Vuelvo a mis carneros, esto es a
la Didáctica de la Historia. Pretendí
presentar en el artículo antecedente el problema de los contenidos, el papel de
la memoria, de la visión de los especialistas en Historia y Arqueología y el
tema didáctico en la enseñanza de la Historia. Decía también que, como docente,
mis objetivos entre otros son que mis alumnos piensen críticamente y construyan
su propia identidad como peruanos. Desde aquí retomo el tema.
Aprendizaje en concreto y en abstracto
Nadie aprehende habilidades en
abstracto. Nadie piensa críticamente a no ser que tenga “algo” en qué pensar
críticamente, y nadie adquiere la “identidad” a secas, sino que construye “su”
identidad, que en nuestro caso incluye la pertenencia de la persona a la
peruanidad y la humanidad. Y nadie construye lo abstracto sobre el vacío de la
mente, sino sobre sus experiencias concretas. Esto, que suena a contrasentido,
lo adquiere si pensamos que nuestro aprendizaje parte de experiencias concretas
y se va “abstractizando” conforme aprendemos a generalizar las experiencias
concretas propias y ajenas a través del establecer conceptos. Aquí se mete por
los palos el tema de la memoria. Porque yo, como docente, evalúo a mis alumnos
en el pensamiento crítico, o en la construcción de identidad, no en el vacío
sino en el contexto de la enseñanza de la Historia. Es decir enseño Historia
para lograr Pensamiento Crítico e Identidad en ciertos contenidos históricos
que consideramos importantes y trascendentes. La identidad y el pensamiento
crítico no aparecen por arte de birlibirloque en una sesión de aula, son
procesos largos y complejos, con etapas propias vinculadas al desarrollo de
niños y adolescentes y jóvenes que debo considerar en mis planes, so pena de
quedarme solo en clase, por más gente que haya adentro. El pensamiento crítico per se, desnudo, no puede existir sin la
experiencia propia o ajena al cual referirlo y del cual extraerlo. Así pues,
necesito la data, la información sobre la cual ejerzo el pensamiento crítico. El
ABC de la Pedagogía considera como primer momento del aprendizaje la recepción
de información, que se fundamenta en la existencia y persistencia de la
memoria. Y para demostrar mi punto, evocaré un acontecimiento de mi experiencia
docente que puede arrojar alguna luz sobre el punto.
Atrapado entre la memoria y las habilidades intelectuales
Este humilde servidor enseñaba en
la Universidad de Puntos Suspensivos el maravilloso curso de Historia de la
Cultura Peruana. Me lo dieron a pesar de no ser Historiador, sino Profesor de
Historia, y por ende mi visión del curso no pretendió ser la del Historiador, y
así me concentré en la disciplina científica tanto como en la condición de mis
alumnos. Hice el correspondiente diagnóstico de mis víctimas de turno encontrando,
como era previsible, un nivel académico muy bajo. Mis alumnos no manejaban
habilidades mentales como la comparación, la reflexión, el análisis, la
síntesis, la evaluación, etcétera. Estas habilidades se construyen unas sobre
otras siguiendo una secuencia establecida desde una taxonomía. Estas consideraciones
y otras más guiaron mi planeamiento, y dado el muy bajo nivel académico de mis
alumnos, provenientes casi todos de instituciones educativas nacionales, construí
el curso buscando que mis alumnos lograran describir, analizar e interpretar
testimonios culturales gráficos. Y recurrí a los gráficos considerando la
enorme dificultad que registraban para leer y para comprender lo leído, que la gran
mayoría padecían. Además, cómo dice la inmortal Alicia del País de las
Maravillas, para qué sirve un libro si no tiene figuritas.
