Crónicas de Lecturas - 60
Lecturas Infames
I
De qué va la Infamia
Arranco esta Crónica de manera
poco elegante, con una cita del artículo De
qué va la lectura: algunas verdades políticamente incorrectas de alguien
que no soy yo: El estudioso de la Lectura Juan
Domingo Argüelles. Dice el caballero lo siguiente: Hay que liberar al arte y a la cultura de esas nociones fetichistas que
ponen a La Obra por encima de las personas. Ningún libro es mejor que la vida (…)
ninguna obra puede estar por encima de la ética. Las obras de arte que
sobreviven a sus autores están vivas (…) por sus cualidades éticas: por lo que
enseñan y siguen enseñando a las nuevas generaciones, (…). Sin la atrocidad del
nazismo, el Diario de Ana Frank no existiría. (…) resulta obvio que un lector
con ética mil veces preferiría que este extraordinario libro jamás se hubiera
escrito y que la joven y bella Ana hubiera vivido feliz en el más hondo olvido.
Ahora bien, ¿por qué recurro a una auctoritas
en franca y repudiable renuncia a mi propia capacidad de argumentación? Simple,
mi conjunta me armó un problema de polendas cuando le dije que andaba en esta Crónica de Lecturas Infames. Ella no
cree que haya tales lecturas, las rinde a la intención del que lee. No carece
de razón en algún aspecto, pero no consigo controlar su tendencia al comisariato
político confrontando los conceptos libro y lectura; o planteando la imposible
objetividad de la relación entre autores y lectores; o diferenciando los poemas de la oficina de Benedetti del Baldor de Trigonometría; ni
alejando el escribir del arte por hacer uso de palabras. Claro que esta discusión
entre neorrealismo y postmodernidad es parte de nuestras intimidades y las cuento
para hacerme el interesante y meter contenido a esta Crónica de Lecturas Infames. Pero al final sí sirvió: Tras la
bronca, la susodicha conchabóse con nuestra hija (suelen hacerlo), y aprovecharon
ladinamente de mi cumpleaños para obsequiarme con proyección reconciliadora un libro
de la misma Alice Munro que acaba de
ganar el Nobel. Ese es un obsequió perfecto para este humilde servidor, ese par de
sinvergüenzas saben qué me gusta. Pero no se crea que se compró así mi silencio
o mi honestidad intelectual, para eso necesítanse cuando menos las Obras Completas…
Hasta el siglo XIX se usó el
término Libros infames para estigmatizar
a los que dinamitaban la religión, la moral y las buenas costumbres del Ancient Regime. Para la presente Crónica acepto el criterio de Argüelles: ningún libro puede estar por
sobre la ética ni la moral, y usaré de este criterio para discernir
reglas éticas objetivas; la primera de ellas contra prohibiciones y censuras,
leer un libro - aún el más infame - no puede prohibirse. Nada más penoso y
francamente idiota que “proteger” a niños y jóvenes de los libros, mientras se
les deja a merced de la TV Basura y el periodismo fascista: Los buscadores de
“infiltración marxista” en los textos escolares hacen el ridículo con vista al
mar. Pero a la vez no podemos dejar solos a niños y adolescentes, y hay que ser
claro en la valoración moral y ética. Por ende lo que sí cambia y debe cambiar
es la intención de la Lectura: Un libro no es malo o bueno en sí mismo, sino en
el uso que se le dé: La Biblia, el Corán, el Tao-Te-King pueden usarse para justificar cualquier cosa adentrándose
en sus contradicciones y agarrándose de su aura de sacralidad. Acorde al Diccionario Manual de la Lengua Española de
la Editorial Larousse, Infamia es la Ofensa Pública que sufre la fama, el honor o la dignidad de una persona;
como una Acción mala y despreciable. Para
definir las Lecturas Infames es útil
unir la segunda acepción de la definición Larousse
con la ética de Argüelles: Una Lectura Infame es la que provoca
acciones malas y despreciables. Por supuesto hay gradaciones y
considerandos, eso de decir provoca
sé que es un terreno complejo, pero estamos para dilucidar. Hay libros que nadie
confiesa leer, les da vergüenza o descaro ideológico, como Veladas de San Petersburgo de Joseph
De Maistre, Camino de José María Escrivá de Balaguer o los
textos de Mussolini, Abimael Guzmán
o Pol Pot, que evidencian cercanías non sanctas.
Por otro lado, se puede leer Los 120 Días
de Sodoma del Marqués de Sade
para contar los pronombres personales, y digo Sade porque se le condenó por su obra “infame” según la vieja
acepción. Si estoy en política, me conviene leer el Mein Kampf (Mi Lucha), de
Adolfo Hitler, lo que no me hará miembro
del partido Nazi (no a mí cuando menos), y conoceré mejor lo que combato,
porque las consecuencias del Nazismo son tan claras como las de Sendero
Luminoso. Hay aquí decisión política, y quien dice política en este contexto
dice ética y moral. Y no hay tu tía.
II
Mi Lucha, de Adolfo Hitler
Se justifica leer Mi Lucha no porque tenga valor ético, Hitler no le concedía a la vida ajena
ningún valor, no nos tapamos los ojos para buscar ejemplos morales en él. Lo podemos
usar para dilucidar la verdad más allá de fáciles condenas, y para saber qué
había en la cabeza del asesino serial más exitoso de la Historia. La historia
oficiosa actual de la derrota de Adolfo Hitler
y los Nazis silencia todo aporte de
la Izquierda, cosa difícil, pues no se oculta fácil con un dedo 20 millones de cadáveres
soviéticos acumulados antes de la Victoria de 1945, ni se pueden eliminar los
testimonios escritos y gráficos, apenas relegarlos. Es más sencillo ocultar que
la Izquierda germana – particularmente los antecesores del actual SPD alemán – fue la principal víctima de
la barbarie nazi junto con judíos, gitanos y personas con discapacidad; los infames
Campos de Concentración se inventaron para ellos. La Izquierda fue el verdadero
enemigo de los nazis, la derecha se dejó absorber por el nazismo con más o menos
lasitud, y no se caracterizó por defender la República de Weimar. Los socialistas
lucharon solos por una democracia en la que sólo ellos creían, el comunismo
alemán estaba en la línea revolucionaria y espartaquista. Hace poco se produjo
la serie Hitler, The rise of evil,
poco fiel y muy sesgada, según ellos no había izquierda en Alemania, y el Mariscal Hindenburg era un paladín demócrata,
nada más falso. Se rescata la soberbia actuación de Robert Carlyle como el Führer,
y la lección de que suprimir segmentos de verdad para crear un mundito propio
es tan letal como nombrar Canciller a Hitler.
Mi Lucha trata de combinar la autobiografía de Adolf Hitler (1889 - 1945) con la exposición de las ideas del
nacional socialismo, basadas en el odio al comunismo y al judaísmo, puestos en
el mismo saco. Emplea fuentes panfletarias como El judío internacional, de Henry
Ford; y los Protocolos de los Sabios
de Sión, de la Policía Secreta Zarista, que reseñamos después. El
surgimiento del nacionalsocialismo alemán reconoce muchos factores como el
descrédito de la democracia liberal, la derrota germana en la Primera Guerra
Mundial y la tesis hechiza de la “puñalada por la espalda”, la crisis de los
valores del racionalismo, el auge del fascismo italiano, el culto de la guerra
y la violencia, el Führerprinzip, la popularidad
del racismo y el darwinismo social y el tradicional autoritarismo prusiano,
entre otros. Hitler no explica muy
bien las cosas en el libro, la explicación no es su fuerte, sino lo altisonante
que da la sensación de sinceridad, pero no nos engañemos: La mentira es
esencial al nazismo: Hitler no
escribió Mi Lucha por sí solo en su
cárcel dorada tipo Diroes, buena parte la redactó el número dos del Partido, Rudolf Hess. Al revés de la información
que se dijo, las ventas fueron erráticas entre la primera edición de 1925 a
1933, que los nazis tomaron el poder y las ventas dispararon a un millón al año
hasta 1945, así hizo plata Hitler, pues
se acostumbró obsequiar un ejemplar a los recién casados y a los estudiantes
graduados, y se tradujo a 16 idiomas, aunque las versiones se diferencian mucho
entre sí.
Hoy en día los derechos sobre el Mein Kampf (nombre alemán de Mi Lucha) pertenecen legalmente al
Estado de Baviera, y expiran en 2015. Ni el gobierno bávaro ni el gobierno
federal alemán permiten imprimir, vender o poseer el libro. Lo tienen algunas
Bibliotecas pero no se le hallará en las librerías alemanas. Hay variantes
según el país, los Países Bajos no lo permiten para nada, en tanto que en otros
está más o menos tolerado. Las versiones en internet son casi todas hechizas,
hay poco respeto por la verdad, lo que es, por cierto, consistente con el
autor. El franquismo español conchabado con editoriales españolas y
latinoamericanas infiltró algunas ediciones más o menos clandestinas de Mi Lucha en varias colecciones para la
Argentina y Chile básicamente, que de ahí rebotaron al resto de América Latina.
Se puede decir a estas alturas que la obra de marras alcanza solamente a servir
como testimonio de la deformación ideológica que arrasó con toda una época. Los
más de 60 millones de muertos de la Segunda Guerra Mundial, los niveles de
barbarie y salvajismo que se alcanzaron en esas desgraciadas épocas son
argumento de condena más que suficiente. No nos ayudará demasiado este libro a
conocer al monstruo, los hay mucho mejores. Para conocer mejor a Hitler podemos acudir a sus mejores
biografías, de los británicos Ian
Kershaw y Alan Bullock. En
cuanto al régimen nazi y sus características fundamentales, son recomendables
entre otros El Tercer Reich, ascensión y
caída del régimen nazi, del alemán H.
S. Hegner; y La Alemania Nazi, de
Enzo Collotti.
III
Los Protocolos de los Sabios de
Sión
Probablemente una de las obras
más infames que hayan sido malparidas, los Protocolos
de los Sabios de Sión se suponen ser un programa de dominio mundial
elaborado por una sociedad secreta judía que usaba de fachada al Sionismo de Theodor Herzl. Dícese que el panfleto
se elaboró en Basilea en paralelo al Primer Congreso Sionista de 1897. Sabemos
hoy que es un panfleto antisemita diseñado para justificar los pogromos y la persecución que la Rusia
zarista le propinaba a su minoría judía, por ser nido de revolucionarios. Lo fabricó
a pedido la Okhrana, Policía Secreta
de los Zares, para difamar en la etnia a los revolucionarios rusos, en especial
los judíos Trotsky y Kerensky. No se publicitó mucho antes
de la revolución bolchevique, pero entre 1917 y 1933 los contrarrevolucionarios
editaron millones de ejemplares en todas las lenguas europeas (33 ediciones en
alemán, eso antes de Hitler) y en
árabe. Resulta difícil creer que esto fuera espontáneo. Si lo fue, muestra el cómo
“esto que le gusta a la gente” puede pasar por alto cualquier categoría moral. Los
que no creemos en pajaritos sabemos que traducciones y difusión no se financiaron
desde la nube 47, sino desde las arcas del millonario filo-fascista
estadounidense Henry Ford, a quien
se admira y endiosa por ciertos logros visionarios, lo que prueba que los seres
humanos somos a la vez luz y sombra. Entre los que desenmascararon la farsa están
el periodista inglés Philip Graves,
que en varios artículos en el Times
de Londres en 1921 dejó claro que los
protocolos (…) son sólo un torpe fraude escrito por un plagiario inconsciente
que parafraseó un libro publicado en Bruselas en 1865. En enero de 1938, el
sacerdote católico francés Pierre
Charlés publica en la revista Nouvelle
Revue Théologique, a la letra: … los Protocolos [...]
son sólo (…) divagaciones sin importancia, que delatan a cada momento la
incoherencia del redactor y su ignorancia de las nociones más elementales.
Nadie podría jamás llevar a ejecución ese programa, porque hormiguea de
contradicciones y de visible insania. Está comprobado que
estos Protocolos son una falsificación, plagiada torpemente a partir
de la obra satírica de Maurice Jolý y compuesta con el fin de hacer odiosos a los judíos.
