CRÓNICAS DE LECTURAS – 50
Las Mil y Una Noches (3)
I
La lengua árabe
La lengua árabe en la que se
escribieron el Corán, las Mil y Una Noches y otras muchas obras es
muy diferente de las romances, las germánicas y las eslavas, y posee por su
cuenta algunas espeluznantes particularidades. Su disposición gráfica, vale
decir lo que se ve en un texto árabe clásico nos recuerda las Biblias y otros Libros Incunables
editados por Gutenberg y otros
viejos editores antes de que se inventaran los signos de puntuación y otros
medios de organizar las ideas, que según parece esto de los Organizadores de
Ideas actuales no son más que la última expresión de una antigua y gloriosa
tradición. Medio milenio de Imprenta nos acostumbró a la evolución de una
tipografía que dispone hoy de divisiones por párrafos y acápites, de mayúsculas
y signos de puntuación, de vocales fonéticas y otros signos auxiliares. Ni el
uso de la arroba (@ - originalmente medida de peso para 100 kilos) ni el de los
emoticones son precisamente novedad desde el punto de vista de la tipografía.
Las delicadezas tipográfícas fueron extrañas al árabe y al hebreo, su
resucitada lengua prima hermana. Ahora bien, para lo que sirve esta
parafernalia de imprenta es para precisar y agudizar la comprensión lectora
como una respuesta a la complicación en la decodificación. Si en las lenguas de
alfabeto fonético de tipo latino o cirílico la Decodificación y la Comprensión
pueden más o menos separarse como procesos, parece que aprender a leer en árabe
o en hebreo implica que el proceso bicorne de DECODIFICAR / COMPRENDER hay que dominarlo
a la vez. Pareciera que los alfabetos latino y cirílico pusieran muletas en las
entendederas para lograr la abstrusa habilidad de leer, que no otra cosa son
esas constantes anáforas y vueltas que otorgan a lo escrito en latino y
cirílico un sentido que el lector árabe en árabe y el lector hebreo en hebreo
no necesitaban para captar el sentido de lo escrito. Para ellos desde el mismo
principio de su aprendizaje hay que pasar por la comprensión del entorno
cultural metido en la escritura, y ello nos explica por qué para ingresar a la
Universidad de El Cairo durante el período más brillante de la cultura árabe el
único “pre-requisito” (qué palabra más horrible) era recitar el Qumrán completo, de memoria y sin errores.
Se me ocurre que algo así debe pasar también con el coreano, el japonés y el
chino mandarín en sus modernas versiones fonéticas.
Que este tema tiene su
importancia se ve en lo que le ocurrió al pobre San Jerónimo, traductor de la famosa Vulgata Latina,y a los primeros equipos de Traductores de las
Escuelas de Palermo y Bolonia cuando se les encargaba diversas partes de la Biblia y enfrentaron textos en hebreo. Motivados
estaban, considerando que de su chamba dependería el texto sagrado de toda la
Cristiandad por los siglos de los siglos: Estos no cantados héroes se enfrentaron
cuál Roldanes y Oliveros de Cantar de Gesta a textos hebreos sin mayúsculas, ni
signos de puntuación, ni vocales, párrafos ni otros apoyos a la interpretación,
y se vieron obligados así a ir al combate inventando sobre lamarcha UNIDADES DE
SENTIDO por su cuenta y riesgo: Los versículos y capítulos de la Biblia fueron
el resultado, que por cierto nos complicaron la existencia a nosotros lectores al
darle a las Sagradas Escrituras sentidos que de seguro no poseían en el
principio. Y así se hace penoso pensar en las interpretaciones por las que las
diferentes sectas se han asesinado y quemado entre sí, y todo por el sentido de
una u otra palabra o frase que nadie miró en el original hebreo, donde el
problema nunca fue tal a los ojos y entendederas de los dichos. Por otra parte,
como en el japonés, el sánscrito y el llamado quechua imperial, hay formas
cultas del árabe que no son para ser habladas sino solamente escritas. En árabe
y hebreo las vocales se marcan solamente si son verdaderamente necesarias, es decir
si hay riesgo concreto de confusión, en estas lenguas “lo que no se dice” tiene
tanto o más peso que “lo que se dice”, lo que nos trae a las mientes ciertos
pasajes del Tractatus
Logico-Philosophicus de Ludwig Wittgenstein
acerca de lo inefable, de “lo que no se puede hablar” como centro atractor
de lo que se habla. El contenido entre líneas está así casi manifiesto para los
lectores árabes y judíos, Cuando Sir
Richard Burton enfrentó esto por primera vez, trató de presentárselo a
occidente de manera que los occidentales “entendieran” cómo funcionaba la lengua
árabe, y por eso renunció a los párrafos y separaciones y tradujo, por decir
así, “de corrido”, repitiendo la disposición gráfica de las letras tal como las
encontró. No pudo ir tan lejos como hubiera querido, los editores de seguro no
lo dejaron: Mantuvo algunos signos de puntuación y las vocales, y así aunque como
edición no fue precisamente un éxito editorial, es de consulta obligada para
los especialistas.
II
Continúan las Historias, y el rol de Dunyasad
Hemos visto ya la intención
apologética del Islam, siempre presente en las historias narradas por la
encantadora Shahrasad. Como la Biblia,
las Mil y Una Noches a veces es
tolerante de otros cultos, pero siempre subsumiendo su eventual verdad dentro
de la propia, como suelen hacer todas las religiones, las que aunque juzgan
justos a los justos de otras religiones, los consideran “en ruta” hacia la
verdad que ellos representan más fielmente que los otros. No es muy diferente
esta ruta al camino de la vida que
propone el Dante al principio de la Divina Comedia. Pero en demasiadas
ocasiones las religiones son xenófobas e intolerantes y caricaturizan a las gentes
de las otras, en esto las Mil y Una
Noches no son la excepción: como en la historia
de Mesrur el mercader, y su amada Sinu-L-Mauazif (Noches 465 a 477) que deja a judíos y
cristianos como gente de cuestionable e indigna conducta, en especial cuando
tratan de convertir a los Verdaderosa Creyentes a su religión. La historia de Alí Nuru-D-Din y Maryem, la cinturonera
(Noches 477 a 492) introduce en las relaciones interreligiosas el elemento
político de la “paz armada” propia del segundo siglo de la Hechra, y el rey de Ifrancha
al que se alude es sin duda Carlomagno.
El nombre Maryem es árabe por María, y su apellido-adjetivo
“cinturonera” (as-sonariya) un apodo
que los musulmanes le encajaban a los cristianos peregrinos y a los judíos, que
usaban el cinturón como parte de su indumentaria. Enredada por supuesto en la
clásica historia de amor, probablemente sea una de las que más poesías
contiene, particularmente en esa variedad de requiebro que los latinos de
América parecemos haber heredado, y también se lee acá un verso que contradice
la común creencia en la prohibición muslime a rajatabla del alcohol y que más
bien nos sugiere a Omar Khayyam: Bebamos, que Alá clemente / perdona a los
pecadores / y en el vino medicina / encuentro yo a mis dolores / y dizque
tampoco peco, / al beber, ya que Alá dijo: / - Para el hombre, en la bebida, /
se encuentra algún beneficio. Luego, como es común, vienen historias
puntuales, destinadas a reforzar ciertos puntos o a relajar la tensión
narrativa, incluyendo cortas fábulas como la del cuervo y la culebra (noche 495) o la de la araña y el viento (Noches 497 y 498). Una historia que sigue
la misma estructura de la de As-Simbad es la de Abdu-L-Lah, el de tierra, y Abdu-L-Lah, el de Mar (Noches 509 a
511), contada antes de volver a las clásicas historias de amor y más apariciones
del Califa Harunu-R-Raschid.
El tema del Buen Amor aparece en
la historia de Kamaru-S-Semán y su amada
(Noches 516 a 523), que como el Kamasutra,
el Ananga Ranga, el Arte de Amar, el Libro de Buen Amor, el Decamerón
y muchos otros circula entre los polos
opuestos y complementarios del erotismo terrenal y el amor sublimado, donde
ambos son más o menos la misma cosa vista desde diferentes ángulos. El tema
familiar vuelve en la historia de
Abdul-L-Lah-Ben-Fazil, Amel de Bazra, y sus dos hermanos (Noches 523 a
528). Entre las noches 528 a 533 aparece un tema nuevo en la historia de Mârufu-L-Askafi y su mujer:
Las desventuras conyugales del hombre tranquilo que debe soportar a una mujer
insoportable hasta que ya no la soporta, que cambia totalmente su carácter
perdiendo en la ruta sus valores morales y haciendo pagar a la realidad por
ello con ventaja para él. Pero como la puritana moralidad musulmana no tolera
éticamente este modo de resolver el asunto, Shahrasad trata de arreglarlo sin perder el sentido del cuento, y
en una solución inconsistente recurre al consabido premio por la buena acción a
través de la aparición de un anillo mágico (de los muchos que aparecen en las Mil y Una Noches), que trata de usar en
una suerte de compensación moral. Los objetos mágicos (anillos, lámparas,
ollas) parecen servir, en las Mil y Una
Noches como en otras mitologías, para compensaciones de carácter moral. Pero
acá no termina el enredo de Mâruf. Se
aparece la ñora (Fatimetru-L-Urra) a enredarlo todo de nuevo, la moraleja se acompleja,
y parece ser que la enseñanza moral final es que a mujeres de esta calaña solo se
les apacigua con plata: (Mâruf) no hacía
caso de su mujer Fatimetru-L-Urra, la cual era ya vieja y más mala y fea que
nunca (…) Y dizque Mâruf, al dispensarle aquellas atenciones y honores, no lo
hizo porque lo mereciera por su buen natural, sino solo buscando el agradar a
Alá. Lo que es una razón como otra cualquiera para portarse como un
caballero. Pero la en otras cosas hábil Shahrasad
no sabe cómo recuernos salir del embrollo en que se ha metido. Hay que ganar
tiempo y para eso necesita le rescate la hasta aquí silenciosa Dunyasad:
¡Ye qué sabrosas estas tus palabras, más
poderosas a cautivar los corazones que las mágicas miradas! ¡Y qué interesantes
y atrayentes esas tus historias peregrinas y raras! Pues no se pueden comparar
– respondió Shahrasad – con la que pienso contaros la noche que viene, si vivo
y el rey prolongar mis días es servido. Cosas del marketing de los cuentos,
que en boca propia la alabanza misma es locura y empezamos a entender por qué Shahrazad
insistió tanto en tener al lado a Dunyasad como respaldo, que sonsas
no eran las hermanitas.
III
Siguen las historias, y llegamos a Aladino
Ha llegado a mis oídos, ¡ye monarca, el bienhadado!, que Mâruf no
desairó a su mujer, por amor a Alá; pero se abstuvo con ella de todo trato
conyugal. Continúa la historia de Mâruf, pequeña pero central en las Mil y Una Noches con el intento de la
fea y desgradable Fatimetru-L-Urra de robar el Anillo Mágico. Pero el hijo de Mâruf
sorprende a la ladrona y la mata por accidente. Así las hermanitas le enseñan a
Shahriar, así de pasada nomás, que es
solamente Alá quien dispone el
castigo de la mujer que le falta al marido, empleando para el caso justicieros
al paso. Inmediatamente, para diluir el efecto de lo dicho y no tener que
abundar en explicaciones, viene un rosario de historias para distraer (Historia de Baibars y de los capitanes de
policía, noches 533 a 543; Algunas
historias referentes a Abu-Nuás y Raschid, noches 543 a 549; y otras más). Se
hace hora de retornar a la novela de caballerías y hazañas guerreras tan del
gusto de los soberanos del Siglo, y así en la historia de Garib y Achib, su hermano (Noches 549 a 572) se vuelve
sobre la épica de la lucha contra los politeístas, esto es los cristianos,
llamados así debido a su adoración de la Trinidad, que los duros monoteístas
del Islam no atracaban por nada. Además - probablemente por contagio cristiano
- hay milagros de Alá y conversiones
en masa a la fe de Mahoma, sea sobre
él la paz. Tras algunas cortas historias se plantea un tema metafísico que
siglos más tarde le quitará el sueño a René
Descartes: el de la realidad y el sueño en la historia del durmiente despierto (Noches 576 a 583). Tendemos a
olvidar que las preocupaciones filosóficas occidentales nacieron casi todas en
el mundo árabe, y que Averroes
comentó a Aristóteles mejor que Santo Tomás de Aquino. Esta historia
dícese habría inspirado a Pedro Calderón
de la Barca su La Vida es Sueño, así
como ciertas escenas de La fierecilla
domada y Sueño de una noche de verano
a un tal William Shakespeare. No
sabemos, tal vez sea sólo que todos los seres humanos nos preguntamos las
mismas cosas. En esto como en todo, Alá
es el más sabio.
Tal vez por ser este relato demasiado
filosófico es que le sigue una recatafila de crudos cuentitos, como el graciosísimo
y constantemente comentado pedo histórico
(Noches 583 y 584) y la muy gráfica Ar-Raschid,
juez de amor (Noche 585), que anteceden al ciclo de la historia de Alá-D-Din y su lámpara (Noches 587 a 603), una de las
más conocidas y famosas de las Mil y Una
Noches, ambientada en el Reino de Az Zin, es decir en la China, pero
con su mago originario del África. Son de antonomasia los djinns (genios) de la
lámpara maravillosa y el anillo mágico de esta historia, más aún porque no son
solamente artilugios mágicos capaces de albergar seres que pueden hacer lo que
se les pida, sino porque su posesión mejora el alma y el entendimiento de su propietario:
Ala-D-Din
empieza esta historia como un zafio ganapán, analfabeto y haragán; y la culminará
sensato, inteligente y sensible. La lámpara es dadora de luz, el simbolismo en
este caso escapa de oriente y se vuelve universal. Otro elemento es el de la
elevación de los humildes sobre los doctos, tan propia del Islam y las otras
religiones del cercano oriente. Pero Alá, claro, es el más sabio, y en la seguidilla de cortos cuentos que sigue
recurre a argumentos anteriores y a otros nuevos, pasando por la historia de Parisad y sus hermanos
(Noches 640 a 651) de origen persa, historia caballeresca con una princesa de
protagonista; por las llaves del sino
(Noches 652 a 660); por la historia de la
princesa Nuru-N-Nehar y de la bella Pari-Banu (Noches 660 a 673), y debo
confesar que fuera de Shahrasad, es esta hermosa y
justiciera hada Pari-Banu mi personaje femenino preferido de Las Mil y Una Noches. Hecha la
ruborizada confesión, henos en la historia
de la princesa Zuleika (Noches 673 a 681); la de Ataf el generoso (Noches 681 a 695); y dos conjuntos sucesivos
de anécdotas atribuidas a personajes populares: El Quevedo de Oriente, Abu-Nuás,
mencionado antes, y el famoso Choja,
padre de los chistes y los donaires que abarca de la Noche 695 a la 700.
IV
Y más Historias todavía
Tras la historia de Alí Jocha y el tarro de aceitunas (Noches 700 a 703),
popular en las versiones infantiles de las Mil
y Una Noches; sigue la del caballo
mágico (Noches 703 a 710) pariente del Caballo de Troya y del famoso Clavijo
del Quijote; la historia prodigiosa del espejo de las vírgenes (Noches 710 a 717),
adminículo que permite averiguar si conserva o no su virginidad la dama que en
él se observe. Tras éstas vienen algunas historias cortas de amores infelices y
de los otros, incluyendo la historia de
la treta que urdió una mujer contra su marido (Noche 722), francamente
rabelesiana. Destaca por otras razones la corta historia del ángel de la muerte y el rey de los Beni-Israil o Hijos
de Israel (Noches 726 y 727), de origen talmúdico, que presenta al ángel Asrail,
el que recoge las almas de los que van a morir, junto con puntos teológicos
sobre lo irrevocable de los plazos y la suerte de los tibios e indiferentes en
materia religiosa. La princesa mendiga
(Noche 735) relata un episodio histórico de las guerras civiles entre Omeyas y
Abbasíes, en que una princesa destronada llega ruega patético amparo a los
vencedores. Siguen anécdotas sobre los tacaños, las marrullerías de las mujeres
casadas, y en medio una Noche completa (la 739) dedicada a los versos, y para
muestra un botón: Si me tildas de
imperfecto / te lo agradezco de veras, / pues con ello me aseveras / que no soy
sino perfecto. Otro tremendo y dramático episodio histórico se narra en la historia del fin de Chafar, el Visir, y de
todos los Beni-Barmek (Noches 744 a 754, incluyendo otras relacionadas),
horrenda masacre ordenada por el Califa Harún
sobre la familia de su Gran Visir. La fatalidad del amor y la intensidad de los
sentimientos – que causa desmayos y desvanecimientos en los enamorados, y
eventualmente la muerte, como en esta historia – aparecen en la historia de las tres esclavas (Noches
755 a 757). Luego vienen otras historias y anécdotas de ebrios, para continuar
con las apreciadas seguidillas de relatos en la historia de Al-Maliku-N-Nazir y los tres capitanes de la guardia,
el cairota, el bulakí y el kurdo (Noches 765 a 770). Vienen historias de amor y
de rivalidades entre sirios y egipcios, en que los segundos le toman el pelo a
los primeros, más otro cuento rabelesiano, el
chico terco y su hermana, la del pie pequeño (Noches 778 a 780).
Un original género literario
árabe, la munazira, surge en este
punto – aunque ya se vio antes esporádicamente – en la disputa que entre sí tuvieron el cirio y el vino (Noches 788 a 790).
La munazira es una polémica, justa o
competencia poética entre dos o más rivales, que se disputan un premio y para
ello recurrirán a sus mejores galas retóricas. Parece anteceder de algún modo
los toasts anglosajones en los que
era tan experto Mark Twain, como las
competencias musicales o de baile donde se aprecia la capacidad de
improvisación, como por cierto la Impro
de nuestros días. Otras munaziras
enfrentan al aceite y la carne, y a los árabes de ciudad y los beduinos, esta
última que presenta interés incluso histórico y sociológico. Siguen más
historias edificantes de carácter apologético religioso y también histórico;
así como anécdotas donosas que involucran al famoso personaje Choja.
Por acá se distinguen historias de origen sufí, como la del profeta y la justicia de la providencia
(Noches 801 y 802), la del barquero del
Nilo y el Santo (Noche 803). A estas alturas del partido, parece que a la
encantadora Shahrasad se le están acabando los argumentos, y el rey Shahriar
no parece que caerá dos veces en la maniobra de distracción de Dunyasad.
La bella narradora recurre entonces a la historia antigua, y hasta se sale del
Islam, con Iskander y el rey del pueblo
de los humildes (Noches 806 y 807). Iskander
el bicorne es el nombre que llevó en el Oriente el Rey Alejandro el Grande de Macedonia, y el que anécdotas suyas se
filtraran a las Mil y Una Noches
atestiguan su inmenso impacto histórico. Destaca en esta Noche en particular un episodio que involucra calaveras, que según
parece William Shakespeare podría haber copiado para Hamlet.
V
Colofón
Corro a todo meter para que no me
ganen las Mil y Una Noches. Y sí
parece que les gano, pero mejor no canto victoria antes de acabar. Algunas
historias como las de Aladino y la de Simbad fueron apartadas
del corpus de las Mil y Una Noches, y dieron lugar a
ediciones aparte de libros, por su extensión vinculados a otros cuentos, e
incluso han aparecido películas de aventuras y hasta serie de TV con un Simbad
nada parecido al del Libro. Las versiones para niños suelen ser más conocidas,
y tienen la virtud de mostrarte el
personaje y la obra, pero así y todo prefiero recomendar la lectura del
original para saber qué se incluyó y qué no. Aprovecho sí para quejarme
amargamente de la irregular invasión perpetrada por Disney con esa cosa en animación de Aladdín, y su muy artificial personaje la princesa Jazmín, que no
le hace justicia a ninguna de las princesas de las Noches Árabes. En fin, lee y ve lo que quieras, no seré yo
quien te lo critique. Ya vuelvo con la última parte de estas Crónicas, si Alá quiere.
