, y que es importante no porque sea grande en el esquema
cósmico, sino porque es nuestra. Si mi propia muerte no me preocupara en uno u
otro sentido, pues entonces debo andar mal de la azotea. Mi muerte individual constituye
el fin de mi Mundo, y aunque sabemos que nos perpetuamos en el resto de la
especie, y particularmente en nuestra descendencia, la muerte es un hecho tan
irrevocable que lo proyectamos a términos universales, y nos parece
terriblemente importante. Esa convicción subjetiva parece correcta, siempre y
cuando la entendamos como subjetiva. El problema es cuando la proyectamos a la
universalidad.
Realidad y Creencia
En general nuestra percepción del
mundo es sesgada, vemos las cosas un tanto como queremos verlas y otro tanto
como nos dicen otros que son. No hemos aprendido ni nos han enseñado que lo que
nos dicen sobre el mundo son afirmaciones que deben ser verificadas antes de
poder decir que son verdaderas o falsas. Confundimos las opiniones – en especial
si son nuestras – con las verdades, y éstas con los hechos. Se cree que los
arcanos y profundos secretos epistemológicos del razonamiento están reservados
a algunos iluminados nerds de
diversos tipos y calibres, y que no somos dignos de desatarle la sandalia a la
Verdad, por lo que recurrimos a Santones, Científicos, Gurús, Sacerdotes de
diversas confesiones, etcétera para hallar algo que, como reclamaba Descartes,
nos haga sentir seguros en el mundo.
Abandonados así a nuestra suerte,
resulta que los medios para verificar afirmaciones que posee el común de las
gentes dependen de la sindéresis que poseamos, esto es la capacidad natural
para hacer juicios rectos y acertados; así como de la heurística que apliquemos,
es decir qué métodos usemos para aumentar nuestros conocimientos. Como todo el
mundo sabe, nuestro sistema educativo no nos enseña a emplear ni el uno ni la
otra. Nuestro razonamiento natural puede ser fácilmente manipulado utilizando
masivamente falacias, verdades mentirosas y mentiras verdaderas; en tanto que
nuestra forma de obtener conocimientos depende de muchos intermediarios,
registros y códigos. No podemos estar seguros de todo lo que creemos, dado que
no nos han enseñado a pensar, sino a aceptar lo que las autoridades nos dicen,
y el conocimiento, como quería Sócrates, es algo que se da a luz, no que se
compra en el quiosco.
La Ciencia se confunde con la
Tecnología, y ésta con la Magia. Estamos anclados por diversas razones en un
pensamiento mágico que nos proporciona ciertas respuestas medidas, combinado
con ciertas certidumbres sobre el Mundo, que proceden de nuestra experiencia y
del uso de nuestros sentidos. Le atribuimos explicaciones de diversa índole a
los fenómenos que nos rodean o que nos cuentan que existen, y le otorgamos a la
Ciencia y la Tecnología el mismo fundamento que a la Religión, la Superstición
y a la Metafísica. Creemos, y creemos que creemos, pero no entendemos lo que es
creer, lo confundimos con la certeza, y a ésta con la verdad. Necesitamos con
vasta desesperación poseer ciertas seguridades acerca de ciertos hechos, y
entonces nos agarramos a lo que haya. Tememos la eventualidad de nuestra
desaparición física – no hay peor miedo -, y queremos saber qué hay de verdad
en las eventuales amenazas a ésta. Y es aquí donde se inscribe la Industria del Fin del Mundo.
Calendarios y Predicciones
Desde tiempos inmemoriales tratamos
de predecir el futuro. Hemos deseado sustituir el no-saber con el saber. Esta
preocupación alimentó la necesidad de buscar elementos para entender el devenir
de acontecimientos que tendían a repetirse, y cuya interrupción sería
catastrófica para la sociedad. Los ciclos naturales del Sol, la Luna, las
Estrellas y los Planetas despertaron la curiosidad de nuestros antepasados más
astutos e ingeniosos, que encontraron que podían emplearlos para medir el
Tiempo y determinar el valiosísimo ciclo agrícola. Descubrieron una forma de
conocer que – visto desde nuestra perspectiva - combinaba Ciencia, Religión y
Tecnología. Fue una enorme victoria del intelecto, y trajo como consecuencia la
formación de complejas y brillantes civilizaciones en Egipto, Mesopotamia,
India, China, los Andes Centrales y Mesoamérica.