Que no se pretenda darle coartada a la falacia y la mentira reaccionaria, la denuncia no puede mediatizarse: Entre otros crímenes atribuibles a los autores mediatos e inmediatos de este panfleto están la histeria en la Rusia Blanca de 1917 y la consiguiente masacre de 60,000 judíos, el empleo de los protocolos como propaganda nazi para justificar la persecución antisemita, su uso como lectura obligatoria para envenenar las mentes de dos generaciones de jóvenes alemanes y para justificar el genocidio de seis millones de seres humanos, más el engaño y manipulación de las mentes de millones de jóvenes árabes y de otras etnias y culturas esparcidas en todo el mundo, con el fin de esparcir falsedades y fomentar el odio a los judíos. Dos cosas sabemos de cierto sobre los tales protocolos: No tienen justificación moral, y son completamente falsos. Ahora bien, ¿qué dicen los protocolos? Presentan a los malvados conspiradores judíos hablando sin caretas de cómo van a conquistar el mundo. Es gracioso que los que pretenden conquistar el mundo tiendan siempre a acusar a otros de querer conquistar el mundo, como Adolfo Hitler y su muchachada nazi. Otro rasgo de estos libelos es que se hacen según cierto manual de estilo, que se reconoce en los psicosociales y manipulaciones fujimontesinistas de la prensa manejada por la Derecha Bruta y Achorada. Siempre están al servicio de grupos dominantes para lograr objetivos de control político, y por eso los encontramos entre los extremismos de derecha, los grupos supremacistas, los racistas de toda calaña, los gobiernos dictatoriales y/o autoritarios del Oriente Medio, ciertos grupos fundamentalistas cristianos y musulmanes, y en general en la mollera de gente estúpida o engañada, que se cree que lo escrito es verdad por estar escrito. Estos panfletos infames no se preocupan por la exactitud de la data, son adecuados para influir en las gentes acríticas, así mantenidas para explotarlos mejor. La Rusia de los Zares y su 90 % o más de analfabetismo fueron presa fácil; sorprende que los alemanes pisaran el palito. Parece que debemos revisar nuestro concepto de “ser culto” o asignarle a la propaganda más poder del que creíamos. Es un hecho vergonzoso que se puedan encontrar los protocolos con demasiada facilidad en internet. Pero esperemos que eso sea porque los que viven de eso necesitan justificar los pingües sueldos que les sacan a sus amos.
IV
Malleus Maleficarum, de
Heinrich
Kramer y Jacobus Sprenger
Una de las características de las
Edades Media y Moderna europea fue su desaforada religiosidad, desaforada para
el bien y desaforada para el mal. La búsqueda constante y obsesiva de Dios sólo
cedía a la búsqueda aún más obsesa y constante de espíritus malignos vinculados
al diablo, demonio, Lucifer, Satanás, etcétera – que con estos nombres
y muchísimos más se le conoce. La obsesión de las gentes por el castigo eterno
en los Infiernos y la secular efectividad del control por el miedo venía de
entender la vida como un tránsito, un paso del casi-no-ser de esta vida cochina
y malvada al ser-pleno que se produciría en el Otro Mundo, todos esperaban que en
el Paraíso, pero a muchos les tocaría en el Infierno, que ancha es la senda que lleva a la perdición. La Divina Comedia del inmenso Dante
Alighieri, que comentamos en otra Crónica, no era alegoría ni símbolo, describía
la realidad del Universo. Es decir, las gentes de la Edad Media sabían en positivo
que el Paraíso está en el mismo plano de realidad que el mundo cotidiano; pero allá
arriba, encima de todas las esferas que giran alrededor del Mundo. El infierno
por supuesto está abajo, en el centro de la tierra, se llega a él por los
volcanes. Arthur Koestler en Los Sonámbulos constata que para el Pedro Nadie de entonces la cosmología
del Universo no era Geocéntrica, sino Diablocéntrica: Las erupciones volcánicas
mostraban los tormentos del infierno, y sus espantosos ruidos los lamentos de
los condenados. En un mundo así estar del lado del diablo es terrible, en
especial si ya no tienes remedio, si ya pecaste tanto que no te perdona ni tu
madre. Pero en ese caso… puede haber
salida en hacerse obsecuente servidor de Su Majestad Infernal, las
posibilidades de un razonable buen pasar para la eternidad mejoran. En todo
caso con intentar no se pierde nada.
Así hay espacio para brujos y
brujas, ritos y creencias asociados a la Magia, la Hechicería y la Brujería,
tres ideas que no dilucidaremos acá, nos interesa el último por su vínculo con
el Culto al Diablo. Como la misma Iglesia sostenía la realidad del Diablo, estar
de su lado podía ser casi ortodoxo, aunque parece que los fieles de entonces no
captaban muy bien eso del Monoteísmo. Las Iglesias por supuesto no toleraban
este culto que afecta de raíz el control por el miedo, y tomaron serias medidas
contra él: El dominico catalán Nicholas
Eymeric escribe en 1376 un popular manual para inquisidores, el Directorium Inquisitorium, donde
tipifica la brujería y separa a los que controlan al Diablo de aquellos que se
someten a él. Hacia el siglo XV la histeria colectiva aumenta, producto de la
espantosa inseguridad que se vivía, entre guerras, epidemias y hambrunas;
incluso en 1431 se acusó de Brujería y se ejecutó a Juana de Arco. Las apariciones de brujas y los procesos legales al
respecto se hacen tan comunes que en 1484 el Papa Inocencio VIII emite la Bula Summis Desiderantis Affectibus que
reconoce la existencia de la Brujería: (…)en los últimos tiempos llegó a Nuestros
oídos (…) la noticia de que (…) muchas personas de uno y otro sexo, despreocupadas
de su salvación y apartadas de la Fe Católica, se abandonaron a demonios,
íncubos y súcubos, y con sus encantamientos, hechizos, conjuraciones y otros
execrables embrujos y artificios, enormidades y horrendas ofensas. En 1486
se edita el más famoso de los libros sobre brujería, el que marcó la pauta para
los demás: Malleus Maleficarum (El
martillo de los brujos), escrito por dos monjes dominicos. Califica como
lectura infame pues a lo largo de los tres siglos siguientes se convirtió en el
manual indispensable y la autoridad final para todos los jueces, inquisidores, magistrados
y sacerdotes, tanto católicos como reformados, en la lucha contra la brujería
en Europa.
En él encontrábanse las
justificaciones legales para declarar a una persona o grupo como Brujas, lo que
a veces se hizo masivamente, en grupos de mil o más; se describía con todo
detalle las relaciones con el demonio, sus prácticas y poderes; y en lo principal
funcionaba como manual de instrucción para el maltrato y tortura mental y
física de los sospechosos, a fin de arrancarles sus confesiones; detallando cuándo
y cómo debía quebrantarse huesos, y cuándo y cómo condenar a muerte, e incluso
las instrucciones para la Hoguera. Hay pocas cifras realmente confiables para
la época, pero se ha hablado de decenas de millones de mujeres quemadas vivas
bajo la acusación de brujería. Lo cierto es que la suma de sufrimiento humano
que este Libro hizo posible hace que no se le pueda leer ni tocar sino con
tiento y algo de aprensión. No se distingue qué se le pueda extraer a esta
lectura de positivo, fuera de información. Leerlo puede servir para una
investigación, pero luego habrá que tomarse un tranquilizante y aprender a qué
puede llevar la ignorancia y el fanatismo.
V
Colofón
Recapitulemos: Las Lecturas
Infames no son necesariamente desagradables o chocantes por su forma: los
Libros Negros de los crímenes nazis editados en la Segunda Guerra Mundial, o
ciertas partes del Informe Final de la Comisión de la Verdad y la
Reconciliación son chocantes más no infames, se limitan a narrar hechos que
deben conocerse. Por otra parte, las actas de la Conferencia de Wannsee que
planeaban la Solución Final, o los Manuales para Torturadores empleados en las
dictaduras chilena, argentina y uruguaya son un modelo de detalle y pulcritud
verbal, pero Infames por definición. Para redondear esta Crónica: Ningún libro es mejor que la vida (…)
ninguna obra puede estar por encima de la ética.
CRÓNICAS DE LECTURAS – 61
Ciencia Ficción Clásica (Parte Dos)
I
El main stream en la Ciencia
Ficción
Yo no les quito un ápice a los
clásicos. En otra Crónica presenté a tres autores clásicos de la Ciencia
Ficción: Clifford Simak, Ray Bradbury y la pareja Larry Niven – Jerry Pournelle. Pero un
género tan expandido y popularizado como la Ciencia Ficción tiene muchísimos
más héroes que se merecen absolutamente ser cronicados. Así empiezo a quitarme
el sambenito con Asimov, Heinlein y Clarke, y reservándome a Sturgeon,
Ballard, Lem, Silverberg, Dick, Farmer,
Anderson y demás para otra ocasión.
Y aún así el subgénero da para muchísimo más, quién me mandó meterme en esto de
las Crónicas de Lecturas, pero creo
que ya es algo tarde para quejarse. Empecemos por la corriente principal de la
Ciencia Ficción (Science Fiction Main
Stream en english), un circuito
de escritores norteamericanos o británicos, o por lo menos de lengua inglesa,
que se criaron en las décadas de los ´20 a los ´40, y la mayoría estudió en la
Universidad Ciencias Duras (Física, Química, Geología, Ingeniería, etcétera).
El porqué no hallaron chamba en lo suyo es un misterio que tal vez sea mejor no
remover, no nos encontremos el cadáver de Jimmy
Hoffa. Muchos de estos escritores son muy sinceros con las dificultades de
sus comienzos y sus finales, hasta el extremo del chisme, como Isaac Asimov mismo, que hace casi
autobiografías en sus compilaciones, como también Arthur Clarke, Harlan
Ellison y otros. De resultas de esto hay más información disponible sobre
ellos de la que necesitamos, y por ese mundano y ocioso motivo no me
concentraré demasiado en biografías que ya sus autores hicieron de dominio
público.
He tratado de no elegir
necesariamente las grandes obras de todos conocidas, aquellas que están
precisamente en el mainstream. Tratamos
de dejar aparte el Universo de Asimov, Heinlein o Clarke. Nos acercamos en lo
posible a obras menos “representativas”, y así no nos metemos en las
larguísimas series de las Fundaciones
y los Robots de Asimov; ni en las principales obras de Heinlein, ni en el grupo de Rama
o de las Odiseas del Espacio de Clarke. Es posible que las tratemos
como grupo en otras Crónicas o no, ya veré. Los libros que escojo, aunque
premiados y populares no formaron parte de series o universos muy
desarrollados. Es decir se publicó una sola de estas obras, su trama y
personajes empiezan y terminan con ella. Las elegimos porque nos gustaron,
interesaron o consideramos que de una u otra manera pueden ser importantes para
entender la bibliografía general del autor. Seguramente nuestra elección puede
ser relativamente equivocada, porque de verdad tanto, tanto, no sabemos. Pero
igual lo intentaremos y esperamos que no nos vaya del todo mal. Y por eso
afrontaremos este asunto con El Hombre Bicentenario, Tropas
del Espacio y Las Fuentes del Paraíso.
II
Isaac Asimov y El Hombre
Bicentenario
Hay tanto publicado sobre Isaac Asimov (1920 – 1992), incluso por
él mismo, que en realidad es ocioso hablar de él. Si quieren ustedes realmente
saber más léanse cualquier introducción a cualquier antología manejada por él.
O mejor aún, gugléenlo, encontrarán ustedes información ad náuseam. Elegí la novela corta El Hombre Bicentenario (También traducible como El Hombre del Bicentenario) a pesar que
se le hizo película en 1999, porque el filme está muy distante de la novela,
tan distante que podemos hablar de dos obras distintas aunque con ciertos aspectos
en común. Toma también como base El
hombre positrónico, obra de Asimov
y Robert Silverberg al alimón,
posiblemente para darle parte a Silverberg en las ganancias de la película. Por
poco que la veamos la veremos adaptada a una audiencia estereotipada. No
desmerezco las soberbias actuaciones de Robin
Williams y Sam Neill, pero sí el
guión archisimplificado, pseudo-políticamente correcto y mercantilistamente
adaptado de la película llamada El Hombre
Bicentenario. Señalemos de pasada que los guionistas fueron precisamente Asimov y Silverberg, tengo la sensación que trataron de hacer unos dólares
más, lo que no es en definitiva incorrecto. Si ellos no son puristas no veo por
qué nosotros tendríamos que serlo. Pero no se filmó la novela El Hombre del Bicentenario, sino otra
cosa que pagó peaje a los estereotipos de un segmento del mercado y a la
expresividad cinematográfica. Así, vemos un robot que se enamora, quiere
casarse y le gusta el sexo – exploración que Asimov y autores como Bradbury
han llevado a cabo en relatos más verosímiles – y así se roba el show, aunque
para mí eso no llega ni a anteproyecto de parodia del tipo del Bender
de Futurama. No se hace ni la finta
de explicar las Tres Leyes de la Robótica, centro de la narrativa asimoviana de
robots. En la novela el sexo es tema tangencial, el Robot NDR Andrew
Martin inventa prótesis que eventualmente incluirían genitales si se adecúan a mis planes. Mi cuerpo es
una tela sobre la que me propongo dibujar…
(un hombre), y las Tres Leyes se mencionan un párrafo sí y el otro
también. Es central el deseo del robot Andrew
Martin de ser declarado humano legalmente, lo que se relaciona con una
importante discusión política y jurídica sobre las tres leyes y el sentido de
la Libertad. La argumentación viene a cuento por la ocasión en que se escribe:
1976, Bicentenario de la Revolución Americana y de la Independencia de los
Estados Unidos. Además, El Hombre
Bicentenario (O El Hombre del
Bicentenario) es en realidad el relato principal de un total de once, más
un jocoso poema dedicado a los que no creían que existía el viejo Asimov: La primavera de la vida.