Enseñar con figuritas
Como la Universidad no me
proporcionaba ni siquiera una figurita “Huascarán”, recurrí a reproducciones de
soportes arquitectónicos, cerámicos y textiles de las diversas manifestaciones
culturales anteriores a la invasión española, quillcas de Guamán Poma, pinturas de la Escuela Cusqueña y de
artistas como Gil de Castro, Pancho Fierro, Sabogal y otros indigenistas, así
como fotografías de Courret, Martín Chambi y el Chino Domínguez. Dios bendiga
la Internet, que me permitió acceder a todo esto. Y así todo parecía muy bacán
y adecuado. Tras trabajar las reproducciones en clase, las incluía en las prácticas calificadas y los
exámenes parcial y final, y como reactivos solicitaba para cada cual una
descripción de lo visto, y luego la interpretación correspondiente, que suponía
temas de aplicación de conceptos de la cultura andina, la occidental y la
mestiza peruana, desarrolladas con amplitud en clase. Nótese que en este caso,
y dado el muy bajo punto de partida de mis alumnos, yo reservaba la nota “11” –
la calificación de 0 a 20 es una vetustísima manera de calificar – a un logro
de aprendizaje relativamente sencillo: una adecuada descripción del soporte
presentado.
Describir y Explicar un objeto
Vale la pena entrar en algún
detalle al respecto. La conocida Taxonomía de Benjamín Bloom es un instrumento
empleado masivamente por los profesores. No es que no haya otras Taxonomías
quizá más modernas o adecuadas, pero ésta es la que utilizamos, porque
proporciona un lenguaje intelectual común a los profes. En las taxonomías, el
nivel de la descripción es bastante básico, y consiste en el logro de la enumeración
de los caracteres o rasgos de un objeto o concepto, sea observada cuando
presentamos el objeto, o evocada si no lo hacemos. Se entiende que esta
habilidad intelectual es muy primaria y debiera estar desarrollada mucho antes
de llegar a la Universidad. Sin embargo yo tenía mis dudas, y en cualquier caso
no hace daño desarrollar la capacidad de describir adecuadamente, así que opté
por ella como base de la evaluación y de la didáctica. El siguiente nivel taxonómico
es el de la Explicación/Interpretación, y es mucho más complejo de lograr. Mi
experiencia en instituciones escolares nacionales, de donde procedían la gran
mayoría de mis alumnos, me decía que muy pocos la alcanzan. Por otra parte, la
Taxonomía de Bloom no proporciona demasiadas luces en este nivel, que muchos
creen necesita mayor desarrollo. Así que opté por un nivel de “explicación”
(capacidad de dar razón de la existencia de un objeto real o conceptual) lo más
primario posible, y no determinante para aprobar a un alumno en el curso,
aunque sí para lograr mejores notas. Estoy seguro que muchos colegas que me
lean se escandalizarían por el mínimo nivel del Curso, pero lo cierto es que
demasiados alumnos resultaban desaprobados por profes que esperaban de ellos un
nivel mucho más alto del que podían alcanzar. Quizá ese es un problema del
docente universitario que no es pedagogo, el suponer que el estar centrado en
su disciplina basta para enseñarla. Creo que en circunstancias cognitivas
generales algo mejores no habría problema con ello, pero hemos de recordar que
nuestros alumnos egresan de la escuela con un nivel paupérrimo, y una exigencia
que el profesor considera “normal” puede resultar desmesurada para ellos. Ello
produce muchos desaprobados, lo que significa que puedes chocar frontalmente
con la política de la Universidad, y muchos andan tras tu puesto. Así que la
supervivencia puede estar en entredicho. Pero ya está bien de introducción, vamos
a la anécdota.
La anécdota: El reactivo
En un examen parcial presenté –
entre otros - el soporte que aparece a la derecha. La evaluación para éste consistía en dos preguntas semi-abiertas, una de las cuales
solicitaba una DESCRIPCIÓN de la representación, y la otra una INTERPRETACIÓN
de la misma.
Se trata de una figurilla
presente en un manto Paracas, uno de los llamados “duendecillos”. No olvidemos
que se trata de un reactivo para alumnos del primer ciclo de educación superior,
que han aprobado un examen de admisión que ha medido sus capacidades y los ha
encontrado capaces de desempeñarse en una Institución Superior. Que están
adaptándose a un medio ambiente universitario decisivo para su futuro, del que
se supone saldrán como especialistas en Turismo. Este hecho justificaba tanto
la existencia del Curso, como un cierto nivel de exigencia en el conocimiento
de las diversas manifestaciones de la Cultura Peruana. Supónese además que los
alumnos poseen algunos conocimientos y habilidades adquiridos durante su paso
por el sistema educativo primario y secundario, pero como ya indiqué, no
contaba demasiado con ello.
