lunes, 28 de octubre de 2013

CRÓNICAS DE LECTURAS 62 - TRAGEDIAS GRIEGAS

CRÓNICAS DE LECTURAS – 62
Tragedias Griegas

I
La Tragedia y el pathos

Cuando decimos Tragedia griega hay a la vez un sinónimo y una metáfora sobre circunstancias dramáticas y patetismos extremos elevados a la enésima potencia. Pero no existe nada bajo el Sol como la Tragedia Griega y el pathos que expresa. Por supuesto que es mi apreciación, perdónenme, pues sé de muchos y valerosos jóvenes efebos y guerreros ilustres que se encomendaron a las musas y trataron de leer los clásicos de la Tragedia Griega con resolución, coraje, honestidad, intrepidez y extremado arrojo. Y sin embargo, oh esquivo Destino, quisieron los Dioses que cayeran derrotados en toda la línea por esas muchas oraciones de enrevesados, complicados e interminables períodos que los y las traductores y traductoras de rosados dedos suelen endilgarnos, los dioses sabrán por qué. Vedlo si podéis y lamentaos, oh hijos de las castellanas letras, por el cómo os queda el ojo cuando recibís sin anestesia algo así como esto: ¡Ay, ay! ¡Ay, ay! Prole de la fecunda Tetis, hijas del Padre océano, que con su curso insomne gris en torno a toda tierra, mirad, contemplad con qué cadenas clavado en la cima rocosa de este precipicio monto una guardia no envidiable. (Prometeo encadenado, de Esquilo). O como esto: ¡Oh luz amable de este día justiciero! Ya podría decir ahora qué dioses vengadores de los mortales contemplan desde arriba los sufrimientos de la tierra, puesto que veo en un manto tejido por las Erinias, a ese hombre que yace de manera grata para mí, pagando las maquinaciones de la mano paterna (Agamenón, de Esquilo). Complicado de entender hasta para el más pintado y clásicamente culto de los actores, no digo ya los lectores, que cuando menos pueden quedarse quietecitos frente al texto decodificándolo, y no pasando de él hasta por lo menos identificar los núcleos de sujeto y predicado, hasta ahora el mejor truco que se me ocurre para entender estas oraciones. En griego debe haber sido más fácil, o los gustos de entonces eran muy diferentes a los de hoy. Yo tuve la suerte de empezar a leerlo desde muy jovencito, y no me presentan dificultad extrema; así que aprendan papis y mamis, es la función la que hace al órgano.

Dícese de la Tragedia griega que es patética, es decir inficionada de pathos hasta el extremo. Como sé que mis lectores son inteligentes pero no necesariamente informados, les comentaré que el pathos en la retórica clásica es uno de los tres modos de persuadir a alguien de algo. Los otros son el ethos y el logos. La idea es que tú le crees algo a alguien por tres posibles motivos: Uno, porque te convence racionalmente a través de argumentos (logos). Dos, porque respetas a la persona y le crees pues posee buenas cualidades y trayectoria que hacen difícil que te mienta (ethos). Y Tres, porque compartes o te inducen a compartir los mismos o parecidos sentimientos (pathos) que mueven al expositor. Esta disquisición es, nada más y nada menos, que del Aristóteles por si acaso, no es tan difícil de leer ese gallo. La estética, parte de la Filosofía que trata de la belleza, entiende el pathos como los íntimos estados del alma y emociones que se viven al contemplar algo bello o hermoso. Por alguna razón que no entiendo del todo, el Pathos se contrapone al Eros, en una díada gozo-sufrimiento que los griegos veían al modo dialéctico, nunca separados uno del otro. La idea perduró, recuerdo un poema de Schiller sobre el corazón, que los médicos dicen se divide en cuatro cavidades, pero que el poeta sabe son dos: El lugar del dolor y el de la felicidad: Oh, felicidad, habla bajo para no despertar al dolor … . Bueno, que no se escape el pathos, esto es la sensación o sentimiento que poseemos de lo inevitable de sufrir en esta vida. De ahí que la Tragedia Griega sea patética, pues si algo enseña es lo (agárrense que viene palabra difícil) ineluctable del destino, esto es lo inevitable de que te vaya como la mona en algún momento, hagas lo que hagas.  

Los Trágicos de la Atenas del Siglo de Pericles son Esquilo, Sófocles y Eurípides, que presentan los primeros intentos para explicarse en la escena cómo es que opera el Destino que nos rebasa como un huracán, y nos arrebata (rara vez nos da) los afectos humanos y las cosas materiales. Ha pasado un par de milenios y medio y sus obras se siguen montando con pocos cambios de escenografía, vestuario y nombres. Pagamos tributo aún a los dioses de la tragedia y la comedia humanas. 


