CRÓNICAS DE LECTURAS - 5 - HUMOR
I
Qué es eso del Humor
No, mis queridos lectores, no
hablo de libros de chistes ni de recopilaciones de cuentos verdes, colorados o
de cualquier color. Hablo de Humor, de libros humorísticos. La palabreja
llama la atención. A primera vista me sugería la palabra “Humo”, como en
“cortina de humo”, así que hice mi tarea y me fijé en algunas cosas. La Real
Academia empieza por acá: Humor o Humorismo (del latín: humor, -ōris), que se define como el modo de presentar, enjuiciar o comentar la realidad, resaltando el lado cómico, risueño o ridículo de las cosas. La Retórica es más profunda en su estudio, y lo entiende como procedimiento literario para causar disfrute, catarsis o alivio. De este modo se entiende el Humor como "risa a través de las lágrimas" o como "reír para no llorar". De repente el Humorismo es una de las formas principales de exorcizar lo Horrible, lo "real-horroroso" que quiere mi amigo Rafael Moreno Casarrubios. Para cualquiera con experiencia en este Valle de Lágrimas, la vida es un asco, es atroz y llena de penalidades, indigna de vivirse. La Biblia la reconoce como un servicio militar sobre la Tierra, como vanidad sobre toda vanidad, desde que nada obtiene el hombre de sus trabajos bajo el Sol. Shakespeare, que se sabía su algo de todo esto, la describe como un cuento contado por un idiota, pleno de sonido y de furia, que nada significa. Vivir es en general una carga penosa y desagradable, como pueden atestiguar los muchos pobres diablos que, abrumados, no consiguen atravesarla y tienen que irse por la puerta falsa. La carga empeora con esa ridícula necesidad de recordarnos constante y artificiosamente lo hermosa y bella que es la vida. A mí me sacan de quicio esas constantes cadenas por Internet que le otorgan a la Vida una poesía y dignidad que nunca ha poseído. Las escenas de las cadenas son lindas, de acuerdo, y la Vida también es eso, pero siempre se olvidan del otro lado del asunto: Hospitales de enfermos terminales, campos de concentración, fosas comunes, campos de batalla, y más de ese largo despliegue de horrores del que todos somos responsables, aunque nadie quiera responder de ellos. Como de la Vida sólo saldremos con la cara seria, pies por delante y en pijama de pino, como que cualquier dulzura o gusto o lujuria de vivir se condiciona por el simple hecho que la última parada es el cementerio.
Así es muchachos, estamos de pasada y ninguno que vive hoy estará acá en cien o cincuenta años, unos más tarde, otros más temprano. Que no nos quede la menor duda que somos menú de gusanos, a menos que nos guste la incineración. Pero también es muy cierto que tiene bastante de idiota y cobarde lamentarse de lo que no tiene remedio, y aunque todos debiéramos reflexionar sobre ésto y tener alguna posición, aquiescencia o aceptación frente a la Flaca Huesuda, la Gran Enemiga, tampoco es cosa de hacerse figuritas la cotidianidad, que si hay Muerte es porque hay Vida. Como sin importar lo que hagamos, igual a la fosa nos vamos, cualquier persona con un poco de sensibilidad e inteligencia hará del transcurrir en el trayecto algo lo más variado, agradable, interesante y sobre todo largo, posible. El Humor se justifica así y nos hace agradable la Vida y sus circunstancias, o por lo menos nos la hace algo más soportable antes que llegue aquella que Las Mil y Una Noches denomina destructora de los goces, pobladora de cementerios y deshacedora de reuniones.
