miércoles, 14 de agosto de 2013

CRÓNICAS DE LECTURAS 49: LAS MIL Y UNA NOCHES (2)

CRÓNICAS DE LECTURAS – 49
Las Mil Noches y una Noche (2)

I
Las Visiones del Pasado

En pocas cosas como en Las Mil y Una Noches se puede distinguir mejor los resultados de la ambigüedad, la neblina y las mezclas, mezcolanzas y combinaciones que el tiempo opera sobre las obras literarias. En mi fuero de profesor de Historia distingo el pasado como una suerte de pantalla bidimensional, a despecho de las posibilidades que otorga la visión binocular propia de nosotros los primates. Pero la mente no ve igual que los ojos, no vemos el Pasado sino la Visión del Pasado, los sucesos difuminan sus contornos con el tiempo, se entremezclan en la distancia, para verlos bien necesitamos acortar la distancia, precisamente lo que no podemos hacer desde que el tiempo se nos da unidireccional y unidimensional, lo que significa que lo que ganamos en perspectiva lo perdemos en resolución y, como en los cuadros de Seurat, vemos verde lo que es azul y amarillo yuxtapuestos. Cuando miramos hacia el pasado entra así en acción una suerte de principio de indeterminación: Que un recuerdo se nos vuelva Historia implica que pierde ángulos y aristas, y hasta del rostro más querido nos quedará sólo la sensación de la mirada y quien sabe un arqueo de cejas. Renunciamos a la exactitud del pasado, porque para decir la historia no precisamos de exactitud, y así me quedo con lo que me quedo, a veces a punta de las razones aquellas que la razón no comprende. Y es así también con los pueblos, la literatura, las consejas, la múltiple personalidad colectiva. Imaginemos una Historia cualquiera, digamos la de As-Simbad, o la de Alí Babá, no nos interesa conservar de ellas la dirección del viento o la estructura social de Bagdad. Marineros y leñadores ha habido desde el principio del tiempo, la mayoría de ellos vivió vidas anodinas y vacías, o murieron “antes” y no quedó nada qué evocar de ellos. El rostro que evocamos lo evocamos “como queremos”. Tal vez para nosotros el rostro de los incontables leñadores y marineros sean los de Alí Babá y de As-Simbad.

Por eso entiendo a ese médico sirio Mardrus, que aunque escribe y publica en francés, piensa y siente las Mil y Una Noches en árabe y por eso siente que es pertinente – y algo fraudulento quizá, pero qué importa – “mejorar” las Historias de los manuscritos apelando a la tradición oral que escucha en los puertos, tabernas, calles y zocos de Oriente. Por eso entiendo al grande Richard Burton, genial viajero británico, cuya ruta vital me produce envidia (no soy el único, el autor de Ciencia Ficción Philip José Farmer lo convierte en un personaje principal de Mundo Río y sus secuelas) cuando declara con suficiencia haberlo visto y oído todo. Y por eso entiendo también al primero de todos, al diplomático Galland, que fue el que se trajo las Mil y Unas Noches a Occidente, empezando por Francia, allá en el Siglo XVIII. Y como la visión de las cosas hoy en día suele ser dependiente de la cultura de la pantalla en la que vivimos, es permitido hacernos imágenes, que se plasman en un ecran: La muy larga película Las Mil y Una Noches Árabes (Link:  https://www.youtube.com/watch?v=TAlYSO-iR_U ) de Steve Barron con un guión algo desmayado y “modernizado” de Peter Barnes, y la actuación de Alan Bates y Tcheky Karyo; tiene como aporte el mostrar la tensión del desequilibrio mental del monarca, y una Shahrasad quizá más parecida a una princesa del Medievo europeo, pero en fin. Hay, por otra parte, una obra fílmica muy personal dirigida y escrita por Pier Paolo Pasolini, Las Mil y Una Noches, que me gusta mucho más aun siendo mucho menos ambiciosa, y es que tal vez está más pegada a una lectura personal del universo cultural árabe, y la sensibilidad de Pasolini hace las cosas más fáciles: Su link es el siguiente: https://www.youtube.com/watch?v=BSeN3DO0heE. Suerte, y recuerda que ni este libro en su original ni las películas son para niños. Y que Alá te acompañe.

