CRÓNICAS DE LECTURAS – 40
Shakespeare (II) y la Pantalla
I
Algo más sobre Shakespeare
Hay cierta relación entre el cine
y la Literatura, sabemos. Hay versiones y versiones y versiones y versiones de
las obras de Shakespeare y son todo
un reto. De Macbeth debo haber visto
tres, si mal no recuerdo, y tengo una en mi compu, pero la verdad la sigo
prefiriendo escrita y leída, aunque debo decir que como nunca la he visto en el
teatro me resulta difícil opinar al respecto, el cine tiene un lenguaje asaz
diferente. Pero he escuchado a gentes que la han visto en el Teatro y les
parece que cualquier versión ahí es muy superior a las de cine. En fin, tendré
que esperar a verla en escena. Y eso que parece que Macbeth es la obra de Shakespeare
más filmada - unas 33 veces según creo - y como que no me extraña pues no
carece de ningún ingrediente para lograr audiencia y hacer plata: La
truculencia de las brujas, las batallas al principio y al final, asesinatos
premeditados y cometidos a sangre fría, escapes y emboscadas, ambiciones
desatadas e intrigas, solamente le falta el ingrediente de la chica, aunque
Lady Macbeth cumpla con creces con la chamba. Tengo guardadita en mi compu la
versión de 1948 de Orson Welles, por
si aca. Pero se la ha traído de ida y vuelta y estoy seguro que a Shakespeare le hubiera encantado cobrar
tan cuantiosos derechos de autor: Hay un Macbeth
samurai de Kurosawa (Trono de sangre, 1957), y otro Indio (Maqbool) de 2003, donde las brujas son
policías corruptos. Men of respect
(1991), de William Reilly es una
versión en el bajo mundo de los gangsters, mientras que hay un Macbeth de comedia y agárrense, uno erótico.
Por otra parte dícese por ahí y no sé si será cierto, que las mejores
adaptaciones la han hecho directores soviéticos como Grigori Kozíntzev para Hamlet
y El Rey Lear. Y en blanco y negro.
Habrá que verlo. Y para verlo, vayan acá, aunque debemos advertir que está en
ruso, aunque con sospechosos subtítulos en inglés para Hamlet y el Rey Lear: http://www.youtube.com/watch?v=Vp5Rz0LqUSM&list=SPA009EDBBCFFD6E89;
y http://www.youtube.com/watch?v=qH8fVqbUToc&list=SP37B186D29BC49AE3.
La gloriosa tradición
cinematográfica shakesperiana empezó en 1899, en el Cine aún Mudo, con El Rey Juan. Los argumentos
shakesperianos no tienen nada que envidiar al del mejor escritor para cine o
televisión, y dejándonos de vainas los supera a todos, qué caray: Comedias y
tragedias, romance a todo meter y de todo calibre, acción de todas clases,
violencia a lo bestia, y sobre todo, oh maravilla, sin tener que pagar derechos
de autor. Es que desde el pionero David
Wark Griffith, pasando por Orson
Welles, Laurence Olivier – actor
shakesperiano él mismo -, Akira Kurosawa,
Claude Chabrol, Roman Polanski, Jean-Luc
Godard, Andzrej Wajda y muchos
otros, los argumentos shakesperianos siguen siendo imbatibles. Hasta se ha
hecho animación con él, y está más vivo que nunca lo ha estado. Muchas
versiones las he visto en televisión de cable, porque originalmente eran
películas que no se estrenaron nunca en nuestro medio, por supuesto, o si lo
hicieron lo fueron en un cine por dos días, y eso con suerte, un día que no
Dios sino el superdotado que decide lo que ponen en el cine, estuvo enfermo. Como
sabemos enseñarle un libro a un peruano
es cómo enseñarle la cruz a Drácula. Menos mal no siempre se sabe cuándo ciertas
versiones shakesperianas son efectivamente shakesperianas, hay mucha película
“basada” en Shakespeare, en
particular películas británicas, pero que no nos percatamos, porque aparece una
mención chiquita en alguna parte de los créditos que dice: based on …. by William Shakespeare. Y la mayoría del universo que aún cree en Jesucristo y aún reza en
español se queda tal cual. Eso no es tan malo, porque los distribuidores no
se percatan, no les da miedo de poner “coltora”, y la dejan más rato, la gente
va a ver la peli, sale diciendo qué buena loco, el pata es excelente, las
brujas qué bacán, la chica qué buena; y no se han dado cuenta que la obra era
de Shakespeare, porque la única
diferencia es que la época ambientada resultaba ser la actual. Y los que nos
damos cuenta nos reímos y lo disfrutamos tanto como el más ignorante.
II
Hamlet, Príncipe de Dinamarca
Se necesita cierta edad y/o
cierta experiencia de la vida para captar a Hamlet
en algo de su complejidad. O tal vez simplemente leer más. Con él suele pasar como
con otros personajes, que se habla tanto de ellos “antes” de que se acceda a
ellos, que se crean expectativas que no se concretan. A Hamlet lo conoce todo el mundo, aunque no haya leído la obra, y se
parodia todo el tiempo el injustamente famoso Ser o no Ser. Una vez que se le lee nos damos cuenta que no es ni
tan importante ni tan bacán como nos parecía, aunque es verdad que de cuando en
vez sorprende el muchacho en sus diálogos con Rosencrantz y Guildernstern,
o como cuando retorna de Inglaterra burlando la sentencia de muerte que pendía
sobre su cabeza, o cuando está con Horacio conversando con los
sepultureros sobre la calaverita del bufón Yorick.
Pero es verdad que sus monólogos pueden ser pesaditos. De hecho muy pocos
conocen el Ser o no Ser fuera de la cuarta palabra, y menos coligen su sentido:
¡Ser o no ser: he aquí el problema!
¿Qué es más levantado para el espíritu:
sufrir los golpes y dardos de la insultante Fortuna, o tomar las armas contra
un piélago de calamidades y, haciéndolas frente, acabar con ellas? ¡Morir …
dormir, no más!
¡Y pensar que con un sueño damos fin al
pesar del corazón y a los mil naturales conflictos que constituyen la
herencia de la carne!
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Y patatín. Constituye, me parece,
un magnífico ejercicio tratar que los alumnos interpreten y refraseen lo dicho.
Por ejemplo, si sustituimos Ser por Estar o por Existir o por Vivir – muy
coherente con el To be or not to be –
el asunto se puede clarificar: Vivir o
no vivir / Estar o no Estar / Existir o
no Existir. Y esto sí que es un problema, sea porque podría preguntarme o
decirme esto por la activa, es decir si estoy planeando quitarme la vida; sea
por la pasiva, es decir, si es que ocurrirá algo – una catástrofe, una batalla
– de donde puedo salir con los pies por delante. En ambos casos se puede abundar
y conversar y tratar de llegar a alguna conclusión, siempre provisional, porque
hay diferencias en como interpretar esta parte, por que precisamente si hay
algo que no queda claro en la obra es si Hamlet actúa por la activa, o se
deja actuar por la pasiva. Precisamente porque el pata se instala en la Duda
con carácter permanente.
El Hamlet de Franco Zeffirelli,
donde Mel Gibson hace de Hamlet, como quien dice no está del todo
mal. Tampoco nos le vamos a disparar a la yugular, pero es un Hamlet hecho a la mayor gloria de Mel Gibson, y eso a pesar de las buenas
actuaciones de Glenn Close y Alan Bates. La versión de Zeffirelli es en todo caso decorosa.
Pero el Hamlet de Kenneth Branagh me gusta de lejos
muchísimo más, y es porque va más lejos. Dura casi cuatro horas, contiene el
texto original íntegro, y la ambienta en el siglo XIX, lo que no le hace perder
absolutamente nada. Cuenta con la pléyade acostumbrada de actores británicos
amigos y parientes de Branagh (Julie Christie, Derek Jacobi, Kate Winslet,
Brian Blessed, Nicholas Farrell, John
Gielgud, Judi Dench, Rufus Sewell, etc.), pero además
participan buenos actores americanos y franceses en roles pequeños pero de gran
factura, que les permiten lucirse como actores: Así encontramos a Billy Cristal de sepulturero, Charlton Heston como el Actor, Robin Williams como el petimetre Osric,
Gérard Depardieu de Reynaldo,
Jack Lemmon de Marcelo. Se cumplió así
el sueño y obsesión de Kenneth Branagh
(que ejecuta el difícil rol protagónico él mismo) de llevar al cine de modo
perfecto el Hamlet de William Shakespeare. A algunos nos ha
gustado como quedó el producto final. Búsquenlo y Véanlo.
III
Romeo y Julieta
Estoy casi, casi seguro que si
existe algún argumento que haya sido representado hasta la náusea absoluta,
pero que aún así sigue y sigue repitiéndose, es el de Romeo y Julieta. Tanto es así que todo el mundo sabe de qué se
trata, así no haya abierto el libro. Imagino que tiene que ver con el hecho que
los protagonistas son adolescentes, que ser adolescente y oponerse a los padres
pertenece a la esfera de lo previsible, y que además tiene ingredientes de
acción al acabar con la muerte de los dos protagonistas de amores contrariados.
Así que ser Capuleto y ser Montesco como que no es nada raro,
si se pone uno a pensarlo. Recuerdo cómo al leerla me sorprendió encontrar que
registraba muchísimo más que el estereotipo que solemos tener de ella. El
personaje de Fray Lorenzo por ejemplo, o el de Paris, o el Capuleto
que exige su ancha espada, o el
extraño Mercucio, o incluso los criados y su curioso diálogo: – ¿Os mordéis el pulgar por mí, caballero? –
No me muerdo el pulgar por vos, pero me muerdo el pulgar, caballero. Hay
una bella película de Baz Luhrmann,
con una joven y talentosa Claire Danes
/ Julieta
y Leonardo Di Caprio / Romeo,
ambientada en Verona Beach, Los Ángeles, ambiente de bandas y pandillas
rivales, y donde el Capuleto de la Ancha
Espada es nada menos que il capo Paul Sorvino, y donde todo el
parlamento es shakesperiano, en ambiente contemporáneo. Fue una película que
los críticos hicieron puré, pero que los teenagers
gringos adoraron, nada extraño, a veces me pregunto qué defienden los críticos.
Otra gran película sobre el mismo tema es West
Side Story, de Robert Wise,
musical, basada en una obra de Broadway, bien escrita, bien actuada, bien
filmada, y con la música de un Leonard
Bernstein en su mejor momento creativo.
Sin embargo, si hay un Romeo y Julieta que pueda tildarse de
clásico, en el sentido que trata de rescatar todos los registros shakesperianos
y a la vez los correspondientes a la cultura que el autor trataba de retratar, es
el Romeo y Julieta de Franco Zeffirelli. Entiendo que lograr esto
no es nada fácil. Shakespeare no era
italiano sino inglés, pescó el argumento de las novelitas italianas de moda en
su época. No creo que se le haya ocurrido ni de casualidad que algún día los
italianos, ese pueblo que sabe vivir la vida, se la iban a agarrar con su obra
y le meterían algunos otros registros. Qué suerte que el tema sea tan
universal. Esta película, entre sus muchos e indudables méritos – algunos de
los cuales se deben al guionista, es decir, al mismo Will Shakespeare -, tiene el de haber empleado como locaciones a
Verona y sus alrededores, es decir el lugar donde Shakespeare ubica la obra. Asimismo Zeffirelli emplea actores adolescentes, y logra así una muy
aceptable versión de la obra, semejante a lo que debió ser en su principio.
También confieso que he casi perecido de risa con las vicisitudes de los
amantes de Verona. Ya sé que eso suena cruel y hasta medio patético, y seré
acusado de insensibilidad para el arte, pero es que hay que tratar de
conseguirse y ver O casamento do Romeu e
Julieta, del brasileño Bruno Barreto,
donde ambos enamorados no son solamente hinchas de clubes de fútbol diferentes
(uno del Palmeiras y el otro del Corinthians), sino que son jugadores … y así
podremos ver lo nunca visto: una Julieta goleadora. No puede ser de
otra manera en el Brasil, pero es que el Amor aguanta todo escenario. El
flechazo es vertiginoso, el descubrimiento de que ella es hincha del Palmeiras
francamente gracioso, y papá Capuleto, de antología. Está acá: http://www.youtube.com/watch?v=kxntqKSxvcM
IV
El rey Lear
Nunca he visto El rey Lear ni en película ni en el
teatro, y digo la verdad cuando digo culpablemente que además y encima es una
obra que leí tardíamente, pero esta es una verdad a medias. Muchos años ha vi
una película que me dejó un recuerdo imperecedero, y ruego a mis lectores me
acuerden la paciencia que acostumbran si se las cuento, porque sí, tiene que
ver con el rey Lear: La película
pertenece al Director Peter Yates,
se llama The Dresser (traducida en
América Latina como El Vestidor,
cuando probablemente hubiera sido más interesante y adecuado llamarla El Criado, o mejor aún El Valet, pero ya sabemos que en las
distribuidoras de películas trabajan gentes sin imaginación), y cuenta con la magnífica
actuación de excelentes actores británicos como el protagonista Albert Finney, que hace de actor, de
director del elenco teatral, y de Rey Lear, todo en la misma película,
a la vez, y le sale fenómeno. Están también los excelentes actores Tom Courtenay y Edward Fox (El Chacal de
la película homónima), que no parece sino que ser actor es un anexo del ser
británico. En la entrega de los Oscar de 1984 se produjo la extraordinaria y
creo que única ocasión en la que dos actores de una misma película resultaran
nominados para el Oscar a Mejor Actor: Finney
y Courtenay. Esta película presenta
una obra dentro de una Obra, a play in a
play, y en ese sentido el argumento es tan excelente que me provoca
contarlo. Viendo buen cine como este es que se aprende a ver cine, yo la vi
cuando estaba en mis veinte años y el recuerdo sigue allí. Señora, trate que su
monstruito vea CINE, no solamente Blockbusters.
Pero el tema en verdad no es la película, sino la obra de teatro inserta en
ella. Pero caigo en cuenta que también resulta que estas son Crónicas de Mis
Lecturas, qué demonios, y si a alguien no le gusta cómo las cuento, bueno es su
problema, porque después de todo yo cuento lo que me parece, y si no le gusta
pues apague su pantalla, señora, o cambie de blog, mi amigo.
Entonces lo cuento, aunque mis
recuerdos por fortuna no son lineales: The
Dresser es una película ambientada en el Londres del Blitz de 1940. Y la escena que me viene a las mientes es Albert Finney en Londres, delante de
una casa bombardeada, ardiendo; y un hombre de mirada perdida, sentado delante,
obvio morador del lugar. Finney se
detiene delante del hombre en estado de shock, que no devuelve la mirada,
ocupado como está asistiendo a su propio entierro. Finney mete la mano en el bolsillo de su saco, suspira el humo del
incendio, le entrega dos boletos: Vaya al
teatro – dice – vaya, ya sé que esto
no resuelve nada … pero ... vaya al teatro esta noche … . El hombre no le
ve, y Finney le pone en la mano los
boletos … Para mí una escena conmovedora, que presenta al teatro y el arte como
las armas contra la barbarie que son, que trata de prestar consuelo si más no
se puede; y filmada con una economía de medios extraordinaria, en especial
cuando Finney, humano en ese
momento, aparezca en la escena inmediata como el pequeño, mezquino, pedante,
creído, abusivo e insoportable directorzuelo de teatro, que sale a escena
porque los actores de planta están en el frente de guerra cumpliendo con su
deber. Y es así que se despliega en el escenario la shakesperiana El rey Lear, representada con rara
dignidad por actores ancianos, discapacitados y limitados, pero que sostienen
la civilización en medio del bombardeo, el incendio y la muerte. Y en medio de la
guerra una historia de lealtad y cariño entre el viejo actor cascarrabias y su
incondicional Vestidor: Courtenay y Finney no te cuentan la atmósfera,
hacen que la respires y la sientas. Y el Humor es enemigo de la Barbarie
también: El Director Finney está
entre bambalinas levantándose a una joven e ingenua principiante, olvida su entrada
a escena, y Edward Fox despliega su
morcilla shakespeareana tratando de recordarle que deje de agarrarse a la debutante
y entre a escena, pero ya; y en otro
lance en el que la representación teatral está amenazada por los bombarderos
alemanes, Courtenay se despacha un
monólogo cortito, donde un error en la pronunciación entre “live” y “leave” en
inglés hace reír: Al querer decir “si quieren salir …” (if you
want to leave…) dice “si quieren vivir …” (if you want to live…). Esta confusión produce la risa del
público en el teatro en la película, y la del público en el cine. Yo me digo que tal vez no sea
exactamente Shakespeare, pero qué
diablos, se merece serlo… .
V
Colofón
Sí. Shakespeare es inagotable
como el mar. Lo que se necesita es leerlo y verlo con ojos de ver. Se me quedan
en el tintero excelentes versiones que he visto, como los Enrique V de Olivier y Branagh; La Tempestad de Paul
Mazursky; Sueño de una noche de
verano; Titus, con Anthony Hopkins; El mercader de Venecia, a la que me he referido en otras ocasiones.
Me he pasado por alto Ran, de Akira Kurosawa, un Rey Lear del Japón
feudal del siglo XVI. No sé si escribiré más sobre Shakespeare, pero trataré. El
que tenga Ojos, que Lea.
CRÓNICAS DE LECTURAS – 41
FILOSOFÍA (2)
I
Qué le hace la Filosofía a la Vida
He escrito ya una Crónica sobre
Leer Filosofía, y he tratado de decir su lugar y analizarle su poquito la
utilidad. Lo cierto es que de una u otra manera leemos en algún momento algo de
Filosofía, y creo que no siempre es por obligación. Leer Filosofía y hacer
Filosofía y Filosofar le hace algo a la vida. Si lees bien, si piensas disciplinadamente,
es decir si filosofas resulta que se te despiertan ciertos campos neuronales
que no sabías que tenías, como cuando montas bicicleta por vez primera y te
terminan doliendo ciertos músculos que recién te enterabas estaban ahí. Y
piensas que para algunos pensar es el enemigo, y que lo que quieren es que seas
un insípido y estúpido cara de caballo,
es decir un simple consumidor que no cree problemas, que salive cuando le
pongan la publicidad y que gaste. Pero como yo estoy seguro que tú no eres ser
un perro de Pavlov - de otro modo no leerías estas Crónicas - me gusta que me
leas, y más contento estoy aún de que uses tu cabeza, a tu modo y a tu ritmo y
en lo que te parezca pertinente. Así que si quieres criticar, bienvenida es la
crítica y no importa lo dura que sea siempre que sea bienintencionada. Y aunque
sea malintencionada bastará con que sea sólida, por esta parte del camino no
nos da miedo la polémica. En cualquier caso hay momentos en que es importante
que nos metamos con la Epistemología, por ejemplo, cuando estamos metidos en
una investigación y de repente hay ciertas preocupaciones muy concretas al
respecto. O con la Ética, que hoy es el espolón de la Filosofía en general,
porque resulta en una preocupación mayor de nuestra época. O con la Filosofïa
de la Religión, ahora que todo lo sólido
se desvanece en el aire.
En la otra Crónica mostré las
dificultades que plantea la Filosofía como materia de enseñanza y lectura de
cabecera. Podemos comparar lo que le pasa a un lego en Filosofía con lo que le
ocurre a un piloto de Combate, que no lo es porque sea un especialista en
combustible de alto octanaje. Para pilotear un avión con éxito se debe saber
muchas cosas, pero no hay por qué embarazar la mente con un dominio de
especialista del combustible que se emplea, aunque indudablemente es importante
saber lo que se necesita sobre él. Y ésta es la clave del asunto, sea en pilotaje
de combate o en Filosofía: Qué es lo que realmente necesitamos. Cuando
enseñamos algo, Filosofía, Historia, el Triángulo de Pascal, Geometría
Analítica, a cruzar la calle o a manejar un tráiler, tratamos en primer lugar
que se aprenda lo que es necesario si es que hacemos las cosas bien y con
sensatez. No sirve de mucho proporcionar al aprendiz de manejo de tráiler una
maestría sobre la bocina del mismo. Por desgracia no es así como operamos en la
realidad, los maestros / enseñantes / coaches
(no me gusta la palabreja, pero la necesito) tenemos ideas preconcebidas y
fuertes prejuicios que guían nuestras decisiones al respecto del qué aprender y
cómo. Y la mayor parte de ellas son decisiones de mercado tomadas desde fuera.
Vale decir, no se estudia digamos la ética por ella misma sino porque
proporciona criterios para tomar decisiones en el desempeño profesional, la
Deontología que le llaman.
Por otra parte, no hace tanto se
hizo una encuesta en la Pontificia Universidad Católica del Perú acerca de qué
contenidos conceptuales de los que se enseñan en las facultades de Ingeniería
eran empleados en el tiempo real del ejercicio profesional, y la cifra en
porcentaje parecía realmente muy pequeña, menos de 15 % si la memoria no me
engaña. Claro está que eso depende de los objetivos que se trace la institución
educativa, así como de los perfiles de salida del producto final, esto es, los
rasgos del profesional. Porque la Universidad no existe sólo para hacer
economistas o ingenieros o artistas o historiadores o trabajadores sociales,
también forma personas humanas en una determinada dirección según la
personalidad de la Institución. Ello explica los sesgos en las mallas
curriculares según la Universidad de que se trate. Da la sensación que desde un
punto de vista instrumental, y si lo único que quieren es sacar Ingenieros, puedes
recortar un 50 % de los cursos, y el impacto en el desempeño profesional sería
relativamente pequeño. O quizá más bien deberíamos decir que recién se notaría
en el Largo Plazo. Con esto cuentan muchas instituciones que se dicen
Universidades, y que en verdad son Institutos adornados de un caché que no les
corresponde, pero que usan el membrete Universidad para ganar plata como cancha.
Como por la plata baila el mono, la Filosofía en cuanto Curso se queda presente,
pues tiene un costo bajo que se recupera en el caché que ciertas Instituciones
necesitan para blanquearse, es decir, un costo de Ventas. Sé que esta es una
conclusión más o menos desoladora, pero lo que interesa en general de la
Filosofía no es un curso de ella, sino su aplicación y/o la capacidad de
leerla, y esto en la medida que sea útil. Me viene a la mente un libro escrito
en esta perspectiva: Más Platón y menos
Prozac, que he leído a medias, y que debo decir que no lo siento del todo
descaminado. Pero no es este libro el que deseo comentar.
II
Por qué no soy Cristiano y otros
ensayos relacionados con la Religión,
de Bertrand Russell
Este libro me fue prohibido de
leer en casa. Y dada la prohibición y mi nula tendencia a obedecer a la
autoridad, fue uno de los primeros libros de Filosofía que leí. No hay nada más
bobo en el universo que prohibirle a un chico lector que lea, ello sólo
demuestra la impotencia de la Autoridad frente a las ideas. Terminas por
entender un hecho que te teleporta a la Independencia: la Autoridad tiene miedo
de que pienses. Nuestro país se caracteriza por una secular filosofía autoritaria
subyacente que sostiene que la gente no pensará si la aíslas del pensamiento, o
mejor aún, que pensará como tú quieres si le das algo para que piense de esa
manera. A estas alturas del partido me cuesta creerme que tenga toda la razón George Orwell en 1984. No veo modo de que ese Gran Hermano en particular nos
hermanifique a todos. Y si lo consigue es probable que los hermanificados se lo
merezcan. Claro, puede haber nuevos modos que no conozca, pero las
circunstancias actuales tendrían que ser opresivas en serio, peores que las
fabricadas en la mente apocalíptica de Orwell,
acertada en otros aspectos. Pero el peligro mayor no estaba en la Unión
Soviética, que no consiguió llegar lejos no por falta de ganas sino porque la
cosa no es fácil y requiere cuantiosas inversiones. El manejo del mundo
postmoderno por el capitalismo neoliberal se distingue mucho mejor en los modales
de los sucesores del complejo
militar-industrial que Dwight Eisenhower
(conservador pero decente) denunció en su momento. Podemos conjeturar que toda
la postmodernidad podría ser fomentada por los que la mueven, del mismo modo
que desactivaron a los Panteras Negras
en los ´70 s o fabricaron el punk en
los ´80 s. ¿Suena a teoría de complot? Sí, pero no por temor a que me crean
bobo voy a serlo más negando una amenaza real. Pero se me pierde Bertrand Russell, ojalá pudiéramos
solventar al lado de cada ser humano un educador de la calaña de Bertrand Russell por unos cuantos años.
Estoy seguro que el mundo se arreglaría en cuanto las gentes se dejaran de
pensar bobadas, pues el enemigo público número uno de las bobadas es Bertrand Russell, qué duda cabe. Y
escribió mucho y sobre muchas cosas, y siempre se le puede leer con gran
provecho. De hecho este libro se hizo muy famoso, y eso que el ensayo que le da
título es cortito, pero da inicio a toda la argumentación alrededor del tema
religioso y el racionalismo que se despliega en el libro.