Estos relatos cortos – el más
largo y da nombre al libro es precisamente El
hombre del bicentenario – ganaron un Premio Hugo en 1977 y un Nébula el año
siguiente, que es como ganarse el Nobel y el Oscar de la Ciencia Ficción. La
mayor parte de estos cuentos son de primerísimo nivel: Tengo especial gusto por
Intuición Femenina, la historia de un
robot femenino, y el último saludo en el escenario de la roboticista estrella
de Asimov, Susan Calvin,
horriblemente mal representada en el bodrio peliculero Yo, robot. Qué es el hombre
resulta en una inquietante profecía, una variante pesimista de un universo
alterno al universo oficial de Asimov
en sus series de Robots y las Fundaciones, pero que deja ahí y no la
desarrolla, pero que es realmente inquietante: (Dice el robot George Diez) nos consideramos seres humanos incluidos en
el contenido de las Tres Leyes y, además, unos seres humanos que deben gozar de
prioridad frente a todos los otros. La
Criba denuncia la hipocresía de los políticos frente a los problemas
globales, y delinea el deber moral del científico de no permitir ser utilizado
por el poder político. Los demás relatos son algo desiguales, aunque dentro de
la impronta asimoviana. Indudablemente el más conmovedor es El Hombre Bicentenario. Andrew
es un talentoso robot capaz de crear arte y ganar dinero con ello, gracias a un
casual diseño generalista de su cerebro positrónico. Por ello, y por órdenes más
o menos contradictorias que recibe, compulsivas para él – consecuencia de las
Tres Leyes – de una manera inimaginable para los seres humanos (Asimov no lo
evidencia, supongo que espera que el lector atento lo note), aspira a ser
libre: ¿Qué más podrías hacer si fueses
libre? – Tal vez no más de lo que hago ahora, señoría, pero lo haría con mayor
satisfacción. En este tribunal se ha dicho que sólo un ser humano puede ser
libre. Yo diría que sólo quien desee la libertad puede ser libre. Yo deseo la
libertad. Y el relato continuará a lo largo de dos siglos, con la evolución
de la actitud del robot libre que busca más y más se le reconozca su Humanidad:
Lo cierto es que quiero ser un hombre. Lo
he deseado durante seis generaciones de seres humanos. Por supuesto, si
quieren conocer el final, ya saben, lean el relato. Se le puede encontrar aquí: http://bdigital.binal.ac.pa/VALENZANI%20POR%20ORGANIZAR/ORDENADO../1OTROS%20DOCUMENTOS/ASIMOV,%20Isaac%20[Biblioteca]/6%20-%20ISAAC%20ASIMOV-PDF/Isaac%20Asimov%20-%20(varios%20cuentos)%20Varias%20Historias.pdf
III
Robert Heinlein y Tropas del
Espacio
Robert Heinlein (1907 – 1988) es un escritor que levanta polémica
por principio, pues se zurra en lo políticamente correcto y a veces parece más
fascista que Mussolini. En cualquier
caso es un individualista nato. Su novela Tropas
del Espacio gana el Premio Hugo en 1960 y además resultó extremada y hasta
violentamente polémica, y ambas cosas sorprendieron al mismo Heinlein, que no era particularmente
autoritario ni militarista en sus ideas, sino que construye un sistema así a
modo de ficción verosímil. En cualquier caso cualquiera que haya prestado
servicios militares reconocería fácilmente el sistema norteamericano propio de
la Infantería de Marina. Y si además, como Heinlein, se es Infante de Marina
veterano, pues que no es para menos, la Infantería Móvil (IM) de la ficción
tiene las mismas iniciales, es obviamente lo mismo y seguramente trata de
rendirle un homenaje. Es 1960 además, otra época. Pero se ha dicho de todo de
esta obra: Que es una novela simplista, sin profundidad psicológica, que Johnny
Rico – el protagonista – es un imbécil cognitivo y moral, que se olvidó
Heinlein de narrar una historia, que
todo el mensaje es lo bonito que es ser soldado, que demasiados flash-backs, que hay una irreal ausencia
de sexualidad, una mínima reflexión moral, y quizá las críticas más mordaces e
incisivas se refieren a la descarada propaganda del militarismo y el fascismo.
Escritores veteranos de Vietnam han acusado a la novela de glorificar e
idealizar la guerra y las fuerzas armadas, y que la ficcional Federación
Terrena es fascista, entre otras cosas por la machacona insistencia en que la
ciudadanía solo es para el veterano. La idea, por cierto, no la saca Heinlein de Alemania, Italia o Japón
sino de Suiza. En las tres películas que
Paul Verhoeven filmó con el
trasfondo de la novela, a la que es bastante fiel en lo posible, emplea
uniformes que recuerdan los de la Wehrmacht,
la Kriegsmarine y la Luftwaffe; así como presenta claras
estrategias propagandísticas fascistas de control de los medios de
comunicación.
Y ahora que le he dado un
parrafote a las críticas, rompamos ahora una lanza a favor de esta novela, porque
hay varios hechos para resaltar, cuando menos que a mí me gustó lo suficiente
para releerla varias veces, considerando que tras medio siglo de escrita pues
que parece gozar de magnífica salud, se le ha traducido a montones de idiomas y
editado y leído profusamente; se recomienda inclusive como lectura para las
fuerzas armadas de varios países. Por lo demás, muchas de las acusaciones parecen
exageradas, lo narrado y descrito en el libro no plantea la Guerra como
actividad noble y bacán, al modo fascista, es más bien un mal necesario a
tolerarse, no a fomentarse. La Federación Terrena es un estado estacionado en
un difuso límite entre la Democracia y el Autoritarismo, pero así y todo es
liberal e igualitario, y si en algo se diferencia de las democracias actuales
es en la constante insistencia que la ciudadanía y el sufragio no son derechos
sino privilegios acordados a los que han cumplido con el deber. Además me
parece que es reivindicativa del hombre común del bajo pueblo, la Infantería de
a pie, el hombre común que se recluta y arma para ir a la guerra, y que no son
normalmente los universitarios ni los chicos bien, sino la carne de cañón. Para
mí posee la virtud de ser profundamente plebeya. En la antigüedad sería la
narración de la guerra y el conflicto mirados desde el punto de vista de los remeros
de los trirremes y quinquerremes. Hay demasiada tendencia a olvidar a quienes
se ensucian las manos cuando las papas queman, y en cierto modo en esta novela
se les devuelve la dignidad de hombres libres que combaten y se ganan su
ciudadanía a pulso. Porque el soldado que lucha en la amarga guerra contra las
Chinches es voluntario, puede retirarse en cualquier momento, nadie lo obliga y
nadie lo fuerza a quedarse, y si se acobarda y no quiere pelear, se le paga y
deja ir y nunca puede votar. Porque el soldado que muere, aunque no haya votado
nunca, votó cada vez que hizo “una
bajada” (aterrizaje en un planeta, combinación entre Desembarco Anfibio y
Lanzamiento en paracaídas). Otros aspectos interesantes son los exoesqueletos
empleados así como los puntos de vista sobre la virtud civil, la guerra, la
pena capital y los castigos corporales. La obra está en http://ateo-inteligente.com/Busateo/Biblioteca/H/H/Heinlein,%20Robert%20A%20-%20Tropas%20del%20espacio.pdf
IV
Arthur C. Clarke y Las Fuentes
del Paraíso
Esta novela está tan fuera del mainstream de Arthur C. Clarke (1917 - 2008) que no tiene antecedentes ni
secuelas, aunque es una de las novelas más vendidas de este egregio autor.
Pertenece a un conjunto de novelas curiosamente caracterizada por no haber sido
tremendos exitazos de librería, pero a diferencia de Las Fuentes del Paraíso, varias de estas novelas, la mayoría en
realidad, fueron muy pero que muy flojas, y si no alcanzaban la categoría de best-sellers era por méritos propios. Se nota que su objetivo al editarse era
explotar un nicho de mercado conformado por gente que de todas maneras
compraría la obra por más mediocre y hasta mala que fuera, porque Clarke es Clarke. Para ser justos pertenezco a ese grupo, y por eso tengo
títulos que son bodrios relativos, como El
león de Comarre, El Martillo de Dios
y A la caída de la noche, relatos más
o menos flojos, construidos a veces alrededor de anécdotas a las que Arthur les saca el máximo jugo posible,
pero que no tienen mucho y como él es él se los publican y con eso paraba el
presupuesto de uno o dos años más. No se le puede culpar de balancear sus
ingresos, pero Las Fuentes del Paraíso
es tal vez una de sus novelas más geniales. Distínguese en el desenvolvimiento
literario de Clarke tres etapas: Al
principio es marcadamente humanista y centrado en un optimismo científico un
tanto ingenuo, es el tiempo de sus grandes obras 2001: Odisea del Espacio y El
fin de la Infancia. Luego aterrizará en el rigor científico, a tono con su
formación científica hard, de este
tiempo son Cita con Rama y Fuentes del Paraíso. Por último se echa
sobre su nombre y vive de sus rentas, a veces de manera facilista presta su
bien ganada fama, y la chamba en serio se la dará a otros como Gentry Lee, coautor de los siguientes
títulos de la serie Rama (Rama II, El Jardín de Rama, Rama
revelada); Stephen Baxter (Luz de Otros Tiempos, El Ojo del Tiempo); y Mike McQuay (Sismo Grado 10), entre otros.
Es curioso que Las Fuentes del Paraíso no tenga
secuelas, aunque ganara el premio Nébula en 1979 y el Hugo en 1980. O si las
tiene no son de Clarke. Es posible
que tenga que ver con ello la muerte del protagonista, el Ingeniero Vannevar
Morgan, al final de la novela, como Cervantes a Alonso Quijano El Bueno, y
fallidamente Conan Doyle a Sherlock
Holmes. O de repente la profesión de fe ateísta. Los personajes de Clarke son estereotipos, sus
protagonistas se parecen mucho entre sí, calcados unos de otros: el Capitán
Norton de la Nave Newton que
llega a Rama, se parece al Frank
Poole de las Odiseas o al
Capitán Robert Singh de El
martillo de Dios. Los verdaderos protagonistas de Clarke no son los seres humanos sino los logros tecnológicos, las
creaciones humanas que conquistan nuevas fronteras: La nave Discovery de 2001 y la Leonov de 2010; el casco de ingreso neural, la
portentosa espacionave Rama, las
ciudades de Diaspar y Lys, y posiblemente la más imponente de
todas: El Ascensor Espacial de Las
Fuentes del Paraíso, ambientada por cierto en el Siglo XXII. Y he aquí por
qué funciona tan bien la novela: El conjunto que forman el personaje Vannevar
Morgan y el Ascensor Espacial con que corona su carrera, extraordinaria
desde el Puente sobre el Estrecho de Gibraltar. El notorio y algo ingenuo
ateísmo de Clarke se junta a su proverbial optimismo de primer mundo y da por
resultado que la humanidad abandone la religión por sucesos que la llevarán a
ello, en la novela esto ocurre cuando la nave espacial extraterrestre Velero
Estelar entre en órbita solar y converse con los terrícolas, reduciendo al
absurdo toda la Suma Teológica de Santo Tomás de Aquino: (…) entre los incontables efectos que ocasionó
sobre la cultura humana, el velero había llevado a su punto culminante un proceso
que ya estaba en marcha. Acababa de poner fin a los billones de chácharas
piadosas con que hombres de aparente inteligencia se habían aturdido por muchos
siglos. Interesante frase del hombre
que escribió Los Nueve Mil Millones de
Nombres de Dios. Me parece a estas alturas que he dado suficientes claves
para provocar la salivación en mis lectores, pero allá va la última: Para
rendir debido homenaje al Sri Lanka donde vivió la segunda mitad de su vida, Arthur Clarke la “movió” de lugar y la
pone en la ficción cerca a la Línea Ecuatorial, para hacer verosímil la
construcción de la gran Torre de Kalidasa y el Ascensor Espacial. Uno de los
conflictos será con el Monasterio propietario de los terrenos para construir el
Ascensor. Y para data ya me parece mucha. Lean la obra:
V
Colofón
Hemos presentado tres grandes
autores clásicos de la Ciencia Ficción. Habrá más Crónicas sobre más autores y
libros de Ciencia Ficción, un subgénero que se difumina hoy en día y se combina
y recombina con otros. Ya hablaremos de ellos. Por ahora, adieu.
