miércoles, 8 de abril de 2015

CRÓNICAS DE LECTURAS 98 - SIMÓN BOLÍVAR - BIOGRAFÍAS Y MITOS


CRÓNICAS DE LECTURAS – 98
Simón Bolívar - Biografías y Mitos

Cuando de España las trabas, en Ayacucho rompimos / otra cosa más no hicimos / que cambiar mocos por babas / Mudamos de condición, / pero solo fue pasando / del poder de Don Fernando / al poder de Don Simón. (José Joaquín Larriva)

Conocí a Bolívar una mañana larga, / En Madrid, en la boca del Quinto regimiento. / Padre le dije: ¿eres o no eres, o quién eres? / Y mirando el cuartel de la montaña, dijo: /  - Despierto cada cien años, cuando despierta el pueblo. (Pablo Neruda: Un canto para Bolívar)

El fuego sagrado de las repúblicas / surge en torno a Bolívar / Las rocas de las dos Américas / son el baluarte de los pueblos. (Canción revolucionaria, París, 1830)

I
Simón Bolívar y las controversias

Simón José Antonio de la Santísima Trinidad Bolívar y Palacios Ponte y Blanco (1783 – 1830) es personaje controvertido, sin duda. Y además, completamente mitificado en toda la extensión de la palabra, hasta los extremos gemelos del culto y la abominación, y no solamente por la República Bolivariana de Venezuela y la Derecha Continental. Encima, la bibliografía sobre él mismo, sus dichos, hechos, ideas y relaciones con casi cualquier cosa, son copiosísimas. No es para menos, la vida misma de este personaje le hace desear a Thomas Carlyle el Homero capaz de escribirla, y a los 185 años de su desaparición física su legado y lo que dejó por hacer es patente en América Latina y rebota aún en España y a su través en la Vieja Europa. Todo esto agudiza cuando nuestros países celebran - o deploran - el bicentenario de la Independencia. 2015 ea el aniversario número 200 de la rebelión del Cura Miguel Hidalgo, que marca un bicentenario bronco e insurgente por un acto de voluntad colectiva, pues el México de Juárez, Villa, Zapata y Cárdenas no se reconoce en el Emperador Iturbide, y evita así una compleja discusión en momentos de lucha a brazo partido contra el Narcotráfico y la Corrupción. El Perú podría haber celebrado así su bicentenario en 1980, pero carecimos del reconocimiento y de la voluntad de reconocer que nuestra independencia se iniciaba con el Levantamiento de José Gabriel Condorcanqui - Túpac Amaru II de 1780. Pero para los que dictan los parámetros sociales de nuestra Historia - que no son los Historiadores - eso es demasiado radical, indio, revolucionario, velasquista, plebeyo, izquierdista. Es decir demasiado demasiado, demasiado González Prada, Vallejo, Ribeyro, Bolognesi, Grau, Mariátegui y todos esos tipos deprimentes que ellos no entienden, pero que no quieren porque huelen a conflictos sociales y problemas no resueltos. Medio en broma y medio en serio, los personajes les recuerdan que los comunistas le quitaron la hacienda al abuelito … y se hacen la pufi en el cojín de la sala. Con este parámetro podemos dividir el espectro respecto a Bolívar en dos grupos radicales: Los que creen con el cubano José Martí que lo que Bolívar no dejó hecho aún está por hacerse; y los que se hacen la pufi si es que empieza a hacerse lo que hay que hacer, y le cargan a Bolívar la culpa del comunismo internacional, el chavismo y cualquier intento de cholos, pardos, negros, blancos e indios de establecer algo de justicia sobre la Tierra americana. Interpretar la Historia pasa por bandería política: Las Derechas de América Latina no gustan de acordarse de la justicia y equidad pendientes. Las Izquierdas se sacuden el sambenito internacionalista asumiendo los héroes continentales de la Independencia con programas más o menos reivindicativos o revolucionarios. Así Bolívar fue adoptado por las Izquierdas como José Artigas, José Gabriel Condorcanqui, Miguel Hidalgo, José Miguel Carrera, Pedro Domingo Murillo, Manuel Belgrano, Antonio Nariño y otros más, en desmedro de “conservadores” como José de San Martín, Bernardo O´Higgins, Bernardino Rivadavia, Miguel de Iturbide, Francisco de Paula Santander.

