CRÓNICAS DE LECTURAS – 43
Los Miserables
I
Literatura, Teatro, Cine, Música, Política
Tras ver la película musical Los Miserables de este año 2013 tenía
que escribir esta Crónica. El musical ganó el Oscar a Mejor Película, y
dio Mejor Actriz para Anne Hathaway
por esos cuatro eternos minutos de ser Fantine en Los Miserables de Víctor
Hugo. A Víctor y Anne responsabilizamos de las lágrimas innumerables
derramadas. Los que alguna vez conocieron la desesperación de no ver salida
alguna del Infierno; o tenemos imaginación y sentimientos – que los tenemos
todos los seres humanos que no nos perdimos en la ruta – sabemos que se siente,
y también qué se siente. Necesitamos sí del poeta, el tenor, el novelista, el
actor que nos lo recite, nos lo cuente, nos lo cante y nos lo muestre para
empatar los sentidos con el corazón, poner el cerebro de lado y mirar de frente
y con valor a la Miseria. Víctor Hugo
está entre la Docena Maldita de los mejores escritores del mundo, pues
grandilocuente y verborreico como es, sabe el corazón humano y fabrica una
epopeya de seres frágiles, no muñecos ni marionetas ni estereotipos, sino
miserables de toda calaña y calibre. El musical parece halló la fórmula, fuera
que en el principio corretea. Las adaptaciones cinematográficas tienen a favor
la Elipsis y en contra el Tiempo, no se puede hacer películas de 24 horas de
duración, pero se pueden elipsizar como hace Peter Jackson en El Señor de
los Anillos: Tres Películas de seiscientos y pico minutos de duración que
así y todo no consiguen ser el Libro. En cosas así se atascan los artistas de
la pantalla: David Wark Griffith
trató cuatro películas a la vez en Intolerancia,
y su truco fue pasarlas “a la vez”, saltando de una a la otra y esperando que
el espectador llenara los espacios. No lo entendieron, el fracaso fue
estrepitoso, pero hay más cómo expresarse. El formato visual que mejor le queda
a Los Miserables – como a todas las
novelas por entregas, tal La Guerra y la
Paz o David Copperfield - es el de Miniserie, y ya recomendaré. Pero el
musical logra una versión “exterior” que como todas las adaptaciones que salieron
“bien”, obvia ciertas cosas y refuerza otras según la época en que anda y los
medios de expresión que dispone, en este caso la voz humana modulada.
(James Lipton hace al respecto de todo esto una entrevista de
antología a Hugh Jackman en Inside Actor s Studio, y como la
Traducción de los subtítulos del lnglés es infame, empréndela si sabes inglés: http://www.youtube.com/watch?v=4QzeEaQQNv0)
La novela de Víctor Hugo Los Miserables,
se publicó en 1862, inspirada en la aventura de Vidocq, fundador de la Policía Francesa (Sûrete). Hugo extrajo
de Vidocq sus dos personajes principales
y contrapuestos: Jean Valjean y Javert, con lo que mostró en dos
personas lo que anda embutido por lo general en una. Genio literario y Político
de Combate, Víctor Hugo se despacha Los
Miserables en el destierro de Bruselas, pues es opositor al seudoimperio de
Napoleón el Chico (Hay un verso de José Santos Chocano que hace al paradigma:
Es el poeta altanero / quien debe romper
el yugo. / Siempre, al cantar Victor Hugo, / Tembló Napoleón Tercero).
Víctor Hugo en Los Miserables disecciona sin piedad la miseria de la Francia de la
Restauración. De aquí el título, porque Miserables hay por pobreza e injusticia
como el propio Valjean, Fantine, Gavroche, y los hay morales
de calaña maldita (Tholomyés, Thenardier) y de la otra, no maldita
pero sí de acero y concreto (Javert, Gillenormand). A la vez hay
personajes luminosos como Monsieur Bienvenu Myriel, Marius,
Cosette,
Enjolras,
Sor
Simplice, a más de miserables que se redimen por el trabajo o la lucha,
como Fauchelevent
y la heroica Eponine. Frente al fondo
mismo de Javert, su elemento, su centro respirable, (…) la veneración de toda
autoridad alinea el perdón, el amor, la lucha revolucionaria contra la
miseria y por la igualdad. Es narración profundamente humana y solidaria con el
dolor, sus personajes circulan de la luz a la oscuridad, y esas son las
historias que cuentan. El centro de todo es el hombre Valjean, cuya humanidad
se le quedó atada a la cadena de la cárcel, y a quien todos tratan como no lo
harían a un perro. Valjean roba la platería del obispo Myriel, único que le cobija la noche horrible que llega a Digne. Es
apresado, no queda ya nada para él en este mundo, pero Bienvenu lo toma en sus manos, le enseña lo que es Ser un Hombre: Jean Valjean, hermano mío, usted no
pertenece ya al mal sino al bien. Lo que yo le compro a usted es su alma; la
aparto de las malas ideas, y del espíritu de perdición, y se la entrego a Dios.