CRÓNICAS DE LECTURAS – 63
Biografías de Religión
I
Religión, Historia, Hagiografía, Biografía
Que no se debe hablar de Religión
es algo de lo que mi Santa Abuela – descansen en paz sus santos huesos – nunca
se cansó de prevenirme. Esté donde esté me perdonará que lo haga porque no hubo
cosa que no me perdonara, ni nunca el perdón fue tan sanador, lección de vida
que me dejó la Anciana Señora y que hoy en día debiera aplicarse más. Pero la
experiencia ni es gripe ni se contagia, así que sigo adelante: Entre los
personajes propios de la Religión hay caracteres especialmente curiosos, que
conforman en sí mismos todo un Universo: ángeles y arcángeles de los diversos
coros celestiales, demonios de diversos rangos, profetas de varios tipos,
escritores sagrados, discípulos y apóstoles, predicadores y por supuesto santos
y fundadores de religiones. De entre todos estos hay muchos que existieron de
verdad sin duda alguna, como Ignacio de
Loyola, Maximiliano Kolbe, el Bab o Juan Calvino. De otros estamos igualmente seguros en su existencia,
pero sabemos casi sólo lo que sus seguidores querían, creo que el Baha´ullah de los baha´is está en ese caso, así como Kung-Fu-Tze e incluso Francisco
de Asís; en tanto que otros son definitivamente legendarios, como San Cristóbal el patrón de viajeros y caminantes o Arjuna, el santo guerrero del Baghavad-Gitä.
Escribir Biografías sobre ellos - en la medida que tratan de ser Historia, esto
es relatos fidedignos – tendrá dificultades fuera de las tradicionales de la investigación histórica, como los
ataques contra su verosimilitud. El tema religioso está muy manoseado, la vieja
separación entre el fuero individual y el colectivo tiene más bisagras y roces
de los que se suponían, y las creencias de hoy, más relativas que nunca, juegan
en una especie de walk-over axiológico.
En teoría el fuero interno de las
personas es sagrado por ser aposento de la libertad de conciencia, e incluso se
reconoce la libertad negativa de guardar reserva de las propias convicciones si
ello sometiera a algún riesgo a la persona; y tal riesgo existe. La
intolerancia en materia religiosa está desagradablemente extendida, aún en
personas cuya posición las hace supuestamente tolerantes. Parece que estamos de
vuelta de esas bobadas del respeto al derecho ajeno, y la postmodernidad – como
constatan los pensadores más lúcidos en la actualidad - no deriva en la
coexistencia pacífica sino en la imposición del más fuerte, normalmente el que
más plata tiene. Así a nadie llama hoy la atención que se elija Religión por necesidad
económica, y que la intolerancia sirva más bien a los que lucran con ella que a
los defensores de la libertad de conciencia de cualquier credo. Hace pocos días
fui amenazado de represalias si cometía el crimen de realizar un acto de
conversión, el que manifesté como eventual y medio en broma medio en serio. Y la
tal amenaza a la libertad de mi conciencia vino de alguien que no solamente se
computa supertolerante, sino que sostiene – o sostenía - sentir afecto por mi
humilde persona, y de esto hago cuestión de estado aunque a otros no les parezca.
Creo que lo único que cabe concluir es que ese afecto es análogo al expresado
por la criollísima frase No es amor al
chancho sino al chicharrón. Vale decir: Te
quiero mientras pienses, sientas y hagas como yo quiero. No sé qué pensarán
mis lectores, pero en mi modestísima opinión quien no te respeta no te quiere aunque lo jure ante el altar.
Y a otra cosa, mariposa. Creo que
los tres personajes que he elegido para reseñar (Un santo católico, un
reformador y un fundador de religión) muestran algunas de estas dificultades y
cómo sus autores trataron de superarlas. Ojalá que aprovechen en beneficio de
la libertad de toda persona de encontrar su propia verdad espiritual, sin
coacciones ni coerciones.
II
Lutero, de Albert Greiner
Cómo resuelve Albert Greiner el problema de las
intenciones en su biografía de Martín
Lutero (1483 - 1546) es interesante y aleccionador. Profesor universitario
sólidamente instalado dentro del racionalismo francés, a la vez que pastor
luterano en el mismo centro de un país eminentemente católico; era de esperar
que su obra cabalgaría con cada pie en distinto caballo, entre la Historia y la
Apología; y efectivamente se acusó a su libro de hagiografía, véase si no como
termina: … es necesario, ante todo, que
el Evangelio sea predicado, a fin de que Jesús reine y toda criatura le
reconozca como Salvador y Señor. Y sin embargo es un libro simple, escrito
sin pretensiones, que reconoce sin mojigaterías la peculiar situación de su
escritor. En su Nota previa, Greiner
manifiesta conocer qué terreno pisa: Conoce a Cristiani y Lortz,
católicos ecuménicos que se esfuerzan por entender honradamente a Lutero; al
laico Lucien Febvre en su notable intuición (sobre) la crisis religiosa del
monje; así como a sus correligionarios Lilje,
Strohl y Kooman, en quienes reconoce la inspiración espiritual. Sí, el
historiador y académico ha hecho su tarea, y también es consciente del encargo
recibido y de cómo le afecta personalmente como Pastor de una Iglesia, alguien
a quien la neutralidad le está vedada: Presentar a su personaje a un vasto
público francés que ni le tiene simpatía religiosa al biografiado ni le
perdonará al biógrafo no hablar francamente.
Así que se aproxima a su objeto de estudio con sencillez, sin aparato crítico
ni inútiles arreos que le quiten o le añadan al testimonio de vida de Martín Lutero no en cuanto
“reformador”, sino renovador de la vida religiosa. Como historiador y Pastor, Albert Greiner espera inducir con
sencillez a que se conozca un poco mejor lo que realmente cuenta: la
experiencia religiosa de Martín Lutero.
Y así la virtud principal que esta biografía consigue es el equilibrio entre el
dato histórico y la necesidad espiritual que este dato ha de satisfacer.
Por eso puede empezar por
describir lo que fue espiritualmente la época de Lutero en un capítulo primero
titulado La llamada de Dios. La Edad
Media se ha resuelto en el Renacimiento y la recuperación del pensamiento; el
mundo de los señores y los vasallos está dejando de ser; y nuevos problemas
materiales y espirituales sacuden la conciencia de un individuo que recién se
descubre como tal. Dos siglos atrás Francisco
de Asís había marcado pautas nuevas, pero el impulso parecía haberse pasmado
y aún apestaban los restos de la hoguera en la que se quemó a Jan Hüss. La crisis espiritual y
religiosa del siglo XVI exigía un profeta
y un director de conciencia, y este es el doble ministerio que el Señor de la
Historia puso en manos de Martín Lutero. La cólera de Dios, lo irrevocable
de su juicio, la inminencia de un Dies
Irae (Día de la Ira) donde a duras penas el justo estará seguro; todo esto
produce literalmente un miedo de muerte, más espantoso aún porque la misma
muerte no se agota en ella misma como antesala del Eterno Castigo. Al joven Martín este temor le lleva al Convento
y al sacerdocio, en medio de una durísima lucha interior, en la que a
diferencia de los muy convenientes e interesados conflictos de conciencia
actuales, no caben componendas ni relativismos y son perfectamente inútiles las
autodisculpas convencionales, pues la crisis no se oculta tras palabras o
hechos, al final de todo eres tú y sólo tú lo que está en juego y autoengañarse
es la más soberana estupidez. Que esta crisis interna no era cosa sólo de Lutero se ve en los combates interiores
de muchos otros, entre ellos el monje soldado Iñigo López de Recalde, reflejados en sus Ejercicios Espirituales. Lutero
se bancó su crisis él solito sin una orden religiosa que le respaldara, y el
resto es Historia que puede leerse en este enlace: http://semla.org/portal/wp-content/uploads/2011/05/Lutero-de-AlbertGreiner.pdf
III
Mahoma, de Washington Irving
En todo momento, el objetivo del autor ha sido resumir en un relato
fácil, claro y fluido los hechos conocidos sobre Mahoma, junto con sus leyendas
y tradiciones que se han introducido en todo el conjunto de la literatura
oriental … . En otras palabras, aunque el autor está tratando de ser fiel a
la verdad histórica, pues le pasa lo que a Stefan
Zweig con sus biografías, es decir que le gana la literatura, y eso es
completamente natural porque esta biografía apenas merece tal nombre, y más
bien debiera decírsele, como sugiere el mismo Washington Irving (1783 – 1859), un relato sobre lo que se sabe de Mahoma. Ahora bien, esta obra a mí me
gusta mucho, por el peculiar estilo del
autor de los deliciosos Cuentos de la
Alhambra, de alguna manera como si fuera un cuento más que no obedece
demasiado a los parámetros ni de la Biografía ni de la Historia. Esta es su
peculiar manera de resolver el problema de la Verdad Histórica: Prescindir de
ella y asumir el asunto como una cuestión de verdad literaria, sin pronunciamientos
a favor o en contra de la verdad histórica, narrando lo que se sabe de los
hechos de la vida del personaje tal como le llegan, incluyendo las historias y
leyendas que se cuentan sobre él. Apenas se puede llamar biografía a esto me
parece, porque no cumple con los requerimientos más primarios de la Ciencia de
la Historia. Pero a diferencia quizá de otros libros que se imponen por sesudos,
es más bonito leerlo porque tiene exotismo, porque está bien narrada,
porque cuenta bien un relato ya por sí mismo interesante. Podría ser una
biografía novelada o una novela histórica, pero el título, por decirlo simple,
nos complica algo: Mahoma. Nada más.
Y es bonito que esta obra tenga
más de ciento cincuenta años de publicada y se le pueda seguir leyendo no
solamente porque los datos no han cambiado tanto, sino porque así hubiera más
datos, su valor fundamental es que está bellamente escrito, y si se quiere una
razón más porque el personaje Mahoma
mantiene en la actualidad una vigencia mayor que nunca. En términos modernos a
esta Biografía (casi digo novela) se le podría clasificar de Romance Histórico
o Historia Novelada, según los pasajes que se eligieran. Por otra parte no se
abstiene de hacer al final juicio histórico medio positivista, con las virtudes
y los defectos de esa manera de historiar de principios del Siglo XIX. El arte
del retrato y la descripción literaria estaban en boga pues las imágenes aún no
habían ganado presencia en el imaginario colectivo como hoy, y había que
describir situaciones y personajes meticulosamente: Su porte era (…) tranquilo y ecuánime; algunas veces gastaba bromas,
pero lo más normal era que estuviera con ademán grave y digno, aunque también
se dice que poseía una sonrisa cautivadora. Esta es solamente una pequeña
parte de las muchas que Irving
dedica a la descripción, y no cabe duda que es solvente dentro de los cánones
prescriptos. Y se hace preguntas inteligentes y de gran interés: ¿fue un impostor sin principios, como
algunos parecen opinar? ¿Fueron todas sus visiones y revelaciones mentiras
deliberadas? ¿Fue todo su sistema una sarta de mentiras? Qué preguntitas, que
por cierto podrían aplicarse a los milagros de Jesús o al cruce del Mar Rojo de Moisés, y por ello conocerán diferente respuesta según la
particular fe religiosa a que se adscriba. El tercio excluido funciona más
rudamente en cuestiones de fe que de ciencia, me sorprende la inconsistencia de
que se le ataque en una y se le tolere en la otra. En estas cosas creo en una
prudente equidistancia que evite todo fundamentalismo. En cualquier caso leer
esta Biografía sigue siendo bonito.
No he encontrado en red esta
biografía, pero puedo entregar Los Cuentos
de la Alhambra en versión de la Biblioteca
Digital Miguel de Cervantes, que les aproveche, chicos: http://www.cervantesvirtual.com/servlet/SirveObras/90251735431269485732457/index.htm
IV
San Martín de Porras (Martín de
Porras Velásquez), de José Antonio Del Busto Duthurburu
Mi curiosidad por los santos y
por cómo se vivían las circunstancias de la santidad en una determinada época,
o para el caso la manera que los seres humanos tenemos de enfrentar desde el
punto religioso las muchas vicisitudes humanas, encontraron ciertas respuestas
en este libro, que encontré por completa casualidad un día que pesquisaba
librerías en el centro de Lima, cual cazador experimentado pero sin idea alguna
de cuál sería mi presa. Yo ni siquiera sabía que existía esta biografía y fui
el primer sorprendido de encontrarla, y decidí su compra por las
consideraciones ya manifestadas, por estar advertido de la calidad del autor
del que alguna vez fui alumno, y por último y para nada menos importante,
porque era un saldo y estaba baratísimo. Sorprendía ver a Del Busto emprendiendo la Biografía de un Santo, no se asocia a los
académicos de fuste con el Santoral. Y no es lo mismo en las biografías de
Santos que te cuenten la historia los que tienen interés en ella por razones
religiosas que los que tratan de dilucidar la verdad científica e histórica. En
este terreno hay hartas minas plantadas, y José
Antonio Del Busto era un católico definitivo y practicante, que se supone por
obligación debía creer en las verdades que enseña la Santa Madre Iglesia,
incluyendo entre ellas los milagros de San
Martín de Porres. Pero también era un historiador de polendas, por ende ducho
en esto de poner límites entre una cosa y otra, lo que nos habla del grande problema
ético y deontológico de posibles lealtades enfrentadas que hubo de resolver.