Los argumentos del Por qué no soy cristiano son lógicamente
impecables. Ahí está su límite, dicho sea de paso. El mismo Russell lo presenta así: Lo que realmente hace que la gente crea en
Dios no son los argumentos intelectuales. La mayoría de la gente cree en Dios
porque les han enseñado a creer desde la infancia. El análisis sigue una
ruta muy ordenada: De qué se trata ser cristiano, la existencia de Dios, los
argumentos clásicos de Santo Tomás de
Aquino y otros más, entre ellos el argumento
del plan, que se parece como dos gotas de agua al famoso argumento del Diseño Inteligente que los creacionistas
y otra gente rayada han soltado últimamente como si fuera la gran novedad.
Luego se embarca en el argumento moral, en particular el de Kant, para después de reventarlo navegar
en una discusión sobre el carácter de Cristo
y los defectos que encuentra en sus enseñanzas y que justificarían considerarlo
un ser humano de elevada moral, peor no necesariamente de carácter divino. Denuncia
a las Iglesias en general como las responsables del retraso del Progreso Moral,
y las acusa frontalmente de crueldad diabólica
en la imposición de su moralidad. Por último señala al Miedo como fundamento de
la religión: Tenemos que mantenernos de
pie y mirar el mundo a la cara: sus cosas malas, sus bellezas y sus fealdades;
ver el mundo tal cual es y no tener miedo de él (…) Tenemos que hacer el mundo
lo mejor posible (…) Un mundo bueno necesita conocimiento, bondad y valor.
El resto del libro abunda y profundiza en estas ideas, vale la pena señalar
algunos de los títulos, que caracterizan perfectamente a un Russell que durante toda su vida tomó
firmemente el toro por las astas y no se comió ninguna estupidez: ¿Sobrevivimos a la muerte?, Nuestra ética sexual, Gente bien, La libertad y las universidades, La existencia de Dios, etcétera. Debemos decir que a nuestro
humilde entender este libro debería ser leído absolutamente por todas las
personas en ejercicio de su libertad. Soy de los que cree que un mejor concepto
de Dios y la Religión aparecerá cuando eliminemos toda la hojarasca de los
intereses creados por las Iglesias y Organizaciones Religiosas de toda índole,
y en este aspecto creo que hasta Bertrand
Russell estaría de acuerdo, como de hecho lo estaba Carl Sagan. Un diálogo entre las dos maneras de reflexionar no
parece imposible. Terminemos diciendo que Bertrand Russell debería ser leído no
solamente en cuanto Filósofo y Matemático, sino como el gran Educador que fue
toda su vida. Reconozco mi profunda admiración por este hombre, admiración que
comparte en mi pensamiento con ese otro combatiente por la Libertad, Nelson Mandela. Así que a leerse el Por Qué no soy Cristiano y todo lo demás
que caiga en tus manos. Como es sumamente sólido empieza siendo un poco
difícil, pero tras los primeros tropiezos y esfuerzos por entenderlo, se te vuelve
un compañero inseparable y merecido.
III
El Mundo de Sofía, de Jostein
Gaarder
He mencionado ampliamente este
libro en una de mis primeras Crónicas, traté con éxito relativo de usarlo para
enseñar Filosofía. Algunos de mis antiguos alumnos – antiguos en el sentido del
tiempo transcurrido, no de la edad – me hacen saber que se felicitan de haberse
introducido en la Filosofía por este libro, lo que siempre hace que uno se
sienta mejor. Pero ahora me gustaría comentarlo desde la perspectiva de lo que
ocurre cuando se combinan dos y hasta tres géneros: Novela, Historia y
Filosofía. Empecemos por el título: El
Mundo de Sofía suena un tanto común y silvestre, después de todo así se
construyen la mayoría de las frases y oraciones: El chino de la esquina, el
papá de Matilde, el león del zoológico. Estamos acostumbrados a decir y leer
estas expresiones y no solemos percatamos de su ambivalencia o anfibología. Eso
pasa acá: El sentido del asunto expresado en la frase–título El Mundo de Sofía, está en Sofía, claro, pero también está en el Mundo. Nosotros, como Sofía,
no solemos preguntamos sobre la estructura de la realidad al interior de la
cual vivimos a no ser que se nos despierte alguna duda al respecto, y para que
eso pase tiene que ocurrir algo realmente gordo. Cuando reflexionamos hacemos
harta hermenéutica porque el pensamiento filosófico no es pensamiento
científico, que a su vez es un caso particularísimo de pensamiento racional, y
leyendo la novela no hay nada de esto, sino una historia común y algo sonsa sobre
una niña y un profesor y unas extrañas clases de filosofía en el límite mismo
de lo verosímil, como si nos contaran el proverbial cuentito de hadas. Lo que
yo sé es que si mi hija empezara a recibir cartitas raras de un profesor de
filosofía, probablemente ese gallo terminaría preso. Cuando leemos novela
hacemos un pacto implícito con el autor: Le creemos así meta en el relato
Dragones, Mosqueteros, Monjes Trapecistas del Opus Dei o Islas Voladoras. Ahora
bien, cuando este relato algo simplón (uno se pregunta por qué es best-seller, y la verdad por eso
continué leyéndolo) alcanza el límite de lo verosímil, de repente nos percatamos
que Sofia
Amundsen (la protagonista) se pregunta precisamente sobre esa
verosimilitud, sobre la esencia del Mundo en que está, y empieza a aproximarse
poco a poco a una Verdad nada cómoda. Y ahí es cuando nosotros en tanto
lectores empezamos a rayarnos y empezamos a entender que la anécdota estaba
diseñada para adormecernos y encajarnos un bombazo.
Dios mueve al jugador y este a la pieza / ¿Qué Dios detrás de Dios la
trama empieza? Este es un versito de Jorge
Luis Borges que viene muy a cuento, porque si Sofía Amundsen se
pregunta sobre el Mundo en el que “realmente” está, tiene que percatarse con Alberto,
el profesor de Filosofía, que ellos mismos son personajes de una novela que está
siendo escrita por un Mayor del Ejército Noruego destacado con las Fuerzas de
Paz de las Naciones Unidas en el Líbano. Hasta acá Dios mueve al jugador, pero Alberto empieza a sospechar que el
Mayor no sabe que a él también lo escribe un tal Joostein Garder. Y ya puestos en esta seguidilla, no hay motivo
para detenerla creyendo que nosotros somos diferentes del resto del Universo o
que vivimos en un plano particular: A nosotros, que leemos al buen Joostein, nos podrían estar
escribiendo. Y subidos a este potro ¿por qué al Buen Dios – nombre que le daremos
provisionalmente al Supremo Escritor – no podría estar escribiéndolo alguien (¿Qué Dios detrás de Dios la trama empieza?) ?
Y ya metí un signo de interrogación dentro de otro, con lo que se evidencia la
muñeca rusa que es esta inocente novelita. Estamos en el terreno del
gnosticismo del siglo II d.C. que dejó honda huella en la civilización
occidental, pero que a la vez presenta una posibilidad posible, que no tiene
nada de boba si es que nos metemos en el terreno de la dilucidación de la
Física de la Realidad – es decir de la Metafísica. Ni es tampoco Gaarder el primero al que se le ocurre
aplicar el inocente versito de Borges,
que tan bien se la sabía. En su novela – o nívola,
término que remite a la neblina o niebla, o … – Niebla, Miguel de Unamuno
hace que un personaje le hable y hasta lo cuadre (Usted se morirá, mi Don Miguel, y Dios dejará de soñarlo). Woody Allen también cae en el encanto
de recombinar los planos de la realidad en su película La Rosa Púrpura del Cairo, aunque en el caso de Unamuno la cosa es dramática, mientras
que en Allen es un motivo más para
desternillarse de risa. Al final de todo, lo cierto es que una historia que
parecía tratar de hacer entretenida la Historia de la Filosofía en realidad se
resuelve en una profunda reflexión sobre el Ser y un reconocimiento del poder y
los límites de nuestra capacidad para la reflexión. Y para la rayadera. Presten
especial atención al final de la Novela (O nívola),
cuando lo hagan tal vez – solamente tal vez - se encuentren en la punta de los pelos del
conejo …
IV
Contra el Método, de Paul K.
Feyerabend
Tratar de entender la Ciencia es
uno de los grandes problemas de la Filosofía. Hay la idea de que la Ciencia es
exacta, metódica, rica, ordenada, todo eso se supone lo aprendemos en esos
bonitos manuales por los que todos pasamos cuando llevamos cursos de
metodología o seminarios de investigación, en especial cuando tenemos que hacer
la Tesis, esa maldita desgraciada, y tenemos que pasar por el aro del método
científico y sus reglas. Me recuerda esto esos libros con los que se trataba de
introducirnos al tema en el primer o segundo ciclo de Educación Superior, del
tipo de La aventura del trabajo
intelectual, de Armando Zubizarreta
o La tesis universitaria de José Antonio Del Busto Duthurburu.
También he leído, como tantos, al filósofo argentino Mario Bunge y su La Ciencia,
su Método y su Filosofía, elevados a los altares académicos con justicia, porque
me parece un libro muy bueno precisamente por la crítica y defensa de un cierto
tradicionalismo realista aristotélico. Pero cuando el tiempo pasa y la novedad
se desvanece, pasa con las reglas del método científico lo que pasa con la
mayoría de las reglas sobre cualquier cosa, que podemos tal vez seguirlas en
plan de manual y esto nos ayudará a cumplir con lo canónico de la tesis, por
ejemplo, algo que indudablemente nos traerá grandes ventajas aunque no volvamos
a ver una investigación en todas nuestras reencarnaciones posteriores. Pero
para entonces ya nos habremos comido algunas otras cositas de más complicada
digestión, como la Introduction to
research, de Tyrus Hillway; la Introducción a los métodos de la sociología
empírica, de Renate Mayntz, Kurt
Holm y Peter Hübner; a Johann Galtung, Teoría y Método de la Investigación Social (Uno de mis preferidos,
si debo decirlo, junto con los Métodos de
Investigación Social de William
Goode y Paul K. Hatt). Por otra
parte, ser muy canónico y seguidor de las reglas no molesta nada y es de
extrema utilidad en las ciencias formales -matemáticas y lógica – pero las
variantes en la Investigación Social requieren que miremos la cosa, como se decía
antes, cum grano salis. Cuando se
trata con la realidad hay que aplicar las reglas creativamente, y la
creatividad con las reglas suele ser arriesgada cuando hay un título académico
de por medio. Sin embargo, para mí constituye indicio de anquilosamiento social
cuando se siguen las reglas por el puro prurito (o picazón, que eso significa
prurito) de seguir las reglas. Las reglas son básicamente algo que es útil para
alcanzar un objetivo, en este caso para alcanzar conocimiento, y por eso uno
debe conocerlas al dedillo para saber en qué medida las debe asumir. Y no, no
estoy aconsejando dedicarnos al incumplimiento sistemático de las reglas, sino
a la necesidad de conocer y practicar una ética y moral más elevada que la que
proviene de simplemente cumplir las normas por cumplirlas. A veces cumplir con
las normas es ética y moralmente un crimen. En ciencia, digámoslo así, posiblemente.
Por ello una crítica fundamentada
contra el método en general y contra el método científico en particular es siempre
pertinente. El libro de Paul Feyerabend
que trato de reseñar precisamente hace eso, criticar el método con método
crítico, tan caro a la Filosofía en general y tan sólidamente establecido por Emanuel Kant, que dejándonos de cosas
se calzaba sus puntos a pesar de esas metidas de pata éticas de que hablamos
líneas arriba. Por cierto, criticar la crítica es también pertinente, pero si
criticamos el método, y /o a la crítica del método, cuando menos estamos en la
obligación de fundamentar nuestra asistematicidad en la investigación y el
método científicos. Menos mal hay cómo, Feyerabend
toma en consideración la relatividad de las afirmaciones científicas en el
tiempo, considerando la Ciencia misma como un conjunto de ideas y proposiciones
que se desarrolla históricamente, y siendo histórico su desarrollo participará
de los factores ambientales que la rodean, incluyendo particularmente en ello
las consideraciones semi-mitológicas que los propios sujetos agentes - los
científicos - utilizan cuando tratan de describir su propio proceso científico
“históricamente”. La misma idea de la racionalidad que rodea a la Ciencia, los
conceptos e ideas socialmente predominantes sobre la esencia e importancia de
la inducción y la contrainducción, del falseamiento o falsación, de la teoría,
de lo empírico y del experimento, de las bases lógicas y epistemológicas que
sostienen el edificio de la Ciencia, de la interrelación entre los conceptos y
los hechos – que por cierto ha hecho crisis en la post-modernidad -, de las
autolimitaciones ideológicas en la interpretación de los hechos lleva al autor
de este libro a atacar toda ortodoxia y a sostener una suerte de Teoría del Error
Científico, en la que basa su anarquismo epistemológico. Y no está solo, pues
con Karl Popper, Rollo May, Imre Lakatos, Willard Ormand
De Quine y Jerszek Kolakowski,
entre otros, hay harto de qué hablar al respecto. Me parece que tal vez no
debería ahondar más en este tema, complejo de por sí, más allá del simple
propósito de comentar un buen y moderno libro de Filosofía. Las ideas de Feyerabend han calado hondo en la
crisis de la racionalidad y de la ciencia, y su Teoría de la
Inconmensurabilidad, que comparte con otro gran filósofo crítico, Thomas Kuhn, es importante de ser
conocida para todo aquél que pretenda decir que sabe filosofía. Terminemos este
apartado con unas palabras del propio Feyerabend,
las que dan término a Contra el Método:
… la teoría se aplicaba, pero (…) no se
entendía todavía. El entendimiento (…) se hace así inefectivo y superfluo.
Resultado: Las sensaciones también pueden ser eliminadas del proceso de
entendimiento (aunque pueden seguir acompañándolo, del mismo modo que un dolor
de cabeza acompaña al pensamiento profundo).
V
Colofón
Algunas personas me han acusado
con gran crueldad mental y emocional de ser un racionalista furioso que ve las
cosas en función de su lógica y sistematicidad en relación con el Gran Todo
Flotante del Conocimiento, dejando aparte el sentimiento y otros modos de
captar y vivenciar la realidad que me (nos) rodea. Calculo que si leen esta
Crónica puede que dichas personas disparen una semisonrisa de conmiseración.
Esas cosas pasan cuando lees pues. Y qué bueno. Así que ya sabes, parafraseando
la Biblia: Lee y haz lo que quieras.
CRÓNICAS DE LECTURAS – 42
Ciencia Ficción Clásica
I
Qué es la Ciencia Ficción
Tratando de encontrar qué cosa es
la Ciencia
Ficción clásica, me encuentro con que Isaac Asimov se me adelantó en el prefacio, introducción o prólogo
(sé que hay diferencias entre ellos, pero disertar sobre ello me da flojera) de
la antología de 1981 Lo mejor de la
Ciencia Ficción del Siglo XIX, que presenta obras de E. T. A. Hoffman, Edgar
Allan Poe, Mary Shelley y Nathaniel Hawthorne entre otros. Asimov hace afirmaciones sobre el tema
que se pueden calificar de magistrales, ya que el caballero en cuestión es sin
discusión el Gurú Máximo del asunto. Estas definiciones van en círculos
concéntricos, lo que permite entender a cabalidad de qué trata en realidad la Ciencia
Ficción, empezando por decirse ser narrativa que versa sobre lo
imaginativo y no familiar, con lo que casi cualquier cosa caería en el dominio
de la susodicha Ciencia Ficción. Pero Asimov
empieza desde aquí a limitar el espectro, empleando para ello los tópicos de la
Ciencia
Ficción, que lo llevan desde la Odisea
de Homero hasta la Historia verdadera de Luciano de Samosata (siglo II D.C.),
que no calificaría como Ciencia Ficción al no tratar de
reflejar la realidad del universo. Así pega el salto hasta 1634 y el famoso Somnium de Johannes Kepler, inspiración de Isaac Newton y marco conceptual de la célebre caída de la manzana,
causa eficiente de toda la Física Moderna. Pero ello no es suficiente para Asimov, porque la Ciencia Ficción debería
incorporar elementos de la Ciencia y de la Tecnología creados por los seres
humanos, pues en buena cuenta el género narra cómo los seres humanos progresan
y modifican su medio ambiente con medios proporcionados por la Ciencia y
Tecnología. Asimov enfatiza el hecho
histórico de la velocidad creciente del desarrollo de la Ciencia (me resisto a
emplear el término progreso, pero Asimov lo emplea), velocidad que
produce admiración, extrañeza y/o sorpresa en las personas, de modo que el vero
protagonista de la Ciencia Ficción es esta misma creciente velocidad del progreso. La Ciencia Ficción se
constituye así en el intento narrativo - literario de hacer prognosis del
mundo, de anticipar el futuro, de ahí los “relatos de anticipación”. Y por
tanto, según Isaac Asimov, Ciencia
Ficción es la rama de la literatura que
trata de las respuestas humanas a los cambios en el nivel de la Ciencia y la
Tecnología … entendiendo que los cambios implicados deben ser racionales y
acordes con lo que se sabe de la ciencia, la tecnología y los seres humanos.
Desde muchos años, muchísimos,
soy un apasionado de la Ciencia Ficción, e inclusive de las
películas de Ciencia Ficción, sean éstas buenas, regulares, malas, e
inclusive francamente malas. Sin embargo, la Ciencia Ficción (y toda
la narrativa) ha cambiado porque nuestra cultura de imágenes móviles (motion pictures, como dicen los
gringos), nos ha sacado de la imaginación futurista y ha llevado los códigos y
registros de la Ciencia Ficción a la realidad virtual de la actualidad. El
viejo y más o menos delimitado subgénero de Asimov, Clarke, Sturgeon, Heinlein y Bradbury se
quedó atrás y cambió radicalmente, y hoy en día puede ser muchísimas otras
cosas, a veces bastante extrañas: Aventura (John
Carter, original de Edgar Rice
Burroughs), reflexión filosófica (Solaris,
de Stanislaw Lem), épica (Star-Trek de Gene Roddenderry, o La
Guerra de las Galaxias de John Lucas), ucronía (El Hombre del Castillo de Philip José Farmer), mezcla informe (Cowboys versus Aliens), zombis (Guerra Mundial Z, etc.) y un muy largo y
complejo etcétera. Cosas de la expansión de la Ciencia y sus estereotipos,
porque la Ciencia Ficción posee una larga y gloriosa historia no limitada
a las revistitas de subgénero (pulp-fiction
y análogas) de los años ´30 a ´60 en los Estados Unidos, las que aunque
importantes tienden a pasar por alto al peculiar modo estadounidense al 90 % de
la humanidad que no vive en Nueva York, Chicago o Los Angeles. Sin embargo
sería iluso no reconocer el aporte de la Ciencia Ficción estadounidense - o
si se quiere anglosajona -, pues es la que más se ha traducido y editado, y ha
influido a todas las demás. A Isaac Asimov
le encantaba contar esta historia en sus antologías, así que a ella me remito,
con lo que dejo ese asunto en mejores manos.
Paso a comentar algunos libros del género:
II
Ciudad (Clifford D. Simak)
Estoy más o menos seguro que me
he referido antes a esta obra, pero como si nada lo vuelvo a hacer, porque aún
presentando los lugares comunes de la Ciencia Ficción, Simak no los resuelve del mismo modo
que la mayoría, y sus enfoques ciertamente no son los estereotipos. Escrito en
1957 con el simplísimo nombre de City,
presenta la gradual desaparición de una especie y cómo ésta es vista por las
especies epígonas. La especie cuya extinción y sustitución son diseccionadas en
Ciudad resulta ser la humana, y entre
las especies epígonas que miran y tratan de entender están los perros, que
llaman Websters a los humanos por el apellido de la familia que los
llevó a la inteligencia, el lenguaje y la civilización. Y así otras especies
terrestres toman la posta: hablan, leen y poseen ciencia, tecnología, religión
y filosofía, y tratan de entender a sus antecesores a través de los cuentos e
historias que los mayores narran a los cachorros. Estos cuentos presentan
extraños conceptos e ideas movilizadoras, pues los Perros – y las otras
especies -no alcanzan a entendernos porque sean “mejores” o “peores” que los
humanos, sino porque son distintos: Rover
(…) asegura que los cuentos son más antiguos de lo que generalmente se cree, ya
que conceptos como guerra y asesinato no pudieron nacer en una cultura como la
nuestra. Añadamos la inquietante presencia de las Hormigas, cuyas culturas
/ civilizaciones son tan absolutamente extrañas – para nosotros y para los Perros
y para los Robots y para las demás especies – que fuera de su origen, todo
sobre ella resulta completamente incomprensible, aunque terminen por
hegemonizar y apoderarse de Una de las Tierras, por lo menos … Pero no les
adelantaré la historia, léanla y no sean flojos. Y, de paso, léanse también de Simak esa pequeña maravilla narrativa
que es Estación de Tránsito.
Ciudad es una de esas raras obras de Ciencia Ficción que nos
enfrenta a desconciertos y extrañezas, pues su trama y rasgos característicos
escapan al antropismo que suele rodear el subgénero. Nos rompe los esquemas
dejándonos con la mente algo más abierta a la novedad y con la imaginación algo
más desarrollada. La novela se llama Ciudad,
pero empieza por mostrarnos precisamente el colapso de las Ciudades y la transformación
del hábitat y la sociedad humana en una dirección imprevisible e imaginativa,
que dará lugar a un futuro en el que no solamente no somos importantes, sino
que agotamos nuestra posibilidad como especie hasta la extinción, y somos así
completamente prescindibles. Las otras especies en capacidad de coexistir o no
con otras, no nos necesitan aunque nos tengan afecto y a veces un tanto de
lástima. Mantienen sus características propias, incluso los Robots,
aunque éstos no se parezcan en casi nada a la idea que podamos tener de ellos: Quizá fuese mejor que olvidases lo que te he
dicho. Los hechos son dolorosos a veces. Un robot tiene que trabajar con ellos,
porque no tiene otra cosa. No podemos soñar, ya lo sabes. Sólo disponemos de
hechos. Mientras leemos nos percatamos que estos Robots también son una de
las especies epígonas de los Websters, que escapa a las
intenciones que se tenían para ellos, lo que nos hace saltar a otro concepto de
evolución, fuera de lo biológico pero que lo abarca. Por otra parte en su
lectura hay un hálito de cosa vetusta que no es desagradable, tal vez mostrada
por los extinguidos marcianos, de importante y frustrado rol filosófico. Asimismo
las dimensiones en las que existe la Tierra - y las Tierras - vuelven la
exploración espacial algo bastante irrelevante, y presentan espacios
interdimensionales en las que las diversas especies evolucionan, en procesos
impulsados repentinamente por causas inobservables y casualidades. Ciudad convence incluso hoy, y en
realidad convence más hoy que antes por la peculiar extrañeza de sus mundos
alternos. Cuando la leas no verás a tu perro del modo que antes hacías, y hasta
puede que lo rebautices Towser.
III
El Hombre Ilustrado y las Crónicas Marcianas (Ray Bradbury)
Hace muy poco ha fallecido este
príncipe del género, Ray Bradbury,
el poeta de la Ciencia Ficción. Leerlo es vivir una experiencia del lenguaje,
puede leérsele cómodamente en inglés, porque a pesar de su orientación a la
poesía, su lenguaje es simple y universales los sentimientos que expresa. Entre
lo mucho que uno le puede deber a una persona en poco tiempo, y entre lo mucho
que puede uno atesorar los sentimientos compartidos a la distancia, están las
ideas recurrentes, las pequeñas costumbres adquiridas, las lecturas significativas,
como aquella en la que me trabé con Bradbury
gracias a Marta, quien me obsequió
generosamente El Hombre Ilustrado,
conjunto de cuentos de Ciencia Ficción que me leí de un tirón en el camarote de
un Ferry-Boat en el Río de la Plata, entre Buenos Aires y Montevideo. Por
cierto fue el primer libro de la editorial Minotauro que tuve entre manos, y he
de decir que su tamaño, forma y tipo de letra me salieron siempre a cuenta, se
adaptan a mí con gran fluidez, como sus portadas y magníficas traducciones y prologuistas,
entre ellos Jorge Luis Borges. Y es
de apreciar en El Hombre Ilustrado
sus maravillosos y ya clásicos cuentos, que se representan cada noche en los
movimientos nocturnos de los tatuajes que cubren la totalidad del cuerpo de un
viajero que duerme: Caleidoscopio,
diálogo entre hombres arrojados al espacio por un meteorito que rasga la
espacionave como un papel, arrastrados al Sol, a la Tierra, a las corrientes
meteóricas, al frío espacio exterior … este cuento se representa en muchos
colegios de los Estados Unidos, por la facilidad de hacerlo como por la
potencia dramática del relato. El Otro
Pie presenta la imposibilidad objetiva de segregarse sobre base racial (¿Recuerdas al doctor Phillips, y al señor
Burton, y sus casas enormes, y la cabaña de mi madre, a mi viejo padre que
seguía trabajando a pesar de sus años? El doctor Phillips y el señor Burton le
dieron las gracias poniéndole una soga al cuello. Bueno -dijo Willie-, todo ha
cambiado. El zapato aprieta ahora en el otro pie). La Lluvia, cuento de la desesperación. Los extraños marcianos de Los Globos de Fuego. El último refugio
de la ficción en Los Desterrados.
