Hoy día me escapo de la Política
y de la Filosofía de la Educación. Me meteré a parajes en apariencia más sosegados.
Pero las apariencias engañan, y mucho. Por eso titulo esta serie de artículos
“Combates por la Didáctica de la Historia, recordando y copiando con descaro el
celebrado “Combates por la Historia” de Marc Bloch.
Docencia y Didáctica
La docencia tiene a la Didáctica como
uno de sus centros principales, es decir la dinámica enseñanza / aprendizaje, que
se expresa en la dualidad docente / discente. No deseo entrar en el enredo de
las definiciones, de las que hay para todos los gustos, pero para que me
entiendan algo más diremos que la Didáctica informa la relación entre personas
en un acto de comunicación del que surgen cambios en las personas, tanto
alumnos como profesores. Cuando hablamos de mejorar la calidad de los docentes
en el Perú, se habla de muchas cosas, pero básicamente nos imaginamos a
docentes que aplican estrategias didácticas científicas, adecuadas y eficaces,
cuyo resultado se puede medir en el cambio axiológico, conceptual y
tecnológico-procesual de la conducta de los discentes. La aplicación concreta
de “nuevas” Didácticas en la dualidad enseñanza/aprendizaje ha sufrido y sufre
constantemente profundos cambios, reflejados, entre otras cosas, en la
necesidad de obtener resultados objetivos mensurables de aprendizaje, y surge
aparentemente de la paulatina conciencia de la inoperancia de la técnica de la
clase magistral como estrategia para lograr dichos objetivos. El viejo rol del
experto que le cuenta una historia al alumno está crisis, aunque pueda ser
funcional en casos diversos. Hoy se considera que el rol del discente en la
tarea de aprender debe ser más activo, y en consecuencia el docente más que un
dador de contenidos académicos, se debiera convertir en motivador, facilitador,
guía y monitor. Sin embargo, siempre existe la presuposición de que las
acciones que adopte el docente / enseñante determinan, guían o cuando menos
favorecen el aprendizaje del discente / enseñado.
Vale decir, se ha producido una
inversión en la concepción del tema de la enseñanza / aprendizaje. Si antes se
ponía el acento en lo que el docente hacía para provocar el aprendizaje, hoy la
Didáctica se desplaza hacia una “Matética” (Del griego “mathetés”, discípulo)
cada vez más pronunciada, es decir se concentra en las acciones que el discente
realiza para autoeducarse, si bien estas acciones son mediadas por la presencia
y la didáctica del docente. La irrupción y creciente presencia de los medios y
conceptos de la comunicación y la cibernética, expresados en la omnipresencia
de las conexiones en redes han sido poderosos catalizadores de este concepto de
autoaprendizaje mediado.
En mi práctica docente, dadas las
necesidades y requerimientos de mis alumnos y las mías propias, he debido
enseñar de todo, en diversos niveles. Con jóvenes de primaria, secundaria y
superior he trabajado la Historia del Perú y Universal, la Historia de la
Cultura Peruana, la Geografía, la Economía, la Educación Ciudadanía y Cívica, la
Metodología del Aprendizaje, las Políticas Educativas, la Filosofía, la Lógica
Formal, las Matemáticas, la Física, la Química y la Biología, y muchas, muchas
otras yerbas del campo. Incluso en alguna ocasión tuve que entrar en la
Educación Psicomotriz. Así que me conozco la normal experiencia docente de no
dominar necesariamente todos los contenidos de los cursos que me encargaron
desarrollar. Ello es subproducto de un Currículum inmenso y farragoso, que se
debiera emplear como una herramienta relacionándolo con las necesidades
realmente existentes, es decir, considerando los rasgos que presentan los
discentes. No ocurre así por muchos factores. A los docentes se nos pide
muchísimo, y ello en principio no es que esté mal. El problema es cuando te
sueltan en el coso sin capa, muleta ni banderillas, a lidiar un toro bronco y
grandote. Naturalmente, las estrategias que un docente ducho en la
supervivencia ejecuta en su práctica para sobrevivir a un Currículum de esta
clase provienen principalmente de la Didáctica. Entonces, por una vez, hablemos
de Didáctica.
