miércoles, 8 de mayo de 2013

CRÓNICAS DE LECTURAS 34 - Historias en mi Tierra


CRÓNICAS DE LECTURAS – 34
Historias en mi Tierra

I
Exotismo, Distanciamiento, Estereotipos

Que los peruanos escriban sobre el Perú no es nada extraordinario, ni que los franceses escriban sobre Francia y los nigerianos sobre Nigeria. La razón más obvia es que la vida ocurre en alguna parte, que quieras o no está presente en lo que hagas. Así ambientes tu ficción en el Calicut del siglo XVII o en la órbita de alguna estrella errante en el medio del Brazo Estelar de Eridanus, tu casa está presente. Además de las cuestiones prácticas involucradas: Los que te leen casi siempre son de tu barrio, la economía de una historia o estudio académico exige que no cuentes todo, que te guardes algo. Si tu historia se ambienta en la plaza Unión, o en el ómnibus que va a Canta, es probable que tus lectores tengan más referentes que si empezaras diciendo “caminaba de la mano de Lakmé por las riberas del Brahmaputra” o “la nave soslayaba la  materia oscura entre Procyón y el Saco de Carbón”. Claro, si eres del valle del Brahmaputra o de Procyón, ahí sí. Por otra parte hay un tema crematístico, porque si vendes tus libros o esperas hacerlo, tratas que te lo compren, y una manera es tener referentes con los que tus potenciales lectores te identifiquen. Y así el ubicar tu historia en parte que no sea la tuya de ti es raro, especial, curioso. Puedes tener buenas razones para hacerlo, como por ejemplo que quieres “exotismo”, o de repente quieres “distanciamiento” (Verfremdungseffekt, es decir efecto de extrañeza, o, claro, distanciamiento) y por ejemplo eso hacía Bertolt Brecht al ubicarte una obra en la provincia china de Szezhuan. En el cine un equivalente aproximado es el concepto del soviético Dziga Vertov de Kino-Pravda, o Cine-Verdad, y en ambos casos tratas de evitar la catarsis, de sacarte del sueño, de meterte en la fantasía, no te olvides que estás en la realidad. Es decir, lo contrario de lo que propone Hollywood y el 99 % de los cineastas, literatos y demás creadores de fantasías que son en el mundo.

Para aclarar la vaina: Trato de hablar de autores que nada tengan con nuestro país, pero que lo empleen para ambientar su obra, que no se dirijan al público peruano, y traten que su lector descentre su atención de lo evidente, para exotizarlo, extrañarlo, distanciarlo, re-enfocarlo. Así elimino de plano a todos los autores peruanos sin excepción; incluyendo las Crónicas sobre el Perú escritas por los españoles durante la Conquista y el Virreinato; a todos los viajeros escritores que han escrito como tales, etcétera. Lo esencial aquí es saber qué no entra. Porque tratar de decirlo por la positiva no me funca tanto, fuera del Distanciamiento y el Exotismo. Si hay algo más por ahí no lo sé tanto. Acotar un tema puede ser complicado como el diablo, y eso que se supone que se los enseño a mis alumnos de Lógica, Filosofía, Metodología del Estudio y la Investigación y demás yerbas. Tratemos otra formulación positiva: Imaginemos historias ambientadas acá en la sociedad y geografía del Perú; que por ese contexto exótico o distante le dé a los sucesos contados un sabor particular, exótico o distante, irresistible para los lectores extranjeros de Extranjia (Un país inmenso que abarca a todos los que no son el Perú). Los autores de estas narrativas o bien conocen el país de primera mano porque han estado aquí, o no lo conocen y lo que saben es de segunda mano, o como turistas que no lo manyan. Todo es relativo. Cuando un peruano lee a quien no lo es ambientando su historia acá, es inevitable que compare la historia y los datos y sonría con suficiencia si el autor la embarra o se escandalice si miente. Algo de ésto veremos en las obras que he escogido para esta Crónica.

