martes, 26 de febrero de 2013

CRONICAS DE LECTURAS 16: LEER SOBRE LECTURA (I)


CRÓNICAS DE LECTURAS - 16
Leer sobre Lectura (I)

I

Crisis económica y Clases Particulares

En los años ´80 en el Perú se produjo un doble trauma de carácter catastrófico, aunque por lo general tendemos a solamente recordar sólo uno: Sendero Luminoso inició la Lucha Armada, y Alan García gobernó el Perú por primera vez. No me extenderé en una descripción sobre ambas calamidades, sus consecuencias son evidentes aún. Simplemente menciono un efecto que estos cataclismos produjeron en el devenir de mi existencia, y de hecho no fue un efecto tan trascendental. Pero en honor a la verdad debo decir que si me orienté a mirar a profundidad los fenómenos del aprendizaje y entre ellos los de la lectura, puedo decir que se lo debo a Abimael y a Alan Damián, en partes iguales. Nunca ha sido fácil ganarse la vida en el Perú, pero a fines de los ´80 y principios de los ´90 se había hecho extremadamente complicado. Para muchísimos esa etapa fue de cambios de ciento ochenta grados: Yo andaba en administración, finanzas e investigación de mercados; y de repente tuve que volverme a donde podía hallar trabajo, la educación. Diantres, educar siempre fue mi vocación, lo estudié, pero nunca esperé que tendría que usarlo para ganarme la vida. Sabía lo mal considerada que está la carrera, y aunque siempre fue mi vocación personal, era lo suficientemente sensato para saber que no sería por su ejercicio que armaría una situación económica razonable. Mi expertisse en el tema había empezado a los 15 años, que me metí de apóstol voluntario, y así antes de iniciar mi carrera ya había acumulado cinco años enseñando en colegio primario. Como la crisis económica en la que el Perú se debatía desde los ´70 parecía adoptar carácter permanente, las empresas en que trabajaba o eran privatizadas o quebraban (algunos maliciosos amigos especulaban que las quiebras tenían sospechoso vínculo conmigo), y ganarse la vida se volvía más peliagudo, en especial cuando estás criando hijos y tratas, como se dice, de “darles lo mejor”. Así que desempolvé papeles, y entré de lleno en la educación del modo en que se hacían más cobres: Por la libre, como free-lance. Que eso de tener jefes que te exploten era algo ya experimentado. Además gracias a Alan Damián todo el mundo era free-lance (que era decir desempleado, pero con caché), así que aproveché de una pequeña propiedad y le saqué partido residiendo y trabajando en ella.

Así que héme aquí de profesor y promotor de mi empresa Servicios Educativos Eiffel, que así le llamé con toda pompa. Recibía alumnos de escolar, preuniversitaria y universitaria, que la manera de ganar alumnos era ofrecer un servicio adecuado y efectivo. Y así me encontré a mí mismo haciendo Constructivismo sin siquiera tener una idea de la existencia del concepto, que aún no había llegado a estas latitudes. Y mi “constructivismo” avant-la-lettre empezaba por operar haciendo coaching individualizado y operando “por competencias”, términos que tampoco se usaban porque, como el chiste alemán, aún no habían llegado. En todo caso, o llegué a ciertas sistematizaciones de modo espontáneo, o simplemente estaba subido sin saberlo en la tendencia internacional, porque en esos mismos años se salía del modelo de la Tecnología Educativa y se hacía fuerte crítica de los modelos educativos tradicionales. Desde mi perspectiva la cosa era simple: Interrogaba a mis alumnos sobre su necesidad, sobre lo que visualizaban como problema y determinaba qué era necesario hacer. Y así tratábamos de resolver el problema. Tuve algunas experiencias muy interesantes: Recibía niñas pequeñas que necesitaban cercana tutoría durante el viaje al extranjero de los padres, jóvenes de primaria con problemas de “disciplina”, jóvenes secundarios que necesitaban aprobar sus cursos, preuniversitarios y universitarios que “no la agarraban”. Incluso jóvenes y adultos con requerimientos especiales, en los que no me explayaré, pero que estaban en lo que hoy llamamos inclusión educativa. Fueron así varios años en los que fui acumulando experiencias educativas de diversa índole, y en los que me hice bien conocido en mi barrio. Y aunque había enseñado siete años en colegio nacional, e incluso por nueve meses fui unidocente multigrado en la sierra, hay siempre algo nuevo en enseñar, pues que no trabajas con arcilla y piedras sino con mentes y corazones. Recuerdo una señorita de fuerte personalidad que llegó proclamando su odio por las Matemáticas, su absoluta falta de interés por ellas, y que me necesitaba para poder dejar de verlas por el resto de su vida, pues tenía que aprobar un examen sobre álgebra que incluía el Binomio de Newton. Debo haber trabajado muy bien con ella, porque al final dejó el Derecho y estudió Administración. De aquí extraje mucho de importante: El papel de la motivación, la necesidad de tener currículas abiertas y flexibles, lo importante que es lo individual - coaching, tutoría y tutorización -, lo esencial que es comprender las diferencias individuales, lo necesario de orientar y facilitar más que enseñar e imponer; y por sobre todo, cuán necesario se estaba haciendo enseñar a aprender más que paporretear.

