“Dios es trino, y todo lo que Él ha creado,
lleva ese sello indeleble. El hombre que fue creado a su imagen y semejanza, no
podría ser una excepción. Por este motivo nos dice la Palabra de Dios que el
hombre es un ser tripartito, compuesto de espíritu, alma y cuerpo.” (Jack
Fleming, http://www.estudiosmaranatha.com/mensajes/mensaje21.html,
consultado el 22 de Diciembre de 2011 a las
14:40, Hora de Lima)
“La misión del señor es perfeccionarnos en
el ser tripartito que somos, alma, cuerpo y espíritu.” (Ana Jara, Ministra de
la Mujer)
Concepto
A riesgo de simplificar demasiado
el tema, un concepto es la expresión lingüística de una imagen mental, que
podríamos llamar idea. Cada vez que enunciamos un concepto los seres humanos
hacemos una operación de alto vuelo intelectual, aunque no seamos conscientes
de ello: Clasificamos el mundo de nuestras percepciones, introduciendo cada
concepto en una pre-estructura de clases y tipos en construcción constante.
Estas percepciones se integran en una estructura mental dinámica que abarca
nuestra experiencia y conocimientos pasados y presentes. Dicha estructura posee
un sustrato físico en el número y tipo de sinapsis – conexiones interneuronales
- que se construyen incesantemente en el cerebro. Nuestro cerebro es una
máquina de pensar extraordinaria, que emplea sus recursos electro-químicos para
construir el hardware que soporta el software conceptual. Al revés de lo que
ocurre en el mundo de la computación, en el cerebro el software construye el
hardware, aunque sea en parte. Todas las personas poseemos cerebro, pero a la
vez todos tenemos estructuras sinápticas diferentes, que representan nuestro
mundo individual de experiencias y conocimientos adquiridos. En cierto modo la
citoarquitectura cerebral es semejante a la disciplina de la arquitectura, que
emplea en todos los casos ladrillos, cemento, concreto, adobe, asfalto, etc.
para estructurar puentes, edificios de muchos tipos, carreteras, hoteles,
fábricas y todo tipo de construcciones. Del mismo modo todos empleamos
oxitocina y otros neurotransmisores para construir nuestra estructura
sináptica, pero no todos lo hacen del mismo modo ni con los mismos resultados.
El concepto “Familia”, como todos
los demás por supuesto, procede de varias percepciones de diversas
procedencias, tanto emocionales como intelectuales. Una de las más importantes
es nuestra propia experiencia de familia, construida en nuestros primeros años
y por lo tanto bien metida en nuestra estructura mental. Vale la pena indicar
en este punto que la evolución parece haber introyectado en nuestros genes – al
final, los portadores de las instrucciones de construcción de sinapsis –
algunas estructuras proteínicas que favorecen una determinada percepción de la
estructura social, del mismo modo que ocurriría con los lobos que se agrupan en
manadas o las aves en bandadas. Es decir hay un sustrato previo, originado en
algunos centenares de miles de años de evolución, al que se le añade una suma
de percepciones individuales estructuradas culturalmente. Este sería el
hardware primigenio, anterior a toda construcción de software. Las percepciones
son tanto emocionales como intelectuales, pues que somos seres que hemos
heredado genéticamente la capacidad de vivir las emociones, y también la
capacidad de reflexionar, pensar, razonar y construir pensamientos conscientes
estructurados acerca de nuestras emociones y nuestro entorno. El asunto es
complejo y no pretendo agotarlo, pero bien puedo introducirlo.
Condicionamientos de la Definición
Percibir la realidad de una
determinada manera y construir conceptos alrededor de ella es algo que los
seres humanos hacemos porque lo hacemos, del mismo modo que la araña teje su
tela porque eso es lo que hace la araña. En cierto modo podríamos decir que la
araña es una máquina biológica de tejer, como los seres humanos lo somos de
pensar. Pero cuando nos metemos a la Definición estamos ya decididamente en el
terreno propiamente humano de la Cultura. Porque “definir” es una operación
mental de carácter racional, que expresa la capacidad de clasificar nuestras
percepciones, generalizándolas más o menos según el caso, y esto es una
operación mental más o menos consciente. Volvamos al concepto “familia”. Este
se puede definir de diversos modos, y por lo general tal definición suele
depender del entorno cultural en que se ha nacido. Si naciste y creciste en una
sociedad determinada, eso te predetermina hacia algunos tipos de construcción
conceptual, quieras que no. Hay elementos genéticos comunes a todas las
culturas, pero lo cierto es que inuits, estadounidenses de Minnesota, matsiguengas,
sudafricanos blancos, parias indios, lapones, beduinos errantes, tamiles,
pintjantjanjaras australianos, parisinos, moscovitas, nubios, mapuches,
etcétera, tienen – tenemos – concepciones diferentes de familia, y por lo tanto
definiciones diferentes de familia.