El Humor por ende no es cosa simple. De lo chabacano a lo elaborado, el Humor cumple una función vital (y vital viene de Vida). Si el Humor es de los buenos, nos moviliza hacia nosotros mismos, y nos hace vivir con mayor plenitud. Reír es propio de nuestra especie humana, que lo comparte con nuestros primos antropoides, los etólogos han descubierto importantes asociaciones entre el rictus de la boca al reír y las conductas de disociación del individuo de lo absurdo, lo inexplicable, lo penoso; en suma, de lo que nos mueve el piso. ¿No nos pasa que en los entierros y demás ocasiones luctuosas tendemos a reír con mayor facilidad? ¿Nunca pasamos por la risa "nerviosa" o "histérica"? El Humor nos disocia de lo "real-horroroso" y nos fuerza a distanciarnos, a mirar desde otras perspectivas los hechos desgraciados o míseros. Y la cosa es más profunda de lo que parece, por ello tipos como Schopenhauer, Nietzsche, Aristóteles, Bergson y Freud trataron el tema a profundidad, pero escapa de las intenciones de este Cronista meterse a tanta profundidad filosófica. Hay un Humor chabacano, físico, que parece se inició con la cara que puso Trucutú el Neandertal cuando le cayó en el pie el rocón que trataba de tallar, y toda la tribu se partió de risa. Posteriormente el Humor se refinó algo, y por ello puede ser evidente o irónico, visual o conceptual, ligero o profundo, circunstancial o de fondo, verde o rojo o blanco o negro, sublime o rastrero. Los recursos del Humor son extensísimos, y siempre hay un texto tras todo despliegue de Humor, sea un guión, un libro o simplemente ideas en la cabeza, como en el Stand-Up o el novísimo arte del Impro. Pasaré por alto en esta Crónica el genial humorismo visual de Charles Chaplin, Buster Keaton, Mack Sennet, Totó, Louis De Funes o Jerry Louis. Igualmente a colectivos como Bocca, Monty Python o Les Luthiers, y me concentraré en el Humor escrito.
Así es muchachos, estamos de pasada y ninguno que vive hoy estará acá en cien o cincuenta años, unos más tarde, otros más temprano. Que no nos quede la menor duda que somos menú de gusanos, a menos que nos guste la incineración. Pero también es muy cierto que tiene bastante de idiota y cobarde lamentarse de lo que no tiene remedio, y aunque todos debiéramos reflexionar sobre ésto y tener alguna posición, aquiescencia o aceptación frente a la Flaca Huesuda, la Gran Enemiga, tampoco es cosa de hacerse figuritas la cotidianidad, que si hay Muerte es porque hay Vida. Como sin importar lo que hagamos, igual a la fosa nos vamos, cualquier persona con un poco de sensibilidad e inteligencia hará del transcurrir en el trayecto algo lo más variado, agradable, interesante y sobre todo largo, posible. El Humor se justifica así y nos hace agradable la Vida y sus circunstancias, o por lo menos nos la hace algo más soportable antes que llegue aquella que Las Mil y Una Noches denomina destructora de los goces, pobladora de cementerios y deshacedora de reuniones.
El Humor por ende no es cosa simple. De lo chabacano a lo elaborado, el Humor cumple una función vital (y vital viene de Vida). Si el Humor es de los buenos, nos moviliza hacia nosotros mismos, y nos hace vivir con mayor plenitud. Reír es propio de nuestra especie humana, que lo comparte con nuestros primos antropoides, los etólogos han descubierto importantes asociaciones entre el rictus de la boca al reír y las conductas de disociación del individuo de lo absurdo, lo inexplicable, lo penoso; en suma, de lo que nos mueve el piso. ¿No nos pasa que en los entierros y demás ocasiones luctuosas tendemos a reír con mayor facilidad? ¿Nunca pasamos por la risa "nerviosa" o "histérica"? El Humor nos disocia de lo "real-horroroso" y nos fuerza a distanciarnos, a mirar desde otras perspectivas los hechos desgraciados o míseros. Y la cosa es más profunda de lo que parece, por ello tipos como Schopenhauer, Nietzsche, Aristóteles, Bergson y Freud trataron el tema a profundidad, pero escapa de las intenciones de este Cronista meterse a tanta profundidad filosófica. Hay un Humor chabacano, físico, que parece se inició con la cara que puso Trucutú el Neandertal cuando le cayó en el pie el rocón que trataba de tallar, y toda la tribu se partió de risa. Posteriormente el Humor se refinó algo, y por ello puede ser evidente o irónico, visual o conceptual, ligero o profundo, circunstancial o de fondo, verde o rojo o blanco o negro, sublime o rastrero. Los recursos del Humor son extensísimos, y siempre hay un texto tras todo despliegue de Humor, sea un guión, un libro o simplemente ideas en la cabeza, como en el Stand-Up o el novísimo arte del Impro. Pasaré por alto en esta Crónica el genial humorismo visual de Charles Chaplin, Buster Keaton, Mack Sennet, Totó, Louis De Funes o Jerry Louis. Igualmente a colectivos como Bocca, Monty Python o Les Luthiers, y me concentraré en el Humor escrito.