II
Esquilo

El primer nombre ilustre en la Tragedia ateniense es el de Esquilo (525 – 456 a.C.), sucesor de Tespis, Frínico, Quérilo y Prátinas, de los que se sabe poco, pero que parece tuvieron roles importantes en la estructuración del teatro griego. Dícese que fue Esquilo quien metió en la representación un segundo actor, a más de máscaras y coturnos; y también era abierto a las innovaciones a su peculiar modo, como en Agamenón, donde los dos actores (Egisto y Clitemnestra) recitan sus parlamentos en compañía de Casandra, bien calladita ella. El tercer actor lo introdujo el joven rival Sófocles, así que Esquilo, como quien dice tampoco lo iba a atracar así como así, por más que con seguridad le notó sus posibles ventajas. En fin, Esquilo era un veterano de Maratón, Salamina y Platea, es decir ciudadano ateniense y excombatiente políticamente conservador, que se sentía con derecho a plantear las cosas a su modo. Parece que escribió unas ochenta a noventa tragedias, perdidas la mayoría en las invasiones y el general retroceso a la barbarie de la edad media. Se conservan la trilogía La Orestíada (Agamenón, Las Coéforas y Las Euménides); Los Persas; Los Siete contra Tebas;  Las Suplicantes y Prometeo encadenado, aunque hay alguna duda en la autoría de esta última. El gran tema de Esquilo es lo inevitable de sufrir, tal vez por eso ha pervivido tanto. Pero no es sólo sufrir lo que cuenta, sino aquello que se aprende al sufrir: Que no es gratuito, que la desgracia empieza con los hechos humanos, aunque no sean conscientes e inclusive si corresponde a los descendientes pagar las culpas de los padres, como pasa con Orestes, que se debe someter a la persecución de las coéforas por asesinar a su madre Clitemnestra y a Egisto, crímenes que está obligado a cometer atrapado por su deber filial, que le obliga a vengar a su padre asesinado. Así, al cumplir con su deber, se convierte en matricida.

Extraño como es esto a nuestra moral heredada de Kant, hecha de imperativos categóricos y de ética de intención, representa una realidad actual, tal vez eterna, de la condición humana: Justos e inocentes pagan por pecadores y culpables. Los dioses son implacables al servir a la justicia, las leyes divinas son prisión de los hombres, no saben de atenuantes ni de conflictos. En la Roma de mármol y pedernal incluso se dice Dura lex, sed lex (La ley es dura, pero es ley). Pero el genio de Esquilo consigue desentrampar el asunto y liberar a Orestes transformando a los mismos dioses, y las furiosas Coéforas devendrán en Euménides amigas de la Justicia. Aunque estamos bien lejos aún de Shakespeare y de Porcia abogando por la misericordia en el tribunal de Venecia, sentimos cuando leemos esto que el hombre tiene alguna esperanza, lo que no es poco. Porque cuando la tragedia trae el pathos no es porque sí, sino para lograr del lector y/o espectador que haga katarsis, es decir se purifique por el fuego (otra vez nos tropezamos con el Viejo Aristóteles), que encontramos viviendo los sucesos que el Destino nos impone, tratando de no cometer los errores de Eteocles, Polinice, Jerjes, Agamenón, Egisto o Clitemnestra que hemos visto allá en el Teatro o en el Cinematógrafo. Y porque el arte no es impermeable, es que podemos ver esta versión en youtube de algunos monólogos de la Orestíada, en particular el Agamenón, con música de Carl Orff, Carmina Burana:


Segunda Parte: http://www.youtube.com/watch?v=EB5QxNQOwOo       

En este link encontrarás una regular traducción de la Orestíada: https://n-1.cc/file/download/1319188