II
Julio Verne: Martín Paz y el Exotismo

Yo tenía un danés de vecino. No tengo nada ni contra los vecinos ni contra los daneses.Vecinos he tenido siempre, y en cuanto a daneses, mi hija por su madre es nieta de daneses. Mi vecino el danés era buena persona, de los que ponen su saber al servicio de los pobres, en vez de usar de su saber para poner a los pobres a su servicio, como por cierto también los nacionales hacen. Él y su flamante esposa ocupaban el departamento arriba del mío, y compartíamos la cuenta de la luz. Sé que hay personas decentes y sinvergüenzas en todo grupo humano, sin diferencias perceptibles en color o diseño, y creer lo contrario suele indicar estereotipia, ignorancia o estupidez. Mi vecino danés vivía en la ciudad, votaba, sacaba su basura a la hora, hacía lo que hace un ciudadano consciente y mejor que muchos. Derecho a pitear tenía, como cualquiera de nosotros. Pero no me gustaba oírlo, aunque sus comentarios los podría haber firmado yo. Me daba PICA que viniera un extranjero del Autosuficiente Reino de Extranjia a decirnos qué mal estamos, me cargan los patriotas en patria ajena descritos por Ricardo Palma, así que un día que el vikingo fregaba más que de costumbre, y que yo estaba particularmente sensible, parafraseé y modernicé a Palma, y como soy picón dije: Vecino, tienes razón. Todo acá es malo, malísimo, pésimo, peor no puede ser … pero en el Perú hay algo buenísimo, magnífico e insuperable: Un excelente aeropuerto internacional de primera clase con vuelos de salida hacia todas partes, para que se vayan todos a los que no les guste … Aunque no soy patriotero y creo en la hermandad de la raza humana, canto con entusiasmo la Internacional y me computo humanista de alto vuelo y ciudadano del mundo, me RE-VIEN-TA que Julio Verne escribiera una novela ambientada en la Lima de primeros años de la república, que aunque fallara en puntos evidentes, a la vez pintaba un escenario social y político horroroso, pero completamente acertado: El amor contrariado por barreras sociales e insoportablemente romántico entre un indio y una española, en el contexto de una sangrienta rebelión indígena en trance de estallar en la Fiesta de Amancaes. Había españoles blancos con algo de poder, un sector mestizo y otro judío usurero emergente – Verne era antisemita y racista social, como toda su sociedad  - capaz de cualquier cosa por plata. Me saca pica y recontrapica que Julio Verne la tuviera tan clara, mientras que muchos políticos e intelectuales nieguen la realidad tan brutamente. Que en Extranjia nos conozcan por nuestra desigualdad e injusticia social me joroba, en especial cuando vienen a decirnos qué hacer al respecto. Me da ganas de repetir lo que le dije al danés, y a la vez ganas de hacer la revolución social, yo solito y sobre la marcha. ´Tá qué vaina.

