CRÓNICAS DE LECTURAS – 42
Ciencia Ficción Clásica
I
Qué es la Ciencia Ficción
Tratando de encontrar qué cosa es
la Ciencia
Ficción clásica, me encuentro con que Isaac Asimov se me adelantó en el prefacio, introducción o prólogo
(sé que hay diferencias entre ellos, pero disertar sobre ello me da flojera) de
la antología de 1981 Lo mejor de la
Ciencia Ficción del Siglo XIX, que presenta obras de E. T. A. Hoffman, Edgar
Allan Poe, Mary Shelley y Nathaniel Hawthorne entre otros. Asimov hace afirmaciones sobre el tema
que se pueden calificar de magistrales, ya que el caballero en cuestión es sin
discusión el Gurú Máximo del asunto. Estas definiciones van en círculos
concéntricos, lo que permite entender a cabalidad de qué trata en realidad la Ciencia
Ficción, empezando por decirse ser narrativa que versa sobre lo
imaginativo y no familiar, con lo que casi cualquier cosa caería en el dominio
de la susodicha Ciencia Ficción. Pero Asimov
empieza desde aquí a limitar el espectro, empleando para ello los tópicos de la
Ciencia
Ficción, que lo llevan desde la Odisea
de Homero hasta la Historia verdadera de Luciano de Samosata (siglo II D.C.),
que no calificaría como Ciencia Ficción al no tratar de
reflejar la realidad del universo. Así pega el salto hasta 1634 y el famoso Somnium de Johannes Kepler, inspiración de Isaac Newton y marco conceptual de la célebre caída de la manzana, causa
eficiente de toda la Física Moderna. Pero ello no es suficiente para Asimov, porque la Ciencia Ficción debería
incorporar elementos de la Ciencia y de la Tecnología creados por los seres
humanos, pues en buena cuenta el género narra cómo los seres humanos progresan
y modifican su medio ambiente con medios proporcionados por la Ciencia y
Tecnología. Asimov enfatiza el hecho
histórico de la velocidad creciente del desarrollo de la Ciencia (me resisto a
emplear el término progreso, pero Asimov lo emplea), velocidad que produce
admiración, extrañeza y/o sorpresa en las personas, de modo que el vero
protagonista de la Ciencia Ficción es esta misma creciente velocidad del progreso. La Ciencia Ficción se
constituye así en el intento narrativo - literario de hacer prognosis del
mundo, de anticipar el futuro, de ahí los “relatos de anticipación”. Y por
tanto, según Isaac Asimov, Ciencia Ficción
es la rama de la literatura que trata de
las respuestas humanas a los cambios en el nivel de la Ciencia y la Tecnología
… entendiendo que los cambios implicados deben ser racionales y acordes con lo
que se sabe de la ciencia, la tecnología y los seres humanos.
Desde muchos años, muchísimos,
soy un apasionado de la Ciencia Ficción, e inclusive de las
películas de Ciencia Ficción, sean éstas buenas, regulares, malas, e
inclusive francamente malas. Sin embargo, la Ciencia Ficción (y toda
la narrativa) ha cambiado porque nuestra cultura de imágenes móviles (motion pictures, como dicen los
gringos), nos ha sacado de la imaginación futurista y ha llevado los códigos y
registros de la Ciencia Ficción a la realidad virtual de la actualidad. El
viejo y más o menos delimitado subgénero de Asimov, Clarke, Sturgeon, Heinlein y Bradbury se
quedó atrás y cambió radicalmente, y hoy en día puede ser muchísimas otras
cosas, a veces bastante extrañas: Aventura (John
Carter, original de Edgar Rice
Burroughs), reflexión filosófica (Solaris,
de Stanislaw Lem), épica (Star-Trek de Gene Roddenderry, o La
Guerra de las Galaxias de John Lucas), ucronía (El Hombre del Castillo de Philip K.Dick), mezcla informe (Cowboys versus Aliens), zombis (Guerra Mundial Z, etc.) y un muy largo y
complejo etcétera. Cosas de la expansión de la Ciencia y sus estereotipos,
porque la Ciencia Ficción posee una larga y gloriosa historia no limitada
a las revistitas de subgénero (pulp-fiction
y análogas) de los años ´30 a ´60 en los Estados Unidos, las que aunque
importantes tienden a pasar por alto al peculiar modo estadounidense al 90 % de
la humanidad que no vive en Nueva York, Chicago o Los Angeles. Sin embargo sería
iluso no reconocer el aporte de la Ciencia Ficción estadounidense - o
si se quiere anglosajona -, pues es la que más se ha traducido y editado, y ha
influido a todas las demás. A Isaac