II
Más Historias de las Mil y Una Noches

Me había quedado cuadrado en las primeras cien Noches. Sigo: La triste y patética historia de Asís y Asisa (noches 104 a 120) se ha reproducido por fuera de las Mil y Una Noches incontables veces. Asisa no sería muy popular hoy día, pues representa el amor incondicional y no correspondido, pues el tal Asis es una bala perdida, y el eterno perdón que le acuerda Asisa no solamente no se lo merece, se merece todo lo malo que le pase. Hoy en día Asisa no recibiría felicitaciones, más bien se la acusaría de masoquista. Sin embargo esta es una historia de amor incondicional como hay pocas, de sacrificio y generosidad sin límites. Nos podemos consolar, menos mal, pensando que Asís terminará de eunuco, llorando la ausencia de Asisa como de aquello que a los varones nos hace sentir inmerecido orgullo. Siguen historias más reilonas, simples y relajadas, como para atemperar el patetismo de la historia de Asís y Asisa, cortas fábulas de animales e historias de ermitaños. Más amores contrariados por diversos motivos siguen en la historia de Alí-Ben-Bekkar y Schemsu-N-Nehar (noches 138 a 147) y la historia del Rey Kamaru - S – Semán y del rey Scharahmán (noches 148 a 176). Hay cierta gradación, por poco que se mire, en las Mil y Unas Noches, que nos hace saber que su canon original – si alguno tuviera – ha debido estar ordenado un poco al estilo de la antigua literatura de la India, en la que puede reconocérsele un antecedente. Nos preguntamos cómo habrá sido esta obra antes que sus divulgadores hayan metido mano en ella. En fin. Continúan las historias de amores contrariados por la separación o la pasión desenfrenada de los príncipes según esquemas clásicos, como la de Nam y Nima  (Noches 176 a 184), y Alá – D – Din Abu-Schamat (Noche 184 a 201). No confundir a este Aladino con el Aladino clásico de la lámpara, que ya llegará. Los nombres árabes merecen mención, todos tienen significados acordes a las historias que se cuentan, y por cierto ni más ni menos que en castellano, con la salvedad que nosotros nos hemos olvidado que Fortunato es afortunado o los significados de nombres como Diosdado, Félix o Adolfo. Alá – D – Din significa, por ejemplo, Excelsitud de la Fe.

A manera de puntuación entre historias de gran extensión podemos encontrar digresiones históricas, ya vimos antes que también fábulas o cuentos más o menos estereotipados, lo que obedecería a la intención del autor de indicar cómo Shahrasad le cambiaba los temas a Shahriar de acuerdo a sus cambios de humor, u obedeciendo a la lógica de la curación del alma. Tampoco es de olvidar que el telón de fondo de estas historias es la amenaza de muerte que pende sobre el cuello de Shahrasad al momento que se le acabe la inventiva, lo que nos da una idea de cómo la intriga se podía instalar en las Noches Árabes. Y así encontramos incluso referencias a la conquista de España (noches 202 y 203 – historia referente a algunas ciudades del Al-Andalus, que conquistó Tarik-ben-Siyad) y la reaparición del andariego Califa Harunu-R-Raschid en las noches 204 a 208 con historias de proverbial justicia y con las acostumbradas historias dentro de historias, que alejan el cuello de Shahrasad del alfanje del verdugo y que sirven a la hermosa cuentacuentos a modo de contra-transferencia espetada a Shahriar: Sólo moriré a tus manos si Alá así lo dispone. Este fondo de Fe fatalista está presente en historias como la de Abu-Mohammed –L – Kaslas y Ar-Raschid (noches 211 a 218), como en el convencimiento de que nada le está vedado al poder de Alá, incluso el cambio de sexo para que la esclava Sumurrud pueda ser rey en país exótico, un cambio de roles no muy sutil con el amado (Noches 218 a 229 – historia de Alí Schar con Sumurrud la esclava), que da pie a graciosos intercambios verbales, llenos de alusiones poéticas picarescas. Caprichos de mujeres en la historia de Budur, la hija del joyero (Noches 229 a 234) y la historia de las jóvenes de diferente color (Noches 234 a 238) parecen sentar derechos para las mujeres, aunque es fácil imaginar el entrecejo fruncido del misógino monarca, con lo que Shahrasad tórnase a las pecadoras mujeres de Mizr (Egipto), famosas por su promiscuidad y lascivia, como diciendo que después de todo las hay peores, como en la historia de Uardán el carnicero (noches 238 y 239), la de la Incontinencia en la mujer y el modo de curarla (Noches 239 y 240) y la más sutil y romántica de Anisu-L-Uchud (Noches 249 a 258).