Julio Verne debe haberse leído las Peregrinaciones de una paria de Flora Tristán, y se documentó con relatos de viajeros franceses. Veamos una descripción calcada de estos relatos: A los pies de los espectadores extendíase la antigua Ciudad de los Reyes, cuyas torres y campanarios llenos de sonoras campanas, elevábanse osadamente hacia el cielo. San Pedro, San Agustín y la catedral atraían las miradas hacia sus torres, que brillaban heridas por los rayos del sol. Santo Domingo, la rica iglesia cuya Virgen no lleva jamás dos días seguidos el mismo manto, levantaba más que sus vecinas la flecha elegante de su campanario. A la derecha, el océano Pacífico hacía ondular sus extensas llanuras azules al soplo de la brisa, y la vista, volviendo del Callao a Lima, deleitábase en la contemplación de todos aquellos monumentos funerarios que contenían los restos de la gran dinastía de los Incas. En la lejanía el gran cabo Morro-Solar encerraba como en un cuadro los esplendores de aquel espectáculo. En la descripción se ven los prejuicios literarios y sociales de la época, así como un huachafo romanticismo: - Señor ladrón, ¿por qué no roba usted los diamantes que están sobre esa mesa? (…) – Señor, si repite usted semejante insulto, me daré muerte a sus pies. Verne creía con su época que algunas razas degeneraban y otras se agostaban, requeridas de ser reconstituidas con migrantes blancos, en particular los robustos y muy civilizados trabajadores franceses. Así vemos en el diálogo entre el español Marqués de Vegal con el Indio Martín Paz: Ya ves cómo vuestros intereses desaparecen en medio de las revoluciones perpetuas de las que es teatro el Perú: revoluciones que perderán al mismo tiempo a los Indios y a los españoles, en beneficio de los mestizos. (…) Lo digo con dolor, pero a (…) los españoles, hijos degenerados de una raza poderosa, nos falta la energía necesaria para levantar un Estado, y, por consiguiente a vosotros os toca triunfar de este desdichado americanismo que tiende a rechazar a los colonos extranjeros (…) sólo una inmigración europea puede salvar el antiguo imperio peruano (…) debéis tender francamente la mano a los hombres trabajadores del Viejo Mundo. Qué bueno que esta exótica novela no tenga película. Tras ver El Puente de San Luis Rey, con buen guión y excelente Dirección y actores como la imbatible Kathy Bates, no quiero pensar como se vería el Perú en un Martín Paz de película. No es lo mejor de Verne, le sirvió para agarrar oficio, y ya es bastante. Su interés está más en presentar los prejuicios de la época que en su calidad o profundidad literaria, lejana de sus Viajes Extraordinarios. A los peruanos nos saca de cuadro, eso le da interés pero con errores: En la primera línea Verne mete una geográfica e inconmensurable pata impensable en otras novelas: El dorado disco del sol habíase ocultado tras los elevados picos de las cordilleras …, cuando sabemos que en Lima el Sol se pone en el mar. Martín Paz combate y mata un tiburón en la ría del caudaloso río Rímac, que baña a una Lima fundada el 6 de enero de 1534. No son errores graves, pero dejan mal a quien se haría conocido por la exactitud. Y creo que es todo lo que vale la pena decir.

En todo caso, desde acá puedes bajar el libro y juzgar por tí mismo:
http://www.medellindigital.gov.co/Mediateca/repositorio%20de%20recursos/Verne,%20Julio/Verne_Julio-Martin%20%20Paz.pdf

III
Thornton Wilder: El Puente de San Luis Rey y el Distanciamiento


Thortorn Wilder escribe sobre tema manoseado, trivial y primario. Como no estoy acá para jugar a adivinanzas o hacerme el interesante, diré sencillamente que Thortorn Wilder debe ser el literato que mejor ha escrito sobre el Amor, e importa poquísimo desde qué lugar lo haga, pues lo hace desde el corazón, y eso basta y sobra. No lo haría mejor si viniera o lo ambientara en las montañas de Bulgaria o Uzbekia, o en los desiertos del Magueb o la costa del Pacífico, o en una isla perdida en el Atlántico o Índico. Importa poco de dónde venga el hombre, y dónde ambiente El Puente de San Luis Rey. Pero lo hizo. Y lo hizo en el sitio menos sospechoso de albergar al Amor: La Lima del Perú del siglo XVIII. Un Perú que sí se parece al de a de veras, ma non troppo; con sitios de problemática existencia, pero verosímiles como el limeñísimo Convento de Santa María Rosa de las Rosas, o el serrano balneario de Santa María de Cluxambuca. Puestos a encontrar faltas, el mesmísimo Puente de San Luis Rey. En la película Harvey Keitel hace el papel de su vida como el Tío Pío, así como Kathy Bates de Marquesa de Montemayor. Me imagino a los grandes actores haciendo cola y pidiendo sitio para actuarla: Murray Abraham, Robert De Niro, Gabriel Byrne, Geraldine Chaplin. Lo lograron, aunque la película termine por ser un facilista panfleto contra la Inquisición. En fin, todo no se puede, volvamos al libro y al autor, Thortorn Wilder, que no tiene más que un solo tema: El amor; y un solo estilo, el suyo; y un modo de contarlo, el humano. Convengamos que si una vez no es fácil, dos es extraordinario, y Wilder lo hace con su obra teatral Nuestro Pueblo, donde los temas gemelos del Amor y de la Muerte alcanzan inesperada plenitud. Escuchemos el diálogo: Emily.-  … ¿Nunca puede un ser humano darse cuenta de la vida mientras la vive, en cada ... en cada minuto? Director de Escena.- No. (Pausa) Tal vez los santos y los poetas … un poco. Considerando que Emily está muerta y que el Director de Escena no actúa, eso que decíamos del Distanciamiento, la Extrañeza y el Re-enfoque pueden ser pertinentes: Sí, algo circula atrás de los aburridísimos hechos de la vida ordinaria (como los de Nuestro Pueblo), tanto como de los extraordinarios (la caída del Puente de San Luis Rey, donde mueren cinco personas). Algo hay ahí flotando que le presta sentido al todo:   … casi nadie, a no ser yo, recuerda a Esteban y a Pepita. Sólo Camila recuerda a su Tío Pío y a su hijo; esta mujer, a su madre. Pero pronto moriremos y con nosotras todo el recuerdo de aquellos cinco que dejaron la tierra, y a nosotras mismas nos amarán un poco de tiempo y nos olvidarán. Mas el amor habrá bastado (…). Ni siquiera el recuerdo es necesario para el amor. Hay una tierra de los vivos y una tierra de los muertos, y el puente que las une es el amor, lo único que sobrevive, lo único que tiene sentido.

