martes, 9 de marzo de 2010

ASPERGER: LA VENGANZA DE LOS NERDS


ASPERGER: LA VENGANZA DE LOS NERDS

Últimamente estoy muy interesado en este tema. Aunque descubierto a finales de la década de los 40, este “síndrome”, o “conjunto de síntomas” es hoy en día una preocupación más en el espectro psicológico y educativo.

Básicamente, el Síndrome de Asperger se parece a una formación de carácter autista, una suerte de Autismo de Alto Rendimiento con el que según parece se le suele confundir. Se caracteriza no por un retraso de las funciones cognitivas, que parecen ser normales o incluso superiores al de la media de la población, sino por una característica clásica del autismo, que es la de la apercepción de los estados anímicos procedentes del exterior. Para aclararlo, digamos que el Asperger es “ciego” a los estados de ánimo de otras personas. No consigue compartir el lenguaje no verbal dentro de los diversos ámbitos semióticos del hogar, la escuela y los diversos ambientes en que debe desenvolverse. Por ello los Asperger viven muy dentro de sí mismos, al modo autista, aunque hay diversos grados de prevalencia de este aislamiento, de los que el Asperger sería más o menos consciente, y que trata de quebrar.

Algunos Asperger rompen su aislamiento empleando su capacidad intelectual. En ello no se diferencian básicamente del resto de las personas, que emplean los talentos que poseen para insertarse en la trama de relaciones humanas. Sin embargo, hay consenso en la dificultad (me resisto a los términos incapacidad o discapacidad) de estas personas para poder vincularse afectivamente a un medio que no comprenden y que tampoco los comprende.

Algo que caracteriza a los Asperger es el caer fácilmente en otros estados de dificultad psicológica, como neurosis, depresión, esquizofrenia; que ocultan el primer diagnóstico. Son vistos como raros, excesivamente literales, pedantes en su empleo del lenguaje, algunos alcanzan un dominio lingüístico de diccionario, como clara compensación de sus dificultades para “hablar” dentro de ámbitos semióticos específicos de lenguajes propios característicos. Carecen de “armadura social”. Resultan con frecuencia ser víctimas del bullying o matonería escolar, y les cuesta aprender socialmente, debiendo crear sus propios esquemas de aprendizaje, a la vez que aprenden los contenidos académicos. Pero siempre a su modo, lo que hace que choquen con facilidad con los esquemas pedagógicos impuestos en el aula. Sus intereses son poco prácticos, aunque pueden alcanzar solvencia en la teoría, el análisis, la síntesis y otras operaciones mentales. Hacen buenos matemáticos, pero no buenos ingenieros, por poner un caso. Sus intereses son estrechos, en el aula se suelen apasionar por un aspecto específico: mapas, tablas estadísticas, números, etc., con exclusión de todo lo demás. Se les atribuye esta condición a Einstein, Newton y otros personajes, básicamente del mundo científico o filosófico. Pareciera que puede existir una identificación entre los popularmente llamados nerds con los Asperger y otros “desadaptados”.

Justamente su vida afectiva está signada en mayor o menor grado por la dificultad para comunicar estados emocionales. Les cuesta relacionarse, y cuando lo hacen, es posible que sea con otros nerds, sean o no semejantes a ellos. Escapan decididamente a la “normalidad”, sea ésta lo que sea. Muchos son hablantines, verbosos, elegantes en el sistema lingüístico, aunque no en el habla común. Suelen aprender a leer temprano, y mucho. Interrumpen con temas “que no vienen al caso”. Pueden “florear” con facilidad, pues no se vinculan afectivamente demasiado, al no poder “alcanzar” a otros. Alcanzan gran dominio temático, aunque específico a ciertos temas.

Se dice que el origen de esta condición es genético. Esto es producto de la observación del hecho que, para ellos, sería cierto el retorcido adagio “De padres ciegos, hijos cíclopes”. Cuando el padre es Asperger, es posible que el hijo también lo sea, de acuerdo a la lotería genética y al azar del medio ambiente. La Ciencia Cognitiva ha detectado diferencias en la formación cerebral de los Asperger, aparentemente en el sistema límbico (emociones) y del neocórtex prefrontal (volición). Nada es seguro aún, la condición está recientemente visualizada y evidenciada, en apariencia por la aparición repentina de muchos Asperger. Podría ser una moda como la del los Niños Índigo, o quizá parte del denodado esfuerzo de la Asociación Médica Americana para crear enfermedades a la mayor gloria de la ciencia médica y a la mayor ganancia de los laboratorios farmacéuticos (“Invente usted una enfermedad, y saldrá una medicina al mercado”).