CRÓNICAS DE LECTURAS – 51
Las Mil Noches y una Noche (4)
I
Las Versiones
Para culminar esta Crónica,
trataremos de las versiones en que Las
Mil y Una Noches nos han llegado. Dicen que la compilación de las historias
y relatos fue primero, y que la hizo un cuentista persa del siglo IX de la era
cristiana, Abu abd-Allah Muhammed el-Gahshigar,
pero ello me resulta a mí bien poco probable. Claro que no soy nadie para
opinar en estas cuestiones, pero la gran diversidad de las versiones hace poco
probable que los cuentos originales cubrieran con precisión esas mil y una
noches, a cualquier compilación se le puede hace crecer así indefinidamente añadiendo
cuentos o variando su extensión. Entiendo que compilaciones así debe haber
habido, de eso no me cabe la menor duda. ¿Pero Las Mil y Una Noches? No, para que Las Mil y Una Noches sean Las
Mil y Una Noches necesitan del relato-marco, de Shahrasad y todos sus efectos especiales. Y eso, según se dice, se
le añade a la compilación en el siglo XV de la era cristiana. La verdad, esa no
me la creo. Es posible, sí, que el origen remoto de las Noches Árabes sea
persa, pero si es así es de persas que salmodian el Lā 'ilāha 'illā-llāhu Muhammad rasūlu-llāh. (No hay más Dios que el Dio, y
Mahoma es su profeta), que escriben en árabe y no en persa. En todo
caso dejo este lío a los especialistas. Lo que sí sabemos es que entre 1704 y
1717 el diplomático francés Antoine
Galland traduce y adapta un texto árabe, que pondrá en circulación en 12
tomos con el nombre La mille et une nuits,
contes árabes traduits en français, con
gran éxito, pues la novelería de la época se pirraba por lo oriental, lo
exótico y novelesco, tema de conversación en los Salones de las ridicules de entonces. Testimonio de
esto es el paralelo éxito de las Cartas
Persas de Montesquieu y los
Libros de Viajes. Tanta moda hubo que apareció un compendio hechizo que parodiaba La mille et une nuits, y que no hizo
fortuna: Los Mil y Un Días. En inglés
surgen en 1713 las Arabian Nights. Entertainments
translated from the french, primera traducción al inglés, a la sazón indirecta
y anónima. Tras nuevas traducciones relativamente mediocres, surge la germana
de Gustav Weil, Tausend und Eine Nach, Arabische Erzählungen; así como la inglesa
de John Payne, en 500 ejemplares de
circulación privada, con todo su erotismo completo. En Oriente aparecen
ediciones en árabe, incompletas o mutiladas como la de Bulaq de 1835, la del Scheij
Al-Yemeni de Calcuta en 1814; o
purgadas por los jesuitas, como la edición Beirut.
Hablamos en Crónica pasada del
problema que enfrentó Richard Burton
en su Traducción de 1885 en 16 volúmenes, The
Book of the Thousand Nights and a Night, cuyo trabajo es reputado como uno
de los mejores, basado ampliamente en el de Payne. Hemos mencionado también al médico sirio-francés J. C. Mardrus, su edición de 1889 se
considera como de gran precisión y elegancia, a pesar que ha levantado muy sólidas
críticas. Ambas ediciones, aunque discordantes entre sí y con la de Weil y otras, poseen atributos que las
hacen imprescindibles para el estudio especializado. No deja de sorprender que
los ocho siglos de convivencia entre hispanos y moros no se reflejaran en una traducción
directa en castellano de Las Mil y Una
Noches, parece que el colonialismo mental hacía estragos en el siglo XIX
español. Hay historias de Las Mil y Una
Noches infiltradas en el Siglo de Oro español, llegadas de Italia, pero
parece que en una época a nadie le pareció interesante o importante traducir. Y
como dice Rafael Cansinos en España es donde Las Mil y Una Noches
están como en su casa y apenas si nos parecen exóticas. La miríada de
términos españoles que empleamos procedentes del árabe facilitan la traducción
y dan fe que los que vivimos en esta hermosa lengua de Lope y de Unamuno y de García Lorca pensamos y sentimos en
parte en árabe. Pero no fue. La primera edición retraduce a Weil en 1841 en Barcelona, y en 1846 se
traduce a Galland. En 1916 ruge la
guerra en Europa mientras aparece con inmerecidos bombos y platillos la traducción
del francés del Mardrus de 1889, por
Vicente
Blasco Ibáñez. Por fin, en 1954 Rafael
Cansinos Asséns hace una cuidadosa traducción directa del
árabe para la Editorial Aguilar, que es aquella de la que hemos hecho profuso
empleo para estas Crónicas.
II
Las penúltimas Historias
Continuamos donde nos quedamos. Ya
hablamos de las intenciones apologéticas del Islam, y en este caso el asunto
sale de lo exclusivamente religioso para adentrarse en lo ético y moral,
aparentemente de la mano de los moralmente muy evolucionados sufíes. La historia del nombre que hurtó la fuente de
oro, en la que había comido el perro (Noches 807 a 809) parece escrita por
un austero repúblico romano mezclado con un genial Esopo con emoción social, que narra la historia evangélica del rico
Epulón y el pobre Lázaro, y es válido incluso hoy: Haces mal en acusar al sino de injusticia. Y si ignoras la causa de tu
ruina, yo te la haré saber. Tú alimentabas a tus dogos en fuentes de oro y
dejabas a los pobres morir de hambre. Toda una admonición, a mi humilde
entender, no solamente para los ricos inconscientes sino incluso para algunos
exagerados “animalistas” de hoy en día. En la cacería de amor (Noches 809 y 810) el cazador resulta cazado, vieja
manera de hacer reír. Una alusión a la histórica Batalla de Alarcos de la
Guerra de Reconquista Española, se halla en la historia de lo que pasó entre Yakub-Ben-Yusuy y el Rey Adfonsch
(Noche 812), como en la del guerrero que
tomó él solo una ciudad (Noches 812 y 813). Conforme avanzamos hacia el
final, la historia promedio – si es lícito así referirnos – es cada vez más
corta, ya no hallamos las grandes seguidillas del principio. A algunas
historias sobre los hechos de los Jalifas, le sigue la bella e idílica historia del príncipe Yasmin y la princesa
Allosa (Noches 818 a 821). Hagamos notar malévolamente que Yasmín
es nombre de varón, aunque a Disney
no le guste. La historia de la joven Tuhfetu – L – Kulub, jalifa de los pájaros
(Noches 824 a 840) nos devuelve a la peculiar combinación de fantasía y
realidad, en que aves que hablan, efrits y califas coexisten
felizmente y sin contradicción aparente; y donde reina sin oposición la poesía,
lo que parece dar pie a las varias historias de poetas que le siguen, entre la
que destaca la de Find, el poeta, y sus
dos hijas guerreras Ofairah Schemsún y Hozailah Budur (Noches 846 y 847). A
estas le siguen historias de amores platónicos, santos islámicos, ascetas y
sabios, entre los que destaca el proverbial Lokmán
(Noche 858), más Ben-Sadet el elocuente
y Sibuyet el gramático. Shahrasad parece a estas alturas
remachar la curación de Shahriar a
través de historias que narran el punto de vista de las mujeres, mostradas en
sus distintas facetas. En los maridos
juzgados por sus mujeres (Noches 861 y 962) presenta incluso un tribunal de
éstas presidido nada más y nada menos que por Aischa, última esposa de Mahoma.
Vienen más historias de mujeres, entremezcladas con otras, hasta llegar a la caballeresca
historia singular del príncipe Almas
(Noches 872 a 885).
Más anécdotas edificantes de una
o dos noches de duración se suceden. El histórico y muy conocido Sultán de Mizr
o Egipto, Selahu – D – Din (más
conocido en Occidente por su transliteración Saladino), contemporáneo y rival del Rey de Inglaterra Ricardo Corazón de León en la Tercera
Cruzada, tiene su historia en las Mil y
Una Noches: El fel-lah mizriano y sus
hijos blancos (Noches 891 a 894), que traspone al terreno erótico las
luchas de esta Cruzada, marcando en la conquista y conversión de la mujer
franca la indudable victoria sarracena. Vuelta
a lo fantástico – reyes, pescadores, efrits – en las Noches
894 a 910 (historia de Jalifa y El Jalifa),
y a las pequeñas historias de un par de noches o menos de duración, lo que
quizá atestigua que Shahrasad está más relajada y tranquila y ya no necesita
desplegar tan prolijas habilidades como las que hasta ahora ha mostrado. A
estas alturas probablemente ella se divierte tanto como el soberano al que
según parece ya ha curado de su mal de misoginia. Pero por si acaso y por las
dudas se vuelve a relatos sobre la acción de los soberanos del siglo en la
sociedad, su intervención para establecer la justicia, con más apariciones del Califa
Harunu – R – Raschid y más de la
literatura caballeresca y picaresca, combinada un tanto sin orden ni concierto,
o en todo caso con un orden y concierto interiores y no inmediatamente
evidentes, en particular considerando que por su mismo carácter las Mil y Una Noches puede abrirse desde
cualquier página, la famosa lectura digital a la que en alguna otra Crónica nos
hemos referido. Pero dejándonos llevar por la lectura entre líneas que en árabe
es perfectamente pertinente, notamos que el orden y calidad de las historias
podrían corresponder a las etapas de la terapia del soberano a quien se le han
estado administrando estos relatos como píldoras.
III
Más penúltimas Historias y el Elogio
del Libro
Conforme se avanza hacia el final
de las Mil y Una Noches, los relatos
de Shahrasad se van adentrando cada
vez más en el género de los consejos para los reyes, recordándonos sutilmente
que después de todo la hermosa Shahrasad
es hija de un Gran Visir, y por otra trayéndonos a la memoria otros textos de
este género como Los Castigos del Rey de
Mentón, de la literatura caballeresca occidental. No de otro modo podemos
entender historias como la del tesoro sin
fondo (Noches 930 a 935), dirigidas a perfeccionar el gobierno mundano de
los Califas y Sultanes, en una suerte de formación para la gobernabilidad y la
gobernanza dignas de nuestro siglo. Como todo en las Mil y Una Noches va combinado, hallaremos más Rosas y Versos (Noches 935 y 936), esta vez dedicados al poeta Ishak-Ben-Ibrahim de Mosul, versado en
flores: Dióme una rosa mi amada / y, al
dármela, así me dijo / - Haz cuenta que mis mejillas / te ofrezco, amado mío.
Una urgenciada versión de la Esfinge, mejorada con la sutil presencia de
noventinueve cortadas cabezas de pretendientes fracasados, es enseñada en la historia del hijo del rey y la soberbia
princesa (Noches 936 a 939), que nos muestra como las viejas historias
adquieren extrañas formas cuando atraviesan el tiempo. Los Dichos Memorables de los Sabios que escribieron sobre temas
diversos, en especial Las señales de
amor (Noches 939 a 941) siguen a ésta, continuando así el proceso de
aprendizaje al que Shahriar está
sometido, en verso, por supuesto: ¡Qué
caprichosa y qué extraña / es la mujer que yo adoro! / Si me ve que río, llora
/ y ríe cuando yo lloro. / En llevarme la contraria / parece cifrar su gozo; /
es como una yegua loca / que, abandonada a su antojo / corre ligera y, en
cambio / corta sus vuelos de pronto, / cuando el jinete la hostiga, / incitándola
al retozo.
No dejaremos pasar así nomás esta
historia de las noches 941 y 942, un hermoso Elogio del Libro que nos permitimos reseñar sin más ceremonia,
porque dijo un sabio: Es el libro el
mejor compañero en los ratos de soledad y el mejor de los amigos cuando en
tierra extraña somos peregrinos. Y el mismo sabio abundó más aún,
demostrándonos que el aprecio por la palabra escrita ha atravesado los siglos y
hermanado a los hombres: Pues el libro es
al mismo tiempo árabe y persiano y de Al-Hind y de As-Sind y rumí. Y además
es tumba de secretos y lonja de depósitos
y broche de las ciencias, y fuente de juicio y mina de generosidad y nobleza e
incansable compañero que no se entrega al sueño. Y por ende, tras estas y
otras enumeraciones descriptivas que nos muestran la bondad y carácter del
libro, nos recomienda: Honra, pues, al
libro y trátalo con todo mimo. Y me pregunto si esto no compensa y/o
contradice ampliamente esa anécdota que no sabemos si será cierta, del Califa Omar quemando la Biblioteca de
Alejandría (Si (los libros) dicen lo
mismo que el Corán, son inútiles; y si no, son perniciosos), anécdota que
me suena a mentirosa guerra psicológica de los cristianos, culpables desde
antes de los tiempos de Hipatia de
Alejandría de un frenesí destructivo que atacaba el paganismo, al que igualaba
con el saber y el conocimiento y la belleza. Me cuesta creer que un Califa de
la misma estirpe que Selahu- D –Din,
Harunu - R- Raschid y los sabios
gobernantes del Al-Andalus, que construyeron Bibliotecas y rescataron a los
griegos y trajeron al Bárbaro Occidente los números de la India y la geometría
de Euclides, que tradujeron y
comentaron a Aristóteles, hayan sido
culpables de lesa cultura. Pero no olvidemos tampoco que árabe es este verso: Alguna vez me preguntan / qué he sacado de
esta vida / yo que no gozo de ella. / Y yo contesto en seguida: / - Pues un
poco de escritura / y algunas pocas de rimas. / Ahí tenéis todo lo que /
atesora mi valija. Y dijo aún otro poeta: La suerte al ignorante / se place en
proteger / y en cambio al hombre docto / lo trata con desdén / Recorre los
mercados / del mundo y podrás ver / que el más pobre de todos / el de los
libros es. Pero es Alá, sin duda
alguna, el más sabio, y está por encima de nuestra voluntad.
IV
Las últimas Historias, y dos Broches de Oro
Tras varias noches dedicadas a
elevar la sabiduría, entre ellas la que trata de la polémica ya por entonces
encendida y de ningún modo terminada hoy en día entre Educación y Naturaleza (Noche 942), y en que el espíritu práctico
de los árabes encuentra aplicación en el servicio a la justicia (Historia del culpado inocente – Noches
946 a 948), vienen más anécdotas edificantes, alguna que otra de origen
talmúdico pero la mayoría sufíes, e incluso algunos relatos que más parecen
deberle a la provocada sabiduría de los comedores de Hachísch que a la de los
escritores y lectores de libros. De todo hay en la viña de Alá, según se ve en la compleja y complicada historia del hijo adulterino (Noches 951 a 956, prolongada a la 972),
que por cierto está en la versión de Mardrus
y en ninguna otra, y por eso parece que podemos sospechar algo de su
canonicidad, ya sabemos que Mardrus
usó de la tradición oral de manera que podría juzgarse abusiva. Por otra parte
ya pareciera que Shahrasad – o el escritor o escritora que asume su lugar y
espacio - tratase de completar un poco a
la mala la cifra mágica de las Mil y Una, y no podemos culpar a los autores y/o
recopiladores de intentar hacerlo un poco con calzador, que encajar historias
en un rosario predeterminado no es nada fácil y requiere no solamente de
talento sino de ciertas virtudes más éticas, porque las historias con las que
complementar el número (o las sobrantes que hay que sacar, no lo sabemos de
cierto) no pueden parecer artificiales. Pero si ya llegaste hasta aquí, lector,
perdonarás que los relatos escapen algo del canon y el estilo, todos queremos
ver a Shahrasad tener éxito. Y así, tras anécdotas sobre talismanes y
milagros, y otros relatos por el estilo de los que ya estamos acostumbrados,
llega el primero de varios broches de oro, una de las historias que más ha
impresionado la imaginación de todos los pueblos en todos los tiempos: la historia de Alí Babá y los Cuarenta Ladrones
(Noches 980 a 989) que no, no es profecía referente a los tiempos modernos ni a
la honradez de los políticos de hoy, aunque así lo parezca por analogía con las
bandas que se apropian de los dineros públicos y los meten en cuentas con
contraseñas más difíciles de quebrar que el Ábrete Sésamo.
Ambientada en el Fars persa, hay
varios temas sugeridos a lo largo de todas las noches anteriores, aunque
sintamos que algo le falta para ser compendio de todas ellas. Pero sin duda
está el tema de la envidia entre los hermanos Kasim y Alí
Babá, y mencionemos de paso que esta casi última historia del Libro es
la primera que Peter Barnes hará
narrar a Shahrasad en su película, aunque
a mí no me guste que un guionista de hoy le enmiende la plana a la sin par
princesa. Es verdad que el estilo narrativo denuncia autoría y estilo asaz
diferentes de los que hasta ahora han presidido nuestra obra, pero nada pierden
con ello las Mil y Una Noches,
capaces de asimilar esto y mucho más: ¡Loado
sea Alá, que hizo entrar en nuestra casa los bienes mal adquiridos por esos
cuarenta bandidos (…) volviendo así lícito lo que era ilícito! ¡Es verdad que
Alá es el Generoso, el Liberal! El eterno elemento del equilibrio en la
Justicia está presente y le da encanto a este relato donde se trata de enseñar
entre otras cosas cómo se administran los bienes de acuerdo a los preceptos del
Corán. Inclúyese acá la historia de
las cuarenta tinajas, cada una con su respectivo ladrón, y si esperas, lector,
que te lo cuente todo, esperarás sentado, cierra mejor esta pantalla, anda al
libro y léelo, ese es el verdadero tesoro escondido. Por que no son las
riquezas loque cuenta en este relato sin par, sino el tesoro que hay en la
lealtad y la astucia de Nuru – l – Leila, mi tercer
personaje femenino preferido tras Shahrasad y el hada Pari-Banu.
Gloria a Aquel que da sin cuenta a los
humildes de la Tierra.
Pocas Noches quedan ya. Tras pocas
historias que no desentonan, destinadas a completar número, acábase con la historia de la Princesa Deryabad (Noches
996 a 1001), metida en la de Judadad y
sus hermanos, y destinada a lo que parece a dotar de prestada voz a Shahrasad: Esa desventurada princesa soy yo. Y en la conclusión final de Las Mil y Una Noches, dícese que en los
intermedios de estas Historias, esos silencios a los que nos referimos Crónicas
ha, en los que pasa más que en las Historias narradas, Schahrasad dióle tres hermosos hijos a Schahriar: ¡Ye Rey de los
Tiempos y perla sin par de edades y épocas! Tu esclava soy y mil y una noches
llevo ya contándote historias de los antiguos y ejemplos y advertencias de los
que nos precedieron (…) Estos son tus hijos y por ellos pido que me eximas de
la muerte odiosa (…) // Rompió el rey a llorar, al oír aquello, y, cogiendo a
sus hijos, los estrechó contra su pecho, diciendo: ¡Ye Shahrasad, por Alá que
antes que estos hijos vinieran al mundo ya yo te había perdonado la vida (…)!
Y esto es todo lo que ha llegado hasta nosotros sobre el origen de este
libro, y Alá es sapientísimo.
V
Colofón
Para terminar, dos cosas: No
quisiera que se entendiera que se trata de leerse todas las Noches de un solo
queco, no parece conveniente ni agradable. Yo me sé que desde que tengo Las Mil
y Unas Noches me las leí todas seguidas solamente una vez, más bien las he
releído bastante porque aguanta perfecto abrirla en cualquier parte y
disfrutarla, esa es la forma de leer que se le acomoda.Y en segundo lugar te
doy este enlace que he encontrado, ye
lector: http://www.ellibrototal.com/ltotal/ficha.jsp?idLibro=2346
Ahora tratemos de vivir entre delicias y perfecta dicha, hasta que
llegue a visitarnos la Destructora de los goces del mundo y la Constructora
inexorable de sepulcros.
Selam! ¡Y la paz!
Crónicas de Lecturas - 52
Geografía en la Historia: Jared Diamond y el Colapso de la Civilización
I
La Geografía, la Historia y Jared Diamond
El que estas líneas escribe es
profesor de Historia y también de Geografía. Separo acá lo que se supone va
junto porque hablamos de dos disciplinas muy diferentes que se reunieron para
conveniencia de la Universidad. La cosa se complicó con la introducción de las
áreas en la currícula escolar, lo que hace imposible que te puedas saber en
profundidad los elementos de todas esas otras disciplinas que se pretende que
enseñes: Folklore, Sociología, Arqueología, Prehistoria, Ecología, Axiología y
algunas más por ahí que se me olvidan. La única manera de tener un panorama de
todo eso es poseer sea un esquematismo espantoso o una erudición humanista
espectacular. A mí no me consideran un mal profe y aunque en boca propia la
pedantería es más pedante y la propia alabanza mayor locura – lo que denota la
necesidad de una fulminante y urgente búsqueda de ayuda profesional – debo
decir que ni siquiera yo soy capaz de
manejar todos los contenidos que se supone un profesor de Sociales debiera
manejar de acuerdo a la actual y vigente currícula escolar. Y ahí lo dejo y a
más no me atrevo a profundizar, que si critico mucho no me dan chamba.