Cómo persiste el Odio en La Ciudad y
en El zorro y el bosque. El desajuste entre individuo y sociedad en
una invasión extraterrestre de morirse de risa en La mezcladora de cemento. La carencia afectiva en Marionetas S.A. Y el cuento que más me
ha gustado siempre desde aquella primera noche en vela en el Ferry-Boat, el muy
hermoso El Cohete y su amable
personaje Fiorello Bodoni. Pero no me
crean a mí, léanlo, léanlo, disfrútenlo, por mi madre que no se arrepentirán.
Como deberían también leer las Crónicas
Marcianas. En todos sus libros Ray Bradbury explora el conflicto en
la naturaleza humana, quizá en una perspectiva demasiado críticamente
“estadounidense”, pero que a uno le obliga a entenderlos en sus simplezas y
complejidades, y a pesar que hablen y se comporten con ampulosidad, sabe uno
que está frente a gente real por más que hablen raro. Bradbury suele presentar
temas recurrentes y sus historias tienden a ser repetitivas aún en sus
argumentos, como si se sintiera en la obligación de volver una y otra vez a las
mismas ideas y situaciones. Tiene la compulsión de tratar de contar lo mismo:
Lo humano en sus despliegues personales, en el ejercicio de su libertad, de sus
impulsos, de lo que le gana cuando no puede pensar, o en qué piensa cuando no
tiene más remedio. Así que puedo decir sin problemas que aunque sé que así es,
que se repetirá y se regodeará contando y recontando veinte veces las mismas cosas que lo traen obsesionado, pues qué me
importa, pues ni me cansa ni me molesta ni me complica, sino que por el
contrario, dénme más y más y más de esto: Quería
ir a Marte en el cohete. Bajó a la pista en las primeras horas de la mañana y a
través de los alambres les dijo a gritos a los hombres uniformados que quería
ir a Marte. O de esto: Los antiguos
nombres marcianos eran nombres de agua, de aire y de colinas. Nombres de nieves
que descendían por los canales de piedra hacia los mares vacíos. Nombres de
hechiceros sepultados en ataúdes herméticos. Nombres de torres y obeliscos.
O de esto: Nosotros, los habitantes de la
Tierra, tenemos un talento especial para arruinar todo lo noble, todo lo
hermoso. No pusimos quioscos de salchichas calientes en el templo egipcio de
Karnak, sólo porque quedaba a trasmano y el negocio no podía dar grandes
utilidades. Pienso que Bradbury sufre la nostalgia de no ser sus
propios antepasados, de no vivir sus circunstancias y sus valores, y por eso
narra la conquista de Marte en sus Crónicas
más con la nostalgia del trampero del Missisipí o del vaquero de Kansas de los
primeros años del Siglo XIX, que con los científicos de Houston y Cabo
Cañaveral de los siglos XX y XXI. Recurre varias veces a la imagen de la
hoguera donde se queman libros y papeles para cancelar etapas e iniciar otras,
y con ella termina las Crónicas: Estoy quemando esa manera de vivir, esa
misma manera de vivir que se está quemando en la Tierra (…) La vida en la
Tierra nunca fue nada bueno. La ciencia progresó rápidamente y nos dejó atrás,
y la gente se extravió en una maraña mecánica, dedicándose como niños a cosas
bonitas: artefactos, helicópteros, cohetes; dando importancia a lo que no tenía
importancia, fijándose en las máquinas más que en el modo de dominar las
máquinas. (…) La Tierra ya no existe. (…) Aquella manera de vivir fracasó, y se
estranguló con sus propias manos (…) Ahora, os voy a mostrar a los marcianos …
IV
La paja en el ojo de Dios
(Larry Niven y Jerry Pournelle)
No es la mejor novela del género,
aunque cosechó sus Premios Hugo y Nébula. Se le ha criticado errores de fondo y
de forma en los que incurre, y de los que somos francamente conscientes cuando
la leemos. Asimismo, su secuela El Tercer
Brazo es complicada e inentendible, a no ser que seas realmente muy
fanático del género, de la Paja y de los Pajeños. Sin embargo La Paja en el ojo de Dios se ha vendido
como bizcochitos calientes y es curioso que le pasen por alto los errores a una
obra con tan gruesos gazapos de estilo y narrativa. Pero así como hay críticos
ácidos y amargos, también los hay entusiastas. Según parece, y a pesar de sus
muchas inconsistencias, posee una virtud casi única y extraordinaria, de
pespuntes antropológicos y filosóficos, que en el momento en que se escribió
resultó decisiva y marcó una diferencia sustancial en el desarrollo de todo el
género de la Ciencia Ficción. Supo presentar de manera totalmente verosímil
una raza extraterrestre completamente alejada de los estereotipos antrópicos
que rodean las tramas del género y aún la actividad científica. Es que como
somos humanos y estamos en verdad demasiado centrados en nosotros mismos, nos
creemos que los extraterrestres deben ser más o menos como nosotros. Esto se
nota particularmente en las películas, que por razones de costos – inventar y
fabricar extraterrestres verosímiles y adaptados a entornos realmente diferentes
puede ser muy caro - siguen al pie de la letra el parámetro asimoviano de un universo poblado por
humanoides, presente también en las franquicias de Star Trek y Star Wars. Y
así, aunque seguramente la evolución en diferentes mundos debe producir muchos y
diferentes modos de adaptación de presuntas formas de vida inteligente, casi
todos los extraterrestres que conocemos vienen con dos brazos y dos piernas,
simetría vertical y asimetría horizontal, sentidos análogos a los nuestros y
hasta una cabeza con su respectivo cerebro. Y además usan la vista, el olfato,
el oído y el gusto igualito que los terrestres o con pequeñas variantes de
espectro para hacer verosímil el relato. En lo que podríamos llamar “nivel de
extrañeza” los extraterrestres de Niven
y Pournelle solo se comparan al
clásico La Amenaza de Andrómeda de Michael Crichton, o con los
extraterrestres presentados en la segunda y tercera partes de la serie Rama, de Arthur Clarke y Gentry Lee (que
para ser justos, debemos decir se escriben mucho después que La Paja), o incluso con los que el mismo
Niven presenta en sus obras
dedicadas al Mundo Anillo, como el Titerote
de Pierson o los Kdatklynos.
Pero ni tanto, ni tan poco. Los
pajeños asimétricos, poseedores de tres brazos, carentes de columna vertebral y
expresiones faciales son tan extraños que primero los humanos los toman por
mutantes. Pero lo más extraño es su enorme habilidad lingüística para los
idiomas – por lo menos en la casta de comunicadores - combinada con su
dramática organización social, su feudalismo industrial totalmente dependiente
de la conciencia colectiva que los mismos pajeños adquieren cada cierto tiempo
histórico acerca de los Ciclos por los que su civilización está condenada a
pasar y que deben tratar que no alcancen el punto crítico de la extinción,
tomando medidas de todos tipos en una lógica que solo puede ser comparada con
una suerte de maktub interestelar
combinado con una paranoia generalizada. Planean cada cierto número de siglos
decaer para descubrir, inventar, desarrollar, incorporar y luego aplicar una
forma de Ingeniería Social a sus Ciclos Históricos. Si obran de otra manera
estarían condenados como especie al colapso y la extinción, a no ser que
realmente prevean y tomen medidas. Incluso los “Eddy el Loco” están previstos,
es decir aquellos personajes “históricos” que escapan a la norma y son tan pero
tan creativos e innovadores que pueden hacer trizas cualquier formato
previsible que adopten las civilizaciones pajeñas, introduciendo un
indeseadísimo e imprevisible azar. El fondo del problema es demográfico: Los
pajeños no pueden evitar reproducirse, registran un enorme sentimiento de culpa
respecto a sus crías y una fuerte competitividad intercivilizaciones que les
impide la contracepción, el infanticidio o el control natal en cualquier forma.
Y así entonces aunque una civilización tratara de arreglar las cosas, el resto
no la seguiría y la que trató de controlar la población, verbi gracia, terminaría aplastada y conquistada por aquellas que
no controlaron su número. La solución que se plantea a este brete es incompleta
y algo absurda, pero … ¿no es así como planteamos nuestras soluciones políticas
la mayor parte de las veces …? El tema de La
Paja en el Ojo de Dios, en realidad, somos nosotros y si resolveremos este
problema …
V
Colofón
Entre estas tres novelas hay un
panorama de tres estilos que adopta la Ciencia Ficción Clásica: El
intimista y poético de Bradbury, el
innovativo y original de Simak, el Space Opera de Niven y Pournelle. Hay
más por supuesto, la creatividad en el espacio ha sido y es inmensa, y empieza
a reflejarse en géneros cinemeros que adaptan los argumentos de los años ´50 y
´60 a las películas de hoy, si bien con resultados contradictorios. En todo
caso, hay calidad e imaginación en los escritores de la Ciencia Ficción Clásica,
y no defraudan. Y se ve en él además el extraño toque de un género envejecido y
a la vez futurista. Lee lo que quieras.
CRÓNICAS DE LECTURAS – 43
Los Miserables
I
Literatura, Teatro, Cine, Música, Política
Tras ver la película musical Los Miserables de este año 2013 tenía
que escribir esta Crónica. El musical ganó el Oscar a Mejor Película, y
dio Mejor Actriz para Anne Hathaway
por esos cuatro eternos minutos de ser Fantine en Los Miserables de Víctor
Hugo. A Víctor y Anne responsabilizamos de las lágrimas innumerables
derramadas. Los que alguna vez conocieron la desesperación de no ver salida
alguna del Infierno; o tenemos imaginación y sentimientos – que los tenemos
todos los seres humanos que no nos perdimos en la ruta – sabemos que se siente,
y también qué se siente. Necesitamos sí del poeta, el tenor, el novelista, el
actor que nos lo recite, nos lo cuente, nos lo cante y nos lo muestre para
empatar los sentidos con el corazón, poner el cerebro de lado y mirar de frente
y con valor a la Miseria. Víctor Hugo
está entre la Docena Maldita de los mejores escritores del mundo, pues
grandilocuente y verborreico como es, sabe el corazón humano y fabrica una
epopeya de seres frágiles, no muñecos ni marionetas ni estereotipos, sino
miserables de toda calaña y calibre. El musical parece halló la fórmula, fuera
que en el principio corretea. Las adaptaciones cinematográficas tienen a favor
la Elipsis y en contra el Tiempo, no se puede hacer películas de 24 horas de
duración, pero se pueden elipsizar como hace Peter Jackson en El Señor de
los Anillos: Tres Películas de seiscientos y pico minutos de duración que
así y todo no consiguen ser el Libro. En cosas así se atascan los artistas de
la pantalla: David Wark Griffith
trató cuatro películas a la vez en Intolerancia,
y su truco fue pasarlas “a la vez”, saltando de una a la otra y esperando que
el espectador llenara los espacios. No lo entendieron, el fracaso fue
estrepitoso, pero hay más cómo expresarse. El formato visual que mejor le queda
a Los Miserables – como a todas las
novelas por entregas, tal La Guerra y la
Paz o David Copperfield - es el de Miniserie, y ya recomendaré. Pero el
musical logra una versión “exterior” que como todas las adaptaciones que salieron
“bien”, obvia ciertas cosas y refuerza otras según la época en que anda y los
medios de expresión que dispone, en este caso la voz humana modulada.
(James Lipton hace al respecto de todo esto una entrevista de
antología a Hugh Jackman en Inside Actor s Studio, y como la
Traducción de los subtítulos del lnglés es infame, empréndela si sabes inglés: http://www.youtube.com/watch?v=4QzeEaQQNv0)
La novela de Víctor Hugo Los Miserables,
se publicó en 1862, inspirada en la aventura de Vidocq, fundador de la Policía Francesa (Sûrete). Hugo extrajo
de Vidocq sus dos personajes principales
y contrapuestos: Jean Valjean y Javert, con lo que mostró en dos
personas lo que anda embutido por lo general en una. Genio literario y Político
de Combate, Víctor Hugo se despacha Los
Miserables en el destierro de Bruselas, pues es opositor al seudoimperio de
Napoleón el Chico (Hay un verso de José Santos Chocano que hace al paradigma:
Es el poeta altanero / quien debe romper
el yugo. / Siempre, al cantar Victor Hugo, / Tembló Napoleón Tercero).
Víctor Hugo en Los Miserables disecciona sin piedad la miseria de la Francia de la
Restauración. De aquí el título, porque Miserables hay por pobreza e injusticia
como el propio Valjean, Fantine, Gavroche, y los hay morales
de calaña maldita (Tholomyés, Thenardier) y de la otra, no maldita
pero sí de acero y concreto (Javert, Gillenormand). A la vez hay
personajes luminosos como Monsieur Bienvenu Myriel, Marius,
Cosette,
Enjolras,
Sor
Simplice, a más de miserables que se redimen por el trabajo o la lucha,
como Fauchelevent
y la heroica Eponine. Frente al fondo
mismo de Javert, su elemento, su centro respirable, (…) la veneración de toda
autoridad alinea el perdón, el amor, la lucha revolucionaria contra la
miseria y por la igualdad. Es narración profundamente humana y solidaria con el
dolor, sus personajes circulan de la luz a la oscuridad, y esas son las
historias que cuentan. El centro de todo es el hombre Valjean, cuya humanidad
se le quedó atada a la cadena de la cárcel, y a quien todos tratan como no lo
harían a un perro. Valjean roba la platería del obispo Myriel, único que le cobija la noche horrible que llega a Digne. Es
apresado, no queda ya nada para él en este mundo, pero Bienvenu lo toma en sus manos, le enseña lo que es Ser un Hombre: Jean Valjean, hermano mío, usted no
pertenece ya al mal sino al bien. Lo que yo le compro a usted es su alma; la
aparto de las malas ideas, y del espíritu de perdición, y se la entrego a Dios.
II
La Pobreza y la Miseria
Víctor Hugo participaba de lo que podríamos llamar prudentemente un
optimismo explosivo basado en el Progreso y la Razón. A estas alturas
desencantadas de la Historia resulta casi imposible entenderlo, nosotros que ya
estamos de vuelta. Hugo vive entre
el romance y la realidad, pone voz y color a los ideales republicanos, a la
razón en el gobierno, a la destrucción y erradicación de la Miseria de Toda la redondez
de la Tierra, operada por la Educación universal y gratuita, panacea universal.
Hugo, como Milan Kundera, digresiona y reflexiona a cada momento, nos deja escudriñar
el pensamiento de un hombre que es a la vez Cabeza y Corazón: El luchador
social y talentoso escritor muestra la pobreza como un hecho divino del que no
podemos sustraernos, ocasión para desplegar las virtudes heroicas y templar nuestra
alma en el yunque de la adversidad. Este es un sueño hermoso del que Valjean,
Enjolras
y les
amis de l´ ABC, Eponine, Marius, Bienvenu,
Cosette,
Fantine,
Gavroche, Fauchelevent, Gillenormand y hasta Javert representan
diferentes facetas. La pobreza está en la naturaleza divina de las cosas y se
la bendice como Hermana, como hace el Poverello
Francisco de Asís. Sin embargo, Víctor
Hugo distingue Pobreza de Miseria, la que denuncia como responsabilidad
absoluta del hombre, contra la que hay que oponer todas las fuerzas. La pobreza
es don de Dios, la Miseria es castigo que el Hombre fabrica contra el Hombre, y
destruirla justifica el hecho revolucionario, sobre el que reflexiona en toda
la obra: … dígase lo que quiera, la
Revolución Francesa es el paso más importante que ha dado el género humano
desde el advenimiento de Cristo. Y
también Para que exista la revolución, no
basta que Montesquieu la presienta, que Diderot la predique, que Beaumarchais
la anuncie, que Condorcet la calcule, que Arouet la prepare, que Rousseau la
premedite; es necesario que Dantón se atreva. En definitiva, Víctor Hugo nos convence todo el tiempo
que para hacer tortilla hay que romper huevos. Conviene saber en consecuencia
que en concepto de Víctor Hugo no es
Miserable el andrajoso que guillotina reyes y canta La Marsellesa en la Plaza de la Revolución, ese es pobre pero no
miserable. A diferencia de la Pobreza, en última instancia cosa de plata, la
Miseria es una cuestión moral: Miserable es el humano sometido a la necesidad extrema (…) conducido hasta el límite
de sus recursos, y al infortunio para todos los que transitan por este camino. Trabajo
y salario, comida y cobijo, coraje y voluntad, para ellos todo está perdido. La
luz del día se funde con la sombra y la oscuridad entra en sus corazones; y en
medio de esta oscuridad el hombre se aprovecha de la debilidad de las mujeres y
los niños y los fuerza a la ignominia. Luego de esto cabe todo el horror. La
desesperación encerrada entre unas endebles paredes da cabida al vicio y al
crimen (...) Ellos son "Los Miserables", los parias, los
desamparados.
La Miseria se origina así en la
desesperación, con tan hondo sentimiento mostrada por la Fantine de Anne Hathaway, y que la novela cuenta más
bien con brutal fatalismo, en esas docenas de pequeñas cosas que cambian conforme
te hundes progresivamente: Una saliva
rojiza manchaba las extremidades de sus labios y tenía un agujero negro en su
boca. (…) Los dos dientes habían sido arrancados. (… ) Fantina arrojó su espejo
por la ventana. (…) El pobre no puede ir al fondo de su habitación como al
fondo de su destino sino inclinándose cada vez más. Ya no tenía cama (…). Como
había perdido la vergüenza, perdió también la coquetería. (…) ya no cosía nunca
su ropa. (…) Las personas a quienes debía, venían a alborotar y a insultarla,
sin dejarla nunca descansar. (…) Pasaba las noches llorando y soñando. Tenía
los ojos muy brillantes y sentía un dolor fijo en la espalda (…) Cosía
diecisiete horas por día; pero un contratista (…) bajó de repente los precios
(a) cincuenta céntimos por día. Presionada y amenazada por Thenardier,
Fantine
es empujada a prostituirse, se habla a sí misma al modo que lo hacen los
solitarios, en ese tono desesperanzadamente lógico que no es desaliento pero sí
lo es: Vendamos lo que queda. Y
cuando parece que ya llegó al fondo, aún había allí más abyección, aún hay más
miseria: Un alma por un pedazo de pan (…)
Le ha sucedido todo lo que le sucederá.(…) Pero es un error creer que se agota la
suerte y que se toca el fondo … Los que
vivimos sabemos que las cosas siempre pueden ser peores, que el auxilio suele
llegar póstumo. Y los que no saben, como Javert, meten el dedo en la herida
para que ésta duela más. Y los que no sabían mentir, como Sor Simplice, aprenden, porque
la vida es más complicada de lo que nos pintaron. Igual Fantine morirá en la
Desesperación y la Miseria. Y en la ruta Valjean se descubre ante Javert, evita que un inocente pague por él, y todo
porque Monsieur Bienvenu le compró su alma y lo cargó con los
intereses de la transacción. No deja uno de pensar que se tiene que ser muy
idiota y muy simple para vivirlo. Pero ese Valjean que se entrega a la justicia
injusta posee fuerzas hercúleas y voluntad de hierro, escapa definitivamente de
la cárcel, escala a mano desnuda los muros de París con Cosette a cuestas,
combate en las Barricadas de la República y carga con el cuerpo de Marius a
través de kilómetros y kilómetros de subterráneas y repletas
alcantarillas.
III
Calaña de Miserables
Naturalmente no voy a contar toda
la Novela o la película: Vean y lean. Miremos los personajes de Víctor Hugo, que como el mar alternan
profundidad y superficie. Jean Valjean es un don Nadie, un
ganapán taciturno, podador y cazador furtivo, ignorante, huraño e insociable;
medio hombre y medio bestia salvaje. Cae preso al robar un pan para que coman
sus sobrinos huérfanos, la ley lo manda a galeras, trata de escapar y acumula
diecinueve años de condena, reducido a ser el número 24601. La desgracia tiene su claridad y Valjean
condena la sociedad que le condena y la providencia que le abandona. Cuando nos
cruzamos con él, está atravesado de odio, tiene seco el corazón y un vago, incesante y brutal deseo de hacer
daño, sin reparar en quien, a un ser cualquiera. Por eso, es feroz hasta cuando
se sacrifica, no es un manso cordero pero Bienvenu lo ha comprado y es bueno
casi contra su voluntad: Yo no soy sino
el más abyecto y el más abatido de los hombres (…) Yo estoy fuera de la vida, caballero. De Javert – el Otro Yo de Jean Valjean - sabemos lo que dice de
sí: Nació en la cárcel, hijo de una echadora de cartas y de un presidiario. Sólo
tiene apellido, como le cuadra a un hombre de una sola pieza: Puede ir
indiferentemente Contra la Sociedad o Defenderla, y elige Defenderla. Es inflexible,
el estrés lo mantiene tenso como cuerda de violín e implacable en la lucha
contra el delito, e incluso salva a Valjean sin saberlo al desbaratar la
banda de asaltantes en que andan los Thenardier. Sufrirá horriblemente al
dejar de ser sencillo. Permanecer en la antigua honradez, no le
bastaba ya. Cuando ve dos caminos igualmente rectos le aterra no que sean
rectos sino que sean dos, que sean opuestos. Valjean salva su vida y se
sorprende, pero que él perdone a Valjean
le petrifica y deshonra: Entrega a tu
salvador. En seguida haz que te traigan la jofaina de Poncio Pilatos, y lávate
las garras. Confunde la bondad que en él apunta con debilidad y cobardía y
no la soporta. Camina en la cuerda floja, al final caerá. Este es un conflicto
que en nuestro país desconocemos, tan pegados somos a la letra de la ley y no a
su espíritu; tan cercanos a la hipocresía inconsciente y tan lejos de la
misericordia bien entendida. Ante un dilema moral como éste la cobardía nos
gana y vivimos en una contradicción que no le hace ni cosquillas a nuestra piel
de elefante. Prefiero a Javert: Obediente esclavo de la Ley,
que con coherencia se da la muerte al no reconocer a la Justicia como Tribunal Más
Alto, o quizá tratando oscuramente de acortar la ruta para llegar a él… .
Lo que en Jean Valjean es aguante y
en Javert
tensión, en Fantine es el dolor más agudo clavado en medio de su dignidad y
sus sueños. Fantine no tiene absolutamente nada a que aferrarse más que a
su Cosette,
la que deja con los bandidos Thenardier por no poder hacer otra
cosa. No tiene opciones ni posibilidades desde que Tholomyés, padre de
Cosette, las abandonó por todo lo alto. Hugo
presenta en ella la detallada crónica de la destrucción de un ser humano, y su
muerte es amargada por un Javert que destruye con crueldad el
porvenir de Cosette al arrestar a Valjean. Quizá las escenas más
patéticas de la novela sean el encuentro entre Cosette y Jean
Valjean y la confrontación de éste con el bandido Thenardier. Los Thenardier
son la suma y compendio de la Miseria Humana, que Hugo la cuente: pertenecían a
la clase bastarda que (…) se halla entre
la clase que llaman media y la llamada clase inferior, y suele combinar (…)
algunos de los defectos de la segunda con casi todos los vicios de la primera,
sin que tenga los generosos arranques del obrero ni la probidad ordenada de
ciertos tipos de la clase media. (…)
naturalezas mezquinas que si algún fuego sombrío las enardece (…) se hacen
monstruosas. Había en la mujer el fondo de una bestia, y en el hombre las apariencias
de un perdido. Y sin embargo, en el pantano nacen flores: Eponine
y Gavroche
Thenardier
son los héroes de la Revolución: Gavroche es un gamin de París (que) tiene un
hijo y el bosque un pájaro: el pájaro se llama gorrión, el hijo se llama
pilluelo (….), y su padre no pensaba
jamás en él, y su madre no le quería. Era uno de esos niños digno de compasión
entre todos los que, teniendo padre y madre, son huérfanos. En ese mundo la
calle es el mejor sitio para vivir, y la Barricada el mejor para morir: El pavimento era para él menos duro que el
corazón de su madre. Eponine tiene más negro el corazón, ha
sufrido y a nadie le ha importado un pepino. Como personaje gusta más que la
etérea Cosette, y en un mundo más justo se ganaría el amor de Marius,
al que salva la vida pidiendo a cambio le acompañe hasta el final y bese su
frente cuando muera: ¿Sabe usted, Señor Marius?