III
Sófocles

Sófocles (496 – 406 a.C.) era treinta años menor que Esquilo, con quien compitió en los concursos anuales, y precisamente para ganarle al viejo maestro es que introdujo al tercer actor, aumentó a quince los integrantes del coro e introdujo la escenografía. Aquí se le acabaron las ínfulas innovadoras y se aposentó en ellas conservándolas tal cual hasta su vejez, que total ya estaban probadas, oleadas, sacramentadas y convertidas en la avant garde del teatro ateniense. Y se estacionó en su éxito con tanto ídem que Eurípides, de genio cuando menos comparable, no le hizo ni cosquillas al mimado de la elite y la academia ateniense. Es que Sófocles, como muchos hoy en día, sabía venderse y entre sus amigos estaban Pericles, Herodoto y otros famosos. Estuvo activo en la vida política de la democracia ateniense: Fue tesorero de la Liga de Delos nada menos, e incluso fue general estratego, aunque parece que como militar era un buen autor de tragedias, de las que escribió entre 110 y 130, conservándose en la actualidad unas treinta, entre ellas la serie de Edipo: Edipo Rey, Edipo en Colona y Antígona; así como Áyax, Las Traquinias, Electra y Filoctetes. De los treinta Concursos Dionisios en los que participó ganó dieciocho, performance nada deleznable, y análogamente a nuestro contemporáneo Director de Cine Martin Scorsese parece que lo tenían que premiar sí o sí, pues tras un éxito venía otro. Encima, su fama moderna actual quedó asegurada con la adopción por Sigmund Freud y la escuela del Psicoanálisis de su personaje Edipo para definir un complejo instintivo-conductual del inconsciente de las personas.

El complejo de Edipo se basa en el ineluctable (creo esta palabra ya la usé arriba) destino que sufrió el personaje Edipo, que tuvo al santo de espaldas de modo permanente. Nace el pobre, y ni bien nace le encajan que matará a Layo su padre, y cometerá incesto con su madre. El padre trata de burlar al Destino, le entrega a un pastor que le abandone para que muera, pero el tal pastor se compadece y le protege - varios cuentos en la literatura universal tienen este escenario, lo que hace que me pregunte por qué. Edipo alcanza la juventud, y en el camino a Tebas encuentra a Layo y lo mata. Acto seguido enfrenta al monstruo Esfinge que martiriza a Tebas, resuelve su célebre acertijo, y el agradecido pueblo le hace rey y le otorga la mano de la reina viuda Yocasta, de hecho su madre aunque todos lo ignoran. Edipo se pregunta por qué la peste asola a Tebas, de la que es justo Rey, tratando de dilucidar en qué han metido la pata precisamente para sacarla, y así llama al ciego adivino Tiresias, que está al tanto de todo: ¡Qué cosa tan funesta es saber algo cuando ya no puede aprovecharnos! Yo lo sabía y lo olvidé. De otro modo no me hubiera presentado aquí. Ya dijo Sherlock Holmes que a veces es odioso tener razón: y qué necesario es no meneallo, decían Lope y Calderón. Pero lo terrible es que meneallo es inevitable y no hay cómo no destapar el wikileak. Uno tras otro hablan los testigos, uno tras otro surgen los hechos, la verdad se descubre: Edipo es parricida e incestuoso. Yocasta no soporta y se quita la vida. Edipo se revienta los ojos para no ver tanta miseria: Perezca aquel que en el monte desierto las duras amarras quitó de mis pies y salvó mi vida sin hacerme un bien. Si la muerte entonces me hubiera alcanzado, mis amigos se hubieran ahorrado estas penas y yo me vería libre de dolores (…) No hubiera venido a matar a mi padre ni me apellidaran esposo de la que me dio la vida. Hoy me abandonan los dioses (…) Y si alguna desgracia hay peor que la misma desgracia ¡la he sufrido yo, Edipo!          

El Destino no se detiene aquí, sin embargo: La estirpe de Edipo y Yocasta está maldita. Esquilo retoma el tema en Los Siete contra Tebas con la guerra y mutuo fratricidio entre los hermanos Eteocles y Polinice; y el mismo Sófocles mostrará el destino de las hijas Antígona e Ismene en Antígona. Edipo huye de Tebas hacia Atenas, única entre todas las ciudades de Grecia que honrará su carácter demócrata otorgando asilo al desventurado (Edipo en Colona).

Las imágenes suelen hablar, así que acá podemos ver algunas escenas de la película Antígona, de 1961, con Irene Pappas:   http://www.youtube.com/watch?v=RBXrIBCb8w8

La escena culmen de Edipo Rey puede verse en versión de Televisión Española: http://www.youtube.com/watch?v=XhY6zK9tFa4