Pero José Antonio Del Busto sortea
la dificultad con elegancia y hasta con cierta agradable y acriollada rudeza.
Tras comentar las diversas
fuentes y donde se encontraban, nos suelta este detallito: En consecuencia, hemos tenido que centrar nuestra búsqueda en el
Proceso de Beatificación de Fray Martín de Porras (…) continúa siendo la fuente medular sobre
el biografiado; sin ella sería imposible elaborar la biografía del santo.
Lo que es como decir: miren muchachos traté de encontrar otra cosa, pero como
no había … aquí está esto. Pero no se queda acá el hombre, y trata de superar
la dificultad de índole positivista dando un paso atrás, respirando hondo y atacando
desde otra dirección historiográfica: esta
biografía se ha elaborado reconstruyendo el pasado como pasado, tal como fue y
no como creemos que fue, tal como sucedió y no como quisiéramos que hubiera
sucedido. Y dado que yo soy peruano, de Lima, y hasta casi diría paisano
del Barrio de Fray Martín, pues que me
agrada la cosa y lo leo porque no es posible entender el Perú sin San Martín de Porres y su proverbial perro, pericote y gato. Porque yo
defiendo mi libertad religiosa y mi conciencia a ultranza y seré todo lo
agnóstico y librepensador que me parezca según mis honestos saber y entender, y
así mismo declaro que con todo eso a mi
negro San Martín no me lo toca nadie.
Que en la identidad religiosa la coherencia no es valor principal, ni a nadie
obligo a variar sus creencias por mí. Por eso cuestiono con dureza el racismo de
la Iglesia Católica, que no tiene empacho en canonizar a Rosa de Santa María en poco tiempo, en tanto que con Fray Martín necesitó tres siglos. Que la
época no estaba preparada me suena a excusatio
non petitia, que acusatio manifiesta.
En esto la Iglesia está obligada a marcar la pauta o no cree lo que enseña. San Martín de Porres es el primer Santo
de raza negra, canonizado recién en 1963 por el reciente Santo Juan XXIII, el Papa Bueno. Mejor tarde
que nunca, parece.
En todo caso, si logras obtener
este libro, hallarás una narración muy bien hilvanada, y sobre todo muy bien
navegada por su autor. Creo que podría considerarse esta biografía como una
joyita en su género, y es una lástima que no se haya digitalizado cuando se ha
hecho con otras biografías de dudosa calidad en su documentación. Pero dejo un
enlace a un texto del historiador Teodoro
Hampe, especializado en temas religiosos del Virreinato Peruano, que puede contextuar
la búsqueda bibliográfica, si hubiera el interés para ello: http://halshs.archives-ouvertes.fr/docs/00/82/81/23/PDF/redial_1997-98_n8-9_pp53-67.pdf
V
Colofón
Si existe algo que debe
respetarse a como dé lugar es la libertad religiosa. Que este concepto como
tantos otros solamente adquiera dimensión y profundidad en tanto lo manifieste
y sostenga el homo economicus – un sesgo
limitante de la persona humana integral – me parece sumamente agresivo y más
penoso mientras más inconsciente. Hay una ceguera axiológica análoga a la ceguera al lenguaje corporal de las personas
de condición Asperger, mucho más grave cuanto que es más dañosa para los demás.
Que el que tenga Oídos, que Vea.
CRÓNICAS DE LECTURAS –64
Escuela de los Annales
I
Escuelas en Historia
Una escuela en Historia imagino
que cuestiona cómo se hace la Historia a la fecha y plantea alternativas
coherentes al efecto, que reformulen el modo de entender y reconstruir el
pasado. La crítica a la Historia suele proceder desde los actores que algo
esperan de ella, que suponen que el conocimiento e interpretación de los hechos
humanos del pasado deben servir de algún modo a la colectividad. Esto implica
de arranque una hermenéutica, una interpretación adecuada de los textos, es
decir del lenguaje empleado para describir la realidad. Y se hace desde fuera
de la Historia por una cierta forma de valorar los Hechos, y creo que eso es
Historiografía en el mejor de los sentidos. La manera de hacer Historia puede
historiarse, alguna vez hicimos ese esfuerzo en combinación con nuestro amigo
el Historiador Bethford Betalleluz y
otros capaces profesionales con la finalidad de hacerle a nuestros docentes de
Historia la vida un poco más fácil: http://www.ciberdocencia.gob.pe/archivos/Como_se_construye_el_conocimiento_caratula.pdf.
La Filosofía - cancha privilegiada de la hermenéutica – le impone a la Historia
una demoledora crítica desde Descartes
y el Discurso del Método, que creció
con la Ilustración y la Sospecha, veamos qué dice Nietzsche:Quien haya aprendido
a reconocer (…) el sentido de la historia ha de sufrir al ver curiosos viajeros
y meticulosos micrólogos trepar por las pirámides de grandes épocas pasadas. (…)
Para no desfallecer y sucumbir de disgusto, entre estos ociosos débiles y sin
esperanza, entre estas gentes que quieren parecer activas cuando no son más que
agitadas y gesticulantes, el hombre de acción mira hacia atrás e interrumpe la
marcha hacia su meta para tomar aliento. Se trata de forzar a la Historia a
que mire más allá de monarcas, guerras y tratados, lo que tuvo entre muchas
consecuencia la de hacer de la Historia una disciplina odiosa, memorística e
inútil para generaciones de jóvenes.
La Escuela de los Annales
desbrozó el camino y le abrió paso a otros modos de hacer Historia. Lleva el
nombre de su Revista, fundada por Marc
Bloch y Lucien Febvreen 1929,
cuando ambos enseñaban en la Universidad de Estrasburgo: Annales d'histoire économique et sociale, rebautizada luego Annales. Economies, sociétés, civilisations,
y aún después en 1994 como Annales.
Histoire, Sciences sociales.
La idea – fuerza es la de una Historia que no vive sola en su torre de
marfil, que le hace espacio a otras ciencias: Geografía, Economía, Psicología,
Lingüística, Antropología, Sociología, etcétera, y se deja influir a
profundidad por ellas. Esta reacción a la historiografía francesa del siglo
XIX, de autores como Guizot, Thiers o Michelet no reniega de los antecesores sino de la tiranía del
documento escrito y de los hechos que narran. A la primera generación de los Annales pertenecen Febvre y Bloch (maquis, judío y asesinado por los nazis)
y le sigue una brillante Segunda Generación liderada por Fernand Braudel, que introduce el concepto de Duración (Corta,
Mediana y Larga) tan evidente como el del celebérrimo Huevo de Colón, pero
igualmente huidizo de tan sabido. A esta generación pertenecen también Marc Ferro y Jacques Le Goff, y se les
ha criticado su estructuralismo reactivo al funcionalismo de Febvre; eso sí dentro de la marca de
fábrica de los Annales: El extremo
rigor científico. La Tercera y Cuarta Generaciones son, a su vez, críticas del
estructuralismo de Braudel y más
heterogéneas, si se quiere más liberales y abiertas a otras líneas de
pensamiento, a una Nueva Historia.
Como no es nuestra intención ser tan exhaustivos, centramos la Crónica en esta
ocasión en los representantes y obras indiscutibles de la Escuela de los Annales.
II
Apología de la Historia o El oficio de historiador, de Marc Bloch
“Papá, explícame para qué sirve la historia”, pedía hace algunos años a
su padre, que era historiador, un muchachito allegado mío. Quisiera poder decir
que este libro es mi respuesta. Porque no alcanzo a imaginar mayor halago para
un escritor que saber hablar por igual a los doctos y a los escolares. Pero
reconozco que tal sencillez sólo es privilegio de unos cuantos elegidos.
Así empieza esta Apología de la Historia,
escrita en momentos de derrota y depresión para la Douce France, y truncada por la muerte temprana de Bloch, fusilado bárbaramente por los
nazis en 1944. Su posterior edición y publicación quedaría en manos de Lucien Febvre, a quien Bloch dedica la obra, y que al final de
ésta comenta los principales detalles de la edición. Bloch es un escritor vivaz y solvente, apasionado y erudito de la
Historia, aunque simple y coloquial – como cuadra a tiempos de guerra, cuando
la Nación debe afirmarse en sus bases – en el desarrollo de los diversos
aspectos de la teoría de la Historia, algunos realmente abstrusos pero de
manera incluso encantadora. El peso teórico de estos temas se aligera con la
capacidad para la explicación y los adecuados ejemplos de experiencia directa
de Bloch, especialista en Historia
Medieval. El principal mérito de esta deliciosa obrita es el conseguir hacernos
potables y democráticamente accesibles a los lectores - y a todos los lectores
- las dificultades y bellezas del estudio del devenir de los hombres. En las
ediciones mexicanas este libro se nombra Introducción
a la Historia. Pero yo me poseo la edición del Instituto Cubano del Libro,
La Habana 1971, que entiendo más fiel cuanto al título; y aprovecho para rendir
homenaje al aporte tesonero y notable que las editoriales de la Cuba de la
Revolución han hecho a la Cultura. Tiene este libro cuatro partes, y en la
edición cubana además el añadido de cuatro pequeños artículos más, anteriores y
diferentes a la obra en sí, aunque de temática parecida y escritos en tiempos
indudablemente más felices, o si se quiere menos exigentes que los de la
ocupación nazi: La Explicación en la
Historia; El Problema de la Previsión;
Orientación General de la Investigación
y Algunas Observaciones de Método.
Que este libro es fresco y vital
queda demostrado por su pervivencia a través de los años. Quién podría decir
que la Observación, la Crítica y el Análisis histórico (Capítulos y Partes
integrantes de esta Apología) se
pueden narrar de manera tan sabrosa, en estructura tan simple y excelente, y
con tanta economía de medios y elegancia en la expresión. En mi modestísima y
pedante opinión su narrador podría perfectamente ser nominado a un premio nobel
de Literatura como el acordado a Mommsen
o a Churchill. Lo que se dice es
lúcido no solamente por su contenido sino por el modo como nos lo cuenta: … la necesidad crítica no ha conseguido
todavía conquistar plenamente la opinión de las “gentes honradas” (en el viejo
sentido del vocablo) cuyo asentimiento es, sin duda, necesario a la higiene
moral de toda ciencia, y particularmente indispensable a la nuestra. ¿Cómo, si
el objeto de nuestro estudio son los hombres y éstos no nos entienden, no tener
el sentimiento de que no cumplimos nuestra misión sino a medias? Estas
palabras son de actualidad en estos aciagos tiempos de postmoderna gelatina
intelectual incapaz de diferenciar entre la certeza y su ausencia, entre la
verdad y la falsedad, entre lo que dicta el interés de los dueños del Capital y
lo que es producto de una racionalidad considerada más allá de sus propios
límites (que el sueño de la razón también puede parir monstruos). Aún las
honradas gentes a las que se alude no han tomado el timón de nada en nuestra
casi bicentenaria república, y en consecuencia la Historia con tan pocas
excepciones está aún hegemonizada por los cuentistas de mitos y por insidiosas
engañifas. El fraude, por naturaleza,
engendra el fraude; y me atrevo a añadirle al maestro Bloch, es peor el fraude cuando muchos lo quieren porque lo
necesitan para construir y mantener intactas sus torres de marfil. Pero leer a tipos como Bloch nos da la esperanza de creer que no estamos muertos ni
totalmente degenerados, aún. Aquí el link a la Apología de la Historia, en versión de editorial mexicana:
III
Combates por la Historia, de
Lucien Febvre: Definiciones
Tras lo sencillo de reseñar al
guerrero y metódico Marc Bloch se
puede continuar sin variante con su compinche Lucien Febvre. Son los historiadores franceses más influyentes del
siglo XX, tienen en común el carácter combativo y casi coloquial, pero mucho
más desarrollado en los Combates: … el
título que he escogido recordará lo que siempre hubo de militante en mi vida.