La Historiografía de derechas reduce así el fenómeno bolivariano y le quita en lo posible todo rasgo revolucionario, lo que respecto a Bolívar es fácil porque no se podía ser marxista antes de Marx, el verdadero cuco que no les deja conciliar el sueño. La Historia para nuestras Derechas es una cosa útil para evitar que les revienten el régimen, y como no hay juicio neutral sobre tema relevante, la pretensión de objetividad resulta en una esquina tras la que se esconden intenciones, digamos, secundarias. Por otra parte, la acción y el pensamiento de Bolívar inspiraron en su momento incluso a la Action Française y al Cesarismo Democrático, si no directamente al fascismo italiano, asuntos que los historiadores de hoy pasan por alto alegremente. Respecto a Bolívar tengo posición, pero entiendo que la única forma de equilibrarla es concretar por qué se dicen ciertas cosas. No hacerlo es burlarse de la inteligencia de los otros, lo que se dice dice más del que lo dice que lo que dice. Simpatizo más con Bolívar que con San Martín, confrontación histórica que se mal resuelve en el Perú al celebrar como Independencia el Bicentenario de su Proclamación por José de San Martín. No le niego el genio estratégico al Prócer de Yapeyú, muy superior al del Libertador de Caracas, pero aunque nos caiga bien Arístides el Justo , quien venció a los persas en Salamina fue el antipático Temístocles. La independencia del Perú no se resolvió en un juego de yan-kem-pó o damas chinas: En las campañas de 1823 y 1824, Simón Bolívar y Antonio José de Sucre se fajaron y fajaron a los peruanos así no les gustase, porque la guerra no se hace por el amor de Dios, y había que defender este Perú hasta con los dientes. Bolívar hizo lo que había que hacer, es penoso que para quejarnos del venezolano nos apoyemos en el argentino cuando ninguno planeó la Independencia del Perú por una “solidaridad americana” inventada en los ´40 para alinearnos en la Segunda Guerra Mundial y la Guerra Fría. La Historia fue como fue y punto, pero por ejemplo no se integra el esencial rol de las logias en la Independencia, creemos que por no quebrarle la cabeza a los fautores de currículas escolares e historias oficiales, aunque sin ellas sea imposible entender por qué unos hicieron una cosa y otros otra. El mundo se ordena bonito si contraponemos Buenos y Malos, Patriotas y Realistas, pero nada es así de simple. En Chile San Martín la vio cuadras por haber líderes dignos de ese nombre, Bolívar en el Perú no enfrentó a nadie de talla, las contradicciones internas en nuestro país superaban las fuerzas unificadoras, Presidentes y Congresistas se pasaban al enemigo y sólo Bolívar estuvo a la altura de lo necesario, como vieron Unánue, Sánchez Carrión y pocos más. La comprensión exacta de quien era amigo y quien enemigo fue oscura para los peruanos, entonces como ahora desconcertadas gentes sin concepto exacto de Patria. Y con todas estas contradicciones trataremos de decir nuestra humilde palabra sobre el Libertador.

II
Biografías (y Otros) “Favorables”