II
La Pobreza y la Miseria
Víctor Hugo participaba de lo que podríamos llamar prudentemente un
optimismo explosivo basado en el Progreso y la Razón. A estas alturas
desencantadas de la Historia resulta casi imposible entenderlo, nosotros que ya
estamos de vuelta. Hugo vive entre
el romance y la realidad, pone voz y color a los ideales republicanos, a la
razón en el gobierno, a la destrucción y erradicación de la Miseria de Toda la redondez
de la Tierra, operada por la Educación universal y gratuita, panacea universal.
Hugo, como Milan Kundera, digresiona y reflexiona a cada momento, nos deja escudriñar
el pensamiento de un hombre que es a la vez Cabeza y Corazón: El luchador
social y talentoso escritor muestra la pobreza como un hecho divino del que no
podemos sustraernos, ocasión para desplegar las virtudes heroicas y templar nuestra
alma en el yunque de la adversidad. Este es un sueño hermoso del que Valjean,
Enjolras
y les
amis de l´ ABC, Eponine, Marius, Bienvenu,
Cosette,
Fantine,
Gavroche, Fauchelevent, Gillenormand y hasta Javert representan
diferentes facetas. La pobreza está en la naturaleza divina de las cosas y se
la bendice como Hermana, como hace el Poverello
Francisco de Asís. Sin embargo, Víctor
Hugo distingue Pobreza de Miseria, la que denuncia como responsabilidad
absoluta del hombre, contra la que hay que oponer todas las fuerzas. La pobreza
es don de Dios, la Miseria es castigo que el Hombre fabrica contra el Hombre, y
destruirla justifica el hecho revolucionario, sobre el que reflexiona en toda
la obra: … dígase lo que quiera, la
Revolución Francesa es el paso más importante que ha dado el género humano
desde el advenimiento de Cristo. Y
también Para que exista la revolución, no
basta que Montesquieu la presienta, que Diderot la predique, que Beaumarchais
la anuncie, que Condorcet la calcule, que Arouet la prepare, que Rousseau la
premedite; es necesario que Dantón se atreva. En definitiva, Víctor Hugo nos convence todo el tiempo
que para hacer tortilla hay que romper huevos. Conviene saber en consecuencia
que en concepto de Víctor Hugo no es
Miserable el andrajoso que guillotina reyes y canta La Marsellesa en la Plaza de la Revolución, ese es pobre pero no
miserable. A diferencia de la Pobreza, en última instancia cosa de plata, la
Miseria es una cuestión moral: Miserable es el humano sometido a la necesidad extrema (…) conducido hasta el límite
de sus recursos, y al infortunio para todos los que transitan por este camino. Trabajo
y salario, comida y cobijo, coraje y voluntad, para ellos todo está perdido. La
luz del día se funde con la sombra y la oscuridad entra en sus corazones; y en
medio de esta oscuridad el hombre se aprovecha de la debilidad de las mujeres y
los niños y los fuerza a la ignominia. Luego de esto cabe todo el horror. La
desesperación encerrada entre unas endebles paredes da cabida al vicio y al
crimen (...) Ellos son "Los Miserables", los parias, los
desamparados.