Además de esta relativización
cultural del concepto “familia”, hay otras, que se las debemos al esfuerzo de
filósofos, científicos y demás intelectuales, entre los que destacan los
Maestros de la Sospecha. Charles Darwin y sus continuadores nos hicieron saber
que un enorme porcentaje de lo que tenemos en la cabeza es lo mismo que tienen
los otros animales, y de hecho nos devolvió a nuestra condición de simios
evolucionados. Sigmund Freud y Carl Jung introdujeron el Inconsciente como
instancia mental, sobre el cual sobrenada nuestro consciente, en apariencia
donde reside nuestra capacidad racional de definir, evidenciando que cuando
definimos no lo hacemos solamente con nuestras mentes racionales conscientes,
sino también con nuestros contenidos latentes más o menos inconfesados, que
pugnan por salir a la luz. Otros psicólogos y antropólogos plantean el tema del
desarrollo, que nos indica que aunque yo soy la misma persona cuando tenía tres
años que a los diez, los treinta o los cincuenta; sin embargo también estoy
cambiando constantemente, y por lo tanto mis construcciones mentales cambian y
evolucionan según las experiencias que vivo y los conocimientos que acumulo u
olvido. Karl Marx y otros pensadores señalaron la importancia de la clase
social en la que se nace, y cómo ésta predetermina nuestro aparato ideológico
de manera más o menos estereotipada. David Cooper y los anti-psiquiatras han
desmenuzado el concepto de familia quitándole, de una vez por todas, el encanto
que alguna vez pudo tener. Los filósofos modernos y postmodernos han enfatizado
esta relativización del concepto de ser humano y de familia, y por lo tanto han
hecho algo de eso que el ser humano sabe hacer tan bien, que es cuestionar lo
que existe.
Definición y crisis postmoderna
Se nos dijo siempre que no hay
que pensar tanto, cuanto pensar bien. Esta diferenciación entre lo cuantitativo
y lo cualitativo alude a las reglas que se supone se debe seguir cuando se trata
de pensar de modo racional. Si se siguen esas reglas se supone que estás
“pensando bien”. Estas reglas proceden cuando menos desde Aristóteles (Definiendum, definiens, genus proximum,
differentia specifica) y han conocido un enorme si bien desigual desarrollo
tanto desde la Filosofía (falacias, paradojas), como desde la Lógica Formal y
las Matemáticas (Teoría de Conjuntos, Formalización, Teoría de clases,
etcétera). Se entiende que el lenguaje científico – fortaleza última de la
racionalidad – está estructurado sobre este tipo de pensamiento, y en gran
medida la formación profesional es la estructuración de las experiencias
sociales alrededor de ciertas disciplinas, de acuerdo a estas reglas de
construcción. El clamor generalizado actual de la recuperación de la Tesis para
optar el Título Profesional obedece no tanto a que los conocimientos sean
insuficientes en cantidad (de hecho siempre lo son), sino a que nuestros
egresados son bastante incapaces de operar lógicamente, y la Tesis es,
básicamente, la demostración de que se sabe pensar. Dado el estado actual de
los sistemas educativos, no hay garantía que la gente piense, efecto colateral
de una suerte de desconfianza frente a la inteligencia, cuyos efectos no
siempre son previsibles. Dado que el soporte evidente del pensamiento racional
son los resultados, es decir la eficacia y utilidad de este modo de pensar, pensamos
racional, lógica y científicamente por la razón más simple del mundo: Porque
funciona. Y funciona desde ciertos objetivos que se determinan a priori, es decir, “desde antes”, lo
que es una manera de decir “desde fuera” del pensamiento racional.
La postmodernidad ha denunciado y
criticado, a mi modo de ver con justicia, el anquilosamiento de determinados modos
racionales de pensar, que presuponen objetivos y contenidos latentes
ideológicos previos y que no hacen más que justificarlos, adjudicándoles
contenidos de valor como “correcto / incorrecto” y “verdad / falsedad”. La
consecuente relativización de toda Definición ha llevado a la idea generalizada
de que todos los conceptos son más o menos equivalentes, intercambiables e
igualmente valiosos o deleznables según el individuo que los profesa. La crisis
del lenguaje en cuanto portador de contenidos – vehiculada por el pensamiento
de Wittgenstein, Russell, Whitehead y otros – nos lleva a entender que el
lenguaje oculta tanto o más de lo que muestra. Por ende tenemos tres reacciones
sociales contrapuestas, pues el equilibrio conceptual inestable resulta poco soportable
para la mente humana.