II

De la Preceptiva al Constructivismo

Así que me encontré por muchos años en el rol del Preceptor, y tuve alumnos con los que trabajé desde el tercero de primaria hasta el segundo de Universidad. Eventualmente continúo en la Preceptiva, y soy caro porque aseguro resultados, en fin, nunca es de más hacerse un poco de propaganda. Fue a través de algunos de mis alumnos del Humboldt que llegó Sandra P. a mi oficina, a quien nunca agradeceré lo suficiente el haberme confiado el curso de Metodología del Estudio y la Investigación en la Escuela de Interpretación y Traducción de Lima (ESIT). Imagino que algo debió verme para planteármelo, pero tampoco vamos a hacernos los retrecheros, lo cierto es que se presentó la oportunidad y traté de plantear la cosa pedagógica que tenía en mente de la manera más coherente posible. Por primera vez tenía en las manos la posibilidad de investigar lo que era necesario para formar Traductores e Intérpretes. En realidad y sin saberlo, tras varios años de hacer coaching, me había vuelto constructivista, Y me computaba mismo revolucionario en la Educación, hasta que una colega me saludó años después como constructivista y ahí me enteré cómo era la cosa. Pero por entonces arranqué por lo obvio: Qué querían de mí mis empleadores, lo que me llevó a la malla curricular, los requerimientos de las dos carreras, los perfiles de ingreso y egreso, las características y rasgos de la Traducción y la Interpretación; y de ahí a las habilidades y capacidades que debía formar, y de ahí a los contenidos de mi curso. Todo estaba en mi Syllabus, que empecé a entender también como un Manual: el curso se desarrolla en dos niveles paralelos, uno teórico y otro práctico, tendiendo a establecer una praxis constante, que entendemos como base del proceso del aprendizaje.  Ya estaba, por ende, centrando la cosa no en la Enseñanza, sino en el Aprendizaje. Y eso fue lo único verdaderamente revolucionario que hice, y que mis colegas imitaron por la razón más sencilla del mundo, porque funcionaba. Por esa razón mi curso siempre resistió la tentativa de reducirlo a tres horas semanales, y tuvo cuatro horas semanales en dos bloques de dos horas durante diecisiete semanas.