IV
Eurípides

Un maverick es, además del nombre de una serie de TV de los años ´60, un toro salvaje que no se hace a vivir en el rebaño, y por extensión dícese del hombre cuyas ideas son demasiado de avanzada y no es comprendido por sus coetáneos, aunque sea ciertamente superior a ellos. A Eurípides (480 – 406 a.C.) nos parece le tocó esta suerte, triste en cierta medida, pues vivió al mismo tiempo que Sófocles, y parece le tocó hacer la del líder innovador, aunque los honores y homenajes se los llevó Sófocles. Bueno, dejándonos de vainas Sófocles no era un mediocre precisamente y se merecía los homenajes, pero estaba con su tiempo y no se pasaba de la raya en eso de innovar, midiendo lo que hacía más que Eurípides, que seguramente estaba más tocado por sus demonios y andaba demasiado claramente por delante de su época. De seguro escandalizaba a muchos con eso de poner mujeres como personajes principales de sus tragedias, o con llevar la estructura del diálogo a su término lógico iniciado por Esquilo y Sófocles; o hacer de Hércules un matón de esquina, de Alcestes una heroína en forma y de Admeto un perfecto imbécil. Lo complicado de la innovación es que aunque como líder estés diez codos por encima del promedio de las gentes, éstos ni te comprenden ni te siguen. Los atenienses preferían a Sófocles, más potable y menos exigente con el espectador. Qué mala pata tener que competir con él. De las 92 Tragedias que escribió se conservan unas 18. En sus títulos corroboramos lo recurrente del tema femenino, casi obsesivo. Aparte de Medea y Alcestes, escribe Las Suplicantes, Hécuba, Andrómaca, Electra, Las Troyanas, la muy celebrada y representada Las Bacantes, Ifigenia en Áulide, Ifigenia en Táuride.   

Eurípides presenta notables diferencias con sus antecesores: Siente un afecto mayor por los hombres en su realidad real que por los Dioses y Héroes superhumanos que Esquilo adora, o por los seres ideales que Sófocles presenta y que en alguna medida desearía que fuéramos. En el conflicto entre el destino y los seres humanos, Eurípides toma decidido partido por los seres humanos, que en sus pasiones y sentimientos le merecen la conmiseración y solidaridad de la que en verdad carecen sus colegas. Probablemente por ello es que intenta mostrar los motivos y causas de las acciones humanas en actitud cercana a la de su contemporáneo Sócrates. Sus tragedias son de desarrollo intimista, sicológico y personal, incluso en ocasiones acercándose a la comedia, o más bien encontrándose con ella, como no puede sino pasarle al que trata de retratar las cosas como son. En la realidad real de los seres humanos se mezcla la gracia con la tragedia en dosis imprevisibles, tratar de separarlas es fútil, nos parece eso diferencia a Eurípides de los otros. La profundidad de sus caracteres femeninos dio escándalo, por más que fueran varones quienes representaban. Medea, por ejemplo, no es sólo un monstruo de celos, es una mujer abatida por el dolor y la miseria, que a pesar de toda su inteligencia y maquiavélico discurso sólo atina en volcarlo al odio y  la destrucción, como cualquier pobre mujer abandonada de nuestros días, que repodrida por la miseria y diciéndose Por todas partes me cercan las desdichas, administra insecticida a sus hijos antes de bebérselo ella misma: Yo, sola, sin patria, soy abandonada del hombre que me arrebató a mi extranjera tierra, sin madre, sin hermano, sin parientes que me den abrigo contra estos infortunios. Es probable que otros mejor enterados me digan que no, que Medea es malvada, una bruja asesina que se merecía lo peor. Que Medea se revuelca en su crueldad al castigar a Jasón en sus inocentes hijos es incuestionable: Todavía no te lamentes: aguarda la vejez. No hay ningún arrepentimiento liberador que nos licúe el asunto. Menos mal Eurípides escribe también sobre la dulce Alcestes, contraparte de la feroz Medea, pero no puede evitar presentarla como víctima de un Dios indiferente y de un marido idiota. Las mujeres eran víctimas objetivas del orden social, Aristófanes lo mostraría en clave cómica en Lisystrata, a pesar que por política ridiculiza a Eurípides llamándolo hijo de una verdulera. Que el escándalo no se detenía en el tema de género se demuestra en que Eurípides remece el orden social ateniense presentando en sus obras esclavos inteligentes, en lamisma época en que Aristóteles definía al ser humano como “animal racional” y por ende negaba a los esclavos tal condición, lo que demuestra que se puede ser inteligente y ciego a la vez.    

Para darnos una idea del poder de la Tragedia, un trozo pequeño del final de la Medea de Pier Paolo Pasolini: http://www.youtube.com/watch?v=yxdAztlGDUA

Una versión de Medea para leer la hallaremos en:


V
Colofón


Hay muchas adaptaciones modernas de la Tragedia Griega, aparecen con cierta recurrencia cosas sumamente interesantes, tales como La Orestíada, Medea, Antígona o Las Bacantes, trata de que no se te escapen. Como dije al principio, nada hay bajo el sol como la Tragedia Griega. Anda a verla o por lo menos trata de leerla. He dicho. 



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