CRÓNICAS DE LECTURAS – 19
Leer Filosofía (1)
I
Qué tan útil es la Filosofía: Contenidos y propedéuticas
La Filosofía tiene mala prensa.
Me equivoco, no tiene mala prensa, la tiene realmente muy mala. Llegas a la
sílaba “Fi…” y ya te cansaste de leer, te quieres ir. Pese al esfuerzo de
divulgadores ciertamente muy capaces, como los que presento aquí (parece el
siglo de los divulgadores), para la gran mayoría de las personas la Filosofía se
asocia sin remedio a farragosas y eternas discusiones, clases obligatorias y
aburridísimas, nombres kilométricos de tipos cuyas ideas nadie sabe a qué
cuernos se refieren, impronunciables títulos en alemán de libros que todos
mencionan y nadie abre, palabras en cursiva con un significado que nadie tiene
claro y a nadie le interesa, ancianos con anteojos que hablan y hablan (los
ancianos, no los anteojos), abstrusas disquisiciones y disertaciones con
abundantes palabras en griego a las que asisten entre tres y cuatro personas.
Es decir, pura carnecita para nerds y
frikis de todo calibre. Desde el
punto de vista editorial la Filosofía es veneno, entre Yo me comunico con los extraterrestres por telepatía cuando estoy en el
baño y el Tractatus
Logico-Philosophicus; entre Sixto
Paz y Ludwig Wittgenstein, la
elección no es dudosa. Todo esto es caricatura pero la realidad no le queda tan
lejos. La Filosofía parece una disciplina poco útil y de dificultad
completamente injustificada. Es difícil, claro, si te metes a fondo, si te
dedicas a ella, cosa que no recomiendo tampoco así como así, porque si lo que
quieres es ganar plata, más útiles son la Ingeniería o el Narcotráfico. No es
que sea inútil hacer Filosofía, pero no es demasiado adecuada si tu objetivo
vital es ganar plata. Imagino que cuando sobre la plata gracias al desarrollo
económico, se contratará a Filósofos para que filosofen. La verdad, no lo creo.
Lejos de mí dorar píldoras, pero tampoco la Filosofía es tan terrible como se
dice. En cualquier caso se cree suficientemente importante como para
“enseñarla”. Es cierto que no se “necesita” de “toda” la Filosofía, como no
necesitamos “todo” el tiempo de “toda” la Ingeniería, “toda” la bisutería, o
“todo” el repujado en cuero. En realidad sí necesitamos, y es discutible, de
ciertas dosis de Filosofía. Y como no todo el mundo va a ser Filósofo, lo que
de la Filosofía necesitamos son ciertas destrezas y actitudes. Cuando yo
enseñaba Lógica y Filosofía en la Universidad, mis colegas esperaban de mí que
“enseñara a pensar” a mis alumnos, y creían que eso se hacía trabajando contenidos.
Me chantaban así la responsabilidad si en sus cursos un alumno resultaba una
nulidad en el ejercicio del pensamiento: Bellina
tenía la culpa de las barrabasadas dichas o escritas por los estudiantes. Son cosas
del Orinoco, que tú no sabes ni yo tampoco. En todo caso, se me hace curioso
asociar la Lógica y la Filosofía con la destreza en el pensamiento. Por el lado
de la Lógica parece claro, pues esta disciplina trata de formalizar el
lenguaje, véanse y léanse la Introducción
a la Lógica de Irving Copi, texto
excelente en esto de operar con enunciados y proposiciones, fórmulas
moleculares, equivalencias y demás fauna heredada de Boole, Frege, Cantor y Lukasiewicz.