II
Don Camilo o Un Mundo Pequeño (Giovanni Guareschi)
El Humor Británico de Richmal
Crompton en su serie sobre Guillermo había formado mi gusto por el humor
literario, como narré en Crónica pasada. Leí casi todos esos libros, y empecé a comprender el Humor y sus variantes. No pretendo comprender el Humor, es trabajo de toda una vida, pero que puede llegar a hacernos mucha gracia. Otros encontronazos con el Humor me llegaron
repartidos en diversas obras que combinaban el Humor con el Drama. Es decir, no
eran obras de intención humorística,
pero hacían uso del humor para salir de la solemnidad. En La Odisea, Homero presenta una situación que debe haber hecho reír
mucho a griegos y romanos; la de Hefesto haciendo el papel de cornudo, al
atrapar con artes mágicas a su infiel esposa Afrodita con Ares ahí, precisamente ahí, y presentándolos a la Asamblea de los Dioses así, precisamente así, con la
consecuencia que los Dioses se burlen de su ingenuidad. Parece que la épica de Ulises
podía resultar muy solemne, y los aedos recuperaban la atención de sus
adormilados y medio ebrios oyentes con cuentos picantes como el reseñado, y así se instala la
Comedia en medio de la Tragedia. A Homero se le atribuye también la primera Parodia: la Batracomiomiaquia y procuremos no astillarnos los dientes al pronunciar el nombrecito. Es
parodia de La Ilíada, e imagino
que atenienses y espartanos sonreirían al oír de ranas y ratones dándose
de porrazos, lanzazos y mandobles, como Aquiles, Héctor, Áyax o
Menelao. El primer humor negro que conocí fue el de Daniel De Foe y
la versión completa de los Viajes de
Gulliver. Esta obra es crítica acerba de la Inglaterra del Siglo
XVIII, y a la franca no entiendo porque en las versiones de niños le suprimen más del 60 % - viajes a Laputa y Houynhm - y se trivializan los
Viajes a Liliput y Brondignag. La versión en miniseooooie de TV es de enorme calidad, protagonizada por Ted Danson y Mary Steenburger, y conserva el
sarcasmo original a costa del Humor. Sin embargo mi primera gran obra humorística fue la serie de Giovanni Guareschi
dedicada al Cura Don Camilo y al Comunista Alcalde Peppone. Varios libros escribió Guareschi
sobre este personaje, pero en vida sólo publicó tres: Don Camilo (Un mundo pequeño), El
Regreso de Don Camilo, y El Compañero
Don Camilo. Al leerlos no es difícil entender
por qué: Don Camilo (Un mundo pequeño) es sin duda el mejor, y los otros mantienen la misma calidad narrativa y originalidad argumental, en tanto que las póstumas repiten situaciones de modo más o menos estereotipado. Los muertos no hablan, las obras póstumas las publican editores y herederos a fin de hacer plata fácil con la fama del desaparecido autor, basados en textos inconclusos. Hay excepciones, pero la norma es que a otras manos – los escritores negros – se les encargue meter la cuchara para “concluir” lo inconcluso. No sé, a mí me da la sensación que es como contratar a Mick Jagger para que termine la “Inconclusa” de Schubert.
Hoy sabemos que varias obras atribuidas a Julio Verne publicadas tras su muerte
fueron refundidas y terminadas por su hijo Michel. También es el caso de Christopher Tolkien, hijo
del autor de El Señor de los Anillos, que aprovecha de las películas de Peter
Jackson, y refunde notas sueltas y esquicios de su padre. Es difícil juzgar si
estas obras póstumas corresponden en verdad a su autor, y es previsible que no tienen la misma calidad que las publicadas en vida y bajo su propio cuidado.