La anécdota: La respuesta
Una de mis alumnas estaba muy interesada
en el curso, era vivaracha y muy despierta, y procedía de la bella provincia de
Chincha, conocida por su alta concentración demográfica de afrodescendientes. Respondió
a la primera pregunta – la que solicitaba descripción de los rasgos de la
figurilla – de modo adecuado, identificó la procedencia (un manto Paracas), describió
el soporte textil, indicando los colores y su empleo, resaltando la desnudez
del personaje, y en especial su color negro. En la segunda pregunta - de
interpretación -, explicaba que el color negro del personaje podría representar
a la población de origen africano que habita y probablemente habitaba la región
de Paracas. Y de allí continuaba con su razonamiento en base a dicha premisa,
llegando a ciertas conclusiones a partir de ello.
La anécdota: La interpretación
Nótese que en realidad esta
alumna, que de acuerdo a los parámetros establecidos por mí debía ser aprobada
en este reactivo, me soltaba en la interpretación una respuesta desfasada y anacrónica,
desde que sabemos que en el Perú de antes de la llegada de los españoles no vivían
habitantes de origen africano. Naturalmente corregí el error, que es lo que al
maestro le toca. Pero examinemos un instante lo dicho por esta alumna: ¿En qué
consiste realmente el exabrupto? Por una parte, la alumna recurrió a su
experiencia directa como natural de Chincha, identificó correctamente la
procedencia del Manto, asoció la procedencia con el hecho que en Chincha
abundan las personas con ancestros africanos, asoció a su vez este resultado
con la importancia de los ancestros en las representaciones de la época, y
obtuvo una conclusión lógicamente impecable. Por la otra parte, como suele
ocurrir en muchas cosas, el error en el valor de verdad de la premisa invalida el
de la conclusión, aunque no su estructura lógica. Y la premisa que la alumna,
tan solvente en el aspecto estrictamente lógico, no conocía y no había asociado
era que la llegada de los africanos al Perú ocurrió mucho después de la elaboración
del manto, por lo que no podía ser posible que la representación Paracas
correspondiera a ancestros africanos.
Algunas lecciones
Muchos hubieran dicho riendo – y
de hecho, algunos lo hicieron – que la alumna en cuestión era, y repetiré
contra mi voluntad el prejuicioso estereotipo, una negra bruta e ignorante. Pero
si pensamos cuatro segundos en el caso, veremos que había ejercido las
habilidades de pensamiento que yo mismo había presentado, enseñado, hecho practicar,
y evaluado. ¿Dónde estaba el problema, realmente? Naturalmente en algo que el
profesor no había previsto: el pobre manejo de la temporalidad histórica, de lo
que está más “lejos” y más “cerca” en el tiempo, de lo que pasó “antes”, y lo
que pasó “después”, y en “dónde”; vale decir la conceptualización del tiempo y
el espacio. Más a profundidad, se detectaba una inadecuada comprensión de los
conceptos históricos de sincronía y acronía que supuestamente ella debería
manejar desde tiempos inmemoriales desde que están en el Diseño Curricular Nacional
desde la Primaria. Por supuesto, esta
señorita no era la única persona que presentaba esta falencia, pero se arriesgó
a decirla precisamente en un ejercicio de audacia intelectual realmente poco
común, y que había que considerar.
Supongamos que en vez del
reactivo que presenté, le preguntaba a la señorita en cuestión sobre los rasgos
de las culturas peruanas, digamos Paracas. Considerando sus condiciones, estoy
seguro que se hubiera “chancado” cuanto le hubiera puesto por delante, y en el
examen lo hubiera paporreteado. En consecuencia hubiera respondido
“correctamente”, desde el punto de vista memorístico, aunque sin asociar nada
con nada, es decir sin razonar. Pero este docente entiende que no podemos
considerar un objetivo del curso de Historia de la Cultura que un especialista
en Turismo paporretee información sin ton ni son sobre las Culturas Peruanas,
sino que haga algo inteligente con la información que posee. Y paporretear no
es algo inteligente, es mera memoria. El problema es que la evaluación tal como
la entendemos, sigue siendo una cosa tradicional de criterio
cuantitativo-memorístico.