III
La Poesía de los Árabes

Vale la pena detenernos unos segundos en la muchísima poesía suelta por las Mil y Una Noches. No parece sino que los árabes, así en general, buscaban el momento para intercalar versos en toda conversación cotidiana sobre cualquier tema, y tal momento era todo el tiempo, tanto en los palacios donde se producía la carrera de ratas de la cortesanía; como en las calles, zocos, plazas y hogares más humildes. Todo el mundo hace poesía, todo el mundo versifica, porque la lengua árabe parece prestarse particularmente a dicha posibilidad. Las poderosas raíces orales de la tradición poética fomentan la improvisación, quizá un tanto más que todas las demás poesías del mundo. Después de todo, lo que nos gusta de la poesía es que suene bonito. Aún traducida la poesía árabe posee un sonido particular, tal vez por los siglos que árabes y castellanos convivimos como hermanos enemigos: De unos ojos hirióme / la aguda flecha / y desde entonces tengo / yo el alma enferma / Yo no pensaba / que amor matar pudiera / con la mirada (Noche 140) o también Oró y su oración fue oída; / perdonó Alá al pecador/ y que su gracia le daba / claramente le mostró / al enviarle la muerte / según ella le pidió (Noche 886). Ocho siglos de convivencia de moros y cristianos no es moco de pavo, algo se contagiaron unos a otros, el romance español no salió del aire. Y que con la poesía se puede también contar historias, se ve en esta deliciosa historia de amor de dos niños en una de las escuelitas que en el mundo árabe impartían las primeras letras: véase la noche 544, la historia de los dos parvulillos enamorados, donde él escribe en una tablilla que le muestra a ella: ¿Qué dirías tú de quién peligro corre / de morir por la fuerza de su amor?; y ella – una esclavita - le responde escribiendo del mismo modo: Si a un amante verdadero / por su amor vemos sufrir /  forzoso es correspondamos / a sus ansias con un sí. Claro que aquí el maestro de escuela al revisar la tablilla mete la cuchara y escribe en la misma: A tu amante consuela y sus temores / disipa, pues lo ampara la locura / dile que nada tema del maestro / que antes que él pasó por su amargura. Por último, en este diálogo escrito se mete el amo de la esclavita, que al leer la dicha, saca la pluma y añade de su coleto: ¡Que Alá os perdone y os una / como vuestro amor merece! / Pero ¡hay que ver el maestro / qué grandísimo alcahuete!  

La poesía árabe es muy antigua, las antiguas mohalalas del santuario (moal-lakats), que menciona Jorge Luis Borges en sus cuentos son de origen preislámico, y se escribían en los tapices que rodeaban la Piedra Kaaba desde mucho antes que ésta se dedicara en exclusiva a Alá, el Clemente, el Misericordioso. Los árabes guardaron así la obra de sus grandes poetas del tiempo de la ignorancia (anterior al conocimiento de Alá que el Profeta Mahoma, Bendito sea su Nombre, llevó a los Verdaderos Creyentes). Los temas son clásicos: El amor en todas sus etapas, el ardor guerrero, la pasión que despierta el conocimiento y adoración del Dios Único, la separación nostálgica y la ausencia de la ciudad y la tierra natal, que en toda la poesía y en todos los poemas hay siempre un sutil, o no tanto, recordatorio del maktub, el famoso fatalismo árabe. También los estudiosos distinguen, en especial en la poesía miliunanochesca más elegante y elaborada, el poderoso influjo de otra raza de poetas, la de los persas, que no por nada tienen para poner en la cancha a Firdusi y Khayyam. No parece que en el árabe exista rima externa, y aunque hay pocas cosas en las que sea yo mismo tan lamentable y profundamente ignorante, según me parece – y puedo estar muy equivocado - toda rima en árabe es interior, es decir, depende más de la métrica y del ritmo que de la repetición de ciertos sonidos ubicados en ciertos sectores de la oración, como nuestra rima. El apogeo poético árabe corresponde al florecimiento de los califatos abasí y omeya, en los primeros siglos de la Hechra, en particular durante el reinado y gobierno de nuestro ya conocido Califa Harunu-R-Raschid.    