Giovannino (Juanito) Guareschi
fue católico y anticomunista militante, e intervino en política como
monarquista primero y luego como demócrata cristiano. El centro de la trama de Don Camilo
es la interacción entre tres personajes en el contexto de la Postguerra
italiana (1946 hasta mediados de los 1960): Don Camilo, Peppone y el Cristo del Altar. Don
Camilo es un avezado cura párroco católico, tradicionalista y guerrero, de gran fortaleza física y sólidas convicciones morales y políticas, que enfrenta desde ellas a su coprotagonista Giuseppe “Peppone” Bottazzi, jefe
de la célula local del Partido Comunista Italiano y Alcalde del pueblo. Ambos
personajes representan y viven una relación
constante de amor-odio que no excluye la agresión física. Sin embargo, cuando
deben enfrentar conflictos generales y universales unen fuerzas a regañadientes
y descubren todo el tiempo que no están tan separados como les gustaría
pretender. El tercer protagonista, el Cristo del Altar, es una suerte de
conciencia de Don Camilo, y para explicarle conviene recurrir al propio autor: “si los curas se sienten ofendidos por causa de Don Camilo, son muy dueños de
romperme en la cabeza la vela más gorda; si los comunistas se sienten ofendidos
por causa de Peppone, también son muy dueños de sacudirme con un palo en el
lomo. Pero si algún otro se siente ofendido por causa de los discursos del
Cristo, no hay nada que hacer, porque el que habla en mi historia no es Cristo,
sino mi Cristo, esto es, la voz de mi conciencia.” La intensa y personal obra de Guareschi muestra un profundo amor a lo italiano, una suprema comprensión de las
grandezas y miserias humanas, y una fe inquebrantable en la bondad divina. Esto se expresa bien en una frase del Cristo del
Altar referida a uno de los enredos mostrados en la obra: “¡Banda de chiflados!”. Guareschi es un humorista por momentos sublime: “Cosas de
este pueblo que razona más a palos que con el cerebro, pero donde al menos se
respeta a los muertos”. No duda en decir que él no crea nada, que quien
creó a Don Camilo, Peppone, la maestra del pueblo y toda la recatafila de
entrañables personajes de Un mundo
pequeño fue la Tierra Baja (la Bassa) al lado del río Po. Sus temas son los sencillos del devenir cotidiano del corazón: El amor, la envidia,
los rumores, la sobrevivencia, las tradiciones, la Navidad, la tolerancia, la fe,
la política menuda del pueblo, la lucha por la vida. Me encantaría ver este libro en todos los Planes Lectores, pues posee la sencillez de lo real. Un personaje
secundario nos ayudará a ver cómo elabora Guareschi: El hijo de Peppone, el
Alcalde Comunista, es de niñito un querubín angelical que lleva flores al
Obispo, y que al caer enfermo es salvado por un heroico Escuadrón Volante de Motociclistas
dirigido por Don Camilo, que al final es jefe de una banda de jóvenes motorizados melenudos, cuyo apodo o nom de guerre es "Veneno". Este rebelde se enamora de la sobrina de Don Camilo – que es la piel del diablo -, con la que al final se casa en feliz comunión de los viejos enemigos. Y en estos procesos, donde todo
cambia, pero a la vez todo sigue más o menos igual, el ser humano continúa su
marcha hacia Dios, que le espera con los brazos abiertos, para comprender y perdonar. Repito, para mí es un misterio por qué esta obra no está
en nuestros Planes Lectores, de repente porque considera a los comunistas como seres humanos. La tolerancia política
y la convivencia social, que no significa aceptar lo que no cree aceptable, del
democristiano Guareschi es ejemplar y lo expresa el Cristo del Altar: “ … es preciso perdonarlos, porque no lo
hacen para ofender a Dios. Ellos buscan afanosamente la justicia sobre la
Tierra porque no tienen fe en la recompensa divina. Por eso creen solamente en
lo que se toca y se ve, y los aviones son para ellos los ángeles infernales de
este infierno terrestre que en vano tratan de convertir en paraíso. (…) Pero tu
Dios no está hecho de números, Don Camilo …”.