Feed-Back
Naturalmente, este docente hizo
retroalimentación, que también para eso uno evalúa. Primero con la estudiante
misma: Alenté a esta señorita a seguir pensando y usando su cabeza, pero a la
vez a que revisara los conceptos y las cronologías con cuidado. Segundo, a
nivel del curso, retroalimenté los contenidos, cambiando el syllabus para dar
más tiempo a la comprensión de conceptos sobre el espacio, el tiempo y las
cronologías históricas. Por supuesto a desmedro de otros temas, que el tiempo
es tirano. Pero el problema en la enseñanza superior es que, o avanzas y llegas
a tus objetivos, o te dedicas a hacer enseñanza remedial. Y no puedes hacer las
dos cosas al mismo tiempo, a no ser que seas realmente un as de la Pedagogía,
un as de la Historia y un as de la Didáctica, pues te añades otro curso aparte
en el mismo tiempo y por el mismo sueldo. La mayoría de los docentes
universitarios no son pedagogos y necesitan el sueldo, y cuando se enfrentan a
estos problemas arrugan y le bajan el nivel al Curso. Y es difícil culparlos, no
pueden volver a dictar el curso del colegio, aunque muchos, en la práctica, lo
hacen. Pero los alumnos quedan librados a su inopia intelectual y su capacidad
de supervivencia en un entorno académico que termina por ser salvaje e
inhóspito.
Consecuencias
Podríamos suponer que este es uno
de los mecanismos que prolonga y reproduce un sistema de educación superior estamentario
y jerarquizado, donde se ejerce una suerte de bullying académico de nivel
superior. Si el criterio de aprobación de los cursos universitarios es la
capacidad de retener información, al final de lo que se trata es de superar la
malla curricular con éxito y como sea. Esto no es fácil para el alumno
universitario, que debe aprender las habilidades de la vida universitaria sin
anestesia y sin ayuda. Esto tal vez explique alumnos universitarios que creen
que el Perú tiene 6,000 habitantes, tal como se presentó en un sonado reportaje
periodístico. Nótese que la chica que dio tan malhadado dato probablemente no es
nada tonta en los trucos de la supervivencia universitaria, pero sí es obvio
que carece de conceptos lógico-matemáticos elementales, y el hecho que esté en
el nivel universitario da mucho qué pensar acerca de los criterios de ingreso a
las universidades. La mayoría de los alumnos ven la Universidad como una
continuidad de la escuela, y se comportan del modo que acostumbraron en la
escuela. Hay Facultades y Universidades que procesan alumnos como churros, es
decir, los pasan por el sistema de modo que justifiquen la presencia de ciertas
autoridades y docentes por la cantidad de recursos financieros que se les
exprime semestre tras semestre, y que son el principal argumento para la
continuidad de dichas autoridades y docentes. El nivel académico se mantiene
así en un nivel que permita una tasa de utilidad lo más elevada posible, y por eso
vemos casos constantes de copia de exámenes y trabajos, presencia de padres y
madres de familia reclamando por las notas de sus hijos, intentos de compra y
venta de notas por dinero o incluso por favores sexuales, tolerados a no ser
que sean evidentes, por aquello de que Dios perdona el pecado pero no el
escándalo.
Así el ambiente académico termina
enrarecido, y nada interesante para alumnos que aspiren al aprendizaje ni para
docentes que quieran enseñar en serio. Pero ya sabemos que muchos de los que
enseñamos en la Universidad lo que tratamos en realidad es de equilibrar
nuestros presupuestos sin darnos excesiva chamba. Es así que los criterios
académicos parecen no estar demasiado representados en algunas instituciones.
Pero al final el sistema procesará a alumnos y docentes, y a los alumnos los
mantendrán o sacarán de él, teniendo que pasar por todo en la búsqueda del
ansiado cartón; mientras que el docente se adocenará, perderá la motivación, y
repetirá semestre tras semestre los mismos contenidos del mismo; y reservará
sus fuerzas para influir en que el Curso no le sea quitado o suprimido de la
malla curricular. Y culmino acá esta Segunda parte, y preparo la Tercera.
Gracias a mis lectores por leerme.
ANTERIOR: COMBATES POR LA DIDÁCTICA DE LA HISTORIA 1: MEMORIA Y MEMORISMO - http://memoriasdeorfeo.blogspot.com/2012/03/combates-por-la-didactica-de-la.html
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