Historia memorística
Si no recordamos la ordalía
escolar de aprendernos todas las características de las Culturas Pre-Incaicas debe
ser por olvido traumático. Se nos mezclaba en la azotea la metalurgia de Chimú
con la cerámica de Chavín, las trepanaciones de Paracas con los camellones de
Tiahuanaco, los acueductos Mochica con los uncus Huari, o las Líneas de Nasca
con los enterramientos Lima. Y si teníamos la desgracia de tener un profesor acucioso,
de esos que encima le gusta la Historia, caramba, había entonces que lidiar con
otras culturas como Cupisnique, Lambayeque, Recuay, Cajamarca e incluso
Churrajón y Chachapoyas. Y era costeante tener que hacer el famoso cuadrito con
la lista de Culturas para ver cuál había hecho qué, y cuándo, y cómo, y con los
nombres de sus asentamientos más. Tal como la lista de Presidentes del Perú
entre 1840 y 1845, o la lista de los valles de la Costa peruana, para lo que
realmente podría servir todo esto es para desplegar la capacidad memorística y
admirarnos de cuánto sabe el chancón de la clase. Y que hay que aprenderlo a la
larga, pues hay que aprenderlo, porque los superdotados que hacen exámenes de
ingreso – me he contado en alguna ocasión entre ellos – logran alguna diversión
en sus vidas buscando la pregunta irrespondible, algo así como de qué color era
la mascaypacha que usaba Túpac Yupanqui el día que se fue a Máncora de veraneo
tras conquistarse Chan Chan.
La enseñanza de la Historia se ha
venido a menos. La memorización de datos en apariencia perfectamente inútiles,
o cuando menos, a lo Ortega y Gasset, de cuya utilidad no estamos advertidos ni
prevenidos, le da de contrasuelazos a la enseñanza de la Historia. Y como
estamos subidos en la cresta de la ola de los cambios curriculares,
metodológicos y didácticos en esta rama y en otras, los viejos que sí se tuvieron
que aprender todo el bodocón dicen que los alumnos de hoy no saben nada porque
no saben los colores de la cerámica moche en sus distintas etapas, y tendrían
razón, si saber fuera paporretear. Pero lo cierto es que tampoco hemos logrado
introyectar en los profes los nuevos métodos y técnicas que privilegian el
empleo de conceptos y las herramientas intelectuales, y hemos terminado por echar
vino nuevo en odres viejos. Los alumnos ni aprenden las características de las
Culturas ni aprenden los conceptos y herramientas intelectuales para conocerlas
– con las debidas excepciones.
Digamos también que hay
fundamentalismos de distinto signo: Se puede considerar que el aprendizaje es
principalmente memoria a la manera tradicional, como también se puede
considerar que no tiene nada que ver con la memoria, a la manera de un
constructivismo mecánico. Los profes de Historia hemos pasado por este
desconcierto. Pero la combinación de ambos fundamentalismos es francamente un
espanto. Porque hoy nuestra Currícula espera de nuestros alumnos que comprendan
los procesos históricos y reflexionen sobre ellos, y para ello les mandamos
información en carretadas, que los alumnos tratan de memorizar con las pocas
herramientas que poseen. Al final del partido la capacidad de evocación de
datos irrelevantes y desordenados resulta ser el más sofisticado proceso mental
involucrado. Y es que lograr comprender, reflexionar y evaluar un tema que no
nos interesa, o del que no percibimos su posible utilidad o importancia, es de
lo más frustrante que hay. Y en consecuencia, a no ser que se esté
particularmente dotado para la memoria, se terminará por detestar todo lo que
siquiera tenga un olorcillo a Historia.