Yo andaba algo enamorada de usted. En boca de Enjolras, jefe de la
barricada, pondrá Víctor Hugo la
profesión de fe del Romanticismo Político, reflejo sin duda del discurso de la
revolución de 1830: Ciudadanos, el diecinueve es un gran siglo, pero el
siglo veinte será un siglo feliz. Nada será como en la vieja historia; no habrá
nunca más que temer, como hoy, una conquista, una invasión, una usurpación, una
rivalidad de naciones en armas, una interrupción de la civilización (…) No
tendremos por qué temer la famina, la explotación, la prostitución por el
desamparo, la miseria por el desempleo, el cadalso, la espada, las batallas, y
todos los asaltos del azar en el bosque de los acontecimientos. Podremos
incluso decir: no habrá ya acontecimientos. Seremos felices. Hermoso sueño que los que estamos de este
lado, vencido el Siglo XX por el XXI, nos percatamos que este deseado “Fin de
la Historia” (Fukuyama resultó ser
un neoliberal copista) ni ha sido, ni es, ni probablemente sea. El Ángel de la
Historia de Walter Benjamin no
solamente no ha terminado su chamba, sino que se le ve bastante entusiasta…
IV
Los Miserables hoy
Los actores se disputan palmo a palmo los roles de
Jean
Valjean y de Javert, y por ello los interpretan
los de talla: Jean Gabin, Fredric March, Jean Paul Belmondo (en film de Claude
Lelouch ambientado en la Francia ocupada por los nazis), Liam Neeson, Gerard Depardieu y Hugh
Jackman, éste último en el musical, para Jean Valjean. Javert
ha sido actuado por John
Malcovich, Geoffrey Rush, Anthony Hopkins, Charles Laughton y últimamente Russell
Crowe. Fantine lo ha sido por Uma
Thurman, Annie Girardot y en el
Musical por Anne Hathaway; Claire Danes y Amanda Seyfert han dado vida a Cosette. La versión francesa en
miniserie es excelente, búsquenla en YouTube, en especial si saben
francés, no la he visto subtitulada al español. El musical nació en Broadway, y
ha resultado en obra inspirada que ha alcanzado tremenda gravitación. El arte y
la revolución parecen aterrizar en el mismo aeropuerto: La elipsis del cine es
ventaja al contar una Historia larga y densa como Los Miserables. La novela está dotada de muchos personajes y
digresiones de diverso carácter que hacen parte de la genialidad de la obra, y
por ello en cada versión se trata que nada se escape. La penalidad es que
referentes importantes queden fuera y se pierda la profundidad de la trama. Hay
drama constante en la obra, en lo pequeño y lo grande, en lo individual y
colectivo, y poderosas anáforas de arriba abajo, difíciles de plantear en medio
distinto al lenguaje escrito. El Musical creemos que consigue expresar el
sentido general de la obra, gracias tanto a los elementos de elipsis del teatro
y del cine, como gracias a la potencia expresiva de la voz humana y de la música,
con sus letras y el particular sentido de los Himnos, de resonancias tanto
revolucionarias como místicas. Consigue así ser fiel al espíritu de la obra,
por más que hagan cambios no tan menores en ella, que a esta altura ya no nos
interesan tanto, pues no cometen la lesa majestad de modificar el sentido. Así,
sí. Lo que subleva es ver como le enmiendan la plana al autor, lo que en este
caso no ocurre. Y así lo que no es original de Hugo, se merece serlo.
La Bandera Roja y la Canción del
Pueblo poseen grandes reminiscencias revolucionarias, me pregunto si por ahí
algunos no estaremos tratando de recuperar la tradición revolucionaria
occidental, algo se está moviendo ahí, me pregunto por qué en el Perú no se ha
tratado de representar una obra cuyo éxito mundial lo justifica, el que la haga
se llenará de guita. Pero me temo que no la montan porque posee una potencia
revolucionaria incómoda en sociedades como la nuestra, donde aún no se han roto
las cadenas ni se han ajustado seculares cuentas. Para la DBA es peligroso ver
en acción a Gavroche, Enjolras y Marius; es peligroso el Himno del Pueblo. Veámoslo en acción en
esta versión castellana cuyo link es:
Esta magnífica composición coral
en contrapunto entrelaza las voces que representan las esperanzas y angustias
de Jean
Valjean, Eponine, Enjolras, Marius, Cosette,
los Thenardier
y Javert.
Un contrapunto que expresa el sentido completo y el pináculo de la obra, que
une y separa a la vez a los que van a morir para que triunfen la Justicia y la
Libertad. En medio del gigantesco drama se quiebra el pecho de concreto armado
de Javert,
quítase su condecoración y la pone en el pecho de Gavroche muerto. Enjolras
y Grantaire
mueren abrazados a la bandera roja, como Santa Teresa de Ávila mueren porque no mueren. Valjean
salva la vida de Marius y de Javert, se pospone a sí mismo,
cumple su promesa a Monsieur Bienvenu. Marius cargará con ser feliz con Cosette
en nombre de todos sus camaradas caídos. Eponine pagará con la muerte poder
decir que ama. Javert cae del filo de la navaja. Al final de la obra se hace
la última justicia, la justicia del lecho de muerte: Jean Valjean muere en
brazos de Cosette y Marius, sus pecados le son
perdonados, porque amó mucho: … todo eso
ya es sombra, y nada más. Y yo me había imaginado que eso me pertenecía (…) Así
distribuye Dios la gracia y la desgracia en el mundo. (…) Voy, pues, a dejaros,
hijos míos. Amaos siempre mucho. No hay otra cosa en este mundo que amarse.
V
Colofón
La supervivencia de Los Miserables en la memoria colectiva
de la humanidad parece testimoniar los tiempos revolucionarios que dieron nacimiento
a las repúblicas liberales, los estados americanos, los Derechos del Hombre, la
democracia tal como la concemos. Pero parece que aún oscilamos entre las
barricadas y las cloacas, entre la ciudad y el campo, entre los Miserables y
los Pobres. Algo cruje aún por ahí. El que tenga Oídos de seguro lo oirá: Si es rico, que haga llamar al médico. Si no
es rico, que no le haga llamar. Si no tiene médico, morirá. El que tenga
Oídos escuchará allá al fondo la misma Canción
del Pueblo que últimamente han estado cantando en Brasil, en Egipto, en
Sudáfrica…
CRÓNICAS DE LECTURAS – 44
Historia (2): Biografías
I
Biografía, Historia, individuos, colectivos y masas
La Biografía es género cercano a la Historia, y parte de la Ciencia desde
el Positivismo del Siglo XIX. Se le conceptúa Historia de una sola persona,
aunque por excepción haya Biografías de más gente, al modo del clásico Suetonio
y sus Vidas de los Doce Césares, o al
estilo del Canal de Cable Biography. O tratando de conjuntos de
Biografías representativas según diversos criterios. Ítem más, se puede, como Plutarco
en Vidas Paralelas, comparar
personajes, Plutarco lo hacía con un griego y un romano. La Biografía
clásica narra la vida de una persona del nacimiento a la muerte, dando cuenta
de los hechos significativos de la vida del biografiado por la pasiva y por la
activa, es decir como agente que actúa sobre la realidad, y/o como paciente que
la sufre, Atila y Ana Frank serían dos ejemplos extremos de lo
uno y lo otro. Narrar con propiedad una vida implica atender al contexto
social, económico, político y cultural de la época, lo que suele llevar la obra
más acá del nacimiento y más allá de la muerte del biografiado. La corriente de
la Historia se modifica con las decisiones y la intervención de cada persona en
concreto, como dice H. G. Wells, nadie
vive ni muere en vano. La Biografía, que es Historia, da cuenta de los
hechos en tanto que “causas” y “consecuencias”. Hay hechos-causas que explican,
que dan razón de la existencia de hechos-consecuencias. Lo que el personaje
hizo o dejó de hacer afectó la corriente de los Hechos, cuya ocurrencia o no
ocurrencia se le atribuye en todo o en parte. Simón Bolívar y Cristóbal
Colón participaron en grandes procesos: Muchos vivimos hoy en las
repúblicas del continente de América. Las biografías de Bolívar y Colón
se refieren a actos importantes para nosotros: la formación de las repúblicas
hispanoamericanas, el armado de las primeras expediciones transatlánticas a las
Antillas. El nacimiento y educación de Bolívar y Colón nos
interesan más que los de Juan Fulano y John Doe, pues por
definición afectan estas trascendentales corrientes que culminan por el momento
con nuestra presencia en el continente americano. Las consecuencias de los
actos colombinos y bolivarianos hacen trascendentales su nacimiento, educación
de capacidades e ideas, vida emocional, relaciones humanas. Incluso la
geografía de Génova y caracas se hacen importantes por la influencia que
pudieron tener en los personajes en cuestión.
Que los individuos, los colectivos y las masas influyen en las grandes
corrientes económicas, sociales y políticas de una época es harto sabido. Pero
la importancia relativa de cada cuál no es siempre clara y ha generado escuelas
de pensamiento y sesudos estudios. Es destacable la serie de conferencias de Thomas
Carlyle referidas al papel histórico del individuo, Los héroes. Asimismo, el Materialismo Histórico ha puesto
de relieve la importancia de la Lucha de Clases como motor de la Historia. La Ucronía resulta interesante para
ilustrar la importancia del Individuo y su relación con Colectivos (grupos organizados)
y masas (grupos desorganizados). Hagamos algo de eso: Supóngase usted, astuto
lector, que el bebito Cristóforo Colombo cayóse de la cama por descuido
de mami, murióse o quedóse paralítico, haciendo improbable su intervención en ls
expansión europea. O que los encantos de Fanny Villiers retuvieron en
París al joven viudo Simón Bolívar, con lo que seguro algunos aspectos
de la Independencia de América del Sur se hubieran visto comprometidos. Cabe
preguntarse si la abnegación de mamá Colón y el desapego de Fanny
Villiers califican para causas del Descubrimiento de América y de su
Independencia. Ciertamente sin Colón y Bolívar, hoy no habría
Paseo Colón en Lima, ni Distrito de Columbia, Columbia Británica ni República
de Colombia; y las Batallas de Boyacá, Carabobo, Pichincha, Junín y Ayacucho seguro
no se hubieran librado. Pero sí se hubieran producido hechos análogos a los que
denominamos “Descubrimiento de América” e “Independencia de las repúblicas
hispanoamericanas”, todo apunta a que América se hubiera descubierto de todos
modos, y que las colonias españolas obtenían su autonomía, aunque los rasgos de
este Descubrimiento y de esta autonomía serían muy distintos a los de nuestra
Línea de Tiempo, tema favorito, por cierto, de las Ucronías. La sucesión de los hechos sigue direcciones más o menos
rígidas: Europa se hubiera expandido por mar hacia el restro del mundo viviera
o no Colón, pues había Colectivos interesados en el tema, como los
marinos portugueses apoyados por su Corona, que eventualmente llegarían a
Brasil en 1500 sin intervención alguna de Colón ni español alguno. Asimismo, la
Independencia de la América Española era cosa de Colectivos como los mantuanos
en Venezuela o la Burguesía bonaerense, por cierto intocada por Bolívar.
Precisamente eso hace interesante la Biografía, a mi entender: Entender la
manera como la intervención de uno solo modifica la secuencia de los hechos.
Por lo literario, la Biografía es
un género de relato que expone hechos, narrado por lo general en tercera persona
y con pespuntes de ensayo. Interesa al sistema educativo como formador de
valores al ubicar ejemplos concretos e imitables de vida. Por supuesto, ello
superestima el rol de la Educación Formal, en especial una de tan pésima
calidad como la peruana. Los héroes nacionales y los paradigmas que representan
compiten en las mentes de nuestros niños con personajes reales como
narcotraficantes y sus indultadores; o de ficción procedentes del comic, cine o TV. Harry Potter es de hecho
más conocido que Melitón Carbajal,
la Chola Chabuca muchísimo más que José Abelardo Quiñones, e Indiana
Jones más que María Reiche, Julio C. Tello y Rafael Larco Hoyle juntos. Por falta de vocación para el masoquismo
no detallaremos la penosa suerte que han corrido los Héroes en las mentes de
los peruanos, más acuciados por la sobrevivencia que por el patriotismo. Diré
simplemente que cuando se fijaron mis prioridades lectoras las Biografías no me
interesaron, aunque leí algunas. Había tanto que leer y tan poco tiempo para ello,
que pasaron a última prioridad. La que mejor recuerdo fue una de Maximiliano Robespierre - no recuerdo
el autor - encontrada en la Biblioteca de un muy lector y prominente político
de cuyo hijo fui preceptor. Años, experiencia y crecimiento intelectual me
interesaron en la relación del microcosmos humano con el todo social. A la
vuelta del siglo leí una investigación del Diario The Guardian con datos de la Biblioteca
del Congreso de los Estados Unidos que permiten cierto balance al respecto:
Si la celebridad de alguien está en función de lo que se escribe sobre él, el
personaje más biografiado de todos es sin duda Jesucristo, le siguen William
Shakespeare, Vladimir Ilitch Lenin,
Abraham Lincoln, Napoleón Bonaparte. Entre las mujeres
la primera es la Virgen María, seguida
de Juana de Arco. Buscar los
personajes más biografiados da para otra Crónica, así que acá dejo este tema y
paso a comentar Biografías.
II
Erasmo, de Johann Huizinga
Si las biografías son literatura,
ésta (y la de Zweig después) lo son,
aunque de forma asaz diferente. El problema de qué es una Biografía, si se
define por lo literario o por lo histórico, no se da en este Erasmo, que está magníficamente contado,
con absoluta solidez académica. Seguramente hay obras más hermosas o exactas
sobre el Humanista de Rotterdam (Erasmo y
España de Marcel Bataillon es un
libro excelente, y no se pretende biografía), pero por hereje que suene, el autor
está al nivel del biografiado: Johann Huizinga
une literatura e historia en la narración de las circunstancias de la persona
en su época, bucea tanto en lo que le vino dado como en lo que hizo y aportó.
Para esto se requiere un conocimiento profundo en lo de reunir datos y
sopesarlos, pero más en el conocimiento de la condición humana. Borges lo decía, uno es uno mismo y – además - sus circunstancias. Preguntémonos
donde empezaríamos nuestra autobiografía: ¿Por uno mismo (generales de ley – nombre, lugar y fecha de nacimiento,
etc.) o por nuestras circunstancias (país,
tiempo, sociedad, cultura)? Lo cierto es que Desiderio Erasmo es especial en la Historia de las Ideas. Hoy sus
libros se leen poco, apenas el Elogio de
la Locura ha pasado la prueba del tiempo, y no bien, a estas alturas pocos
lo leen, nos deja el curioso sabor de lo anacrónico, que ya no puede ser clásico
porque otros lo engloban y dicen mejor lo que quiere decir. No está aquí el
motivo de biografiar a Erasmo. En
verdad lo que Huizinga trata de
biografiar es el Renacimiento, nada
menos, una época que marca a profundidad
nuestra época. Desiderio Erasmo
vivió al interior de una suerte de prensa de extraer aceite, entre el Martillo
del Renacimiento – al que se sumó
gozoso; y el Yunque de la Reforma -
a la que se resistió doblándose. Es una suerte que el Erasmo de la edición Salvat tenga el prólogo del lúcido Lucien Febvre, que les comento
ruiseñamente que hace el gasto de este comentario, no porque lo repita sino
porque lo aplico. Y sigo a Febvre en
señalar la importancia relativa de Erasmo
comparándolo con otros actores de su época, aunque me separo de él en cuanto a
los quienes me dirijo, que Lucien es
europeo, y yo sudaca americano, y me importa más como impacta en mi sociedad
que en la europea.
Miro así hacia atrás, y junto a Erasmo veo otros que le hacen compañía
en esto de ser esenciales para entender esa época montada entre el Renacimiento
y la Reforma. Mi entorno espacio-temporal no es la Europa donde ellos colisionaron
y limaron sus filos a la mala. Nuestra América fue la retaguardia de uno de los
contendientes. Mientras allá las ideas chocaban y las chispas ideológicas
saltaban encendiendo hogueras expiatorias de los pecados de una y otra parte, acá
se “protegía” la inocencia de las indígenas mentes, la Contrarreforma llegó antes
que la Reforma, y las Hogueras del Santo Oficio fueron profilaxis y vacuna
contra el Renacimiento. El fuego de la Inquisición cauterizó por lo sano las
posibles infecciones que pudieran inocularse en las masas en la feliz Arcadia
de la “república de indios”, con lo que en el peor de los casos la rebelión es simple
rebelión y no revolución. Y por eso aún hoy tratamos sin éxito de ser laicos. Por
eso se nos negó conocer y comprender a un Desiderio
Erasmo que a diferencia de Naymlap
y Pizarro nunca arribó a nuestras
playas. Para nosotros Gutenberg no
inventó la Imprenta, fue Antonio
Ricciardi el que imprimió por primera vez un Catecismo, que no una Biblia,
pues el Libre Examen acá fue pecado luterano. Así la Autoridad, que sabe lo que
nos conviene, nos enseñó que Lutero
fue pecador activo y Erasmo el
intelectual tonto útil que lo hizo posible. El drama en que estuvieron y están Erasmo, Lutero, Calvino, Gutenberg, Ignacio de Loyola, es tomado por nosotros como un “lío de blancos”,
donde no somos actores sino apenas espectadores no demasiado interesados. Y así
antes que Erasmo, se coló por los
palos la razón instrumental de ese tal Nicolás
Maquiavelo, que está en nuestro discurso más que el Católico o el
Evangélico, aunque nunca lo aceptaremos de dientes para afuera. No nos interesa,
no nos preocupa el Humanista de Rotterdam porque eso es cosa de Intelectuales,
Izquierdistas, Librepensadores, Caviares ¿Para qué leer una Biografía de Desiderio Erasmo de Rotterdam si para nosotros
toda confrontación reproduce la de Loyola
versus Lutero? ¿Para qué entender
que la Razón de Estado de Maquiavelo
no es necesariamente toda la Razón? ¿Para qué comprender que la Razón Humana no
es atributo de Caviares e Izquierdistas? ¿Para qué, si esa cosa del Derecho de
Gentes - Hoy Derechos Humanos - es de Intelectuales Comunistas, Ateos y Librepensadores?
De Erasmo podemos bajar el Elogio
de la Locura desde:
III
Fouché, el genio tenebroso;
de Stefan Zweig
Stefan Zweig no es Johann
Huizinga, y tanto mejor por la literatura, la historia y la Biografía, pues
que Stefan Zweig hacía literatura
con carácter profesional, con el fin nada extraordinario de ganarse la vida, y
para eso empleaba los registros de la Historia y sus capacidades para embelesar
a los lectores; a diferencia del erudito Johann
Huizinga, académico cuya finalidad confesada era decir lo que es cierto
antes que decirlo bonito, pero que casualmente era un as en la expresión
artística. Vemos así en la práctica dos maneras diferentes de abordar un
trabajo de esta especie: Huizinga
privilegia la verdad histórica, la forma literaria está subordinada al servicio
de la verdad. Su genialidad es contar bien lo que merece contarse por ser
cierto, y porque es cierto. Stefan Zweig,
parte del otro lado, es literato metido a biógrafo por interés personal y
necesidad económica, porque de esto vive. La forma se le impone sutilmente sobre
el fondo, y es buen biógrafo porque no falsea los hechos, trata de decir sólo
lo que es cierto. Claro que la certeza del escritor no es la misma del
historiador. Zweig es fiel pero
trata de entretener para vender, y en el género biográfico un literato tiene
que encontrar la novela en la vida del biografiado, plasmarla en un lenguaje y
llevársela a una editorial que se la atraque, y nada de eso es fácil. Implica,
por ejemplo, elegir bien el personaje a biografiar, que sea interesante y no
tan conocido, en especial si se anda en búsqueda de un best-seller. Zweig sabía
elegir sus personajes, parte por interés personal, parte por arte narrativa, y parte
por interés comercial, que hay que vivir. Por ello además de artículos
periodísticos, guiones de ópera, teatro, ensayo y novela, escribe sobre
historia (Momentos Estelares de la
Humanidad es una excelente obra donde en cierto modo celebra el azar) y por
supuesto escribe biografías, entre las que destacan las de María Estuardo, María
Antonieta, Mary Baker Eddy, Franz Mesmer, Sigmund Freud, Erasmo de Rotterdam, Fernando
de Magallanes y otros más, a veces por separado y a veces reunidos en un leit-motiv. Su estilo es directo,
agresivo, contundente, no siente gusto alguno por las paráfrasis, ni trata de
rellenar páginas con cosas irrelevantes. Es posible que la biografía donde
mejor se refleje esta suerte de artillería literaria sea Fouché, el genio tenebroso. Y es que el José Fouché histórico es todo un carácter de novela, realmente
atractivo: Traidor de nacimiento,
miserable, intrigante, de naturaleza escurridiza de reptil, tránsfuga
profesional, alma baja de esbirro, abyecto, amoral … no se le escatiman las
injurias. Y para un escritor como Zweig,
un personaje así adornado resulta irresistible, ya viene armado y equipado
por la realidad, con el dramático telón de fondo de la Revolución Francesa y de
las Guerras Napoleónicas, para qué darse la chamba de crearlo, para qué ser Balzac, Stendhal o Dumas, si ya
la realidad me lo da tan bonita y gratuitamente.
Y así Stefan Zweig obsequia a sus lectores una vibrante biografía, algo
diferente de lo que los autores más modernos nos han acostumbrado, pues la
Historia ha penetrado a la Literatura, y así excelentes narradores como Ramón Sender (La aventura equinoccial de Lope de Aguirre), Marcos Aguinis (La gesta del
marrano), Edward Rossett (Los navegantes), Antoni Dalmau (Tierra de
olvido – La senda de los cátaros), o el best-seller
Ken Follett y su celebrado Los Pilares de la Tierra, o el mismísimo
Mario Vargas Llosa en El sueño del celta, difuminan los
límites y mezclan una cosa con otra, de manera que ya no diferenciamos qué es
Ficción y qué no lo es. No sucede esto con Zweig,
cuya intención declarada escapa de lo extraordinario, lo excelente o lo ejemplificador.
Se trata en este caso de presentar la quintaesencia de lo peor de la Política: En la vida real, verdadera, en el radio de
acción de la política, determinan rara vez (…) las figuras superiores, los
hombres de puras ideas; la verdadera eficacia está en manos de otros hombres
inferiores, aunque más hábiles: en las figuras de segundo término. La vida
de Fouché es su aporte a la tipología del hombre político, y ello
porque Fouché, menos importante que
aquellos a los que sirvió – Robespierre,
Napoleón, Luis XVIII – consiguió sin embargo engañar a todos ellos, y
eventualmente, cuando hubo que llegar a las manos, derrotarlos en el juego
político. Convengamos en que un individuo que vence a Robespierre y a Napoleón
se ha ganado su biografía. Y sorprende que cuando enseñamos Política a nuestros
vástagos – Educación Ciudadana que le llamamos – nos olvidemos tan fácilmente
de la realidad. Si tenemos mal gobierno nos lo merecemos bien merecido por
enseñar estupideces a nuestros hijos e hijas, a nadie se le ocurriría enseñar
falsedades en matemáticas, física y química; nosotros lo hacemos en Educación
Ciudadana e Historia, no les contamos a los chicos la Vida tal como realmente
es: Hace ya mucho tiempo que le estorban
en el Directorio (…) las únicas dos personas honradas – Carnot sobre todo (…) –
y trata de desembarazarse de ellas. En la vida, aunque nos pese, los buenos
no ganan. Y los que flotan son los que, como Fouché, son personas sin carácter, pero con alto sentido de
supervivencia: Mientras dura la lucha no
está con nadie, para estar siempre al final con el vencedor. El único con
el que se puede comparar Fouché es
con el otro capacitadísimo Ministro de la Revolución y de Napoleón y de Luis XVIII,
Talleyrand: Los dos son de un realismo clarividente, los dos cínicos y decididos
discípulos de Maquiavelo. Qué época, por Dios, qué laboratorio tan
extraordinario para estudiar la Política fue la Francia entre 1789 y 1830. Y un
excelente atisbo para ello está en esta biografía. Pero no me crean a mí:
Léanla. Este es un link de donde pueden bajarla:
IV
Tito, biografía crítica, de
Milovan Djilas
La vida y obra de Josip Broz (a) Tito resulta de
importancia relativa en esta vuelta de siglo. Su gran obra, la Yugoslavia
comunista post-Segunda Guerra Mundial explotó como una sarta de cohetes en la
década de los ´90, en una suerte de rebote del colapso del Comunismo Soviético,
Esto es muy curioso, pues desde 1948 Yugoslavia había decidido seguir su camino
sola, sin la tutela de Stalin, y se
separó ideológica y políticamente de Moscú. Aquel tercer camino que Tito y la militancia del Partido
Comunista de Yugoslavia trataron de pergeñar parece no funcionó del todo bien,
pues tras diez años de la muerte del líder, resulta que el Socialismo Tercera
Vía no había resuelto el problema nacional, sino simplemente había barnizado
las seculares diferencias entre las nacionalidades que se trató de arrejuntar a
lo bestia tras la Primera Guerra Mundial en esa cosa política llamada el Reino
de los Serbios, Croatas y Eslovenos. La explosión de Yugoslavia en seis repúblicas
y las guerras yugoslavas ponen un ominoso telón de fondo a esta así llamada Biografía Crítica, escrita por Milovan Djilas, uno de los hombres de
confianza del régimen desde los años ´30, veterano de la complicadísima Guerra
de Resistencia de Yugoslavia contra la Alemania Nazi, Italia, Hungría, Bulgaria,
los ustachas croatas, el gobierno
títere serbio, y los chetnik de Draza Mihailoviç. Fue toda una epopeya
nacional y militar, una revolución política a la vez que una guerra de liberación,
y no se les puede retrechear a hombres como Tito, Djilas, Kardelj, Rankovic, Tempo, Pijade, Kidric, Ribar y muchos otros
el coraje, la determinación y la resiliencia mostrada a lo largo de cuatro
durísimos años. Como se ve, el autor Djilas
era uno de los hombres de Tito, pero su Biografía
Crítica es escrita tras haber sido despojado de todos sus cargos y
eventualmente terminar preso por desviacionismo de derecha, el famoso delito
ideológico de “revisionismo”. Es desde allí que Djilas hace crítica del devenir vital de un Tito prácticamente en su lecho de muerte, culminando esta obra
pocos días antes de su previsible fallecimiento, en mayo de 1980, a los 88 años
de edad.