Un link para bajar libros de Guareschi es: http://www.libroos.es/tags/Guareschi%20Giovanni.html
Un link para bajar libros de Guareschi es: http://www.libroos.es/tags/Guareschi%20Giovanni.html
III
Enrique Jardiel Poncela y el Teatro del Absurdo
Los primitivos del arte nuevo – decía Monet de Cézanne – no son exitosos en el sentido comercial del
término. Están demasiado adelantados a su tiempo y su sociedad, o si se quiere a caballo
entre lo antiguo que veneran y lo nuevo en que lo transforman. Sus
descendientes hacen plata con la chamba del muerto, pero ellos mismos la
pasan cuadras. Jardiel Poncela es típico: Murió a los cincuenta años
de edad, de vivir demasiado y con intensidad. Su obra está ahí, se representa y lee hasta la actualidad, mientras en su época era
considerada exagerada e irrepresentable. Tuvo grandes éxitos de
taquilla teatral, escribió novelas y guiones; vivió, conoció y trabajó en la
España, el Hollywood y la Argentina de los años treintas; fue transgresor,
ególatra, creído y a la vez profundamente enamorado del arte del
teatro y de la letra escrita. Su éxito se inicia cuando rompe con la pesada y
profusa tradición teatral española e inventa el Astrakán, comedia
inclasificable, literariamente impecable, pero atacada por los críticos
hasta extremos caníbales. Por supuesto Jardiel devolvió los golpes con dureza
decuplicada y sanguinaria ironía: “Los críticos son los parásitos del artista, echémosle Flit
(insecticida) …”, o “… pedirle a un
crítico que discurra es forzar su naturaleza y plantearle un problema mental de
primer orden.” El Astrakán es una comedia irreal, hecha de absurdos, imposibilidades, incoherencias; que se sostiene en una lógica en las fronteras de lo verosímil. La
fábrica de sueños hollywoodense y sus colonias artísticas, como los cines mexicano y argentino, le copiaron con descaro sus ideas para sus guiones. Es actual,
sus chistes y ocurrencias son repetidos y repetidos hasta la saciedad por los
comediantes de hoy cuando se les acaba la creatividad, y soporta la relectura
con gran éxito. Yo llegué a Jardiel de la mejor forma posible: representado en
una obra colegial, protagonizada por mi largamente descomunicado amigo lejano
Raphael Caparrós – lejano en el sentido que vino al Perú, conquistó a su esposa
y se fue a España, donde reside hace más de treinta años –, y de quien me
gustaría saber más. Esta obra es la extrañamente hermosa Eloísa está debajo de un almendro, flor de comedia astracanesca,
que tuve la fortuna en circunstancias análogas de representar, si bien sin la
soltura y suficiencia de Raphael.
Una frase de Jardiel lo pinta
de cuerpo entero: “ … yo no admito más
jueces – descontado el público, que paga por dar su fallo – que los que se
hallan a mi mismo nivel, o a un nivel superior al mío, en mentalidad, en
sensibilidad y en concepto del arte”. Ferozmente independiente, refractario
a la colaboración, contestatario y ciertamente más libertario que
liberal, nos obsequia con títulos como Los
ladrones somos gente honrada, Un
marido de ida y vuelta, Amor se
escribe sin Hache, Usted tiene ojos
de mujer fatal, Las cinco
advertencias de Satanás, e incluso Angelina
o el Honor de un Brigadier, escrita en verso a la manera de Eugenio Hartzenbusch y otros
autores de fines del Siglo XIX. Experimental hasta el extremo, miraba en ambas
direcciones: Escribió cuentos y narraciones donde suprimía ciertas vocales, o
se lanzaba a cosas – así las llamaba
– como ¿… y hubo alguna vez Once Mil
Vírgenes? o La Tournée de Dios,
que mostraban su desencanto ateo, en época donde el catolicismo más tradicionalista
andaba suelto en la España Falangista / Franquista de los años veinte, treinta y cuarenta. Por cierto que también los republicanos españoles iban tras su cuello, y así transcurrió su medio siglo de vida, tratando de sobrenadar lo más auténticamente posible en una complicada época de
intolerancias. Leer a Jardiel es un regalo que uno se hace, sorprende no
verlo más representado. Fuera de la Eloísa …,
me parece simplemente genial Blanca por
fuera y Rosa por dentro, donde muestra la desconcertante inventiva de imitar al Cervantes del Retablo
de las Maravillas con trescientos años de retraso, al crear un teatro dentro del
teatro para repetir una escena de descarrilamiento que permita a la
protagonista femenina recuperar la memoria y volver a querer a su marido. Posee personajes entrañables como el fiel mayordomo Camilo, veterano de guerra y transgresor social
que le desternilla a uno de risa, y que nos recuerda al Ama de Doña Rosita la Soltera de García Lorca; como la amnésica mucama Mónica, vuelta repentinamente un as de la memoria
cuando su ama pierde la ídem; como Héctor, enamorado antiguo de la guapa pero
insoportable Blanca, y viudo de la fea pero amorosa Rosa. El matrimonio de
Ramiro y Blanca se dibuja con economía de recursos, no se necesita saber mucho cuando en la primera escena se ve la silla colgada de la
araña de la sala … . Por último, el
Doctor Anastasio “Anestesio” Fonseca, el profesor Perales y el matrimonio
vecino, con suegra y todo, todos dibujan una trama casi perfecta, con enorme cantidad de actores donde nada sobra y nada falta, y que se disfruta desde el principio hasta el final. En todo lo que nuestra humana imperfección nos limita, y desde mi muy amateur punto de vista, digo que ante la Eloísa y la Blanca estamos ante dos comedias perfectas, a las que el
mismo Jardiel asigna padre y madre: El humorismo y la poesía. Perdónenme mis lectores el entusiasmo.