Desde los frustrantes resultados
de las pruebas PISA, se supone estemos abocados en que la gente aprenda a
comprender lo que lee, la verdad sin grandes éxitos hasta ahora. Esto produjo que
el sistema escolar focalizara recursos y tiempo hacia el área de Comunicación,
olvidando alegremente que la enseñanza de las Ciencias Sociales depende
frontalmente de la capacidad de entender lo que se lee. Pero como los cursos o
áreas escolares se ven aún como compartimentos estancos, se desviste
curricularmente al santo por el lado opuesto al que se le viste, dándole a Comunicación
el tiempo y los recursos que se le quita a Ciencias Sociales. Contradictorio,
por decir lo menos. Y así quedamos librados en Historia a continuar con una
estrategia de memorización mal hecha, con lo que deshacemos con una mano lo que
tratamos de instrumentar con la otra.
Historia para reflexionar
Si memorizar listas y rumas de datos
no es lo que queremos, entonces ¿qué buscamos con la enseñanza de la Historia? Repensemos
algunos supuestos que dan soporte a la enseñanza de la Historia. El Perú es un
país con un largo pasado, mucho ha ocurrido y ocurre de dramático y decisivo para
nuestro presente y futuro. Creemos que es importante entender los procesos en
los que estamos metidos para no limitarnos a una engañosa visión fotográfica del
momento, y poder tomar decisiones adecuadas de cara al futuro. Además de esta
justificación intelectual-vital para enseñar Historia, también hay expectativas
de carácter político y social por parte del estado y la sociedad, en las que no
entraré por el momento.
Para remate vivimos un período de
riquísima investigación y audaces interpretaciones de historiadores y
arqueólogos, que llegan más rápido que la actualización de materiales y textos,
y nos mueven el piso cada dos por tres. Hace muy poco se descubrió una tumba
Huari, que como que equilibra desde el Sur Andino a la Tumba de Sipán y arroja
nuevas luces sobre el papel integrador de Huari en los Andes Centrales. Caral
nos había ya complicado la vaina, porque carecemos de los conceptos y herramientas
para integrarlo a la enseñanza y de repente por ahí las cronologías tendrían
que readaptarse añadiendo un Horizonte Cultural anterior a Chavín. Todo esto
modifica la cantidad y calidad de los contenidos introduciendo dos elementos a los
que no prestamos mucha atención: La verdad histórica descubierta, y las nuevas
perspectivas de la interpretación histórica. La Historia como ciencia se ha
enriquecido, y además se ha incorporado muchos conceptos y datos de la
Arqueología a lo que se supone debe enseñarse. Los profesores sabemos bien que
debemos abandonar muchas viejas ideas y métodos, pero la cosa va más rápido de
lo que conseguimos asimilar con los medios de los que disponemos. Y es que no
es sólo más data lo que se incorpora, sino además interpretaciones novedosas y
nuevas polémicas, las que tienen base en las preocupaciones de hoy, que en
varios casos destruyen antiguas interpretaciones oficiales y oficiosas, como en
el caso de los sacrificios humanos en los Andes, pongamos por caso.
Historia e identidad
¿Para qué aprendemos toda esa
Historia? ¿Por qué es necesario que nuestros alumnos sepan tanto detalle sobre
nuestro pasado? Abundan los lugares comunes carentes de contenido que son demasiadas
veces sólo jaculatorias patrióticas, y se justifican diciendo que aprendemos
todo esto para “construir identidad”, entre otras cosas. Pero creer que la
identidad depende de la enseñanza de la Historia suena como pensamiento mágico.
Tal vez no hemos reflexionado demasiado en este constructo de la “Identidad”.