Milovan Djilas (1911 – 1995) era casi veinte años menor que Tito, y fue uno de sus principales
comandantes militares y cuadros políticos. En tal sentido conocía muy bien al
Presidente de Yugoslavia y a sus otros cuadros dirigentes principales: Edward Kardelj y Alexander Rankovic. Su Biografía
Crítica empieza con una reflexión sobre la política que me gustaría que
todos se aprendieran, en especial las nuevas generaciones: … el
político, el de “carne y hueso”, para quien la política es profesión y
sacrificio en nombre de altos ideales y de dotes creadoras personales, no es un
ser angelical ni demoníaco. (…) Tampoco es un superhombre; se distingue sólo de
los demás por su elevado espíritu “político”. (…) No, el político no puede ser
ángel, ni demonio, ni bueno ni malo cuando se dedica con plena responsabilidad
al quehacer político y procede con resolución, audacia y precaución entre la
victoria y la derrota. Desde esta perspectiva plantea críticamente el devenir
de Tito y de la revolución en Yugoslavia, el cómo ésta se desarrolla en el
contexto del período de entreguerras, la Segunda Guerra Mundial, la invasión nazi y la
división nacional y étnica en Yugoslavia. Así presenta los diversos hechos y
actuaciones de Tito en diversos entornos, desmitificando su figura pero a la
vez reconociéndole sus logros y cualidades: No
trató al obrero como un amigo; sin embargo, luchó con firmeza por la posición y
los derechos de los obreros (…) siempre que hablaba de la “clase obrera” (…) lo
hacía con un tono y con una emoción como si hablara de sí mismo. A la vez
describe con detalle su propio proceso de extrañamiento del gobierno y del
partido en Yugoslavia. Como biografía está muy bien escrita y documentada, y
presenta su caso con solvencia, enseñando muchísimo sobre política real a los
lectores. Y en especial, en cuanto a la relación entre la personalidad del
líder y la obra que deja. Para el caso de Tito,
su juicio es bastante lapidario, y la historia, creemos, lo ha corroborado: … aunque su obra sea inseparable de su
personalidad, ésta es más interesante, original y duradera que aquélla. (Pero) …
la obra es, al fin y al cabo, lo que hace al personaje y no lo contrario.
V
Colofón
En el terreno de las Biografías
hay tanto qué decir como en otros. Por supuesto, esta Crónica es apenas una
primera sobre el tema, que esperamos poder continuar pronto. Entretanto, lee lo que quieras, como quieras, donde
quieras.
CRÓNICAS DE LECTURAS – 45
Librerías y Bibliotecas
I
Como se vuelve uno un Ratón de Librerías
Hacia mis ocho años de edad el
material de lectura que había en casa no era suficiente para cubrir mis
necesidades. Yo era lector rápido, indiscriminado y sujeto a delirium tremens por síndrome de
abstinencia. Pudiera ser que hubiera algo de cálculo familiar en la falta de
material lector, parece que yo no salía a la calle tanto como otros, trataban
de fomentarme algo más de calletano,
el mocoso les salía pálido por falta de luz solar y en aquellas épocas los
rayos ultravioleta eran saludables. Mi barrio (Barboncito) era bacán, no me
sentía mal solo, y aún eso era relativo pues a los cinco segundos de salir a la
calle me cruzaba con Fico, Liana, el hijo de Cuzman, Oswaldo, Alonsito, el
chino japonés, Chichi Uno y Dos, Alejandro, Ricardo, los ocho hermanitos
Mavila, Celia, Amparito, Rolo, Willy y/o María del Carmen, solos o en grupos de
diversos tamaños y formatos y eso sin contar los galifardos de mi edad de los
que jamás supe cómo se llamaban y viceversa. Supongo que la pasaba entre el
barrio, el cole, la incipiente tele y los libros. Me perecía por los
soldaditos, especialmente los medievales, creo que tenía que ver con el Ivanhoe de Walter Scott, como con el Ivanhoe
de Roger Moore en blanco y negro de
la tele. Para las mamis de la época parece que a cierta edad la presencia de
los hijos en casa era menos tolerada, el paisaje hogareño te botaba, habías
dejado de estar en el centro, no eras especial, más bien parecías un objeto
sobrante. No trataré de decir más, después de todo qué les importa a ustedes,
pero en términos lectores llega el momento en que ya no te ven ni a ti ni a tus
necesidades porque suponen que tú te estás haciendo cargo. Es decir los libros
de casa dejan de tener que ver contigo. Los libros de los adultos pueden hacer
el gasto, pero eso significa que dependes de las aficiones de casa, y a mí no
me gustaban ni Corín Tellado ni el
estafador británico Lobsang Rampa. Los
libros interesantes estaban bajo llave, y no hay como las prohibiciones para
aprender a violarlas.
En todo caso, tenía mi Biblioteca
personal, precursora de la actual y posible causa de ciertas obsesiones de hoy.
A los siete años mis libros cabían en una jaba de madera; pero a los ocho ya
no, y era imperioso tener mis libros reunidos y accesibles al lado de mi cama,
en el dormitorio que compartía con mi hermano. Percibía que había más libros en
el mundo, era raro no tenerlos. Con mis padres separados había nuevas parejas, nuevos
parajes y nuevos desconciertos. Mi padrastro resultó hombre de inmensa cultura,
pero un tanto angurriento y muy celoso de sus libros, los que mantenía bajo
llave, algunas otras de mis obsesiones tienen relación con ello. En los ratos
que no trataba de romper la cerradura, salía a la calle, al centro de
Miraflores, a no muchas cuadras. Me volví Ratón
de Librerías sin que en casa ni se enteraran. En aquellos remotos días las
Librerías prolongaban el estereotipo de la Biblioteca: Sitios semioscuros con
un ligero olor a papel guardado, sospecho que entonces se leía menos que hoy.
Aprendí con rapidez a tomar un libro desde un estante o una mesa, mantenerlo
firme en la mano, hojearlo… y leerlo a todo vapor. Era una exquisitez leerme
todo un libro ahí parado sin que el empleado de la Librería hiciera otra cosa
que levantar la vista cada cierto rato del libro que él mismo leía. Pero aún
entonces las Librerías eran negocios, en algún momento se esperaba que yo
hiciera algo más que leer. Lo descubrí cuando un empleado de la librería que
había al lado del cine Pacífico – cuyo nombre está borradísimo de mi memoria –
me recomendó de mal humor que me fuera a la mismísima Biblioteca. Ahí me enteré
de dos cosas: Que los libros costaban. Que había donde se podía leer GRATIS.
II
Cómo se vuelve uno un Ratón de Biblioteca
Recuerdo mi primera vez: La Biblioteca Municipal Ricardo Palma de Miraflores está donde hoy sigue, en el Centro Cultural de la Municipalidad de
Miraflores. No fue un día especial, más bien vulgar, nublado, lluvioso. Fue
la primera vez que pisé una Biblioteca Pública, y fue un shock darme cuenta de cuántos libros habían, del permiso teórico de
leerlos, de lo imposible de leerlos todos. Quedé petrificado en el sentido más
literal, una dama muy atenta y cortés a la que le interrumpía el paso me tomó
de los hombros por atrás y con delicadeza me retiró del camino que estaba
bloqueando. Paralizado, a la izquierda de la puerta, veía millones de libros, pues
todo entra por los ojos y a veces hay embotellamientos. No había leído a Borges hablando del Paraíso como
Biblioteca, pero cuando la leí se me vino el dejá-vu de esta imagen, en Tres
Dimensiones, Technicolor y Cinemascope, y trato de narrarla. Viví esa
ocasional y extraña sensación de saberlo todo a la perfección y a la vez no
tener ni idea de qué hacer. Había más gente, yo era un muchachito tímido y
desorientado, el asunto no se veía tan simple como ir al estante y tomar un
libro. Vi algo que conocía: José Espasa
andaba por ahí, yo tenía en casa unos tomos, no tan cuidados ni tan brillantes.
Eso me ayudó a romper el chivato: caminé al mostrador de la biblioteca, pregunté
cómo se hacía para leer un libro. Fue la primera vez que tomé un papelito y
llené una ficha de solicitud. Miré los ficheros por horas, llené cuatro o cinco
fichas para que luego me pidieran un carnet de lector que no tenía. La
vergüenza es mi eterna enemiga, me sentí ridículo parado allí con mis fichas
llenas, sin carnet, con la sensación de que todos estaban en la vaina menos yo,
y que todos se reían de mi ingenuidad: Tierra,
por favor, trágame, pero rápido. Quería correr, cerrar los ojos para
siempre y a la vez llorar. Para tener carnet tenía que venir mamá o papá, se
necesitaba un trámite con requisitos tales como fotos que costaban plata. No
podía ir a casa y decir necesito una foto
para la Biblioteca, porque había ido clandestinamente y no quería que se
enteraran, me resondrarían por salir a la calle a leer y no a ser activo. Me
retiré contrito, no dejé a la bibliotecaria terminar, pasaron años antes que
osara entrar a otra Biblioteca Pública.
Moraleja: Aunque si a estas alturas no la saben es que necesitan
leer más: Una Biblioteca tiene que tener las puertas más abiertas del mundo y
ser totalmente acogedora, como sabe bien mi amiga Miriam, la mejor Bibliotecaria que conozco, la que siempre te
recibe con una sonrisa de oreja a oreja y a la que ningún niño ni joven le puede
tener miedo. Volver a una Biblioteca Pública significó procesar todos mis
miedos en medio de una pubertad y adolescencia muy turbulentas y complicadas, cuyos
detalles no son del caso. A mis catorce años había vivido ya ciertas
experiencias que no tengo por qué contar y que no cuento. Tenía mis amigos,
Dios los bendiga, y con ellos descubrí que no necesitaba tenerle miedo a nada. Nunca
agradeceré demasiado a la vida tener tales amigos, el haber sido parte de un
grupo disconforme e iconoclasta, crítico y antisistema; que iba a las Cantinas
con el mismo entusiasmo que a los Conciertos de la Orquesta Sinfónica Nacional,
y a veces a la Cantina después del Concierto. A los 14 años me apersoné en
total soledad a la Biblioteca Nacional
del Perú en su local de la Avenida Abancay, en el centro de Lima. Fue, cómo
decirlo, mayestático. Se respiraba una modesta y republicana solemnidad
en el silencio de las grandes habitaciones donde la gente leía, con sus paredes
descascaradas y despintadas, impregnadas del invisible olor a trementina.
Oscuramente sentí que eso estaba mal,
una Biblioteca Nacional no debería
tener paredes descascaradas y despintadas, ni olor a trementina. Me sorprendió qué
fácil fue sacar carnet, qué usados estaban los libros, cuánta gente leía en
silencio. Percibí que había más gente queriendo leer que libros para leer: De
mis cinco fichas primeras ninguna estaba disponible, los libros estaban en préstamo.
Y cuando me llegó el libro que busqué, el Tomo Uno de la Historia de la República de Jorge
Basadre (Antiguo Director de esta Biblioteca
Nacional del Perú), lo traté con
cuidado para dañarlo lo menos posible, entendía que alguien detrás de mí lo
leería, y probablemente lo necesitara más que yo. Así, entre otras realidades,
empecé a aprender en tiempo real lo que era y es la Patria.
III
Bibliotecas Escolares y Familiares
Por lo demás me pasaba más tiempo
en el cole que en casa, hasta que por razones que no son del caso – que creo ya
conté - mis huesos fueron a dar en un
internado. Eso hace dos bibliotecas escolares en total, algo ya comenté sobre
su inexistencia en los ambientes escolares. No creo que yo llegara a pensar que
había Biblioteca en el colegio precisamente por ser colegio, no asociaba ambas
instituciones. En mi primer colegio no entré a ella, y si lo hice ni me acuerdo
si saqué algún libro de ahí. En mi segundo cole sí había Biblioteca, que nadie
fomentaba y no tenía Bibliotecario, se le empujaba tal atribución (más
exactamente se le arrimaba el piano) a algún X, profe joven que hacía méritos
para quedarse en la chamba. Perdónenme la letra X pero la verdad es que, a
pesar de que yo era el único usuario escolar espontáneo de la Biblioteca – y
tal vez por eso –, nunca me enteré quien estaba a cargo. Pero como el Director
conocía mi afición por leer, yo tenía libre acceso a los libros sin llenar
fichas ni demás bobadas. Sólo entraba y sacaba lo que quería. Por otra parte,
no había tantos libros para justificar un fichero. El Director del Cole me
ponía de ejemplo por lo de lector, recuerdo sus palabras exactas y lo odiaba a
muerte por ello, pues ser el nativo lector en una tribu donde la función
lectora era más bien escasa, hace que el resto te estereotipe de extraño, friki, sobón, imbécil y otras lindezas.
Y créanme gente que eso en un internado no es bonito, desde entonces se me
incorporó a la personalidad una definida vocación por el anonimato
autodefensivo. Por cierto, una de las cosas en las que me fijo en los colegios
son las Bibliotecas: Si no son lugares donde se pueda estar y donde guste estar
lo digo en voz alta, porque en ese caso están educando fuera del recipiente. Los
chicos necesitan leer como necesitan jugar, y la función hace al órgano. ¿No
quieres que tu hijo lea? No lo expongas a los libros. Pero si ya lo hiciste, te
conviene adquirir la costumbre francesa de la Biblioteca familiar.
En mi muy larga historia como Preceptor
al que han puesto a cargo de niños – no creo que exista puesto de
responsabilidad peor pagado - he diagnosticado hogares y familias por la
explícita y por la implícita, y muchas veces no he dicho esta boca es mía
porque hay que vivir, y como Jardiel
Poncela hace decir a su personaje: Yo
creo que la Señora está bien, pero no haga la Señora caso de mi opinión, que yo
cobro sueldo en esta casa. He observado la existencia – o inexistencia – y
rasgos de las Bibliotecas Familiares, y cuando las he encontrado, he analizado su
ubicación, composición, disposición y cuidado: Si hay una sola Biblioteca de
Todos, o si cada cual tienen la suya. Qué lugares de la casa se emplean. Cuánto
se usan, qué accesibilidad tienen. Qué tipos de libros hay y en donde se
colocan: Los libros para niños, los de los padres, los de los jóvenes, los de
uso profesional, en donde se ubican los textos escolares. Si hay material de
escritura y cuál es, dónde se ubican los escritorios y qué equipo tienen. Qué
sitio le corresponde a la Computadora, cuántas hay, para qué se usan. Y de esa información
relevante extraigo las características cognitivas de la familia, reflejada
claramente en la existencia y disposición de sus libros, qué libros son, dónde
los tienen, qué hacen con ellos. No tengo reglas a las que recurrir para
definir una tipología, pero creo que sí puedo hablar sin rebozo de una
clasificación personal consistente grosso
modo en gente ignorantona, burros con plata, burros sin plata, plata sin
burros, y gente simplemente culta. He pisado casas de gran lujo en zonas muy
exclusivas donde he visto menos libros y material de lectura que en pueblos
jóvenes o casitas rurales: Hay palacios del saber con paredes de estera, como
muros de mármol que sirven básicamente para
guarecer de los elementos a los Pobres Ignorantes que los habitan.
IV
El Deber-Ser de las Bibliotecas
Conté en otra crónica mis
aventuras lectoras en Provincias, incluso el Delirium Tremens de los sitios aislados; las devoluciones de
Libros, como en el caso de la Biblioteca del Cusco. Lo cierto es que habiendo
sido y siendo tan ratón de biblioteca como siempre, no he encontrado Biblioteca
que me haya satisfecho, y como diría el gran Bibliotecólogo y Filósofo de la
Lectura Mick Jagger, no encuentro Satisfacción. Lo que en
verdad me molesta de las Bibliotecas es lo mismo que me molesta de las
Instituciones Educativas y en general de casi cualquier organización humana con
la que me he cruzo: El burocratismo ese que pasma que la institución haga lo
que está pensada para hacer. Si por razones burocráticas un colegio no enseña o
lo hace pésimo, una biblioteca no tiene lectores, una comisaría no cuida de las
gentes o lo hace pésimo, y un hospital no atiende pacientes o lo hace pésimo,
pues el carro está delante del caballo y esa Institución no existe para servir
al público. Si la cosa es así pues yo no juego, la razón de ser de la tal
institución es proporcionar sueldos y salarios a un conjunto de zánganos y
parásitos. Entonces no se le llame Escuela, Biblioteca, Comisaría u Hospital; sino
“centro
de beneficencia para pagar favores políticos y construir clientelajes,
especializado en hacer la finta en Educación” (CEBE - Sector Educación),
o en Salud, Seguridad Ciudadana o el sector que corresponda. Yo quisiera saber, y quisiera en realidad que
alguien me responda, por qué habiendo tan tremenda emergencia lectora, y lo
importante que es todo esto, por qué miéchica se hace tan poco o nada al
respecto, considerando que según nos dicen a cada rato hay plata suficiente
para hacerlo. Es decir, yo sé que el Ministro de Economía quiere ahorrarse
harta plata por si hay que eventualmente rescatar Bancos, y ello no me parece
necesariamente mal, el ahorro no es mala costumbre, gana su interés y después
de todo es su chamba. Pero también es cierto que hay que gastar cuando hay que
gastar. Y gastar en Libros, Bibliotecas, Maestros, Escuelas, Ciencia y Cultura,
vamos Ministro Doctor Castilla, eso
no es gastar sino invertir. Claro que cuando se tienen ideas limitadas acerca
de todo lo que no sea la propia especialidad, se corre el riesgo de meter las
cuatro, y en estos días de interdisciplinariedad eso no es permisible, se
castiga en utilidades. Ni empresas ni gobiernos ni otras organizaciones pueden
permitirse hoy en día el lujo de la ineficacia por límites ideológicos, y
aunque el pragmatismo tenga sus límites, éstos son, como los proverbiales
brazos del Cardenal Landázuri, muy
amplios. Hasta para robarle al estado hay que evolucionar y volverse moderno,
cosa que algunos partidos políticos sí saben a la perfección, mientras que a
otros les cuesta mucho trabajo salir de las estamentarias y coloniales
costumbres.
¿Cuánto costaría tener un Sistema
de Bibliotecas Ambulantes? ¿Cuánto poner en cada dependencia pública un “Cuenta
Historias”? No puede ser mucho, de hecho, si no, no se haría en muchísimas
otras partes del mundo, y no olvidemos que en este aspecto nuestro país no es
paradigma de nada, porque no hacemos nada útil aún, porque no hemos aprendido a
hacerlo. Pero vamos, sorpréndanme. Como decía no sé qué sociólogo francés que
conocía muy bien al Perú, un estado que se respete debe aprender a hacer cosas,
empezando por aprender a cobrar los impuestos, y luego aprender a gastarlos, no
solamente ponerlos a disposición en la forma de sueldos y salarios. Y además ya
sabemos que para nuestro muy amado Ministro de Economía, la Educación no es
inversión y los Sueldos son gasto. Y es que cuando se trata de implementar una
política educativa o cultural no se puede asumir una única cosa qué hacer en
este terreno, pues en pocas cosas como en Educación, Ciencia y Cultura
convienen los enfoques holísticos, tanto que no me explico por qué tenemos Ministerio
de Cultura cuando debíamos tener un Ministerio de Educación, Ciencia y Cultura.
Claro, en esto hay opiniones encontradas y realpolitik
involucrada, así que mejor malo conocido que bueno por conocer. Pero insisto: Necesitamos Bibliotecas
polivalentes y modernas y superar de una buena vez por todas el síndrome de la
Biblioteca como armario donde se guardan los libros, no los vayan a leer y se gasten...
.
V
Colofón
Es tan fundamental el tema de las
Bibliotecas que nunca se le puede ser exagerar. Comparto este dato para
escandalizar: Colombia tiene menos Bibliotecas que el Perú, y menos libros …
pero nos gana en lo que importa: TIENE
MAS LECTORES. Ahí está el quid del asunto, en tener una política
de Lectura, porque una de libros solamente sirve a los intereses de
ciertos oligopolios. El que tenga Oídos, que Oiga. Y que lea.
Crónicas de Lecturas - 46
Leer Fantasía: J. R. R. Tolkien
I
Por qué leer a Tolkien
¡Ilúvatar me valga!. Probablemente
Tolkien sea el más efectivo y
eficiente fabricante de mundos alternos que jamás haya agarrado pluma. Él y su
compadre espiritual C.S. Lewis con
sus Crónicas de Narnia, por supuesto.
Es que eran patas y se reunían en el club literario The Inklings, domiciliado en el pub
(public house) de Oxford, donde entre
abundantes pintas de cerveza y pipas repletas de nauseabundo tabaco ellos y
otros individuos de su calaña intercambiaban las frustraciones propias de los
profesores universitarios de literatura, que seguramente se preguntarían por la
importancia y trascendencia de los cursos que trataban de enseñar, y a la vez
intentaban construir sus mundos alternos en colaboración. Que el asunto pareció
funcionar bien está patentizado en el hecho que dos de los miembros del dicho
club alcanzaron a estar entre los veinte escritores más vendidos y leídos de
todos los tiempos. Entre ambos dieron forma a los clásicos de un género
literario, el de la Fantasía. Me imagino a las señoras Lewis y Tolkien
diciéndole a sus respectivos maridos ¿Para
qué te juntas con esos fracasados? ¡Deja de gastarte el dinero con que creen
pagarte en chupar y fumar! ¿Acaso te va a servir de algo tomar cerveza y fumar
con esos buenos para nada? En fin, la ceguera es más común de lo que se
cree, aunque las mujeres tengo la sensación no se sentirán felices con esta
afirmación.
El género literario de Fantasía
fue bien definido por Tzvetan Todorov
en su obra Introducción a la Literatura
Fantástica como el resultado de un cruce de creencias aceptadas entre autor
y lector, una suerte de pacto basado en la empatía entre ambos: El autor
propone descartar ciertas reglas racionales del cómo funciona el mundo, y el
lector atraca con la manera como el autor te explica lo “extraño” o
“fantástico”. Por ejemplo, en El Hobbit
y El Señor de los Anillos la
explicación que se da a los eventos es mágica o metafísica: Gandalf
vuelve de la muerte porque es un enviado de los Ainur, las espadas élficas
derivan su poder tanto del material con qué se elaboran como de las runas que
se escriben en ellas. En fin, la Fantasía es más amplia que sus sumos gurús Tolkien y Lewis, y el género de la Fantasía y su primo hermano la Ciencia Ficción viven una etapa de florecimiento, como
se puede ver en la literatura televisiva, con series como Grimm y Game of Thrones y
otras que corresponden claramente al género de Fantasía, mientras que otras
califican como Ciencia Ficción (Galáctica,
Stargate SG-1, Babilonia 5, Star Trek, Doctor Who). En la Literatura
escrita tradicional, el éxito de Lewis
y Tolkien fue antecedido por los de
personajes fantásticos como Conan el
Bárbaro, de Robert Howard,
llevada al cine con Arnold Schwarzenegger
en el rol. O el caso de Fafhrd y el
Ratonero Gris, del renombrado Fritz
Leiber. No es casual que los escritores profesionales de Fantasía también
escriban Ciencia Ficción. No recuerdo donde leí ni los protagonistas de la
anécdota que narraré: Dos escritores de Ciencia Ficción discuten acerca de la
diferencia entre ésta y la Fantasía, y uno de ellos le dice al otro que vea el
enanito que está subiendo por la pared, con la capucha sobre la cabeza. El otro
le interrumpe y le dice que la capucha debería caer hacia abajo según la Ley de
la gravedad; y así el primero le retruca: ¿Ves?
Yo escribo Fantasía, tú Ciencia Ficción. Todas estas consideraciones
provienen de los años ´30 y ´40, donde aparecen en la forma de cuentos y
novelas los argumentos que se emplean en muchas películas de hoy.
John Ronald Reuel Tolkien (1892 – 1973) nació en Sudáfrica. Como
muchos emigró a Inglaterra, y como pocos estudió Filología en Inglés Moderno y
en Anglosajón. Sus argumentos y personajes nacen en las historias que les
cuenta a sus hijos – incluyendo a Christopher,
que es el que usufructúa hoy en día las ganancias del resurgimiento de la
Tolkienmanía, las que a fuer de escritor pone en negro sobre blanco. Se le debe
a Susan Dagnall el “descubrimiento”
de El Hobbit, y su publicación a Stanley Unwin – presidente de la casa
editorial Allen & Unwin. Asimismo, el éxito de El Hobbit derivó en la solicitud de Unwin de una continuación, que fue El Señor de los Anillos. Tomemos en cuenta que el Universo de El Señor de los Anillos, como el de Star Trek de Gene Roddenderry o el de la Fundación
de Isaac Asímov, es un Universo
coherente y autocontenido, detallado al extremo en su Historia y Geografía,
incluso en la gramática, vocabulario y sintaxis de las lenguas que se hablan en
la Tierra Media, particularmente la lengua común, el orco, el élfico, el éntico
y otras más. Tras la muerte de Tolkien, su hijo emplea los papeles póstumos
para publicar Secuelas y Precuelas (El
Silmarillión, Los Hijos de Húrin).