El puente de San Luis Rey, segunda novela de Thorton Wilder, valió un Pulitzer: No es la caída de un Puente, son cinco historias entrelazadas de cinco personas. Se busca el sentido del suceso: Fray Junípero reúne información sobre esas vidas para ver si hay algo más que azar en lo que los llevó al Puente justo cuando decide poner fin a su resistencia, si Dios intervino en el hecho. Aunque la lectura nos arrastre como el Puente a sus viandantes, hago el casi doloroso esfuerzo de saborear cada frase y a veces cada palabra que Wilder elige: … hay ocasiones en que se requiere un valor extraordinario para decir trivialidades (…) Todos hacemos lo que podemos, Esteban. Al fin y al cabo, no se nos pide otra cosa que seguir tirando. Y, después de todo, no es por mucho tiempo, ¿sabes? El tiempo pasa más de prisa de lo que parece. Los viajeros saben de lo doloroso y extremo del abandono, el desamor, de la fundamental soledad sin fantasías ni pretextos ni consuelos. Cuando el Puente cae todos vivían una esperanza que se frustró, pues los muertos no llegan a destino. Los personajes: la Marquesa de Montemayor, Pepita, Esteban, el Tío Pío y el pequeño Jaime, todos hablan pero tenemos la opción de no creerles. Todo se siente real en el extraño sentido de que el lector sólo puede querer que lo contado sea real, tan intenso como se cuenta en especial para los sobrevivientes de la caída del Puente, que nos incluye a nosotros que vivimos en la Lima del Perú. Wilder eligió Lima como escogió Grover ´s Corners en New Hampshire como Nuestro Pueblo, pues los sobrevivientes de todas partes tratamos de encontrar sentido en lo que no lo tiene: Madre María del Pilar (uno de esos seres que han consentido en la anulación de su vida, por haberse enamorado de una idea varios siglos antes del momento fijado para su orto (…) conferir una cierta dignidad a la mujer); el capitán Alvarado (¡Qué falso, qué irreal! Exclamó (…) ¡Felices los ahogados, Esteban!); el propio Fray Junípero, quemado por hereje en la Plaza Mayor de Lima junto con su libro sobre el Puente de San Luis Rey  - no podemos decir que les sobreviviera (… dispuesto estaba (…) a sacrificar su vida por la pureza de la Iglesia, pero habría deseado oír una voz que atestiguara por él que su intención, cuando menos, había sido a favor de la fe); y sobre todo la personaje principal, tan bien conocida de los peruanos y presunta responsable de que Wilder se enamorara de estos parajes: la rayada y descocadísima Micaela Villegas, la mismísima Camila Perrichola, la que perdió padre e hijo en el Puente: ¡Madre, madre!, ¿qué debo hacer? Estoy sola, sola … No tengo nada en el mundo. (…) ¿Qué debo hacer, Madre?