Un link para bajar libros de Enrique Jardiel Poncela es:
http://www.libroos.es/tags/Jardiel%20Poncela%20Enrique.html
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IV
Woody Allen y Para acabar de una vez por todas con la Cultura
Rindamos el más
sentido homenaje a los traductores. Quizá lo más difícil de traducir es el Humor. Cualquier obra de humor en castellano de
autor extraño a nuestra hermosa lengua, tiene un heroico traductor que nos lo pone al alcance.
Aunque sea preferible leer a cualquier autor en su idioma
original, y siempre se pierda algo en la Traducción, hay
que ser grande para transmitir el talento desde un idioma-origen completo en sí mismo a otro idioma-meta igualmente completo. Además cada autor es una persona compleja en sí misma, lo que
patentiza la dificultad del oficio de traducir. Hecho el homenaje, miremos a
Woody Allen, famosísimo director y guionista de cine, culto como
pocos, irremediablemente músico y con pespuntes de robacunas. Prolífico y creativo, ha dirigido una cantidad inmensa de películas, tales como
Lily la tigresa (1966), Toma el dinero y corre (1966), Bananas (1971), Todo lo que siempre quiso saber sobre el sexo y nunca se atrevió a preguntar
(1972), El dormilón (1973), La última noche de Boris Grushenko
(1975), Annie Hall (1977), la
increíble Zelig (1983), La rosa púrpura de El Cairo (1985), Poderosa Afrodita (1995), Melinda y Melinda (2004), la
extraordinaria Vicky Cristina Barcelona
(2008), y me quedo corto porque el hombre sigue activo y no tiene cuando cantar
como el cisne. Su talento no se limita a dirigir y a los guiones, como actor
supera su físico calvo, feo y achaparrado haciendo de antihéroe torpe y
aturdido. Sus artículos en el The New
Yorker y otras publicaciones se sistematizaron en una obra extraordinaria
de humor a lo bestia: Para acabar de una
vez por todas con la Cultura. El amigo Heywood Allen se permite en ella
romper todas las convenciones, destrozar todos los temas, recortándolos con
tijeritas conceptuales para hacer pajaritas de papel, y arrojarlas
desenfadadamente al viento. No duda en hacer pedazos los géneros literarios, nada
ni nadie se salva. Hagamos un somero paseo por algunos de estos interesantes y
graciosos artículos:
En Las listas de Metterling
se burla del análisis literario inventándose un
autor – Metterling - de libros tan esenciales como Confesiones de un Queso Monstruoso y Pensamiento de un Pollo, que analiza a
través de las listas de ropa que lleva o no a la lavandería. En Mi
filosofía hace pedazos el pensamiento filosófico presentándolo como resultado de un souflée hecho por su esposa, que le cae en el pie y le fractura
varios huesos, y parodia expresiones clásicas de la Filosofía como la
especulación, la alegoría y el aforismo: “… no
cabe duda de que la característica de la «realidad» es que carece de esencia.
Esto no quiere decir que no tenga esencia, sino simplemente que carece de ella.
