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viernes, 28 de junio de 2013

CRÓNICAS DE LECTURAS 43: LOS MISERABLES

CRÓNICAS DE LECTURAS –  43

Los Miserables

I

Literatura, Teatro, Cine, Música, Política

Tras ver la película musical Los Miserables de este año 2013 tenía que escribir esta Crónica. El musical ganó el Oscar a Mejor Película, y dio Mejor Actriz para Anne Hathaway por esos cuatro eternos minutos de ser Fantine en Los Miserables de Víctor Hugo. A Víctor y Anne responsabilizamos de las lágrimas innumerables derramadas. Los que alguna vez conocieron la desesperación de no ver salida alguna del Infierno; o tenemos imaginación y sentimientos – que los tenemos todos los seres humanos que no nos perdimos en la ruta – sabemos que se siente, y también qué se siente. Necesitamos sí del poeta, el tenor, el novelista, el actor que nos lo recite, nos lo cuente, nos lo cante y nos lo muestre para empatar los sentidos con el corazón, poner el cerebro de lado y mirar de frente y con valor a la Miseria. Víctor Hugo está entre la Docena Maldita de los mejores escritores del mundo, pues grandilocuente y verborreico como es, sabe el corazón humano y fabrica una epopeya de seres frágiles, no muñecos ni marionetas ni estereotipos, sino miserables de toda calaña y calibre. El musical parece halló la fórmula, fuera que en el principio corretea. Las adaptaciones cinematográficas tienen a favor la Elipsis y en contra el Tiempo, no se puede hacer películas de 24 horas de duración, pero se pueden elipsizar como hace Peter Jackson en El Señor de los Anillos: Tres Películas de seiscientos y pico minutos de duración que así y todo no consiguen ser el Libro. En cosas así se atascan los artistas de la pantalla: David Wark Griffith trató cuatro películas a la vez en Intolerancia, y su truco fue pasarlas “a la vez”, saltando de una a la otra y esperando que el espectador llenara los espacios. No lo entendieron, el fracaso fue estrepitoso, pero hay más cómo expresarse. El formato visual que mejor le queda a Los Miserables – como a todas las novelas por entregas, tal La Guerra y la Paz o David Copperfield -  es el de Miniserie, y ya recomendaré. Pero el musical logra una versión “exterior” que como todas las adaptaciones que salieron “bien”, obvia ciertas cosas y refuerza otras según la época en que anda y los medios de expresión que dispone, en este caso la voz humana modulada.

(James Lipton hace al respecto de todo esto una entrevista de antología a Hugh Jackman en Inside Actor s Studio, y como la Traducción de los subtítulos del lnglés es infame, empréndela si sabes inglés: http://www.youtube.com/watch?v=4QzeEaQQNv0)

La novela de Víctor Hugo Los Miserables, se publicó en 1862, inspirada en la aventura de Vidocq, fundador de la Policía Francesa (Sûrete). Hugo extrajo de Vidocq sus dos personajes principales y contrapuestos: Jean Valjean y Javert, con lo que mostró en dos personas lo que anda embutido por lo general en una. Genio literario y Político de Combate, Víctor Hugo se despacha Los Miserables en el destierro de Bruselas, pues es opositor al seudoimperio de Napoleón el Chico (Hay un verso de José Santos Chocano que hace al paradigma: Es el poeta altanero / quien debe romper el yugo. / Siempre, al cantar Victor Hugo, / Tembló Napoleón Tercero). Víctor Hugo en Los Miserables disecciona sin piedad la miseria de la Francia de la Restauración. De aquí el título, porque Miserables hay por pobreza e injusticia como el propio Valjean, Fantine, Gavroche, y los hay morales de calaña maldita (Tholomyés, Thenardier) y de la otra, no maldita pero sí de acero y concreto (Javert, Gillenormand). A la vez hay personajes luminosos como Monsieur Bienvenu Myriel, Marius, Cosette, Enjolras, Sor Simplice, a más de miserables que se redimen por el trabajo o la lucha, como Fauchelevent y la heroica Eponine. Frente al fondo mismo de Javert, su elemento, su centro respirable, (…) la veneración de toda autoridad alinea el perdón, el amor, la lucha revolucionaria contra la miseria y por la igualdad. Es narración profundamente humana y solidaria con el dolor, sus personajes circulan de la luz a la oscuridad, y esas son las historias que cuentan. El centro de todo es el hombre Valjean, cuya humanidad se le quedó atada a la cadena de la cárcel, y a quien todos tratan como no lo harían a un perro. Valjean roba la platería del obispo Myriel, único que le cobija la noche horrible que llega a Digne. Es apresado, no queda ya nada para él en este mundo, pero Bienvenu lo toma en sus manos, le enseña lo que es Ser un Hombre: Jean Valjean, hermano mío, usted no pertenece ya al mal sino al bien. Lo que yo le compro a usted es su alma; la aparto de las malas ideas, y del espíritu de perdición, y se la entrego a Dios.   