Asimov le encantaba contar esta historia en sus antologías, así que a ella
me remito, con lo que dejo ese asunto en mejores manos. Paso a comentar algunos libros del género:
II
Ciudad
(Clifford D. Simak)
(Clifford D. Simak)
Estoy más o menos seguro que me
he referido antes a esta obra, pero como si nada lo vuelvo a hacer, porque aún
presentando los lugares comunes de la Ciencia Ficción, Simak no los resuelve del mismo modo
que la mayoría, y sus enfoques ciertamente no son los estereotipos. Escrito en
1957 con el simplísimo nombre de City,
presenta la gradual desaparición de una especie y cómo ésta es vista por las
especies epígonas. La especie cuya extinción y sustitución son diseccionadas en
Ciudad resulta ser la humana, y entre
las especies epígonas que miran y tratan de entender están los perros, que
llaman Websters a los humanos por el apellido de la familia que los
llevó a la inteligencia, el lenguaje y la civilización. Y así otras especies
terrestres toman la posta: hablan, leen y poseen ciencia, tecnología, religión
y filosofía, y tratan de entender a sus antecesores a través de los cuentos e
historias que los mayores narran a los cachorros. Estos cuentos presentan
extraños conceptos e ideas movilizadoras, pues los Perros – y las otras
especies -no alcanzan a entendernos porque sean “mejores” o “peores” que los
humanos, sino porque son distintos: Rover
(…) asegura que los cuentos son más antiguos de lo que generalmente se cree, ya
que conceptos como guerra y asesinato no pudieron nacer en una cultura como la
nuestra. Añadamos la inquietante presencia de las Hormigas, cuyas culturas
/ civilizaciones son tan absolutamente extrañas – para nosotros y para los Perros
y para los Robots y para las demás especies – que fuera de su origen, todo
sobre ella resulta completamente incomprensible, aunque terminen por
hegemonizar y apoderarse de Una de las Tierras, por lo menos … Pero no les
adelantaré la historia, léanla y no sean flojos. Y, de paso, léanse también de Simak esa pequeña maravilla narrativa
que es Estación de Tránsito.
Ciudad es una de esas raras obras de Ciencia Ficción que nos
enfrenta a desconciertos y extrañezas, pues su trama y rasgos característicos escapan
al antropismo que suele rodear el subgénero. Nos rompe los esquemas dejándonos
con la mente algo más abierta a la novedad y con la imaginación algo más
desarrollada. La novela se llama Ciudad,
pero empieza por mostrarnos precisamente el colapso de las Ciudades y la
transformación del hábitat y la sociedad humana en una dirección imprevisible e
imaginativa, que dará lugar a un futuro en el que no solamente no somos
importantes, sino que agotamos nuestra posibilidad como especie hasta la
extinción, y somos así completamente prescindibles. Las otras especies en
capacidad de coexistir o no con otras, no nos necesitan aunque nos tengan
afecto y a veces un tanto de lástima. Mantienen sus características propias,
incluso los Robots, aunque éstos no se parezcan en casi nada a la idea que
podamos tener de ellos: Quizá fuese mejor
que olvidases lo que te he dicho. Los hechos son dolorosos a veces. Un robot
tiene que trabajar con ellos, porque no tiene otra cosa. No podemos soñar, ya
lo sabes. Sólo disponemos de hechos. Mientras leemos nos percatamos que
estos Robots también son una de las especies epígonas de los Websters,
que escapa a las intenciones que se tenían para ellos, lo que nos hace saltar a
otro concepto de evolución, fuera de lo biológico pero que lo abarca. Por otra
parte en su lectura hay un hálito de cosa vetusta que no es desagradable, tal
vez mostrada por los extinguidos marcianos, de importante y frustrado
rol filosófico. Asimismo las dimensiones en las que existe la Tierra - y las
Tierras - vuelven la exploración espacial algo bastante irrelevante, y
presentan espacios interdimensionales en las que las diversas especies
evolucionan, en procesos impulsados repentinamente por causas inobservables y
casualidades. Ciudad convence incluso
hoy, y en realidad convence más hoy que antes por la peculiar extrañeza de sus
mundos alternos. Cuando la leas no verás a tu perro del modo que antes hacías, y
hasta puede que lo rebautices Towser.