II
El Hobbit
En un agujero en el suelo, vivía un Hobbit. Esta primera frase de El Hobbit Tolkien confiesa habérsele ocurrido de manera espontánea un día que
corregía exámenes. He leído El Hobbit –
Historia de Una Ida y una Vuelta exactamente dos veces: Una antes de leer El Señor de los Anillos, la otra justo
antes del estreno de la primera película del mismo nombre de Peter Jackson. No es muy agradable
decirlo, porque uno le acuerda a El Señor
de los Anillos un rango muy superior a El
Hobbit. Y ello es injusto, porque aunque hay todo un mundo de diferencia en
la manera de narrar uno y otro, hay que considerar el hecho de que el autor
pensó originalmente El Hobbit como un
Cuento para niños, en tanto que El Señor
de los Anillos tiene todos los rasgos de una historia narrada para adultos,
a solicitud precisamente de Stanley
Unwin. Pero la impresión resulta engañosa, porque en verdad una de las
cosas que uno primero aprende al leer a Tolkien
es que no hay tanta diferencia entre los cuentos para niños y los cuentos para
adultos. Se narra en él las aventuras
del Hobbit Bilbo Bolsón (Bilbo Baggins), perteneciente a una
raza particular de seres humanos que habitan la Comarca (The Shire) en la
Tierra Media. Bilbo viaja con el Mago Gandalf y un grupo de Enanos – otra
raza de la Tierra Media – liderados por Thorin Escudo de Roble hacia la
Montaña Solitaria, ubicada en la región llamada la Desolación de Smaug,
en calidad de “Saqueador”. La idea es recuperar el Reino Enano de Erebor, que
el Dragón Smaug destruyó. Tolkien,
por supuesto, le pasó el libro a su pata del alma C.S. Lewis, y no sabemos qué participación habrá tenido en la obra
de Tolkien. Por cierto la inversa
también debe haber sido cierta. El Hobbit
fue escrito entre los años ´20 y ´30 del siglo pasado, y fue publicado en el
Reino Unido en 1937.
Si hay algo que marca las
epopeyas en general son los procesos de Iniciación del joven héroe, en este
caso Bilbo
Bolsón. Luego veremos a su sobrino Frodo hacer lo mismo en El Señor de los Anillos. Parece natural
y adecuado que un profesor de literatura inglesa antigua y anglosajón inventara
viajes de iniciación para sus hijos. El éxito del libro en ventas y crítica
llevó por un lado a su continuación, y por otro a una adaptación
radiofónica en 1968, una versión
televisiva de BBC, así como a las adaptaciones cinematográficos en curso en la
actualidad. Dichas adaptaciones, al revés de las hechas para El Señor de los Anillos, cuentan con
mucho menos material literario, pues el libro es muchísimo más corto. De hecho,
la primera película contiene escenas que no aparecen en El Hobbit sino en El Señor de
los Anillos. Las primeras traducciones castellanas parece que fueron
originalmente un tanto hechizas, vale decir hechas de manera informal en Buenos
Aires. No extraña, traducir a Tolkien
es verdaderamente complicado, debido al estilo arcaico del inglés que emplea.
Recién en los años ´80 aparecen traducciones decentes en Buenos Aires y Madrid.
Nótese por ejemplo el hecho de traducir los nombres propios de lugares y
personajes: Bolsón, Sotomonte, Corneta, Brandivino, Tuk, Alforzada,
etcétera, con la intención de reforzar el carácter de unidad entre los seres
vivos inteligentes y la naturaleza viva del Universo de Tolkien. Por cierto, un rasgo esencial de este Universo es la
difuminación de los límites que para nosotros son aristotélicamente claros:
Para nosotros el mundo inanimado, las plantas, los animales y las personas son
entidades separadas de modo taxativo; pero en los universos míticos en general
no se dan estas separaciones, hay una unidad primordial del mundo de modo que
todo comparte la condición de la vida en alguna medida, como ocurre por ejemplo
con el Paso del Caradhras. En el Universo de Tolkien, los Anillos de Poder representan el empleo de las fuerzas
de la magia para mantener ciertos rasgos del mundo: Hay Bondad en estado puro
en los elfos (los primeros nacidos), y Maldad absoluta en los orcos, trasgos y
otras criaturas. En el contexto de la Historia de las edades de este Universo, Bilbo
Bolsón representa el ingreso de los Hobbits en la Gran Historia de la
Tierra Media al obtener el Anillo de Sauron.
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III
El Señor de los Anillos
Este libro trata principalmente de los Hobbits, y el lector descubrirá
en sus páginas mucho del carácter y algo de la historia de este pueblo.
Este es un clásico sin atenuantes, altamente épico, y por ello podría
tratárselo como una Epopeya, pero dado que se escribió en el Siglo XX y se
popularizó en el mundo no anglosajón gracias a las magníficas películas de Peter Jackson, puede pasar como
literatura contemporánea para los lectores de habla castellana. Muy conocido y
muy citado en el mundo de habla inglesa, muestra un mundo totalmente alterno y
nostálgico que rescata todos los códigos de la aventura humana en un contexto
donde lo humano no es lo único que existe. De hecho hay versiones e
inspiraciones confesas e inconfesas de El
Señor de los Anillos hasta en video juegos de aventuras, que hacen figurar
a hobbits, hombres, elfos y enanos, trasgos y orcos y tratando de reproducir el fantásticamente
bien ordenado mundo de Tolkien, y
añadiendo argumentos y personajes de propia cosecha, obviamente por la
necesidad de bajar costos y evitarse el tener que pagar derechos de autor. Sin
embargo, la versión escrita es inmensamente mejor que la excelente versión
filmada, que necesariamente reduce el mundo de Tolkien, a pesar de su extensión de diez horas en tres películas
ampliadas, y a pesar de la potencia de la elipsis cinematográfica. Las
películas suprimen de cuajo personajes y circunstancias muy importantes en los
libros, como Tom Bombadil, Glorfindel, Celeborn, la presencia de los ucornos
o los Dúnedain. Y tiene que ser así, porque la obra misma representa
toda una visión del mundo y una totalidad universal de la que poquísimos libros
pueden jactarse. Quizá solamente La
Guerra y la Paz, de Tolstoi; o
tal vez Las Mil y Una Noches puedan
comparársele en esto de crear y mostrar mundos que se basten a sí mismos.
Aunque sabemos que el mundo de Tolkien
no existe, es tan completo y verosímil que muchos desearían que realmente
existiese, lo que explica la calidad de culto que posee. Conseguir leerlo de
cabo a rabo comprendiendo todos sus códigos implica una enorme cultura en
muchos aspectos, aunque en castellano no represente una lectura especialmente
difícil, a no ser por su extensión, y por eso puede ser releído todo el tiempo
con gran provecho. El Señor de los
Anillos trata principalmente sobre los Hobbits y cómo la pequeñez puede ser
decisiva en un mundo de magia y poderes extraordinarios, donde conviven
hombres, elfos, enanos, ents, dragones, orcos, trasgos, magos y toda suerte de
criaturas. En el contexto de la secular lucha del Bien contra el Mal,
simbolizado en la posesión de un mágico Anillo de Poder, algunos Hobbits – En
especial Frodo y Sam, pero también Pippin
y Merry
– realizan un proceso de iniciación que los lleva al final, tras muchas y
diversas aventuras, por buena parte de la Tierra Media hasta conseguir vencer
el Mal que vive en el propio interior, expresado también exteriormente en Sauron
y sus criaturas, quintaesencias de la maldad. Se ha dicho que los
literatos juegan a ser Dios. Puede ser, y si así es, nos parece entonces que Tolkien podría figurar en la galería de
buenos imitadores de Ilúvatar.
Hemos mencionado los procesos de
iniciación, y creemos que si algo define esta obra, son precisamente los
constantes y circulares procesos de iniciación que atraviesan los diversos
personajes en las diversas etapas de la Historia de tan extraños pueblos. No se
limitan a los Hobbits, de hecho todos están, todo el tiempo, pasando por ellos.
Gandalf
es un personaje esencial, mago de gran poder, pero solamente puede dejar de ser
Gris para ser Blanco a través del enfrentamiento con el supremo mal encarnado
en el Balrog, y debe pasar por la muerte y volver a vivir para
incrementar su poder y aprender a utilizarlo para enfrentar con éxito a Saruman
y dirigir la lucha en Minas Tirith como en Minas Morgul. El montaraz Aragorn
no llegará a ser Rey de Gondor a no ser que se lo gane protegiendo a los
Hobbits y combatiendo al lado de Théoden en el Abismo de Helm; y solo
conquistará sus espuelas atravesando con coraje el Reino de los Muertos para
exigirles en nombre de su ascendencia real el cumplimiento de sus violados
juramentos. Y todo ello pasa en el contexto
de la retirada de los elfos de la Tierra Media, que van a contramano de los
procesos de iniciación, porque ellos más bien están en retirada, se están
des-iniciando, están terminándose. Los elfos, raza la más permanente de la
Tierra Media, los “primeros nacidos”, ya están más acá de cualquier re-inicio.
El telón de fondo de El Señor de los
Anillos es mostrarnos cómo todo degenera para ser de alguna manera “menos”
de lo que era. Cada Edad de la Tierra Media es así un reflejo de la anterior,
pero menor, decadente, menos de lo que era. Todo se repite, cierto, pero nada
es igual, y lo que fue la Edad de Oro llegará por siempre a ser una triste Edad
de Hierro. La decadencia es, pues, el centro de esta Historia.
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IV
El Silmarillion y otras cosas
El problema de construir mundos
alternos sólidos es que hay que organizarlos. Esto es, darles una Historia, una
Geografía, una Etnología, lenguas, tradiciones, tecnologías, literaturas y
hasta vicios propios, como la buena hoja de tabaco de la Comarca. Quizá quien
lo hizo mejor y más cortito, porque arrancó desde el mero principio, que es el
de nombrar las cosas, fue Jorge Luis
Borges en un cuento bastante más corto que
la obra de Tolkien: Tlön, Uqbar, Orbis Tertius. No necesitó
más que plantearse el lenguaje de este mundo para poder darnos una perspectiva
fundacional de éste. Ahora bien, Tolkien
y su hijo Christopher hacen por
establecer su mundo alterno y autosostenido. Parece que El Silmarillión existió mucho antes que El Señor de los Anillos, y de hecho influyó en El Hobbit, a creérle al propio Tolkien.
La mitología de El Silmarillion
adopta la forma de Libro Sagrado, algo más o menos intermedio entre la Biblia, el Corán y el Tao-Te-King:
Lo conforman Libros, el Ainulindalë,
la Valaquenta, el Quenta Silmarillión, el Akallabéth y De los Anillos del poder y la Tercera Edad. El más largo e
importante es el Quenta Silmarillión,
historia épica que Tolkien nunca pudo terminar. Es curioso que Allen
& Unwin no le viera futuro editorial (“demasiado céltica” dijeron)
y por ende no la publicará sino póstumamente, en 1977. Narra entre muchas cosas la creación del
Universo de Arda, y la aparición de las razas que habitan la Tierra Media, en
particular elfos, hombres y enanos. El nombre proviene de los Silmarils, joyas
cuya posesión es esencial por motivos mágicos. Entre sus partes más notable
está La música de los Ainur, que narra una creación del mundo basada en el
canto, la Historia de los amores de Beren y Lúthien, que prefiguran
los de Arwen y Aragorn en la Tercera Edad, los
diversos conflictos entre el Bien y el Mal, en donde Hombres, Elfos y Enanos
toman partido, la caída del Reino Oculto de Gondolin, el viaje de Eärendil
y la Guerra de la Cólera y la Batalla de las “Lágrimas Innumerables”
(Nirnaeth Arnoediath), entre otras.
Incluye además un notable apéndice.
Otros escritos de J.R.R. Tolkien publicados póstumamente
por Christopher Tolkien fueron Cuentos Inconclusos, Las aventuras de Tom Bombadil, Poemas del Libro Rojo, El camino sigue y sigue
y Los Hijos de Húrin. Estos escritos
podrían haberse incorportado o no al cuerpo de El Silmarillión, y según parece esa pudo ser la intención del
autor. Sin embargo estos escritos proporcionan el marco para las obras
posteriores y más conocidas. Los aspectos teológicos vinculados a la muerte,
por ejemplo, se tratan con cierta profundidad. Los elfos son seres virtualmente
inmortales, a no ser que mueran en batalla o por accidente, y a los hombres se
les ha concedido el “don de la muerte” que les diferencia de los elfos. Pero
este don es ambivalente, como se ve en la triste suerte de la inmortal elfa Arwen,
esposa del rey Aragorn. Asimismo, hay aspectos relativos a Númenor y la
constante decadencia de los hombres, temas teológicos e incluso la explicación
de cómo el mundo plano del principio se transformó en un mundo redondo y de
cómo los viajes de los elfos que salen de los Puertos Grises – y que se
confunden con la muerte élfica – les hacen llegar a Arda. Me encantaría abundar
sobre lo último publicado: Los Hijos de
Húrin, pero me temo que no la he leído aún.
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V
Colofón
Gracias al Cine, la obra de
Tolkien dejó de pertenecer en exclusiva al muindo literario anglosajón para
universalizarse. Si bien para los códigos más realistas de la literatura
castellana – que se patentiza en El Cid, por ejemplo – el despliegue desaforado
de Fantasía es algo extraño, sin embargo se ha incorporado plenamente. Es una
magnífica lectura, por lo consistente y por plantear temas universales. Se
puede recomendar calurosamente su lectura.
CRÓNICAS DE LECTURAS – 47
Historia de la Corrupción en el
Perú, de Alfonso Quiroz
I
Corrupción, Política, Libros
Grande la expectativa levantada
por el libro Historia de la Corrupción en
el Perú, de Alfonso Quiroz
(1956-2013). La temprana muerte del autor pesa al respecto, pero más su
autoridad académica, así como la actualidad de la Corrupción en el devenir
social y político del Perú. La lucha política pareciera estar en un hilo, el
tema que divide las aguas es la Corrupción y cómo la asumimos. Este libro lo devoramos
recorriendo una parte de nuestra patria, preguntándonos como sería si no
hubiera Corrupción. Como pasa cuando hay acervo lector, este libro evocó otros,
revisados para mención en esta Crónica. Toda estructura cognitiva se basa en libres
asociaciones, y espero que mis lectores añadan las suyas y tengan el tema en el
candelero. La Historia de la Corrupción
en el Perú nos da una estructura útil para articular datos dispersos sobre este
tema tan sensible, actual y permanente. Es un Libro que Debe Leerse, pese a que
no posee ningún refugio conceptual – emocional que permita por momentos
autoengañarse y pensar que la cosa es más fácil. No lo es, y por eso combate la
ingenuidad voluntaria, esa que linda con la estupidez autoasumida; tanto como
la ingenuidad involuntaria e ignorante. Como saben bien nuestros más
renombrados Corruptos, el lenguaje sirve también para ocultar. La peruanísima
estrategia de la “finta” esconde la realidad con descaro, y vemos personajes sin
irrigación sanguínea en el rostro que navegan entre dos aguas, que se hacen
simpáticos a corruptos y antis, pues hay eventuales empleadores en los dos (o más)
lados en disputa. Por otra parte, aunque hay muchas definiciones de Corrupción,
discutir mucho puede ser una finta en la que Quiroz no cae, definiendo su objeto de modo un tanto laxo – en
verdad todos sabemos de qué está hablando. Se sostiene así en una enumeración
extensiva: La corrupción (es) un fenómeno
amplio y variado (…) No se trata tan solo del tosco saqueo de los fondos
públicos (…) La corruptela comprende el ofrecimiento y la recepción de
sobornos, la malversación y mala asignación de fondos y gastos públicos … .
No se enreda así en teorizaciones, parece presumir que sus lectores saben o
deberían saber, y más bien deja el asunto ahí para que no se pierda nada de lo
histórico, cuyas fuentes pueden contrastarse, y que hablan por sí mismas. Así la definición de Corrupción se va
construyendo conforme avanza el Libro, y salvado lo esencial: Corrupción es lo
que ha pasado y pasa en el Perú.
(PARÉNTESIS: En este punto me pregunto si lo peor es no-leer o
no-saber-leer, pues todos arrancamos en la vida sin saber leer. Lo terrible de leer
sesgado es la causa: Incapacidad conceptual, abulia cognitiva, pasmo y minusvalía
ético-moral. La Corrupción juega con estas y más variables, pues no es “contingente”
sino “instalado”. Nos dicen que la Corrupción es espontánea e inevitable, y nos
lo creemos en lo conceptual, lo cognitivo y lo ético-moral, por eso no se combate
la Corrupción con eficiencia. En el fondo de la decisión de millones de
peruanos que emigran - Quiroz era uno
de esos – está la necesidad de conservar la claridad conceptual y mental y la solvencia
ético-moral, porque emigrar te aísla de las argollas locales. ¿Quieres verlas?
Ve quienes enredan el tema de la Corrupción, y tratan de limitarlo para que
parezca otra cosa de lo que es. Una pena que Quiroz sea sólo historiador, y no conceptúe más la Corrupción. El
enfoque mejora ampliamente con los conceptos de Psicología Social que, entre otros,
Dwight Ordóñez y Lorenzo Sousa usan en El Capital Ausente, obra en la que
participó el que estas líneas escribe.)
El temprano fallecimiento de Alfonso Quiroz es penoso recordatorio
de que nada es eterno. Publicar a la póstuma algo como La Historia de la Corrupción en el Perú libera al autor de las arteras
y cobardes reacciones de silencio – los trabajos de Quiroz se conocen poco en el medio – y de ataque directo, indirecto
y de costado que de seguro sufriría de estar vivo y al alcance de las Argollas locales.
Su lejanía geográfica y académica le protegía; el pan, educación y futuro de
sus hijos no dependía de ninguna Universidad, ONG o Institución estatal o
privada, donde se le hubiera hecho objeto de bullying directo e indirecto, y eventualmente echado a la calle. Quiroz era mucho lote, pero tal como
demuestra la experiencia de Vargas Llosa
y otros egregios (egregio = fuera de la grey, y grey = rebaño), nadie es Profeta en su tierra. Los trolls, chuponeadores, plumíferos
contratados, emborronadores de papel y demás buitres mediáticos que por centavos
se especializan en atacar y destrozar egregios, no lo hacen por el mínimo daño
que hacen, sino para aviso y escarmiento de los no-egregios que están acá, que podrían
creérsela. Se ataca a los egregios para hacerle saber a la Indiada que sí está
sometida a las Argollas, si a los Grandes no les perdonan, menos a ti, insípido
y bobo Calixto Garmendia. A ti sí que te harán bullying, te botarán de tu puesto, te bajarán el sueldo, te
bloquearán las chambas y te harán conocer el sabor del desempleo, del cómo se suplica
y se ruega. Ser eficiente y tener razón en el Perú se castiga. Profetizar en casa no conviene, si lo haces eres muy
valiente o muy imbécil o tu menú del día no depende de un sueldo. Esta guerra no
se libra como quieren los Ingenuotes, es hora que nos enteremos para no caer en
los errores de los dichos ingenuotes. Esta lucha es de largo aliento, las
estructuras de la Corrupción juegan con el Tiempo, como saben expresidentes,
alcaldes, parlamentarios y demás funcionarios que integran Argollas eficientes.
Los asuntos turbios no tienen tanta importancia, cuando se sepan estarás
cómodamente muerto, o la cosa habrá prescrito, en especial si controlas jueces
y policías. Lo importante es que se mantenga la famiglia, como bien saben los hijos de un expresidente. Y al que le
caiga el guante, que se lo chante.
II
Corrupción y Virreinato del Perú: Empieza
el abuso del Perú desde aquellos que debieran corregirlos.
La Historia de la Corrupción en el Perú tiene la suprema virtud de
mostrarnos el proceso histórico “al revés” de como acostumbramos, vale decir,
desde una perspectiva inversa en la construcción de escalas de valores
deseables. Nos han vendido de siempre un país de opereta, construido sobre valores
que nunca existieron, y que es hora de enterrar y sustituir para tener un país
real basado en el valor de la verdad. (Cuando digo Valor de la Verdad no me
refiero a esa patética parodia televisiva al servicio de los Poderes Corruptores
de Turno). Hay que basar la Política en la Realidad, estamos hasta la corona de
los cuentazos de la Derecha Bruta y Achorada que siempre gobernó y quiere
seguir. Los modelos de la Corrupción actual fueron construidos durante la
Conquista y el Virreinato para que unos pocos exploten a muchos. La Corrupción
no puede separarse de sus paradigmas de Dominación, Concentración y Exclusión,
ni dejar de basarse en un manejo artero y falaz de los Discursos, para lo cual
requiere del control del aparato educativo y de comunicaciones. Ello se
distingue en la fuente principal – no única - que Alfonso Quiroz emplea para explicar el aparato de la corrupción: El
Informe Confidencial intitulado Discurso
y reflexiones políticas sobre el estado presente de los reinos del Perú,
escrito en 1748-1749 por Jorge Juan
y Antonio de Ulloa, jóvenes y
hábiles oficiales de la marina española. El dicho Discurso recapitula de frente o de oídas otros esfuerzos hechos
para definir y describir las formas institucionalizadas de Corrupción en el
Perú, entre ellos algunos que hoy se dicen panacea, como los ineficaces Juicios
de Residencia, hoy Comisiones Congresales e Investigaciones de la Fiscalía de
la Nación y Poder Judicial. Tales Juicios, entonces como hoy, resultaban en
graciosísimas absoluciones o ridículas condenas, pero la estrategia preferida
era alargarlas hasta la prescripción (¿Dónde he escuchado eso antes?). Vale
decir, existe un continuo modus operandi,
como el de la compraventa de cargos e indultos al mejor postor y otras bellezas,
que viene repitiéndose más de 200 años en el Perú, y que cada Generación copia
y calca a su medida. Bien se dice que el que no conoce la Historia se condena a
repetirla. Es hora que los peruanos dejemos de caer del palto y nos enteremos de lo que realmente pasa. Pero esto
no lo cuentan en el colegio, diz la verdad daña a los niños, por eso cuentan
cuentos. Alfonso Quiroz describe en aséptica
prosa la Corrupción Organizada de la sociedad del Virreinato del Perú, así como
los intentos Borbónicos de instalar algo que pasara más o menos como “buen
gobierno” (Hoy le dicen “gobernabilidad”).
Antonio de Ulloa volvió
al Perú en 1758 nada más y nada menos que a gobernar Huancavelica y supervisar
la estratégica y legendaria mina de Azogue de Santa Bárbara. Experimentado
agente de inteligencia en Flandes, Francia, Suecia y Dinamarca, parecía tener
la capacidad para venir a hacerse cargo del asunto, no era ningún caído del palto. Pero ha habido quien ha
dicho que era “demasiado ético”, que “le faltó” habilidad política para
transar. Es posible, las estrategias para luchar contra los aparatos de la
corrupción no pueden ser cosa individual de quijotes solitarios que rompen
lanzas contra molinos de viento a los que no les hacen ni cosquillas. Los que
hemos tratado de gestionar algo del Estado en el Perú con algo de honestidad
podemos responder a la polémica pregunta de la Primera Dama Nadine Heredia ¿Es tan difícil andar derecho? Con la respuesta obvia: Sí, andar derecho en el Perú es lo más
difícil que existe. Y el que lo
consigue totalmente es un as digno de ser escuchado con unción, para que nos
cuente cómo lo hizo y diseminar la experiencia. Cuando toda la estructura
está diseñada para ser corrupta, tiene que tener mecanismos de incorporación y
reclutamiento de las gentes a la estructura, en especial de aquellos que han
logrado posiciones meritocráticas de poder. Dicho en simple, para que la capte
hasta el más sonso: La corrupción tiene
que corromper para mantenerse. Vale decir, tiene que crecer y formar
círculos cada vez más viciosos, o muere. Por eso una de las armas favoritas de
las Argollas es acusar al Incorruptible
de aquello contra lo cual lucha. Se la hicieron a Ulloa, pero no es cosa del Virreinato: Al finado Javier Díez Canseco sus compañeritos
congresistas lo mandaron a su casa acusado de corrupción, y hubo sonsos que se
la creyeron. Antonio de Ulloa no trató
de erradicar la Corrupción, sólo trató de andar
derecho. Y por eso le hicieron absolutamente todo lo que podemos ser
capaces de imaginar, y algunas cosas más: Sabotaje de arriba y de abajo, espionaje,
difamación, acoso, calumnia, infiltración, agresión, visitas y averiguaciones
oficiales digitadas, procesos judiciales, minado de su autoridad, y un
larguísimo etcétera. Podemos ubicar en el texto el momento culminante en que Antonio de Ulloa choca con el Chocano
más Chocano de todos: El Virrey Don
Manuel de Amat y Junyet, al cual – pero
mira al insolente éste, qué se habrá creído - se niega a pagar el cupo
acostumbrado y oficiosamente obligatorio de 10,000 pesos ensayadísimos que todo
Gobernador de Huancavelica satisfacía so pena de ser rápidamente hecho trizas.