II

La Pobreza y la Miseria

Víctor Hugo participaba de lo que podríamos llamar prudentemente un optimismo explosivo basado en el Progreso y la Razón. A estas alturas desencantadas de la Historia resulta casi imposible entenderlo, nosotros que ya estamos de vuelta. Hugo vive entre el romance y la realidad, pone voz y color a los ideales republicanos, a la razón en el gobierno, a la destrucción y erradicación de la Miseria de Toda la redondez de la Tierra, operada por la Educación universal y gratuita, panacea universal. Hugo, como Milan Kundera, digresiona y reflexiona a cada momento, nos deja escudriñar el pensamiento de un hombre que es a la vez Cabeza y Corazón: El luchador social y talentoso escritor muestra la pobreza como un hecho divino del que no podemos sustraernos, ocasión para desplegar las virtudes heroicas y templar nuestra alma en el yunque de la adversidad. Este es un sueño hermoso del que Valjean, Enjolras y les amis de l´ ABC, Eponine, Marius, Bienvenu, Cosette, Fantine, Gavroche, Fauchelevent, Gillenormand y hasta Javert representan diferentes facetas. La pobreza está en la naturaleza divina de las cosas y se la bendice como Hermana, como hace el Poverello Francisco de Asís. Sin embargo, Víctor Hugo distingue Pobreza de Miseria, la que denuncia como responsabilidad absoluta del hombre, contra la que hay que oponer todas las fuerzas. La pobreza es don de Dios, la Miseria es castigo que el Hombre fabrica contra el Hombre, y destruirla justifica el hecho revolucionario, sobre el que reflexiona en toda la obra: … dígase lo que quiera, la Revolución Francesa es el paso más importante que ha dado el género humano desde el advenimiento de Cristo.  Y también Para que exista la revolución, no basta que Montesquieu la presienta, que Diderot la predique, que Beaumarchais la anuncie, que Condorcet la calcule, que Arouet la prepare, que Rousseau la premedite; es necesario que Dantón se atreva. En definitiva, Víctor Hugo nos convence todo el tiempo que para hacer tortilla hay que romper huevos. Conviene saber en consecuencia que en concepto de Víctor Hugo no es Miserable el andrajoso que guillotina reyes y canta La Marsellesa en la Plaza de la Revolución, ese es pobre pero no miserable. A diferencia de la Pobreza, en última instancia cosa de plata, la Miseria es una cuestión moral: Miserable es el humano sometido a la necesidad extrema (…) conducido hasta el límite de sus recursos, y al infortunio para todos los que transitan por este camino. Trabajo y salario, comida y cobijo, coraje y voluntad, para ellos todo está perdido. La luz del día se funde con la sombra y la oscuridad entra en sus corazones; y en medio de esta oscuridad el hombre se aprovecha de la debilidad de las mujeres y los niños y los fuerza a la ignominia. Luego de esto cabe todo el horror. La desesperación encerrada entre unas endebles paredes da cabida al vicio y al crimen (...) Ellos son "Los Miserables", los parias, los desamparados.