El creciente doble proceso de
especialización e interdisciplinariedad en la ciencia (que bacán suena, para
que vean que uno sus conceptos se los maneja) ha quebrado algunas de las
asunciones de lo que solía ser la Ciencia y su enseñanza. Por ejemplo, la
separación entre Ciencias basada en sólidas divisiones lógico - metodológicas;
y por ende las tradicionales divisiones entre “científicos” y “legos”, y entre
“profesionales” e “investigadores”; el surgimiento de especialidades con objetos
de estudio cada vez más acotados, y no quiere decir eso que haya menos contenidos
que aprender, que si se acota el objeto de estudio es por el contrario porque
hay cada vez más “bits” de información que asimilar, se ha desatado la
investigación de tal manera que el incremento de la cantidad de data a asimilar
y pasar por los tamices del método crece de modo exponencial hasta límites
asintóticos. Se ha escrito mucho al efecto, una buena introducción para los
interesados la encontrarán en el clásico de Gunther Stent de los años ´70, Las
paradojas del progreso; y un buen desarrollo en Claves Ciertas, de Gerald
Feinberg en los ´80, que en su última parte analiza los modelos “futuros” (un
futuro que es ya nuestro presente) del desarrollo de la Ciencia.
Las disciplinas de la Geografía y
la Historia desde mucho atrás son cercanas, es que siempre fueron vecinas. Ya
hemos visto en otra Crónica cómo el Viajero puede interpretar lo que ve como
Historia y contarlo así, como acontecimientos que tienen lugar en ciertas
coordenadas espaciales. Separar metodológicamente Historia de Geografía redundó
eso sí en provincialismo, empobrecimiento y un espantoso esquematismo. Menos
mal nuevos vientos corrieron: La escuela
de los Annales le dio nuevo vigor a la Historia al vincularla a la
Geografía y otras Ciencias Sociales, un librito formidable para leer al
respecto es La Historia y las Ciencias
Sociales de Fernand Braudel. La Geografía incorpora el factor
tiempo, tanto en la sincronía “geológica” que explica el paisaje físico, como
en la diacronía que presenta la Geografía Humana de un espacio determinado a
partir de su pasado. Todo esto se presta a afirmaciones contundentes y espectaculares,
titulares periodísticos y best-sellers editoriales.
Y este es el contexto del autor que cronicamos hoy, Jared Mason Diamond, un no - historiador que discute un tema
histórico de profunda actualidad, que además vende muchos libros: La no tan
eventual posibilidad de extinción del ser humano y/o de sus tramas civilizadas.
Este hecho no es precisamente un fenómeno desconocido. Y para eximirnos de
explicar la base del pensamiento de Diamond,
veamos este Video TED, y a continuación desarrollaremos su pensamiento expresado
en sus libros;
II
Colapso: Por qué unas sociedades
perduran y otras desaparecen (I)
A Jared Diamond le dan o mucha bola o ninguna, según el área
académica. No es ningún charlatán, el hombre tiene su doctorado de Cambridge,
pero como no es historiador le es posible a alguno de tres por cuatro (o del
codo a la mano, me encantan esas metáforas) mirarlo por sobre el hombro o desde
la cumbre de la especialidad, con el desprecio que el especialista le otorga al
lego; en particular cuando el tal lego viene del área de “ciencias”. La
distinción entre “letras” y “ciencias” siempre me ha parecido de lo más
estúpida, propia de mentalidades coloniales y subdesarrolladas. Lo propio son
las Ciencias Fácticas y las Ciencias Sociales (O Humanidades tal vez) y tal
como están las cosas hoy en día, no es rentable diferenciarlas. Pero lo esencial
acá es que la Historia y la Geografía – en el caso de Diamond la Biología, la Fisiología y la Biogeografía – son todas
Ciencias, y del mismo modo que sabemos y consideramos que los árboles y
nosotros estamos igualmente “vivos”, aunque seamos muy diferentes, es que esos
conjuntos de proposiciones ordenados desde diferentes perspectivas y con
diferentes bases obedecen todas al mismo método, si bien aplicado a diferentes
objetos. Pero es que hay competencia en el mundo académico como lo hay en todo,
y cuando se trata del quítate tú para
ponerme yo se olvida el fair play.
Jared Diamond es merecidamente
conocido porque sus tesis empatan con las Tres Condiciones Aristotélicas:
Convencen racionalmente, apelan a nuestro sentimiento o sensación de
supervivencia y, por último, se le puede creer. El ser humano está tan unido a
su Civilización que salvo en los remotos extramuros de la Cultura Occidental –
los Lejanos Oriente y Occidente de hoy en día – no se le puede entender fuera
de dicha trama social. Todos somos conscientes de uno u otro modo que somos parte
de una Civilización Global que enfrenta un colapso también global. Tal
perspectiva nos angustia y da miedo, y estamos dispuestos a prestar oído a los
que nos muestren rutas para conocer mejor a ese demonio y exorcizarlo.
La perspectiva desde la que Jared Diamond aborda estos cruciales
problemas no es mística ni metafísica, se acerca más bien a un materialismo
cultural light, que deja espacio a la
toma de decisiones al interior de cada sociedad. No desconoce sin embargo la
persistencia de las poderosas fuerzas contrarias al cambio, a las que atribuye
la dificultad para adaptarse a las circunstancias cambiantes, pero no le es
posible librarse de un cierto tono subyacente de prescripción propio de un Gurú
o Consultor caro. En su obra de 2004, Colapso:
Por qué unas sociedades perduran y otras desaparecen que siguió al Pulitzer Armas,
Gérmenes y Acero de 1997 trataba más o menos los mismos temas, las causas o
factores materiales en la evolución ecológica, es decir cómo una sociedad es
tanto más estable cuánto más adaptada esté a su medio ambiente, mientras tome
los recursos de éste de modo eficiente. Lo complejo es distinguir lo que ocurre
en las circunstancias históricas, que son lo que quieras menos regulares
empíricamente. Las irrupciones sociales y políticas exteriores a la sociedad en
estudio (la conquista del Perú por los españoles es un buen ejemplo), los cambios
tecnológicos y las influencias culturales, comerciales, biológicas y de otros
órdenes pueden resultar decisivas para que una sociedad entre en Colapso. El libro de este título se
divide en cuatro secciones: En la primera hay un estudio de caso:
La evolución del medio ambiente, la economía y la sociedad del estado de
Montana. En la segunda describe sociedades colapsadas: Isla de Pascua (Rapa
Nui) por degradación medioambiental provocada; isla de Pitcairn por crecimiento
demográfico; los Anasazi del suroeste de
USA por cambio climático; los mayas del Petén y Yucatán por daño medioambiental
y vecinos hostiles; la de los vikingos de Groenlandia y América por rechazo al
cambio. Claro que la cosa no es tan esquemática como la presento, los factores no
operan solos sino dentro de un conjunto desigual, Diamond identifica cinco factores: Cambio climático, vecinos
hostiles o invasión, pérdida del
intercambio comercial, y respuestas
culturales inadecuadas a los nuevos retos. Y así como discute colapsos,
discute también los éxitos de Tikopa, Nueva Guinea y el Japón de la era
Tokugawa. En la tercera parte, se repasan sociedades y circunstancias modernas:
El genocidio en Ruanda, Haití comparada con la república Dominicana, la
situación de China y la de Australia. Por último, en la cuarta parte hace
consideraciones sobre la economía y la globalización, y las lecciones que toda
sociedad debería aprender.
III
Colapso: Por qué unas sociedades perduran y otras desaparecen (II)
El objetivo de la historia – dice
Pierre Vilar - no es “revivir el
pasado”, sino comprenderlo en el proceso mismo de re-escribirlo. Esto se logra
ejecutando ciertas operaciones intelectuales, empezando por la evaluación y revisión
de los conceptos primarios y los métodos que se usaron, lo que desemboca en su
reemplazo o reformulación. El Colapso no equivale a la extinción o desaparición
física, aunque la extinción sea caso extremo del colapso. Pero no equivale
necesariamente a destrucción, aunque eventualmente pueda haber hechos y
estructuras de la realidad que terminen por ser destruidos de modo inmediato o
mediato, un tanto al modo de las inversiones del mundo (pachacuti) propias de la cultura andina. La Historia del Perú
ofrece ejemplos que sorprende que Diamond
no haya estudiado – o lo ha hecho y lo ignoro. Mi país parece un laboratorio
del colapso: Nuestros historiadores y arqueólogos, inspirados o no en Diamond, han construido ideas propias
sobre el colapso de las sociedades. En el Perú hemos visto varios de estos
colapsos, que desde la Cultura Andino-Amazónica entendemos como “inversiones
del orden natural de las cosas”, concepto designado en runa-simi como pachacuti.
Por cierto, así como van las cosas es perfectamente posible que veamos algunos
otros de esos pachacuti. Un ejemplo bien
estudiado es el de las Sociedades de los Valles del Norte Peruano (del Bosque
Seco Ecuatorial) que incluyen a las llamadas Culturas Cupisnique, Virú,
Gallinazo, Moche, Lambayeque y Chimú. La civilización de los moches colapsó
hacia 800 después de Cristo, lo que se atribuye a un Mega Fenómeno del Niño que
trastocó toda la trama social, económica, política y religiosa; que a su vez
trajo una reducción demográfica, pero no la extinción física ni cultural. Otro
colapso se produjo en el Tahuantinsuyo, esta vez por la llegada de los
españoles portadores de los microorganismos del Viejo Mundo, con lo que una
población de 8 / 12 millones se redujo a medio millón en 150 años. Desde la
irrupción de Occidente hacemos en el Perú muchas de esas cosas que según Jared Diamond llevan al colapso, lo que
a mi ver demuestra que nuestros antepasados indios eran bastante más sensatos e
inteligentes que nosotros. Aplicar los conocimientos siempre es bueno, y dado
que Diamond ubica los factores
precisos que nos llevan a la perdición, podemos tratar de evitarlos aunque sea
en perspectiva limitada por el espacio disponible, en una prognosis del futuro
que guíe nuestra acción política y educativa. Hagamos la tarea:
Factores del Colapso de las Sociedades
|
Prognosis (digamos al 2050)
|
|
Positiva
|
Negativa
|
|
Deforestación
y Destrucción del hábitat
|
||
Erosión, salinización
y pérdida de fertilidad de los suelos
|
||
Caza
excesiva
|
||
Pesca
excesiva
|
||
Introducción
de especies nuevas en medio ambiente
|
||
Crecimiento
demográfico humano
|
||
Incremento
del impacto per capita en el
medioambiente
|
Los grandes cambios producidos a
nivel global desde la revolución Industrial sugieren nuevos factores del
Colapso:
Prognosis (Digamos al 2050)
|
||
Positiva
|
Negativa
|
|
Cambios
Climáticos forzados por el ser humano
|
||
Acumulación
de químicos tóxicos en el medioambiente
|
||
Escasez
de energía por consumo excesivo
|
||
Uso
de toda la capacidad fotosintética del planeta Tierra
|
Afortunadamente este libro lo
podemos poner al alcance de todos, aunque me pregunto si no estaré por ahí
haciendo algo ilegal. Pero si es por una buena causa….: http://www.abelardoprada.uphero.com/Docs/Pensamiento%20y%20Acciones/Colapso%20JaredDiamond.pdf
IV
Armas, Gérmenes y Acero, y la
autoestima nacional
Un libro de lo más interesante y
anterior al best-seller Colapso es el
que mencionamos líneas arriba: Armas,
Gérmenes y Acero, donde Jared
Diamond hace análisis del progreso de las diferentes civilizaciones del
mundo. Claro que decir progreso en este contexto es bastante equívoco, y podría
confundirse con los excesos positivistas decimonónicos. Como hemos visto, no es
esto lo que Diamond hace, que una
cosa es descubrir empíricamente un proceso caracterizado por el progreso, sea
éste lo que sea, y otra cosa muy diferente es recurrir a la noción de progreso
como estructura permanente, leit-motiv
o deus ex máchina de los procesos de
la Historia. Pareciera que esto se transparentara de algún modo en el título
alterno de este libro: Una corta historia de todos nosotros en los
últimos 13,000 años. De lo que se trata es de tratar de explicar algo
que a nosotros en el Perú nos trae hinchados: Por qué una supercivilización cae
en manos de otra. Esto porque la autoestima nacional – cosa muy presente – sufre
con esta declaración de inferioridad patente. En la expansión de Occidente
desde el siglo XVI en adelante, ellos
se encontraron con nosotros y, nos
guste o no nos hicieron cisco, perdimos por cualquier concepto que tratemos de
emplear, sin premio consuelo posible, y este
hecho, sea o no consciente, nos joroba en el alma. Y por más que a los
mexicanos les pasara lo mismo, pues que ídem, mal de muchos consuelo de idiotas.
Así que tratamos de mantenernos entre dos aguas, por una parte sosteniendo la
pertinencia de la “visión del vencido” que trata de “rescatar” los valores que “no
debieron” perderse –pero que se perdieron; y por la otra identificándose con el
agresor, marcando la parte europea u occidental de nuestra herencia étnica y/o
cultural, un poco por el temor de perder universalidad si somos demasiado
localistas.
Pero en esto corremos demasiado. Ya
mencionamos la importancia de la agresión microbiana en los Andes Centrales, y
podemos añadir que el Caribe, México y la Norteamérica indígena fueron
despobladas y debilitadas antes y durante el proceso de conquista y
colonización de los europeos en esta parte del mundo. Ello constituye en cierto
modo una especie de disculpa, de justificación de por qué fuimos derrotados, conquistados
y asimilados. Pero menos mal Jared
Diamond no está en esta dinámica, así puede él arrancar mucho más atrás y
comparar el devenir de los pueblos de las dos grandes masas geográficas que conforman
la superficie emergida de este planeta en donde tiene lugar la humanidad:
Eurasiáfrica y América. La pretendida hegemonía euroasiática basada en la Genética
o el desarrollo intelectual es criticada por Diamond como ideológica. El hecho es más simple: Eurasiáfrica es
más extensa. Posee mayor proporción de especies vegetales y animales. Las
barreras a la expansión de la revolución neolítica fueron mucho menores que en
América. La ganadería conoció mayor desarrollo por haber mayor cantidad de
especies qué domesticar, y como consecuencia indirecta los euroasiafricanos adquirieron
mayor resistencia a las enfermedades.
Podemos encontrar este libro en: http://www.libro-s.com/l/armas-germenes-y-acero-de-jared-diamond-137561/
Por cierto, parece que aún no se
traduce al castellano lo último de Diamond: The world until
yesterday: What can we learn from traditional societies de 2012. Nos eximimos así de reseñarlo. Todo llegará.
V
Colofón
No nos sorprende demasiado que a Diamond no se le haya dado demasiada
bola en el Perú. Acá en dicho aspecto preponderan las carreras de “letras” pues
sus profesionales tienden a ser mejor articulados que los de las llamadas
“Ciencias”. Y los celos suelen ser terribles. Claro que esto lo único que hace
es manifestar la estructura del ghetto
a la que estamos acostumbrados. Pero de qué sirve leer si no te lleva a la
acción. Así que lee lo que quieras.
Y actúa.
CRÓNICAS DE LECTURAS – 53
Historiadores Griegos Clásicos
I
La Historia en la Grecia Clásica
La Historia al principio era algo
muy distinto de la Ciencia que pretendemos que es ahora. Algunos le discuten
ese carácter aún, pero para ciertas cosas hay obligación de ser riguroso, aún
más para decir qué cosa es y qué no es Ciencia. En los albores de la humanidad
la Historia era la explicación de la existencia de las cosas y se confundía con
el mito. Por otra parte, si las condiciones para decir que “x” es Ciencia son
rigurosas, habría que ser un Giambattista
Vico para decir que tenemos algo parecido a una Ciencia. Y para otros, por
lo menos hay que llegar a la escuela de los Annales.
En mi recuerdo anda la Historia Universal
de César Cantú, historiador italiano
del Siglo XIX, que pertenecía a mi amigo Alejandro
García Rossell, la que yo leía “por entregas”, prestándome un tomo cada cierto
tiempo. Me impresionó que empezara por la creación del mundo según la Biblia, lo que no me sonaba muy
científico. Cuando me iba a un tomo ulterior la situación no mejoraba: Se
condenaba la alianza Franco-Turca del siglo XVI contra España y el Papado. El
historiador del siglo XIX narraba la Historia en función de su clericalismo
conservador, de su oposición a la unidad italiana y al liberalismo. Vi que esa
Historia tenía poco de ciencia y demasiado de opinión política. Pero fue por Parménides, filósofo griego clásico,
que diferenció δόξα (doxa - opinión)
de ἐπιστήμη (episteme - conocimiento cierto y verificable), que empezó a
arreglárseme algo la vaina esta de entender la Historia como Ciencia.
La narración de Homero es leyenda referida a los
dioses, y se ve a estos intervenir todo el tiempo en los sucesos humanos. En Herodoto en cambio la narración se
vuelve investigación, comienza por interrogarse sobre el pasado del ser humano,
y constata que responderlas nos dirá algo sobre el ser humano mismo. Y eso ya
es Historia, los relatos de las hazañas de los hombres, de los enfrentamientos
entre Grecia y Persia, hechos en los que la intervención de los dioses en el
mejor de los casos está velada. Los historiadores saben que dichos sucesos
acaecieron por los testimonios. Así recoger y narrar testimonios se hace parte
esencial de la disciplina de la Historia, suma de relatos con Herodoto, Jenofonte y sus antecesores;
crónica cuasi jurídica con Tucídides.
Aunque combinada con otros elementos de diversa procedencia, ya existe Historia
y el título de Padre de la Historia acordado a Herodoto parece merecido. Parece incluso que lleva ventaja a los
postmodernos que buscan entes metafísicos para explicarse los acontecimientos,
a Herodoto le bastan los actos de
los hombres. La cronología aparece y se vuelve auxilio para ubicar los hechos en
un antes y un después, y por ahí empieza a colarse la racionalidad en la
Historia, en la relación causa – efecto tan particularmente clara en Tucídides. No es suficiente para decir
que tenemos una Ciencia formada y una Epistemología definida, pero para empezar
no estuvo nada mal.
II
Herodoto y Los Nueve Libros de la
Historia
Esta es la exposición del resultado de las investigaciones de Herodoto
de Halicarnaso para evitar que, con el tiempo, los hechos humanos queden en el
olvido y que las notables y singulares empresas realizadas, respectivamente,
por griegos y bárbaros – y, en especial, el motivo de su mutuo enfrentamiento –
queden sin realce. Así se inicia la magna obra de Herodoto, los Nueve Libros de
la Historia. O la Historia, así
llamada a secas, como si no hubiera la posibilidad de que ningún otro relato se
denomine así. Probablemente así era en el momento o así lo pensaba el propio Herodoto. Me lo imagino varón maduro y
trajinado, medio provinciano, natural de un Halicarnaso bajo soberanía persa,
que llega a la metrópoli ateniense tratando de hacer valer su erudición,
experiencia y apego a los dioses. No fue el primero en ello, ni sería el
último. Incluso Plutarco dijo de él
que inclinaba su favoritismo hacia Atenas y la hegemónica familia de los
alcmeónidas a la que pertenecía el gran Pericles.
Hoy en día Los Nueve Libros de la
Historia son juzgados más imparciales de lo que se creyó por siglos. Y por
cierto en parte es porque aquí se inicia la “narración larga” en lengua jonia y
se diferencia de los que le anteceden porque busca el sentido de lo que narra
en lo narrado. Aunque no es un filósofo que trata de demostrar un logos, sí relata hechos y se detiene de
vez en cuando para darles el sentido que viene dado en el equilibrio entre las
decisiones de los hombres y el ciego destino que los dioses les acuerdan. Los
apogeos y caídas, las victorias y derrotas, los hechos públicos y los sucesos “privados” se
vinculan en ciclos que se equilibran, y por eso los mensajes de los dioses por
medio de oráculos y sueños son de importancia para develar algo de esos ciclos
circulares en los que se presentan los acontecimientos que la Historia narra.
Y sin embargo, Herodoto no es filósofo sino logógrafo, es decir un relatador
de historias (lógoi) – Tucídides, por cierto, dirá después que
Herodoto no es más que un logógrafo – que recoge de diversas fuentes. Es
decir, es un investigador. No se diferencia mucho del geógrafo Hecateo, su inmediato antecesor en esto
de contar lógoi, de los que alimenta
sus larguísimas digresiones que sin embargo tiene planeadas y dan cuenta de lo
que sabemos de la antigua historia de naciones como Egipto y Escitia. La
extensión de lo que escribe y su orden lo diferencian de sus predecesores.
Eslabona lógoi de distintas
procedencias y referidos a diversos hechos o sujetos, algunos incluso tildados
de novelas por los componentes fantásticos que registran, que no parecen sino
sacados de Las Mil y Una Noches, como
la historia de Polícrates, antecesor de Simbad y Alahu-d-Dín. En todo
caso, inconsciente o conscientemente, Herodoto
trata de continuar la narrativa iniciada en los poemas homéricos, con las
transformaciones que hemos visto, y ahí en su transcurso descubrirá un algo –
un logos – que podría llamarse Historia Universal, que como paradigma
conservamos hasta hoy, pero que entonces era extremadamente complejo de
entender porque no correspondía a los paradigmas de lo que podía conocerse.