Algunas reacciones intelectivas
Emplearemos el concepto de
“familia”, tan bueno como otro cualquiera. Asumiremos como metáfora la visión
del caminante en una encrucijada. Frente a una generalizada y devastadora
crítica de los absolutos, que incluyen al concepto y la definición de
“familia”, el caminante se detiene y debe tomar una decisión vital y
existencial, y en ello hay cuando menos tres reacciones posibles:
1.
Detenerse. Esto parece ser lo más común. El
camino pierde su sentido, no hay por qué continuar andando, y mejor nos
estacionamos para siempre en el sitio, dejamos de hacernos problemas y pensamos
en otras cosas más prácticas. Entonces tratamos de meternos en la
inconsciencia, y dejar pasar las cosas, con lo que en la práctica nos
convertimos en veletas que giran según la dirección del viento. Pero como
habíamos llegado hasta acá, esto se cobra su peaje, y entonces nos convertimos
en quejosos profesionales, que lamentamos el estado de cosas sin meter la mano
en ello, sin tratar de mejorar las cosas, y más bien incluso criticamos a
aquellos que tratan de hacerlo como reflejo de nuestra propia culpa no asumida.
Vale decir, nos ubicamos en el tendido a ver los toros, y comentamos con
autosuficiencia lo que hace el torero, pero sin meter la mano, porque el toro
suele cornear. Así hablaré de la Familia, de lo mal que está, de lo importante
que es, pero todo eso será un simple saludo a la bandera, pues no haré nada al
respecto.
2.
Retroceder. Esto es, como me da miedo avanzar
hacia la indeterminación y el desencantamiento, y me da miedo hacer uso de la
libertad de mi pensamiento, entonces retrocedo hacia una Autoridad que me dé la
seguridad de que carezco. Esta Autoridad puede provenir de las Iglesias, las
Ideologías o incluso del New Age. Renuncias al penoso trabajo de pensar y le
entregas tus creencias y pensamientos a lo que te resulte más cómodo, y además
pagarás el precio entregando tu autonomía. Una ventaja de la postmodernidad es
su relativismo, así que mientras creas en la “energía”, “Dios”, o cualquier
panteísmo o cosa que termine en ismo, todo va bien. Entonces tus fuentes de
autoridad serán los libros sagrados de toda especie, poseerás la Verdad, más
que sea por delegación de la Autoridad. Y así te sentirás seguro, gracias a la
autoaplicación de una lobotomía emocional del lóbulo frontal, donde está –
estaba - tu voluntad. Y creerás que opinas sobre la Familia por ti mismo, como
sobre cualquier otra cosa, aunque en la práctica solamente serás caja de
resonancia de otros.
3.
Caminar hacia delante. Vale decir, tratar de
avanzar con el mundo, y arriesgarse a pensar por uno mismo. El camino es
imprevisible, no se sabe a dónde vas ni a donde te conducirá. Eres el torero
con el toro, y con el respetable en contra, comentando tus lances o tu ausencia
de lances desde la platea. Si tienes un buen sentido de la aventura de estar
vivo suele ser muy gratificante, pero a la vez te introduce en una gran
soledad, a no ser que encuentres a otros galifardos como tú, pero eso es muy
raro, así que tendrás que acostumbrarte al exilio interior, pues si hablas, los
que se detuvieron y/o anquilosaron, te criticarán sin piedad y casi siempre sin
fundamento. Y terminarás reaccionando a las tonterías que te digan o que
escuches. Eso, claro está, si te compras el pleito. En lo que a la Familia se
refiere, tu visión tratará de ser propia y realista, y aunque no siempre lo
consigas, tratará de ser objetiva. Y no es que lo logres, pero en el intento
está la cosa.
Por supuesto, esto representa
únicamente mi idea sobre el tema. Y es discutible y espero que se discuta.
Porque me creo el cuento de que estoy avanzando, aunque de repente esto no
resulte así, pero en todo caso lo considero preferible a quedarse plantado en
el sitio o a aceptar una Autoridad por aceptarla.
Colofón
Según parece nuestra ministra de
la Mujer – Familia, perdón – tiene su situación clara. Prefiere la Autoridad
metafísica platónico-cristiana y rige su acción política de acuerdo a ella. Ello
no es necesariamente negativo en cuanto a los resultados previsibles, pues de
proposiciones falsas pueden derivarse proposiciones verdaderas, según las leyes
de la Lógica Formal. Asimismo, el reino de la política es el reino de las
opiniones y las pasiones, y quien sabe no lo haga tan mal después de todo, pues
una cosa es el intelectualismo y otra la acción política. Pero aún así no
podemos menos que observar la dificultad para pensar de manera independiente y
propia, que ahora circula de Sócrates a Platón. La Autoridad asumida porque es Autoridad
siempre es cosa de doble filo. Se supone que una Autoridad que lo es por sus
demostradas capacidades y resultados puede ser interesante de seguir en ciertos
aspectos, pero entiendo muy instrumentalmente que no se resuelven los problemas
de hoy retrocediendo hacia los paraísos perdidos del ayer, por más que Platón,
Sócrates y Aristóteles les den soporte. Ellos en todo caso serían los primeros
en poner en cuestión sus propios pensamientos, y nos parece que es esto lo que
deberíamos aprender, antes que a seguir mecanicista e ideológicamente sus
ideas. Seguiremos la acción desde nuestra perspectiva, y veremos.
