lunes, 24 de junio de 2013

CRÓNICAS DE LECTURAS 42: CIENCIA FICCIÓN CLÁSICA

CRÓNICAS DE LECTURAS – 42
Ciencia Ficción Clásica

I
Qué es la Ciencia Ficción

Tratando de encontrar qué cosa es la Ciencia Ficción clásica, me encuentro con que Isaac Asimov se me adelantó en el prefacio, introducción o prólogo (sé que hay diferencias entre ellos, pero disertar sobre ello me da flojera) de la antología de 1981 Lo mejor de la Ciencia Ficción del Siglo XIX, que presenta obras de E. T. A. Hoffman, Edgar Allan Poe, Mary Shelley y Nathaniel Hawthorne entre otros. Asimov hace afirmaciones sobre el tema que se pueden calificar de magistrales, ya que el caballero en cuestión es sin discusión el Gurú Máximo del asunto. Estas definiciones van en círculos concéntricos, lo que permite entender a cabalidad de qué trata en realidad la Ciencia Ficción, empezando por decirse ser narrativa que versa sobre lo imaginativo y no familiar, con lo que casi cualquier cosa caería en el dominio de la susodicha Ciencia Ficción. Pero Asimov empieza desde aquí a limitar el espectro, empleando para ello los tópicos de la Ciencia Ficción, que lo llevan desde la Odisea de Homero hasta la Historia verdadera de Luciano de Samosata (siglo II D.C.), que no calificaría como Ciencia Ficción al no tratar de reflejar la realidad del universo. Así pega el salto hasta 1634 y el famoso Somnium de Johannes Kepler, inspiración de Isaac Newton y marco conceptual de la célebre caída de la manzana, causa eficiente de toda la Física Moderna. Pero ello no es suficiente para Asimov, porque la Ciencia Ficción debería incorporar elementos de la Ciencia y de la Tecnología creados por los seres humanos, pues en buena cuenta el género narra cómo los seres humanos progresan y modifican su medio ambiente con medios proporcionados por la Ciencia y Tecnología. Asimov enfatiza el hecho histórico de la velocidad creciente del desarrollo de la Ciencia (me resisto a emplear el término progreso, pero Asimov lo emplea), velocidad que produce admiración, extrañeza y/o sorpresa en las personas, de modo que el vero protagonista de la Ciencia Ficción es esta misma creciente velocidad del progreso. La Ciencia Ficción se constituye así en el intento narrativo - literario de hacer prognosis del mundo, de anticipar el futuro, de ahí los “relatos de anticipación”. Y por tanto, según Isaac Asimov, Ciencia Ficción es la rama de la literatura que trata de las respuestas humanas a los cambios en el nivel de la Ciencia y la Tecnología … entendiendo que los cambios implicados deben ser racionales y acordes con lo que se sabe de la ciencia, la tecnología y los seres humanos.

Desde muchos años, muchísimos, soy un apasionado de la Ciencia Ficción, e inclusive de las películas de Ciencia Ficción, sean éstas buenas, regulares, malas, e inclusive francamente malas. Sin embargo, la Ciencia Ficción (y toda la narrativa) ha cambiado porque nuestra cultura de imágenes móviles (motion pictures, como dicen los gringos), nos ha sacado de la imaginación futurista y ha llevado los códigos y registros de la Ciencia Ficción a la realidad virtual de la actualidad. El viejo y más o menos delimitado subgénero de Asimov, Clarke, Sturgeon, Heinlein y Bradbury se quedó atrás y cambió radicalmente, y hoy en día puede ser muchísimas otras cosas, a veces bastante extrañas: Aventura (John Carter, original de Edgar Rice Burroughs), reflexión filosófica (Solaris, de Stanislaw Lem), épica (Star-Trek de Gene Roddenderry, o La Guerra de las Galaxias de John Lucas), ucronía (El Hombre del Castillo de Philip K.Dick), mezcla informe (Cowboys versus Aliens), zombis (Guerra Mundial Z, etc.) y un muy largo y complejo etcétera. Cosas de la expansión de la Ciencia y sus estereotipos, porque la Ciencia Ficción posee una larga y gloriosa historia no limitada a las revistitas de subgénero (pulp-fiction y análogas) de los años ´30 a ´60 en los Estados Unidos, las que aunque importantes tienden a pasar por alto al peculiar modo estadounidense al 90 % de la humanidad que no vive en Nueva York, Chicago o Los Angeles. Sin embargo sería iluso no reconocer el aporte de la Ciencia Ficción estadounidense - o si se quiere anglosajona -, pues es la que más se ha traducido y editado, y ha influido a todas las demás. A Isaac Asimov le encantaba contar esta historia en sus antologías, así que a ella me remito, con lo que dejo ese asunto en mejores manos.  Paso a comentar algunos libros del género:

II
Ciudad 
(Clifford D. Simak)

Estoy más o menos seguro que me he referido antes a esta obra, pero como si nada lo vuelvo a hacer, porque aún presentando los lugares comunes de la Ciencia Ficción, Simak no los resuelve del mismo modo que la mayoría, y sus enfoques ciertamente no son los estereotipos. Escrito en 1957 con el simplísimo nombre de City, presenta la gradual desaparición de una especie y cómo ésta es vista por las especies epígonas. La especie cuya extinción y sustitución son diseccionadas en Ciudad resulta ser la humana, y entre las especies epígonas que miran y tratan de entender están los perros, que llaman Websters a los humanos por el apellido de la familia que los llevó a la inteligencia, el lenguaje y la civilización. Y así otras especies terrestres toman la posta: hablan, leen y poseen ciencia, tecnología, religión y filosofía, y tratan de entender a sus antecesores a través de los cuentos e historias que los mayores narran a los cachorros. Estos cuentos presentan extraños conceptos e ideas movilizadoras, pues los Perros – y las otras especies -no alcanzan a entendernos porque sean “mejores” o “peores” que los humanos, sino porque son distintos: Rover (…) asegura que los cuentos son más antiguos de lo que generalmente se cree, ya que conceptos como guerra y asesinato no pudieron nacer en una cultura como la nuestra. Añadamos la inquietante presencia de las Hormigas, cuyas culturas / civilizaciones son tan absolutamente extrañas – para nosotros y para los Perros y para los Robots y para las demás especies – que fuera de su origen, todo sobre ella resulta completamente incomprensible, aunque terminen por hegemonizar y apoderarse de Una de las Tierras, por lo menos … Pero no les adelantaré la historia, léanla y no sean flojos. Y, de paso, léanse también de Simak esa pequeña maravilla narrativa que es Estación de Tránsito.
  
Ciudad es una de esas raras obras de Ciencia Ficción que nos enfrenta a desconciertos y extrañezas, pues su trama y rasgos característicos escapan al antropismo que suele rodear el subgénero. Nos rompe los esquemas dejándonos con la mente algo más abierta a la novedad y con la imaginación algo más desarrollada. La novela se llama Ciudad, pero empieza por mostrarnos precisamente el colapso de las Ciudades y la transformación del hábitat y la sociedad humana en una dirección imprevisible e imaginativa, que dará lugar a un futuro en el que no solamente no somos importantes, sino que agotamos nuestra posibilidad como especie hasta la extinción, y somos así completamente prescindibles. Las otras especies en capacidad de coexistir o no con otras, no nos necesitan aunque nos tengan afecto y a veces un tanto de lástima. Mantienen sus características propias, incluso los Robots, aunque éstos no se parezcan en casi nada a la idea que podamos tener de ellos: Quizá fuese mejor que olvidases lo que te he dicho. Los hechos son dolorosos a veces. Un robot tiene que trabajar con ellos, porque no tiene otra cosa. No podemos soñar, ya lo sabes. Sólo disponemos de hechos. Mientras leemos nos percatamos que estos Robots también son una de las especies epígonas de los Websters, que escapa a las intenciones que se tenían para ellos, lo que nos hace saltar a otro concepto de evolución, fuera de lo biológico pero que lo abarca. Por otra parte en su lectura hay un hálito de cosa vetusta que no es desagradable, tal vez mostrada por los extinguidos marcianos, de importante y frustrado rol filosófico. Asimismo las dimensiones en las que existe la Tierra - y las Tierras - vuelven la exploración espacial algo bastante irrelevante, y presentan espacios interdimensionales en las que las diversas especies evolucionan, en procesos impulsados repentinamente por causas inobservables y casualidades. Ciudad convence incluso hoy, y en realidad convence más hoy que antes por la peculiar extrañeza de sus mundos alternos. Cuando la leas no verás a tu perro del modo que antes hacías, y hasta puede que lo rebautices Towser.