La Miseria se origina así en la
desesperación, con tan hondo sentimiento mostrada por la Fantine de Anne Hathaway, y que la novela cuenta más
bien con brutal fatalismo, en esas docenas de pequeñas cosas que cambian conforme
te hundes progresivamente: Una saliva
rojiza manchaba las extremidades de sus labios y tenía un agujero negro en su
boca. (…) Los dos dientes habían sido arrancados. (… ) Fantina arrojó su espejo
por la ventana. (…) El pobre no puede ir al fondo de su habitación como al
fondo de su destino sino inclinándose cada vez más. Ya no tenía cama (…). Como
había perdido la vergüenza, perdió también la coquetería. (…) ya no cosía nunca
su ropa. (…) Las personas a quienes debía, venían a alborotar y a insultarla,
sin dejarla nunca descansar. (…) Pasaba las noches llorando y soñando. Tenía
los ojos muy brillantes y sentía un dolor fijo en la espalda (…) Cosía
diecisiete horas por día; pero un contratista (…) bajó de repente los precios
(a) cincuenta céntimos por día. Presionada y amenazada por Thenardier,
Fantine
es empujada a prostituirse, se habla a sí misma al modo que lo hacen los
solitarios, en ese tono desesperanzadamente lógico que no es desaliento pero sí
lo es: Vendamos lo que queda. Y
cuando parece que ya llegó al fondo, aún había allí más abyección, aún hay más
miseria: Un alma por un pedazo de pan (…)
Le ha sucedido todo lo que le sucederá.(…) Pero es un error creer que se agota la
suerte y que se toca el fondo … Los que
vivimos sabemos que las cosas siempre pueden ser peores, que el auxilio suele
llegar póstumo. Y los que no saben, como Javert, meten el dedo en la herida
para que ésta duela más. Y los que no sabían mentir, como Sor Simplice, aprenden, porque
la vida es más complicada de lo que nos pintaron. Igual Fantine morirá en la
Desesperación y la Miseria. Y en la ruta Valjean se descubre ante Javert, evita que un inocente pague por él, y todo
porque Monsieur Bienvenu le compró su alma y lo cargó con los
intereses de la transacción. No deja uno de pensar que se tiene que ser muy
idiota y muy simple para vivirlo. Pero ese Valjean que se entrega a la justicia
injusta posee fuerzas hercúleas y voluntad de hierro, escapa definitivamente de
la cárcel, escala a mano desnuda los muros de París con Cosette a cuestas,
combate en las Barricadas de la República y carga con el cuerpo de Marius a
través de kilómetros y kilómetros de subterráneas y rebosantes alcantarillas.
III
Calaña de Miserables
Naturalmente no voy a contar toda
la Novela o la película: Vean y lean. Miremos los personajes de Víctor Hugo, que como el mar alternan
profundidad y superficie. Jean Valjean es un don Nadie, un
ganapán taciturno, podador y cazador furtivo, ignorante, huraño e insociable;
medio hombre y medio bestia salvaje. Cae preso al robar un pan para que coman
sus sobrinos huérfanos, la ley lo manda a galeras, trata de escapar y acumula
diecinueve años de condena, reducido a ser el número 24601. La desgracia tiene su claridad y Valjean
condena la sociedad que le condena y la providencia que le abandona. Cuando nos
cruzamos con él, está atravesado de odio, tiene seco el corazón y un vago, incesante y brutal deseo de hacer
daño, sin reparar en quien, a un ser cualquiera. Por eso, es feroz hasta cuando
se sacrifica, no es un manso cordero pero Bienvenu lo ha comprado y es bueno
casi contra su voluntad: Yo no soy sino
el más abyecto y el más abatido de los hombres (…) Yo estoy fuera de la vida, caballero. De Javert – el Otro Yo de Jean Valjean - sabemos lo que dice de
sí: Nació en la cárcel, hijo de una echadora de cartas y de un presidiario. Sólo
tiene apellido, como le cuadra a un hombre de una sola pieza: Puede ir
indiferentemente Contra la Sociedad o Defenderla, y elige Defenderla. Es inflexible,
el estrés lo mantiene tenso como cuerda de violín e implacable en la lucha
contra el delito, e incluso salva a Valjean sin saberlo al desbaratar la
banda de asaltantes en que andan los Thenardier. Sufrirá horriblemente al
dejar de ser sencillo. Permanecer en la antigua honradez, no le
bastaba ya. Cuando ve dos caminos igualmente rectos le aterra no que sean
rectos sino que sean dos, que sean opuestos. Valjean salva su vida y se
sorprende, pero que él perdone a Valjean
le petrifica y deshonra: Entrega a tu
salvador. En seguida haz que te traigan la jofaina de Poncio Pilatos, y lávate
las garras. Confunde la bondad que en él apunta con debilidad y cobardía y
no la soporta. Camina en la cuerda floja, al final caerá. Este es un conflicto
que en nuestro país desconocemos, tan pegados somos a la letra de la ley y no a
su espíritu; tan cercanos a la hipocresía inconsciente y tan lejos de la
misericordia bien entendida. Ante un dilema moral como éste la cobardía nos
gana y vivimos en una contradicción que no le hace ni cosquillas a nuestra piel
de elefante. Prefiero a Javert: Obediente esclavo de la Ley,
que con coherencia se da la muerte al no reconocer a la Justicia como Tribunal Más
Alto, o quizá tratando oscuramente de acortar la ruta para llegar a él… .