Los Calendarios eran calculadoras
conceptuales destinadas a predecir el futuro, en especial el advenimiento de
los ciclos naturales, dado que las élites gobernantes pensaban fino y trataban
de sostener sociedades complejas. El pueblo agricultor intercambiaba
información y conocimiento a cambio de sus excedentes agrícolas, y recibía esta
data envuelta en papel de regalo religioso-ceremonial. El éxito se medía en el
bienestar de la élite, en la cantidad
de ofrendas y en la división del trabajo orientada hacia la producción de
bienes cerámicos, textiles, metalúrgicos y de toda índole. El conocimiento no era
masivo, y lo poseía una élite que lo
empleaba como instrumento de poder y control. La predicción del futuro se
volvió más sofisticada, porque ya no se trataba únicamente de proporcionar
información agrícola, sino de lograr que la masa creyera lo que convenía a las élites, y que en consecuencia hiciera lo
que le conviniera a las élites. El
aparato religioso se sofisticó, y los ritos y ceremonias constituyeron
elementos de inmensa importancia para la cohesión social. No parece que hayamos
cambiado mucho desde entonces.
Verdades Mentirosas
En el año 999 después de Cristo
se produjo un pánico generalizado y masivo en los pueblos cristianos. El
cumplimiento del Milenio desde el nacimiento de Jesús parecía tener el
significado escatológico de marcar el final del proceso iniciado por la
irrupción de Dios en el Mundo, reforzado por las referencias escatológicas en
la Biblia. La histeria colectiva fue enorme, las parejas se perdonaban sus
infidelidades, los comerciantes – más extraordinario todavía – perdonaban las
deudas, el comercio se arruinó, se descuidó la agricultura, y todo para que al
final nada ocurriera. Por supuesto esto se atribuyó a diferentes causas, de la
que la cuenta errada fue el principal. En 1910, la cola del cometa Halley rozó
la atmósfera terrestre, y la irresponsable afirmación periodística de la
presencia del venenoso gas cianógeno sin mencionar la densidad de éste en la
cola causó una tremenda histeria, con víctimas mortales. Estos hechos no son excepcionales.
La desinformación y el fanatismo produjeron 39 suicidios debido al paso de un
cometa tan inofensivo para nosotros como el Hale-Bopp en 1996. En el 2000 se
lanzó el bolo del colapso de la Internet, y parece que al final poca gente se
lo comió.
En la actualidad vemos una suerte
de combinación de 1000, 1910 y 2000. Hoy en día relativamente poca gente se
come las profecías bíblicas o de otros libros sagrados; o se come las
catástrofes tipo el colapso de Internet o la epidemia de Influenza. La Industria del Fin del Mundo ya no es
más propiedad de las iglesias, sino cosa corporativa, entrelazamiento de
intereses comerciales, que recurre a falacias, mentiras verdaderas, verdades
mentirosas, seudociencia, el calendario maya o cualquier otro que sea funcional,
la superstición, los libros sagrados, el miedo difuso, etcétera, etcétera,
etcétera. Todo sirve. La cosa se sofistica y parece que se emplean todos los
argumentos funcionales, yuxtapuestos uno sobre el otro. Ante esto no parece inadecuado
para nosotros responder la pregunta del rey de la conseja: “Estoy paranoico… ¿lo estaré lo suficiente?”
Mentiras Verdaderas
La ignorancia de los elementos
más básicos de la realidad conspira a favor de la Industria del Fin del Mundo. No hay afirmación al respecto que resista
a una crítica más o menos sólida, solamente imágenes efectistas planteadas en
el cine y la TV, y espeluznantes afirmaciones destinadas a asustar a los
incautos. Pongamos el caso del alineamiento planetario “programado”. Olvidemos
por un rato que el tal alineamiento no se producirá.
Se cree que el hecho que los
planetas se alineen – se pongan en una línea - tiene un efecto gravitacional
destructivo sobre nuestro planeta. Es evidente que se desconoce en este caso
qué es la gravedad, así como no se tiene una idea de las distancias y las
dimensiones, creyéndose que es algo así como lo que se percibe en la superficie
terrestre. La Gravedad como Fuerza se mide en una cifra, que aumenta si aumenta
el producto de las masas, y se reduce inversamente al cuadrado del aumento de
la distancia, por lo menos eso dice el loquito ese de Isaac Newton. Aún si
hubiera ese pretendido alineamiento de planetas, las distancias en el Sistema
Solar son muy grandes, y como la gravedad se reduce como 9 si la distancia
aumenta como 3, entonces esos alineamientos resultan gravitacionalmente
bastante anodinos. Se han producido antes, se producirán después, su efecto es despreciable
ahora como entonces. Hasta donde sabemos.