El libro puede descargarse desde: http://www.libroos.es/libros-de-narrativa/varios/34171-wilder-thornton-el-puente-de-san-luis-rey-doc.html

Trato de hablar del Amor, pero me quedo corto. No sé en verdad qué es, trato de hallarlo presente en mi presente, que mi pasado ya fue, y mi futuro es cada vez más corto. Haber leído y releído El Puente de San Luis Rey, como ver ciertas películas, tratar con ciertas personas, vivir la experiencia de la soledad como el Tío Pío, que ha vivido y no se la cuentan; me lleva a salirme de la impersonalidad del pretencioso escribidor sobre libros; y me empodero en el texto, y digo que el amor es una suerte de dolencia cruel, que los escogidos tienen que pasar al final de su juventud y de la que salen pálidos y estrujados, pero prontos para el negocio de vivir (…) (existe) un amplio repertorio de errores misericordiosamente imposibles a los seres humanos que lograran recobrarse de aquella enfermedad. Por desgracia, aún les quedaban un sinfín de flaquezas, pero cuando menos (…) (conservan) una cierta gentileza (…) y jamás se les ocurriría considerar ningún ser humano, fuera príncipe o lacayo, como un simple objeto (…). Detesto percatarme de haber vivido la tal enfermedad y participar de una pavorosa aristocracia, pues aquellos que no tenían capacidad alguna para el amor (…) no podía decirse que estuvieran vivos (…). Eran (…) una especie de población flotante, que llenaban el mundo con  sus risas y lágrimas y parlerías sin sentido, acabando por desvanecerse … . Pero el amor siempre es más que nosotros, siempre reventará nuestros límites porque en el amor, nuestros mismos errores no parecen capaces de perdurar largo tiempo. Y ahí te dejo, Camila.  

IV
Otros más, menos importantes, no puedo no contarlos

Seguramente no agotaré el tema de las menciones de ambientes literarios peruanos. Pero ya dí mis dos ejemplos importantes, el Exótico de Martín Paz y el Distanciado de El Puente de San Luis Rey. No sé si es importante mencionar a Pedro Calderón de la Barca y su pieza La aurora en Copacabana, ficción del origen del culto a la imagen de la Virgen de Copacabana, donde sobre la base del Inca Garcilaso de la Vega, de Ramos Gavilán y de Alonso de Ercilla, se hace teatro presentando en escena a Guáscar y Atahualpa, a Almagro y Pizarro. Calderón se permite cambiar la Historia y por ello merece un lugarcito en esta recopilación, junto con Tirso de Molina y Luis Vélez de Guevara, que en apariencia fueron contratados por los herederos del Marqués Gobernador para mejorar la imagen familiar dañada por la Rebelión de Gonzalo Pizarro y las habladurías de la época, y elaboraron sus piezas teatrales ambientadas en el Perú, pero no las  conozco. Espero un alma compasiva que me haga llegar alguna de estas obras. Miguel de Cervantes menciona de pasada en sus Novelas Ejemplares alguno de sus personajes que se ha enriquecido en el Perú. Saltamos al Siglo de las Luces, y François Marie Arouet (a) Voltaire lleva a Cándido, protagonista de la obra de ese nombre, a la patria original de los Incas, la región de El Dorado de la que los Incas nunca debieron salir. Esta patria original de los Incas es el único lugar del mundo donde todo es perfecto, y la intención volteriana es irónica a más no poder. Otras insólitas menciones al Perú en la literatura universal: Somos vampiros en un caso resuelto por el Sherlock Holmes de Arthur Conan Doyle, el Perú es sinónimo de exotismo. En la novela Resurrección, León Tolstoi critica a los presumidos peruanos de París que ni siquiera hablan bien el francés, lo que me trae al recuerdo menciones al provincialismo peruano en el París en el siglo XIX, contado por Ventura García Calderón. En Moby Dick, Herman Melville menciona la tristísima atmósfera de Lima, interesante pues Melville conocía la costa peruana. Thomas Mann coloca unos pacientes peruanos fallecidos de frío en el sanatorio de La montaña mágica. Pareciera que cuando del Perú se trata los autores se movieran siempre entre el exotismo, la crítica social, el estereotipo o el distanciamiento.