Puedes bajar este libro desde este link, entre otros:
http://www.libroos.es/libros-de-narrativa/fantastica/ciencia-ficcion/26213-simak-clifford-ciudad-pdf.html

III
El Hombre Ilustrado y las Crónicas Marcianas 
(Ray Bradbury)

Hace muy poco ha fallecido este príncipe del género, Ray Bradbury, el poeta de la Ciencia Ficción. Leerlo es vivir una experiencia del lenguaje, puede leérsele cómodamente en inglés, porque a pesar de su orientación a la poesía, su lenguaje es simple y universales los sentimientos que expresa. Entre lo mucho que uno le puede deber a una persona en poco tiempo, y entre lo mucho que puede uno atesorar los sentimientos compartidos a la distancia, están las ideas recurrentes, las pequeñas costumbres adquiridas, las lecturas significativas, como aquella en la que me trabé con Bradbury gracias a Marta, quien me obsequió generosamente El Hombre Ilustrado, conjunto de cuentos de Ciencia Ficción que me leí de un tirón en el camarote de un Ferry-Boat en el Río de la Plata, entre Buenos Aires y Montevideo. Por cierto fue el primer libro de la editorial Minotauro que tuve entre manos, y he de decir que su tamaño, forma y tipo de letra me salieron siempre a cuenta, se adaptan a mí con gran fluidez, como sus portadas y magníficas traducciones y prologuistas, entre ellos Jorge Luis Borges. Y es de apreciar en El Hombre Ilustrado sus maravillosos y ya clásicos cuentos, que se representan cada noche en los movimientos nocturnos de los tatuajes que cubren la totalidad del cuerpo de un viajero que duerme: Caleidoscopio, diálogo entre hombres arrojados al espacio por un meteorito que rasga la espacionave como un papel, arrastrados al Sol, a la Tierra, a las corrientes meteóricas, al frío espacio exterior … este cuento se representa en muchos colegios de los Estados Unidos, por la facilidad de hacerlo como por la potencia dramática del relato. El Otro Pie presenta la imposibilidad objetiva de segregarse sobre base racial (¿Recuerdas al doctor Phillips, y al señor Burton, y sus casas enormes, y la cabaña de mi madre, a mi viejo padre que seguía trabajando a pesar de sus años? El doctor Phillips y el señor Burton le dieron las gracias poniéndole una soga al cuello. Bueno -dijo Willie-, todo ha cambiado. El zapato aprieta ahora en el otro pie). La Lluvia, cuento de la desesperación. Los extraños marcianos de Los Globos de Fuego. El último refugio de la ficción en Los Desterrados. Cómo persiste el Odio en La Ciudad y en El zorro y el bosque.  El desajuste entre individuo y sociedad en una invasión extraterrestre de morirse de risa en La mezcladora de cemento. La carencia afectiva en Marionetas S.A. Y el cuento que más me ha gustado siempre desde aquella primera noche en vela en el Ferry-Boat, el muy hermoso El Cohete y su amable personaje Fiorello Bodoni. Pero no me crean a mí, léanlo, léanlo, disfrútenlo, por mi madre que no se arrepentirán.