Pero con la Filosofía no se ve
tan claro eso de “enseñar a pensar”. Para empezar, me pregunto si se puede. Enseñar
tiene su contraparte en aprender, supone una acción con un agente (el docente)
y un paciente (el discente, estudiante o alumno), de ida y vuelta: El agente hace
cosas que producirán un cierto cambio en la mente del paciente, cuyo resultado
debiera ser una mejora en la capacidad de entender la realidad y accionar sobre
ella. Es decir: “pensar”, lo que en lenguaje universitario no es un conjunto de
operaciones mentales que aprendemos espontáneamente a no ser que nos hayan
extirpado el cerebro, sino la capacidad de razonar disciplinada, ordenada y
creativamente sobre los contenidos de los distintos cursos universitarios. Se
otorga así a la Filosofía un gran valor propedéutico (Propedéutica: Conjunto de saberes y disciplinas que se requiere conocer
para preparar el estudio de otra materia, ciencia o disciplina), que es que
parece útil estudiarla como una suerte de prolegómeno cuando estás estudiando
otra cosa. Podemos decir sin error que se justifica la Filosofía en la escuela
y la universidad – más en la segunda que en la primera – por las habilidades
que se adquieren al estudiarla, creo que acertamos. Pero así podríamos
preguntarnos con justicia por qué en vez de Filosofía no estudiamos Genética de
Poblaciones, Psicología del Lenguaje o Mecánica Cuántica, para el caso
igualmente propedéuticos. Ahí todos ponen los ojos en blanco y dicen que los
conceptos y proposiciones de la Filosofía poseen utilidad “por sí mismos”, y
así podemos discutir unos añitos sin agotar el tema. Ahora bien, mi perspectiva
es pedagógica y así la despacho: No se puede separar el pensar de lo pensado,
sólo se puede “pensar filosóficamente” sobre conceptos y proposiciones de
carácter filosófico. Y esto porque el “pensar” tal como lo entiende la
Filosofía es diferente de “pensar” en ciencia o de “pensar” en cotidiano, y es
importante saberlo y circular entre esos modos de pensar. Parece que así se
alcanza la sensación de “tener la mente abierta”, de vivir en horizontes
mentales más amplios, y así se justifica aprender a reflexionar en filosófico. Y
he dicho, parafraseando a Emanuel Kant, “aprender a reflexionar
en filosófico”, no “aprender filosofía”. No aprendemos filosofía, aprendemos a
filosofar. Y a no ser que quieras ser Filósofo con licencia, lo que necesitas
es el reflexionar más que el objeto al que le aplicas la reflexión. Vas a hacer
cosas con la mente, no a paporretear. No sé a otros, pero esto a mí me cambia
la perspectiva: La Historia de la Filosofía es bacán, pero no me es rentable
para reflexionar en filosófico memorizar qué dijeron las auctoritas. La disciplina Historia no es la disciplina Filosofía. Prefiero
ver a mis alumnos resolviendo dilemas éticos, epistemológicos o metafísicos como
los que hallarán en su desempeño como profesionales y seres humanos.
II
La Filosofía – Una invitación a
pensar (Jaime Barylko)
Considero este libro muy adecuado
para introducir a las gentes comunes y silvestres en la reflexión filosófica, y
eso que sigue la tradicional estructura de la Historia de la Filosofía,
probablemente porque innovar editorialmente era arriesgado, y hacerlo a la
tradicional aseguraba cierta previsible lectoría. Más, al revés de muchos autores,
el filósofo Jaime Barylko no se confunde,
es pedagógico cuando piensa en filosófico, no se enreda en los datos, no trata
de impresionarte, sino que emplea la información para presentar diferentes
formas de pensar, no para memorizar, sino para emplearlas en lo concreto. Esta
obra parte de que la reflexión filosófica no puede envejecer ni pasar de moda, porque
las preguntas que uno se hace en los momentos de crisis son más o menos las
mismas en todas las épocas. Es, por cierto, un abordaje clásico, pero no menos
cierto en nuestro tiempo que en otros. Lo que algunas mentes bien ordenadas
dijeron tratando de enfrentar sus propios períodos críticos, sus desconciertos
y desazones tuvo y tiene importancia, pues en esta época del desencanto pueden proporcionar
si no guía, cuando menos un paradigma. Y así no tenemos que partir de cero
todas las veces, aunque también esa pueda ser, como con René Descartes, una posibilidad. Las crisis existenciales, tan
parecidas y a veces presupuestas por las económicas, nos caen siempre de
sopetón porque nadie la espera ni las quiere, y nadie se lanza a reflexionar a
profundidad a no ser que las circunstancias lo obliguen. A mí me salva haber vivido
varias crisis, y si bien el pensar en cuanto actividad no me ha rendido dividendos