Lo “favorable” es, sencillamente, otorgar “favor” en el juicio histórico, vale decir aprobar la trayectoria vital del biografiado y en consecuencia considerarla como un paradigma digno de ser admirado, seguido e imitado. Puede ser obsecuente y admirativa hasta el culto a la personalidad, que encuentra solo virtudes y calla, minimiza o justifica lo defectuoso; o un simple juicio histórico equilibrado que concluye en una nota aprobatoria, que evalúa haber más valor que antivalor en la intervención del personaje en el devenir de los hechos, y que suele estar invadida por los afectos (¿Qué no le perdonará un hijo a su padre? Martí de Bolívar). Y es el caso que a Simón Bolívar no se le puede cicatear su calidad de Libertador, en mi modesta opinión Título de más lustre y merecimiento que los de Presidente, Emperador, Conquistador o Generalísimo, y digno de pocos como Lincoln, Garibaldi, Mandela y Sun-Yat-Sen. Tiene Bolívar así ventaja frente a sus rivales conservadores, a los que se trata de encajar el mismo título aunque les quede grande. Una importante semblanza favorable es la del Diario de Bucaramanga (1828), del francés Luis Perú de Lacroix, edecán de Bolívar, y muy cercano físicamente, si bien no íntimo política, afectiva o intelectualmente. No llega a Biografía, pero como diario es valioso como fuente histórica, y vale la pena bajarlo desde este link: http://uptparia.edu.ve/libros_iut/diario_de_bucaramangaminciwe.pdf. El otro edecán Daniel O´Leary y sus archivos están en el mismo caso, ambos son extremadamente cáusticos con el Perú. Por supuesto los edecanes están de acuerdo con su jefe, por eso lo listamos acá. La casualidad de nacer el Libertador en Caracas justifica el patriotismo venezolano y colombiano, que desde acá se ve como “endiosamiento” y culto, explicable por la relativa ausencia de una Historia de personajes propios antes de Simón, como por ser un Héroe Fundador, que además en Colombia y Bolivia es quien bautiza y es epónimo, es decir, da nombre a ambas Repúblicas. Así, Augusto Mijares escribe El Libertador, la biografía "favorable" más conocida en Venezuela; y Eduardo Caballero Calderón escribe un muy laudatorio Bolívar, una Historia que parece un cuento, dirigida a niños y basada en sus extraordinarias hazañas; Rufino Blanco Fombona escribirá ensayos para desentrañar la psicología del hombre; Vicente Lecuna recopilará la correspondencia de Simón Bolívar, financiará estudios y convertirá en santuario nacional la casa del Libertador, y además se sentirá obligado a atacar la Biografía del español Madariaga.

El Bolívar del revisionista colombiano Indalecio Liévano Aguirre hace del Libertador un precursor de las luchas sociales en el continente, aunque la contratapa de su editorial advierta haberse escrito en estado de honda pasión grancolombiana, previendo sabiamente el sesgo. Para Germán Arciniegas, Bolívar es un reaccionario napoleónico inteligente, y lo sustrae del rollo izquierdista en que se le incluye. La Biografía del mexicano Nemesio García Naranjo niega las intenciones monarquistas y dictatoriales del Libertador, al que la literatura trata favorablemente, como Gabriel García Márquez en El General en su Laberinto; o como en Las Lanzas Coloradas de Arturo Uslar Pietri. Acá el link al libro de García Márquez: http://www.educando.edu.do/files/8914/0932/5229/Garcia_Marquez_Gabriel_-_El_general_en_su_laberinto.pdf. Cabría esperar de los “extranjeros” no latinoamericanos ni españoles algo más de objetividad, pero este no es el caso, cuando menos en Biografías y otros escritos que he leído. El estadounidense Thomas O´Rourke, seudónimo de Daniel Clinton (Bolívar, el Hombre de la Gloria), por ejemplo, muestra gran entusiasmo por las hazañas bolivarianas y hace constantes paralelismos entre su biografiado y George Washington, espejo suyo en América del Norte. Trata así de mostrar los vínculos positivos, olvidando los fuertes desencuentros entre los Estados Unidos y la Gran Colombia, relievando constantemente el rol de los anglosajones en la independencia. Además, adolece de muchos errores. En el ensayo del coreano Kim-Yong-Ho dícese Bolívar fue el héroe, el caudillo, el símbolo de la insurgencia, y no consigue ocultar su admiración. El alemán Gerhard Masur y su equilibrado Simón Bolívar hace diferencia con el especialista en Biografías Emil Ludwig, cuyo Bolívar, caballero de la Gloria y la Libertad, se centra en comprender las motivaciones del Libertador, en tal sentido es muy esclarecedora. La actualidad política genera también obras sobre Bolívar, compendios de su pensamiento político, explicaciones ideológicas e incluso biografías como la temprana Simón Bolívar del soviético Grigulevitch, y ensayos como Bolívar y la Guerra Social del dominicano Juan Bosch. En el 2005, Alberto Pinzón Sánchez publica Simón Bolívar Conductor Político y Militar de la Guerra AntiColonial, cuyo link es este: http://www.solidarites.ch/vaud/wp-content/uploads/2009/11/libro-bolivar-conductor.pdf
   