IV
Continúan las historias: As-Simbad y más

Hemos visto ya que las historias parecen tener un cierto sentido, que fácilmente se indistingue o cambia según los compiladores. Entre los grandes ciclos de cuentos referidos a temas y personajes determinados hay historias cortas, algunas muy notables, como la del prior del convento que se volvió musulmán (noches 265 y 266), que evidencia la potencia misionera y catequista del Islam en el entorno de religiones cruzadas del Creciente Fértil, en el cambio de nombre del prior del Convento de Diru-L-Anwar (Convento de las Luces) de Abdu-L-Mesij (Siervo del Mesías) a Abdu-L-Lah (Siervo de Alá). La historia de Tauaddud, la esclava (noches 269 a 280) parece ser un recordatorio a Shahriar que las mujeres pueden ser hermosas e inteligentes, y a la vez leales y sinceras. Un conjunto de cortas historias edificantes un poco al estilo del Talmud, de quien algo se inspira, puntúan esta parte antes de la historia de Chanischah (Noches 295 a 316) donde tras el realismo de las historias pasadas se equilibra la cosa con una fantasía desaforada de princesas-pájaro y más fauna fantástica relacionada con las historias de caballería, que será Introducción al ciclo de historias de As-Simbad, el Marino (noches 317 a 334), donde se compara el diferente sino de dos hombres que comparten el nombre As-Simbad, uno pobre cargador de puerto y el otro marino enriquecido. El cargador laméntase de su suerte de manera forzadamente ortodoxa, y por supuesto en verso: Oh, qué diferencia va / de mí a aquel que, dichoso, / se solaza entre delicias / y vive en completo ocio / (…) / ¿Por qué, si de barro Alá / sin distinción hizo a todos, / ha de haber diferencia / contraste tan asombroso / entre criatura y criatura / (…) / Pero, en fin, cierra tu boca; / póstrate ante Alá, piadoso / que Alá es justo y es sabio / y es equitativo en todo. El Marino le hace llamar y le pide recite de nuevo el verso (No te avergüences, hermano) y luego cuenta su historia y la de sus Siete Viajes, pues lo cierto es que antes de llegar a este lugar hube de pasar muchos trabajos y de verme en grandes aprietos, apuros y sobresaltos. Y aquí te lo dejo, lector, anda a las Mil y Una Noches y léelo, que las historias de Simbad que leímos de niños, y los filmes que se le han hecho no le hacen nada de justicia a la narración original.

Comntinúanse las historias inspiradas en el Talmud y la figura de Soleimán (Salomón) y los genios encerrados en botellas (noches 335 a 343), y de vuelta las historias que tratan de engaños y marrullerías de las mujeres (Noches 344 a 365), como para equilibrar lo anterior. No podemos menos que admirar el tira-y-afloja narrativo, el equilibrio que Shahrasad impone, porque, ¿quién mejor que la encantadora cuentacuentos para narrar las marrullerías femeninas y sacarles ortodoxa moraleja? La princesa, sin embargo, se mueve rápido, y antes de fomentar siquiera la sombra de una idea homicida en su misógino y real marido, lo deriva a los problemas familiares (historia de Chúder, el hijo del mercader Omar, y sus dos hermanos, Noches 365 a 380) y de vuelta a los cortos cuentos de amor romántico, algo al estilo de los del posterior Decamerón de Boccaccio, como para introducir la picaresca de Ahmedu-D-Danaf y Hasán Schumán con Dalila, la ladina y Seineb, la trapisondista, su hija (Noches 387 a 405). El problema que afronta Shahrasad es el de las moralejas y enseñanzas de sus historias,no siempre convenientes, y por eso de cuando en vez es bueno darse un baño fantasioso, en especial si se roza lo escandaloso y hay ropa tendida. Así, en las noches 406 a 421 (historia del casamiento del rey Bedr Basim Ben-Scharahmán con la hija del rey Samandal) y 422 a 437 (Historia del príncipe Sefu-L-Muluk y Bedîetu-Ch-Chemal) tienen lugar amores entre personas y seres marinos fantásticos al estilo de las sirenas occidentales, por supuesto enredados en historias de caballeros andantes. El estilo épico, siempre sugerido, a veces se hace cargo de la historia, como en el ciclo de Hasán, el joyero de Bazra (Noches 437 a 465), en el que confluyen, al decir de recopiladores y expertos, viejas tradiciones persas y sánscritas de cierta semejanza con los viajes de As-Simbad, aunque éste se circunscribe a la geografía real, y Hasán más bien a una de fábula, donde destacan las islas de Al-Uaku-L-UIak, que se dice serían al archipiélago japonés, donde viven las mujeres-cisne. Y en este punto: ¡Loado sea Alá, que posee el reino y la realeza y vive eternamente y perdura y no muere!    

V
Colofón

Como decía, estas Crónicas Miliunanochescas me dan un delicioso trabajo que hasta ahora no lamento para nada.Ya sabes, lee lo que quieras: Ya llega, ya viene … la Crónica que sigue.


Viene de Las Mil y Una Noches (1) en el link:

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