(La realidad a la que me refiero es la misma que describió Hobbes, pero un poco
más pequeña.). En Sí, ¿pero puede hacer esto la máquina de
vapor? ridiculiza el proceso científico en la
invención del Sándwich por el Conde de Sándwich (Liberó a la humanidad del almuerzo caliente. Todos estamos en deuda con
él). En El séptimo sello presenta el tema que retomará en La rosa púrpura del Cairo rindiendo
risueño homenaje al cineasta sueco Ingmar Bergman, matando a la Muerte por la
acción de un diseñador de ropa. En Leyendas hasídicas según la interpretación
de un distinguido erudito le da duro a su herencia
ancestral judía, absurdizando las leyendas del Hassidim. El Ajedrez por correspondencia es hecho contrasentido en dos partidas diferentes jugadas a la vez por dos fanáticos del
ajedrez en Correspondencia. Es astracanesco en Reflexiones de un Sobrealimentado: “Soy gordo. Soy asquerosamente gordo. Soy
el ser humano más gordo que conozco. Lo único que tengo es exceso de peso en
todo el cuerpo. Tengo los dedos gordos. Tengo las muñecas gordas. Mis ojos son
gordos. (¿Puedes imaginar ojos gordos?)”. En El Conde Drácula, ataca el género vampiresco al sacar a Drácula de su ataúd un día de eclipse
de Sol, y requerir esconderse en un armario hasta la noche (-¡Oh, mira, mamá -dice el panadero-, el eclipse debe de haber
terminado! Vuelve a salir el sol. -Así es -dice Drácula cerrando de un portazo
la puerta de entrada-. He decidido quedarme. Cierren todas las persianas,
rápido, ¡rápido! ¡No se queden ahí! -¿Qué persianas? -preguntó el panadero. -¿No
hay? ¡Lo que faltaba! ¡Qué par de...! ¿Tendrán al menos un sótano en este
tugurio? -No -contesta amablemente la esposa-. Siempre le digo a Jarslov que
construya uno, pero nunca me presta atención. Ese Jarslov… -Me estoy ahogando. ¿Dónde está el armario?).
Se me perdonará que como Profesor de Filosofía, mi relato preferido
sea El
Gran Jefe, en que manipula las convenciones de la
novela policial para ilustrar la contratación del detective “Kaiser” Lupowitz
por una guapa y muy snob estudiante de filosofía que debe encontrar a Dios para
aprobar un curso. El proceso del detective al buscar a Dios lo lleva a
identificar un cadáver que responde a sus características, ser sospechoso de
su asesinato, y mencionar
en el transcurso a los filósofos Jaspers, Buber, Hegel,
Schopenhauer, los existencialistas,
etcétera (-Hazme caso, Kaiser. No hay nadie por encima de nosotros. Sólo el
vacío. No podría emitir todos esos talones falsos ni joder a la gente como lo
hago si por un segundo tuviera conciencia de un Ser Supremo. El universo es
estrictamente fenomenológico. No hay nada eterno. Nada tiene sentido.). Esta
pieza de antología culmina encontrando culpable de la Muerte de Dios a la misma
estudiante que contratao a Kaiser, y con su muerte, unida a un discurso final: “un
concepto sutil (…) que espero haya pescado antes de morir”. Humor oscuro, hasta para Negro.
Un link para bajar la obra reseñada es: http://www.smav2.com.ar/guattari/curso/biblioteca/woody_allen.pdf
Un link para bajar la obra reseñada es: http://www.smav2.com.ar/guattari/curso/biblioteca/woody_allen.pdf
V
Colofón
Lo común en todos los libros de humor que poseo es que están desgastados en los bordes y sucios en las esquinas, a veces deshojados. Los releo una y otra
vez, la marca del Humor de calidad es que se retorna a él, se lee, relee, se
vuelve a leer y se vuelve a releer, una y otra vez, y cada cierto tiempo se vuelve
a ellos. Y siempre te ríes, siempre se produce la misma reacción frente a lo
gracioso del animal humano. No parece mal pasar el entender
quienes somos ejerciendo la risa. Hay
cosas peores en la vida. Grande me salió la Crónica, y aún así mucho se me
queda en el tintero. Tal vez se justifique una segunda parte en estas Crónicas
sobre Humorismo. Y como siempre: Lee lo
que quieras, como quieras, donde quieras. Y ríe lo que
puedas, porque en pijama de madera, ya no se puede … .
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