martes, 26 de noviembre de 2013

CRÓNICAS DE LECTURAS 66 - IMPOSTURAS

CRÓNICAS DE LECTURAS – 66
Imposturas

I
Engaños, Imposturas y Candideces

Me he referido en Crónica anterior a las Lecturas Infames, lecturas que son un atentado contra la ética universal, pero que no podemos prohibir, aunque sí criticar y combatir con dureza y sin pestañear. Su intención es manipular y llevar a las gentes a las Ideologías del Odio y fomentar o justificar crímenes contra la Humanidad, y no es admisible que niños y adolescentes queden expuestos a las ideologías de Odio sin supervisión ni acompañamiento. No se puede ser contemplativo ni relativista en la defensa de los Derechos Humanos, y los menciono con nombre propio porque objetivan esa ética universal a la que nos referimos. Los que atacan y desprecian públicamente los Derechos Humanos debieran ser descalificados para el ejercicio de la política y en esto no hay tu tía, porque aunque derecho a expresarnos libremente todos tenemos, pervierte el Derecho permitir el empleo del Derecho para conculcar el Derecho. Recurrir al derecho a la Libre Expresión para despotricar contra el Derecho a la Vida es manipulación que debe ser desenmascarada sin atenuantes ni consideraciones. Y un sistema que admita que los que atacan los Derechos Humanos presidan organizaciones que deben defenderlos es, vamos a decirlo con todas sus letras, un sistema pervertido que debe ser cambiado desde su raíz, es decir radicalmente.

Por otra parte, hay libros cuya intención de engañar no se materializa en la propaganda de crímenes de Odio sino en algo más sencillo y pedestre: Meterse a tu bolsillo y sacarte el dinero aprovechando de tu credulidad y candidez. He llamado Imposturas a este tipo de libros para diferenciarlos de los Infames porque la impostura no llega a tanto, es tal vez el juguetón hermanito menor de los Infames, que aunque no recomendable limita el estropicio al bolsillo de los incautos. Bien que mal La Tierra es Hueca daña menos que el Ensayo sobre la Desigualdad de Gobineau. Cabe ahora determinar qué tipos de libros pueden considerarse imposturas, para diferenciarlos bien claro de los Infames y de los que denomino simplemente Tonteras, es decir libros perfectamente inútiles cuyo daño principal es la pérdida de un tiempo que se utilizaría mejor viendo dibujos animados en la Tele o limpiando las letrinas de casa. Incluyo entre ellos las memorias de vedettes bataclanas (no tengo nada ni contra el arte del vedettismo ni contra la bataclanería, pero su combinación no produce nada que merezca ser publicado) o los libros de modelitos en ciernes que pretenden dar lecciones de vida a la gente, o la autodefensa de ciertos personajes faranduleros culpables de aconchabamiento con las mafias políticas corruptas. Estoy seguro que mis lectores pueden colaborar añadiendo otras lecturas igual de tontas.   

El sebo de culebra (no cebo, por favor, eso es confundir las cenizas del Ave Fénix con las del Gato Félix, como pasa a más de uno) que venden estas gentes se asimila a lo que Abelardo Gamarra el Tunante – portentoso escritor satírico peruano – llamaba, si mi memoria no me juega una mala pasada, las bolas cuadradas. Bola, en el dialecto costeño peruano, es un rumor echado a rodar y que crece conforme avanza. Ahora bien, que una bola sea cuadrada significa que su capacidad de rodar es limitada pues el rumor que porta es poco verosímil e indigno de atención, pero consigue rodar no por mérito de su credibilidad intrínseca, sino de la candidez de sus intermediarios y estafetas, que puede hacer rodar un cubo a fuerza de credulidad. Hay expresiones de cabal criollismo muy descriptivas de la sagacidad de estos cándidos, que no empleo por lo subido de su tono. Pero ya se imaginarán mis lectores lo … cándido que hay que ser para rodar una bola cuadrada. Entre los ejemplos de antología del Tunante para ilustrar cuán cuadrada puede ser una bola cuadrada está el rumor de la llegada a la rada del Callao de San Miguel Arcángel al frente de cuarenta mil tiburones prestos a desatar el Juicio Final sobre los beatos pecadores limeños. En lo personal siento conmiseración por los consumidores de imposturas, lo que no obsta para que los considere que razonan fuera del recipiente. Allá los que quieran gastarse su plata en bobadas, ser cándido no es ilegal, apenas inconveniente para el presupuesto. Pero eso no quita que los autores de marras no sean considerados unos sinvergüenzas y sus libros un desperdicio de árboles y bosques.   