en plata, sí sería retrechero no reconocer cuánto me ha dado sub specie aeternatis (que se puede
traducir como desde la perspectiva de la
eternidad perdonadme el latinajo, culpa de Baruch Spinoza): Capacidad para mirar más allá y más ampliamente,
recurso a la resignación cuando no queda otro remedio, reformulación de la
propia persona cuando empiezas a resolver problemas desde la posibilidad de ubicarte
en terreno alto y amplio. Las opciones que se visualizan así resultan por lo
general mucho más viables y de mayor calidad que lanzarse hacia la realidad
como un pelotón de búfalos mojados y desconcertados, mal aconsejados por gente
o por libros de autoayuda que plantean minimalismos referidos a la voluntad y
la actitud. No, mi amigo, creer que eres un jet
no te hará volar. No, mi amiga, no puedes detener la corrupción solamente con
tu buena voluntad. Ya lo dijo Fito Páez:
No se puede vivir del amor / le dijo un
soldado romano a Dios. Si bien es cierto que la actitud que tengas y la
voluntad que pongas sí influyen, también cuenta la realidad, que no es un tema
puramente subjetivo ni solipsista. Porque es verdad que no hay tal cosa como
una solución desde fuera, pues que toda solución a todo problema parte de
adentro de uno mismo, pero eso es porque no existe problema que no te venga
desde fuera. La dinámica entre uno mismo y el mundo es total y gestáltica: No
es solamente la cosa económica, o la afectiva, o la religiosa. Pero hay que
decir que tampoco es tonto tomarse un día a la vez y resolver las cosas una por
una, las reglas clásicas del buen pensar suelen orientar muy bien en esto. Por
ende, lo que requerimos son modelos, ejemplos, paradigmas; no recetas. Así, la
manera en que Barylko aborda la
Filosofía de la Religión, por ejemplo – terreno minado, porque muchos intereses
hay de por medio – no puede ser más equilibrada y aplicable, tal como sus
aproximaciones a la Filosofía Analítica y la Filosofía del Lenguaje nos dan
buena pista para el despegue. Nada mejor podemos pedirle.
La Filosofía – Una invitación a pensar, llegó a mí a través de mi
amigo el filósofo Gonzalo Cobo, en la
dichosa época en que junto con brillantes colegas llegados de todas partes de
nuestro Perú, tratábamos de enseñarle a enseñar filosofía a nuestros profes de
colegio, muchos de ellos legos a la perfección en dicha materia. Se nos imponía
a nosotros mismos contar con materiales adecuados, y así la aportación de Gonzalo resultó esencial. La labor del
maestro no es saberse Filosofía como un Filósofo, pues para eso son los
Filósofos. Por desgracia vivimos en medio del renacentista malentendido de que
todos debemos saber todo, y eso no solamente en Filosofía: El maestro debe
pensar la disciplina en su perspectiva de guía y facilitador, no es que debe
saberse de paporreta los contenidos. Claro que no estorba sabérselos, y hay
contenidos mínimos que deben saberse, por eso de que no se puede separar el
pensar de lo pensado. Pero presumir de erudito es bobada, cuando lo que hay que
hacer es enseñar a “reflexionar en filosófico”. Como nadie da lo que no tiene,
y nadie aprende en cabeza ajena, por lo tanto debíamos cubrir la doble
exigencia de por una, reflexionar en filosófico, y por otra, plantearse la
didáctica de cómo hacerlo. Y así La
Filosofía – una invitación a pensar nos presentaba la posibilidad de un
mejor material de trabajo que casi todo lo que he visto, antes o después (Con una
clamorísima excepción: El texto del Bachillerato español, no pensado para el
gran público, Aprender filosofía es
aprender a razonar, de Boldiú, Bría,
Lasterra, López, Manjón, Marías y Serrano).
Es curioso que los mejores libros que he visto para poder lograr esto, pues no estén
a la venta. Yo mismo los poseo en fotocopia, y pocas fotocopias cuido más que
estas, no creo que se den muchas ediciones. Otros libros que hay en el mercado
son muy difíciles de aplicar porque carecen de la intencionalidad pedagógica:
El Diccionario de Filosofía de Ferrater Mora, o la Historia de la Filosofía de Johannes Hirchsberger son muy buenos
como Diccionario y como Historia, pero no son para docentes sino para Filósofos,
o para consulta de alto vuelo. Nuestro gran filósofo peruano Francisco Miró Quesada se disparó Para iniciarse en la filosofía, libro que
pese a arrancar magnífico, a partir del Capítulo 2 se engolosina y regodea en
el pensamiento abstracto, y no consigue del todo plasmar su intención
divulgadora. Se entusiasmó Don Paco y se le salió el Indio Filósofo, y no va a
ser. Pero se le pasmó la didáctica.
