“¡Que no haya (campeonato) descentralizado, pues! ¿Acaso va a pasar
algo si no lo hay? ¿Qué es más importante, un muerto o un campeonato?” (Reacción de un furioso ciudadano al enterarse
que los clubes quieren continuar jugando fútbol a pesar de la muerte de Walter
Oyarce)
La noticia de la horrible muerte
del joven Walter Oyarce en el Estadio Monumental del Club Universitario, por
obra de criminales disfrazados de hinchas deportivos, suma una nueva víctima a
las muchas causadas por la “mano invisible” del mercado en el Deporte,
combinada con la intensiva política de “dejar hacer, dejar pasar” - es decir de
hacer nada - que ha caracterizado a los últimos cuatro gobiernos. La continuidad
del abuso a lo largo de muchísimos años denota estructuras largamente
instaladas y afiatadísimas en el control de los ingresos. Los intereses
económicos informan la práctica del deporte en nuestro país, y están tan
enraizados y mandan tan poderosamente en el ánimo – y el bolsillo – de tanta
gente, que han llegado a constituir bandas o argollas que han logrado
plenamente los objetivos que todas las argollas se plantean: controlar la
plata, dominar las organizaciones y excluir a los no argollados de sus áreas de
control. Lo han logrado con tanto éxito que no solamente han quebrado a la
mayor parte de los clubes deportivos de nuestra patria, sino que han conseguido hacerse el harakiri al alienar a
la gran mayoría de los peruanos tanto de la práctica deportiva como de la
posibilidad de expectarlo en persona sin que lo arrojen a uno del palco.
Indignación ciudadana
Naturalmente esto no quita un
ápice de culpa a los criminales que actuaron directamente. Sin embargo, estamos
bastante acostumbrados a ver cómo los otros responsables salen bien librados,
gracias a nuestro Poder Judicial experto en colar el zancudo mientras se traga
el camello, en sesuda aplicación del aforismo de que la pita se rompe por lo
más delgado. Sin embargo, algo positivo ocurre, y es que el escándalo está in
crescendo conforme se averiguan más cosas y así como las protestas
estudiantiles en Chile, no parece estar disminuyendo. Y se comprende: Uno de
los homicidas fuga a los Estados Unidos, y vuelve tras una rápida acción de
amenaza de extradición. Se denuncia pago de uno para que el otro se haga el
chivo expiatorio. Sale una canción que, al margen de su calidad, es vista por
la ciudadanía como manipulación y oportunismo. La revista Caretas lanza una
fotografía que crea polémica. Los clubes se quejan de que no los dejen jugar,
tras haber provocado que estas situaciones se entronicen y se repitan. Periodistas
y otros líderes de opinión alzan su voz y tratan de movilizar a las gentes
alrededor del tema de los valores. Muchos ciudadanos comparan lo que está pasando
acá con lo que ha pasado en circunstancias análogas en otros países, y en todas
partes las reacciones de los clubes fueron rápidas y adecuadas al caso. No es
el caso en el Perú. Se evidencia el nivel rastrero y metalizado en el que viven
nuestras dirigencias deportivas. No es que no se cuezan habas en todas partes,
pero por lo menos los de afuera no se dedican solamente a cocer habas. Hace que
uno se pregunte cómo la hizo nuestra “dirigencia” deportiva para arribar a
donde está.
¿Hay que morir para que te hagan
caso?
La ciudadanía teme ir a un
Estadio. Es más, teme tener su casa, o incluso circular, cerca a uno. Se cumple
el sueño dorado de cualquier argolla delincuencial, que consigue expropiar la
calle transformándola en “zona liberada” por la acción de barras bravas, grupos
delincuenciales estructurados en los polos de un artificial conflicto que
supuestamente opone a los hinchas de los clubes Universitario de Deportes y
Alianza Lima, y “justifica” el despliegue de la violencia y la expoliación,
acaso el asesinato. Los verdaderos conflictos quedan ocultos tras la increíble
artificialidad que esconde a los verdaderos responsables, los que de hecho
deben estar muriéndose de risa, mientras el deporte colapsa en las manos de
delincuentes de poca monta, que esconden a los de cuello y corbata, los que sí
la llevan y se la llevan.
Me pregunto si para que te hagan
caso te tienes que morir primero. Esa lógica perversa está instalada desde
mucho en el Perú. Se sabe que la palabra de las autoridades no vale el papel en
que se escribe, y los acuerdos firmados con sonrisas e hipócrita estrechamiento
de manos serán desconocidos ni bien voltees la cabeza. La lógica de la
violencia y el achoramiento se ha entronizado en las relaciones sociales. Hay
que decir que el último gobierno llevó este modus operandi a su perfección,
dejándonos montones de conflictos sin solucionar, demasiado ocupados en los
faenones y en los cristos del pacífico para preocuparse de otras cosas menos
importantes, como la desnutrición, por ejemplo, o como los muertos acumulados
por los dizque hinchas de Universitario o Alianza. Lo terrible es que, según
parece, sólo te harán caso si pones muertos en la mesa de negociaciones. ¿Quiere
decir esto que hay que morir para que te hagan caso y algo cambie?
Algo apesta en todo esto
Alianza Lima y Universitario de
Deportes son quizá los equipos de fútbol más queridos entre nosotros. Yo soy
hincha de la U, aunque hoy en día eso me duele y me da vergüenza y asco. Las viejas
adhesiones emocionales a una historia y unas características deportivas – la
picardía aliancista o la “garra” de la U – han cedido a un tema delincuencial.