III
Las Biografías (Y Otros) “Des-Favorables”

Lo “des-favorable” es obviamente lo contrario de lo favorable, va desde lo despreciativo e insultante, que no encuentra sino defectos, faltas o crímenes; hasta el simple juicio histórico equilibrado pero des-aprobatorio, que encuentra en la intervención del personaje más antivalores que valores, y critica su validez como modelo o paradigma. Considerando que existe un cuerpo de ideas bolivariano (algunos le llaman chavista) particularmente en Venezuela, es natural que la oposición política a los bolivarianos-chavistas trate de minimizar o reducir cuanto pueda la figura de Bolívar. Esto es fácil en el Perú y puede que en Ecuador, pero en Bolivia - país con el nombre del Libertador -, Venezuela y Colombia - que debe su nombre al susodicho - es casi imposible. Carlos Marx está entre los que entendían que Bolívar había renunciado a sus ideales revolucionarios, igual que Napoleón, y lo acusaba de Dictador Bonapartista, en esto eventualmente corregido en las ediciones soviéticas. Se me hace que argentinos y chilenos sentían a Bolívar como un competidor afortunado, con objetivos políticos distintos de los que la trama política sureña tenía en mente. Bolívar en lo político y militar tendía a patear el tablero y resolver todo por la vía directa, la posibilidad de conflictos con el Río de la Plata, Chile e incluso con Brasil no era nada remota. Parece que es visto como un amigo al que es mejor tener lejos, por lo menos eso me dejó la lectura de Bartolomé Mitre en su Historia de la Revolución Americana, que empata con la biografía de José de San Martín. En este contexto, Chile en 1823 - 1825 es suspicaz frente a los proyectos bolivarianos, teme una invasión o anexión por la fuerza, como registra el historiador Diego Barros Arana, y recibe con alivio el retiro de las tropas colombianas del Perú en 1828. En el Perú el best-seller más conocido al respecto es Bolívar, libertador y enemigo número uno del Perú, de Herbert Morote (http://www.herbertmorote.com/Libros/Cuarta%20Edicion%20Bolivar%20Libertador.pdf), que en su cuarta edición abunda sobre Simón Bolívar y el Perú, en el contexto de un trabajo anterior (El militarismo en el Perú), e inspirado aparentemente en un trabajo previo de Félix Calderón: Las veleidades autocráticas de Bolívar. El objetivo del libro no es biográfico, como lo señala el propio autor: (…) este libro se limita a la relación de Bolívar con el Perú por lo tanto no nos extendemos sobre la doctrina ni los famosos discursos que pronunció el Libertador antes de llegar al país y que son citados frecuentemente por políticos y hagiógrafos. La razón de ello es que la teoría bolivariana no serviría para explicar lo que hizo el Libertador para oprimir y desmembrar al Perú. Entendemos que este libro manifiesta menos trabajo historiográfico que una interpretación desde un sesgo anti-bolivariano, interesante para saber qué podríamos los peruanos enrostrarle al Libertador, basados en una suerte de teoría de conspiración en la que Bolívar se frota las manos mientras piensa cómo maltratará al Perú. Pese a todo, el autor no profundiza en las causas o razones por las que un individuo podría ser enemigo de una entidad política como el Perú, y no creemos que la moralidad del Coyote / Correcaminos baste para explicar los hechos. Aparte, se observa el intento de compensar lo dicho con una visión positiva del Libertador, en una muy peruana búsqueda del punto medio que permita mantener las amistades en ambos lados: El Libertador era un hombre provisto de innumerables virtudes, entre ellas (…) su genio militar, su audacia política, su determinación incansable, pero quizá su más notable virtud fue ser un redomado seductor. Conquistaba por igual mujeres u hombres, soldados o generales, pobres o ricos, individuos o masas. Aun sus enemigos se encontraban fascinados por él, en su presencia atemperaban los ataques o simplemente se rendían a sus encantos. Nos recuerda aquí Morote al Tradicionista Ricardo Palma, desfavorable al político Bolívar, aunque favorable al Ser Humano, véase su tradición La última frase de Bolívar.