III
El hombre rebelde (Albert
Camus)
Quería hablar de Unas lecciones de metafísica de Ortega y Gasset, pero veo que me he
referido en otras Crónicas ya a este libro, una y otra vez. Claro, lo tengo
asociado a la primera vez que armé mi Curso de Metodología del Estudio y la
Investigación, y eso así nomás no se olvida. Pero hay más libros, menos mal, y
además, la vida te termina por aclarar los libros. Hoy que escribo esta Crónica
ha fallecido Hugo Chávez, Presidente
de Venezuela, y en medio del duelo por la pérdida de un ser humano que no estaba
en el común de las gentes, el acontecimiento mismo me genera el libro para
comentar: El Hombre Rebelde, de Albert Camus. Porque en esta
Latinoamérica, continente concreto donde la personalidad cuenta muchas veces
más allá de las fuerzas impersonales y colectivas de la Historia, la Revolución
puede que sea algo muy marxista leninista, pero más latinoamericana parece la
Rebeldía a lo Albert Camus. La
opción vital de Albert Camus, ese
“pie cochino” (pied-noir) francoargelino,
era ubicarse, como hubiera dicho Karl Jaspers,
en el mero centro de la cisura de la experiencia humana, y por ende elegir
cotidianamente no cometer seppuku,
sin dramatismo pero con pasión, cada día y cada hora. Esto lo decía Camus – entre muchísimas otras cosas -
en El mito de Sísifo, y lo mostró
descarnado y desnudo en El extranjero.
Y qué nos queda en el entre tanto (ese feroz entretanto que es el entretanto
existencialista) si no es la rebeldía. Y la rebeldía no se da solamente en lo
abstracto. Empieza así El hombre rebelde
recordándonos que estamos en el mundo y no en una perfumería ni un convento
trapense, escupiéndonos que hay crímenes de pasión y crímenes de lógica, y que desde el instante que el crimen se razona,
prolifera como la razón misma, toma todas las formas del silogismo (….) Ayer
juzgado, ahora dicta leyes. Y dado el hecho: El propósito de este ensayo es, una vez más, aceptar la realidad del
momento, que es el crimen lógico, y examinar precisamente sus justificaciones:
esto es, un esfuerzo para comprender mi tiempo. (…) es necesario que se comprenda su culpabilidad. En tiempos de
gelatina postmoderna, de fórmulas tipo sopita de enfermo para estómagos metafísicos y
débiles, en tiempos donde un hombre que se juega es básicamente un
hombre que se quema; reconforta el recuperar textos como éstos, hechos por y
para gentes con la mente y el corazón de los maquis. Es que la realidad está ahí, exigiendo, y
la rebeldía constituye una ineludible respuesta para un ser humano que se
considere vivo.
El gravísimo problema de la
obligatoria lucidez a que esto te obliga es que suele convertirse en un
callejón sin salida. El punto desde el cual se ubica uno – entre la ideología y
un prudente pragmatismo, entre la pasión y la lógica, tratando de no caerse
nunca en ninguna dirección, guardando algún equilibrio – determina y a la vez
es determinado y no es posible escaparse de alguna vez no tener razón o no
haber sido suficientemente apasionado. La revolución, entonces, se extrema, se nihiliza,
y el origen rebelde, suerte de virtud original del movimiento, se pierde, porque
vienen el desencanto y el alpinchismo, y el intento desesperado de aterrizar en
algún sentido: El tiempo apremia
entonces, la persuasión exige el ocio, la amistad una construcción sin fin; el
terror sigue siendo, por lo tanto, el camino más corto hacia la inmortalidad.
Pero estas perversiones extremas gritan, al mismo tiempo, la nostalgia del valor rebelde primitivo. El espíritu de
la rebelión, jamás satisfecho, siempre exigente, contiene su propia elección
moral, su propia y libre ética y su correr particular, su propia manera de
empujar la roca de Sísifo. En el choque y conflicto entre la rebeldía
individual y la revolución colectiva, más aún con lo colecticio en que termina lo
revolucionario, es que empieza a conocerse el asesinato organizado, el
nihilismo absurdizado de la reacción y el alpinchismo que esconde la cabeza en
el caparazón y capaz acaba con el mundo sólo para que lo dejen en paz. Que
hay alpinchismos para adelante como el estalinista, y para atrás como el
reaccionario; avances y retrocesos. Y así como puede decirse esto, también
podría cuestionarse si se avanza, hacia dónde y desde dónde, y si hay
algo así como unas coordenadas no dependientes de la subjetividad. Cómo le hizo Albert Camus para llegar hace tres
cuartos de siglo hasta esta preocupación mayor de las mentes auténticamente
postmodernas de la actualidad, es para mí un misterio. Pero parece
que solamente trataba de comprender la culpa de nuestro tiempo. Y no era inmune
a la esperanza: Más allá del nihilismo
todos nosotros, desde las ruinas, preparamos un renacimiento. Pero muy pocos lo
saben. (…) La rebelión, sin pretender resolverlo todo, puede ya, por lo menos,
hacer frente. Misma primavera árabe, mismo Anonymous, mismo Evo, Correa, Lula; mismo Hugo Chávez.