Pensemos en Platón y Aristóteles y su terca y opuesta búsqueda de la esencia,
que se pierde en la sucesión de los acontecimientos que la historia narra: Nadie se baña dos veces en el mismo río,
y acá el problema de fondo no es bañarse, sino conocer el río.
Una versión de Los Nueve Libros de la Historia la
encontrarás en este link: http://www.ebooksbrasil.org/adobeebook/nuevelibros.pdf
III
Jenofonte y La Anábasis, o La Retirada de los Diez Mil
Casi siempre soñamos o deseamos
que las historias épicas sean verdaderas. Nos gusta cuando las gentes emprenden
esfuerzos importantes y salen victoriosos de las luchas por la supervivencia.
Este fue el caso de Jenofonte el
poeta, filósofo y guerrero tan poco sospechoso de aspirar al estatus de
historiador, y sí más bien lúcido y apasionado cronista de los dramáticos
sucesos que le tocó vivir. Veterano de la caballería ateniense en las guerras
con Esparta, antiguo discípulo de Sócrates
y compinche de Platón, harto de la
mediocridad de los Treinta aristócratas Tiranos, se conchabó de mercenario
siguiendo a su amigo del alma Proxenio
en la aventura que emprendió Ciro el
Joven, aspirante al trono persa ocupado por su hermano Artajerjes II. Las Guerras Médicas y las humillantes derrotas de
los persas en Maratón, Platea, Salamina y Cabo Micala les habían mostrado la ventaja
de contar con mercenarios hoplitas, si bien parece no aprendieron del todo bien
lo costoso que es combatir a las democracias. Unos 10,000 griegos se sumaban a
la fuerza de Ciro el Joven en
Cunaxa, batalla cuyo fin fue la muerte del propio Ciro, con el lógico desbande de su ejército. Los de Artajerjes prométense fácil victoria y
botín, invitan a parlamentar a los jefes helenos – entre ellos el espartano Clearco y el mismo Proxenio - y los matan a
traición creyendo que desmoralizarían a la tropa. Los persas no aprendían la
lección, error que también cometieron los reyes absolutos de los siglos XVI a
XX, el Káiser Guillermo, Adolf Hitler y una fila de jerarcas
soviéticos: Se metieron con la democracia. Los griegos en Cunaxa, advertidos
del doble discurso persa, formaron sobre la marcha un ágora portátil y una
Polis móvil, nombraron jefe al propio Jenofonte,
e iniciaron la Anábasis - ανάβασις,
la Gran Retirada de los Diez Mil a lo largo de más de 4000 kilómetros de
territorio hostil hasta la Trebizonda en las costas del Ponto Euxino, hoy Mar
Negro.
Como todo verdadero jefe que se
respete, Jenofonte es modesto, sabe
cuánto le debe a los soldados, a los que respeta como ciudadanos armados que
son, y se hace personaje secundario de sus propias crónicas, refiriéndose a sí
en tercera persona, recurso que estudiadamente empleará después Cayo Julio César en De Bello Gallico. Jenofonte escribe en lenguaje coloquial, sencillo y llano, expresionista
y minucioso, véase esta parte que no parece sino que habla por sí misma: Quirísofo y los generales de mayor edad
reprochaban a Jenofonte el haberse separado de la falange para acudir donde el
enemigo, poniéndose en peligro sin obtener resultados positivos. Al oír esto,
Jenofonte les dio la razón. “Pero – díjoles – me vi forzado a perseguirles
porque veía que si nos manteníamos sin hacer nada, sufriríamos el daño que nos
quisiera hacer el enemigo, sin poder obtener el desquite (…) los enemigos
arrojan sobre nosotros flechas y piedras desde una distancia tal que es
imposible que la obtengan los arqueros cretenses ni los que lanzan dardos con
la mano.(...) Si queremos impedir que nuestros enemigos puedan causarnos males
(…), necesitaremos lo antes posible honderos y jinetes”. Se muestra al
estratega y táctico que con paciencia y detalle explica a los hombres qué pasa
y qué piensa hacer para resolver las cosas, que el mejor soldado es el que sabe
lo que se hace. Alejandro Magno, Julio César, Saladino, Napoleón Bonaparte lo
aprenderán así de él, y este será uno de los secretos de sus grandes victorias.
Políticamente Jenofonte es
conservador y partidario del panhelenismo, resultado de la experiencia de haber
vivido en medio de griegos de todas las procedencias enfrentados a
circunstancias extraordinarias. Los sentimientos y emociones pueden contar más
que la razón y esto es algo que todo líder aprende por poco que se comprometa. Los
griegos emocionados al ver el mar tras heroica marcha lo saludan con los gritos
de θάλασσα, θάλασσα (Thalassa, Thalassa = ¡El mar, el mar!). Imaginamos que fue en
ese momento precisamente que Jenofonte
se sentó a descansar por primera vez desde Cunaxa, y se dijo esta historia tengo que contarla. En
este vínculo hallaremos una versión de la Anábasis:
http://www.todoebook.net/ebooks/ClasicosGriegos/Jenofonte%20-%20Anabasis%20-%20v1.0.pdf
IV
Tucídides y la Historia de la
Guerra del Peloponeso
Herodoto y Jenofonte son
dos personajes más o menos comunes y silvestres, socialmente no demasiado
destacados. Tucídides en cambio era
miembro de una de las familias atenienses tradicional y políticamente más
poderosas, la de los Filaidas, a la
que pertenecieron Cimón y Milcíades, nada menos. Así que por
derecho de familia fue estratego en la Guerra del Peloponeso, con tan mala
suerte que el espartano Brásidas le derrotó,
y fue por ello condenado a exilio por la nada complaciente democracia de
Atenas. Así que Tucídides muy afecto
a esta democracia no era, pero le era fiel debido al concepto religioso de la
polis que compartía con todos los griegos de su tiempo. El equilibrio que
m,uestra en su libro lo ha hecho paradigma de historiador, parece que debiéramos
atribuirlo al hecho de haber sido desterrado, y poder ver las cosas con mayor
distancia, perspectiva y perspicacia. Por eso se alejará a sabiendas del
arquetipo establecido por Herodoto,
al que tildará de simple logógrafo
(hacedor de discursos). La obra de Tucídides
se basará en una especie de contrato entre el autor y lector: el lector te
cree, pero porque tú le dices la verdad y puedes probar lo que narras por ser
testigo de vista de ello. Así al logoi (discurso)
se le añade el erga (acontecimiento),
es decir que lo dicho en el logoi se
apoya en la prueba de testigos interrogados que dan información que se
corrobora y apoya en pruebas válidas jurídicamente. En cierto modo podríamos
decir que Tucídides escribe “bajo
juramento”, o por lo menos nos logra hacer creer que así es.
El formato legalista de la
historia según Tucídides le lleva
así a escaparse de la colección de anécdotas e historias en que a veces cae Herodoto, y a desarrollar ciertos
aspectos de lo narrado a los que el susodicho no les daba tanto peso: Las
motivaciones que movilizan a los actores, por ejemplo sus temores y ambiciones,
su psicología interior que revela el material del que está hecha su alma. No se
conforma con la explicación herodotiana del ciclo y equilibrio marcado en última
instancia por una instancia medio mítica medio filosófica, sino que se
adentrará en las complejidades del libre albedrío como explicación de los
sucesos históricos. Es decir, si Herodoto
mira a los hechos, se regodea e interesa en ellos, en cambio Tucídides los emplea como
intermediarios de una cosa rara: La explicación de por qué algo ocurre, la
causa de los acontecimientos. Esto se ve claro en ciertos “testimonios” presentados,
que en realidad y a pesar de toda la parafernalia legalista con que Tucídides los rodea, no son tales: los
discursos que registra, que no son de Pericles
o de los melianos o de los espartanos, sino que son la voz del propio Tucídides comentando los actos y sus
motivaciones, reconstruyendo sus intenciones y motivos. En esto se ha querido
ver la influencia del médico Hipócrates,
patente por cierto en la descripción de la peste en Atenas y de las neurosis de
guerra. Así principia la Historia Clásica griega. Encontraremos la Historia de la Guerra del Peloponeso en
el siguiente enlace:
V
Colofón
Fueron los griegos clásicos los
que nos enseñaron a hacer Historia. Bueno, en realidad nos enseñaron a hacer
casi todo. No voy a poner a competir a los griegos con los moches, por ejemplo,
pero si la existencia pasada de un solo pueblo pudiera explicar la Cultura de
occidente, esa de los órdenes arquitectónicos, la Lógica, la Democracia y la
Ciencia, ese pueblo sería el griego. Nos guste o no. Y punto por ahora.
CRÓNICAS DE LECTURAS – 54
Poesía: Estos Tres (O tal vez Cuatro)
I
Estos Tres (O tal vez Cuatro)
Lo dije en otra Crónica, la
poesía es un problema porque se cree uno que la entiende y no entiende uno ni
miéchica. Por lo menos así me han dicho algunos de mis amigos que saben y con quienes
me he atrevido a decir mi palabra. No es que importe tanto tampoco, pero uno
siempre trata. En fin, de lo que tratando se trata es de tratar que nada humano
sea ajeno, y creo que es por eso que uno se posee los poemas y los poetas que
le gustan, y tal vez sea mejor ni siquiera mencionar mucho por qué, por no
hacer el ridículo. Pero lo hice con César
Vallejo en otra Crónica y no me importó porque en muy buena compañía
estaba. Que al final lo que cuenta es qué captas y qué sientes y qué dices y
qué tramas. O en el caso del Cholo Vallejo, qué te hace captar,
sentir, decir y tramar. Y en el caso de Arthur
Rimbaud lo que representa ser más de lo que eres, y maldigo que mi francés
no lo haya aprendido como debía, la cosa se me escape y tenga que ir al
castellano para decir a Rimbaud – y
eso que cumple con los poetas castellanos
-, que estuvo conmigo dándole palabra a lo que te atraviesa el resuello
cuando estás en medio del monte una noche de tormenta subido en una torre
mientras otros están convencidos de que estás completamente loco:
Je sais les
cieux crevant en éclairs, et le trombes
Et les
ressacsel les courants: je sais le soir,
L´Aube
exaltée ainsi qu´un peuple de colombes,
Et j´ai vu
quelquefois ce que l´homme a cru voir!
(Yo sé de los cielos que estallan en rayos, y de las trombas / y de las resacas y de las corrientes: / ¡yo sé
de la tarde, del alba exaltada como un pueblo de palomas, / y he visto alguna
vez, eso que el hombre ha creído ver!)
J´ai vu le soleil bas, taché d´horreurs mystiques
Illuminant de longs figements violets,
Pareils à
des acteurs de drames très antiques
Les flots
roulants au loin leurs frissons de volets!
(¡Yo he visto el sol caído, manchado de místicos horrores. /
Iluminando los largos flecos violetas, / parecidas a los actores de dramas muy
antiguos / las olas meciendo a lo lejos sus temblores de moaré!)
Y aunque no sé si dije lo que
quiero decir, igual avanzo hacia mis poetas y mis poemas que me representan ser
más de lo que soy. Pretendo así tratar de algunos poetas, y esto es mucho
decir, porque los hay muchos. Si como Martín
Adán, Poesía no dice nada / poesía se
está callada / escuchando su propia voz, entonces en estos tipos la poesía
habla alto, trataré de estar a su altura y compartir lo que me dicen.
II
¿Qué es la vida? Algo que me fue
dado / sin pedirlo, y que pienso devolver desdeñoso
(Omar Khayyam)
La poesía suele ser más
interesante si lo que se dice, el quién lo dice y el cómo lo dice se
corresponden. Abu´l Fath Omar ibn Ibrahim,
conocido como Khayyam, (= el fabricante de tiendas) era hombre
universal, sin miedo al infinito desde que sabía que nada tenía para él, que observó
los astros e hizo matemática y física y reformó el calendario, lo que en su
época no era poco. Se conserva de él un sesudísimo tratado de Álgebra, lo que suena raro. Pero otros
han circulado de un lado al otro, como el estadounidense Fred Hoyle y el argentino Ernesto
Sábato, científicos metidos a literatos y humanistas, y nada les ha pasado.
Omar Khayyam, persa y poeta y
erudito, vivió hace casi mil años, y aunque ignoro la lengua persa y muy poco
sé de su milenaria cultura, por ahí un viajero me contó que el Irán es una
tierra que, como mi tierra peruana, donde levantas una piedra encuentras dos
poetas, uno de ellos declamando. Como pasa a todo honesto hombre de ciencia, Khayyam fue acusado por sus envidiosos
contemporáneos de mundano, materialista y hasta de repente - ¡ye Alá
el Clemente, el Misericordioso, no lo permitas! – ateo, impío, blasfemo y borracho.
Sólo de lo último estamos seguros, las referencias que tenemos no son
abundantes ni claras, la leyenda oscurece mucho, incluso los poemas que se le
atribuyen puede que no sean suyos. Pero dejó tan profunda impresión que todo aquello
que posee un cierto espíritu se le atribuye. Es que es difícil encontrar la
perfección de la forma instalada en lo universal de la sensación de estar vivo.
Las traducciones transmiten un
poco de lo que es el ruba iy yat, que transliteramos rubaiyat, y que es lo único que
conocemos de Khayyam: cuartetos - cuatro
versos - en rima asonante. Se traducen en el siglo XIX al inglés y francés,
llegan al castellano desde allí. Y aún traducción de traducción, nos hace ver a
Omar Khayyam como cumbre de la
Literatura Universal, en especial para los desencantados de la vida y los
escépticos profesionales. En los Rubaiyat
Khayyam dice: Despertaos, despertaos durmientes, que la aurora / arrojó ya la piedra
… (Rubaiyat 1), y con ello invita
a mirar la Vida como es, pues vivir es harto mejor que no vivir. Khayyam es como Walt Whitman y como César
Vallejo en su identificación con lo que es plenamente humano en lo concreto:
Cierra tu libro y piensa. Mira, impasible
al Cielo / y a la Tierra. Da al pobre la mitad de tus bienes, / perdona las
ofensas, no le hagas daño a nadie / y apártate a un rincón si quieres ser
dichoso. – Rubaiyat 135. En
cierto modo poeta de la calle, mas metido en su estudio pues no gusta salir y más
bien sí gusta del vino con los buenos amigos, en su propia sala. Allí compone
poemas para exorcizar al gran enemigo de los hombres, el absurdo miedo al más
allá, el miedo a la muerte – se adivina al matemático y al cientista duro –
porque en vez de disfrutar lo que positivamente tienes te concentras en temer
eternos castigos de los que ni siquiera estás seguro. Lo único tangible que
poseemos es la vida en esta tierra, y si eres sensato la aprovecharás al
máximo. Así que déjate de vainas, despréndete de tus angustias, aprovecha este
corto pasar: Deja ya tu egoísmo; no temas
la pobreza / No persigas el oro. Y bebe, que una vida / tan llena de pesares
hay que pasarla siempre / en un sueño profundo o embriagado de vino – Rubaiyat 36. Lo único que podemos decir
de cierto de la muerte es que nadie ha vuelto de ella a contarnos cómo es la
nuez, y no hay sentido en preocuparse de lo que no sabemos.
Si acá se detuviera el asunto no
sería Khayyam más que uno de tantos
que hablaron contra la muerte desde el vino y el amor. En Khayyam hay también
un místico enfrentado a los ortodoxos que no faltan ni en el islam ni en ninguna
otra religión, esos fariseos hipócritas que pretenden gobernarte por el miedo: Hay quien medita sobre la religión por
gusto. / Hay otros que vacilan entre Certeza y Duda. / Mas surgirá un heraldo
de pronto, que les grite: / “¡Estupidos! La senda no es ésta ni es aquella”
– Rubaiyat 171. Pero saber que el
tiempo corre es sufrir más, por eso la inconsciencia del éxtasis por la mística,
el vino, el amor, la belleza. Así combatimos al tiempo destructor: ¡Vino! Lo creó Dios. Es de las más hermosas
/ muestras de su poder. ¿Quién será, pues, el tonto / que lo desprecie? ¿A qué privarnos de él si es bueno? - Rubaiyat 19. Así descubrimos la
realidad del interior, el lado oscuro de las cosas: ¿Sé cuando vine al mundo y cuándo me iré? Nadie / puede fijar la fecha
de su muerte. Tampoco la de su nacimiento. Trae vino, jovenzuelo. / Quiero
olvidar que nunca sabré nada de nada. – Rubaiyat 117. La fe de Khayyam
no es fácil de comprender, está en lo que como poeta percibe del mundo: No pretendo pedir el perdón de mis culpas, /
pues hablar con Alá lo creo irreverente. / Sólo le bastará cubrirme con el
manto / de su clemencia, para hacerme inmaculado – Rubaiyat 84. Y así Omar
Khayyam, de quien se dijo en vida y en muerte que era un ateo y un
descreído, se pone en manos de Alá
el Clemente, el Misericordioso.
Un link con los Rubaiyat de Khayyam, a continuación:
III
¿Por qué vacía la multitud calles
y plazas, / y sombría regresa a sus moradas?
(Konstantinos Kavafis)
La obra de Konstantinos Kavafis (1863 – 1933) es básicamente poemas sueltos.
Es que corregía y corregía y trataba hasta la náusea de mejorar lo que escribía
antes de publicarlo, y no trataba de ordenarlo, excepto del modo cronológico. Muchos
de sus poemas se publicaron en revistas, y toda la obra son poemas y poemas
individuales sin aparente relación objetiva de los unos con los otros, más allá
de ellos mismos. Ello nos podría sugerir que Kavafis sería tal vez algo descuidado, pero leyendo con atención
parece más bien que cada poema era como una obra maestra, completa en sí misma,
y no necesita agruparlos para hacer un poemario con unidad de sentido, aunque
lo encontremos. Se nota sí que gusta de lo demótico, lo popular, lo sencillo.
Sus poemas no son alambicados ni culpables de retórica, y cuando traen
incorporado tema histórico son opuestos a la solemnidad de la Historia de la
Grecia Clásica y del Helenismo, a no ser que la traigan o la encuentre per se – con visiones de las cosas menos
permanentes y más bien más humanas y menos locuaces del acontecimiento que los
motiva. Por ello hay una suerte de igualación o equiparación o “isovaloración”
– espero que sirva el neologismo – de sus personajes y circunstancias poéticos
(Honda pena embarga a Zeus. O también
En las bodas de Tetis y Peleo, / Apolo se
levantó de la espléndida mesa) en una suerte de intemporalidad que reúne en
una sola comunidad el hoy con los siglos pretéritos, desde los homéricos en
adelante hasta encontrarse con los actuales habitantes y circunstancias de
Atenas, Salónica o Alejandría: Cuántos
jóvenes en Alejandría ahora, / en Antioquía, en Beirut / (…) / reunidos en
selectas asambleas / donde se habla de filosofía / y de la maravilla del amor,
/ silenciosamente callan absortos. / Dejan a un lado sus copas sin tocarlas, /
mientras piensan en la fortuna de Herodes. Kavafis habitante de Londres, Alejandría, Atenas y Estambul, que
escribió en griego, sabe del aislamiento, de la arrogancia, de la nostalgia, de
la desesperación, aunque siempre o casi siempre te la narre o te la cuente
desasida, como si fuera de otro aunque sea suya. Eso me fascina de él, cómo te
intermedia con lo Otro: Soy un hombre
arruinado y sin raíces. / Esta ciudad fatal, Antioquía, / ha devorado todo mi
dinero: / esta ciudad fatal con su vida extravagante.
No hay en él la preocupación de Khayyam ni la identidad con las gentes
y los entornos de Whitman o Villon, en todo caso sí su identidad
con un tipo humano, el suyo. Kavafis
deja un cierto aroma de decadencia, de actitud y de vida mucho muy lazy, naïve, dandy, suave loco. No por ello es menos poeta ni menos brujo,
porque es él mismo, y en última instancia se canta a sí mismo como Whitman, o a su placer como Khayyam. Vivió dicho placer sin escrúpulos
ni remordimientos en la Alejandría y el Estambul de cambio de siglo, epiceno y
bisexual sin tapujos, adorador del cuerpo, que no da impresión que haya tenido
que salir del clóset pues nunca ingresó a uno. Estoy seguro que esto produce
una suerte de envidia a los excesivos vigilantes de sí mismos, asustados de sus
veleidades homoeróticas. Con un poco menos de puritanismo y un poco más de su
alegría de vivir seríamos otra cosa: Recuerda,
cuerpo, no sólo cuánto fuiste amado, / no solamente en qué lechos estuviste, /
sino también aquellos deseos de ti / que en los ojos brillaron / y temblaron en
las voces – y que hicieron vanos los obstáculos del destino. Los que tratan
de exorcizar su temor de pasarse al otro equipo extrapolando su obsesión con Kavafis se equivocarían harto, dado que
la persona sana – homosexual o heterosexual
- no está ocupado, obseso o angustiado con su sexualidad. Eso viene dado y es
absurdo problematizarse más de lo necesario. Konstantinos Kavafis estaba muy ocupado viviendo su vida para
cuestionarse la cosa: Perdido para
siempre. Y por eso busca ahora / en los labios de cada nuevo amante / sus
labios; en el abrazo / de cada nuevo
amante perderse / como en aquél, quien a él se entregaba. Ganarse la vida
era tema de mayor importancia, como para todos. En lo intelectual andaba enredado
en muchísimos temas, como sus chambas en el periodismo y como funcionario
estatal. En tanto poeta, recuperar a Grecia y el Helenismo no parece que
le haya sido muy difícil, el medio ambiente donde vivió no le fue muy opresivo
(Nos recuerda la Alejandría que narra Durrell),
por el contrario, por las razones que fuere parece haber vivido sin mayores
conflictos, y los que podemos intuir por su poesía son objeto de ella: Aunque pobre te encuentres, no te engañará Ítaca
/ Rico en saber y en vida, como has vuelto, / comprendes ya qué significan las
Ítacas.