El debate que años después presenciaría en el Ministerio de Educación y otros lugares entre Objetivos y Competencias siempre me pareció estéril. De hecho yo no me hacía problemas y planteaba Objetivos para la parte Teórica (Un concepto claro de la Metodología y su importancia; el aprendizaje de las bases del conocimiento científico; y la comprensión de las técnicas básicas de la Investigación Bibliográfica y de Campo), y Competencias para la Práctica (Comprensión de lectura y elaboración de resúmenes - captación y transmisión de contenidos; Aprendizaje de las modalidades y técnicas de Toma de Apuntes, lectura y fichaje, dirigidos a la autoeducación y autoformación; y Elaboración de Trabajos de Investigación, incluyendo Investigación Bibliográfica y de Campo). Porque después de todo mi Objetivo General era que al final del curso el participante debe hallarse habilitado para tomar en sus propias manos el proceso de aprendizaje, de manera que esté en condiciones de aplicar las habilidades adquiridas en todos los aspectos de su vida intelectual, entre ellos los cursos que llevará en su Institución u otros lugares, así como a su vida profesional. (…) el participante debe hallarse mejor capacitado emocional e intelectualmente para enfrentar las dificultades que ofrece el aprendizaje, y obtener resultados positivos prácticos pero con base firme en el rigor de los esquemas del método científico. Y dado que pensaba en términos de Praxis, pues podía aplicar la teoría en la práctica y hacer que mis alumnos leyeran, tomaran apuntes, ficharan e hicieran investigación bibliográfica y de campo precisamente sobre los temas teóricos. No es difícil si tienes clara la diferencia entre problemas sustantivos y problemas técnicos. Aquí me sirvió muchísimo la expertisse alcanzada como Investigador de Mercados. Y la verdad es que nunca abrigué la más mínima duda que mis alumnos aprenderían. Y por ello algunos otros aspectos cayeron, llamémoslo así, de cajón, aunque no con la misma claridad todo el tiempo, temas como la importancia de la metacognición y la evaluación por competencias. Lo cierto es que, tal como preconizaba yo mismo, la Práctica me aclaraba la Teoría y yo asumía cualquier cambio en mi syllabus como hipótesis a demostrar.

III

El Aprendizaje de las Competencias Lectoras

Una de las cosas que necesaria y obligadamente tiene que hacer un Traductor en su vida profesional, es leer. Leerá mañana, tarde y noche, lo hará en varios idiomas y registros, y sus ingresos y su forma de vida dependerán en mucha medida de la rapidez y eficiencia de sus procesos lectores. Me parecía de extrema importancia que el participante supiera qué hace cuando lee. Y ello significaba que yo, el profesor, debía saberlo a la perfección. Yo leía desde tiempos inmemoriales, con gran rapidez y entendiendo bien, es decir, era bastante práctico en esto de leer; pero carecía de la Teoría. Naturalmente me sorprendí al enterarme cómo, siendo yo mismo tan aficionado a leer, y consciente de que la mayor parte de mis conocimientos provenían de la lectura; ignorara tan absolutamente la teoría de la lectura. No había hecho mi tarea. El Curso de Metodología me dio el pretexto perfecto para hacerlo, y conforme iba aprendiendo iba aplicando directamente, con lo que mejoré drásticamente mi capacidad lectora, a la vez que el dominio teórico sobre ésta. Echarse a buscar los elementos teóricos de los procesos lectores no era fácil en aquellos días, los procesos no se veían claros y la comprensión lectora no era el problema acuciante que hoy en día se distingue. Busqué en Bibliotecas Públicas, y encontré muy poco sobre Lectura. Pero tanto va el cántaro a la fuente que al fin hallé casi todo lo que quise en una de las poquísimas Bibliotecas Privada-Públicas existentes, la de CEPAL (en aquel entonces solamente Centro Peruano de Audición y Lenguaje). Fue ahí que gracias a su amabilísima bibliotecaria pude leer y fichar los primeros textos que leí sobre Lectura y Comprensión Lectora; empezando con los de INIDE (Instituto Nacional de Investigación en Educación) que me proporcionaron algunas luces, en especial el Estudio de los niveles de comprensión de lectura en una muestra de docentes en servicio del Perú de 1977; que me dio a conocer el problema lector que pocos años después se evidenciaría, y así mismo cuán asociado estaba al problema de la didáctica. Otro INIDE fue Lenguaje: Linguística y Metodología, compilado por Ibico Rojas y Lilly García. Encontré asimismo al estudioso de la lectura en el Perú Danilo Sánchez Lihón, investigador y compilador cuyos trabajos me devoré. Recuerdo además a Olga Manyari Rey de Córdova, Los Niveles de Comprensión de Lectura en los alumnos de Primer Ciclo de Educación Superior, cuyos resultados yo trataba de extrapolar a mi experiencia, aunque no empleaba los mismos instrumentos en mi propia práctica docente. Quedé muy impresionado con un artículo de 1986, de la Revista de Psicología-PUCP, de Juana Pinzás García, cuya claridad y precisión me fueron muy útiles: Del símbolo al significado-El caso de la comprensión de lectura. Posteriormente leí su Leer pensando – Introducción a la visión contemporánea de la lectura (2001). También devoré grandes cantidades de lectura sobre los procesos cerebrales, en particular la dislexia (Albert Galaburda), las técnicas de redacción (College Reading and Study skills, de Katherine McCormack), y las técnicas remediales de Comprensión Lectora, donde hallé los inapreciables trabajos de Mabel Condemarín y toda la tribu chilena. También fue la primera vez que me crucé con Lev Vygotsky, cuyo Pensamiento y lenguaje me ha acompañado desde entonces. Hubo más, claro, pero estos son los que recuerdo particularmente de manera especial y que me dieron a conocer lo que buscaba.