II
Lobsang Rampa, Nostradamus y cómo lo sólido se desvanece en el aire

Yo tenía 8 a 9 años cuando Lobsang Rampa se puso de moda. Leí tres de sus libros en las casas de los tíos donde solíamos pasar los sábados. La narración del presunto lama tibetano no parecía verosímil pero mis mayores atracaban con sus afirmaciones. Los chicos con las costuras emocionales intactas tienden a ser más sensatos que los adultos, no me creí que un libro fuera escrito por un gato de nombre Fifí Bigotes Grises y traducido del gatuno al inglés por Lobsang Rampa, que narrara Mi vida con el Lama. Una cosa es ser crédulo, otra bien diferente ser cándido, aún a los 8 o 9 años: lo del gato, ni con vaselina. Le perdí el respeto a los adultos que discurrían de Viajes Astrales, Cordones de Plata y demás engañifas del pseudotibetano. Intuí una bola de lo más cuadrada, y cuando muchos años después me enteré que el británico Cyril Hoskin (1910 - 1981) se decía avatar del monje tibetano Lobsang Rampa, no sólo no me sorprendí sino que por vez primera tuve la curiosa sensación de estar en el ajo en algo sobre lo que todos recién se daban por enterados. Hoskins evacuó unos treinta libros, y cuando lo ampayaron siendo inglés disparó como explicación la transmigración del alma del monje a sí mismo.  Los tirajes crecieron y Hoskins hizo plata en cantidades obscenas para sí y la editorial. Ví que no todo lo escrito era verdad, que el mundo andaba como la mona, y nunca más pude creer en la idoneidad de los que me educaban. Los que se creyeron el cuentazo de Lobsang Rampa se deshicieron de los libros y trataron de seguir con sus vidas como si nada hubiera pasado. Aprendí que los adultos no sólo no decían la Verdad sino que valoraban más la Mentira bien contada, y que eran fáciles de engañar y difíciles de desengañar: Tomó años ponerle lenguaje a todo eso, y cuando lo hice fue la debacle, pues aparte las arenas movedizas en que mi vida emocional se había convertido por los problemas familiares, veía como todo lo sólido se desvanece en el aire. ¿Qué sociedad es esta en que te haces millonario con treinta y tantas imposturas puestas una encima de otra? Lo de los valores era más falso que el Ratón Pérez, y cuando pregunté sobre ello los adultos retornaban penosamente a su primera infancia y balbuceaban, incómodos y tratando de zafarse. Yo veía los problemas de plata de la familia, pensaba en lo que Hoskins ganó con El Tercer Ojo, El médico del Tíbet, El cordón de plata (el del gato lo empecé y no lo terminé). Así apareció en el mundo el chiquillo pedante que le hizo la vida imposible a muchos con su temprano escepticismo, y que a la larga devino en este Cronista.