Un link donde encontrar este libro, y bajarlo, es:
http://www.enxarxa.com/biblioteca/CAMUS%20El_hombre_rebelde.pdf
Un link donde encontrar este libro, y bajarlo, es:
http://www.enxarxa.com/biblioteca/CAMUS%20El_hombre_rebelde.pdf
IV
Ética para Amador (Fernando
Savater)
Fernando Savater es autor de moda, lo que basa en
vivir en esa especie de ecotono entre el ecosistema académico y el de
los medios de comunicación. Saber comunicarse no es fácil, tiene mérito hacerlo
bien, como vimos con Barylko y con los divulgadores en Ciencia. La divulgación humanística, de la
que la filosófica es sólo una parte, presenta más dificultad todavía, porque se necesitan habilidades para guiar a la gente a las ideas en las disciplinas humanísticas, o a la mente de pensadores que
tratan de ser sólidos – lo que les puede llevar a ser abstrusos y complejos en
la expresión del pensamiento. Estas
habilidades las posee Savater,
incluso para la Televisión. El problema de la divulgación en Humanidades es que
su utilidad no es inmediatamente evidente. El público, y más todavía los
superdotados de la televisión, no la ven “entretenida”. Trato de imaginarme
como presentaría un canal nacional de televisión basura un programa de Savater, y no lo consigo, sus
parámetros son reducidos, parten de muy abajo, sólo compran y venden. Y sin embargo resulta esencial aprender a transmitir habilidades,
pues no es tanto el objeto o concepto lo que se aprende, cuanto el modo en que
se piensa. Y resulta más fácil de lo que parece. Pero vender a gentes brutas es
más fácil que vender a gentes sensatas, entonces para qué hacerse harakiri manejando un sobrecosto
inaceptable, si la competencia me come. Y así, a nosotros, sufridos
receptores de todo esto, no nos queda más que ir al libro: Fernando Savater tiene el mérito de lograr una obrita sabrosa y
sencilla, dedicada a una cuestión actual e importante, la Ética, presentada en una reflexión dirigida a su propio hijo Amador. Ello empata con la preocupación de los papis de entender a
su prole – en especial la adolescente, e insuflarle más que sea un simulacro de
Valores. Claro que para eso se necesitaría que papis y mamis tuvieran ellos mismos Valores, o por lo menos se planteen el
problema, y mucho me temo que nuestro medio no nos prepara para ejercitar la
libertad, y menos aún para ejercitar la ética. Basta ver el
bajísimo nivel de la discusión política en la última Revocatoria en Lima. Creo a la franca que los adolescentes y jóvenes la tienen mejor que nosotros en
esto de la ética, porque ellos honestamente “no saben” y prefieren por ende
aislarse del contagio; en cambio nosotros creemos saber, con toda petulancia. En
el actual proceso de revocatoria en Lima, se observa en muchísimas
personas supuestamente capaces de razonamiento moral una aceptación consciente
de las conductas delincuenciales y mafiosas en función del mantenimiento de un
determinado orden al que están acostumbrados y que les proporciona seguridad. Los temores y angustias sociales se manejan desde bambalinas, y las decisiones políticas se digitan desde los temores insuflados. No es ética solamente, es también
cognición: Nuestra ética social realmente existente se basa en la idea de que "lo bueno" proviene de la opinión de una autoridad – auctoritas iluminada, y que "la verdad” baja de los cielos. Lo curioso para mí es ver cómo ello es tan
fácilmente manipulado hacia una chata lógica utilitarista, que hubiera avergonzado a
Bentham. Estos nuestros rasgos éticos
me llevan a aconsejar a los papis que se lean el libro, y traten de no hacer el
ridículo ético-moral con sus pequeños monstruos, en especial cuando empiecen a pedirles cuentas de sus creencias, lo que siempre pasa.