Lucien Febvre gozó de más tiempo que
Bloch para decir lo suyo y lo
organizó con más profundidad y estructura en sus Combates, producto de momentos de conflicto conceptual,
confrontación filosófica y guerra mental durante medio siglo. Los Combates son ensayos sobre Historia,
precedidos de una intención manifiesta en sus títulos. Febvre hace gala de honestidad intelectual y praxis operativa al no
prohibirse a sí mismo aportar
modificaciones formales, aligerar de
consideraciones circunstanciales, modificar títulos para subrayar mejor el espíritu de un artículo ni remitir a trabajos posteriores si esto
fuera necesario. Así que ni bien abrimos el libro estamos frente a un documento
que a pesar de su engañosa reducida extensión está repleto de fecundas ideas.
Pero el piso está plano y es fácil de leer, no como Bloch pero sí al alcance de cualquiera con mediana cultura, que
además disfrutará de la pasión aunada al conocimiento. El primer Ensayo - Examen de Conciencia de una Historia y de un
Historiador - refiere al Collège de
France y a la disciplina de la Historia entre 1892 y 1933, muestra su
concepto de Historia, análogo al de Bloch,
pero mayor: La historia es la ciencia del
hombre, ciencia del pasado humano. Y no la ciencia de las cosas o de los
conceptos. Sin hombres ¿quién iba a difundir las ideas? (…) No, sólo del hombre
es la historia. No se historia a Francia, al Perú o a los Andes Centrales,
sino a franceses, peruanos y andinos. Que la historia pertenece a los vulgares
y silvestres, no a las entelequias por más amadas que nos sean. Y me pregunto
acá por qué no tenemos una Historia de los Peruanos. O quién sabe, quizá exista
y me equivoque. Tal vez me lance, si no la hay,aun no siendo Historiador.
En Vivir la Historia. Palabras de iniciación, Febvre aborda la unidad del adjetivo y el método: hablando con propiedad no hay historia
económica y social (…) la fórmula (…) no es más que (…) herencia de las largas
discusiones a que dio lugar (…) el problema del materialismo histórico(…) No
hay historia económica y social. Hay la historia, sin más, en su unidad. Insiste
en la historia como estudio científicamente elaborado y se remite una y otra vez
al objeto: Los hombres son el objeto
único de la historia. En De cara al
viento –Manifiesto de los nuevos Annales, refuerza la actualidad del
trabajo del historiador que no trabaja con cosas muertas sino con los hombres
vivos y con las ciencias de hoy, no las narrativas del ayer. La vida, esa continua pregunta se
introduce en las generaciones, empezando por la suya propia en un texto poético
que evoca el propio pasado, el de los
hombres que nacieron entre 1875 y 1880. El artículo Por una historia dirigida. Las investigaciones colectivas y el porvenir
de la Historia aboga por el desarrollo de la Historia como ciencia a la par
de las demás ciencias, desde la Física hasta la Sociología, y prevéen el futuro
la investigación colectiva en laboratorios
de Historia formados por equipos interdisciplinarios.
En Contra la simple historia diplomática. ¿Historia o Política? Dos
meditaciones, una de 1933 y otra de 1945 atacan la permanencia de una visión en
dos libros: el de 1933 Histoire
Diplomatique de l´Europe (1871 – 1914), del que abomina el considerar al
hombre desde una sola de sus facetas: Se
expulsó casi por completo del campo de los estudios serios (…) a este homo economicus al que sonríen con
complacencia muchos economistas bienintencionados.Cuando se habrá eliminado (…)
al homo diplomaticus (…) se habrá asegurado el triunfo de la razón clarividente
(y) se habrá realizado una buena acción. El otro libro es de 1945: La paix armée (1871 – 1914) y aunque es un libro hecho a consciencia por un buen
universitario, habituado a un trabajo honesto; critica la pertinencia del
concepto Paz Armada, la ausencia de Geografía y Economía, el desenfoque que es
tratar de explicar Europa sin el mundo. Pero lo que más le subleva es el apoyo
al pequeño juego que nos llevó a nosotros,
a nuestros diplomáticos y a nuestra diplomacia, allá donde nos llevó (…) Antes
de 1940 pudo decirse (…) pecado contra el espíritu. Después de 1940 se debe
decir: Pecado contra Francia. No queremos más. Gritaremos tan alto y tan fuerte
como haga falta.
IV
Combates por la Historia, de
Lucien Febvre: Más Polémicas
En Por la síntesis contra la historia-cuadro. Una historia de la Rusia
moderna. ¿Política en primer lugar? se critica la publicación de Charles Seignobos, Pablo Miliukov y otros de la Histoire
de Russie: (Seignobos) explica (…)
porque no hay nada qué decir: “falta de documentos” en primer lugar y “falta de
acontecimientos” (…) permitid deciros que si esto es un método, es un método
detestable. Hay crítica al sesgo ideológico, no porque Febvre defienda otro, como ciertas gentes que creen que la vida
sólo soporta dos opciones nomás y juzgan a otros desde su limitación
ideológica, sino porque es científico: Si
queremos saber lo que (…)anima a los hombres que (pilotan) el navío de la URSS
(…) lo preguntaremos a diez observadores franceses, ingleses, americanos u
otros que han visto y hacen ver, que (…) se contradicen (¡por suerte!) en
muchos puntos, pero se ponen de acuerdo en otros. (…) explicar la historia de
la nada, ¿es una apuesta? Y es que la Derecha Francesa de los ´30 y ´40 era
lo más cerval y fascista que concebirse pueda, hasta nuestra Derecha Bruta y
Achorada - que no es perita en dulce - es exangüe en comparación, véase la Cagoule, a Laval y Daladier y
veremos una mafia frente a la que el apra y el fujimorismo son juegos de niños.
Contra esto insurgieron Febvre y Bloch, que pagó con la vida.
En Contra el inútil torneo de las ideas – Un estudio sobre el espíritu
político de la Reforma comenta en los Annales
un libro que le deja malestar por su método: Para el historiador, comprender no es aclarar, simplificar,
reducir a un esquema lógico perfectamente claro, trazar una proyección elegante
y abstracta. Eso, dicho sea de paso, es la labor del profesor, del docente.
Para el historiador comprender es
complicar. Es enriquecer en profundidad. Es ensanchar por todos los lados. Por
eso es inútil el torneo de ideas: No soy
amante de las controversias. Me esfuerzo por ser historiador. En Ni historia de tesis ni historia-manual.
Entre Benda y Seignobos establece algo que muchos acá no entenderán por
creer que la mente y el mundo son bipolares: criticar a los que critican algo
no es apoyar ese algo. Febvre
critica a los editores que atiborran a un
público ávido de que se le engañe con “vidas novelescas”, “indiscreciones de la
historia”, “interioridades” y “revelaciones”; pero critica a los
historiadores que apuntalan esos libros como de historia cuando no lo son.
Responde también a Julien Benda,
renombrado profesional de la pedagogía histórica, de preocupaciones tan
actuales que podríamos sustituir Francia
con Perú y seguiría funcionando: Los
historiadores suelen callarse sobre temas de envergadura, y dejan a profes y
editores tirando cintura, y luego se quejan. Por ejemplo, con el problema de la
nación: ¿Quién forjó la nación en el
yunque de los siglos? ¿Sus jefes y sus reyes, como se dice a menudo? ¿O la
totalidad de sus miembros, formando cuerpos y grupos, animados por una oscura,
pero potente voluntad colectiva? Y no continúo con la polémica, en parte
porque me está saliendo recontralargo, en parte porque dese usted el trabajo
querido lector de leerse los Combates.
En Y en todo eso, ¿dónde está el hombre? Sobre un manual ataca el
memorismo y la idea misma de los manuales de historia. En la carta de 1933 Contra el espíritu de especialidadrompe
una lanza por los equipos de trabajo y un enfoque que hoy llamaríamos holístico
de la investigación y la divulgación de la Historia. El artículo Contra los jueces suplentes del valle de
Josafat tiene un título que quizá no entiendan mis lectores que no tengan
cultura católico-francesa-decimonónica - salvo hayan estudiado con la orden
religiosa de los Sagrados Corazones – y se refiere al juicio histórico, que
análoga al Juicio Final que tendrá lugar – dícese - en dicho Valle. En Sobre una forma de hacer historia que no es
la nuestra. La historia historizante y Dos
filosofías oportunistas de la historia. De Spengler a Toynbee se lanza a
críticas profundas de la metafísica difusa confundida con la Historia, y contra
el empleo de términos no definidos que le quitan especificidad a la ciencia y
no le añaden nada útil. El análisis de las obras de Spengler y Toynbee (Los
tres primeros tomos) es particularmente agudo. Hacia otra historiaes el comentario del colega y el amigo a dos
libros escritos por dos autores de la Escuela: La Apología de la Historia de Marc
Blochy el libro-tesis de Fernand Braudel, La Mediterranée et le monde mediterranéen à l´époque de Philippe II.
El vínculo a esta obra que no
vacilo en calificar de genial – visión personal y subjetiva, y por eso mismo
válida - es:
V
Colofón
Por supuesto la Escuela de los
Annales cuenta con más autores importantes, como Jacques Le Goff y Georges
Duby, entre otros. Es un
presente, no un pasado terminado y finiquitado. Pero lo importante acá no es
eso, es el hecho que para hacer Historia hay que conceptualizar sobre lo que
tratamos y nada debe darse por sentado. Y a la vez no olvidar de qué trata la
Historia:No de entelequias, no de metafísicas, sino de seres humanos. El que
tenga Oídos, que Oiga.
CRÓNICAS DE LECTURAS – 65
Series de Novelas Históricas
I
Novela Histórica y el límite entre Historia y Literatura
Nadie dude de la importancia de
aprender Historia, hay muchas y buenas razones para ello, y no abundaré en algo
de lo que estoy seguro. Me centro en la Novela Histórica y mi experiencia
personal con ella. En mis Crónicas sobre Biografías me he referido al problema
de separar Literatura de Historia, los guionistas saben que la Historia se
presta para el arte, pero el problema esel del límite entre uno y otra. Ya lomiré
desde la Historia, hoy será desde la Literatura. La primera novela histórica
parece ser el clásico de mediados del siglo XIX Ivanhoe, de Walter Scott,
la más conocida aunque no única ni en definitiva la más importante, que sobrevivió
aún a través de las horribles vicisitudes del Nihil Obstat.Primeroleí una versióncensuradapara “salvarle la vida”
a la Iglesia Católica. Después la leí como es debido en edición de Oveja Negra, con todo el impulso nacionalistaromántico
laico muy siglo XIX, que glorifica la irrupción del pueblo en la Historia y exponeel
origen de las comunidades nacionales y los vínculos que unen a sus miembros. Trátase
de encontrar el presente en ese pasado, y la habilidad del escritor serápresentarlos
valores y creencias del pasado de modoque los reconozcamosen el presente. No
puede serni demasiado extraña ni demasiado cercana pues perderíasu categoría histórica
o la literaria, y peliagudo es el problema en tiempos de editoriales coléricas.
Hay mucho de ensayo en estas obras, ocasión para posiciones partisanas que a
veces venden contrabando ideológico. Sorprende que no tengamos en el Perú una
novela histórica típica, un discursode alguna coherencia, no maniqueoni
sonsamente cándido o patriotero. Es que la novela histórica da miedo, aún si la
emprende un consagrado muy consagrado, como Vargas Llosa- que la hace, pero para otras latitudes (La Fiesta del Chivo, La Guerra del Fin del Mundo, El Sueño del celta). Los ataques a la
narración novelada y sus autores –a no ser que sea “coordinada” – llegan desde
los concentrados medios de comunicación propiedad de las Familias que controlan
la economía y la sociedad peruana.
Fuera de esta novela histórica
hay otra, regional, precariay de baja penetración, pues el público peruano
apenas lee un libro al año, y qué libro será ese. Así, por más calidad
individual que haya no se puedeconstruir ni instalar un discurso que intermedie
frente al pasado. Los intentos se pasman por diversas razones: Editoriales
peruanas que no se arriesgan, falta de oficio de los escritores nacionales, diminutos
mercados para la lectura, discrepancias en los hechos e
interpretacioneshistóricas, posturas ideológicas enfrentadas, temor a lasrepresalias
de las poderosas dinastías familiaresafectadas, dramatismo de los sucesos
históricos peruanos aún no precisados, necesidad de no pisar ciertos callos
para obtener auspicios,yconservar el empleo o la posibilidad de obtenerlo. Los
que mejor pueden romper este bloqueo son los peruanos emigrados que ya no están
bajo control de las argollas nacionales. Puede que la causa de carecer derelatos
comunesseala falta de un lenguaje a formar en una discusión franca y esclarecedora,
pero aún conservamos el pacto infame de
hablar a media voz en demasiados respectos. Como las heridas, ay, siguen
sangrando, la aproximación más solvente es periodística e inmediatista. El
mejor y quizá único autor solventees Guillermo
Thorndike(1940 – 2009), en especial en sus relatos sobrela Guerra del
Pacífico (1879, El viaje de Prado, Vienen los
Chilenos y La Batalla de Lima), donde
reivindica aMariano Ignacio Prado, de
Familiavigente en el Perú. Otras de susobras sonEl Año de la Barbarie; Abisa
a los compañeros, pronto(llevada al cine); Los imperios del sol: Una historia de los japoneses en el Perú; Maestra Vida: novela verdad; más la
biografía inconclusa de Miguel Grau.