La Miseria se origina así en la desesperación, con tan hondo sentimiento mostrada por la Fantine de Anne Hathaway, y que la novela cuenta más bien con brutal fatalismo, en esas docenas de pequeñas cosas que cambian conforme te hundes progresivamente: Una saliva rojiza manchaba las extremidades de sus labios y tenía un agujero negro en su boca. (…) Los dos dientes habían sido arrancados. (… ) Fantina arrojó su espejo por la ventana. (…) El pobre no puede ir al fondo de su habitación como al fondo de su destino sino inclinándose cada vez más. Ya no tenía cama (…). Como había perdido la vergüenza, perdió también la coquetería. (…) ya no cosía nunca su ropa. (…) Las personas a quienes debía, venían a alborotar y a insultarla, sin dejarla nunca descansar. (…) Pasaba las noches llorando y soñando. Tenía los ojos muy brillantes y sentía un dolor fijo en la espalda (…) Cosía diecisiete horas por día; pero un contratista (…) bajó de repente los precios (a) cincuenta céntimos por día. Presionada y amenazada por Thenardier, Fantine es empujada a prostituirse, se habla a sí misma al modo que lo hacen los solitarios, en ese tono desesperanzadamente lógico que no es desaliento pero sí lo es: Vendamos lo que queda. Y cuando parece que ya llegó al fondo, aún había allí más abyección, aún hay más miseria: Un alma por un pedazo de pan (…) Le ha sucedido todo lo que le sucederá.(…) Pero es un error creer que se agota la suerte y que se toca el fondo …  Los que vivimos sabemos que las cosas siempre pueden ser peores, que el auxilio suele llegar póstumo. Y los que no saben, como Javert, meten el dedo en la herida para que ésta duela más. Y los que no sabían mentir, como Sor Simplice, aprenden, porque la vida es más complicada de lo que nos pintaron. Igual Fantine morirá en la Desesperación y la Miseria. Y en la ruta Valjean se descubre ante Javert,  evita que un inocente pague por él, y todo porque Monsieur Bienvenu le compró su alma y lo cargó con los intereses de la transacción. No deja uno de pensar que se tiene que ser muy idiota y muy simple para vivirlo. Pero ese Valjean que se entrega a la justicia injusta posee fuerzas hercúleas y voluntad de hierro, escapa definitivamente de la cárcel, escala a mano desnuda los muros de París con Cosette a cuestas, combate en las Barricadas de la República y carga con el cuerpo de Marius a través de kilómetros y kilómetros de subterráneas y rebosantes alcantarillas.       

III

Calaña de Miserables

Naturalmente no voy a contar toda la Novela o la película: Vean y lean. Miremos los personajes de Víctor Hugo, que como el mar alternan profundidad y superficie. Jean Valjean es un don Nadie, un ganapán taciturno, podador y cazador furtivo, ignorante, huraño e insociable; medio hombre y medio bestia salvaje. Cae preso al robar un pan para que coman sus sobrinos huérfanos, la ley lo manda a galeras, trata de escapar y acumula diecinueve años de condena, reducido a ser el número 24601. La desgracia tiene su claridad y Valjean condena la sociedad que le condena y la providencia que le abandona. Cuando nos cruzamos con él, está atravesado de odio, tiene seco el corazón y un vago, incesante y brutal deseo de hacer daño, sin reparar en quien, a un ser cualquiera. Por eso, es feroz hasta cuando se sacrifica, no es un manso cordero pero Bienvenu lo ha comprado y es bueno casi contra su voluntad: Yo no soy sino el más abyecto y el más abatido de los hombres (…) Yo estoy fuera de la vida, caballero. De Javert – el Otro Yo de Jean Valjean - sabemos lo que dice de sí: Nació en la cárcel, hijo de una echadora de cartas y de un presidiario. Sólo tiene apellido, como le cuadra a un hombre de una sola pieza: Puede ir indiferentemente Contra la Sociedad o Defenderla, y elige Defenderla. Es inflexible, el estrés lo mantiene tenso como cuerda de violín e implacable en la lucha contra el delito, e incluso salva a Valjean sin saberlo al desbaratar la banda de asaltantes en que andan los Thenardier. Sufrirá horriblemente al dejar de ser sencillo. Permanecer en la antigua honradez, no le bastaba ya. Cuando ve dos caminos igualmente rectos le aterra no que sean rectos sino que sean dos, que sean opuestos. Valjean salva su vida y se sorprende, pero que él perdone a Valjean le petrifica y deshonra: Entrega a tu salvador. En seguida haz que te traigan la jofaina de Poncio Pilatos, y lávate las garras. Confunde la bondad que en él apunta con debilidad y cobardía y no la soporta. Camina en la cuerda floja, al final caerá. Este es un conflicto que en nuestro país desconocemos, tan pegados somos a la letra de la ley y no a su espíritu; tan cercanos a la hipocresía inconsciente y tan lejos de la misericordia bien entendida. Ante un dilema moral como éste la cobardía nos gana y vivimos en una contradicción que no le hace ni cosquillas a nuestra piel de elefante. Prefiero a Javert: Obediente esclavo de la Ley, que con coherencia se da la muerte al no reconocer a la Justicia como Tribunal Más Alto, o quizá tratando oscuramente de acortar la ruta para llegar a él… .

