CRÓNICAS DE LECTURAS – 49
Las Mil Noches y una Noche (2)
I
Las Visiones del Pasado
En pocas cosas como en Las Mil y Una Noches se puede distinguir
mejor los resultados de la ambigüedad, la neblina y las mezclas, mezcolanzas y combinaciones
que el tiempo opera sobre las obras literarias. En mi fuero de profesor de
Historia distingo el pasado como una suerte de pantalla bidimensional, a
despecho de las posibilidades que otorga la visión binocular propia de nosotros
los primates. Pero la mente no ve igual que los ojos, no vemos el Pasado sino
la Visión del Pasado, los sucesos difuminan sus contornos con el tiempo, se
entremezclan en la distancia, para verlos bien necesitamos acortar la
distancia, precisamente lo que no podemos hacer desde que el tiempo se nos da
unidireccional y unidimensional, lo que significa que lo que ganamos en
perspectiva lo perdemos en resolución y, como en los cuadros de Seurat, vemos verde lo que es azul y
amarillo yuxtapuestos. Cuando miramos hacia el pasado entra así en acción una
suerte de principio de indeterminación: Que un recuerdo se nos vuelva Historia
implica que pierde ángulos y aristas, y hasta del rostro más querido nos quedará sólo la sensación de la mirada y quien sabe un arqueo de cejas. Renunciamos a la
exactitud del pasado, porque para decir la historia no precisamos
de exactitud, y así me quedo con lo que me quedo, a veces a punta de las
razones aquellas que la razón no comprende. Y es así también con los pueblos,
la literatura, las consejas, la múltiple personalidad colectiva. Imaginemos una
Historia cualquiera, digamos la de As-Simbad,
o la de Alí Babá, no nos interesa
conservar de ellas la dirección del viento o la estructura social de Bagdad.
Marineros y leñadores ha habido desde el principio del tiempo, la mayoría de ellos
vivió vidas anodinas y vacías, o murieron “antes” y no quedó nada qué
evocar de ellos. El rostro que evocamos lo evocamos “como queremos”. Tal vez
para nosotros el rostro de los incontables leñadores y marineros sean los de Alí Babá y de As-Simbad.
Por eso entiendo a ese médico
sirio Mardrus, que aunque escribe y
publica en francés, piensa y siente las Mil
y Una Noches en árabe y por eso siente que es pertinente – y algo
fraudulento quizá, pero qué importa – “mejorar” las Historias de los
manuscritos apelando a la tradición oral que escucha en los puertos, tabernas,
calles y zocos de Oriente. Por eso entiendo al grande Richard Burton, genial viajero británico, cuya ruta vital me
produce envidia (no soy el único, el autor de Ciencia Ficción Philip José Farmer lo convierte en un
personaje principal de Mundo Río y
sus secuelas) cuando declara con suficiencia haberlo visto y oído todo. Y por
eso entiendo también al primero de todos, al diplomático Galland, que fue el que se trajo las Mil y Unas Noches a Occidente, empezando por Francia, allá en el
Siglo XVIII. Y como la visión de las cosas hoy en día suele ser dependiente de
la cultura de la pantalla en la que vivimos, es permitido hacernos imágenes, que se plasman en un ecran: La
muy larga película Las Mil y Una Noches
Árabes (Link: https://www.youtube.com/watch?v=TAlYSO-iR_U
) de Steve Barron con un guión algo
desmayado y “modernizado” de Peter Barnes, y la actuación de Alan Bates y Tcheky Karyo; tiene como aporte el mostrar la tensión del desequilibrio
mental del monarca, y una Shahrasad quizá más parecida a una princesa
del Medievo europeo, pero en fin. Hay, por otra parte, una obra fílmica muy
personal dirigida y escrita por Pier Paolo
Pasolini, Las Mil y Una Noches, que me gusta mucho más aun siendo mucho menos ambiciosa, y es que tal
vez está más pegada a una lectura personal del universo cultural árabe, y la sensibilidad de Pasolini hace las cosas más fáciles: Su link es
el siguiente: https://www.youtube.com/watch?v=BSeN3DO0heE.
Suerte, y recuerda que ni este libro en su original ni las películas son para niños. Y que Alá te acompañe.