En todo esto yo estaba llevado del concepto metacognitivo de que si sabes qué estás haciendo pues entiendes mejor y llegas a su dominio (mastering phase). Por supuesto todos nosotros lo sabemos, pero no lo tenemos demasiado presente todo el tiempo. El aprendizaje es una cosa compleja en sí misma, y los procesos metacognitivos son importantes cuando sobrepasamos determinado nivel. Para Traductores e intérpretes me parecían absolutamente esenciales, pero la Comprensión Lectora no es un Fin en Sí mismo. Se trabaja para ser utilizada en los procesos de Traducción e Interpretación, y por ello me parece importante darle al asunto desde el primer momento: La Comprensión de Lectura es un proceso conformado por operaciones de predicción sucesivas y concéntricas: Microoperaciones a nivel de palabras, oraciones y párrafos; y Macrooperaciones a nivel de conjuntos de párrafos, capítulos, grupos de capítulos, libros y conjuntos de libros. El paso de las Microoperaciones a las Macrooperaciones implica un salto en el nivel de los procesos mentales vinculados, pues en definitiva relacionar conjuntos de textos implica el uso de habilidades muy superiores a relacionar oraciones. Estas operaciones requieren del ejercicio de procesos mentales que hallamos en cualquier Taxonomía de habilidades más o menos coherente. Y basado en ello planifiqué y ejecuté diversas formas de tortura intelectual con mis alumnos, que sin excepción me odiaban cuando tenían que hacer sus tareas de una semana a otra. Las Tareas consistían en el resumen de textos complejos, en el que cada párrafo debía reducirse a una ficha siguiendo un conjunto de microoperaciones detalladas. Reconozco que los textos cuyo resumen solicitaba por fichas y marcando el paso eran grandes y malosamente elegidos: El Discurso del Método de René Descartes;  Los Sonámbulos de Arthur Koestler; El Crepúsculo de los Ídolos de Federico Nietszche; Sobre la Inducción, de Bertrand Russell; Sobre el método deductivo de Alfred Tarski;, Los límites de la comprensión científica del hombre de Gunther Stent. Creo a estas alturas que era excesivo ponerles estos textos a mis alumnos de entonces, pollitos recién salidos de la Secundaria. Y sin embargo, no me arrepiento para nada, y lo justifico por razón de la evaluación del curso. Por supuesto, el Curso de Metodología del Estudio y la Investigación se evaluaba entonces, como ahora, empleando el increíblemente vetusto sistema vigesimal. A estas alturas me parece increíble que las Universidades sigan empleando este sistema. Pero para mi sorpresa, cuando dicté mi Curso las primeras veces no generaba desaprobados, y más bien las notas eran altas, aunque el Curso era considerado el más difícil de todos los de Primer Ciclo. La razón era sencilla: La valla era alta pero no impasable. Y si mis alumnos la conseguían pasar a punta de esfuerzo no había ninguna razón para no ponerles … 20. Vale decir, en la práctica solamente habían dos notas: 0 y 20. Es decir, o tienes la Competencia, o no la tienes. Punto. Al término del proceso de enseñanza / aprendizaje, no pueden haber Competencias a medias: o sabes manejar el carro o no sabes manejarlo; o sabes nadar o te ahogas. Es una cuestión de manejar adecuadamente capacidades, habilidades y conceptos. Y actitudes, claro está. Porque hay una manera de desaprobar el Curso, y así se lo decía a mis alumnos: Si no quieres.       