Lo que en Jean Valjean es aguante y en Javert tensión, en Fantine es el dolor más agudo clavado en medio de su dignidad y sus sueños. Fantine no tiene absolutamente nada a que aferrarse más que a su Cosette, la que deja con los bandidos Thenardier por no poder hacer otra cosa. No tiene opciones ni posibilidades desde que Tholomyés, padre de Cosette, las abandonó por todo lo alto. Hugo presenta en ella la detallada crónica de la destrucción de un ser humano, y su muerte es amargada por un Javert que destruye con crueldad el porvenir de Cosette al arrestar a Valjean. Quizá las escenas más patéticas de la novela sean el encuentro entre Cosette y Jean Valjean y la confrontación de éste con el bandido Thenardier. Los Thenardier son la suma y compendio de la Miseria Humana, que Hugo la cuente: pertenecían a la clase bastarda  que (…) se halla entre la clase que llaman media y la llamada clase inferior, y suele combinar (…) algunos de los defectos de la segunda con casi todos los vicios de la primera, sin que tenga los generosos arranques del obrero ni la probidad ordenada de ciertos tipos de la clase media. (…) naturalezas mezquinas que si algún fuego sombrío las enardece (…) se hacen monstruosas. Había en la mujer el fondo de una bestia, y en el hombre las apariencias de un perdido. Y sin embargo, en el pantano nacen flores: Eponine y Gavroche Thenardier son los héroes de la Revolución: Gavroche es un gamin de París (que) tiene un hijo y el bosque un pájaro: el pájaro se llama gorrión, el hijo se llama pilluelo (….), y su padre no pensaba jamás en él, y su madre no le quería. Era uno de esos niños digno de compasión entre todos los que, teniendo padre y madre, son huérfanos. En ese mundo la calle es el mejor sitio para vivir, y la Barricada el mejor para morir: El pavimento era para él menos duro que el corazón de su madre. Eponine tiene más negro el corazón, ha sufrido y a nadie le ha importado un pepino. Como personaje gusta más que la etérea Cosette, y en un mundo más justo se ganaría el amor de Marius, al que salva la vida pidiendo a cambio le acompañe hasta el final y bese su frente cuando muera: ¿Sabe usted, Señor Marius? Yo andaba algo enamorada de usted. En boca de Enjolras, jefe de la barricada, pondrá Víctor Hugo la profesión de fe del Romanticismo Político, reflejo sin duda del discurso de la revolución de 1830: Ciudadanos, el diecinueve es un gran siglo, pero el siglo veinte será un siglo feliz. Nada será como en la vieja historia; no habrá nunca más que temer, como hoy, una conquista, una invasión, una usurpación, una rivalidad de naciones en armas, una interrupción de la civilización (…) No tendremos por qué temer la famina, la explotación, la prostitución por el desamparo, la miseria por el desempleo, el cadalso, la espada, las batallas, y todos los asaltos del azar en el bosque de los acontecimientos. Podremos incluso decir: no habrá ya acontecimientos. Seremos felices. Hermoso sueño que los que estamos de este lado, vencido el Siglo XX por el XXI, nos percatamos que este deseado “Fin de la Historia” (Fukuyama resultó ser un neoliberal copista) ni ha sido, ni es, ni probablemente sea. El Ángel de la Historia de Walter Benjamin no solamente no ha terminado su chamba, sino que se le ve bastante entusiasta…  