Identificarse como peruano no se sigue automáticamente de saber cuántas y
cuáles “culturas” existieron en nuestro territorio. Además muchos contenidos,
en especial los que remiten al origen de ese algo llamado “cultura peruana”, se
imparten en los primeros años de la secundaria, cuando nuestros alumnos están
todavía bien huérfanos de herramientas conceptuales. Y si hay algo peor que
aprenderse la lista de los logros de las culturas preincaicas, es aprenderse la
de los asentamientos precerámicos. Nuestro concepto social de la Historia sigue
siendo análogo a los de los cuentos de hadas, donde empezamos por el principio,
seguimos por el medio y terminamos por el final, comiendo perdices. Los
profesores debemos convertir todo eso en contenidos a enseñar con el objetivo
de “construir identidad”. Es decir, nos mandan a torear al toro no solo sin espada,
capote y banderillas, sino sin traje de luces.
Algunos profes, en la medida que
las instituciones donde trabajamos nos lo permitan, utilizamos una estrategia
salvadora: Cambiar la estructura didáctica de la Historia, arrancando la
reflexión desde los elementos culturales presentes hacia el pasado, “mirando”
de adelante para atrás. Es decir, a partir de las preocupaciones del Hoy y de
ahí a lo que hubo antes. Volveremos a esto más tarde.
Enseñar Historia y Geografía y
Ciudadanía y Cívica y Demografía y Economía, y …..
La situación es más crítica cuando
observamos el ordenamiento curricular. La disciplina de la Historia está
inmersa en un Área que denominamos Personal-Social, que no abarca solamente la
Historia. La currícula del área combina Historia con Geografía, Economía, Educación
Ciudadana y Cívica e incluso elementos de Sociología y Antropología. Seamos
francos, no hay todista que se pueda manejar todo eso. No es posible para un
profesor típico, en circunstancias reales, dominar todos los contenidos que esta
área pide. No los ha estudiado, las Universidades e Institutos Superiores
Pedagógicos no los enseñan o lo hacen mal, y no podemos esperar que nuestros
profesores sean historiadores, arqueólogos, geógrafos, economistas y
antropólogos, todo en una pieza. Aún si se fuera un erudito, ello tampoco
garantiza que se enseñe bien. Se supone que los especialistas están para algo,
y su labor es muy apreciada en las capacitaciones y actualizaciones que los
docentes deben seguir, pero trasladar cuatro contenidos conceptuales no basta.
Lo que sí tenemos los profesores,
o deberíamos tener, es el DOMINIO DE MÉTODOS Y TÉCNICAS DE GESTIÓN solvente de todo
este conocimiento, y cualquier profe más o menos astuto hace precisamente eso. Sin
embargo, una parte de la ciudadanía nos exige que nuestros alumnos se las sepan
todas, es decir que sean, entre otras cosas, “historiadores” y últimamente
“arqueólogos”. Y ello no es posible ni deseable. Después de todo, los alumnos
son alumnos, no profesionales. Alguno de ellos es posible que se oriente al
estudio científico de la Historia o la Arqueología, pero no es el caso de
todos. Pero así está orientada nuestra currícula. De ahí el famoso, antiguo y
nunca explícitamente aceptado aforismo de los docentes: “Si no sabes bien algo,
enséñalo.”
Ciencias en desarrollo acelerado
Un factor del problema tiene que
hacer con que las Ciencias Sociales en nuestros días siguen la línea de las
ciencias más duras, y se replantean, recombinan y diferencian. Desde lo
científico es un momento muy bacán para estar vivo, pues asistimos a cambios revolucionarios
en el desarrollo de las Ciencias. La comprensión científica de la realidad
empírica se ha vuelto multidisciplinaria, y la distinción entre las diversas
ciencias, sus contenidos y métodos, cambia y se complejiza. Hoy debemos reaprender
conceptos de sociología y antropología y arqueología si queremos enseñar Personal
- Social. Sin contar que debemos reaprender economía y geografía. Eso trae
montones de problemas a los profes, como si no tuvieran suficientes.