Un link para bajar El Hombre Ilustrado es:
http://www.ict.edu.mx/acervo_hermeneutica_ray_El%20hombre%20ilustrado%20Ray%20Bradbury.pdf

Como deberían también leer las Crónicas Marcianas. En todos sus libros Ray Bradbury explora el conflicto en la naturaleza humana, quizá en una perspectiva demasiado críticamente “estadounidense”, pero que a uno le obliga a entenderlos en sus simplezas y complejidades, y a pesar que hablen y se comporten con ampulosidad, sabe uno que está frente a gente real por más que hablen raro. Bradbury suele presentar temas recurrentes y sus historias tienden a ser repetitivas aún en sus argumentos, como si se sintiera en la obligación de volver una y otra vez a las mismas ideas y situaciones. Tiene la compulsión de tratar de contar lo mismo: Lo humano en sus despliegues personales, en el ejercicio de su libertad, de sus impulsos, de lo que le gana cuando no puede pensar, o en qué piensa cuando no tiene más remedio. Así que puedo decir sin problemas que aunque sé que así es, que se repetirá y se regodeará contando y recontando veinte veces las mismas cosas que lo traen obsesionado, pues qué me importa, pues ni me cansa ni me molesta ni me complica, sino que por el contrario, dénme más y más y más de esto: Quería ir a Marte en el cohete. Bajó a la pista en las primeras horas de la mañana y a través de los alambres les dijo a gritos a los hombres uniformados que quería ir a Marte. O de esto: Los antiguos nombres marcianos eran nombres de agua, de aire y de colinas. Nombres de nieves que descendían por los canales de piedra hacia los mares vacíos. Nombres de hechiceros sepultados en ataúdes herméticos. Nombres de torres y obeliscos. O de esto: Nosotros, los habitantes de la Tierra, tenemos un talento especial para arruinar todo lo noble, todo lo hermoso. No pusimos quioscos de salchichas calientes en el templo egipcio de Karnak, sólo porque quedaba a trasmano y el negocio no podía dar grandes utilidades. Pienso que Bradbury sufre la nostalgia de no ser sus propios antepasados, de no vivir sus circunstancias y sus valores, y por eso narra la conquista de Marte en sus Crónicas más con la nostalgia del trampero del Missisipí o del vaquero de Kansas de los primeros años del Siglo XIX, que con los científicos de Houston y Cabo Cañaveral de los siglos XX y XXI. Recurre varias veces a la imagen de la hoguera donde se queman libros y papeles para cancelar etapas e iniciar otras, y con ella termina las Crónicas: Estoy quemando esa manera de vivir, esa misma manera de vivir que se está quemando en la Tierra (…) La vida en la Tierra nunca fue nada bueno. La ciencia progresó rápidamente y nos dejó atrás, y la gente se extravió en una maraña mecánica, dedicándose como niños a cosas bonitas: artefactos, helicópteros, cohetes; dando importancia a lo que no tenía importancia, fijándose en las máquinas más que en el modo de dominar las máquinas. (…) La Tierra ya no existe. (…) Aquella manera de vivir fracasó, y se estranguló con sus propias manos (…) Ahora, os voy a mostrar a los marcianos

Link para bajar las Crónicas Marcianas
IV
La paja en el ojo de Dios 
(Larry Niven y Jerry Pournelle)

No es la mejor novela del género, aunque cosechó sus Premios Hugo y Nébula. Se le ha criticado errores de fondo y de forma en los que incurre, y de los que somos francamente conscientes cuando la leemos. Asimismo, su secuela El Tercer Brazo es complicada e inentendible, a no ser que seas realmente muy fanático del género, de la Paja y de los Pajeños. Sin embargo La Paja en el ojo de Dios se ha vendido como bizcochitos calientes y es curioso que le pasen por alto los errores a una obra con tan gruesos gazapos de estilo y narrativa. Pero así como hay críticos ácidos y amargos, también los hay entusiastas. Según parece, y a pesar de sus muchas inconsistencias, posee una virtud casi única y extraordinaria, de pespuntes antropológicos y filosóficos, que en el momento en que se escribió resultó decisiva y marcó una diferencia sustancial en el desarrollo de todo el género de la Ciencia Ficción. Supo presentar de manera totalmente verosímil una raza extraterrestre completamente alejada de los estereotipos antrópicos que rodean las tramas del género y aún la actividad científica. Es que como somos humanos y estamos en verdad demasiado centrados en nosotros mismos, nos creemos que los extraterrestres deben ser más o menos como nosotros. Esto se nota particularmente en las películas, que por razones de costos – inventar y fabricar extraterrestres verosímiles y adaptados a entornos realmente diferentes puede ser muy caro - siguen al pie de la letra el parámetro asimoviano de un universo poblado por humanoides, presente también en las franquicias de Star Trek y Star Wars. Y así, aunque seguramente la evolución en diferentes mundos debe producir muchos y diferentes modos de adaptación de presuntas formas de vida inteligente, casi todos los extraterrestres que conocemos vienen con dos brazos y dos piernas, simetría vertical y asimetría horizontal, sentidos análogos a los nuestros y hasta una cabeza con su respectivo cerebro. Y además usan la vista, el olfato, el oído y el gusto igualito que los terrestres o con pequeñas variantes de espectro para hacer verosímil el relato. En lo que podríamos llamar “nivel de extrañeza” los extraterrestres de Niven y Pournelle solo se comparan al clásico La Amenaza de Andrómeda de Michael Crichton, o con los extraterrestres presentados en la segunda y tercera partes de la serie Rama, de Arthur Clarke y Gentry Lee (que para ser justos, debemos decir se escriben mucho después que La Paja), o incluso con los que el mismo Niven presenta en sus obras dedicadas al Mundo Anillo, como el Titerote de Pierson o los Kdatklynos.