Lo que en Jean Valjean es aguante y
en Javert
tensión, en Fantine es el dolor más agudo clavado en medio de su dignidad y
sus sueños. Fantine no tiene absolutamente nada a que aferrarse más que a
su Cosette,
la que deja con los bandidos Thenardier por no poder hacer otra
cosa. No tiene opciones ni posibilidades desde que Tholomyés, padre de
Cosette, las abandonó por todo lo alto. Hugo
presenta en ella la detallada crónica de la destrucción de un ser humano, y su
muerte es amargada por un Javert que destruye con crueldad el
porvenir de Cosette al arrestar a Valjean. Quizá las escenas más
patéticas de la novela sean el encuentro entre Cosette y Jean
Valjean y la confrontación de éste con el bandido Thenardier. Los Thenardier
son la suma y compendio de la Miseria Humana, que Hugo la cuente: pertenecían a
la clase bastarda que (…) se halla entre
la clase que llaman media y la llamada clase inferior, y suele combinar (…)
algunos de los defectos de la segunda con casi todos los vicios de la primera,
sin que tenga los generosos arranques del obrero ni la probidad ordenada de
ciertos tipos de la clase media. (…)
naturalezas mezquinas que si algún fuego sombrío las enardece (…) se hacen
monstruosas. Había en la mujer el fondo de una bestia, y en el hombre las apariencias
de un perdido. Y sin embargo, en el pantano nacen flores: Eponine
y Gavroche
Thenardier
son los héroes de la Revolución: Gavroche es un gamin de París (que) tiene un
hijo y el bosque un pájaro: el pájaro se llama gorrión, el hijo se llama
pilluelo (….), y su padre no pensaba
jamás en él, y su madre no le quería. Era uno de esos niños digno de compasión
entre todos los que, teniendo padre y madre, son huérfanos. En ese mundo la
calle es el mejor sitio para vivir, y la Barricada el mejor para morir: El pavimento era para él menos duro que el
corazón de su madre. Eponine tiene más negro el corazón, ha
sufrido y a nadie le ha importado un pepino. Como personaje gusta más que la
etérea Cosette, y en un mundo más justo se ganaría el amor de Marius,
al que salva la vida pidiendo a cambio le acompañe hasta el final y bese su
frente cuando muera: ¿Sabe usted, Señor Marius?
Yo andaba algo enamorada de usted. En boca de Enjolras, jefe de la
barricada, pondrá Víctor Hugo la
profesión de fe del Romanticismo Político, reflejo sin duda del discurso de la
revolución de 1830: Ciudadanos, el diecinueve es un gran siglo, pero el
siglo veinte será un siglo feliz. Nada será como en la vieja historia; no habrá
nunca más que temer, como hoy, una conquista, una invasión, una usurpación, una
rivalidad de naciones en armas, una interrupción de la civilización (…) No
tendremos por qué temer la famina, la explotación, la prostitución por el
desamparo, la miseria por el desempleo, el cadalso, la espada, las batallas, y
todos los asaltos del azar en el bosque de los acontecimientos. Podremos
incluso decir: no habrá ya acontecimientos. Seremos felices. Hermoso sueño que los que estamos de este
lado, vencido el Siglo XX por el XXI, nos percatamos que este deseado “Fin de
la Historia” (Fukuyama resultó ser
un neoliberal copista) ni ha sido, ni es, ni probablemente sea. El Ángel de la
Historia de Walter Benjamin no
solamente no ha terminado su chamba, sino que se le ve bastante entusiasta…
IV
Los Miserables hoy
Los actores se disputan palmo a palmo los roles de
Jean
Valjean y de Javert, y por ello los interpretan
los de talla: Jean Gabin, Fredric March, Jean Paul Belmondo (en film de Claude
Lelouch ambientado en la Francia ocupada por los nazis), Liam Neeson, Gerard Depardieu y Hugh
Jackman, éste último en el musical, para Jean Valjean. Javert
ha sido actuado por John
Malcovich, Geoffrey Rush, Anthony Hopkins, Charles Laughton y últimamente Russell
Crowe. Fantine lo ha sido por Uma
Thurman, Annie Girardot y en el
Musical por Anne Hathaway; Claire Danes y Amanda Seyfert han dado vida a Cosette. La versión francesa en
miniserie es excelente, búsquenla en YouTube, en especial si saben
francés, no la he visto subtitulada al español. El musical nació en Broadway, y
ha resultado en obra inspirada que ha alcanzado tremenda gravitación. El arte y
la revolución parecen aterrizar en el mismo aeropuerto: La elipsis del cine es
ventaja al contar una Historia larga y densa como Los Miserables. La novela está dotada de muchos personajes y
digresiones de diverso carácter que hacen parte de la genialidad de la obra, y
por ello en cada versión se trata que nada se escape. La penalidad es que
referentes importantes queden fuera y se pierda la profundidad de la trama. Hay
drama constante en la obra, en lo pequeño y lo grande, en lo individual y
colectivo, y poderosas anáforas de arriba abajo, difíciles de plantear en medio
distinto al lenguaje escrito. El Musical creemos que consigue expresar el
sentido general de la obra, gracias tanto a los elementos de elipsis del teatro
y del cine, como gracias a la potencia expresiva de la voz humana y de la música,
con sus letras y el particular sentido de los Himnos, de resonancias tanto
revolucionarias como místicas. Consigue así ser fiel al espíritu de la obra,
por más que hagan cambios no tan menores en ella, que a esta altura ya no nos
interesan tanto, pues no cometen la lesa majestad de modificar el sentido. Así,
sí. Lo que subleva es ver como le enmiendan la plana al autor, lo que en este
caso no ocurre. Y así lo que no es original de Hugo se merece serlo.