El Sol posee el 99 % de toda la
masa del sistema solar, y fuera de equilibrar nuestra órbita, todo lo que puede
hacer en nuestro planeta a 150 millones de kilómetros promedio es una marea
capaz de levantar un poco el nivel de los fluidos (agua, aire), gracias a la
enorme masa que posee. La masa de la Luna es, comparada con la del Sol, de una
soberana insignificancia, pero está solamente a 384,000 kilómetros, metros más
o menos, y su marea es mucho más interesante, como cualquier surfista puede atestiguar.
El siguiente cuerpo más cercano es el planeta Venus, que cuando anda cerca está
a algo más de 40 millones de kilómetros, es decir, a unas 120 veces la
distancia Tierra – Luna, con lo que su gravedad es menor que la lunar en 120 al
cuadrado, sin considerar las masas. Así que Venus no nos levanta ni un pelo, a
no ser metafóricamente como Diosa del Amor. El planeta Júpiter, muy grande en
relación a la Tierra, pero muchísimo menos masivo que el Sol, está al triple de
la distancia del Sol, eso cuando está más cerca. Sumar la masa de los planetas
a la del Sol, para así dar la sensación de la enormidad, es algo así como ponderar
el peso de una mosca en una pirámide.
Por otra parte, supongamos una
alineación de los planetas con el Sol, y que todos apunten a la Tierra. No
podría haber alineamiento – ubicación en una línea – más que en un plano, porque
los planetas no están ordenaditos orbitando alrededor del Sol en el mismo plano,
como falazmente se supone. Todos están más o menos por encima o por debajo del
plano ecuatorial del Sol, lo que se conoce como inclinación de la órbita con
respecto a la eclíptica, lo que quiere decir que si los ves desde una dirección
los verás alineaditos, pero si los ves desde otra están bien desordenaditos.
Cosas de creer aún que el Universo es un plano y no un espacio-tiempo.
Por otra parte, caballero, señorita…
no me crea a mí. Busque por sí mismo y use las sinapsis neuronales que Dios, en
su infinita sabiduría, distribuyó dentro de su cráneo. Investigue por sí mismo
y no se crea lo que le cuentan, incluido yo mismo. Verifique las afirmaciones
que hago, y si usted encuentra que me equivoco, corríjame y me corregiré. En
eso consiste una sindéresis adecuada y una heurística efectiva. No se la crea,
y mire quienes y por qué quieren que se la crea.
Riesgos reales e imaginarios
¿Se podría eventualmente producir
el “Fin del Mundo” para el solsticio de invierno – Hemisferio Norte – del año
2012 después del nacimiento de Cristo? Por supuesto. Pero con la misma
probabilidad o mayor podrían también repentinamente nacerle alas a los
chanchos. Puestos a mirar las cosas estadísticamente, muchas cosas son
posibles. La teoría cuántica predice que el agua del vaso que tengo enfrente
podría saltar espontáneamente fuera de él, pero la probabilidad estadística de
que esto suceda es increíblemente remota. En el preciso momento que escribo
estas líneas un meteorito podría caer sobre mí y acabar con mi seguramente poco
importante existencia. Es posible, pero muy poco probable, y no me induce a
dejar de escribir. Ese meteorito podría ser como el de Yucatán hace 65 millones
de años y hacer cisco todo rastro de vida humana, animal y vegetal. Posible,
pero bien poco probable. No he visto a nadie que modifique su rutina diaria de
salir a la calle porque un meteorito podría hacerlo añicos. Más probable es que
te chanque un vehículo, particularmente en el Perú, y hacemos los reclamos
pertinentes mientras tomamos las precauciones correspondientes.