II
Más Historias de las Mil y Una Noches
Me había quedado cuadrado en las
primeras cien Noches. Sigo: La triste y patética historia de Asís y Asisa (noches 104 a 120) se ha reproducido por
fuera de las Mil y Una Noches
incontables veces. Asisa no sería muy popular hoy día, pues representa el amor
incondicional y no correspondido, pues el tal Asis es una bala perdida,
y el eterno perdón que le acuerda Asisa no solamente no se lo merece,
se merece todo lo malo que le pase. Hoy en día Asisa no recibiría
felicitaciones, más bien se la acusaría de masoquista. Sin embargo esta es una
historia de amor incondicional como hay pocas, de sacrificio y generosidad sin
límites. Nos podemos consolar, menos mal, pensando que Asís terminará de eunuco,
llorando la ausencia de Asisa como de aquello que a los
varones nos hace sentir inmerecido orgullo. Siguen historias más reilonas,
simples y relajadas, como para atemperar el patetismo de la historia de Asís y Asisa, cortas fábulas
de animales e historias de ermitaños. Más amores contrariados por diversos
motivos siguen en la historia de
Alí-Ben-Bekkar y Schemsu-N-Nehar (noches 138 a 147) y la historia del Rey Kamaru - S – Semán y del rey
Scharahmán (noches 148 a 176). Hay cierta gradación, por poco que se mire,
en las Mil y Unas Noches, que nos
hace saber que su canon original – si alguno tuviera – ha debido estar ordenado
un poco al estilo de la antigua literatura de la India, en la que puede
reconocérsele un antecedente. Nos preguntamos cómo habrá sido esta obra antes
que sus divulgadores hayan metido mano en ella. En fin. Continúan las historias
de amores contrariados por la separación o la pasión desenfrenada de los
príncipes según esquemas clásicos, como la de Nam y Nima (Noches 176 a
184), y Alá – D – Din Abu-Schamat (Noche
184 a 201). No confundir a este Aladino con el Aladino clásico de la
lámpara, que ya llegará. Los nombres árabes merecen mención, todos tienen
significados acordes a las historias que se cuentan, y por cierto ni más ni
menos que en castellano, con la salvedad que nosotros nos hemos olvidado que Fortunato
es afortunado o los significados de nombres como Diosdado, Félix
o Adolfo.
Alá – D – Din significa, por ejemplo,
Excelsitud de la Fe.
A manera de puntuación entre
historias de gran extensión podemos encontrar digresiones históricas, ya vimos
antes que también fábulas o cuentos más o menos estereotipados, lo que obedecería
a la intención del autor de indicar cómo Shahrasad le cambiaba los temas a Shahriar
de acuerdo a sus cambios de humor, u obedeciendo a la lógica de la curación del
alma. Tampoco es de olvidar que el telón de fondo de estas historias es la
amenaza de muerte que pende sobre el cuello de Shahrasad al momento que
se le acabe la inventiva, lo que nos da una idea de cómo la intriga se podía
instalar en las Noches Árabes. Y así encontramos incluso referencias a la
conquista de España (noches 202 y 203 – historia
referente a algunas ciudades del Al-Andalus, que conquistó Tarik-ben-Siyad)
y la reaparición del andariego Califa Harunu-R-Raschid
en las noches 204 a 208 con historias de proverbial justicia y con las
acostumbradas historias dentro de historias, que alejan el cuello de Shahrasad
del alfanje del verdugo y que sirven a la hermosa cuentacuentos a modo de
contra-transferencia espetada a Shahriar: Sólo moriré a tus manos si Alá así lo dispone. Este fondo de Fe
fatalista está presente en historias como la de Abu-Mohammed –L – Kaslas y Ar-Raschid (noches 211 a 218), como en el
convencimiento de que nada le está vedado al poder de Alá, incluso el cambio de
sexo para que la esclava Sumurrud pueda ser rey en país
exótico, un cambio de roles no muy sutil con el amado (Noches 218 a 229 – historia de Alí Schar con Sumurrud la
esclava), que da pie a graciosos intercambios verbales, llenos de alusiones
poéticas picarescas. Caprichos de mujeres en la historia de Budur, la hija del joyero (Noches 229 a 234) y la historia de las jóvenes de diferente color
(Noches 234 a 238) parecen sentar derechos para las mujeres, aunque es fácil
imaginar el entrecejo fruncido del misógino monarca, con lo que Shahrasad
tórnase a las pecadoras mujeres de Mizr (Egipto), famosas por su promiscuidad y
lascivia, como diciendo que después de todo las hay peores, como en la historia de Uardán el carnicero (noches
238 y 239), la de la Incontinencia en la
mujer y el modo de curarla (Noches 239 y 240) y la más sutil y romántica de Anisu-L-Uchud (Noches 249 a 258).