Encontré en la red los poemas eróticos de Kavafis, prologados por Mario Vargas Llosa, acá el link: http://www.arquitrave.com/libreria/librospdf/kavafis.pdf
IV
Muerte, invoco tu rigor, / tú que
me arrancaste a mi amiga / y no estás todavía satisfecha
(François Villon)
Si alguien tuvo mala suerte en la
vida, ese fue François Villon. Si
existe alguien a quien se pueda tildar de ser solamente uno más, anodino,
desapercibido y anónimo ciudadano de a pie, perfecto desconocido, proverbial Don
Nadie, ese es sin duda … ¿cómo se llamaba
…? …. Ah, sí … ese François Villon. Caray que hasta el nombre es vulgar. Hay algo de
anacrónico apache parisino y vividor de esquina de barrio en este francés del
Siglo XV cuya vida pasó desapercibida a la perfección, y tan a la perfección
pasó desapercibida que casi nada se sabe de él. Casi dos siglos tras su muerte “lo
descubren”. Y tan unido están los escritos que se le atribuyen a su
personalidad, que es de sospechar y no creérselo. Expliquémonos: Los que cantan
el abandono normalmente no están abandonados, ni todos los enamorados poetizan
el amor. Los que escriben saben que se necesita vivir “algo” para hablar de ese
“algo”, y con el mismo entusiasmo saben que para lograrlo hay que estar
distanciado de ese “algo”. Por eso Anatole
France no se comía que la Balada del
Ahorcado fuera de Villon, no
parece que, como quiere la leyenda, la Balada
se compusiera y terminara en las goteras del cadalso, justo antes de ser ejecutado
y con las justas rescatado en un salvamento de último minuto francamente de
película muda; con la Balada terminada y el personaje incólume. Pero
Villon poetizó o quizá simplemente
rimó lo vulgar, porque era vulgar él mismo, se parece en eso a Rabelais, en lo cochino y desastrado. E
incluso recuerda al zarrapastroso Henry Miller
de Sexus, Nexus, Plexus, el Trópico de Cáncer y el Trópico de Capricornio, varado en el
París de los años ´20 y ´30. Si tratamos de decir qué es Villon, mejor hagámoslo al revés: No es épico, no es lírico, no es
dramático, no es culto, no es decente, no es ficho, no es intelectual. Se ocupa
en sobrevivir, sin tiempo ni energías para ser decente y menos para ser digno,
esos son atributos de gente con plata, y ni falta que le hacen con la Guerra de
los Cien Años de paisaje. Así que ahí te las ves, y te preocupas de lo que realmente
importa: Comida caliente en la panza, distancia de la tropa y de la leva, los
favores de las putas de París – gratis, de ser posible. Y si tienes estro para
versificar, puedes recitarle tus Baladas
a los habitués de los bares, y así agenciarte
unos sous o invitaciones al mosto más
barato. Los literatos cultos dicen que Villon
no inventó nada, que sólo invirtió los valores de la caballerosidad
caballeresca de su tiempo.Yo prefiero algo más prosaico aún: En su tiempo de
tenderos y mercaderes a nadie le importaba un comino la devaluada retórica
caballeresca, se trataba de sobrevivir, y Villon
estaba en eso.
Puestos a sobrevivir, los temas
que conmueven el corazón y el bolsillo de los bebedores de los bares de París
son malditamente vulgares: Las prostitutas, la gorda Margot, esa que te sacó la vuelta y a la que haces la suprema burla
de hacer un testamento mitad burlándote, mitad con el rabo entre las piernas.
Que cuando pierdes no ganas, ni salvas la dignidad. Y los pobres pierden más de
la mitad de las veces, y la dignidad sólo se soporta con dinero. Vivir es
comer, beber y resolver necesidades: cuando
sin plata Margot viene a dormir / no puedo verla, a muerte mi corazón la odia /
(…) / Ebrios los dos, dormimos como un tronco. / Y al despertar, cuando el
vientre le murmura, / monta sobre mí (…) / bajo ella gimo, me deja más chato
que una tabla / (…) / en este burdel que es nuestro lugar. Y porque hay
temas importantes y cosas sin importancia que son importantes aunque no, es que
Villon le hace su Balada, la Balada de las Cosas sin
Importancia: conozco la muerte,
que todo consume / conozco todo, salvo a mí mismo. Y así la vida transcurre
velozmente en medio de la vulgaridad más vulgar, y por eso a la hora de los
loros la muerte es lo único importante. Villon
tiene a la Muerte presente todo el santo tiempo, incluso cuando se muere de risa. Pues si corres tras la
vida y no encuentras nada, por lo menos sí intuyes que morirse es feo y que si
vives, pues vivirás otro día, y quién sabe. Tantas gentes, yo mismo, seremos
olvidados a la perfección al par de minutos o de horas de estar tiesos. Nada
sustituye la vida, sobrevivir en la obra es extemporáneo, mira a Villon de qué le sirve. Por eso insisto
en que no quiero homenajes póstumos, los que me quieran ojomenear,
ojomenéenmelo acá nomás antes de que llegue la
antipática, y mientras pueda disfrutar de agasajos y vinos de honor (Just in case, me gusta el blanco riesling y el tinto cabernet sauvignon, de cepas decentes. Si hay duda vayansé de
frente al vino caro). La maldición china dice ¡ojalá vivas en tiempos interesantes! Y la desgracia de François Villon fue vivir un tiempo
malditamente interesante, donde los escrúpulos sobran, supuesto que alguna vez se
hayan tenido. Por lo poco que se sabe de su vida, François nunca los aprendió: Y Aquí
se cierra el testamento / y termina el pobre Villon. / Venid todos a mi
entierro / cuando oigáis el carillón.
Traducir a Villon es difícil, así que cualquier poemario es complejo de por
sí, pero acá tenemos un ebook: http://lengualoscantos.files.wordpress.com/2010/10/francois-villon-poemas.pdf
V
Colofón
En esta Crónica pudo haber estado
el romancero español. Debo la Crónica, junto con – ahora se me ocurre – tanto
poema y verso sin autor conocido. He mencionado de pasada algunos de mis
poetas, pero otros se me han pasado, de lesa majestad no hablar de Walt Whitman. Pero créanme gente,
cuesta más hacer una Crónica de mis lecturas poéticas que de cualquier otra
lectura. En poesía es donde uno debe ser claro en eso de Lee lo que quieras. Pero si alguno de mis lectores se enreda con los
Rubaiyat, Kavafis o Villon estaré
tranquilo. Por ahora, punto.
CRÓNICAS DE LECTURAS – 55
Sherlock Holmes – Parte Dos
I
Metida de pata
Haré un mea culpa. Me acabo de dar cuenta que disparé una Crónica
completita sobre Sherlock Holmes (La
número 20) con absoluta torpeza, evidenciada en que no mencioné ni uno solo –
ni uno solo, Dios de Israel - de sus libros y relatos. Se necesita ser bien
sonso para que algo así se le pase a uno, pero ahí tienen … se me pasó. Así que
puedo elegir entre seguir siendo el bobo de la tribu, o resolver la cosa,
abandonar el sambenito y mirarme al espejo sin ver las orejas de jumento
asomando por detrás de mi cabeza. Porque alguien dijo, no sé quien pero muy
sabio él, que Cometer un error y no
arreglarlo es cometer dos errores. Así que ya que se trata de fomentar la
lectura de Conan Doyle y del Detective,
lo menos que puedo hacer es comentar lo que no comenté. En mi Crónica número 20
me engolosiné con los autores del género y se me pasó … y lo repito, hay que
ser el bobo de la tribu para eso. Tampoco es que esté tan mal … ¿o no? Ojalá me
pudiera creer mis propias historias. Ok, está así de mal, pero no tanto porque
después de todo, son Mis Crónicas. Claro que como excusa no suena bonito y es pedante
como ella sola. Basta entonces de pedir disculpas, evolucionemos como evolucionó
el Detective.
Porque al principio, y esto suele suceder, se marcan los caracteres y se
establecen los parámetros narrativos. Le pasó a la Rowling en Harry Potter y la
Piedra Filosofal, que dispara el globo de ensayo a ver qué pasa con el Harry,
y narra aguantada y se proyecta, ma non
troppo, y sólo se manda de hachazo cuando las tranquilizadoras cifras de
las ventas la relajan y le dejan emplearse a fondo en lo que se traía guardado,
lo que dio para varios exitosos libros más. Y le pasó a Upton Sinclair en el primer libro de la serie de Lanny
Budd, El Fin del Mundo, cuyos
personajes eran suficiente para un libro solo, pero el éxito en ventas le
permite continuar el plan, y así el mocoso Lanny Budd crece entre los sucesos
importantes de la época, buen truco para contar su perspectiva de la historia contemporánea.
En esta situación estaban todos los novelistas por entregas del siglo XIX: Tolstoi, Dumas, Balzac, Dickens. Y también los sofisticados
guionistas de las series de TV de los siglos XX y XXI, que utilizan Focus Groups para ver por dónde va la vaina,
y se escriben tres y cuatro finales alternativos, a ver cuál asegura un punto
más de rating y un millón más de espectadores.
Así que cuando Arthur Conan Doyle escribió bajo presión
económica para la revista Strand,
presentó a su personaje el Detective de modo algo rígido y recargadamente
victoriano, exagerando la faceta de su personalidad obsesamente racional,
contrastándola con la de un tipo normal como el Doctor Watson. Claro que
ser “normal” en esta época de expansión colonial significaba un John
Watson M.D. veterano de las guerras coloniales británicas contra los pathanes
de Afganistán. Médico con clientela establecida y medios limitados, Watson debe compartir el alquiler de un
depa, y así halla a Sherlock Holmes
que busca lo mismo. No contaremos el resto, léanse la historia. Algunos
personajes acompañan a esta pareja: La Señora Hudson, que se ocupa del
arreglo y orden de las habitaciones de la residencia del 221 B de Baker Street;
Mycroft
Holmes, el hermano más listo
de Sherlock;
Mary
Morstan, esposa de Watson; los Inspectores de Scotland Yard Lestrade y Gregson;
los irregulares
de Baker Street; el Profesor Moriarty y su segundo el coronel Sebastian Moran y algún otro que se me
escapa.
II
Las Cuatro Novelas
Conan Doyle escribió Cuatro Novelas en las que aparece Sherlock
Holmes, amén de cincuenta y seis relatos cortos. Las novelas son Estudio en escarlata (1887), El signo de los Cuatro (1890), El sabueso de los Baskerville (1902) y El Valle del Terror (1914). Esta última no
cuenta tanto en el canon, porque Conan
Doyle utiliza a su engreído Holmes un algo al principio y un
poco al final para presentar y enmarcar a otro Detective: Edwards El Pajarraco, por
el que sentía cierta predilección. Al estallar la Gran Guerra en 1914, Conan Doyle se interesa en un Detective
estadounidense, pues estaba ideológicamente convencido de la necesidad de unir
a las dos naciones más importantes de lengua Inglesa y dominar el mundo para
propio beneficio tanto como - así lo creían con conmovedora ingenuidad - el del
resto del mundo. Los que no somos ni británicos ni estadounidenses podemos, claro,
tener una opinión matizada. También se comprende la intención de Conan Doyle de sacar de la neutralidad
a los Estados Unidos, cosa que mejor que Holmes logra el Kaiser Guillermo II al permitir a sus submarinos hundir sin previo
aviso navíos estadounidenses. El Valle
del Terror se ambienta en los Estados Unidos, y narra la infiltración de un
agente encubierto en la organización sindical conocida en la vida real como los
Molly Maguires. Se la considera un
anticipo importante de la Novela Negra.
Y por supuesto, es sumamente interesante y estupendamente narrada.
Estudio en escarlata (A
Study in Scarlet), en donde surge Holmes, se publicó en 1887:
Le valdría a su autor el fortunón de 25 libras
esterlinas por derechos de autor de una novela con un personaje
del que no se sabía si funcionaría. La historia está bien hilvanada y engancha
rápido, por más que el formato narrativo lo sintamos hoy un poco pesado. Más
simple en relación con obras posteriores del Detective, manifiesta un Conan Doyle que trata de no meter la
pata en la trama y los personajes: Lo fundamental es mostrar el método analítico
del Detective
como rasgo característico, confrontado con la aparente simpleza de Watson.
Que el plan de Conan Doyle no
contemplaba quedarse ni con la anécdota ni con el personaje queda patente en que
en la siguiente novela, El Signo de los Cuatro,
Watson
se enamora, se casa con la coprotagonista Mary Morstan, y deja de residir en
Baker Street. Esto obligará luego a Conan Doyle a malabares y explicaciones
para reunir de nuevo a sus personajes. La trama empieza con la desaparición del
Capitán
Morstan, padre de Mary, y la llegada de unas
misteriosas y muy costosas perlas. Repito, no narraré más que lo estrictamente
necesario para dejar a mis lectores con la miel en los labios, y creo que puedo
interesar más señalando que éste es el único relato donde Holmes consume
abiertamente cocaína. Para muchos, por cierto, es la mejor novela de Sherlock
Holmes.
Pero El sabueso de los Baskerville (The
Hound of the Baskerville – 1901) es considerada la mejor novela de Sherlock
Holmes por muchos más. La revista Strand
la publicó por entregas, ambientada en Dartmoor, Devonshire; y usando una
leyenda local para construir el argumento: La muerte de Sir Charles Baskerville
lleva al Doctor Mortimer a buscar la ayuda del Detective, al que lee la
Maldición de los Baskerville, donde se menciona al Sabueso Infernal que da
título a la obra y que sería el aparente e inencontrable asesino. Llega de
Estados Unidos el heredero Henry Baskerville, y ocurren
diversos hechos más o menos inexplicables y extraños que de acuerdo a las
convenciones del género, plantean ciertas pistas que se mantienen oscuras hasta
el final, cuando se descubra el toletole y se arme el rompecabezas. Holmes
envía a Watson a la Mansión Baskerville a que le remita informes y
reportes de lo que va pasando y de los personajes que surgen, como los
supuestos hermanos Stapleton, Barrymore, Selden, Laura
Lyons y otros. Holmes aparece inesperadamente,
rasgo nada raro en nuestro personaje, y por fin aparece el Sabueso que por cierto
a estas alturas se ha hecho bastante de rogar. Hay un crimen más y Holmes,
Watson
y Lestrade
consiguen neutralizar al sabueso, que resulta ser un perro bravo disfrazado de
espectro. En el epílogo se descubre todo el pastel, como es propio de esta clase
de obras, y se resuelven los puntos oscuros.
III
Relatos cortos: Las aventuras de
Sherlock Holmes y Las memorias de
Sherlock Holmes
El primer relato con Sherlock
Holmes de protagonista ya dijimos que es el Estudio en Escarlata de 1887. En 1892 aparece el primer volumen de
relatos cortos: Las Aventuras de Sherlock
Holmes, que incluirá los relatos La
aventura de un escándalo en Bohemia, La
aventura de la liga de los Pelirrojos, La
aventura de un caso de identidad, La
aventura del misterio del valle de Boscombe, La aventura de las cinco semillas de naranja, La aventura del hombre del labio retorcido, La aventura del carbunclo azul, La
avntura de la banda de lunares, La aventura del dedo pulgar del ingeniero,
La aventura del solterón aristocrático,
La aventura de la diadema de berilo y
La aventura de la finca de Copper Beeches.
No hay mucho en común entre estos, salvo los personajes conocidos, los
escenarios victorianos y el ambiente fin de siglo. Conan Doyle no está aún del todo harto de Holmes, lo sigue armando
como personaje plebeyote y radical. Y eso no le gusta, pues se computa llamado
a más altos destinos. Es gracioso notar cómo el personaje se impone al autor,
así como notar que ninguno de sus personajes fichos sobrevive a Conan Doyle, el gran público sólo reconoce
al Detective
Holmes y al Profesor Challenger de El Mundo Perdido y su serie aparte de excelentes e imaginativos
relatos. Pero tenía el Detective una virtud que hizo que Arthur Conan Doyle le perdonara la vida
por un tiempo, y es que le paraba la olla.
Gracias a un hábil agente, el autor ganó 35 libras esterlinas por cada historia
publicada en el Strand, mas los
derechos de autor. Es normal que los gustos varíen de persona a persona, a mí
me gusta Un escándalo en Bohemia,
porque aparece (y desaparece) la mujer.
Irene
Adler representa al débil abusado por el fuerte, aunque es un débil paradójico,
con fortaleza propia. Holmes estará de su parte primero
porque es mujer y es guapa (Es la cosa
más linda que hay bajo un sombrero en todo el planeta), pero también por su
astucia y audacia. Holmes, que es consciente de su superioridad mental, es leal
también a su “subordinado” Watson: O los dos, o ninguno; en contraste con el desprecio que le inspiran
los aristócratas ociosos, en especial los del continente, incapaces de salir de
su pequeño mundo: Holmes se inclinó, se
volvió sin darse por enterado de la mano que el rey le alargaba, y se echó a
andar. En adelante su vocación lo llevará más a los de abajo que a los de
arriba, aunque por supuesto tratará que la justicia quede servida siempre, sin
importar la clase social, pero nunca elegirá un caso por el dinero sino por la inspiración
que le proporcione: En las Cinco Semillas
de Naranja enfrenta nada menos que al Ku Klux Klan, pero lo esencial es que
el caso le libre de su fastidio, de ese
particular spleen de la época que
según parece sólo se adormece con abstrusos casos a resolver, o con la solución
al 7 % de cocaína que se inyecta. Por lo demás, responde con verdadera flema
inglesa al juicio de Watson: … es usted
un benefactor de la raza humana.
En Las memorias de Sherlock Holmes de 1893, Conan Doyle ya está hastiado de Sherlock y le cobra a Strand Magazine un millar de Libras
Esterlinas esperando que no se lo acepten. Pero atracaron y se convierte así en
un autor muy bien pagado. Y todo por estas historias: Estrella de plata, La caja de
cartón (relato que contiene un adulterio, de cuestionada inclusión y publicación
errática), La cara amarilla, El escribiente
del corredor de bolsa, La “Gloria
Scott”, El ritual de Musgrave, El rompecabezas de Reigate, El jorobado, El enfermo interno, El
intérprete griego, El tratado naval
y El problema final. En este último
cuento o relato corto, Conan Doyle ya
estaba tan hasta la coronilla de su personaje, que lo mata en un ajuste de
cuentas final con el archivillano Profesor Moriarty, caen ambos en las
cataratas de Reichenbach en Suiza. El resultado fue la rebelión de los lectores:
Una carta tildaba a Conan Doyle de
“grandísima bestia” por matar a Holmes, la propia madre del autor le
desaprobó, pero Conan Doyle se
mantuvo firme diez años, al término de los cuáles consideró que ya estaba
bueno, que la voz del pueblo es la voz de Dios y que el dinero no tiene olor.
Es extremadamente curioso que la crítica sea casi unánime en considerar estos
relatos como los mejor escritos por Conan
Doyle, aunque como somos un poco cínicos diremos que por 1000 libras en
metálico era lo menos que podía hacer. De estos me gusta La “Gloria Scott”, nombre de un barco y absolutamente el primer
caso de Sherlock Holmes, donde despliega por vez primera la portentosa
habilidad analítica que le hace decir al juez Trevor todos los detectives de carne y hueso y los
de novela serían unos niños en manos de usted. Ahí tiene, señor mío, la
profesión de su vida … . El relato El tratado naval merece también mención
por el método que Holmes emplea cuando hay demasiados datos encontrados, cosa que
suele pasar en todo tipo de investigaciones: Lo vital se hallaba oscurecido y oculto por lo subalterno. De todos los
hechos que se nos presentaban teníamos que quedarnos con los que estimábamos
esenciales, para luego unirlos en su orden … Interesante heurística para
este tipo de casos, nada fuera de lo común incluso en la investigación científica.