Era de esperar que sus enemigos dispararían contra Bolívar balas no sólo de plomo: Mariano Torrente en su Historia de la revolución hispano-americana de 1829 - cuando “revolución” era una mala palabra - le moteja de rebelde, sedicioso, traidor y villano. Pero el verdadero paradigma actual de biografía desfavorable de Bolívar es la del español Salvador de Madariaga (1886 – 1978), escritor e investigador a quien también se deben Biografías de Colón, Cortés y Carlos V. En la de Bolívar no oculta su acendrado filo-hispanismo ni su tesis de que la independencia de América Española fue provocada por intereses ajenos a un deber-ser vinculado a una posible (y nunca existente) Comunidad Hispánica de Naciones, lo que también plantea en su interesante Auge y ocaso del Imperio Español en América. Esta biografía intachable desde lo historiográfico, emplea sin complejos profusas fuentes de primera y segunda mano inatacables y muy adecuadas, incluyendo el Diario de Bucaramanga de Perú de Lacroix, y la Historia de Bartolomé Mitre, y se extiende cuanto es necesario y a veces más. Por ello su crítica se circunscribe a la interpretación, y podemos afirmarle como mérito principal el ser implacable con Bolívar. Por ejemplo, sostiene la tesis de la intención monarquista de Bolívar, apoyándose en la gran influencia que Napoleón proyectó sobre el hombre, sin la que es casi imposible comprender la época. En este sentido la Biografía de Madariaga cumple un rol en medio del monocorde y aburrido coro de alabanzas y ataques bolivaristas de América Latina, la de ser fiel a los hechos y a la vez provocadoramente crítica.      

IV
Juicio a Bolívar, y lo demás

¿Cómo se plantea un juicio histórico? Dicen Marc Bloch y Lucien Febvre que el fin de la Historia no es juzgar sino comprender, lo que no quiere decir no que no haya juicio, sino que su validez depende de un acto cognitivo y volitivo destinado a entender los hechos y procesos, las personas y las circunstancias, antes de plantear valoración alguna. Pero a nosotros nos interesa el juicio ético en tanto que político. Así parece superficial lo que trató de hacer Herbert Morote en su libro, pues el escenario político de la Independencia de la América Hispana es muy confuso visto desde hoy, y la actualidad política no basta para comprenderlo: Las repúblicas en formación fabrican su Historia a la medida para darse soporte ideológico existencial, tal como las monarquías. En el medio siglo entre 1780 y 1824 hombres como José Gabriel Condorcanqui, Tomás Catari, Julián Apaza, Mateo García Pumacahua, Pedro Domingo Murillo, Francisco Miranda, Antonio Nariño, San Martín y Bolívar y muchos otros habían puesto sobre la balanza situaciones irrevocables: Por ejemplo, que los rusos no vinieran a pelear por Fernando VII con elementos muy superiores a los españoles, fue gracias a la estrategia de San Martín y su ejecución en Chile, que sin siquiera proponérselo hace puré en Maipú la alianza hispano-rusa cocinada en Verona. La fase de El Imperio Contraataca en el Caribe es una feroz guerra social que despuebla Venezuela y se expresa en las rebeliones de siervos y esclavos de Haití y México, que limitan y formatean los temores que dan lugar a las alianzas y contra-alianzas de más al sur. Iturbide da forma monárquica y conservadora al México independiente con el ejército trigarante en 1821, tratando de salir del atolladero político-social y sin saberlo construye un paradigma que San Martín trató de seguir en el Perú.