Naturalmente tenemos estrategias de supervivencia para afrontarlos desde una
gestión inteligente del aprendizaje. El libro de texto, por ejemplo,
proporciona contenidos intelectuales sobre los temas que no dominamos.
Imaginemos lo que le pasa al profe de colegio nacional cuando el texto no le
llega hasta setiembre u octubre. Algunas editoriales publican magníficas Guías
Metodológicas, extraordinariamente útiles. La Internet proporciona herramientas
y datos organizados, gráficos, imágenes y videos. Por ello cada profe o centro
educativo diversifica la currícula de manera particular a sus posibilidades. Y
muchas veces esto funciona. Pero todo esto es metodológico, y la mirada conceptual
no está orientada aún en esta dirección.
Adiós a la Historia Tradicional
Otro factor es que la Historia ya
no es lo que solía ser. La Historia política, tradicionalmente enseñada, es
insuficiente para el efecto de plantear identidad y ejercitar el pensamiento
crítico. Hay pocos espacios, tiempos y recursos didácticos específicos,
históricos, para enseñar Historia Social, o Económica, o de la Ciencia y
Tecnología, o de las costumbres, o de los desastres naturales. Entendamos que
la currícula sí los considera, pero lo que no hay es los recursos suficientes
para que los profesores consigan gestionarlos, salvo en las instituciones
escolares particulares más solventes, donde el profesor está mejor pagado, y
cuenta con materiales, capacitación y soporte institucional. Pero la gran
mayoría de los profesores, como decía, debe torear un toro sin los medios para
hacerlo. Y el asunto empieza por el tema de la complejidad de los conceptos con
los que debemos trabajar.
Qué hacen el historiador, el arqueólogo
y el profesor
Aquí me meto de pico y patas
contra el concepto de Cultura Pre-Incaica desde una perspectiva exclusivamente
didáctica, pues si hay algo que caracteriza al profesor y lo diferencia del
Historiador o el Arqueólogo metido a la enseñanza, es que el profe debe
convertir lo que los especialistas descubren o trabajan, explican e
interpretan, en contenidos didácticamente “dictables”, que me valga la horrible
cacofonía. Y debe hacerlo además dentro de ciertos parámetros estrictamente
educacionales de formación de habilidades y desarrollo de procesos mentales,
entre los que tomaré como ejemplos la construcción de identidad y de
pensamiento crítico. Claro que la currícula no se queda en esto de los
parámetros, hay muchos más, pero por ahora me quedo con los mencionados. Qué
bacán es la Identidad y el Pensamiento Crítico, pero en la práctica me
significa que debo planear y ejecutar actividades de aprendizaje que permitan a
mis alumnos desarrollar dicho pensamiento crítico y construir su identidad en
concreto, aparte de todo lo demás que no menciono. Y lo que como maestro debo
evaluar al final no es si me pueden decir de memoria la lista de los oficiales
peruanos en la Batalla de Arica, sino si mi alumnos piensan críticamente sobre
este hecho de armas, si se debió dar o no, y en qué condiciones; y cómo la
Batalla de Arica representa, o no, el sacrificio en función de un ideal
superior centrado en la idea de Patria, y si la idea de “sacrificio por la
Patria” tiene validez hoy en día, por qué sí o por qué no. Complejo el
asuntito, ¿no?
Aquí lo dejo por ahora. Se quejan
algunos de mis lectores de lo largo de mis artículos y no me queda más que
aceptarlo. En todo caso, aquí tengo mucho qué decir, y espero que me sigan otorgando
su paciencia esperando a la próxima entrega, con la misma amabilidad de
siempre.
SIGUIENTE: COMBATES POR LA DIDÁCTICA DE LA HISTORIA 2: UNA EXPERIENCIA ALECCIONADORA - http://memoriasdeorfeo.blogspot.com/2012/03/combates-por-la-didactica-de-la_26.html
excellente articulo claro, sencilo y sobre todo muy didactico, gracias
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