IV
Más Relatos cortos:
La reaparición de Sherlock Holmes, Su Último Saludo en el escenario y El
archivo de Sherlock Holmes
El regreso de Sherlock Holmes es un conjunto de historias que Arthur Conan Doyle escribe casi a punta
de pistola, y con la que consigue a
duras penas bienquistarse con su público, al traer de nuevo a la vida al Detective.
Casi le cuesta esto la vida a Watson, al que le da un patatús al
verlo vivito y coleando. Pero es que había que traerlo sin forzar del todo la
historia, ya bastantes líos tenía Conan
Doyle. Menos mal Holmes había fallecido sin testigos.
Los cuentos agrupados bajo este título son La
aventura de la casa deshabitada, La
aventura del constructor de Norwood, La
aventura de los bailarines, La
aventura del ciclista solitario, La
aventura del Colegio Priory, La
aventura del “Negro” Peter, La
aventura de Charles Augustus Milverton, La
aventura de los seis napoleones, La aventura de los tres estudiantes, La aventura de los lentes de oro, La aventura del tres-cuartos desaparecido,
La aventura de la Granja Abbey, La aventura de la segunda mancha. Los métodos
de Holmes se explican más y tienen seguidores,
aunque no tan perfectos en laejecución: conozco
los métodos que usted emplea, señor y los apliqué allí dice el joven
Inspector Hopkins en La aventura
del “negro” Peter, y “No había huella
de pies”. “Es decir que no descubrió
usted ninguna.” “Le aseguro, señor, que no había ninguna.” “Mi estimado
Hopkins, yo he tenido que hacer investigaciones sobre muchos crímenes, pero
todavía no encontré uno que fuera cometido por hombres voladores”. Quizá la
más bonita de estas historias sea La
aventura de los bailarines, que recuerda un tanto a El escarabajo de Oro de Edgar
Allan Poe.
La compilación Su último Saludo en el Escenario, de
1917, abarca los relatos considerados últimos desde el punto de vista
cronológico, que culminan con el retiro del detective al campo. Los relatos que
forman parte de esta compilación son: La
aventura del pabellón Wisteria, La
aventura de la caja de cartón, La
aventura del círculo rojo, La
aventura de los planos del Bruce-Partington, La aventura del detective moribundo, La aventura de Lady Frances Carfax, La aventura del pie del diablo, Su
último saludo en el escenario. Este último
saludo se produce, literalmente a partir de las nueve de la noche del 2 de
agosto del más terrible mes de agosto en
la historia del mundo, el del estallido de la Primera Guerra Mundial. Narra
como el sin par Detective consigue burlar a Von Bork, el más hábil de
los germanos agentes secretos del Káiser,
que sin embargo muestra precisamente burdas incompresiones del carácter
británico que en opinión del patriota Conan
Doyle, les harán perder la guerra. Pero Holmes, Watson
y hasta la Señora Hudson han conseguido infiltrar como dobles agentes el aparato
de espionaje alemán en la Gran Bretaña, con el resultado que es posible que su almirante se encuentre con
que los nuevos cañones son de un calibre algo mayor de los que él supone y los
cruceros un poco más rápidos. Y es, en realidad, la última y más importante
aventura emprendida por Sherlock Holmes, en este caso en
favor de su patria al borde de la Guerra. El Detective para ello ha abandonado
por un tiempo su retiro, se ha hecho pasar por un americano de origen irlandés
y ha infiltrado la organización alemana de Inteligencia. Ahora que ha cumplido
con su deber volverá a su propiedad rural en la que vive dedicado a la
Filosofía, la horticultura, la crianza de abejas y la elaboración de su grande
y última obra Manual Práctico del
Apicultor.
El archivo de Sherlock Holmes es un conjunto tardío de historias
(1927) que se ha ordenado de diversas maneras, incluso partido en dos: Sherlock Holmes sigue en pie y El Archivo de Sherlock Holmes, cada uno
con seis relatos. Cuenta con las siguientes historias: La aventura de la piedra preciosa de Mazarino, El problema del puente de Thor, La
aventura del hombre que reptaba, La
aventura del vampiro de Sussex, La
aventura de los tres Garrideb, La
aventura del cliente ilustre, La
aventura de los tres gabletes, La
aventura del soldado de la piel decolorada, La aventura de la melena de león, La aventura del fabricante de colores retirado, La aventura de la inquilina del velo, La aventura de Shoscombe Old Place y en
algunas ediciones La aventura de los Seis
Napoleones y La caja de laca. No
abundaremos más en la data, solamente mencionaremos que estas Historias
pertenecen a los Archivos y por ende no tienen un orden particular. Pero no
podemos dejar de mencionar lo bien que funcionan estos relatos a pesar de los
años y de que se siguen contando una y otra vez con modernizaciones, aunque
esencialmente siguien siendo los mismos, claro que narrados ahora al derecho, al
revés, de costado, de arriba abajo y de abajo arriba, volteando a Conan Doyle, que los narró a la Victoriana,
es decir de adelante para atrás y de nuevo adelante. Así se han hecho y se siguen
haciendo infinidad de películas y series de televisión, inclusive sobre Shirley
Holmes, la nieta de Sherlock, dirigida al público
infantil y juvenil. En la actualidad se emite con Holmes de protagonista la
serie Elementary, a la que me referí ya;
y Sherlock, de la BBC.
V
Colofón
Quizá el problema mayor de estos
relatos fue que se convirtieron en estereotipos cuando los novelistas y
escritores se los apropiaron y los convirtieron en principios, axiomas,
técnicas y métodos. Sin embargo, esto es
esperable y no caben los purismos. Como dice Jardiel Poncela: Todo se ha contado, pero todo está por ser recontado,
una y otra vez. Y antes de decir punto, en este link hallarán ustedes el canon
completo de la obra Sherlockiana, y provecho: http://www.sherlockholmesonline.es/libros
CRÓNICAS DE LECTURAS – 56
Lecturas Políticas (I)
I
Política, Juventud y Educación para la Indiferencia
Empiezo con una nota real: Los
jóvenes la tienen tan complicada en estos días que soñar con la posibilidad de
cambiar las cosas en profundidad está tan a trasmano como el Turismo con gastos
pagados a la Galaxia de Andrómeda. La inversión a realizar para posicionar
laboral y socialmente a un joven hoy en día es tan ingente que resulta
inalcanzable ya no al promedio, sino a la gran mayoría de las familias en
nuestra sociedad, sólo unas pocas lo conseguirán. Tras ingentes gastos y desvelos,
hacia la mitad de la veintena habrá que tener un título “profesional”, y por
estricta situación de mercado muchos quedarán fuera. La igualdad como valor
democrático está pervertida y sustituida por un feroz e indisimulado clasismo.
La igualación social basada en la ciudadanía se ha evaporado, y se expande la
percepción de que los relatos igualitarios son una farsa y que lo único que
cuenta es la plata. Como no hay un punto de partida social parejo, los chicos
quedan atrapados entre el inicio de la pubertad y el fin de la adolescencia entre
el cuento de la educación y la realidad de su identidad de clase, cerrada como
una casta hindú. La estafa que constituye la educación – que, como dice la
canción, fue a otros que se le dio de
verdad – da como resultado por un extremo el escepticismo y por el otro la indiferencia,
que serán funcionales por algún tiempo, hasta que empiece el pingüinismo en el
Perú, esa es mi lectura. Si es Verdad que la Verdad nos hará libres, pues
entonces nuestra Educación no nos dice la Verdad, ni en el aspecto práctico de
desarrollar herramientas para la Vida, ni en el de formar Valores para la convivencia
civilizada.
Entre la sociedad y la escuela hay
una entelequia: La Educación Ciudadana, que algunos quieren Cívica, es decir pegada
al Manual de Carreño más que a Rawls
o Castoriadis. Toda democracia
constituye una apuesta social implícita que combina Orden y Libertad. El Pacto Social
en sociedades con larga historia de incorporar cada vez más segmentos de su
población a la libertad económica y política, ha sido el de tolerar la
desigualdad del mercado para elevar producción y productividad, y así elevar el
nivel de vida de las mayorías en plazos razonables. Pero cuando las castas
dominantes ejercen el poder sin asumir responsabilidad, dejan el elevar el
nivel de vida para otro siglo y no ven más allá de sus ganancias, entonces expropian
las libertades de la mayoría y faltan a dicho pacto, por más implícito que sea,
más aún si se apropian de la escolaridad (Más escolaridad no necesariamente es
más Educación). Allá abajo la Juventud pierde interés en la Política, que se ve
inútil y por saber que se carece de posibilidades de desarrollo, a no ser que haya
plata. Así aparece la generación NINI (NI trabaja, NI estudia) derrotada antes
de empezar, y que cualquier teórico político contaría como potencialmente
revolucionaria. Las válvulas obvias de escape para evitarlo son la emigración,
el narcotráfico, la delincuencia o el nihilismo, por lo menos para aquellos
jóvenes que no pueden contratar a sicarios para que asesinen a sus padres y así
disfrutar de farra perpetua con la herencia.
La Educación Ciudadana se imparte
menos en las escuelas que en los medios de comunicación. Los mensajes de los
medios están hegemonizados por los oligopolios que controlan la economía, y proyectan
la paradoja de una Política Formal signada por una hipócrita, angelical y
sesgada condena moral del mercantilismo y oligarquización. Años ha que se repite
la misma cantinela a los jóvenes: La
Política es una porquería, no te metas en ella si eres decente e inteligente.
Claro que falló el encuadre para tanto joven “decente” e “inteligente”, hasta
el extremo de oírse la extraña queja de que educar produce izquierdistas, lo
que lleva a la curiosa ecuación de Izquierdista = Decente e Inteligente; y a la
paradoja de que no debemos educar para que no haya contestatarios al sistema.
Pero esto es parte de la razón instrumental expresada en los Cuentazos del Desarrollo Económico. Para
lo que nos interesa ahora, digamos que desde Freud sábese que el Discurso Manifiesto contiene uno latente, que
en nuestro caso es: … déjame la política a mí, que me sacrifico y
te libero de esa carga … por un precio. Y el tal precio en la realidad real
será aceptar la Corrupción Institucionalizada como pago de que nos quiten al agobio
de la política – y lo lamentamos de dientes para afuera para no sentir la
obligación de hacer algo al respecto. Así conservamos nuestra ceguera, y que los
jóvenes se las arreglen como puedan en eso de encuadrarse en su sociedad. La
consecuencia es que de cada cuatro jóvenes como mínimo uno es NINI, y no
podemos hacerlos chefs felices a
todos. Y es en este contexto que hablamos de Leer Política hoy en día.
(Paréntesis: Vale esta
cita en el presente contexto: La
indiferencia es el peso muerto de la historia. La indiferencia opera
potentemente en la historia. Opera pasivamente, pero opera (Gramsci))
II
Pequeña Antología Política,
de Antonio Gramsci
Uno de los más importantes
teóricos políticos de todos los tiempos es Antonio
Gramsci (1891 – 1937). Abonan en su favor sus Cuadernos escritos en la cárcel de los fascistas de Mussolini, donde murió. A falta de fuentes
de consulta usó de su memoria, a más que tras un cierto tiempo en la canasta los pajaritos no se quedan en la
cabeza, y se habla con claridad, con el único límite de la censura de carceleros
ignorantes, y qué te pueden hacer a esas alturas. Así la acción política se
beneficia del tiempo pasado en estos spas,
a modo de pasantías políticas que tiemplan el carácter. Cuéntanse entre los
que han pasado vacaciones en la canasta
a Nelson Mandela, Josip Broz, José Mujica, Mohandas Gandhi,
Dilma Rousseff, Ricardo Lagos, Jawaharlal
Nehru, Hugo Chávez, etcétera. Y
no hay que olvidar a los que siguen presos, y a quien sus enemigos les terminarán
por regalar el poder como a Mandela.
Tras el colapso soviético, los socialistas más sólidos buscaron referentes
teóricos acordes a las nuevas circunstancias. Antonio Gramsci resulta
ser muy adecuado y tan ortodoxo que Palmiro
Togliatti, jefe del Partido Comunista Italiano, lo veía continuador de Carlos Marx. Desde el otro lado, observamos
que el poco sospechoso de progresismo de cualquier especie Opus Dei, que controla entre otras cosas una conocida Universidad
Peruana, lo estudia con los recursos de la Universidad como al peligroso
enemigo que piensa es, y edita opúsculos contra Gramsci, lo que nos indica que hay quien rinde homenaje sin saberlo
al peso político de una mente clara que gana batallas después de muerta.
El libro al que aludimos es una
antología de los Cuadernos y otras
obras de Antonio Gramsci. Hay quien no gusta de ellas por sentir que
te mastican los textos, pero las circunstancias de los Cuadernos hacen imprescindible seleccionar. Un coaching o training en
habilidades precisas requiere resultados concretos, por ello se elige con
cuidado contenidos y habilidades, porque construir Cuadros Políticos – lo que nuestra derecha liberal descubrió poco
ha como operadores políticos, y que tratan aún de definir - es difícil y
nadie garantiza resultados: Véase por ejemplo la triste suerte de los delfines
de Haya de la Torre; o la
inoperancia política del partido de gobierno frente a los conflictos sociales o
a la simple corporización de las medidas que surgen en las cabezas del gobierno.
O miremos la caída de la URSS y la sorprendente permanencia de los comunistas
en China y Cuba, de la Social Democracia en Alemania y otros países. El coaching o training político de hoy
requiere describir el proceso y resultado para obtener los rasgos ético-morales
y cognitivos deseables. Hoy faltan Cuadros
Políticos y hay una rala idea de partido político, que se cree es la
estructura y no los cuerpos calientes que la llenan: (Hay) Un elemento difuso, de hombres corrientes, que en su
participación ofrecen disciplina y fidelidad (…) sin ellos el partido no
existiría. Nótese la necesidad de formar en ética política desde la simple simpatía. Gramsci plantea más sobre los militantes: (Son) El elemento cohesionador principal, que centraliza en el campo
nacional y convierte en eficiente y poderoso un conjunto de fuerzas, aunque
por sí solo este elemento no formaría el
partido. Es decir se necesita entre líderes y militantes un conjunto que articule (…) y (los) ponga en contacto
(moral e intelectual). Esto es Cuadros
Políticos, no operadores, for God´s
sake. Para ser operador no necesitas Partido, lealtad ni ética, sino astucia
para ubicarte en las argollas. El precio de tener Cuadros Políticos es el Control dentro del partido. Por eso a los
autoritarios y a los corruptos no les gustan los Cuadros, sino el Clientelaje; y cada cierto tiempo destripan sus
partidos para eliminar elementos pensantes. Imagínate a un Lula o un Evo Morales corruptos
y sin Cuadros, no podrían gobernar
con eficiencia ni reelegirse. El Partido Aprista peruano, por ejemplo, hoy
carece de hombres corrientes y de
dirigentes dignos de ese nombre, pero tiene Cuadros cuarentones que le permiten sobrevivir como argolla
enquistada en las instituciones. Claro que de ahí ya no sabemos, porque muchos
fugan y dejan a los operadores.
El liderazgo disperso y espontáneo
es un rasgo político indeseable del postmodernismo. Su resultado son increíbles
metidas de pata que alimentan conflictos sociales, guerras civiles e
intervenciones militares guiadas por intereses mal disfrazados de falacias. Un Cuadro Político no cae en candideces y
lee con solvencia la realidad política. Por ello la Derecha Inteligente contrata
izquierdistas renegados, formados en política real, sin pajaritos en la cabeza
y con manejo de ideas y discursos. Los renegados se venden caros, porque saben
qué tienen y cuánto vale, pero perdieron la ética del Cuadro y son simples tránsfugas, no sorprende que medren. Traiciones
y conformismos ha habido siempre, es la condición humana: El conformismo ha existido siempre: hoy se trata de (…) una lucha de
hegemonía, de una crisis de sociedad civil. Los viejos dirigentes (…) sienten
que el suelo se les hunde bajo los pies; se dan cuenta de que sus “prédicas” se
han convertido precisamente en “prédicas”, esto es, en cosas extrañas de la
realidad, pura forma sin contenido, larva sin espíritu; de ahí (…) sus
tendencias reaccionarias y conservadoras. Cuesta no ver estas palabras como
descriptivas del actual estado de la izquierda en el Perú, pero Gramsci buscaba fortalecer el Partido
basado en la lógica de clase y una percepción
realista del mundo. Gramsci negaría el
espontaneísmo y no confundiría el medio con el mensaje, que hoy se cree lo
producen las redes sociales. La primavera árabe y otros sucesos
análogos no son espontánea “lucha por la libertad” como los teóricos recién descubren,
aunque no los medios de comunicación, tercamente enfeudados en el fantasma de
sus propios miedos o los de sus amos. Gramsci
diría que una cosa es lo espontáneo y otra que nosotros no miremos bien, porque
la masa no se mueve sola, y es puro idealismo la concepción (…) para la cual sólo es real y digno el movimiento que es
consciente al ciento por ciento y que incluso está determinado por un plan
minuciosamente trazado de antemano (que corresponde) a una teoría abstracta.
No hay en mi modesta opinión autor político tan práctico y a la vez tan sólido
en lo teórico. Conviene que se le lea y se le estudie con atención para
entender cómo funciona la política realmente existente.
Casi seguro estoy que me acusarán
de propaganda comunista por añadir este link, en el que se encontrará la obra
de Gramsci: http://www.marxists.org/espanol/gramsci/
III
Derecha e Izquierda, de
Norberto Bobbio
Espero se me disculpe que me
interese más en los textos referidos a la Izquierda que a la Derecha, sobre
todo porque tras el colapso soviético anuncióse con bombos y platillos que el
ángel de la historia de Walter Benjamin se jubilaba, que la Izquierda colapsaba
al fin y la Historia llegaba a su ídem. No vieron que la Derecha se evapora
cuando no hay Izquierda, pues creían – algunos aún creen - que la Derecha existe
sola, pero así son los fundamentalismos e instrumentalismos a la medida de
temores e irracionalidades, no hay que quejarse de que no funcionen. El pobre Francis Fukuyama vivió así la triste
suerte de ser citado sin haber sido leído en la misma proporción o intensidad
con que se enterró tan fácil a la Izquierda y a la Historia. Las anteojeras
ideológicas impidieron una lectura objetiva de Carlos Marx – otro citado más que leído - y si se hubieran cuidado más de hablar antes
de tiempo la Historia no les sorprendería como ahora. El wishful thinking es una carga sobre el intelecto, a veces sospecho
que Marx se refería a esto como corsé
ideológico de la Burguesía. Pensar más allá de la época es complicado como el
diablo, lo sabía Hegel cuando ideaba
esa vaina del zeitgeist - espíritu de
la época – y esa otra de la dialéctica. Las cosas no son tan claras como solían
ser, por eso decimos hoy con más razón que todo
lo sólido se desvanece en el aire. Dilucidar sigue siendo una tarea de la
filosofía política y de la política a secas, y para hacerlo se requiere un
mensaje claro en que insistir, porque no se puede estar en Política sin tomar
parte en ella. Eso significa tenerla clara uno mismo, y así nos preguntamos,
por ejemplo: ¿Existen aún la Izquierda y la derecha? Y esto es lo que Norberto Bobbio (1909 – 2004), un intelectual postmoderno de a de
veras, trata de responder en este excelente librito, excelente porque hace lo
que se supone hace un intelectual que se respete: Establecer posición, definir,
clasificar, aclarar conceptos, encontrar sus relaciones, evidenciar la díada,
es decir mirar los conceptos Izquierda / Derecha como interdependientes,
como hermanos enemigos, como pareja conceptual Caín / Abel o matrimonio mal
avenido, que no se separa porque el uno sin el otro no viven.