La Bandera Roja y la Canción del
Pueblo poseen grandes reminiscencias revolucionarias, me pregunto si por ahí
algunos no estaremos tratando de recuperar la tradición revolucionaria
occidental, algo se está moviendo ahí, me pregunto por qué en el Perú no se ha
tratado de representar una obra cuyo éxito mundial lo justifica, el que la haga
se llenará de guita. Pero me temo que no la montan porque posee una potencia
revolucionaria incómoda en sociedades como la nuestra, donde aún no se han roto
las cadenas ni se han ajustado seculares cuentas. Para la "Derecha Bruta y Achorada" es peligroso ver
en acción a Gavroche, Enjolras y Marius; es peligroso el Himno del Pueblo. Veámoslo en acción en
esta versión castellana cuyo link es:
La magnífica composición coral del musical: http://www.youtube.com/watch?v=6o5JeLsvkPs&list=PL67d4V6VTlB52m8iCBxdYReW_U_S8suZf, es un contrapunto que entrelaza las voces que representan las esperanzas y angustias de Jean Valjean, Eponine, Enjolras, Marius, Cosette, los Thenardier y Javert. Un contrapunto que expresa el sentido completo y el pináculo de la obra, que une y separa a la vez a los que van a morir para que triunfen la Justicia y la Libertad. En medio del gigantesco drama se quiebra el pecho de concreto armado de Javert, quítase su condecoración y la pone en el pecho de Gavroche muerto. Enjolras y Grantaire mueren abrazados a la bandera roja, como Santa Teresa de Ávila mueren porque no mueren. Valjean salva la vida de Marius y de Javert, se pospone a sí mismo, cumple su promesa a Monsieur Bienvenu. Marius cargará con ser feliz con Cosette en nombre de todos sus camaradas caídos. Eponine pagará con la muerte poder decir que ama. Javert cae del filo de la navaja. Al final de la obra se hace la última justicia, la justicia del lecho de muerte: Jean Valjean muere en brazos de Cosette y Marius, sus pecados le son perdonados, porque amó mucho: … todo eso ya es sombra, y nada más. Y yo me había imaginado que eso me pertenecía (…) Así distribuye Dios la gracia y la desgracia en el mundo. (…) Voy, pues, a dejaros, hijos míos. Amaos siempre mucho. No hay otra cosa en este mundo que amarse.
V
Colofón
La supervivencia de Los Miserables en la memoria colectiva
de la humanidad parece testimoniar los tiempos revolucionarios que dieron nacimiento
a las repúblicas liberales, los estados americanos, los Derechos del Hombre, la
democracia tal como la conocemos. Pero parece que aún oscilamos entre las
barricadas y las cloacas, entre la ciudad y el campo, entre los Miserables y
los Pobres. Algo se siente que cruje por ahí. El que tenga Oídos de seguro lo oirá: Si es rico, que haga llamar al médico. Si no
es rico, que no le haga llamar. Si no tiene médico, morirá. El que tenga
Oídos escuchará allá al fondo la misma Canción
del Pueblo que últimamente ha estado sonando potente en Brasil, en Egipto, en
Sudáfrica…
Para los que quieran descargar la obra completa, está, entre otros sitios, en: http://www.claseshistoria.com/general/pdf/miserables.pdf
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