Dejémonos de vainas, hay que tener bien puesto lo que ponen las gallinas para
parársele al mismísimo dueño de la pelota. Ulloa
terminó largándose del Perú, y los que lo apoyaron fueron encarcelados,
despedidos y maltratados, para dar ejemplo.
Más detalles y la manera en que otros Virreyes y funcionarios se tiraban la
plata, haga su esfuerzo amable lector, cómprese el libro y léalo. Le prometo
que nunca más tendrá pajaritos en la cabeza. Y léaselo enterito y subraye todo
aquello que le escandalice (cómprese un par de docenas de lápices, pero de los
grandes).
Otros autores mencionados en el
texto los conocíamos de antes, y vistos a la luz del tema adquieren nueva
relevancia: Felipe Guamán Poma de Ayala
y su Nueva Corónica y Buen Gobierno de
1615; Mariano de Chaves y su Estado político y de justicia de el Reino
del Perú de 1759; fuentes empleadas por Quiroz entre muchas otras.
Asimismo, hacemos clic con otros,
como John Fisher en El Perú Borbónico 1750-1824; Jürgen
Golte en Repartos y Rebeliones - Túpac Amaru y las contradicciones de la
economía colonial; y las compilaciones de Scarlet O´Phelan, La
Independencia del Perú – De los Borbones a Bolívar, y la excelente de Claudia Rosas Lauro, El Miedo en el Perú, Siglos XVI al XX.
Si, las cosas se ven diferentes cuando tenemos una guía.
III
Corrupción y República Peruana: en
el Perú la clase alta está profundamente corrompida
Así como Alfonso Quiroz siguió en parte la ruta vital de Antonio de Ulloa para comentarnos como
se hacía en la época del Virreinato, sigue ahora a tres personajes del Siglo
XIX para comentarnos cómo fue la vaina en la República: Domingo Elías (1805-1867), Francisco
García Calderón Landa, destinado a ser Presidente del Perú en luctuosa
ocasión, y Manuel González Prada,
referente de la post-guerra del Pacífico. Con José de San Martín y Bernardo
Monteagudo se declara la Independencia del Perú, pero aclaremos que no
gobernaban para la salud del Perú sino para la seguridad del Río de la Plata y
Chile, y si ello significaba arruinar económicamente al Perú, caballero nomás.
Ello explica lo que Quiroz describe llanamente
como Saqueo Patriota, que incluyó
movidas como las expropiaciones abusivas, el control de las aduanas y los
asientos mineros, los cupos y sobornos institucionalizados, el omnipresente
contrabando, rasgos que nos contaron en el colegio para justificar la postración
en que caímos: los invasores que vinieron
a proclamar la libertad e independencia eran crueles, rapaces, carentes de
principios e incapaces (William
Tudor a John Quincy Adams, 1824).
A los males de la Colonia – particularmente el Contrabando – se añadieron
nuevos negociados, de los que los empréstitos, préstamos y la Deuda Externa consiguiente
inaugurarían formatos de corrupción que hoy las argollas ya manejan a cabalidad.
La república sumó redes clientelares a los patronazgos caudillescos heredados
del Virreinato, después de todo ya no eran sólo las armas las que otorgan
poder. La mayoría de los nombres de la época (Santa Cruz, la asociación Gamarra-Gutiérrez
de la Fuente, Riva Agüero, La Mar, Castilla, Echenique,
etcétera) eran cabezas de redes clientelares, todos ellos parte del Ejército
realista que voltearon casaca en su momento. El proteccionismo se planteó por Agustín Gamarra no como política de
progreso, sino como efectivo chantaje a los comerciantes y capitalistas
nacionales, en un momento en que los extranjeros no se dejaban expoliar. La técnica de “rodear al príncipe” se
perfecciona en esta época: Francisca
Zubiaga, “la mariscala”, esposa de Gamarra,
tenía su propia red de monopolistas de la harina, vinculados a su vez con los
exportadores de trigo. El estudio del naciente capitalismo peruano (Francisco Quirós, Domingo Elías, Pedro
Gonzales Candamo, Manuel Argumaniz) complementa esta interesante sección
del libro. Es notable la descripción del largo gobierno de Ramón Castilla, tradicionalmente considerado de estabilización de
la República. Y aquí se trata del Guano, el escándalo de la Consolidación de la
Deuda Interna, los movimientos financieros de pago del estado a los
propietarios de esclavos, el surgimiento de los Piérola como corruptos administradores del estado, las sucesivas
renegociaciones de la deuda externa, y la administración contaminada del crédito público.
Entre 1860 y 1883 se caminó hacia
el desastre: La Guerra del Pacífico. Una fuente importante de Quiroz es el Diario de Heinrich Witt, miembro de la elite de
negocios limeña entre 1860 y 1870, y consignatario del guano para Alemania. Siendo
él mismo protestante, sus observaciones morales resultan interesantes de
contrastar: Aprecia positivamente a Manuel
Pardo y Barreda y a Francisco Garcïa
Calderón; en cambio sospechaba y temía a individuos como José Gregorio Paz Soldán, Henry Meiggs, Nicolás de Piérola y en general a toda la argolla de Echenique. La atmósfera limeña de
aquellos años ha de haber sido casi irrespirable, no importa lo que
tradicionistas digan. Los conflictos de intereses eran cosa de todos los días y
muy elevados los costos de transacción, pues todas las operaciones financieras
y económicas tenían base y cupo en el amiguismo, el clientelismo y la corruptela.
La Corrupción opera parasitando las líneas por donde circula la plata, en esta
etapa eso es guano y salitre. Por eso cuando España envía la Expedición
Científica golpea en la misma médula al Perú al ocupar las Islas Chincha, punto
de extracción del guano e inicio de la cadena de la Corrupción. Es probable que
por esa razón ganáramos esta Guerra en el Dos de Mayo de 1866. Las manipulaciones
políticas implicaban reordenar el reparto del botín entre las diversas
argollas, pero la que se llevó la palma fue la que Quiroz llama infame Contrato
Dreyfus en donde las argollas y sus aliados extranjeros se enfrentan entre
sí. Nicolás de Piérola se hace
cabeza de Argolla y testaferro de Dreyfus
en el Perú, y de hecho en el principal responsable individual del desastre
financiero posterior y la derrota en la Guerra del Pacífico, lo que no obstó
para que, financiado por el amigo Dreyfus,
volviera a ser Presidente, habilidad cotizada aún hoy en día. Henry Meiggs es personaje vinculado a
Piérola, que merecería a nuestro entender una biografía sumamente detallada, él
construye los ferrocarriles más caros del mundo, entre otros detalles. Las
guerras, como se sabe, son río revuelto, la Guerra con Chile no fue excepcional.
Se cedió Tarapacá a pesar de toda la sangre demarrada para evitarlo, dejando
una herida abierta hasta hoy. Puede que uno de los regímenes más corrompidos
del Perú – y esto es decir - haya sido el de Miguel Iglesias, firmante del Tratado de Ancón, que no se pudo
llevar más porque no había nada qué llevarse después del profundo cepillo que
Chile le propinó al Perú, pero que significó la mayor rebaja de la moralidad
pública que se hubiera visto jamás.
(Cabe otro Paréntesis: ¿Es la Corrupción un acompañante eterno del devenir
político de las naciones? Estamos tentados a creerlo. Incluso se la considera
contrapeso necesario de la Libertad, parece fuera necesario transar con la
corrupción si queremos que haya Democracia. Resolver este dilema resulta
imperativo.)
IV
Continuidad de la Corrupción: Todo
hombre tiene su precio, y el sistema mucha plata
Tras los gobiernos del Segundo
Militarismo y hegemonía de Andrés
Avelino Cáceres, vuelve Nicolás de
Piérola de su dorado exilio en París, que parece lugar privilegiado para
los Corruptos, dígolo sin más intención que apreciar el buen gusto. No creemos
en dibujos animados donde los buenos y los malos pelean: Lo objetivo es que no
hay ni unos ni otros – Piérola era
testaferro de Dreyfus, Cáceres de Grace, así que ya vemos por quienes morían los montoneros de ambos
bandos. Apliquemos lo que aprendemos, abandonemos ese palto del que nos paramos
cayendo, enseñemos y aprendamos Historia y Política en serio. El wishful thinking y las frustraciones
consiguientes con el que rodeamos nuestras creencias políticas son francamente
ridículas hasta para los chiquillos de hoy. Tanto el Contrato Grace de Cáceres como las cacareadas medidas
económicas de Piérola entre 1895 y
1899 fueron instrumento de exacciones y corruptelas, y si funcionaron bien, no fue
por ser esa su intención. Con Cáceres
fuera del juego político y el ala izquierda pierolista desgajada, Piérola entrega el país a los
civilistas: En el temprano Siglo XX, el
país había sido parcialmente modernizado e institucionalizado. En consecuencia
el patrón violento y venal del pierolismo se había debilitado. Para remozar los
medios oscuros con qué conseguir y conservar el poder, es decir, para
reinventar las estrategias corruptas del Califa, era necesario que apareciera
un nuevo tipo de líder. El único político que mostraba semejante perfil era
Augusto B. Leguía, en varios sentidos un discípulo aventajado de Piérola. Leguía prueba las mieles del poder en
su primer período de 1908 a 1912, y forma en este período la Argolla que exprimirá
al Perú durante el Oncenio, con apellidos que podemos reconocer por sus
actuales descendientes portadores de los mismos: Eulogio Romero, Germán y
Roberto Leguía, Julio Ego-Aguirre, Jorge
Polar, Juan Antonio Trelles, Víctor Larco Herrera, Pedro Muñiz, Rafael Grau, Alberto Salomón,
Pedro José Rada y Gamio, Celestino Manchego Muñoz, Alejandrino Maguiña, Pedro Larrañaga, Julio César Arana, etcétera. La carrera política de Leguía, cuyo Oncenio (1919 – 1930) marcó
niveles extraordinarios de Corrupción declarada, abyección en el lenguaje y conducta,
es semejante en mucho a la de Alberto
Fujimori, quien se haría con el poder en 1990 hasta el 2001.
La formación, desarrollo y
consolidación de Argollas que ejercen la corrupción organizada caracteriza así el
Siglo XX peruano. Nos parece que un estudio detallado sobre las Argollas en el
Perú resultaría en un complemento indispensable a esta Historia de la Corrupción en el Perú. La Argolla civilista de los
hermanos Prado (Mariano Ignacio, Javier, Jorge y Manuel) se dio el lujo de deponer al Presidente Billinghurst, poner al Coronel Óscar Benavides como Presidente
Provisorio, y devolver el poder a los civilistas. Benavides volvería posteriormente a ser Presidente, cabeza de su
propia Argolla, que negociará con los Prado
y hará de Manuel Presidente del
Perú entre 1939 y 1945. La aparatosa caída de Leguía y su Argolla (1930) abrió paso a la novísima de Luis Miguel Sánchez Cerro, enfrentada
con el Apra. El Partido Aprista y las Izquierdas se convierten en duros
opositores del sistema de cosas, contra ellos todas las Argollas se combinan
para evitar que lleguen al poder. Los acontecimientos internacionales se
mezclan al devenir político nacional y para variar llega un hombre honesto – si
bien aparentemente ingenuo - a la presidencia de la república: José Luis Bustamante y Rivero, apoyado
por el Apra, ya organizada como Argolla, para lo que cuenta con ventajas
indudables en comparación con las de otras procedencias, como se demuestra por
su supervivencia tras la muerte de Víctor
Raúl Haya de la Torre en 1979. Cuando Bustamante
trata de gobernar con cierta racionalidad le pasa lo mismo que al Ulloa de dos siglos atrás, y es
depuesto por la acción combinada de los apristas y la extrema derecha,
resultando en nuevo presidente militar: Manuel
A. Odría, quien, naturalmente, tenía su propia Argolla. A excepción de la
Argolla aprista – de notable permanencia - las demás se suceden unas a otras: Al
clientelismo sanchezcerrista le sigue el de Benavides, a éste el de Odría.
Vuelve al poder la Argolla de los Prado,
y surge un período reformista en la política peruana con Acción Popular, la
Democracia Cristiana, el Movimiento Social Progresista y otras agrupaciones
políticas. Llega el muy atípico Gobierno Revolucionario de la Fuerza Armada
(1968-1975 y 1975-1980), cuyas Argollas se merecen estudio aparte. Y por último
las Argollas Populista (en apariencia heredada por el Perú Posibilismo),
Aprista y Fujimorista de nuestros días, consecuencia básica de su enfrentamiento
con la Argolla Maoísta- Pensamiento Gonzalo de Sendero Luminoso.
V
Colofón
Colofón Lector: Me hubiera gustado detallar más este libro.
No me ha sido posible. Pero sí es necesario decir lo siguiente: Este libro se
debe reunir con los clásicos peruanos. Hay que tratar que no desaparezca de la
memoria de los peruanos. Además, al final Alfonso
Quiroz presenta unos preciosos Cuadritos mostrando los Costos de la
Corrupción. Es decir, y para decirlo suave, cuánta plata se han tirado. Y no se
lo digo, amigo lector, a fin que se compre el libro: Solamente le diremos que
los peores momentos fueron los decenios de 1820, 1850, 1870, 1920, 1950, 1980 y
1990. Saque sus conclusiones.
Colofón Ético: Lo que realmente hace felices a los Capos de
la Corrupción es que la gente sea imbécil cognitiva y moral, que pueda ser
llevada de la nariz e incorporada por la pasiva o la activa al aparato de la
corrupción, estamentario y basado en una “meritocracia” conocedora profunda de las
organizaciones y cómo se las parasita. La indiferencia y hartura morales y
cognitivas de los ciudadanos - la sensación difusa del “nada se puede hacer” - son
operativos sicosociales esenciales para mantener vigentes las Argollas de la
Corrupción, y proporcionar una forma de participar simbólicamente en ella al
identificarse con los “Pepes Vivos” y no con la multitud de “Juanes Sonsos” de
que viven los primeros. El que tenga
Ojos, que Lea.
CRÓNICAS DE LECTURAS – 48
Las Mil Noches y Una Noche
(1)
En el nombre de Alá, el Clemente, el Misericordioso.
I
Contar Cuentos
A mí siempre me ha gustado contar
y actuar los cuentos e historias, cantar canciones de cuna y más que eso. He
sido feliz haciéndolo con mis hijos, he dictado mis clases como si fueran
narrativas y creo que a veces he tenido éxito con mis alumnos, en cualquier
caso lo he disfrutado y me he fabricado así frondosos recuerdos que me
acompañarán hasta el día que le luzca el pelo a la que deshace las reuniones. Estos últimos años he vuelto a ser
feliz leyendo cuentos con mi hija. Y como en nada somos los primeros en este
mundo cochino y como todo está dicho - aunque todo esté para volver a ser dicho - pues en esto de contar cuentos e
historias se me adelantaron todas las culturas de todas las generaciones de
seres humanos. Es que los cuentos no se han fabricado para los niños, aunque
por supuesto para ellos también, tampoco me tomen los rábanos por las hojas. Lo
cierto es que narrar cuentos e historias satisface una profunda necesidad del
ser humano. La oralidad es poderosa, y lo creado para ser contado en las
hogueras de los campamentos y los dormitorios de las chozas se convierte en
escrito, menos mal. Entre los cuentos e historias que han hecho el gasto los
últimos diez mil años de la existencia humana están los que se recopilaron para
formar las famosísimas Mil y Una Noches.
Esta obra es en definitiva un clásico, pero hay que pensarla como una obra
viva, pues la oralidad en ella es tan evidente, que incluso uno de sus
recopiladores / traductores (Mardrus)
le añadió con toda la del buey cuentos e historias escuchados por él en las
barberías y zocos de Damasco. Pero también contiene algunas paradojas: No
podemos fechar con exactitud la antigüedad de las Mil y Una Noches, dada la cantidad de versiones que tiene, y el
número de cuentos e historias incluidas o no incluidas según la versión. Lo
único evidente es que muchas de estas historias son arcaicas. Y aunque tiene un
notable sustrato Islámico, hay orígenes de los cuentos y escenarios
establecidos en todo el mundo musulmán y más allá: Egipto, China, la India,
Persia, Siria, Rum, etcétera.
A pesar de su origen oral y sus
grandes indeterminaciones, hay en las Mil
y Una Noches una suerte de impersonalidad objetiva, una manera de contar
que está ahí y a la vez tiene demasiada dignidad para decir que está ahí, muy
análoga a la de otras grandes obras literarias como la Ilíada, la Odisea, el Mahabharata, el Ramayana, los Eddas, el Quijote, el Fausto, la Divina Comedia,
etcétera; que nos da la sensación a nosotros, lectores modernos, de haber en la
colada un solo autor o cuando menos un solo criterio para determinar qué está y
qué no está en la obra. Por otra parte, las Mil
y Una Noches no constituyen una narración continua al estilo de los Poemas
Homéricos, donde se puede discernir una suerte de linealidad por encima de los
eventos narrados. Tiene más semejanzas con la Biblia, que pertenece a la misma tradición oriental, en el sentido
que es más abigarrada, a-lineal, arrejuntada. Y sin embargo posee más
coherencia que la misma Biblia, dada
su estructura narrativa de principio y final, y al hecho incontrovertible que
allí donde la Biblia es un montón de
libros, las Mil y Una Noches es uno
solo, como el Corán. A semejanza del
libro de Job y algún otro, la pequeña Historia original de Shahriar
y Sheherezada
se partió en dos para colocar en medio mucho más contenido. A diferencia de la Biblia y sus diversas lenguas (Hebreos,
Griegos, Arameo, etcétera), las Mil y Una
Noche están escritas en árabe de punta a cabo, y además son completamente
islámicas y mahometanas todo el tiempo (Pero
Alá es el más sabio). Por otra parte los cuatro estilos retóricos del
idioma árabe están presentes, aunque es el llano (transliterado sazich) el que predomina casi
absolutamente, reservándose los otros a efectos muy particulares. Es, pues, por
esta y por muchas otras razones que trataremos de dilucidar en esta y otras
Crónicas, una obra de origen, desarrollo y final popular, y aparecerán en ella
Nobles, Califas, Sultanes, Princesas, Efrits, junto a barberos, cargadores
de bultos, vendedores de dátiles, leñadores, marineros, pastores, comerciantes,
peregrinos a La Meca, domesticadores de monos y demás fauna humana.
Para información de mis lectores,
la edición que empleo es la mexicana de 1989 de Aguilar, traducción y notas de R. Cancinos Assens; primera edición de
1955, de donde extraeré las citas, salvo que se diga lo contrario.
II
La anécdota de las Mil Noches y
Una Noches
Apenas encuentro que la palabra
anécdota sea descriptiva para contar el drama que da cuerpo y estructura a esta
monumental recopilación de historias de tantos y diversos tipos y procedencias.
El drama es común y terrible, más terrible aún porque es común: La infidelidad.
El Rey del Siglo (expresión miliunanochesca para diferenciar a Alá
– soberano de la eternidad - de los reyes mundanos) Shahriar es un monarca
justo y equitativo, caballero valiente y leal, pero ingenuo, que por tener
babuchas cree que el suelo es de cuero, debido a su crianza – de él y de su
hermano menor, el rey Shahsemán – en el artificial
ambiente cortesano. Ambos descubren la realidad de la vida al enterarse de la
infidelidad de sus respectivas esposas. Shahsemán es el primero: … acordóse el soberano de una cosa que
dejara en su palacio olvidada, y tornóse allá, y al llegar, encontróse a su
esposa tumbada en el lecho, abrazada al cuello de un esclavo negro de entre los
esclavos, y al ver ello ennegrecióse el mundo ante los ojos del soberano.
Tras matar a ambos, se encuentra con su hermano Shahriar, pero es obvio
que está triste y amargado, y no es para menos con su mundo destruido y sus
creencias hechas trizas. Además y para colmo, Shahsemán descubre las
orgías de su cuñada a espaldas de su marido, y con el consabido esclavo negro.
Encuentra Shahsemán cierto consuelo al percatarse que no es él solo el
portador de cornamenta, y al insistir Shahriar en por qué el semblante
adusto y melancólico cambió repentinamente, Shahsemán le suelta el
bombazo. Convencido por sus propios ojos, voló
su razón de su cabeza y decidieron
los dos hermanos correr los caminos,
y ver si somos los únicos a los que tal
percance les ocurrió en el mundo. Pues si así fuere, preferible a la vida sería
nuestra muerte. Hallan un Efrit o Genio a la que su prisionera
le saca la vuelta exactamente 572 veces (llevaba la cuenta la pelandusca en
cuestión), contando a ambos hermanos, con los que yace bajo amenaza: Este efrit me raptó la noche misma de mi
boda (…) Y ha de aprender que las hembras de mi laya, cuando quieren una cosa,
no las detiene nada.
Vuelven los hermanos al reino de Shahriar,
éste ejecuta a su esposa, al negro y a todos los complicados en la infidelidad,
que eran bastantes. Y desde entonces
solía Shahriar, cuando tomaba esposa virgen y le arrebataba su virginidad,
matarla aquella misma noche sin aguardar a la mañana. En este plan estuvo
tres años, con serio riesgo de despoblar su reino pues empezó a clamar la gente y a huir de la ciudad llevándose sus hijas.
Y por supuesto el gobierno andaba en desbarajuste pues la cabeza misma del
reino está enferma. Shahriar es ahora un monstruo, un déspota sanguinario y
vengativo. ¿Qué otra cosa puede hacer en estas circunstancias? No acepta la
vida como es y no perdona debilidades, y trata de recuperar la confianza en sí
mismo – de esto se trata todo, y para eso asesina a sus esposas, por temor a
enamorarse. Y al no haber más damas disponibles, encarga a su Visir la chamba
de alcahuete. Entra acá Shahrasad o Sheherezada en escena, la
hija del Visir, joven sabia y hermosa y valiente (En la Biblia hubiera sido el
epítome de la mujer fuerte, ¿quién la
hallará?): Por Alá, padre mío, cásame
con el rey y a fe que moriré o serviré de rescate para las hijas de los
mahometanos y las libraré de entre sus manos. Por supuesto, los planes de Shahrasad,
combinación de las heroínas judías Judith y Ester, y que no es
ninguna boba, deben contemplar todas las posibilidades, pues si se trata de
rescatar a las mujeres la otra forma es matando al rey, pero eso no pasará
porque el rey no es malvado, sólo está enfermo de misoginia y necesita ser
curado. Y con la complicidad de su hermana menor Dunyasad, Sharasad
empieza a contarle cuentos a ésta y al rey, que sin darse cuenta se interesa en
la continuación, pospone la ejecución de su esposa todos los días, pues ésta lo
deja siempre con la miel en la boca y con la yuca adentro. Ella tendrá que
contar cuentos por más de mil noches … y estas inocentes historietas resultan
ser nada más y nada menos que la terapia que le devolverá al triste y deprimido
soberano la belleza y la fantasía, la esperanza y la ilusión del amor, el gusto
por la poesía y las narraciones. Alá, efectivamente, es el que más
sabe, pero ¿qué más podemos nosotros, simples mercaderes del zoco, decir de Shahrasad,
la heroína de su pueblo, la amante deliciosa, la sabia y elocuente
cuentacuentos …? ¿Por qué, ye Alá, el Piadoso, el Apiadable, no
has puesto en tu sabiduría una hembra así al lado de cada estúpido varón con
que poblaste este mundo …?
La inspiración que despierta la
hermosa y sabia Shahrasad no es solamente literaria. El ruso Rimsky-Korzakov le compuso el poema
sinfónico Sheherezada, en la que el
violín la representa, y que dura unos 40 minutos: https://www.youtube.com/watch?v=SQNymNaTr-Y&list=PL67d4V6VTlB6yQbDusxhw2hoPsAFikJfJ&index=10
III
El Libro de las Mil y Una Noches:
Lo que se dice y lo que se calla
El de los conocimientos maravillosos y las historias entretenidas,
peregrinas. Las cuales noches añaden curiosidad a curiosidad y ofrecen
descripciones de amor y pasión y locura de amor. Y contienen historias y
rarezas amenas y divertidas y graciosas, adornadas con figuras sorprendentes
nuevas, de lo más nuevo que haber pueda, y panoramas prodigiosos de los
prodigios de los tiempos. Esta es la traducción castellana literal de la
edición de Bulaq, y tratar de
reproducir o siquiera contar en el corto espacio de unas Crónicas toda la
riqueza de las Mil y Una Noches es
ciertamente locura y hace que me pregunte seriamente sobre mi equilibrio
mental. Trataremos solamente de presentar algunas de las partes y rasgos que
definen esta gran obra. Y empezaremos con el hecho que las historias de Shahrasad
se engranan siempre con palabras más o menos estereotipadas, del tipo Ha llegado a mis oídos, ye monarca, el
afortunado, que había una vez … y así arranca una historia que puede durar
menos de una noche, o tal vez treinta o cuarenta, con añadidos e intromisiones
y según el humor del soberano y la sapiencia de la princesa. Pero todas tienen
en común que Shahrasad las dejará inconclusas en la mejor parte, a la manera
de un serial de cine de barrio o incluso de un coitus interruptus, y creo que no es posible encontrar mejor
metáfora para esto: Sorprendió aquí a
Shahrasad la mañana y atajó el flujo de sus desbordantes palabras. Y es que
en el proceso de curación del misógino soberano este tema del coitus interruptus tiene mucha más
importancia de lo que parece. No haremos psicoanálisis barato, digamos que el
monarca se queda con la sensación de la maravilla que estaba allí olvidada bajo
la masacre de vírgenes que hasta entonces venía cometiendo. Imaginamos a toda
la ciudad aguantando la respiración cada noche, en especial a las mujeres y sus
familias, rezando a Alá para que a la princesa no se le agote el flujo de sus desbordantes palabras y
pueda asegurarles a las mocitas de la ciudad, a sus padres y madres y hermanos,
un día más de respiro.