Por cierto, el modelo del sujeto que repentinamente recibe una revelación divina, extraterrestre, metafísica o cosa parecida de sonido aparente; y que, además y de manera absolutamente casual, obtiene financiamiento para editar millones de libros por todo el mundo, no se limitaba al impostor Lobsang Rampa. Este financiamiento no lo gozaron ni Jesucristo, ni el Buda, ni Mahoma, ni el Baha´ullah, ni Zoroastro ni ningún  otro respetable fundador de religiones. Pero sí William S. Sadler, receptor de una “revelación” que plasmó en el celebérrimo Libro de Urantia, que he visto reverenciado como receptáculo de la verdad por personas que normalmente respetaría por su inteligencia. Por cierto, el español J.J. Benítez plagió partes del Urantia en su propia impostura, y no estoy seguro si una impostura copiada de otra impostura tendrá alguna validez por aquello de ladrón que roba a ladrón tiene cien años de perdón. Las regresiones que Brian Weiss publicita en sus libros y presentaciones tienen el mismo modus operandi, por cierto Pero el que se lleva la palma con calculadas ediciones de las Centurias y de comentarios, programas de radio y televisión basura, filmes, etcétera, es Michel de Nostradamus (1503 – 1566), o más bien sus editores, porque a estas alturas no creo que la propiedad intelectual de la franquicia esté en manos de sus descendientes. Sin contar que ya que se dedicaba a las profecías bien podría haberlas hecho más claras, pero de ser así la ambigüedad no podría explotarse, como saben echadoras de cartas y lectores de la buenaventura. Como no me gusta gastar tiempo en discusiones mendaces, me voy a lo directo para averiguar si hay Impostura: ¿Se gana plata con el asunto? Pues sí, el miedo de las gentes al futuro es explotado por intereses editoriales con técnicas depuradas, entre ellas la profecía ambigua o genérica (morirá un dignatario o habrá una epidemia), y la evidente (habrá un terremoto - hay montones todos los años), ello sin contar la profecía fabricada después del acontecimiento. Siempre me ha llamado la atención que las profecías sean como los adivinos de antes de elecciones: Todos de Derechas. Entre los Anticristos está Napoleón pese a Bismarck, Leopoldo de Bélgica, Metternich, Federico II de Prusia y otros genocidas por ahí. Lo único indudable es que la franquicia Nostradamus es un negociazo, y me encantaría saber - como a mis lectores que no se comen bolas cuadradas - a quien le pertenece.            

III
Los marcianos llegaron ya / y llegaron bailando ricachá / ricachá, ricachá, ricachá / así llaman en Marte al chachachá

Que pueda existir vida e inteligencia extraterrestre no es difícil concebirlo, aunque falte la prueba definitiva de una indudable percepción directa o indirecta por los sentidos. Las posibilidades son estadísticamente interesantes al respecto, aunque la Física plantee límites infranqueables como el de la velocidad de la luz. Incluso me poseo mi propia teoría al respecto, porque hay motivos y razones para creerlo e incluso indicadores, los principales resumidos en la célebre Ecuación de Drake. Pero lo que nos convoca ahora no es lo inteligente que se pueda decir al respecto, que lo hay y mucho – el Cosmos de Carl Sagan es una buena introducción -  sino las imposturas. Empecemos por un libro que conocí más o menos por la época de Lobsang Rampa: Yo visité Ganimedes, de Yosip Ibrahim. Será que para entonces me había leído mis capítulos del texto universitario Introducción a la Astronomía de Cecilia Payne-Gaposchkin, que no me impresionó en lo más mínimo la figurita de colores del domo de Ganimedes, satélite del planeta Júpiter; y terminé de perderle el respeto cuando leí que según la astrofísica obtenida por telepatía de los ganimedianos, Einstein estaba errado en cuanto al universo, que estaba compuesto de éter según la teoría de Isaac Newton, sin Newton por supuesto. Ibrahim se movía en la indefinición, como todos los vendedores de sebo de culebra, y afirmaba a la vez que había estado en Ganímedes y que el librito era Ciencia Ficción. El tema Ovni – extraterrestre tiene muchas versiones internacionales, pero la vigente en el Perú de Sixto Paz Wells es la más folklórica, ha heredado a Ibrahim y añadido algo más de su cosecha, con mensajes telepáticos y el modus operandi ya descrito. Ignoro qué libros haya escrito, no tengo tiempo para esos faltándome leer tanto libro importante.     

