CONTRA LOS PLANES DE GOBIERNO
Parte 2: Recursos y Diagnósticos
Introducción
Hemos visto en el artículo anterior para qué deberían
servir realmente los Planes de Gobierno.
En la práctica se reducen al rol de evidenciar ante sus verdaderos electores de
qué irá su eventual gobierno. Creo que todos sabemos que los verdaderos electores
son los que ponen la plata de las campañas y aseguran así secciones completas
de sus argollas y mafias. Pero aquí trataremos
de señalar algunos rasgos que definan un Plan de Gobierno que en verdad merezca
ese nombre.
¿Qué rasgos debiera tener un Plan de Gobierno
efectivo?
Los Recursos
No es posible un buen Plan de Gobierno sin los medios para ello. Los recursos físicos son
relativamente sencillos de obtener, lo realmente complicado son los recursos
humanos – por cierto, detesto el término “recursos” asociado a lo humano, me
parece una pérdida de perspectiva -, pues es esencial disponer de personal
adecuado para elaborar un Plan de Gobierno. Pero la realidad no siempre es
favorable, y es necesario ser realista sobre qué es un Plan de Gobierno en la política
concreta.
La cultura política tradicional no da peso a los Planes de Gobierno, y una consecuencia es
que los grupos políticos o no disponen de los especialistas adecuados para
determinadas áreas, o se carece del interés por hacerlo. Ello deriva en la cultura del Plan de Gobierno cerrado,
que se reserva a los llamados "técnicos" y "expertos", lo que excluye de la
toma de decisiones tanto a los ciudadanos "de a pie" como a los
elementos políticos del partido o agrupación.
Esta situación ha hecho crisis debido a la generalizada
mediocridad de la gestión de recursos humanos por los partidos políticos, tanto
los propios procedentes de la agrupación política como los adheridos
posteriormente. El problema del consenso político explícito es obviado: Los
aspectos que se pueden consensuar no se plantean, en vez se negocian bajo la mesa o quedan en la nebulosa. Pasa como con el currículum oculto escolar, en que se sabe que
los compromisos y consensos son "para la platea" y no se espera de
ellos que se cumplan sino que sirvan al fin de acumular poder.
Y dado que lo
que se oferta políticamente es el estilo y no el programa, las relaciones de poder entre
"técnicos", "políticos" y "ciudadanos" no se plantean, y es el caudillo el que se eleva al estatus de árbitro y establece las reglas de juego.
Espacios,
Tiempos y Funciones
Un Plan de Gobierno debería regirse por criterios
sencillos de ESPACIO Y TIEMPO: En el Tiempo,
debe representar la perspectiva de los plazos corto, mediano y largo para lo
que cualquier partido político entiende estar en la obligación de hacer. En el Espacio, se asume no solamente en el nivel
nacional, sino también en lo regional, provincial, distrital según criterio demográfico, la perspectiva de jurisdicción geográfica es aquí de importancia
capital.
Además, se necesita vincular Tiempo y Espacio con el
tema funcional. Si bien los
problemas que se trata de enfrentar se extienden en más o menos amplios ámbitos poblacionales y
geográficos, la tendencia ha sido ser funcionalista, es decir dividir el Plan de Gobierno en secciones por pliego de presupuesto: Economía,
Salud, Defensa, Relaciones Exteriores, etc.
Las camisas de fuerza a las que este concepto somete a las ideas parecen evidentes.
Diagnóstico
La solidez de un grupo político se refleja en la solidez
de su plan, y no hay solidez alguna si se pierde la perspectiva holística. Los
planes de gobierno no se refieren a secciones del estado reunidas aleatoriamente cual piezas de rompecabezas o legos, sino a grupos de
población de diferentes pesos y rasgos, que padecen ciertos problemas que
requieren solución. Por ello la parte de DIAGNÓSTICO o de HISTORIA es
importante, siempre y cuando no se asuma como una camisa de fuerza.
Un
diagnóstico amplio proviene de una descripción y visión de país a su vez producto del contraste del ideario
político con las perspectivas de los
"Técnicos Independientes" y los "Ciudadanos de a pie". La amplitud de la consulta y elaboración del
plan lo legitima y da la sensación de organicidad y estructura, que permite además
atraer mayor número de personalidades e instituciones, lo que a su vez fortalece la estructura partidaria.
Así un Plan de
Gobierno resulta cuando menos de la conjunción de tres factores: El Ideario
Político que el Partido sostiene, la Lectura correcta de la realidad que se
pretende transformar, y la Percepción de los ciudadanos.
La armonía con que se
combinen esos ingredientes se traduce en perspectivas sostenibles, con variables grados de
ideología y pragmatismo, que determinarán las diferencias entre Planes Máximos y
Mínimos.
El Plan Máximo, en nuestra opinión, debería quedarse en el ideario
Político, mientras que el Plan de Gobierno propiamente dicho se piensa en perspectiva
cruzada con lo que realmente es posible hacer. Ello asegura un elevado nivel de real-politik.
Evolución
del plan
Un Plan de Gobierno está en constante evolución, junto con la realidad. Por eso
es necesario asegurar una acción permanente de planeación en los partidos y grupos políticos. Las
soluciones de continuidad entre uno y otro Plan representan trabajo y tiempo
perdidos, porque siempre hay la tentación de empezar desde cero y pasar por alto la experiencia acumulada. La mala
costumbre de preparar el Plan de Gobierno exclusivamente en función de la
campaña electoral se paga en incoherencias, pastiches y contradicciones
internas y externas que los adversarios políticos explotarán. Una Secretaría
Permanente de Plan de Gobierno no le vendría mal a los grupos políticos, con
bifurcaciones a los comités territoriales y a las organizaciones funcionales.
Y dada la Internet, se puede incorporar aportes constantemente, útiles además para
tomarle el pulso a la ciudadanía.
Colofón
Dejamos aquí esta segunda parte. Ya viene, ya llega, la
Tercera y última, con la que pongo a prueba la paciencia de mis corresponsales.
Viene de la Parte 1:
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