Tras cada historia de las Mil y Una Noches no hay pues solamente
una historia y nada más, sino el testimonio de un sordo drama que se desarrolla
en las plazas públicas de la atribulada ciudad tanto como en la intimidad de la
alcoba del rey y la princesa, una sutil tensión hecha de los silencios que
quedan interrumpidos solamente con las historias narradas por Sharasad
a Dunyasad
y al rey. Es una tensión que se respira fuerte al principio y que se olvida con
facilidad tras las primeras noches, por el interés de las historias y las
mecánicas repeticiones de los lugares comunes de Shahrasad, destinadas a
tranquilizar al rey y a recuperar su confianza. Pero lo cierto es que todos caminan
en la cuerda floja, y una risa fácil, un exceso de confianza, un comentario
fuera de lugar, una alusión descuidada, una falta de astucia podrían culminar
en el reinicio del baño de sangre, con consecuencias imprevisibles; y esa tensión está presente a todo lo largo
de todas y cada una de las noches de las Mil
y Una Noches. Es esta una situación que las versiones que por lo general
nos han familiarizado con esta obra pasan por alto completamente. Pasa con las Mil y Una Noches algo análogo a Los Viajes de Gulliver, de Jonathan Swift, que han sobrevivido
básicamente en lo que podríamos llamar el componente infantil: la anécdota
mágica, los califas, los genios, las lámparas maravillosas, las alfombras
voladoras, el ábrete sésamo y todo
ese artificial y hollywoodense exotismo oriental de película de los años ´40.
Digamos pues que esta terapia que Shahrasad le aplica al rey tiene su
sentido profundo en cada cuento y poema que narra, y trataremos en adelante de
ver esa magia en acción.
IV
El Libro de las Mil y Una Noches:
Las Historias
Empiezan las historias con el cuento del mercader y el efrit (Noches 1
y 2) y de cómo tres scheiks (jeques)
rescatan la sangre del mercader al contar sendas e interesantes historias que
proporcionan solaz y alegría … a cambio de la vida del susodicho. Estos efrit,
ifrit,
afarit,
alifrit
e incluso djinn o chinn, son lo que en occidente
llamamos Genios, es decir una suerte de espíritus mitológicos, dotados de
ciertos poderes, entre ellos el de hacerse invisibles y desplazarse a grandes
distancias en corto tiempo. Algunos son buenos y están de parte de Alá,
otros malos y están de parte de Iblís o Schaitán, el diablo según
el Islam. No parece casual que las Mil y
Una Noches empiecen con esta historia, parece una sutil reconvención de Shahrasad
al rey para que distinga que se puede cambiar sangre por historias
interesantes. Y aunque el rey no lo note y nada haya en el texto que nos lo
indique, preferimos pensar que en su astucia la princesa – de quien somos
rendidos admiradores, habrá notado ya el lector – empieza a aplicarle los
torniquetes del acting out al
soberano, al que tiene entre sus dedos, pero con sumo cuidado, no se le vaya a
romper. También parece que de cuando en cuando no está tratando de enseñarle y
guiarlo por los vericuetos de la sanación, sino que simplemente lo relaja y
distrae con cuentos de diverso tipo, entre ellos los picarescos, como la historia del alhamel y las mocitas
(Noches 9 a 11), donde por primera vez aparecen personajes que encontraremos en
toda la obra: El Califa Harún-Ar-Raschid,
su Visir Châfar y su esclavo y verdugo el negro egipcio Mesrur.
A veces también aparece la celosa esposa de Raschid, la Califa Zobeida. Parece adecuado señalar
aquí que es posible que Shahrasad presente al poderoso
Califa de Bagdad y Emir de los Creyentes como un ejemplo a seguir para el
soberano Shahriar.
Que la historia verdadera se
entremezcle con la fantasía parece ser un carácter constitutivo de la narrativa
árabe. Harunu-R-Raschid (766 – 809
de la era cristiana; 144 – 187 de la Hechra
o Hégira) que en esta historia comparte créditos con los efrit, es definitivamente un personaje histórico, aunque su Visir Châfar,
su verdugo Mesrur y su esposa Zobeida sean un poco más
problemáticos. Harún-Ar-Raschid, o Aarón el Justo (nombre latinizado) fue
el quinto califa abasí de Bagdad, y gobernó un cuarto de siglo, coincidiendo su
gobierno con el del máximo esplendor del califato abasí, dícese que llegando
incluso a cambiar embajadores con el otro gran imperio de su tiempo, el de Carlomagno. Parece que gobernó de
manera bastante ecuánime, lo que se refleja en su fama como soberano sabio y
astuto, que trata de saber cómo van la cosas por la vía directa, saliendo de su
Palacio de incógnito y recorriendo Bagdad de noche, de modo que se termina
enterando de todo el lío del alhamel y de los tres zaluks que además cuentan respectivamente sus historias (Noches 11
a 16) con otras intercaladas, como es costumbre en las Mil y Una Noches. Al final el Califa resuelve el problema, apoyado
por el Saber del Visir y el Alfanje de su Verdugo. La historia del visir Nuru-D-Din
y su hermano Schemsu-D-Din (Noches 20 a 25) tiene su lado jocoso, en
especial cuando discuten y pelean por el destino de unos hijos que aún no
nacen, pero la fuerza del maktub
(“está escrito”) árabe queda patente en el cumplimiento del destino de estos
jóvenes. Las historias de barberos o
alfayates hacen uso de los estereotipos que rodean la profesión y que como
vemos parecen ser universales. La ocurrente y satírica historia del alfajeme de Bagdad, As-Samet (“el silencioso”) (Noches 33 a 37) y sus
seis hermanos, todos barberos también, muestra cuán antigua es la tradición
enredadora de los cascaliendres. Entre las Noches 60 – 102 y 120 - 126 se
desenvuelve la larga historia del rey Omaru-N-Nomán y sus valerosos hijos Scharkán y Zu-L-Mekán, que por cierto es la más larga de todas las Mil y Una Noches. Es una historia épica,
ambientada durante la oposición árabe a las Cruzadas, de carácter caballeresco
y un poco picaresco, y que nada tiene que envidiar a la caballeresca occidental
del Amadís de Gaula.
V
Colofón
Largo, animado y agradable
trabajo me espera, he llegado apenas a las primeras 100 noches de las Mil y Una. Así que ahí veremos si no me
eternizo en estas Crónicas. En todo caso,
como dicen los árabes, sea sobre nosotros la paz. Y lee lo que quieras.
CRÓNICAS DE LECTURAS – 49
Las Mil Noches y una Noche (2)
I
Las Visiones del Pasado
En pocas cosas como en Las Mil y Una Noches se puede distinguir
mejor los resultados de la ambigüedad, la neblina y las mezclas, mezcolanzas y combinaciones
que el tiempo opera sobre las obras literarias. En mi fuero de profesor de
Historia distingo el pasado como una suerte de pantalla bidimensional, a
despecho de las posibilidades que otorga la visión binocular propia de nosotros
los primates. Pero la mente no ve igual que los ojos, no vemos el Pasado sino
la Visión del Pasado, los sucesos difuminan sus contornos con el tiempo, se
entremezclan en la distancia, para verlos bien necesitamos acortar la
distancia, precisamente lo que no podemos hacer desde que el tiempo se nos da
unidireccional y unidimensional, lo que significa que lo que ganamos en
perspectiva lo perdemos en resolución, y como en los cuadros de Seurat, vemos verde lo que es azul y
amarillo yuxtapuestos. Cuando miramos hacia el pasado entra así en acción una
suerte de principio de indeterminación: Que un recuerdo se nos vuelva Historia
implicará pérdida de ángulos y aristas, y hasta del rostro más querido
solamente nos quedará la mirada y quien sabe un arqueo de cejas. Renunciamos a la
exactitud en el pasado, porque para decir la historia que queremos no precisamos
de tal exactitud, y así me quedo con lo que me quedo, a veces a punta de las
razones aquellas que la razón no comprende. Y es así también con los pueblos,
la literatura, las consejas, la múltiple personalidad colectiva. Imaginemos una
Historia cualquiera, digamos la de Sindbad,
o la de Alí Babá, no nos interesa
conservar de ellas la dirección del viento o la estructura social de Bagdad.
Marineros y leñadores ha habido desde el principio del tiempo, la mayoría de ellos
vivió vidas anodinas y vacías, o peor, murieron “antes”, no queda nada qué
evocar de ellos. El rostro que evocamos lo evocamos “como queremos”. Tal vez para
nosotros el rostro de los incontables leñadores y marineros sean los de Alí Babá y de Sindbad.
Por eso entiendo a ese médico
sirio Mardrus, que aunque escribe y
publica en francés, piensa y siente las Mil
y Una Noches en árabe y por eso siente que es pertinente – y algo
fraudulento quizá, pero qué importa – “mejorar” las Historias de los
manuscritos apelando a la tradición oral que escucha en los puertos, tabernas,
calles y zocos de Oriente. Por eso entiendo al grande Richard Burton, genial viajero británico, cuya ruta vital me
produce envidia (no soy el único, el autor de Ciencia Ficción Philip José Farmer lo convierte en un
personaje principal de Mundo Río y
sus secuelas), cuando declara con suficiencia haberlo visto y oído todo. Y por
eso entiendo también al primero de todos, al diplomático Galland, que fue el que se trajo las Mil y Unas Noches a Occidente, empezando por Francia, allá en el
Siglo XVIII. Y como la visión de las cosas hoy en día suele ser dependiente de
la cultura de la pantalla en la que vivimos, es permitido hacernos imágenes: La
muy larga película Las Mil y Una Noches
Árabes ( Link: https://www.youtube.com/watch?v=TAlYSO-iR_U
) de Steve Barron con un guión algo
desmayado y “modernizado” de Peter Barnes, y la actuación de Alan Bates y Tcheky Karyo; tiene como aporte el mostrar la tensión del
desequilibrio mental del monarca, y una Shahrasad quizá más parecida a una
princesa del Medievo europeo, pero en fin. Hay, por otra parte, una obra
fílmica muy personal dirigida y escrita por Pier Paolo Pasolini, Las Mil
y Una Noches, tal vez más pegada a una lectura personal del universo
cultural árabe, su link es el siguiente: https://www.youtube.com/watch?v=BSeN3DO0heE.
Suerte, y que Alá te acompañe.
II
Más Historias de las Mil y Una Noches
Me había quedado cuadrado en las
primeras cien Noches. Sigo: La triste y patética historia de Asís y Asisa (noches 104 a 120) se ha reproducido por
fuera de las Mil y Una Noches
incontables veces. Asisa no sería muy popular hoy día, pues representa el amor
incondicional y no correspondido, pues el tal Asis es una bala perdida,
y el eterno perdón que le acuerda Asisa no solamente no se lo merece,
se merece todo lo malo que le pase. Hoy en día Asisa no recibiría
felicitaciones, más bien se la acusaría de masoquista. Sin embargo esta es una
historia de amor incondicional como hay pocas, de sacrificio y generosidad sin
límites. Nos podemos consolar, menos mal, pensando que Asís terminará de eunuco,
llorando la ausencia de Asisa como de aquello que a los
varones nos hace sentir inmerecido orgullo. Siguen historias más reilonas,
simples y relajadas, como para atemperar el patetismo de la historia de Asís y Asisa, cortas fábulas
de animales e historias de ermitaños. Más amores contrariados por diversos
motivos siguen en la historia de
Alí-Ben-Bekkar y Schemsu-N-Nehar (noches 138 a 147) y la historia del Rey Kamaru - S – Semán y del
rey Scharahmán (noches 148 a 176). Hay cierta gradación, por poco que se
mire, en las Mil y Unas Noches, que
nos hace saber que su canon original – si alguno tuviera – ha debido estar
ordenado un poco al estilo de la antigua literatura de la India, en la que
puede reconocérsele un antecedente. Nos preguntamos cómo habrá sido esta obra
antes que sus divulgadores hayan metido mano en ella. En fin. Continúan las
historias de amores contrariados por la separación o la pasión desenfrenada de
los príncipes según esquemas clásicos, como la de Nam y Nima (Noches 176 a
184), y Alá – D – Din Abu-Schamat (Noche
184 a 201). No confundir a este Aladino con el Aladino clásico de la
lámpara, que ya llegará. Los nombres árabes merecen mención, todos tienen
significados acordes a las historias que se cuentan, y por cierto ni más ni
menos que en castellano, con la salvedad que nosotros nos hemos olvidado que Fortunato
es afortunado o los significados de nombres como Diosdado, Félix
o Adolfo.
Alá – D – Din significa, por ejemplo,
Excelsitud de la Fe.
A manera de puntuación entre
historias de gran extensión podemos encontrar digresiones históricas, ya vimos
antes que también fábulas o cuentos más o menos estereotipados, lo que obedecería
a la intención del autor de indicar cómo Shahrasad le cambiaba los temas a Shahriar
de acuerdo a sus cambios de humor, u obedeciendo a la lógica de la curación del
alma. Tampoco es de olvidar que el telón de fondo de estas historias es la
amenaza de muerte que pende sobre el cuello de Shahrasad al momento que
se le acabe la inventiva, lo que nos da una idea de cómo la intriga se podía
instalar en las Noches Árabes. Y así encontramos incluso referencias a la
conquista de España (noches 202 y 203 – historia
referente a algunas ciudades del Al-Andalus, que conquistó Tarik-ben-Siyad)
y la reaparición del andariego Califa Harunu-R-Raschid
en las noches 204 a 208 con historias de proverbial justicia y con las
acostumbradas historias dentro de historias, que alejan el cuello de Shahrasad
del alfanje del verdugo y que sirven a la hermosa cuentacuentos a modo de
contra-transferencia espetada a Shahriar: Sólo moriré a tus manos si Alá así lo dispone. Este fondo de Fe
fatalista está presente en historias como la de Abu-Mohammed –L – Kaslas y Ar-Raschid (noches 211 a 218), como en el
convencimiento de que nada le está vedado al poder de Alá, incluso el cambio de
sexo para que la esclava Sumurrud pueda ser rey en país
exótico, un cambio de roles no muy sutil con el amado (Noches 218 a 229 – historia de Alí Schar con Sumurrud la
esclava), que da pie a graciosos intercambios verbales, llenos de alusiones
poéticas picarescas. Caprichos de mujeres en la historia de Budur, la hija del joyero (Noches 229 a 234) y la historia de las jóvenes de diferente color
(Noches 234 a 238) parecen sentar derechos para las mujeres, aunque es fácil
imaginar el entrecejo fruncido del misógino monarca, con lo que Shahrasad
tórnase a las pecadoras mujeres de Mizr (Egipto), famosas por su promiscuidad y
lascivia, como diciendo que después de todo las hay peores, como en la historia de Uardán el carnicero (noches
238 y 239), la de la Incontinencia en la
mujer y el modo de curarla (Noches 239 y 240) y la más sutil y romántica de Anisu-L-Uchud (Noches 249 a 258).
III
La Poesía de los Árabes
Vale la pena detenernos unos
segundos en la muchísima poesía suelta por las Mil y Una Noches. No parece sino que los árabes, así en general,
buscaban el momento para intercalar versos en toda conversación cotidiana sobre
cualquier tema, y tal momento era todo el tiempo, tanto en los palacios donde
se producía la carrera de ratas de la cortesanía; como en las calles, zocos,
plazas y hogares más humildes. Todo el mundo hace poesía, todo el mundo
versifica, porque la lengua árabe parece prestarse particularmente a dicha
posibilidad. Las poderosas raíces orales de la tradición poética fomentan la
improvisación, quizá un tanto más que todas las demás poesías del mundo.
Después de todo, lo que nos gusta de la poesía es que suene bonito. Aún
traducida la poesía árabe posee un sonido particular, tal vez por los siglos
que árabes y castellanos convivimos como hermanos enemigos: De unos ojos hirióme / la aguda flecha / y
desde entonces tengo / yo el alma enferma / Yo no pensaba / que amor matar
pudiera / con la mirada (Noche 140) o también Oró y su oración fue oída; / perdonó Alá al pecador/ y que su gracia le
daba / claramente le mostró / al enviarle la muerte / según ella le pidió (Noche
886). Ocho siglos de convivencia de moros y cristianos no es moco de pavo, algo
se contagiaron unos a otros, el romance español no salió del aire. Y que con la
poesía se puede también contar historias, se ve en esta deliciosa historia de
amor de dos niños en una de las escuelitas que en el mundo árabe impartían las
primeras letras: véase la noche 544, la historia
de los dos parvulillos enamorados, donde él escribe en una tablilla que le
muestra a ella: ¿Qué dirías tú de quién
peligro corre / de morir por la fuerza de su amor?; y ella – una esclavita
- le responde escribiendo del mismo modo: Si
a un amante verdadero / por su amor vemos sufrir / forzoso es correspondamos / a sus ansias con
un sí. Claro que aquí el maestro de escuela al revisar la tablilla mete la
cuchara y escribe en la misma: A tu
amante consuela y sus temores / disipa, pues lo ampara la locura / dile que
nada tema del maestro / que antes que él pasó por su amargura. Por último,
en este diálogo escrito se mete el amo de la esclavita, que al leer la dicha,
saca la pluma y añade de su coleto: ¡Que
Alá os perdone y os una / como vuestro amor merece! / Pero ¡hay que ver el
maestro / qué grandísimo alcahuete!
La poesía árabe es muy antigua,
las antiguas mohalalas del santuario
(moal-lakats), que menciona Jorge Luis Borges en sus cuentos son de
origen preislámico, y se escribían en los tapices que rodeaban la Piedra Kaaba desde mucho antes que ésta se
dedicara en exclusiva a Alá, el Clemente, el Misericordioso.
Los árabes guardaron así la obra de sus grandes poetas del tiempo de la
ignorancia (anterior al conocimiento de Alá que el Profeta Mahoma, Bendito sea su Nombre, llevó a
los Verdaderos Creyentes). Los temas son clásicos: El amor en todas sus etapas,
el ardor guerrero, la pasión que despierta el conocimiento y adoración del Dios
Único, la separación nostálgica y la ausencia de la ciudad y la tierra natal, que
en toda la poesía y en todos los poemas hay siempre un sutil, o no tanto,
recordatorio del maktub, el famoso
fatalismo árabe. También los estudiosos distinguen, en especial en la poesía
miliunanochesca más elegante y elaborada, el poderoso influjo de otra raza de
poetas, la de los persas, que no por nada tienen para poner en la cancha a Firdusi y Khayyam. No parece que en el árabe exista rima externa, y aunque
hay pocas cosas en las que sea yo mismo tan lamentable y profundamente ignorante,
según me parece – y puedo estar muy equivocado - toda rima en árabe es
interior, es decir, depende más de la métrica y del ritmo que de la repetición
de ciertos sonidos ubicados en ciertos sectores de la oración, como nuestra
rima. El apogeo poético árabe corresponde al florecimiento de los califatos
abasí y omeya, en los primeros siglos de la Hechra,
en particular durante el reinado y gobierno de nuestro ya conocido Califa Harunu-R-Raschid.
IV
Continúan las historias: As-Simbad
y más
Hemos visto ya que las historias
parecen tener un cierto sentido, que fácilmente se indistingue o cambia según
los compiladores. Entre los grandes ciclos de cuentos referidos a temas y
personajes determinados hay historias cortas, algunas muy notables, como la del
prior del convento que se volvió musulmán
(noches 265 y 266), que evidencia la potencia misionera y catequista del Islam
en el entorno de religiones cruzadas del Creciente Fértil, en el cambio de
nombre del prior del Convento de Diru-L-Anwar
(Convento de las Luces) de Abdu-L-Mesij (Siervo del Mesías) a Abdu-L-Lah
(Siervo de Alá). La historia de Tauaddud,
la esclava (noches 269 a 280) parece ser un recordatorio a Shahriar
que las mujeres pueden ser hermosas e inteligentes, y a la vez leales y sinceras.
Un conjunto de cortas historias edificantes un poco al estilo del Talmud, de quien algo se inspira, puntúan
esta parte antes de la historia de
Chanischah (Noches 295 a 316) donde tras el realismo de las historias
pasadas se equilibra la cosa con una fantasía desaforada de princesas-pájaro y más
fauna fantástica relacionada con las historias de caballería, que será
Introducción al ciclo de historias de
As-Simbad, el Marino (noches 317 a 334), donde se compara el diferente sino
de dos hombres que comparten el nombre As-Simbad, uno pobre cargador de
puerto y el otro marino enriquecido. El cargador laméntase de su suerte de
manera forzadamente ortodoxa, y por supuesto en verso: Oh, qué diferencia va / de mí a aquel que, dichoso, / se solaza entre
delicias / y vive en completo ocio / (…) / ¿Por qué, si de barro Alá / sin
distinción hizo a todos, / ha de haber diferencia / contraste tan asombroso /
entre criatura y criatura / (…) / Pero, en fin, cierra tu boca; / póstrate ante
Alá, piadoso / que Alá es justo y es sabio / y es equitativo en todo. El
Marino le hace llamar y le pide recite de nuevo el verso (No te avergüences, hermano) y luego cuenta su historia y la de sus
Siete Viajes, pues lo cierto es que antes
de llegar a este lugar hube de pasar muchos trabajos y de verme en grandes
aprietos, apuros y sobresaltos. Y aquí te lo dejo, lector, anda a las Mil y Una Noches y léelo, que las
historias de Simbad que leímos de niños, y los filmes que se le han hecho no
le hacen nada de justicia a la narración original.
Comntinúanse las historias
inspiradas en el Talmud y la figura
de Soleimán
(Salomón) y los genios encerrados en
botellas (noches 335 a 343), y de vuelta las historias que tratan de engaños y marrullerías de las mujeres
(Noches 344 a 365), como para equilibrar lo anterior. No podemos menos que
admirar el tira-y-afloja narrativo, el equilibrio que Shahrasad impone, porque,
¿quién mejor que la encantadora cuentacuentos para narrar las marrullerías
femeninas y sacarles ortodoxa moraleja? La princesa, sin embargo, se mueve
rápido, y antes de fomentar siquiera la sombra de una idea homicida en su
misógino y real marido, lo deriva a los problemas familiares (historia de Chúder, el hijo del mercader
Omar, y sus dos hermanos, Noches 365 a 380) y de vuelta a los cortos
cuentos de amor romántico, algo al estilo de los del posterior Decamerón de Boccaccio, como para introducir la picaresca de Ahmedu-D-Danaf y Hasán Schumán con Dalila,
la ladina y Seineb, la trapisondista, su hija (Noches 387 a 405). El
problema que afronta Shahrasad es el de las moralejas y
enseñanzas de sus historias,no siempre convenientes, y por eso de cuando en vez
es bueno darse un baño fantasioso, en especial si se roza lo escandaloso y hay
ropa tendida. Así, en las noches 406 a 421 (historia
del casamiento del rey Bedr Basim Ben-Scharahmán con la hija del rey Samandal)
y 422 a 437 (Historia del príncipe
Sefu-L-Muluk y Bedîetu-Ch-Chemal) tienen lugar amores entre personas y
seres marinos fantásticos al estilo de las sirenas occidentales, por supuesto
enredados en historias de caballeros andantes. El estilo épico, siempre
sugerido, a veces se hace cargo de la historia, como en el ciclo de Hasán, el joyero de Bazra (Noches 437 a
465), en el que confluyen, al decir de recopiladores y expertos, viejas
tradiciones persas y sánscritas de cierta semejanza con los viajes de As-Simbad,
aunque éste se circunscribe a la geografía real, y Hasán más bien a una de
fábula, donde destacan las islas de Al-Uaku-L-UIak, que se dice serían
al archipiélago japonés, donde viven las mujeres-cisne. Y en este punto: ¡Loado sea Alá, que posee el reino y la
realeza y vive eternamente y perdura y no muere!
V
Colofón
Como decía, estas Crónicas
Miliunanochescas me dan un delicioso trabajo que hasta ahora no lamento para
nada.Ya sabes, lee lo que quieras:
Ya llega, ya viene … la Crónica que sigue.
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