III
La Poesía de los Árabes
Vale la pena detenernos unos segundos
en la muchísima poesía suelta por las Mil
y Una Noches. No parece sino que los árabes, así en general, buscaban el
momento para intercalar versos en toda conversación cotidiana sobre cualquier
tema, y tal momento era todo el tiempo, tanto en los palacios donde se producía
la carrera de ratas de la cortesanía; como en las calles, zocos, plazas y
hogares más humildes. Todo el mundo hace poesía, todo el mundo versifica,
porque la lengua árabe parece prestarse particularmente a dicha posibilidad. Las
poderosas raíces orales de la tradición poética fomentan la improvisación, quizá
un tanto más que todas las demás poesías del mundo. Después de todo, lo que nos
gusta de la poesía es que suene bonito. Aún traducida la poesía árabe posee un
sonido particular, tal vez por los siglos que árabes y castellanos convivimos
como hermanos enemigos: De unos ojos
hirióme / la aguda flecha / y desde entonces tengo / yo el alma enferma / Yo no
pensaba / que amor matar pudiera / con la mirada (Noche 140) o también Oró y su oración fue oída; / perdonó Alá al
pecador/ y que su gracia le daba / claramente le mostró / al enviarle la muerte
/ según ella le pidió (Noche 886). Ocho siglos de convivencia de moros y
cristianos no es moco de pavo, algo se contagiaron unos a otros, el romance
español no salió del aire. Y que con la poesía se puede también contar
historias, se ve en esta deliciosa historia de amor de dos niños en una de las
escuelitas que en el mundo árabe impartían las primeras letras: véase la noche
544, la historia de los dos parvulillos
enamorados, donde él escribe en una tablilla que le muestra a ella: ¿Qué dirías tú de quién peligro corre / de
morir por la fuerza de su amor?; y ella – una esclavita - le responde
escribiendo del mismo modo: Si a un
amante verdadero / por su amor vemos sufrir /
forzoso es correspondamos / a sus ansias con un sí. Claro que aquí
el maestro de escuela al revisar la tablilla mete la cuchara y escribe en la
misma: A tu amante consuela y sus temores
/ disipa, pues lo ampara la locura / dile que nada tema del maestro / que antes
que él pasó por su amargura. Por último, en este diálogo escrito se mete el
amo de la esclavita, que al leer la dicha, saca la pluma y añade de su coleto: ¡Que Alá os perdone y os una / como vuestro
amor merece! / Pero ¡hay que ver el maestro / qué grandísimo alcahuete!
La poesía árabe es muy antigua,
las antiguas mohalalas del santuario
(moal-lakats), que menciona Jorge Luis Borges en sus cuentos son de
origen preislámico, y se escribían en los tapices que rodeaban la Piedra Kaaba desde mucho antes que ésta se
dedicara en exclusiva a Alá, el Clemente, el Misericordioso.
Los árabes guardaron así la obra de sus grandes poetas del tiempo de la
ignorancia (anterior al conocimiento de Alá que el Profeta Mahoma, Bendito sea su Nombre, llevó a
los Verdaderos Creyentes). Los temas son clásicos: El amor en todas sus etapas,
el ardor guerrero, la pasión que despierta el conocimiento y adoración del Dios
Único, la separación nostálgica y la ausencia de la ciudad y la tierra natal, que
en toda la poesía y en todos los poemas hay siempre un sutil, o no tanto,
recordatorio del maktub, el famoso
fatalismo árabe. También los estudiosos distinguen, en especial en la poesía
miliunanochesca más elegante y elaborada, el poderoso influjo de otra raza de
poetas, la de los persas, que no por nada tienen para poner en la cancha a Firdusi y Khayyam. No parece
que en el árabe exista rima externa, y aunque hay pocas cosas en las que sea yo
mismo tan lamentable y profundamente ignorante, según me parece – y puedo estar
muy equivocado - toda rima en árabe es interior, es decir, depende más de la
métrica y del ritmo que de la repetición de ciertos sonidos ubicados en ciertos
sectores de la oración, como nuestra rima. El apogeo poético árabe corresponde
al florecimiento de los califatos abasí y omeya, en los primeros siglos de la Hechra, en particular durante el reinado
y gobierno de nuestro ya conocido Califa Harunu-R-Raschid.
IV
Continúan las historias: As-Simbad
y más
Hemos visto ya que las historias
parecen tener un cierto sentido, que fácilmente se indistingue o cambia según
los compiladores. Entre los grandes ciclos de cuentos referidos a temas y
personajes determinados hay historias cortas, algunas muy notables, como la del
prior del convento que se volvió musulmán
(noches 265 y 266), que evidencia la potencia misionera y catequista del Islam
en el entorno de religiones cruzadas del Creciente Fértil, en el cambio de
nombre del prior del Convento de Diru-L-Anwar
(Convento de las Luces) de Abdu-L-Mesij (Siervo del Mesías) a Abdu-L-Lah
(Siervo de Alá). La historia de Tauaddud,
la esclava (noches 269 a 280) parece ser un recordatorio a Shahriar
que las mujeres pueden ser hermosas e inteligentes, y a la vez leales y sinceras.