Los horóscopos y demás formas de predicción del futuro pueden entrar en esta categoría de marcianos bailando el ricachá. Los horóscopos de los diarios, incluyendo el del gratuito periódico Publimetro (Eugenia Last es su astróloga, muy guapa ella) se hacen en el hemisferio norte (Canadá, Estados Unidos) por motivos de blockbusting y sindicación, con lo que se invalidan de arranque para el hemisferio sur. Hasta para hacer horóscopos se requiere talento y conocimiento de los elementos de los astros, pero ello no parece inquietar a los editores del periódico. Hago la de Carl Sagan: En una edición del Publimetro leo mi signo, Libra: Ocúpate de los negocios en primer término. Cuanto más innovador seas, mejor. Busca formas de mejorar tu eficiencia y muestra tus habilidades. Los cambios te traen elogios.  Agradezco a Ms. Last me informe que los negocios y ganarme la vida debe estar en mis prioridades, y agradezco me recuerde que siempre hay que tratar de innovar y mejorar mi eficiencia y mostrar mis habilidades. Que los cambios traigan elogios y la innovación se cotice por los empresarios es un cuento postmoderno que de repente funca en el Canadá de Ms. Last. En el Perú no es así, si tienes razón en cosas complejas que pongan evidentes ciertas evidencias por lo general te botan; si eres demasiado eficiente y haces bien tu trabajo chocas con unos pares mediocres a los que obligas a trabajar con tu actitud, y sueles mostrar con un exceso de claridad que tus jefes llegaron a serlo por relaciones familiares y sociales, con lo que pares y jefes te odian y el desempleo se vuelve asunto probable. Mira si así le haré caso al horroróscopo. Leamos otra vez y veremos que no predice nada, así que para qué lo leo, ya no sé, pero llena un espacio de edición, y es barato o gratis pues horóscopos y tiras cómicas vienen con los artículos que pagas, y como dicen en Gringolandia Nace un tonto cada minuto. Más bonito y místico es el horóscopo chino, ese me divierte: Mi signo es Gallo de Fuego, lo que halaga mi autoestima, para qué te digo que no si sí, como dice la inmortal exégeta la Chimoltrufia. No encuentro sin embargo como podría elevarse la autoestima un conejo de madera o una cabra de metal, pero nunca vi a nadie que se queje de su signo. He leído a Ludovica Squirru, autora argentina dizque especialista en el tema, que dado que la ciencia está de moda y casi nunca se acierta la predicción, pone los ojos en blanco, modula la voz a entre amigable y solemne y pontifica sonriente: “el horóscopo chino (tarot, horóscopo occidental, cartas de Madagascar, orden kailash putra, angelología o lo que sea) no determina, solo sugiere”, o algo así. Y queda así de la pítiri mítiri así meta la pata.  