IV

Más Libros sobre Lectura

Posteriormente y en base a los años que me pasé dictando el Curso de Metodología del Estudio y la Investigación, más otros cursitos como Realidad Peruana y Latinoamericana; Realidad Mundial Contemporánea; Ciencia y Tecnología; Lógica Matemática; Introducción a la Economía; Organización y Administración de Empresas de Servicios, Seminarios de Tesis y otros más de la misma calaña, en ESIT y en otras partes; me percaté de las profundas falencias de la Educación Superior y Universitaria. No las indicaré de nuevo, ya algo al respecto he hecho en otras de estas Crónicas de Lecturas. Pero por alguna razón el Curso de Metodología del Estudio y la Investigación es uno de los engreídos de mi corazón, y como ya dije me obligó a aprender mucho, muchísimo más sobre lectura. Y es que cuando te subes a un carro ya es difícil bajarse. Y así entonces mis intereses sobre la Comprensión Lectora se abrían en diversas direcciones, empatando particularmente con el tema de las neurociencias, y así entonces libros como la Introducción a la Neuropsicología de  Arthur Benton, y Cerebro y Lenguaje, de Archibaldo Donoso poseen algunos capítulos dedicados a explicar de modo profundo y más o menos sencillo sobre la neuropsicología de la lectura y escritura. Otros títulos interesantes son Léeme un Cuento: Desarrolle en sus niños el amor a la lectura; de Bernice Cullinan, Andar entre Libros, de Teresa Colomer; Leer, pensar, entender, de Ester Ruth Tuchsznaider; Aprender a leer, de G. Wells; Análisis psicolingüístico de la lectura y su aprendizaje, de Frank Smith; Modelos de Lectura, de Lucía Araya; el excelente y jocundo Lector in fabula, de Umberto Eco; Progress in Understanding Reading: Scientific Foundations and New Frontiers, de Keith Stanovich, que en referencia a la estructura y funcionalidad de la capacidad racional, plantea el famoso “efecto Mateo” (El que más tiene, más recibe), aplicable entre otros muchos aspectos a la Comprensión Lectora. Naturalmente no he leído todo lo que me gustaría leer sobre lectura. Ojalá me dé el tiempo y la vida para, sobre todo, tener la oportunidad de aplicar lo leído en algún momento.

Hay otros libros que sin tratar directamente sobre Lectura o Comprensión lectora se refieren a éstas en diferentes contextos. Uno de los que más me gustaron lo leí con ocasión precisamente de la planificación del Curso de Metodología y no dudo en recomendarlo con todo entusiasmo: Cómo se hace una Tesis de Umberto Eco debería ser el libro de cabecera de todos los que están haciendo trabajos de investigación. A diferencia de muchos otros cuenta con una suerte de frescura que le quita solemnidad y pone las cosas en su lugar. Y finalmente, vale la pena mencionar que mi tiempo a cargo de este Curso de Metodología del Estudio y la Investigación – así como todos los demás cursos que dicté durante mi permanencia en ESIT - coincidió con un acontecimiento de enorme importancia que estaba ocurriendo paralelamente por entonces: El origen e introducción de Internet en nuestro país, que según parece se produjo durante toda la década de los ´90, o por lo menos fue por entonces que yo lo noté. Tuve la buena suerte de aprender mucho sobre lectura y comprensión lectora a través de la cuenta de Internet (Red Científica Peruana) que ESIT tenía. Claro, la velocidad de conexión era muy baja, y la información se demoraba un siglo en cargar, por comparación con la actualidad. Pero era rapidísimo en relación con la búsqueda en Biblioteca. Y me parecía absolutamente extraordinario poder utilizar un exótico motor de búsqueda, escribir “lectura” y encontrarme con montones y montones de páginas con información relevante al respecto. Claro, el revolucionario Google no existía aún, los motores que empleábamos eran básicamente Altavista, el excelente Lycos, Excite, WebCrawler y otros, pero para lo que necesitábamos entonces era más que suficiente.  Y en realidad, reflexionando un poco, siempre fue más que suficiente, ahora tenemos mucho más de lo que necesitamos, a no ser que afinemos la búsqueda.     

  
V

Colofón

Mucho de lo que aprendí en los años que estuve en ESIT me fue de extraordinaria utilidad posteriormente, cuando dediqué tiempo y energías a capacitar Maestros secundarios de la educación pública. Lo cierto es que cuando se lee, nada se pierde y todo encuentra utilidad y aplicación. Por ello me ratifico en que uno debe Leer lo que quiera, como quiera y cuando quiera.  

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