Un conjunto de cortas historias edificantes un poco al estilo del Talmud, de quien algo se inspira, puntúan
esta parte antes de la historia de
Chanischah (Noches 295 a 316) donde tras el realismo de las historias
pasadas se equilibra la cosa con una fantasía desaforada de princesas-pájaro y más
fauna fantástica relacionada con las historias de caballería, que será
Introducción al ciclo de historias de
As-Simbad, el Marino (noches 317 a 334), donde se compara el diferente sino
de dos hombres que comparten el nombre As-Simbad, uno pobre cargador de
puerto y el otro marino enriquecido. El cargador laméntase de su suerte de
manera forzadamente ortodoxa, y por supuesto en verso: Oh, qué diferencia va / de mí a aquel que, dichoso, / se solaza entre
delicias / y vive en completo ocio / (…) / ¿Por qué, si de barro Alá / sin
distinción hizo a todos, / ha de haber diferencia / contraste tan asombroso /
entre criatura y criatura / (…) / Pero, en fin, cierra tu boca; / póstrate ante
Alá, piadoso / que Alá es justo y es sabio / y es equitativo en todo. El
Marino le hace llamar y le pide recite de nuevo el verso (No te avergüences, hermano) y luego cuenta su historia y la de sus
Siete Viajes, pues lo cierto es que antes
de llegar a este lugar hube de pasar muchos trabajos y de verme en grandes
aprietos, apuros y sobresaltos. Y aquí te lo dejo, lector, anda a las Mil y Una Noches y léelo, que las
historias de Simbad que leímos de niños, y los filmes que se le han hecho no
le hacen nada de justicia a la narración original.
Comntinúanse las historias
inspiradas en el Talmud y la figura
de Soleimán
(Salomón) y los genios encerrados en
botellas (noches 335 a 343), y de vuelta las historias que tratan de engaños y marrullerías de las mujeres
(Noches 344 a 365), como para equilibrar lo anterior. No podemos menos que
admirar el tira-y-afloja narrativo, el equilibrio que Shahrasad impone, porque,
¿quién mejor que la encantadora cuentacuentos para narrar las marrullerías
femeninas y sacarles ortodoxa moraleja? La princesa, sin embargo, se mueve
rápido, y antes de fomentar siquiera la sombra de una idea homicida en su
misógino y real marido, lo deriva a los problemas familiares (historia de Chúder, el hijo del mercader
Omar, y sus dos hermanos, Noches 365 a 380) y de vuelta a los cortos
cuentos de amor romántico, algo al estilo de los del posterior Decamerón de Boccaccio, como para introducir la picaresca de Ahmedu-D-Danaf y Hasán Schumán con Dalila,
la ladina y Seineb, la trapisondista, su hija (Noches 387 a 405). El
problema que afronta Shahrasad es el de las moralejas y
enseñanzas de sus historias,no siempre convenientes, y por eso de cuando en vez
es bueno darse un baño fantasioso, en especial si se roza lo escandaloso y hay
ropa tendida. Así, en las noches 406 a 421 (historia
del casamiento del rey Bedr Basim Ben-Scharahmán con la hija del rey Samandal)
y 422 a 437 (Historia del príncipe
Sefu-L-Muluk y Bedîetu-Ch-Chemal) tienen lugar amores entre personas y
seres marinos fantásticos al estilo de las sirenas occidentales, por supuesto
enredados en historias de caballeros andantes. El estilo épico, siempre
sugerido, a veces se hace cargo de la historia, como en el ciclo de Hasán, el joyero de Bazra (Noches 437 a
465), en el que confluyen, al decir de recopiladores y expertos, viejas
tradiciones persas y sánscritas de cierta semejanza con los viajes de As-Simbad,
aunque éste se circunscribe a la geografía real, y Hasán más bien a una de
fábula, donde destacan las islas de Al-Uaku-L-UIak, que se dice serían
al archipiélago japonés, donde viven las mujeres-cisne. Y en este punto: ¡Loado sea Alá, que posee el reino y la
realeza y vive eternamente y perdura y no muere!
V
Colofón
Como decía, estas Crónicas
Miliunanochescas me dan un delicioso trabajo que hasta ahora no lamento para
nada.Ya sabes, lee lo que quieras:
Ya llega, ya viene … la Crónica que sigue.
Viene de Las Mil y Una Noches (1) en el link:
http://memoriasdeorfeo.blogspot.com/2013/08/cronicas-de-lecturas-48-las-mil-y-una.html
Continúa en Las Mil y Una Noches (3) en el link:
http://memoriasdeorfeo.blogspot.com/2013/08/cronicas-de-lecturas-50-las-mil-y-una.html
Continúa en Las Mil y Una Noches (3) en el link:
http://memoriasdeorfeo.blogspot.com/2013/08/cronicas-de-lecturas-50-las-mil-y-una.html
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