Pero ni tanto, ni tan poco. Los pajeños asimétricos, poseedores de tres brazos, carentes de columna vertebral y expresiones faciales son tan extraños que primero los humanos los toman por mutantes. Pero lo más extraño es su enorme habilidad lingüística para los idiomas – por lo menos en la casta de comunicadores - combinada con su dramática organización social, su feudalismo industrial totalmente dependiente de la conciencia colectiva que los mismos pajeños adquieren cada cierto tiempo histórico acerca de los Ciclos por los que su civilización está condenada a pasar y que deben tratar que no alcancen el punto crítico de la extinción, tomando medidas de todos tipos en una lógica que solo puede ser comparada con una suerte de maktub interestelar combinado con una paranoia generalizada. Planean cada cierto número de siglos decaer para descubrir, inventar, desarrollar, incorporar y luego aplicar una forma de Ingeniería Social a sus Ciclos Históricos. Si obran de otra manera estarían condenados como especie al colapso y la extinción, a no ser que realmente prevean y tomen medidas. Incluso los “Eddy el Loco” están previstos, es decir aquellos personajes “históricos” que escapan a la norma y son tan pero tan creativos e innovadores que pueden hacer trizas cualquier formato previsible que adopten las civilizaciones pajeñas, introduciendo un indeseadísimo e imprevisible azar. El fondo del problema es demográfico: Los pajeños no pueden evitar reproducirse, registran un enorme sentimiento de culpa respecto a sus crías y una fuerte competitividad intercivilizaciones que les impide la contracepción, el infanticidio o el control natal en cualquier forma. Y así entonces aunque una civilización tratara de arreglar las cosas, el resto no la seguiría y la que trató de controlar la población, verbi gracia, terminaría aplastada y conquistada por aquellas que no controlaron su número. La solución que se plantea a este brete es incompleta y algo absurda, pero … ¿no es así como planteamos nuestras soluciones políticas la mayor parte de las veces …? El tema de La Paja en el Ojo de Dios, en realidad, somos nosotros y si resolveremos este problema …

Link para bajar el libro, entre otros:
http://librosgratis.net/book/la-paja-en-el-ojo-de-dios-larry-niven-jerry-pournelle_37990.html

V
Colofón

Entre estas novelas hay un panorama de tres estilos que adopta la Ciencia Ficción Clásica: El intimista y poético de Bradbury, el innovativo y original de Simak, el Space Opera de Niven y Pournelle. Hay más por supuesto, la creatividad en el espacio ha sido y es inmensa, y empieza a reflejarse en géneros cinemeros que adaptan los argumentos de los años ´50 y ´60 a las películas de hoy, si bien con resultados contradictorios. En todo caso, hay calidad e imaginación en los escritores de la Ciencia Ficción Clásica, y no defraudan. Y se ve en él además el extraño toque de un género envejecido y a la vez futurista. Lee lo que quieras.  



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