Escrito en los ´90, cuando
parecía que la díada Izquierda / Derecha se disolvía … El primero en quedarse sorprendido del éxito de este pequeño libro he
sido yo. Convertido en best-seller
a pesar del mismo Bobbio, parece que
ninguna otra de sus obras ha tenido esa suerte, con la posible excepción de La Izquierda en la época del karaoke,
que ni por asomo tiene el mismo peso o despliegue teórico. Bobbio es mejor como pensador y fabricante de ideas que como
escritor. Sus ideas las va elaborando en sus libros, leídos por pocos miles de
personas cada vez, hacen fortuna y se popularizan. Le pasa así que cada obra
constituye un estado del arte de sus
ideas al momento de ser escritas, y por ello cuando se busca su quintaesencia en
una Obra fundamental (un opus magnum) que dé cuenta del resultado
final, pues no se encuentra. Es que Bobbio
siempre ha tratado de combinar conceptos complejos: Democracia con Izquierda,
Derechos Humanos con Paz, etcétera; todos elementos difíciles de conciliar en el
discurso político y en el cuerpo ideológico; y asimismo porque no ha tenido ocasión
de construir ese Opus Magnum que
daría cuenta de todo ello. La coyuntura pasma los procesos largos, la lucha
política italiana del Siglo XX fue mortal para desarrollar teoría. Otro Sí, la
intención de Norberto Bobbio se dirigió
a elementos de comunidad ideológica en conjuntos de ideas que según él, y más o
menos como muñecas rusas, podían estar unas dentro de otras. Es así que con
toda su solidez teórica, representa un modelo de wishful thinking de la postmodernidad política, pero ese es
precisamente su inmenso aporte, también su gran límite. Sin embargo, logró un
concepto pragmático de la relación en la díada, aplicable sin duda a la
realidad política italiana y a otras, y que a cualquier persona interesada en
estos temas conviene estudiar. La idea base es la de la Igualdad como
parteaguas entre las Izquierdas y las Derechas: Nunca como en nuestra época se han puesto en tela de juicio las tres
fuentes principales de la desigualdad: la clase, la raza y el sexo. Parece
haber aquí todo un programa político para la Izquierda del Tercer Milenio, por
poco que se sepa leer, pero se requiere no copiar solamente, aún hay que
jerarquizar ideas, parece por lo menos discutible eso de subsumir el problema
de la Clase en el de Género o en lo étnico, como cree cierta Izquierda de ONG,
sumergida en su propio wishful thinking.
La lectura de este libro de Bobbio permite
entender el problema desde lo político, pero no lo he encontrado publicado en
la web, discúlpenme mis lectores. Sin embargo encontré un artículo que sin
tratar directamente de Bobbio, puede
ser útil para introducir el tema:
IV
Siete Ensayos de Interpretación
de la Realidad Peruana, de José Carlos Mariátegui La Chira
Uno de los textos más clásicos de
la política peruana es uno de dilucidación de la realidad. Nos tememos que en
muchos aspectos aún está vigente a pesar de haber sido publicado en 1928. Va ya
por los 83 años, y parece que lo que Mariátegui
no dejó hecho sigue todavía sin hacerse. A José
Carlos Mariátegui La Chira le cupo el destino de morir antes de tiempo. Es
difícil saber qué tan ortodoxo hubiera seguido siendo de no haber fallecido y continuar
al frente de la Confederación General de los Trabajadores del Perú y el Partido
Socialista tras 1930. La historia posterior no ha sido amable con el Socialismo
Marxista en el Perú, que desde la defección de Eudocio Ravines hasta Sendero
Luminoso ha tenido una larga continuidad de bandazos, desgobiernos,
indisciplinas políticas, divisiones y formación de múltiples capillas, algunas
con extraños seguidores. La potencia de la vida y las ideas de José Carlos Mariátegui La Chira sugieren
la ucronía del qué hubiera pasado si …
con toda la tentación que levanta como ejercicio intelectual que expresaría el wishful thinking de una o dos generaciones,
pero resulta fácil dedicarse a la profecía a
posteriori y no parece que ello contribuyera a nada, si acaso a iluminar
subjetividades y tal vez las necesidades del momento. Creemos que el mismo Mariátegui hubiera preferido y le
hubiera gustado manejar una racionalidad opuesta a las fantasías de la
postmodernidad. Después de todo su virtud fundamental a nuestro humilde
entender (hay tanto exégeta de José
Carlos Mariátegui que no me atrevo a dar una opinión así como así) era
precisamente su libertad intelectual, que atribuyo al hecho de no estar
encerrado en las cuatro paredes de la Educación Formal de nuestra patria,
particularmente limitante y castradora, más aún a principios del siglo XX. Por
otra parte, los descendientes del Amauta han cuidado que la obra no se perdiera,
y así el fundador del marxismo peruano no llegó a ver la gran difusión de su
obra, particularmente del libro que nos ocupa.
Como profesor de Ciencias
Sociales y Realidad Peruana he preferido siempre presentar a José Carlos Mariátegui La Chira a
través de su obra, antes que hablar sobre él. Por ello siempre he tratado que
mis alumnos lo lean y se formen su propia opinión, y que trabajen y operen
intelectualmente encontrando qué aspectos de los que trata como problemas
principales del Perú permanecen vigentes y de qué manera. Y es que comparando
con lo que se escribió sobre la realidad peruana en este período – Realidad Nacional de Víctor Andrés Belaúnde, El antimperialismo y el Apra de Víctor Raúl Haya de la Torre – los Siete Ensayos resultan ser la propuesta
más vigente y que menos ha sufrido con el tiempo. Leer a Belaúnde o a Haya hoy
nos da la sensación de lo viejo, lo concentrado en la coyuntura de la época, en
la percepción - que tal vez no sea justa – de que esas obras en definitiva ya fueron. No pasa así con los Siete Ensayos, que siguen vigentes del
modo que está vigente El Origen de las
Especies de Darwin o incluso –
me atreveré a esta comparación – a las Matemáticas
de Aurelio Baldor, es decir libros
que sabemos por una parte son puntos de partida, es decir clásicos; y a la vez
aún hoy en día resultan útiles aunque no sean lo último. Y aunque Mariátegui escribió mucho, y con gran
calidad y todo se puede hallar con facilidad en la Librería y Editorial
Minerva, destacan con luz propia los Siete
Ensayos de Interpretación de la Realidad Peruana, que aunque dedicados de
manera no muy orgánica a los considerados Siete Temas Principales del Perú
necesitados de explicación y dilucidación teórica, tienen como elemento común
la aplicación del materialismo histórico como herramienta de comprensión de la
realidad. Mariátegui había estado
desarrollando sus ideas al escribir sus artículos en las revistas Amauta y Mundial, por ello es que se puede asumir los Siete Ensayos como un Estado del Arte al publicarse en 1928.
En el Primer Ensayo, Esquema de la evolución económica, se resume
el desarrollo histórico de clase de la economía peruana desde sus mismas bases
coloniales hasta el momento en que se escribe. Nada casual que sea el primer
Ensayo del libro, considerando que aquí está planteando la estructura económica
que da base a toda la sociedad y al desarrollo de los siguientes Ensayos. Los
dos que siguen pueden así considerarse como continuidades y partes del primero,
solamente separados por razones estrictamente metodológicas: El Problema del Indio y El Problema de la Tierra rompen con la
explicaciones en boga entonces y hoy vetustas, anacrónicas y absurdas, entre
ellas la de la superioridad / inferioridad de las razas, tradicional bastión
argumental “racional” de la más rancia de las Derechas, empleada aún hoy. Compárese
cualquier argumento de la DBA de hoy con lo escrito en 1928: Todas las tesis sobre el problema indígena,
que ignoran o eluden a éste como problema económico-social, son otros tantos
estériles ejercicios teoréticos -y a veces sólo verbales-, condenados a un
absoluto descrédito. No las salva a algunas su buena fe. Prácticamente, todas
no han servido sino para ocultar o desfigurar la realidad del problema. La
crítica socialista lo descubre y esclarece, porque busca sus causas en la
economía del país y no en su mecanismo administrativo, jurídico o eclesiástico,
ni en su dualidad o pluralidad de razas, ni en sus condiciones culturales y
morales. La cuestión indígena arranca de nuestra economía. Tiene sus raíces en
el régimen de propiedad de la tierra. Cualquier intento de resolverla con
medidas de administración o policía, con métodos de enseñanza o con obras de
vialidad, constituye un trabajo superficial o adjetivo, mientras subsista la
feudalidad de los "gamonales". Los siguientes Cuatro Ensayos se
referirán a elementos que pueden considerarse de Superestructura: El proceso de la Instrucción Pública; el
Factor Religioso; Regionalismo y Centralismo; y El proceso de la Literatura. No nos
resistimos a comentar esta pequeña cita, referida al proceso literario: Por los caminos universales, ecuménicos, que
tanto se nos reprocha, nos vamos acercando cada vez más a nosotros mismos.
Hallamos así el universalismo a través del cual encontramos y construimos
nuestra identidad sin renunciar a nada de lo que nos hace ser nosotros mismo,
en lo propio y en lo que compartimos con los demás seres humanos, sin calco ni copia - como se ha dicho
hasta la náusea. En tal sentido el corpus
del análisis de Mariátegui
seguramente algún día quedará atrás, como es con cualquier creación humana,
pero lo que indudablemente queda y seguirá quedando es el impulso hacia
adelante.
En este link encontraremos los
Siete Ensayos:
V
Colofón
Que la Política es importante,
qué duda cabe. Que se ha hecho un nada laudable esfuerzo para sacar a la gente
de ella para dejar campo libre a la corrupción, no me quepa la menor duda. Al pourrisement (empudrecimiento) de la Política
le ha sucedido la instauración de kakistocracias
(gobierno de los peores) en muchos países. Esto se contrarrestaría con la
incorporación de jóvenes al Servicio Público, lo que es combatir frontalmente el
desarme ideológico. No es esta la única Crónica que dedicaremos a este tema.
Hay mucho qué decir, y mucho qué leer, y trataremos de decirlo y presentarlo.
Por hoy, punto y coma.
CRÓNICAS DE LECTURAS – 58
Portugueses y brasileños
I
Primeros contactos
Hablo de leer escritores cuya
lengua materna es la portuguesa. Tendría yo unos 8 a 10 años cuando leí Los hijos del Capitán Grant de Julio Verne, y ya sé que lo que cuento
no parece venir a cuento y se contradice con el título de la Crónica, pero
prometo que al final de la anécdota le encontrarás el sentido. Verne siempre mete un francés entre sus
héroes por razones obvias, en este caso el distraído Jacques o Santiago
Paganel, Geógrafo de profesión que se suma a la filantrópica búsqueda
del Capitán
Grant. Parte importante de la obra acontece en América del Sur, y el
personaje de marras aprende español para entenderse con los nativos de este
lado del mundo: Gracias a sus buenas
disposiciones hacia el poliglotismo, no desesperaba de hablar correctamente el
nuevo idioma al llegar a Concepción. Sin embargo, el distraído
Paganel confunde el español con el portugués y no consigue hacerse
entender en Chile. Cata aquí mi primer contacto con el portugués, Paganel
emplea la metodología común en su época para aprender una lengua, leer
un clásico de la dicha lengua. Paganel recurre así a Os Lusíadas, de Luis de Çamoens (1524 – 1580), que el geógrafo supone escrita en
castellano. Esto me produjo curiosidad por la obra en cuestión, y fue así que
me enteré que existía una cosa llamada literatura en lengua portuguesa. Pero ni
hablo ni leo portugués, aunque estoy más o menos familiarizado con el llamado portuñol, y leo con cierta solvencia
artículos sobre Pedagogía y otros temas que se publican en revistas del medio.
Pero toda mi experiencia con la literatura en lengua portuguesa es a través de
sus traducciones al castellano, o a través de la pantalla.
La cabeza de puente de las
telenovelas brasileñas que llegaron a nuestras tierras fue la archiconocida Isaura,
la Esclava, de 1976, original del escritor romántico brasileño Bernardo
Guimarães (1825 – 1884) y con guión de Gilberto Braga. La vi como
la vio todo el mundo, y como a todo el mundo me sorprendió la ruptura total con
la estupidez telenovelesca imperante hasta entonces. El argumento se centraba
en la abolición de la esclavitud, y en comparación con las telenovelas en mi
época trataba de un tema real y aún polémico. La exasperante cuadratura de las
historias y cuentos de Corín Tellado
y otros autores “rosa” dominaban las telenovelas, me costó años desentrañar la
permanencia de esta literatura chatarra, fabricada al peso, publicada en las
revistas femeninas tipo Vanidades, Buenhogar y hasta la supuestamente
liberal Cosmopolitan y televisada a
bajo costo. El insoportable folletín tipo “esto es lo que le gusta a la gente”
precedió a las radionovelas y telenovelas, que quizá reconozcan otra fuente de
su existencia en las soap-operas
norteamericanas. El caso y la cosa es que la novísima telenovela brasileña
destrozaba el atroz esquematismo bien pensante y reaccionario fabricado en
Miami, Ciudad de México y Caracas, arrastró audiencia y se constituyó en
paradigma de buena televisión. Paradigma que por supuesto no consiguió
atravesar la dura piel
portorriqueña-cubanoexiliada-venezolana-mexicana-peruana, que sigue produciendo
lo mismo hasta hoy en día. Cosas del Orinoco, el Anáhuac y los Everglades, que
ni tú no yo ni nadie entiende. En casa había un único televisor, mi abuela
vivía prendida de sus telenovelas pre-TV por cable, y mi obligación de nieto
engreído era verlas, entre ellas la mencionada Isaura. Para colmo, mi
tío Lucho tenía gran parecido físico
- bigotito incluido - con Rubens De
Falco, el malo de la telenovela, lo que le produjo encontronazos de los
jocosos y de los no tanto con las damas, de las que fue gran aficionado en
vida. Las telenovelas brasileñas brillaban por sus guiones excepcionales y sus
magníficos actores, de los que admiro particularmente a Antonio Fagundes y Andrea
Montenegro. Ahora bien, quien dice buenos guiones dice buenos autores, y
fue así que me encontré con la magnífica literatura en portugués. Hagamos una
última atingencia antes de continuar: Ya sé que el brasileño y el portugués no
solamente no son iguales sino que no se parecen, pero a mí, simple
castellanohablante, me suenan parecido y tengo la suerte que se traducen igual.
Para distinguir la diferencia
absoluta entre unas telenovelas y otras, véanse este primer capítulo de la Isaura:
http://www.youtube.com/watch?v=EAFKbRe8E1M
II
José María Eça de Queirós
A mí me han llegado libros de
muchos modos, y a veces me he hecho cargo de libros que sus dueños por diversos
motivos no podían o no querían conservar, asumiendo la tarea de conservarlos y
mantenerlos vivos y vigentes. Me favorece el hecho de poseer una Biblioteca
Permanente (por lo menos “permanente” hasta ahora, nadie sabe lo que el futuro
nos depare), donde todo se atesora y conserva de manera más o menos adecuada,
que nuestros presupuestos varían también más o menos, según el vaivén de la
economía. En estas circunstancias llegaron a mis manos las Obras Completas del eminente portugués José María Eça de Queirós (1845 – 1900), en tres tomos de la
editorial Aguilar, y de cuya
existencia yo no tenía barrunto alguno hasta que tuve entre mis manos los
dichos Tres Tomos. Revisando y revisando índices me enteré que el tal autor
estaba atrás del cine y la televisión brasileñas, y cuándo posteriormente
encontré en un festival de cine latinoamericano al talentoso Gael García Bernal en El Crimen del Padre Amaro, pude decir
con pedantería que conocía el autor y el libro. Mentira, claro, lo leí después
que supe de la película, pero qué rico suena en los ambientes intelectualones
decir que se conoce un autor que nadie más conoce, y especialmente soltar al
desgaire y como quien no quiere la cosa la frase que lo denota a la vez que no
lo denota: Me gustó más el libro. Y así yo, que no conocía para nada a José María Eça de Queirós terminé prendado
de su obra.
Escritor de polendas, de primera
línea, y que sabe qué escribe, cómo escribe y para quién lo escribe, logra un
estilo a mi ver impecable de puro sólido. Se le considera el puntal del
realismo literario portugués, y es posible que sea el autor más editado de esa
nacionalidad, Saramago debe ser el
único que le haga sombra y posiblemente lo supere. Entre sus obras de ficción
están, aparte de la mencionada El Crimen
del Padre Amaro, otras cositas como
El Primo Basilio, después Telenovela de
O Globo; la obra considerada más importante, Los Maias; así como La
Reliquia, El Mandarín y La ilustre
casa de Ramírez. Esto y algunas cosas más en el terreno de la ficción y el
relato corto, inclusive el de la Política-Ficción. Aparte mostró habilidades
notables en el terreno de la Crónica Periodística (Notas Periodísticas, Ecos de
París, Notas de Viaje); como en
el género epistolar, tan poco explotado y tan genuinamente interesante en Eça de Queirós, pues a su través el
hombre opinaba y decía pasando por un personaje confeccionado al efecto: Fradique Mendes, intelectual residente
en Lisboa, que es ni más ni menos espejo del autor, aunque no tanto del ser cuanto del yo quisiera ser. Y así el buen Fradique es un dandy talentoso, un gentleman
sensible, escéptico y algo paradójico: Mi
intimidad con Fradique Mendes comenzó en 1880, en París, por Pascuas,
precisamente la semana en que él regresó de su viaje al África Austral.
Ejercicio de esquizofrenia tal vez, que tal vez todos queremos alguna vez ser
otro, superar así nuestros límites, al modo de esa extraña y nostálgicamente
agresiva canción de Joaquín Sabina
sobre los hombres que nunca seré … .
He encontrado la obra completa de
Eça de Queirós … en portugués, en
varias páginas web, lo que testimonia la importancia que se le atribuye. Paso
el link de El Crimen del Padre Amaro:
http://www.medellindigital.gov.co/Mediateca/repositorio%20de%20recursos/Eca%20De%20Queiroz,%20Jos%C3%A9%20Mar%C3%ADa%20(1845%20%E2%80%93%201900)/De%20Queiroz_Jose%20Maria%20Eca-El%20Crimen%20Del%20Padre%20Amaro.pdf
III
Otros autores en portugués: Vasconcelos, Da Cunha, Vicente, Amado
Hay en el Brasil cuando menos un
clásico para adolescentes e incluso para niños que ha hecho fortuna en el mundo
de habla castellana: Mi planta de Naranja
Lima; de José Mauro de Vasconcelos (1920
– 1984), bello y lúcido relato sobre la percepción de la pobreza por un niño y
como por su través se madura tan precoz como innecesariamente. Combinando la
inocencia infantil con la lucidez realista del sueño, consigue Vasconcelos pintarnos un cuadro de la
niñez que no carece de patetismos, pero que se equilibra al ser visto a través
de los ojos de un niño que no es de ficción. Brasil ofrece también una belleza
de creatividad adulta, de humor para mayores y de profundo y jocundo
conocimiento del mundo, la magnífica Doña
Flor y sus Dos Maridos, de Don Jorge
Amado (1912 – 2001), gran literato y enorme escritor, que escapa
ampliamente del territorio marcado por su lengua originaria por el mérito
propio de ser universal precisamente al ser localista, no por exigencias o
estandarizaciones de los best-seller,
si no porque le da la real gana. Y en eso se parece mucho tanto a Eça de Queirós como a Vasconcelos. ¿Será una característica
de la literatura en lengua portuguesa, el tratar de escaparse con donaire de
sus provinciales límites de lengua romance prima hermana pobre del poderoso
vecino castellano? ¿O será simplemente fruto de mi ignorancia, porque los
libros que me han llegado son precisamente aquellos que superaron los límites
nacionales y se universalizaron? Que lo explique aquel que sepa, que mi
situación aquí en el Perú, vecino pobre del inmenso Brasil y de su cultura, sus
telenovelas y películas, su literatura y cultura, tal vez se equipare a la del
pequeño y dependiente Portugal con respecto a España – e incluso a Gran
Bretaña, que hay vecindades marítimas también.
Y oiga usted, ¿no era que
habíamos empezado con Luis de Çamoens
y Os Lusíadas? Pues sí, y diré para
mi eterna vergüenza que aún no la he leído, disuadido por el género épico y por
el verso antiguo. Está en mi lista de lecturas pendientes, claro, pero la
verdad no sé, y ahí lo dejo. Pero sí leí eventualmente a Gil Vicente (1465 – 1536), autor bilingüe de obras teatrales y
parte del Siglo de Oro español. Parece que por entonces la lengua portuguesa
aún no se había autonomizado del todo de la española, pero creo que también
ocurría eso con la italiana, no por nada en estas épocas es que las formas
literarias de las unas influyen sobre las otras a mansalva. Ahora corremos a
todo meter desde el Siglo de Oro hacia el siglo XX, y a través de Mario Vargas Llosa y el que para mí es
su mejor libro: La Guerra del Fin del
Mundo es que conocí y eventualmente me atreví a leer el Os sertôes (Los Sertones) de Euclides Da
Cunha (1866 – 1909), materia prima para que Vargas Llosa se despachara con la novela. No sé decir cuál sea
mejor, son dos cosas diferentes: Da
Cunha estuvo físicamente en Canudos de corresponsal de guerra, Vargas Llosa lo muestra en un personaje
reflectante de que Os sertôes no es
novela, sino un intento de testimonio sociológico objetivo y crítico, pero
asimismo de desconcierto de un hombre que trata de emplear sus magros
instrumentos intelectuales y emocionales para explicarse la hecatombe, que
intenta la asepsia del científico social, esa es su validez y ese su valor: Así fue que en poco tiempo, la población
constituida por los más dispares elementos, desde el creyente fervoroso que
abandonaba las comodidades de la vida en otros lugares, hasta el bandido suelto
que llegaba con su carabina al hombro en busca de campo nuevo para sus hazañas,
se convirtió en una comunidad homogénea y uniforme, masa inconsciente y bruta,
que crecía sin desarrollarse, sin órganos y sin funciones específicas, sólo por
la yuxtaposición mecánica de las sucesivas levas, a la manera de un grupo de pólipos
humanos. Y así La Guerra del Fin del
Mundo es a veces más la Novela de Euclides
Da Cunha que la de Canudos. Aquí
está en buen castellano, y la
Biblioteca Ayacucho te dejará bajarla sin remordimientos: http://www.bibliotecayacucho.gob.ve/fba/index.php?id=97&backPID=96&tt_products=79
IV
Otros autores en portugués: Pessoa y Saramago
José Saramago (1922 – 2010) casi no me parece autor portugués,
aunque estoy razonablemente seguro que escribe originalmente en dicha lengua.