IV
La autoayuda y la pseudociencia

Hay una manera de enterarte de que una impostura es impostura: Que yo sepa ni Jesús ni Moisés ni Buda ni Mahoma ni ningún otro Santo pidió plata por darte acceso a la Verdad. La impostura siempre tiene por objeto sacarte plata por la directa o la indirecta. Por la directa en nuestro país hay varios modos, pero es más común por la indirecta porque la gente es cada vez menos cándida. Entre las formas indirectas está la promesa de que si lees cierto tipo de libros cambiarás tu vida, en especial si eres presa de la desdicha. Los horóscopos sugieren una intervención fuera del ámbito natural, exterior a la persona, en cambio la autoayuda nos refiere a la psicología popular, casi siempre pseudocientífica o cuando menos empírica, a veces basada en cierto espiritualismo y en el concepto de que la voluntad puede superar los problemas objetivos de la vida. Que los editores y libreros no se la creen lo prueba que reúnen estos libros con los de horóscopos y pseudociencia en los mismos estantes. Se leen bastante porque se redactan de manera sencilla y poco exigente, y sus ideas fuerza son pocas y fáciles de entender: Autonomía de la personalidad, auto-terapia, el éxito en la vida es económico y consecuencia de un equilibrio personal producto del ejercicio de la voluntad. Nótese que los planteamientos de este tipo son análogos a los que se pretende lograr desde las psicoterapias profesionales que tienen la desventaja de ser largas, caras, exigentes y en ocasiones imposturas ellas mismas, así que no podemos culpar a la gente de tratar de lograr lo mismo a menor costo, o de emplear su voluntad, algo ciertamente más barato. Lo negativo ocurre cuando se vende sebo de culebra. Los autores clásicos como Napoleón Hill (Piense y hágase rico está entre los más vendidos del mundo); Dale Carnegie (Como ganar amigos e influir sobre las personas), Og Mandino (El vendedor más grande del mundo) y Norman Vincent Peale (El poder del pensamiento positivo), entre otros, no hacen mucho más que aconsejar con cierta sensatez, respaldados por historias personales de éxito. Mucho de lo que se dice no es más que aplicación del sentido común a veces empatado con una confesión cristiana. Otro cantar son libros como los de Wayne Dyer (Tus zonas erróneas), que sí poseen cierta base científica, incluso tratándose de algo tan elusivo como la psicoterapia. Y otro cantar más son esos libros que no podemos ubicar con exactitud y que suelen obedecer a teorías más o menos estrambóticas, como el Método Silva de Control Mental, la Sofrología, el Análisis Transaccional, la Somaterapia, el Reiki, el New Age, la programación neurolingüística (PNL) y ciertas formas de coaching.

La pseudociencia es otra forma de impostura que puede causar graves daños si se la cree a rajatabla. Se refiere a creencias y prácticas que aparentan ser científicas, pero que sus cultores se resisten a someter a la verificación empleando las reglas del método científico, y por lo tanto no es posible saber si funcionan o no ni en qué medida. Los pseudocientistas por lo general apelan a la fe y a las falacias lógicas para argumentar a su favor, verbalmente y por escrito, tratando de evitar por todos los medios ser sometidos a demostración pública. La mayor parte de sus afirmaciones no pueden ser verificadas, requiriendo casi siempre de una parafernalia mística y dogmática. Como ya dijimos, la piedra de toque son sus métodos de recabar fondos más o menos ocultos al gran público. Las pseudociencias existen desde tiempos inmemoriales confundidas originalmente con las Ciencias antes de que estas se afiataran, como fue con la Alquimia, la Frenología y el Mesmerismo. Entre las pseudociencias modernas que publican libros están la Astrología, muchas formas de análisis bursátil, la cerealogía (dibujos de supuesto origen extraterrestres en los campos de cereales), la radiestesia, la ufología, la piramidología (objetos en forma de pirámide concentran la “energía”), la parapsicología, la numerología, el feng shui, la homeopatía, la aromaterapia (o flores de Bach), el Creacionismo y su variante del Diseño Inteligente, la Magnetoterapia, la Dianética o cienciología, la criptozoología, y otras más. Mención especial merecen las Imposturas nutricionales y alimentarias, casi siempre sostenidas desde intereses inconfesables de grandes corporaciones que acaparan y monopolizan la producción y distribución de alimentos. Como el espacio empieza a faltarme, encontrarás algo sobre ellas en Organización Mundial de la Salud – OMS: Los alimentos y la salud, Biblioteca Científica Salvat, páginas 33 a 51.  
       
V
Colofón

Si hay alguna ventaja en leer Imposturas, es la de identificar y conocer su lenguaje y rasgos característicos. Hay muchas más que las que he señalado y me percato que me he quedado bien pero bien corto. En todo caso, para sobrevivir en un mundo donde el engaño se cotiza en el mercado como capacidad para influir sobre las personas, conviene exponer a los chicos a estas circunstancias y trabajarlas con ellos. La sensatez se construye con ellos, y para ello conviene que nos entrenemos en la sensatez nosotros mismos. Y por ahora, punto.


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