jueves, 8 de marzo de 2012

CONTRA EL PENSAMIENTO DÉBIL o Debates Postmodernistas


“ … la primacía de las interpretaciones sobre los hechos, la superación del mito de la objetividad, no tuvo los resultados de emancipación que imaginaban filósofos posmodernos ilustres como Richard Rorty o vos mismo. (…) decir que “la llamada verdad es una cuestión de poder” tampoco me dice nada en esa dirección, como mucho, me sugiere no abrir más un libro. Hace falta un doble movimiento. El primero, justamente, es el desenmascaramiento, “el rey está desnudo”; y es verdad que el rey está desnudo, de lo contrario son palabras al viento. ” (Maurizio Ferraris a Gianni Vattimo)

 “Decís muy poco acerca de dónde buscar las normas del actuar cuando el modelo de la verdad es siempre el dato objetivo. No tenés ninguna duda sobre “quién lo dice”, siempre la idea de que mágicamente los hechos se presentarán por sí mismos. La cuestión de la auctoritas que sanciona la veritas deberías tomarla más en serio.” (Gianni Vattimo a Maurizio Ferraris)
(La traducción la ha realizado una respetable dama de nacionalidad argentina … ¿se nota?)


Así como nos preocupa el postmodernismo ingenuo, y en especial las formas que adopta en la discusión intelectual en nuestras latitudes, nos interesa el postmodernismo fuerte y de a verdad. Me mandan este enlace, y lo reboto para que mis lectores puedan captar la idea del asunto: El postmodernista por antonomasia, Gianni Vattimo, discute con el neorrealista por antonomasia, Maurizio Ferraris. El choque de las ideas arroja chispas y hace sonar truenos en la discusión de las ideas, y eso siempre es santo y bueno. El nivel de la discusión es alto, pero al referirse a lo que nos pasa, está muy aterrizado, y parte de discutir la existencia o no de la Verdad, la pertinencia de usar la Razón, y sus implicancias en la política y la realidad. Aquí el enlace:  
  

Encuentro hasta cuatro ideas-fuerza en el devenir de esta discusión, y me permito contarlas y comentarlas a la manera del narrador deportivo de un encuentro boxístico. Y así, el Campeón de Todos los Pesos Gianni Vattimo, con pantaloncillo blanco (o del color que te parezca), enfrenta al Retador Maurizio Ferraris, con pantaloncillo cuyo color creemos se acerca al rojo:

Asalto de Estudio: Crisis del postmodernismo

Ferraris critica la profecía de Vattimo, Rorty y otros ilustres filósofos postmodernos: La postmodernidad no nos hizo libres, no nos liberó del aherrojamiento criminal de la racionalidad ni desapareció los hechos desnudos. No solamente nadie se liberalizó, sino que más bien se instrumentó un movimiento en la dirección precisamente contraria. Uno de sus resultados fue la consolidación de los poderes fácticos a través del llamado populismo mediático, del reino del reality, desde donde se pretende hacerle creer a la gente todo aquello que les conviene. Como no hay verdad, como los hechos no se producen sino se construyen, y como todo depende del color del cristal con que se mira; los oligopolios informativos que expresan a los grandes poderes estructuran su dominio, por el solo hecho de poder gritar más fuerte y más lejos. Y así, como es fácilmente constatable entre nosotros, se da carta blanca ideológica y justificación ética a la manipulación de masas. Lo gracioso es que la mayoría de los que defienden la postmodernidad relativista terminan tarde o temprano por justificar este dominio y control, o terminan por caer presos de sus propias inconsistencias. Otros se cansan, dejan el debate y se dedican a la Dolce Vita. Mientras tanto los poderes siguen mandando en el desierto conceptual de un sentido común postmoderno, ingenuo y relativista. Y las gentes, bien gracias.

Segundo Asalto: Intercambio de golpes
   
Tras el jab al plexo de Ferraris, Vattimo responde con su uno-dos. La postmodernidad es válida, los problemas sobre la relatividad y la razón permanecen, es solamente que la liberalización que le es propia encuentra naturales resistencias por parte de los grupos de poder. Es importante señalarlo, Vattimo no niega que haya grupos de poder, como por acá algunos acostumbran, sino que los coloca en una posición diferente. “…estamos a merced de poderes que no quieren que la transformación sea posible”. Es decir, hay una transformación “democrática” en esa dirección, sin embargo Ferraris la niega pues si la verdad es una cuestión de poder, entonces la razón del más fuerte siempre es la mejor. Vattimo retrocede al constatar el fracaso de las esperanzas post-modernas, pero contraataca al no considerar al neorrealismo como una salida, pues el problema del Quién lo Dice es permanente. Este es un argumento contundente de Vattimo, y Ferraris trastabilla un tanto.

Tercer Asalto: Alrededor de la verificación

Ferraris sostiene la primacía de los hechos, y golpea con ellos, pero su ataque es débil. Vattimo se planta en la reiteración de la relatividad de la verdad, pero bajando su guardia al aceptar que para fenómenos como la lluvia, la verificación por constatación de los sentidos debe ser posible, pero la vuelve a subir cuando se refiere a fenómenos referidos al deber-ser. Este es un punto flaco de Ferraris, que se mete en terreno pantanoso al señalar las afirmaciones del deber-ser en el mismo nivel que las del ser. Así que asimila el golpe al precio de aceptar el hecho. Pero a la vez le extrae su conclusión obvia, y así vuelve al ataque: Si la Verdad es cuestión del poder, eso lo único que sugiere es no volver a abrir un libro. Y se mete dentro de la guardia de Vattimo: Hay dos fases en la cuestión, una es el hecho, el otro es su reflejo en la emancipación a través de la crítica y el saber.
  
Cuarto Asalto: Autoridad y Verdad

El demoledor asalto de Ferraris es contenido por Vattimo sacando al fresco el problema de la autoridad que sanciona toda verdad. La Razón es instrumental, y los poderosos de todas las épocas nos engañaron con ella, aunque a veces les sirvió a los débiles para rebelarse, sin embargo con el resultado de instaurar un nuevo orden de la Razón tan malo o peor que el que le antecedió. Si existe la Verdad, o es cosa de Autoridad o lo es de Negociación. Al final, como en el anterior Asalto, cosa del poder. Y así se termina por sugerir la primacía de la voluntad como posible única respuesta. Y es en esta ligera bajada de guardia que Ferraris elabora una defensa refiriéndose a lo concreto: guerras y crisis económicas con sus consecuencias. Se refugia así en la esquina azul de la Utopía de la Esperanza en que la Humanidad no necesite más de las autoridades, con el ejemplo de los filósofos.

Colofón

Pareciera un empate, aunque debo decir que como juez de encuentros boxísticos carezco de experiencia, y que mis simpatías van por el lado de Ferraris. Pero los argumentos de Vattimo no son nada deleznables, lo que augura que esta discusión seguramente continuará.
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