Creo como usted que hay a la fecha en nuestro país una forma de usar el pensamiento en la forma simple de silogismo , por lo que se dirá que queda demostrado tal o cual cosas por haber enunciado unas premisas que no tienen o pueden tener la categoría de verdaderas, creo en el caso de la ministra de la mujer, aspirante a familia, como en el caso del presidente una falsa generalización , partiendo de la falsa premisa que vivimos en una sociedad unicultural, se habla de valores universales como si tales fueran asumidos por todos , por tanto no respetuosos de otras culturas, pero sin alargar el tema, la ministra no lo es de su opción religiosa o política sino de una nación pluricultural y plurilingue, lo que corrobora lo anterior pues cada lengua tiene sus propios significados, creo además importabte se debería escribir para muchos y no solo para algunos preocupados de buscar mayor inclusión sin unifomar a nadie,
ResponderEliminarAtte.
Rodolfo Gonzales Wang
"La revolucion no se lleva en la boca para vivir de ella , se lleva en el
corazon para morir por ella"(El Ché)
Apreciado Javier:
ResponderEliminarEstoy convencido que el hombre ideal es aquel hace lo que predica y predica lo que piensa, es decir debe tener coherencia entre lo que piensa, lo que habla y lo que practica.
Un político debe hacer pedagogía política en cada paso que dá. Esto es uno de los rasgos de nuestro Comandante. Practica la unidad de la familia, porque esa es la célula, el inicio del país. Un viejo político decía: "si quieres destruir un pueblo, un país, comienza por la familia...". Qué distinto es la chata y enana estatura del pobre "crazy horse" que ha tenido que confesar públicamente que tiene un "canal 2" y que le ha nacido hace cinco años un hermoso niño y todo ello frente a la televisión y teniendo a su costado a la pobre argentina, que ha demostrado no poseer ni una pisca de amor propio. Ese es el modelo de la familia del jefe de los apristas....Nada tiene que ver con lo que aspiramos los verdaderos peruanos.
En la decencia está la diferencia. Yo me siento representado y orgulloso de tener un presidente, que no realiza ejercicio mental conceptuando sobre la familia, ni precisando la diferencia entre alma y espíritu. Encima introducir a Dios para explicar un problema político, eso si es revivir el "gran debate" que sostuvieron durante 150 años los españoles durante la colonia, si el indio tenía o no alma.
Dios es una decisión íntima de cada persona, existe si uno cree. En cuanto ami, yo no creo, yo conozco y si uno conoce, no cree, conoce...
El "viejo aguafiestas" -según motejó el poeta Alegría a K. Marx- nos dice: "Por eso, si queremos encontrar una analogía a este fenómeno, tenemos que remontarnos a las regiones nebulosas del mundo de la religión, donde los productos de la mente humana semejan a seres dotados de vida propia, de existencia independiente, y relacionados entre sí y con los hombres".
Los andinos, en esta fecha deseamos así: "kay wata, allintaya q'allarisun"
Jaime R. Prada S.
Consultor
Apreciado Jaime, con mil disculpas por recién haber leído tu respuesta, y por la supertardía respuesta, me permito precisar mis conceptos y comentar los tuyos.
EliminarQue el Presidente Ollanta es ética y moralmente muy superior a sus antecesores, y que haya realizado y realice el esfuerzo por hacer política decente, me parece no solamente encomiable, sino además profundamente político en el mejor sentido del término. Y en ello su concepto y vivencia de familia, que implica incluso reconocimientos con humor anti-sentido común, como el de "primer sacolargo del Perú" me parece extremadamente importante pensando en revertir las ideas generalizadas acerca de un orden social que necesita y requiere profundos cambios para asegurar nuestra vigencia como Nación. Qué duda cabe que las familia tiene su importancia. Pero la familia, como cualquier otra idea, posee un concepto, que se basa más o menos en la realidad. Y nuestra realidad nos habla de desajustes en diversas direcciones, que abarcan desde los asesinatos de mujeres por sus parejas y exparejas, hasta las familias con un solo adulto, pasando por las familias desquiciadas de todo género. Que el presidente plantee un modelo de familia apelando a su propia coherencia es, como he dicho, santo y bueno, pero en el terreno del deber-ser, no en el terreno del ser.