El fútbol ya no es más un juego de varones de pelo en pecho que juegan duro y
parejo, rudos pero limpios y respetando al adversario, que no es lo mismo
patear al adversario cuando se busca la pelota que patear a la pelota cuando se
busca al adversario, y donde ganas el partido porque pones lo que las gallinas
ponen, pero ahí en la cancha. Hoy los jugadores, se sabe bien, juegan por
dinero y cambian sus lealtades con completa indiferencia, porque dicha lealtad
– un valor al fin y al cabo – no es al equipo del que forman parte, o al club
que les cobija, sino al sobre de pago o al posible futuro contrato en el
exterior. La lógica del mercado ha matado al deporte hace ya mucho tiempo, y de
hecho no creemos que reviva y se salve. Esperar, por ende, que una convocatoria
a añejos valores deportivos consiga resultados parece un tanto irreal, aunque
entiendo que es válido. Sospecho que más vale considerar todo este asunto del
deporte como lo que hoy es: empresas con fines de lucro, con chambas y
relaciones comerciales y laborales que se rigen por su propia lógica. En este
contexto capitalista moderno, no se entiende qué justificación puede tener la
existencia de esa suerte de repartimientos llamados Trinchera Norte o Comando
Sur, grupos que en la práctica encuadran jóvenes NINI (que NI estudian NI
trabajan), desempleados, miembros de pandillas, e individuos de mal vivir. En
la práctica estas organizaciones reclutan para la realización de acciones
pandillescas de alto vuelo y financiadas por las dirigencias de los clubes. No
existe en absoluto ninguna justificación sino para su desbande, a mano policiaca
si es necesario. Estas bandas de matones deben ser eliminadas de plano,
desaparecidas, acabadas, sacadas de nuestras vidas de una vez y para siempre.
Si aún después de todo esto continúan existiendo será signo que a las
dirigencias de los clubes les importa tres pepinos el tema, y que necesitan de
sus delincuentes para su propia sobrevivencia. Se evidenciará la relación
delincuencial y encomendera entre las barras bravas de abajo con los cuellos
blancos de arriba. Y el problema será entonces de otra clase.
Los poderes públicos
Estamos agradablemente
sorprendidos por la rápida y decidida reacción de los poderes públicos a nivel
nacional y municipal. Al revés de los últimos gobiernos, tanto el Presidente
Ollanta Humala, como la Alcaldesa Susana Villarán se compraron el pleito, y no
se voltearon para no ver lo que pasa, como sus antecesores. Esto es algo que
con seguridad la oposición de derechas no reconocerá y retrecheará, como es
costumbre. Los gobiernos nacional y municipal están, pues, en sintonía con la
Nación que se opone terminantemente a que esta situación se eternice. Debe ser
porque somos peruanos, pero sorprende que una autoridad cumpla con su deber.
Por lo demás, ha bastado que Presidente y Alcaldesa hayan tomado rápidas y
contundentes medidas, de esas que pisan callos, para que se haya levantado el
consabido clamor mediático en pro de Clubes Deportivos que bien poco tienen de
deportivo, y sí mucho de banda.
¿Será esta actitud flor de un
día? Dado que el Estado en el Perú se ha caracterizado por su absoluta
inoperancia en el tema del deporte, y como consecuencia éste fue dejado a su
arbitrio durante luengos años, la actividad deportiva terminó en manos de
argollas, y en refugio de individuos de mal vivir en relación de clientelismo con
los capos de las argollas. Es que hay mucha plata, señor, y plata internacional
incluso. Y sorprende la lenidad y la poca voluntad de la respuesta de los
clubes, en especial Universitario de Deportes. Acá parece que de tanto
“agarrar” se les acabó la “garra”. Cabe preguntarse, ya para terminar, ¿qué
demonios necesitan que pase para que reaccionen, que se prohíba el fútbol?
Pues no solo se necesita morir para que la prensa carroñera se ocupe de la violencia, sino también pertenecer a un sector social mesocrático y de esa forma movilizar todo el circo mediático que se ha hecho sobre este caso.
ResponderEliminarPor eso digo, y lo sigo diciendo, que la muerte de este barrista es el "Tarata del julbo peruano".
Las peleas y muertes de barristas cholos, zambos y negros jamás ocuparon más de uno o tres días de notícia. Se dejaban a un lado por considerarse cuestión marginal o lejana.
La sorpresa llega cuando sectores supuestamente "bien" también integran estas barras bravas, superando el prejuicio de que la violencia solo se ubicaba en sectores bajos o medio bajos.
Pero no nos engañemos, la situación por desgracia solo ha hecho que maquillemos el problema y no busquemos una real solución. Mientras tanto sigamos viendo la publicidad de Backus con su autentica amistad, que el alcalde de Ate continúe callado y no asuma su responsabilidad al permitir el funcionamiento del estadio, que GREMCO continúe con sus cámaras antiguas que son muy pocas y mal operadas - curioso que Levi allí si no reclame o ponga una página en facebook como lo ha hecho con el caso del banco Nuevo Mundo- que Suiza Lab siga teniendo médicos y paramédicos sin cursos de BLS o PHTLS que llegan tarde a una atención, colocan mal un collarín cervical y no refieren a un paciente crítico a la clínica más cercana para su pronta estabilización, que LAP y LAN permitan el vuelo de pasajeros ebrios y drogados, que la PNP se orine de miedo al tratar con pandilleros y de cierta clase social, que la prensa carroñera escrita y televizada nos bombardee con imágenes de falso melodramatismo para asegurar las ventas y que sigamos siendo ciudadanos ignorados y violentados todos los días por la banca, por el tránsito, por organismos estatales, por empresas privadas, etc.
Muy de acuerdo, Anónimo. Estarás de acuerdo en Cómo apesta todo esto ...
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