Hay riesgos muy reales frente a
los que no solamente no tomamos precaución alguna, sino que los posponemos en
función de cosas que entendemos más importantes. Las enfermedades son algo cuya
ocurrencia es muy probable, mucho más que la caída de un meteorito, pero muchos
padres y madres de familia no toman seguros médicos para sí mismos para poder
pagar las pensiones escolares de sus hijos. Las gentes viven en edificaciones
precarias pese a que estamos en una zona sísmica, y la ocurrencia de
terremotos, tsunamis y erupciones volcánicas no es nada imprevisible. Nos precavemos
sabiamente contra los deletéreos efectos del humo del tabaco ajeno, mientras
seguimos respirando alegremente el plomo que los vehículos arrojan por sus
tubos de escape. Parece que nuestra percepción del riesgo puede ser manipulada,
dado que depende en mucho de nuestra herencia genética ancestral. Percibimos el
riesgo cuando lo tenemos encima, es decir cuando lo podemos percibir con
nuestros sentidos de una manera determinada. Los genios del marketing lo saben,
y tal vez por eso se filmó la película 2012, bastante anodina y altamente
estereotipada, con el fin de instalar las imágenes en el imaginario de las
gentes. (Roland Emmerich se ha ganado su buena platita, qué duda cabe, pero
sería interesante analizar de donde obtuvieron la plata los productores). Yo
puedo razonar contigo todo lo que quieras, pero la imagen del monje budista del
Himalaya tocando la campana sagrada mientras el mar se precipita sobre las
montañas del Techo del Mundo es algo que impacta con más fuerza. Nuestro
cerebro reptílico no sabe que eso no ocurrió o que su probabilidad es bien pero
bien bajita, simplemente lo registra y responde con el miedo.
A quién beneficia y a quién perjudica la Industria del Fin del Mundo
Aquí la parte sabrosa del asunto.
A quién beneficia y a quién perjudica la moda de la Industria del Fin del
Mundo. En lo económico parece estar claro. Se trata de crear una necesidad artificial
y ofrecer resolverla. Igualito que la coca-cola, o cualquier otro bien o
servicio perfectamente prescindible. No hay que ser un tigre del marketing para
darnos cuenta que la difusión es importante, eso lo puede decir cualquier
vendedor de sebo de culebra. Tampoco es gran cosa señalar que hay que apelar a
la emoción antes que a la razón, pero que hay que darle su lugar a ésta, por
eso de la plausibilidad. Ni tampoco resulta en el descubrimiento de la pólvora
decir que se necesita de la ilusión de la objetividad que el periodismo y los
medios de comunicación proporcionan a cambio de un precio. Si se tratara de
vender whisky, pañales o relojes de pulsera me parecería de repente algo más o
menos aceptable, pero el tema es qué se está vendiendo y con qué se está
traficando. Hay en la danza centenares de millones de dólares en productos y
servicios, papel y tinta impresa, efectos especiales en películas, armas y
refugios anti-fin del mundo, acumulación artificial de alimentos, especulación
en bolsa de valores, entretenimiento, juegos de video, turismo new age, y mucho más. Mucha plata hay
aquí.
En lo político y social es
bastante obvio que si usted y yo nos ocupamos de que los meteoritos no nos
chanquen, pues no nos estamos ocupando del tránsito que sí nos chanca. Esto le
da un respiro a los grandes intereses, y muchos ganan con que la gente se
descuide de los problemas que sí puede resolver en función de los que no se puede
resolver. Usted y yo podemos terminar por gastar plata en tonterías. Yo, por lo
menos, fui a ver la película 2012, y francamente el género catástrofe tiene
mejores exponentes. Aparte la plata, se pierde un valioso tiempo discutiendo
estupideces, en vez de centrarnos a los temas que sí podemos resolver. A mí, en
particular, me molesta mucho tener que tratar sobre gansadas, cuando hay tantas
cosas importantes de las que ocuparse. Si estoy utilizando mi tiempo en
dilucidar ante la opinión pública cosas absurdas no lo estoy utilizando para
dilucidar cosas importantes, y con eso los que la hacen en lo importante se
ganan con la distracción, tanto la mía como la de muchísimas otras personas. Es
obvio que el que está muerto de miedo comprando alimentos, medicinas, rifles y
municiones para defenderse durante el apocalipsis universal no es un Indignado,
por ejemplo, y así deja de ser un factor activo con el que hay que contar para
convertirse en un factor pasivo al que llevar de la nariz, con todas las
ventajas que ello conlleva para los que la mueven.