Tal vez sea por el hecho de ser yo mismo castellano hablante y encontrarme con
la sensación de que el registro en que Saramago
se expresa bien pudiera ser el de cualquier autor español estandarizado. Me
parece un autor producido por la globalización, de lenguaje y temas
globalizados, cuyas estrategias de traducción a otras lenguas están tan
estandarizadas, que podría ser británico o libanés, y por lo tanto y en cierto
modo lo encontramos demasiado parecido a otros best-sellers, y demasiado parecido a sí mismo, aunque este es un
mal que seguramente atormenta a más gente de la que parece. Tal vez sea
solamente un espejismo por el que me dejo sorprender. En todo caso, y a
diferencia de Eça de Queirós y Da Cunha y Amado, si Saramago
consigue que yo me pregunte eso, pues algún tipo de validez habrá que
acordarle, no solamente por el hecho incontrovertible de que sus argumentos son
inverosímilmente originales e imaginativos, o que se preste con notable facilidad
a ser convertido en guión y filmado, cosas que hablan de ciertos merecimientos
que, no sé, me parecen algo exteriores a lo propiamente literario. No trato de
desmerecerle, claro, solamente que la sensación que me produce es exactamente
la inversa de la que me produce otro gran literato, Milan Kundera. No se puede acusar a ninguno de ellos de parecerse
al otro. Por otra parte, aunque no me pueda librar de la sensación de que ya
leí lo nuevo que publica, el ser Premio Nobel es algo que está más allá de mí y
que determina que le rinda el homenaje correspondiente de leer sus libros,
especialmente el Ensayo sobre la ceguera y
El evangelio según Jesucristo (cuyo
link les dejo acá: http://eruizf.com/masonico/anexo/apocrifos/apocrifos_el_evangelio_segun_jesucristo.pdf).
En el terreno de la narrativa, es posible que haya más autores en portugués que
haya leído, pero no lo sé, en estas épocas de estándares y fast-books a veces no es fácil enterarse.
Fernando Pessoa (1888- 1935) comparte con Çamoens el título de Poeta nacional de Portugal. Sorprende de él lo sumamente moderno que nos suena a
nuestros oídos acostumbrados a la poesía moderna e incluso a la postmoderna, no
parece sino que en verdad cuando expresa su portuguesa saudade es un adelantado a su tiempo. Juzguémosle por nosotros
mismos, si bien por interpósita traducción castellana, de su propio mérito al
evocar el pasado en Lluvia Oblicua: La misa es un automóvil que pasa / a través
de los fieles arrodillándose en que hoy es día triste … / Súbito viento sacude
en esplendor mayor / la fiesta en la catedral, y todo lo absorbe el ruido de la
lluvia / hasta que no se oye más que la voz del padre agua perdiéndose a lo
lejos / con el sonido de ruedas de automóvil … . // Y se apagan las luces de la iglesia / en la
lluvia que cesa. Y podemos continuar con Todo el teatro es un muro blanco de música / por dónde un perro verde
corre en pos de mi saudade / por la infancia,
caballo azul con un jockey amarillo … / Y va de un lado a otro, de derecha a
izquierda, / a donde hay árboles, y entre las ramas cercanas a la copa / tocan
orquestas, / a donde hay filas de balones en la tienda a la que fui a comprar
el mío / y entre las memorias e mi infancia el tendero sonríe … Quizá ese sonido y sensación tan particular
que crea su poesía, que en castellano se conserva muy bien del portugués, esté
en que habiendo vivido y madurado en Sudáfrica, hablaba, escribía y pensaba en
inglés. Tratemos de encontrarle acá, en la casi filosófica reflexión consciente
y consistente sobre el propio ser: Si
después de yo morir quisieran escribir mi biografía / no hay nada más sencillo.
/ Tiene sólo dos fechas / la de mi nacimiento y la de mi muerte. / Entre una y
otra todos los días son míos. No me gusta decir mucho de los poetas,
excepto que me gustan, prefiero que hablen ellos, acá os los dejo: http://noticias.universia.pt/translate/pt-es/destaque/noticia/2012/02/24/913640/10-obras-fernando-pessoa-descarregar-gratuitamente.html
V
Colofón
El portugués es una lengua
curiosa. Diferente del castellano en que me expreso y en cuyo interior vivo,
sin embargo es lo suficientemente cercana para que sus expresiones y contenidos
y su visión del mundo tenga muchísimo en común con nosotros. El portuñol y el
espagués son realidades, considerando la cercanía de nuestro vecino Brasil, y
el peso específico de la cultura portuguesa en la península ibérica. Tendría
que preguntarle a mi amigo Diego,
actual habitante de Portugal, para saber más de diferencias y semejanzas.
Mientras pienso en ello, lee lo que
quieras, pero trata primero con Eça
de Queirós.
CRÓNICAS DE LECTURAS – 59
Algo de Teatro
I
Dramaturgos
En otras Crónicas me he alargado
con inmerecido detalle en mis propias y mínimas andanzas teatrales. Pido
disculpas a la audiencia, y paciencia porque es probable que continúe con esas
injustificables referencias a mi persona, egocentrismo menos fatal que el
egoísmo pero igual o peor de pesado. He tratado ya con cierto detalle de William Shakespeare, Thortorn Wilder, Pedro
Calderón de la Barca y Enrique
Jardiel Poncela, muy diferentes entre sí y sin parentesco más allá de mis
gustos personales, así que ahora me daré una vuelta tal vez un poco menos
organizada. Entre mis primeras lecturas de joven curioso hubo versiones del
gran teatro clásico griego, básicamente las Tragedias de Esquilo y Eurípides,
agrupadas en un tomo, mientras que en otro tomo, supongo, estaban las de Sófocles, pero por razones que
desconozco el tal tomo no llegó a mis manos y no accedí a Edipo – Edipo Rey, Antígona, Edipo en Colona –
ni otra obra de Sófocles. No tengo
claro por qué la censura, puede que por el costo, puede que no se fijaran, puede que para evitar que un jovencito
accediera a ciertas armas ideológicas y rebasara a sus mayores. Así ya era yo
de pedantito y neurótico y circunstancial cuando mis años no alcanzaban aún dos
guarismos. Después fue peor, tras leer a Sigmund
Freud y cómo – según el gran Historiador Woody Allen – lo sacaron paralizado y sudando frío de la primera
representación de Edipo Rey a la que asistió.
Cuando me sacaron del cole y me encajaron en el Internado leí a Sófocles. Aunque ese no fuera motivo
para leerlo igual lo leí y no le hallé por entonces profundidad psicológica,
verdad que mis intereses estaban más enfocados en cierta flaquita que en las
aventuras de Edipo, y no emprendí el psicoanálisis sino años después. La
Tragedia Griega tendrá su Crónica aparte, si Zeus quiere.
Por otra parte, ya conté que en
el Internado me hacía mis cobres haciendo las tareas de mis compañeros, nada
lectores ellos, y así adquirí un tabaquismo que costó décadas erradicar, unido
al estudio de los clásicos del teatro español del Siglo de Oro obligatorio en
Cuarto de Media, pero que hice en segundo. No juzgo a mis compañeros obligados
a leer, me escarapela decirlo, pero lo digo: Ni entonces ni ahora había en el
sistema educativo un real interés en que la gente aprenda algo fuera de su
lugar en la jerarquía social. Tal vez por ello se veía peligroso,
revolucionario, agnóstico, ateo y/o arreligioso, presentar, leer y – líbrennos
las ánimas benditas del Purgatorio – representar a anarquistas y comunistas
infiltrados de dramaturgos y comediógrafos, como August Strindberg, Luigi Pirandello, Bertolt Brecht, Eugene O´Neill,
Rainer Fassbinder, Antonin Artaud, Eugene Ionesco, Albert Camus, Henryk Ibsen,
Tennessee Williams, George Bernard Shaw, Harold Pinter, Samuel Beckett, John
Priestley, Anton Chejov, Arthur Miller, Darío Fo, Alfred Jarry y otros de
esa calaña. Me compensé con los dramaturgos en castellano, aunque no con los que
atentaban contra la Moral y las Buenas Costumbres, tipo Jardiel Poncela. Mi cultura literaria escolar abarcó a José Zorrilla, Jacinto Benavente, Alejandro
Casona y al mejor de todos: Federico
García Lorca, que me enseñó que teatro y poesía podían ser uno: Unas líneas
de teatro en el texto de Literatura de 4to, unos poemas sueltos aquí y allá, y
me templé hasta el hueso de la poesía de García
Lorca. Encontrar sus libros no fue fácil entonces, sólo hallé Doña Rosita la Soltera, que no me canso
de leer hasta hoy, y ahí lo dejo, tendrá su Crónica. Otros como Miguel Mihura, Alfonso Paso, Carlos
Arniches, José López Rubio, Enrique Jardiel Poncela, Pedro Muñoz Seca
llegaron más tarde. El control de la Iglesia Católica sobre la currícula
escolar y las editoriales a través del Nihil
Obstat – Imprimátur, empataba en este lado del mundo con la paranoia
oligárquica de las dictaduras militares, que a su vez se sintonizada con los
republicanos de USA. El resultado fue rebotar en América Latina lo que eventualmente se llamaba
“política cultural” en el franquismo español, que lucía como timbres el
fusilamiento de García Lorca, la
cárcel de Miguel Hernández y el
amordazamiento o exilio de media España. Y en este contexto presento los dos Teatros
que conocí: El oficial de la currícula escolar; y el contestatario de afuera.
II
El Teatro Clásico Español del Siglo de Oro
Hoy a Félix Lope de Vega Carpio (1562 – 1635) no se le da mucha bola, ni demasiada a Pedro Calderón de la Barca (1600 –
1681) o Tirso de Molina (1579 –
1648). A mí me gustaron cuando los leí, pero no les hubiera prestado atención
si no hubieran estado en la currícula escolar. El texto de literatura
transcribía partes completas que me interesaron. Cuando mis compañeros internos
me apoquinaban 5 soles en metálico por cada resumen me financiaron sin saberlo
mi Maestría en Teatro Clásico Español: Lope
y Calderón, Tirso de Molina y Ruiz de
Alarcón, Mira de Amezcua y Guillén de Castro. Adquirí solvencia en
el verso castellano leyéndolos, y capté las ideas de la península, lejanas y
opuestas a la sensibilidad indígena americana. Pero con una que otra excepción,
siempre he sentido que los asuntos de esa época ya eran vetustos entonces, lo
que salta a la vista si los comparamos con su contemporáneo William Shakespeare. Nótese: Al rey la hacienda y la vida se ha
de dar, / pero el honor es patrimonio del alma, /: y el alma sólo es de
Dios... Es decir, Dios antes que el Rey, la Iglesia antes del Caudillo, que
lo es por la Gracia de Dios, y dimos
toda la vuelta. Pero igual me gusta y sigue gustando el verso en el decir que
asume la recia lengua castellana: Escuchen si no cómo suena el verso entre
rústico y aristocrático en esta versión de la famosísima Fuenteovejuna, de Félix Lope de Vega: http://www.youtube.com/watch?v=gl0x_mWh8yQ
Las voces del levantamiento del
pueblo contra el comendador suenan más viriles en verso español; los insultos de
Laurencia
violada y desmelenada suenan dos veces insulto: ¡Liebres cobardes nacisteis, bárbaros sois, no españoles!; pero da
así el impulso a los labradores ya soliviantados para defender su honor: ¿Qué es lo que quieres tú que el pueblo
intente? / ¡Morir! ¡O dar la muerte a los tiranos!, porque esta es la
España de los hijos del Cid: http://www.youtube.com/watch?v=souQg5EVN2s
Y con esto se inspiraba García Lorca y yo no soy nadie para
enmendarle la plana. Hay teatro clásico español entonces para regalar, y por
eso aquí presento el muy famoso discurso de Segismundo en La Vida es Sueño, de Pedro Calderón de la Barca: http://www.youtube.com/watch?v=pbGb05Q-q9w
Esta España de la que descendemos
por nuestra lengua, conserva su patrimonio cultural y celebra el Festival de Almagro, dedicado
precisamente al Teatro del Siglo de Oro. Echémosle el ojo a la actriz Blanca Portillo, de buen ver de por sí,
y aprendamos: http://www.youtube.com/watch?v=053c0PqTdsk
Por último, para aquellos a
quienes inspira Fuenteovejuna, la
hallarán en este link: http://www.cervantesvirtual.com/obra-visor/fuente-ovejuna--1/html/fedc4d4e-82b1-11df-acc7-002185ce6064_1.html;
y asimismo encontrarán La Vida es Sueño
en este: http://www.trinity.edu/mstroud/comedia/vidsue1a.html
III
Eugene O´Neill
A Eugene O´Neill (1888 – 1953) me lo leí completo de una sentada, una
de esas que dura semanas, dadas ciertas circunstancias que me obligaron a
aterrizar en Arequipa por un cierto tiempo. En donde me hospedaron con completa
generosidad estaban las obras completas, y yo tenía y tengo por norma leerme
completas las obras completas, que para eso se molestan en ser editadas como
obras completas. Rara vez ha sido tan afortunada mi lectura, O´Neill es un escritor profundo no por
la complejidad de su lenguaje como por lo que el lenguaje hablado no te dice
pero te sugiere y trasluce, porque es más sensación que cerebro. Ver la obra
representada o leerla me hace sentir lo que respecto del lenguaje decía Wittgenstein: Hay aquello que no se puede expresar con palabras, es decir, lo
inefable. Quizá debiéramos decir que lo que hace O´Neill en Teatro tal vez sólo se compara con lo que hacen Bergman o Kurosawa en el cine. Tuve la suerte de ver Un largo viaje hacia la noche dirigida y representada en Lima por
nuestro actor más notable - Alberto
Ísola - y he de decir que me satisfizo plenamente, se sintió en la representación
mucho del espíritu de Eugene O´Neill
andando por entre el escenario de esta autobiográfica obra, que muchos consideran
lo mejor salido de su pluma, lo que es mucho decir para el autor de puestas en
escena como Deseo bajo los Olmos, El emperador Jones, la magníficamente
chabacanona Anna Christie, Extraño Interludio, Todos los hijos de Dios tienen alas, la oscura y deprimente Días sin fin, El gran Dios Brown, A Electra
le sienta bien el luto, la sarcástica Los
millones de Marco Polo, etcétera.
Por premios Eugene O´Neill tampoco se quedó, tres veces se llevó a su casa el
Pulitzer, y una el Premio Nobel de Literatura. Tampoco se quedó por versiones
cinematográficas, solamente para Anna Christie se filmaron tres, casi
seguidas una tras la otra. Podemos captar la idea de cómo su teatro revoluciona
e impregna la escena norteamericana, tan profusa y poblada de por sí, y por eso
mismo tan compleja y tan requerida de verdadera originalidad: Para verlo
presentamos acá la publicidad de la representación de su obra The hairy ape, que nos puede introducir
de alguna manera al universo teatral de Eugene
O´Neill: http://www.youtube.com/watch?v=sTQDkNuSaJY.
Su vida en la realidad por
desgracia culminó tristemente, en un hotel y en la más completa soledad. No
mucho tiempo atrás su hija Oona, muy
joven ella, se había casado con un muy maduro Charles Chaplin, contra los deseos de Eugene. Geraldine Chaplin,
que estuvo por estos barrios de la Lima hace algún tiempo, es nieta de O´Neill, aunque definitivamente no su
sucesora.
Acá el link para una de las
mejores obras teatrales de O´Neill, Más allá del horizonte: http://www.gardenschool.cl/masalla.pdf
IV
Bertolt Brecht
Bertolt Brecht (1898 – 1956) es el autor individual que más he
visto representado, en una época el más ortodoxo, influyente y paradigmático de
los autores teatrales, atractivo para los grupos de teatro independiente. Lo he
representado en mis incursiones teatrales, narradas en otra Crónica. Brecht creó el Teatro Dialéctico, a veces llamado Teatro Épico para diferenciarlo del Teatro Aristotélico por su carácter intencional y teleológico,
dirigido a interaccionar con las masas y orientado a obtener resultados
políticos. Brecht une a la gran
tradición romántica germana de Schiller,
Lessing y Büchner las tesis del Materialismo Histórico de Carlos Marx, resultando así en una
evolución que va desde la expresión de una rebeldía crítica individualista (Tambores en la noche, La ópera de dos centavos), que algunos
podrían tildar de burguesa; hasta la
concientización explícita de las masas y la confrontación con el capitalismo y
el fascismo (Un hombre es un hombre).
Puede también atribuirse esta evolución, como es obvio, al muy mal momento que
le tocó para nacer y vivir como persona humana, y concretamente como alemán.
Esto lo expresa en uno de sus poemas más hermosos, el poema para tiempos oscuros: Llegué
a las ciudades en tiempos del desorden / cuando reinaba el hambre. / Viví entre
los hombres y en tiempos de rebeldes / y me rebelé con ellos. / Así pasé el
tiempo que me fue concedido en la tierra. Comunista y revolucionario desde
la planta de los pies hasta la coronilla de la cabeza, jamás se afilió sin
embargo al Partido Comunista Alemán, lo que no obstó para que mostrara lo que
pareciera ser un rasgo político relativamente común en las gentes de entonces,
y que ahora se ha perdido: la unidad de fondo y forma, la consistencia entre el
concepto estético y el ideal social y político.
Consecuencia de esa coherencia y del
compromiso que implica, se enfrenta con los nazis en despegue y dedicados a
tomar el poder y “coordinar” a toda la sociedad. Huye de la Alemania Nazi en
1933, justo tras el estreno de una obra que le colmó la paciencia a la Policía
Secreta, mientras sus libros se quemaban en las plazas públicas. El exilio fue
la época más dura, a salto de mata entre Dinamarca, Suecia, Finlandia, Suiza y
los Estados Unidos, de donde lo expulsan en 1947 por izquierdista. De esta
etapa son sus obras de más potencia y expresión dramática: Terror y Miseria del Tercer Reich, Vida de Galileo, Madre Coraje y sus hijos, El alma buena de
Szechuán (que analiza el problema moral de cómo ser bueno en el Capitalismo
sin morir de hambre), El círculo de tiza
caucasiano y El señor Puntilla y su
criado Matti. Perfecciona en ellas el efecto de distanciamiento diseñado
contra el sentimentalismo, pues la compasión según Brecht debe aunarse a la crítica social, por ello su teatro rompe
el adormecimiento: las canciones interrumpen tramas y parlamentos, el telón
sube y baja distrayendo al espectador, los carteles devuelven la atención hacia
el mensaje del autor. Tras quince años de exilio se establece en Berlín
Oriental, y se enfrenta con el comunismo oficial, a cuya Policía Secreta (Stasi) se atribuye provocar su muerte
por trombosis coronaria en 1956. Escribió también prosa (Los negocios del señor Julio César) y poesía, conviene que
terminemos ahora con ella: Y, sin
embargo, sabíamos / que también el odio contra la bajeza / desfigura la cara. /
También la ira contra la injusticia / pone ronca la voz. Desgraciadamente,
nosotros, / que queríamos preparar el camino para la amabilidad / no pudimos
ser amables. Pero vosotros, cuando lleguen los tiempos / en que el hombre sea
amigo del hombre, / pensad en nosotros / con indulgencia.
Podemos saber algo más del teatro
de Brecht en esta lección de teatro
de Jordi Dauder: http://www.youtube.com/watch?v=XGFInS4_Yng
Un link para bajar algunas obras
teatrales de Bertolt Brecht es el
siguiente: http://www.libroos.es/tags/Brecht%20Bertolt.html
V
Colofón
No te limites a leer teatro, anda
a verlo, aunque se represente poco el teatro español, y sea raro ver a O´Neill, pues parece difícil para los
actores interpretarlos. El Teatro de Brecht
parece más fácil, pero como se ha visto tradicionalmente como “de protesta”, y hoy la Izquierda
está mal vista, pues que no está tan de moda. Menos mal podemos leerlos. Por
ahora, adieu.
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