Trata Thorndikede hacer Historia
“Novelada” o “Novela” histórica - quizá “Biografía por encargo”, pero siemprecomo
periodista que persigue y narra sucesos. Tiene mérito rescatar importantes
personajes y momentos de la Historia peruana, pero no cuaja una propuesta. Los
emigrados peruanos tienen visiones más amplias, pero su experiencia de vida ya
no es peruana, el mercado nacional es subsidiario y son como extranjeros en el paisaje
exótico del propio país. Ni Mario Vargas
Llosase salva de ello con su novela histórica La Guerra del Fin del Mundo;ysu último best-seller -El sueño del celta - no parece hacer carácter,
empezando por el título. No es que sea mala, Vargas Llosa tendría que emplearse a fondo para que algo le salga
realmente mal, pero mi sensación es que El
Sueño del celtale debe más a Herodoto
o Jenofonte que a la literatura. Y
es que cuando te dan el Premio Nobel y tienes que estar a la altura, vamos,
tienes derecho a que se te zafe una tuerca y no importará porque tu libro
post-nobela todosles parecerá excelente. Pero el problema del límite entre la
Historia Novelada y la Historia a secas sigue ahí. Tal vez por esolos autores
se especializan, así que trataré de algunos de estos “especialistas”, que lo
fueron lo suficiente para crear series de novelas históricas centradas en sus
personajes, lo que es garantía de éxito.
II
Aléxandros (Valerio Massimo Manfredi)
Quizá lo mejor de esta serie de tres
novelas – El hijo del sueño, Las arenas de Amón y El confín del mundo – es el intento deManfredi de escapar de los lugares
comunes y abundantes facilismos de los best-sellers.
Sin embargo, por más decente y ético que sea hacerlo no le resultó sostenible a
Manfredi, al que en otras obras se
le escapala Historia por la ventana y la ficción se mete por la chimenea con
descaro, llevadosegún parece de las obvias necesidades del mercado marcadas por
una segmentación blindada, como en La
última Legión, cuya versión cinematográfica linda con el universo paralelo
pensado para niños: La legendaria espada Excalibur, del Ciclo de Arturo,
había sido en verdad nada menos que la espada oculta de Julio César; y el pobre Rómulo Augústulo- último y patético
Emperador de Roma - terminará siendo llevado a Britania por soldados romanos
imbuidos de un anacrónico Destino Manifiesto de Rescate Cultural. Son estas cosas
las que hacen irreales esas “reconstrucciones históricas” en las que los
involucrados parecen muchachos de Brooklyn o Manhattan vestidos con togas y
armaduras romanas y hablando inglés, donde nunca faltan negros e improbables
chicas guerreras para cubrir las exigencias de discriminación positiva. Menos
mal Manfrediescribiósu novela de la
vida de Alejandro Magnoen años menos
postmodernos, y pudo apegarse más a la probabilidad histórica más probable,
valga la redundancia, alejándose de escandalosas pero vendedoras especulaciones
y tomando el ascua por donde no quema. Y si aún así consiguió categoría debest-seller, se demuestra que para
vender no tienes que entrar de necesidadal escandalete. El más importante
requisito sigue y seguirá siendo sabercontar una historia. Conocer a los
editores debe ser de seguro el segundo, sino no me explico cómo tanto mediocre
publica, en tanto que …. pero mejor no
meneallo.La obra en sí misma la conforman, decíamos, tres tomos: Aléxandros, el hijo del sueño; Aléxandros, las arenas de Amón y Aléxandros, el confín del Mundo; en correspondencia
obviacon las etapas de la vida de Alejandro
de Macedonia.
Considerando que la fulgurante
intervención en la historia de Alejandro
el Grande (aproximadamente quince años) marcó espectacularmente el futuro
durante siglos, no sorprende que se le dedique el máximo esfuerzo de
entendimiento. Se sabe que las guerras e invasiones son momentos fuertes, donde
los sucesos y acontecimientosdecisivos se siguen unos a otros a paso ligero.
Sin embargo una guerra no es solamente preparada o instigada para que salga
según lo planeado, aunque eso haya pasado realmente en ocasiones. Como todo
acontecimiento, posee actores, que se han formado de un determinado modo y con
determinadas consecuencias; y circunstancias que los superan y los enmarcan.
¿Por qué Alejandro Magno tendría que
arriesgar su precioso ejército en la ruta desértica al Oasis – Templo de
Júpiter Amón en Siwa de Egipto? ¿Cuánto de lo que fue la conquista alejandrina
fue en realidad planeamiento y predeterminación de su padre el reyFilipo? ¿Qué influencia verdadera
tuvieron los generales, cada uno de los cuáles terminó fundando un Reino
propio? ¿Influía sobre el carácter de soberano y guerrero de Alejandro el Grande su evidente bisexualidad?¿Cuál
fue el papel real que jugaron personajes como Olimpia, Memnón de Rodas,
Clito el Negro, Parmenio, Aristóteles, Hefestión, Diógenes,Roxana, etcétera? Fue como si el gran
drama de la descomposición del Imperio Persa - suma y epítome de Oriente - y su
forzada y helénica fusión con el empuje greco-macedonio encontrara expresión en
los hechos de un solo hombre:Alejandro
Magno. Y eso, disculpen todos, nunca pasa así. En los acontecimientos de un
siglo que pareciera resultar en una Grecia agotada en las pugnas entre las polis, el que apareciera casi de la nada
el estado semigriego de Macedonia hegemonizando las levantiscas ciudades - estado y conduciéndolas a Persia en son de conquista
era tarea de más de una vida. Alejandro
a sus dos décadas de edad se encontró al frente de una invasión proyectada y
lista, y estuvo en su genio el manejar a generales y soldados, el mérito es incuestionablemente
suyo. Le pasó como a Bolívar, el
Shogún Tokugawa, Genghis
Khan o Isabel I de Inglaterra,
personajes de destino no porque lo construyan sino porque al encontrárselo lo
representan tan bien que parecen construirlo con sus acciones. Laconfluencia de
circunstancias y posibilidades que no volverían a reunirse espontáneamente
encontraron estos seres humanos en el lugar, y actuaron como actuaron.Manfredi reúneestas piezas en una
posible estructura, que resulta serla de menor resistencia y por ello más
creíble.No he encontrado como bajar estos libros de la red, probablemente por los
derechos de autor.
III
La serie de Lanny
Budd (Upton Sinclair)
Upton Sinclair(1878 – 1968) es un hombre cuya obra reflejala
evolución de sus convicciones políticas. Radical entre Jefferson y Marxen los
primeros años del siglo XX, su novela La
Jungla (1906) lo puso en la cresta en la ola por su particularmente lúcida
y crítica visión del duro trabajo en los mataderos de Chicago, y provocó la
dación de leyes de protección. En 1919 atacó a la Prensa Amarilla en la persona
de William Randolph Hearst enThe Brass Check, sacando al fresco las
miserias de la Libre Expresión, problema tan actual que parece que la novela no
hubiera envejecido a pesar de los casi cien años que va a cumplir. Como con La Jungla, la exposición a lo vivo del
problema provocó reacciones: El primer código de ética periodística en
Norteamérica aparece cuatro años después de The
Brass Check, lo que prueba que el hombre estaba acostumbrado a ver resultados,
me gustaría ver cómo hubiera sido su desempeño por estos lares, digo, es un
decir. A pesar que escribió más de un centenar de obras, son las once de su
personaje Lanny Buddlas que tal vez
lo testimonien mejor:Lanny Buddes un
bienintencionadodilettante mitad
francés, mitad norteamericano, nacido en París en 1900, hijo natural de un
millonario fabricante de aviones de caza, y de una “belleza profesional”, modelo
y artista. Esforzándose por ser alguien por sí
mismo se encuentra con una militancia socialista al peculiar estilo
norteamericano, que conoce de una curiosa evolución reflejada en los diversos
libros que a su vez responden a las diversas coyunturas de lapolítica mundial y
estadounidense en particular los Tratados de Versalles, la república de Weimar,
el ascenso del fascismo en Italia, la revolución bolchevique, la Gran
Depresión, el laborismo británico, el aislacionismo estadounidense, el auge del
nazismo, el New Deal, la Guerra Civil Española, la Segunda Guerra Mundial y el
inicio de la Guerra Fría. La serie de Lanny
Budd constituyó de manera bastante desigual best-sellers entre los años 1940 a 1953: Empieza con El Fin del Mundo (1940), Entre Dos Mundos (1941), Los Dientes del Dragón (1942), que ganó
el Premio Pulitzer en 1943; El Ancho
Camino (1943); Agente Presidencial
(1944); La Cosecha del Dragón (1945);
Un Mundo que Ganar (1946); Misión Presidencial (1947); Una Clara Llamada (1948); ¡Habla, Oh Pastor! (1949) y la tardía El Regreso de Lanny Budd (1953).
Me enteré del autor y el libro por
mi padre, gran aficionado a estas lecturas, y empecé por ¡Habla, Oh Pastor!, si bien mucho después encontré los demás como
saldos en una librería del Jirón de la Unión en el centro de Lima, la que
cerraría en tiempos de Fujimori.Los libros
los fui adquiriendo uno a la vez. La Editorial Claridad de Buenos Airessacó
todos los libros en varias ediciones, rompiendo el bloqueo editorial
conservador y franquista de postguerra, y no tengo empacho en señalar que me
los devoré literalmente uno por uno. El esquema de colocar un personaje que participe
de las vicisitudes de la política internacional ha sigo seguido posteriormente
por otros autores con mayor o menor fortuna, como Herman Wouk, por ejemplo, en Vientos
de Guerra, llevada a la pantalla en dos miniseries, demasiado parecida a Sinclair para no ser copia. No se habla
hoy demasiado de UptonSinclair, pese
a su actualidad e incluso al hecho de haberse adelantado, debido a su
recalcitrante radicalismo político, pero está presenteentre bambalinas al modo
de otros radicales igualmente acallados, como John Reed, Jack London, Woody Guthrie, Eugene Debs y Huey Long.Cabe mencionar quehace poco Sinclairllegó al cine con la película
de Daniel Day-Lewis, Petróleo Sangriento (2007), basada en su
obra Oil, de 1927. La serie de Lanny Budd es sumamente interesante no
solamente por la trama que en esencia no ha envejecido, sino por los códigos
sociales de la época, evidenciados y criticados a profundidad, si bien dentro
de un mecanicismo un tanto utópico. Tal vez por ello es que manifiesta una
ingenuidad política por momentos francamente enervante: los socialistas son
buenos, pero qué buenos; en tanto que los derechistas son tan malos que no
podemos menos que pensar que Dios los
castigarácomo a los malvados rusos de su última novela de Lanny Budd. Lo que en realidad salva a
la serie es lo muy bien contada que está, Upton
Sinclair hace bastante bien su tarea literaria y no hay manera de aburrirse.
El problema hoy en día es conseguir los libros, los antiguos de la Editorial
Claridadde la década de los ´50 han sufrido ataques concentrados de polillas,
termitas y comejenes, por la relativamente pobre calidad del papel con que
fueron impresos, y hay que cuidarlos bastante para que no se los coman estos
neoliberales insectos. No sé que haya otras ediciones, y no los he encontrado
en la web.