IV

Los Miserables hoy

Los  actores se disputan palmo a palmo los roles de Jean Valjean y de Javert, y por ello los interpretan los de talla: Jean Gabin, Fredric March, Jean Paul Belmondo (en film de Claude Lelouch ambientado en la Francia ocupada por los nazis), Liam Neeson, Gerard Depardieu y Hugh Jackman, éste último en el musical, para Jean Valjean. Javert ha sido actuado por John Malcovich, Geoffrey Rush, Anthony Hopkins, Charles Laughton y últimamente Russell Crowe. Fantine lo ha sido por Uma Thurman, Annie Girardot y en el Musical por Anne Hathaway; Claire Danes y Amanda Seyfert han dado vida a Cosette. La versión francesa en miniserie es excelente, búsquenla en YouTube, en especial si saben francés, no la he visto subtitulada al español. El musical nació en Broadway, y ha resultado en obra inspirada que ha alcanzado tremenda gravitación. El arte y la revolución parecen aterrizar en el mismo aeropuerto: La elipsis del cine es ventaja al contar una Historia larga y densa como Los Miserables. La novela está dotada de muchos personajes y digresiones de diverso carácter que hacen parte de la genialidad de la obra, y por ello en cada versión se trata que nada se escape. La penalidad es que referentes importantes queden fuera y se pierda la profundidad de la trama. Hay drama constante en la obra, en lo pequeño y lo grande, en lo individual y colectivo, y poderosas anáforas de arriba abajo, difíciles de plantear en medio distinto al lenguaje escrito. El Musical creemos que consigue expresar el sentido general de la obra, gracias tanto a los elementos de elipsis del teatro y del cine, como gracias a la potencia expresiva de la voz humana y de la música, con sus letras y el particular sentido de los Himnos, de resonancias tanto revolucionarias como místicas. Consigue así ser fiel al espíritu de la obra, por más que hagan cambios no tan menores en ella, que a esta altura ya no nos interesan tanto, pues no cometen la lesa majestad de modificar el sentido. Así, sí. Lo que subleva es ver como le enmiendan la plana al autor, lo que en este caso no ocurre. Y así lo que no es original de Hugo se merece serlo.  

La Bandera Roja y la Canción del Pueblo poseen grandes reminiscencias revolucionarias, me pregunto si por ahí algunos no estaremos tratando de recuperar la tradición revolucionaria occidental, algo se está moviendo ahí, me pregunto por qué en el Perú no se ha tratado de representar una obra cuyo éxito mundial lo justifica, el que la haga se llenará de guita. Pero me temo que no la montan porque posee una potencia revolucionaria incómoda en sociedades como la nuestra, donde aún no se han roto las cadenas ni se han ajustado seculares cuentas. Para la "Derecha Bruta y Achorada" es peligroso ver en acción a Gavroche, Enjolras y Marius; es peligroso el Himno del Pueblo. Veámoslo en acción en esta versión castellana cuyo link es:

La magnífica composición coral del musical: http://www.youtube.com/watch?v=6o5JeLsvkPs&list=PL67d4V6VTlB52m8iCBxdYReW_U_S8suZf, es un contrapunto que entrelaza las voces que representan las esperanzas y angustias de Jean Valjean, Eponine, Enjolras, Marius, Cosette, los Thenardier y Javert. Un contrapunto que expresa el sentido completo y el pináculo de la obra, que une y separa a la vez a los que van a morir para que triunfen la Justicia y la Libertad. En medio del gigantesco drama se quiebra el pecho de concreto armado de Javert, quítase su condecoración y la pone en el pecho de Gavroche muerto. Enjolras y Grantaire mueren abrazados a la bandera roja, como Santa Teresa de Ávila mueren porque no mueren. Valjean salva la vida de Marius y de Javert, se pospone a sí mismo, cumple su promesa a Monsieur Bienvenu. Marius cargará con ser feliz con Cosette en nombre de todos sus camaradas caídos. Eponine pagará con la muerte poder decir que ama. Javert cae del filo de la navaja. Al final de la obra se hace la última justicia, la justicia del lecho de muerte: Jean Valjean muere en brazos de Cosette y Marius, sus pecados le son perdonados, porque amó mucho: … todo eso ya es sombra, y nada más. Y yo me había imaginado que eso me pertenecía (…) Así distribuye Dios la gracia y la desgracia en el mundo. (…) Voy, pues, a dejaros, hijos míos. Amaos siempre mucho. No hay otra cosa en este mundo que amarse.  

V

Colofón


La supervivencia de Los Miserables en la memoria colectiva de la humanidad parece testimoniar los tiempos revolucionarios que dieron nacimiento a las repúblicas liberales, los estados americanos, los Derechos del Hombre, la democracia tal como la conocemos. Pero parece que aún oscilamos entre las barricadas y las cloacas, entre la ciudad y el campo, entre los Miserables y los Pobres. Algo se siente que cruje por ahí. El que tenga Oídos de seguro lo oirá: Si es rico, que haga llamar al médico. Si no es rico, que no le haga llamar. Si no tiene médico, morirá. El que tenga Oídos escuchará allá al fondo la misma Canción del Pueblo que últimamente ha estado sonando potente en Brasil, en Egipto, en Sudáfrica… 

Para los que quieran descargar la obra completa, está, entre otros sitios, en:  http://www.claseshistoria.com/general/pdf/miserables.pdf

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