Decíamos que la Ética para Amador está escrita de modo
coloquial, el de un padre que trata de explicarle a su hijo de qué va la ética. Y la lectura atrapa, gracias a una estructura sólida, un lenguaje simple,
ejemplos cotidianos, el hecho que Savater
sabe de lo que habla, y algunas frases memorables como ¿Sabes cuál es la única
obligación que tenemos en esta vida? Pues no ser imbéciles. De
ahí que pueda emplearse incluso en el nivel escolar, aunque de eso no estoy tan
seguro, si a PISA nos remitimos. La obra es fiel al desarrollo histórico de la
Ética, a la que entiende a la manera clásica como arte del buen vivir (La ética no es más que el intento racional
de averiguar cómo vivir mejor. Si merece la pena interesarse por la Ética es
porque nos gusta la buena vida. Sólo quien ha nacido para esclavo (…) vive de
cualquier manera.). Su principal valor a mi ver es que no se arredra en
presentar la realidad tal como es, y su reflexión sobre la libertad es digna de
ser repetida: Si deseas saber en qué
puedes emplear mejor tu libertad, no la pierdas poniéndote ya desde el
principio al servicio de otro o de otros, por buenos, sabios y respetables que
sean: interroga sobre el uso de la libertad … a la libertad misma. El
problema es que estoy casi seguro que debe haber muy pocas personas e instituciones
en mi país que puedan firmar esta declaración, que no estén en la desesperación de buscar auctoritas a las que
amarrarse y pagarle cupo, que no estén demasiado comprometidos con la contención, el
autoritarismo, la manipulación, el poder. Pero es bueno que los que lean usen de este
libro para autoeducarse, y educar a sus hijos. Por ello lo recomiendo con
tanto calor que ya quema, y espero que todos mis lectores emprenderán
eventualmente su lectura, si no lo han hecho ya. Encima, es barato y está difundido,
no hay excusa para no leerlo. Y qué tristeza me da que todos estos conceptos
favorables a la Ética para Amador no
sea posible repetirlos para la Política
para Amador, del mismo Fernando
Savater. La Política es la continuación social de la Ética, y se imponía un
libro sobre ella dirigido a jóvenes, y lo esperábamos. Por desgracia para Savater se cumplió la norma cervantina
de nunca segundas partes fueron buenas.
Y no porque Savater no haya hecho su
tarea o sea menos brillante. La Política
para Amador resulta particularmente limitada porque se centra en el
desconcierto político europeo, poco vinculado a nuestra realidad. Como
texto para introducir a los jóvenes en la Política con mayúscula, es inferior. Puede
que en esto yo peque de ver la Política más Ciencia y Arte que
Filosofía. Pero estoy seguro que hay mejores textos para introducir a los
jóvenes en Política.
(Nota: Acabo de enterarme que Savater acaba de publicar un libro que continuaría la Ética para Amador, la Ética de lo Urgente, o algo así. No lo he leído, no puedo decir nada propio aún, pero las críticas son buenas, aunque no sé de cierto si justificadas, imagino que si el libro es malo o no demasiado bueno, tampoco los críticos lo dirán, Savater se impone demasiado, la mayoría de los críticos no están a su altura y temen faltarle el respeto, como si eso importara. Habrá que leerlo, para uno la única crítica que cuenta es la propia.)
Un link para bajar este libro es: http://www.educa2.madrid.org/web/educamadrid/principal/files/19bbca30-c7e7-4079-a251-772b5b4e3e6a/Savater+Etica+para+Amador.pdf
V
Colofón
Solemos confundir la actividad
con el corpus del conocimiento. La Ingeniería, la Medicina, la Antropología,
dominar el saxofón o manejar un Caza de Combate son cosas tan difíciles como la
Filosofía. Pero son entendidas cómo… ahí va … útiles. En ese sentido, la Filosofía no es para ganar plata y
consumir a lo bestia. Sin embargo, la reflexión a la filosófica es necesaria, y
que la Filosofía esté en las mallas curriculares de las universidades es
adecuado. Lee lo que quieras, como
quieras, donde quieras. Y reflexiona, es difícil, pero funciona.
La posterior Crónica de Lectura sobre FILOSOFÍA es la siguiente: http://memoriasdeorfeo.blogspot.com/2013/06/cronicas-de-lecturas-41-filosofia-2.html
Sería bacán que comentaras el porque no soy cristiano de russell
ResponderEliminarEstimado Javier
ResponderEliminarAgradezco la invitación
saludos
HERNAN