Benito Pérez Galdós hace una excepción en el episodio Dos de Mayo de sus Episodios Nacionales, es curioso leer cómo se percibió desde el otro lado la Guerra con España, que termina en la epopeya del Dos de Mayo de 1866. George Bernard Shaw se ubica de nuevo entre el exotismo y la crítica en las muy laterales observaciones sobre el Inca de Perusalem, personaje ficticio que reúne rasgos de dictador y tirano. Esta asociación es sumamente desagradable para nosotros, pero por desgracia consistente con la mirada que los viajeros europeos más observadores y perspicaces hacen, entre los que contamos a Charles Darwin, que narra algo de Lima y el Callao en su Viaje de un Naturalista alrededor del Mundo. Emilio Salgari hace pocas alusiones a los Incas y los tesoros ocultos o los eldorados, pero la selva del Perú que describe se parece más a la selva malaya de Sandokán. Julio Verne menciona un matrimonio peruano embarcado en el Great Eastern, que pasa el charco en Una Ciudad Flotante, peruanos que se casaron en el Perú, se adoraron en Francia, se aburrieron en Inglaterra y se divorciarán en América. Federico García Lorca dedica un poema a Carmela, la peruana: Oh Perú de metal y melancolía. No debería mencionar aquí a Marcos Aguinis, pues su conocimiento del Perú es muy bueno, y no cae ni en el exotismo ni en el estereotipo fácil, así que al mencionarlo no lo menciono. En la Ciencia Ficción se menciona mucho al Perú, en especial en las ucronías, como las de la Patrulla del Tiempo de Poul Anderson: El Año del Rescate, referido al Inca Atahualpa y los españoles en Cajamarca. La novela Un caso de conciencia, de James Blish (Premio Hugo 1959), no tiene lugar en el Perú sino en otras partes de nuestro planeta, en particular Roma, y en el remoto planeta Litina; pero su protagonista, el padre Ruiz-Sánchez, es un jesuita  peruano. Este libro es ejemplo interesante de cómo se venden gato por pericote: La celebrada película Avatar es calcada de esta historia, incluyendo sus resonancias místicas, si bien volteada del cristianismo al new age, con argumento simplificado para hacerlo comprensible a las masas, pero la novela es mejor: El árbol de las comunicaciones de Litina es más interesante que el místico árbol de la vida de los habitantes de Pandora, los que son excesivamente mamíferos y antropomorfos para mi gusto. Pero qué le vamos a hacer. El consagrado Robert Silverberg conoce el Perú, aunque no sé en qué circunstancias, y está enamorado de la geografía de su costa, así como del pasado incaico, que emplea en sus ucronías. H.P. Lovecraft menciona que el Necronomicón solo tiene unas pocas copias en el mundo, una de ellas en la Universidad de Lima, en Perú. Podemos añadir, casi por útlimo que Las Cartas de la Ayahuasca, de William Burroughs con la colaboración de Allen Ginsberg tienen lugar en la selva del Perú. Asimismo, hay menciones a los magos peruanos en las obras de J.K. Rowling de la serie Harry Potter, uno de los principales equipos de Quidditch del Mundo es el Tarapoto Tree-Skimmers, y los Vipertooths son Dragones oriundos del Perú. 

La novelita de Ciencia Ficción Un Caso de Conciencia, de James Blish,  se puede bajar y leer desde acá:
http://www.bibliocomunidad.com/web/libros/Blish,%20James%20-%20Un%20Caso%20de%20Conciencia.pdf

V
Colofón

Nuestro lugar en el mundo no siempre es claro, aunque siempre esté allí. He tratado de mostrar al Perú exótico, distante o estereotipado de la literatura universal previa aún a la acumulación del todo en la licuadora de la globalización. Por supuesto falta. Pero creo que esta Crónica nos da una idea. Lee como quieras


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