Puedes bajar este libro desde este link, entre otros:
http://www.libroos.es/libros-de-narrativa/fantastica/ciencia-ficcion/26213-simak-clifford-ciudad-pdf.html
Puedes bajar este libro desde este link, entre otros:
http://www.libroos.es/libros-de-narrativa/fantastica/ciencia-ficcion/26213-simak-clifford-ciudad-pdf.html
III
El Hombre Ilustrado y las Crónicas Marcianas
(Ray Bradbury)
(Ray Bradbury)
Hace muy poco ha fallecido este
príncipe del género, Ray Bradbury,
el poeta de la Ciencia Ficción. Leerlo es vivir una experiencia del lenguaje,
puede leérsele cómodamente en inglés, porque a pesar de su orientación a la poesía,
su lenguaje es simple y universales los sentimientos que expresa. Entre lo
mucho que uno le puede deber a una persona en poco tiempo, y entre lo mucho que
puede uno atesorar los sentimientos compartidos a la distancia, están las ideas
recurrentes, las pequeñas costumbres adquiridas, las lecturas significativas,
como aquella en la que me trabé con Bradbury
gracias a Marta, quien me obsequió
generosamente El Hombre Ilustrado,
conjunto de cuentos de Ciencia Ficción que me leí de un tirón en el camarote de
un Ferry-Boat en el Río de la Plata, entre Buenos Aires y Montevideo. Por
cierto fue el primer libro de la editorial Minotauro que tuve entre manos, y he
de decir que su tamaño, forma y tipo de letra me salieron siempre a cuenta, se
adaptan a mí con gran fluidez, como sus portadas y magníficas traducciones y
prologuistas, entre ellos Jorge Luis
Borges. Y es de apreciar en El Hombre
Ilustrado sus maravillosos y ya clásicos cuentos, que se representan cada
noche en los movimientos nocturnos de los tatuajes que cubren la totalidad del
cuerpo de un viajero que duerme: Caleidoscopio,
diálogo entre hombres arrojados al espacio por un meteorito que rasga la
espacionave como un papel, arrastrados al Sol, a la Tierra, a las corrientes
meteóricas, al frío espacio exterior … este cuento se representa en muchos
colegios de los Estados Unidos, por la facilidad de hacerlo como por la
potencia dramática del relato. El Otro
Pie presenta la imposibilidad objetiva de segregarse sobre base racial (¿Recuerdas al doctor Phillips, y al señor
Burton, y sus casas enormes, y la cabaña de mi madre, a mi viejo padre que
seguía trabajando a pesar de sus años? El doctor Phillips y el señor Burton le
dieron las gracias poniéndole una soga al cuello. Bueno -dijo Willie-, todo ha
cambiado. El zapato aprieta ahora en el otro pie). La Lluvia, cuento de la desesperación. Los extraños marcianos de Los Globos de Fuego. El último refugio
de la ficción en Los Desterrados. Cómo
persiste el Odio en La Ciudad y en El zorro y el bosque. El desajuste entre individuo y sociedad en
una invasión extraterrestre de morirse de risa en La mezcladora de cemento. La carencia afectiva en Marionetas S.A. Y el cuento que más me
ha gustado siempre desde aquella primera noche en vela en el Ferry-Boat, el muy
hermoso El Cohete y su amable
personaje Fiorello Bodoni. Pero no me
crean a mí, léanlo, léanlo, disfrútenlo, por mi madre que no se arrepentirán.