Parecen, como decíamos, existir en gran número. Se dice que la incidencia en la población es relativamente baja, uno en mil señalan algunos estudios, pero eso ocurre en otras sociedades y no disponemos de cifras nacionales que no sean extrapolación. Pero parecen surgir por todos lados, como se puede notar tras una ligera pasada por la habitación de Miss Google. Es más, así como hay muchos que la ven como enfermedad, muchas personas que se auto-evidencian Asperger, entre ellos incluso psicólogos, psiquiatras y educadores, sostienen con vigor que el síndrome no puede considerarse enfermedad, sino una “condición personal”, más o menos análoga a poseer diversas inteligencias múltiples, por ejemplo. Se habla ya de Neurodiversidad, nueva subcultura que añadir a las existentes por pertenencia étnica, religiosa, política o social. Existen grupos que reivindican la Neurodiversidad hasta la militancia, con páginas web y grupos de presión en formación.

Sin embargo, aún muchos la ven como una discapacidad. Si ello es cierto, se debiera tratar de “incluirlos”, más aún si parece ser una condición que no requiere de excesivas adaptaciones del maestro en el aula, dado que su “gravedad” es relativa, y afecta básicamente su capacidad de relacionarse socialmente, así como su modo de aprendizaje. Pero los maestros sabemos que eso es una de las muchas cosas que pasan en un salón de clase. El microcosmos del aula refleja los problemas sociales, son los maestros los que debiéramos ser los mejores especialistas en esto de las diferencias en el proceso de aprendizaje de nuestros alumnos.

Por otra parte, suponiendo que sea cierto que hay muchos Asperger entre los llamados genios, entonces una sociedad que “incluya” a los Asperger tendría ventajas diferenciales respecto de otras. Una “selección cultural” de tintes neodarwinistas aconsejaría a cualquier sociedad incluir e integrar a todos aquellos que presenten diferencias en su estructura neurológica, pues la diversidad es un valor importante para tener éxito como sociedad. Los nerds tendrían un valor social desproporcionado a su número.

Parece una fantasía suponer que sistemas masivos educativos – como el público - pueden asumir con éxito políticas tan específicas, más aún el nuestro. Pero si es cierto que los nerds presentan origen combinado genético – medioambiental, se les podría incluir, aunque no creo se justifique hacerlo desde la educación especial. Sin embargo, la creciente individuación pedagógica entrega herramientas a los docentes para tratar estos casos cada vez más visibles, es importante disponer de estrategias integradoras de los diferentes estilos de seres humanos que vemos en las aulas. Y ser un buen docente ayuda.

Termino con un recuerdo personal. En una de mis muchas visitas a salones de clase de últimos años de secundaria, para apoyar a docentes en ejercicio, encontré a un docente de especialidad de Educación Física enseñando Ciencias Sociales, lo que no es poco común en nuestro medio. Pero aunque este docente no supiera donde quedaba Constantinopla, era un as en esto de incluir en el proceso de aprendizaje a sus alumnos, entre los que se incluían nerds de varios tipos, muchachos y muchachas muy normales, y homosexuales masculinos y femeninos. El secreto se transparentaba en los rasgos de la clase que el maestro “dictaba”: Involucrar a los alumnos, fomentar un ambiente de aula agradable y abierto, cambiar constantemente de perspectiva frente a los problemas que presentaba a sus alumnos, fomentar decididamente la crítica y la participación de todos, desde su propia identidad. Y es esto de la IDENTIDAD lo que parece ser decisivo. Los alumnos estaban muy contentos con su profe, y sentían que lo que hacían en el aula tenía sentido. El profe lo decía en tres palabras: Quererlos, estimularlos, tener  estrategia. La primera condición para poder enseñar / aprender es, como dice Bertrand Russell, el amor paterno indiscriminado, y el amor empieza por aceptar al Otro como es.

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