Colofón
Soy consciente de lo injusto de algunos
de mis apreciaciones, pues el fomento y utilización del miedo con fines
subalternos no es ninguna tontería. El problema del miedo difuso es que afecta
a los que menos pueden defenderse, a nuestros niños y adolescentes, a los que les
induce temores irracionales que afectan su autoestima, su proceso de
conocimiento y su felicidad. Aquí vale la pena un recuerdo personal. Tendría yo
unos ocho años de edad cuando leí en un tabloide una historia acerca de un
asteroide que caería a la Tierra y la haría añicos, profusamente ilustrada con
dramáticos dibujos al respecto. Mi capacidad crítica era bastante inexistente,
y me creía que lo que estaba escrito era verdad por estar escrito. Se daba incluso
una fecha. No me atrevía a manifestar mi miedo a ningún adulto, porque me daba
vergüenza, pero entre los chicos lo discutíamos, y había miedo de por medio. De
repente no me creerán si les cuento que esperé varios meses hasta esa fecha,
sin decirle nada a nadie, creyéndome poseedor de un enorme y trascendental
secreto, con la esperanza oculta de que el asteroide no caería, pero temiendo
su caída. Cuando el día pasó como cualquier otro, y el asteroide, como es
obvio, no cayó, di un suspiro de alivio y algo más empecé a aprender sobre la
mentira. Cosas de chicos… ¿o no?
Si existió Cristo, si fue y vivió como está escrito por sus apóstoles; quiere decir que fue alguien excepcional, entonces todos los grupos llamados religiosos son blasfemos, ninguno de ellos es seguidor de Cristo, aun cuando se hagan llamar de ese modo.
ResponderEliminartieness todaa la Razon.!
Eliminarlo unico que se es que Dios sabe cuando es el fin de todas las cosas nadie mas...... ok
ResponderEliminarlo unico que se es que Dios sabe cuando es el fin de todo
ResponderEliminaraunque todo tiene su comienzo y su fin, ningun ser humano esta en la capacidad de definir cuando sera el fin, el mundo pasa por cambios y transformaciones propias de la vida y es mas que obvio que algun momento todo deba acabar partiendo de la base humana nacer, crecer, desarrollarse y morir.
ResponderEliminarDebemos vivir la vidad plenamente siempre tratando de agradar a Dios, buscando el bien comun, preservando el medio ambiente y prolongando nuestra exintecia.
JOHN ROJAS
si nadie sabe el fin del mundo ,pero una cosa es real cristo viene pronto por un pueblo santo. ¿estas preparado?
ResponderEliminarA mi parecer y pesar, la historia cronológica es impuesta y nos "venden" desde pequeños en las escuelas como verdad fundamental e inamovible.
ResponderEliminarPor una parte ¿Tenemos una total seguridad que hoy pasaron ya 2012 años desde el nacimiento de aquel palestino en una aldea, que es representado en el mundo como un bebe con ojillos azules, rubito y piel blanca como la nieve? ¿Y si es así?, Díganme quien fue el lumbreras que dijo, ¡Oigan viejos a partir de aquí, todo empieza! Hace x años, fue el año cero, a callar que es cero y vida nueva.
Muy a mi pesar, me temo que es una nueva modalidad de mentiras de fines del mundo y profetas profetosos.
Mirando el famoso año 999. Que me expliquen ¿Que tipo de calendario se usaba?.. Pues no podría ser el gregoriano al aprobarse este en el siglo XVI. ¿?¿? Paradoja a la vista.
Si uno lo analiza, probablemente la parte que más ha influido en la humanidad de la biblia o ese libro de la salvación, es su parte final. No hace falta ver las sectas que triunfan hoy en día en occidente. Y es que el apocalipsis, ¡vende señores!. Ni siquiera fue descrito o mencionado por el dicho Mésias, aquel palestino... Fue supuestamente escrito entre 60 y 100 años después por Juan el apóstol en otro supuesto viaje astral al futuro... Creo que en la generación hippie algunos roqueros con voz rota, hacían viajes de este tipo tras consumir sustancias apocalipticamente prohibidas y triunfaban entre solos de guitarras.
Hoy en dia, muchos que "analizan" años y años la biblia, ese libro mágico donde están todas las respuestas absolutas e incontestables pues lo blanco es blanco y no puede tener otro color chaval... Aquellos como digo que continuan almacenando obras de arte en el pequeño país eterno.
Se colocan vendas a muchos FINALES DEL MUNDO que suceden DIARIAMENTE en muchos rincones del Africa subsahariana.....
Menos mal que el apocalipsis, profetas como San Malaquias o incluso antiguos mayas de lo mas occidentales, nos dicen cuando es el final.
Sinceramente yo y mis vecinos occidentales, no podemos sustitir sin saber que día, que hora y que minuto es el final.
Reflexión final: Tal vez si realmente el mundo es justo… ¿no será que con el final de los tiempos, vendrá el renacer del continente africano? Así como lo hizo el mismo ave Fénix desde sus cenizas.
esa foto fue tomada en tucuman ? verdad?
ResponderEliminarSOMOS GAY!!!!
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