Un link para bajar El Hombre Ilustrado es:
http://www.ict.edu.mx/acervo_hermeneutica_ray_El%20hombre%20ilustrado%20Ray%20Bradbury.pdf
Un link para bajar El Hombre Ilustrado es:
http://www.ict.edu.mx/acervo_hermeneutica_ray_El%20hombre%20ilustrado%20Ray%20Bradbury.pdf
Como deberían también leer las Crónicas
Marcianas. En todos sus libros Ray Bradbury explora el conflicto en
la naturaleza humana, quizá en una perspectiva demasiado críticamente
“estadounidense”, pero que a uno le obliga a entenderlos en sus simplezas y complejidades,
y a pesar que hablen y se comporten con ampulosidad, sabe uno que está frente a
gente real por más que hablen raro. Bradbury suele presentar temas
recurrentes y sus historias tienden a ser repetitivas aún en sus argumentos,
como si se sintiera en la obligación de volver una y otra vez a las mismas
ideas y situaciones. Tiene la compulsión de tratar de contar lo mismo: Lo
humano en sus despliegues personales, en el ejercicio de su libertad, de sus
impulsos, de lo que le gana cuando no puede pensar, o en qué piensa cuando no
tiene más remedio. Así que puedo decir sin problemas que aunque sé que así es,
que se repetirá y se regodeará contando y recontando veinte veces las mismas cosas que lo traen obsesionado, pues qué me
importa, pues ni me cansa ni me molesta ni me complica, sino que por el
contrario, dénme más y más y más de esto: Quería
ir a Marte en el cohete. Bajó a la pista en las primeras horas de la mañana y a
través de los alambres les dijo a gritos a los hombres uniformados que quería
ir a Marte. O de esto: Los antiguos
nombres marcianos eran nombres de agua, de aire y de colinas. Nombres de nieves
que descendían por los canales de piedra hacia los mares vacíos. Nombres de
hechiceros sepultados en ataúdes herméticos. Nombres de torres y obeliscos.
O de esto: Nosotros, los habitantes de la
Tierra, tenemos un talento especial para arruinar todo lo noble, todo lo
hermoso. No pusimos quioscos de salchichas calientes en el templo egipcio de
Karnak, sólo porque quedaba a trasmano y el negocio no podía dar grandes
utilidades. Pienso que Bradbury sufre la nostalgia de no ser sus
propios antepasados, de no vivir sus circunstancias y sus valores, y por eso
narra la conquista de Marte en sus Crónicas
más con la nostalgia del trampero del Missisipí o del vaquero de Kansas de los
primeros años del Siglo XIX, que con los científicos de Houston y Cabo
Cañaveral de los siglos XX y XXI. Recurre varias veces a la imagen de la
hoguera donde se queman libros y papeles para cancelar etapas e iniciar otras,
y con ella termina las Crónicas: Estoy quemando esa manera de vivir, esa
misma manera de vivir que se está quemando en la Tierra (…) La vida en la
Tierra nunca fue nada bueno. La ciencia progresó rápidamente y nos dejó atrás,
y la gente se extravió en una maraña mecánica, dedicándose como niños a cosas
bonitas: artefactos, helicópteros, cohetes; dando importancia a lo que no tenía
importancia, fijándose en las máquinas más que en el modo de dominar las
máquinas. (…) La Tierra ya no existe. (…) Aquella manera de vivir fracasó, y se
estranguló con sus propias manos (…) Ahora, os voy a mostrar a los marcianos …
Link para bajar las Crónicas Marcianas:
Link para bajar las Crónicas Marcianas:
IV
La paja en el ojo de Dios
(Larry Niven y Jerry Pournelle)
(Larry Niven y Jerry Pournelle)
No es la mejor novela del género,
aunque cosechó sus Premios Hugo y Nébula. Se le ha criticado errores de fondo y
de forma en los que incurre, y de los que somos francamente conscientes cuando
la leemos. Asimismo, su secuela El Tercer
Brazo es complicada e inentendible, a no ser que seas realmente muy
fanático del género, de la Paja y de los Pajeños. Sin embargo La Paja en el ojo de Dios se ha vendido
como bizcochitos calientes y es curioso que le pasen por alto los errores a una
obra con tan gruesos gazapos de estilo y narrativa. Pero así como hay críticos
ácidos y amargos, también los hay entusiastas. Según parece, y a pesar de sus
muchas inconsistencias, posee una virtud casi única y extraordinaria, de
pespuntes antropológicos y filosóficos, que en el momento en que se escribió
resultó decisiva y marcó una diferencia sustancial en el desarrollo de todo el
género de la Ciencia Ficción. Supo presentar de manera totalmente verosímil
una raza extraterrestre completamente alejada de los estereotipos antrópicos
que rodean las tramas del género y aún la actividad científica. Es que como
somos humanos y estamos en verdad demasiado centrados en nosotros mismos, nos
creemos que los extraterrestres deben ser más o menos como nosotros. Esto se
nota particularmente en las películas, que por razones de costos – inventar y
fabricar extraterrestres verosímiles y adaptados a entornos realmente
diferentes puede ser muy caro - siguen al pie de la letra el parámetro asimoviano de un universo poblado por
humanoides, presente también en las franquicias de Star Trek y Star Wars. Y
así, aunque seguramente la evolución en diferentes mundos debe producir muchos
y diferentes modos de adaptación de presuntas formas de vida inteligente, casi
todos los extraterrestres que conocemos vienen con dos brazos y dos piernas,
simetría vertical y asimetría horizontal, sentidos análogos a los nuestros y
hasta una cabeza con su respectivo cerebro. Y además usan la vista, el olfato,
el oído y el gusto igualito que los terrestres o con pequeñas variantes de
espectro para hacer verosímil el relato. En lo que podríamos llamar “nivel de
extrañeza” los extraterrestres de Niven
y Pournelle solo se comparan al
clásico La Amenaza de Andrómeda de Michael Crichton, o con los
extraterrestres presentados en la segunda y tercera partes de la serie Rama, de Arthur Clarke y Gentry Lee (que
para ser justos, debemos decir se escriben mucho después que La Paja), o incluso con los que el mismo
Niven presenta en sus obras
dedicadas al Mundo Anillo, como el Titerote
de Pierson o los Kdatklynos.