Es más, cada vez que decimos alegremente “el Perú”, en realidad no sabemos de qué hablamos. El desembarco de San Martín fue visto por muchos como Invasión. La Independencia, y menos aún la Libertad, no era objetivo político. San Martín y Bolívar ocuparon el Perú para asegurar la Independencia de sus países, no para liberarnos a nosotros, esa tarea era nuestra. El concepto en que se tenía al Perú lo muestra Bolívar en su Carta de Jamaica de 1815: El virreinato del Perú, (…), es sin duda el más sumiso (…) Chile puede ser libre. El Perú, por el contrario, encierra dos elementos enemigos de todo género justo y liberal: oro y esclavos. El primero lo corrompe todo; el segundo está corrompido por sí mismo. El alma de un siervo rara vez alcanza a apreciar la sana libertad (…) Supongo que en Lima no tolerarán los ricos la democracia. Si uno mira el Corrompido Perú de hoy, sorpréndese de la clarividencia de Bolívar: Oro y Esclavos parece nuestro horrible destino, hasta que hagamos lo que los demás ya hicieron, imponer la Libertad que aún nos es esquiva. Y así entendemos lo que Martí decía de Bolívar, que lo que no hizo aún está por hacer. Aunque tratamos de zafar cuerpo y ocultar el desastrado papel que jugamos en nuestra “independencia”, se evidencia casa vez más nuestro triste papel de comparsas. Paremos de sufrir por lo malo que fue Bolívar con nosotros los pobrecitos peruanos. Y ya que estamos siendo implacables, chequéense lo que dice Alfonso Quiroz en la Historia de la Corrupción en el Perú sobre el saqueo patriota perpetrado por el “Santo” José de San Martín y sus amigos Monteagudo y compañía, que tampoco vinieron a “liberarnos”, sino a consumar su propia independencia. Ya va siendo hora de dejarnos de marinerías y asumir nuestras responsabilidades históricas.

Todo esto no quita hacer duro juicio de Bolívar, del período y sus protagonistas, y de los historiadores, apologistas e ideólogos, sin perder de vista que para que la Historia nos sirva de algo ha de ser verdadera. Los sesgos emocionales no caben, y que los hay en ambas direcciones se ve en la buena película venezolana El Libertador (https://youtu.be/5eX0iGkU7s4), muy a la moda en eso de reescribir la Historia, véase el inmarcesible ejemplo de Inglorious Basterds de Tarantino. Se sugiere que el relato de la muerte de Bolívar en Santa Marta habría sido cobertura o cortina de humo tendida por los poderes de la época para ocultar su asesinato y plantear cómodos contenidos ideológicos (He arado en el mar, por ejemplo). Es verdad que en un hombre como Bolívar morir a los 47 años es, por decir lo menos, sorprendente, pero de ningún modo es raro que la muerte nos atrape cuando todo parece ir mejor, así que a falta de pruebas el asunto es pura especulación, y punto. Otra película que puede ser interesante es la producción Bolívar el Hombre de las Dificultades (https://www.youtube.com/watch?v=wXEW6pTrvts ). Si de algo sirve la Historia es para separar la paja del grano y dar información fidedigna que dé luces para el juicio. Bolívar tenía gran sentido propagandístico y enorme sentido de la Historia, es natural que sus documentos, en particular su correspondencia, se escribieran con ello en mente. Pedirle sinceridad a prueba de balas y blanca pureza de propósitos es ingenuo. Convertir en Ideología un conjunto de ideas aparece porque se necesita, por ello la cantidad espectacular de compilaciones del pensamiento político de Bolívar, del que podemos aconsejar la compilación de Manuel Trujillo, cuyo link es este: file:///D:/BLOG/Cr%C3%B3nicas%20de%20Lecturas/Bajamos%20libros/PAR001.pdf .
Asimismo, una Bibliografía que no agota el tema pero que sí nos puede conducir por rutas interesantes es ésta: http://www.museosdetenerife.org/assets/downloads/file--80b92d0fc2.pdf
 
V
Colofón


No agotamos el tema, apenas lo introducimos, por otra parte es lo que queríamos hacer. La ambivalencia en que los peruanos vivimos respecto a Bolívar no se aclarará hasta que no nos aclaremos a nosotros mismos quienes somos y qué queremos. Es desde el hoy que entendemos el ayer que nos da sentido. Por eso tenemos que leer Historia, para saber qué pasó y cómo lo entienden los investigadores, pero sobre todo para saber qué queremos y qué podemos ser. Y punto por hoy. 

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