Pero ni tanto, ni tan poco. Los
pajeños asimétricos, poseedores de tres brazos, carentes de columna vertebral y
expresiones faciales son tan extraños que primero los humanos los toman por
mutantes. Pero lo más extraño es su enorme habilidad lingüística para los
idiomas – por lo menos en la casta de comunicadores - combinada con su
dramática organización social, su feudalismo industrial totalmente dependiente
de la conciencia colectiva que los mismos pajeños adquieren cada cierto tiempo
histórico acerca de los Ciclos por los que su civilización está condenada a
pasar y que deben tratar que no alcancen el punto crítico de la extinción,
tomando medidas de todos tipos en una lógica que solo puede ser comparada con
una suerte de maktub interestelar
combinado con una paranoia generalizada. Planean cada cierto número de siglos
decaer para descubrir, inventar, desarrollar, incorporar y luego aplicar una forma
de Ingeniería Social a sus Ciclos Históricos. Si obran de otra manera estarían
condenados como especie al colapso y la extinción, a no ser que realmente
prevean y tomen medidas. Incluso los “Eddy el Loco” están previstos, es decir
aquellos personajes “históricos” que escapan a la norma y son tan pero tan
creativos e innovadores que pueden hacer trizas cualquier formato previsible
que adopten las civilizaciones pajeñas, introduciendo un indeseadísimo e
imprevisible azar. El fondo del problema es demográfico: Los pajeños no pueden
evitar reproducirse, registran un enorme sentimiento de culpa respecto a sus
crías y una fuerte competitividad intercivilizaciones que les impide la
contracepción, el infanticidio o el control natal en cualquier forma. Y así
entonces aunque una civilización tratara de arreglar las cosas, el resto no la
seguiría y la que trató de controlar la población, verbi gracia, terminaría aplastada y conquistada por aquellas que
no controlaron su número. La solución que se plantea a este brete es incompleta
y algo absurda, pero … ¿no es así como planteamos nuestras soluciones políticas
la mayor parte de las veces …? El tema de La
Paja en el Ojo de Dios, en realidad, somos nosotros y si resolveremos este
problema …
Link para bajar el libro, entre otros:
http://librosgratis.net/book/la-paja-en-el-ojo-de-dios-larry-niven-jerry-pournelle_37990.html
Link para bajar el libro, entre otros:
http://librosgratis.net/book/la-paja-en-el-ojo-de-dios-larry-niven-jerry-pournelle_37990.html
V
Colofón
Entre estas novelas hay un
panorama de tres estilos que adopta la Ciencia Ficción Clásica: El
intimista y poético de Bradbury, el
innovativo y original de Simak, el Space Opera de Niven y Pournelle. Hay más
por supuesto, la creatividad en el espacio ha sido y es inmensa, y empieza a
reflejarse en géneros cinemeros que adaptan los argumentos de los años ´50 y
´60 a las películas de hoy, si bien con resultados contradictorios. En todo
caso, hay calidad e imaginación en los escritores de la Ciencia Ficción Clásica, y
no defraudan. Y se ve en él además el extraño toque de un género envejecido y a
la vez futurista. Lee lo que quieras.
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