IV
Trilogía de las Cruzadas
(Jean Guillou)
Esta es la serie de novelas
históricas que más recientemente he leído gracias a la generosidad de mi
dilecto y a veces temperamental amigo Óscar
B. Además, y gracias a YouTube y
el cable, he encontrado y disfrutado sus películas, decentemente escritas,
filmadas y actuadas. Siempre da gusto leer y expectar obras bien hechas, en
especial Históricas. Ya rajé líneas arriba de esas adaptaciones históricas que
de históricas no tienen nada; en que lo único “histórico” es la vestimenta,
porque los protagonistas tienen preocupaciones y lenguajes más cercanos a los teenagers USA del siglo XXI, con
anacronismos conceptuales y de los otros que muchas veces son de parársele a uno
los pelos. Son como esas citas que abundan en el Féisbuk, atribuidas a Platón, Toro Sentado o José de San
Martín donde entran palabrejas como discapacidad
o postmodernidad, que ninguno de
ellos conoció, en moderno equivalente de los fraudes piadosos de todas las
épocas.Y en esto cabe decir que la peor novela histórica que sepuede escribir
es aquella que solamente expresa la emocionalidad ideológica de un autor. Hemos
visto en los artículos anteriores los casos opuestos de Manfredi y Sinclair,
ubicados cada cual en un extremo, uno de moderación y el otro de militancia. Comparado
con ellos, y probablemente por ser mucho más Siglo XXI, el sueco Jean Guillou es un remanso de dicha
literaria: No tiene que probar nada, no hay ideología vinculada, ni siquiera
grandes desacuerdos históricos; su Arn de Gothia es un caballero
templario sueco, invencible espadachín y eximio arquero, que se integra a la
Orden de los Caballeros del Temple y combate en Tierra Santa por un castigo
debido a su juvenil adulterio con Cecilia, a la que a su vez encierran
en un convento, bajo la tiranía de una cruel abadesa perteneciente a una
familia rival, en el contexto de luchas feudales por el control de los Tres
Reinos de Suecia.Nada que pueda generar sino deseo de seguir leyendo.
Guillou ya conocía el éxito y ganado oficio tanto como periodista
como con novelas de espías de las que ya había publicado una serie. Esta
incursión al Medioevo iniciada en 1998 representa una investigación por gusto
de un autor que ya poseía sus espuelas y que no necesitaba demostrarle nada a
nadie. Por eso tal vez es que está narrada con tranquila sobriedad, que no
necesita nada más que fluir para ser asimilada. Se ambienta la obra entre 1150
y 1210, en Trilogía de las Cruzadas I –
Del Norte a Jerusalén vemos el nacimiento de Arn y su proceso hasta
que es enviado a Tierra Santa. En Trilogía
de las Cruzadas II – El Caballero Templario, el escenario va
alternativamente de Suecia a Tierra Santa, siguiendo las vicisitudes y el
destino de Arn y Cecilia, que ha dado a luz al hijo
de Arn
que queda bajo la tutela de su tío abuelo, Birger Brossa. A su vez se dibujan
los bandos enfrentados por el poder en la Suecia medieval, bajo estandartes
rojos y azules. En Trilogía de las
Cruzadas III – Regreso al Norte tras veinte años de templario, Arnretorna
a Gotaland con riquezas y una cohorte de artesanos y médicos musulmanes,judíos
y cristianos. Culmina la obra con la histórica Batalla de Gestilren y el
establecimiento de los fundamentos de lo que será posteriormente el Reino de
Suecia. Y es lógico porque no basta que
nuestro héroe triunfe, sino que su obra sea lo suficientemente importante como
para que perdure en una construcción física o virtual que pueda distinguirse
vigente hasta la actualidad, lo que por cierto es una clave de la novela
histórica a la que Guillou no se
sustrae, pero que deja en suspenso hasta el final. Las tres obras fueron
condensadas en una sola película de 2007: Arn,
el caballero templario, acá su link: http://www.youtube.com/watch?v=cJ9i8hlZSaU
V
Colofón
Decíamos hace un rato que la peor
novela histórica que se puede escribir es la que no conserva su carácter
histórico, sino que es anacrónica y representa los intereses ideológicos de su
autor antes que la fidelidad histórica. Podemos decir que las tres series
presentadas adolecen de estos defectos, por suerte, incluso la de Upton Sinclair. Leamos lo que queramos,
pero leamos.
CRÓNICAS DE LECTURAS – 66
Imposturas
I
Engaños, Imposturas y Candideces
Me he referido en Crónica
anterior a las Lecturas Infames,
libros cuya lectura es un atentado contra la ética universal, pero que no
podemos prohibir aunque sí podemos y debemos criticarlos y combatirlos con
dureza y sin pestañear, en la medida que su intención es manipular y llevar a
las gentes a las Ideologías del Odio y fomentar o justificar los crímenes
contra la Humanidad. No se puede permitir que niños y adolescentes queden
expuestos desarmados a las ideologías de Odio, sin supervisión ni
acompañamiento. No se puede ser contemplativo ni relativista en la defensa de
los Derechos Humanos, y los menciono con nombre propio porque objetivan esa
ética universal a la que nos acabamos de referir. Los que atacan y desprecian
públicamente los Derechos Humanos debieran ser descalificados para el ejercicio
de la política y en esto no hay tu tía, porque derecho a expresarnos libremente
todos tenemos, pero pervierte el Derecho permitir el empleo del Derecho para
conculcar el Derecho, y eso no tiene nada de relativista. Recurrir al derecho a
la Libre Expresión para despotricar contra el Derecho a la Vida es manipulación
que debe ser desenmascarada sin atenuantes ni consideraciones. Y un sistema que
admita que los que atacan los Derechos Humanos presidan organizaciones que
deben defenderlos es, vamos a decirlo con todas sus letras, un sistema
pervertido que debe ser cambiado desde su raíz, es decir radicalmente.
Por otra parte hay libros cuya
intención de engañar no se resuelve en la propaganda de los crímenes de Odio
sino en algo más sencillo y pedestre, menos dañino: El engaño con el objetivo
de meterse a tu bolsillo y sacarte el dinero aprovechando de tu credulidad y
candidez. He llamado Imposturas a
este tipo de libros para diferenciarlos de los Infames porque la impostura no llega a tanto, son tal vez los
juguetones hermanitos menores de los Infames,
que aunque no recomendables limitan el estropicio a los bolsillos de los
incautos. Bien que mal La Tierra es Hueca
es mucho menos dañina que el Ensayo sobre
la Desigualdad de Gobineau. Lo
que cabe ahora es determinar qué tipos de libros pueden considerarse imposturas, para diferenciarlos bien
claro de los Infames y de lo que
denomino simplemente Tonteras, es
decir libros perfectamente inútiles cuya lectura daña con la pérdida de un
tiempo que puede utilizarse mejor viendo dibujos animados en la Tele o
limpiando las letrinas de casa. Incluyo entre ellos y sólo para citar algunos
ejemplos las memorias de vedettes bataclanas (no tengo nada ni contra el arte del
vedettismo ni contra la bataclanería, pero su combinación no produce nada que
merezca ser publicado) o los libros de modelitos en ciernes que pretenden dar
lecciones de vida a la gente, o la autodefensa de ciertos personajes
faranduleros culpables de aconchabamiento con las mafias políticas corruptas.
Estoy seguro que mis lectores pueden colaborar añadiendo otras lecturas tontas
parecidas.
El sebo de culebra (no cebo,
por favor, eso es confundir las cenizas del Ave Fénix con las del Gato
Félix, como pasa a más de un político) que venden estas gentes se
asimila a lo que Abelardo Gamarra el Tunante – portentoso escritor
satírico peruano – llamaba, si mi memoria no me juega una mala pasada, las bolas cuadradas. Bola, en el dialecto costeño peruano, es
un rumor echado a rodar y que crece conforme avanza. Ahora bien, que una bola sea cuadrada significa que su capacidad de rodar es limitada pues el
rumor que porta es poco verosímil e indigno de prestársele atención, pero
consigue rodar no por mérito de su credibilidad sino de la candidez de sus
intermediarios y estafetas, capaces de hacer rodar un cubo a fuerza de
credulidad. Tenemos expresiones de gran criollismo ampliamente descriptivas de
la sagacidad de estos cándidos que no empleo por lo subido de su tono. Pero ya
se imaginarán mis lectores lo … cándido
que hay que ser para rodar una bola
cuadrada. Entre los ejemplos de antología del Tunante para ilustrar
cuán cuadrada puede ser una bola cuadrada
es el rumor de la llegada a la rada del Callao de San Miguel Arcángel al frente de cuarenta mil tiburones prestos a
desatar el Juicio Final sobre los beatos pecadores limeños. En lo personal
siento conmiseración por los consumidores de imposturas, lo que no obsta para
que los considere que razonan fuera del
recipiente. Allá los que quieran gastarse su plata en bobadas, ser cándido
no es ilegal, apenas inconveniente para el presupuesto. Pero eso no quita que
los autores de marras no sean considerados unos sinvergüenzas y sus libros un
desperdicio de árboles y bosques.
II
Lobsang Rampa, Nostradamusy cómolo sólido se desvanece en el aire
Yo tenía 8 a 9 años cuando Lobsang Rampa se puso de moda. Leí tres
de sus libros en las casas de los tíos donde solíamos pasar los sábados. La
narración del presunto lama tibetano no parecía verosímil pero mis mayores
atracaban con sus afirmaciones. Los
chicos con las costuras emocionales intactas tienden a ser más sensatos que los
adultos, no me creí que hubiera un libro escrito por un gato de nombre Fifí Bigotes Grises (y traducido del
gatuno al inglés por Lobsang Rampa)
que narrara Mi vida con el Lama. Una
cosa es ser crédulo, otra bien diferente ser cándido, aún a los 8 o 9 años: lo
del gato, ni con vaselina. Así perdí el respeto por los adultos que discurrían
sobre Viajes Astrales, Cordones de Plata y demás engañifas del pseudotibetano.
Intuía ahí una bola de lo más cuadrada, así que cuando muchos años después me
enteré que el británico Cyril Hoskin
(1910 - 1981) se decía avatar del monje tibetano Lobsang Rampa, no sólo no me sorprendí sino que por vez primera
tuve la curiosa sensación de estar en el ajo sobre lo que todos recién se daban
por enterados. Hoskins evacuó unos
treinta libros, y cuando lo ampayaron siendo inglés se disparó la
transmigración del alma del monje, y así los tirajes crecieron e hizo plata en
cantidades obscenas para sí y la editorial. Así que no todo lo escrito era
verdad, el mundo andaba como la mona, y no podía creer ya en la idoneidad de
los que me educaban, los que creyeron el cuentazo de Lobsang Rampa se deshicieron de los libros y trataron de seguir con
sus vidas como si nada hubiera pasado. Aprendí que los adultos no sólo no
decían la Verdad sino que valoraban más la Mentira bien contada, discurso
aparte, y que eran fáciles de engañar y difíciles de desengañar: Tomó años
ponerle lenguaje a todo eso, y cuando lo hice fue la debacle, pues aparte las
arenas movedizas en que mi vida emocional se había convertido por los problemas
familiares, veía como todo lo sólido se desvanece en el aire.
¿Qué sociedad es esta en que te haces millonario con treinta y tantas
imposturas? Lo de los valores era más falso que el Ratón Pérez, y cuando pregunté sobre ello los adultos retornaban
penosamente a su primera infancia y balbuceaban, incómodos y tratando de
zafarse. Yo veía los problemas de plata de la familia, pensaba en lo que Hoskins ganó con El Tercer Ojo, El médico del
Tíbet,El cordón de plata (el del gato lo empecé y no lo terminé). Así
apareció en el mundo el chiquillo pedante que le hizo la vida imposible a muchos
con su temprano escepticismo, y que a la larga devino en este Cronista.
Por cierto, el modelo del sujeto
que repentinamente recibe una revelación divina, extraterrestre, metafísica o
de cualquier palabreja de sonido aparente; y que, además y de manera
absolutamente casual, obtiene financiamiento para editar millones de libros por
todo el mundo, no se limitaba al impostor Lobsang
Rampa. Este financiamiento no lo gozaron ni Jesucristo, ni el Buda,
ni Mahoma, ni el Baha´ullah, ni Zoroastro ni ningún otro
respetable fundador de religiones. Pero sí William
S. Sadler, receptor de una “revelación” que plasmó en el celebérrimo Libro de Urantia, que he visto
reverenciado como receptáculo de la verdad por personas que normalmente
respetaría por su inteligencia. Por cierto, el español J.J. Benítez plagió partes del Urantia
en su propia impostura. No estoy seguro si una impostura copiada de otra
impostura tendrá alguna validez por aquello de ladrón que roba a ladrón tiene cien años de perdón. Las regresiones
que Brian Weiss publicita en sus
libros y presentaciones tienen el mismo modus
operandi, por cierto Pero el que se lleva la palma (ediciones de las Centurias y de comentarios, programas de
radio y televisión basura, filmes, etcétera) es Michel de Nostradamus(1503 – 1566), o más bien sus editores, porque
a estas alturas no creo que la propiedad intelectual de la franquicia esté en
manos de sus descendientes. Sin contar que ya que se dedicaba a hacer profecías
bien podría haberlas hecho más claras, pero de ser así la ambigüedad no podría
explotarse, como sabe todo echador de cartas y lector de la buenaventura. Como
a mí no me gusta gastar tiempo en discusiones mendaces, me voy a lo directo:
¿Se gana plata con el asunto? Pues sí, el miedo de las gentes al futuro es explotado
por intereses editoriales con técnicas depuradas, entre ellas la profecía
ambigua o genérica (morirá un dignatario o habrá una epidemia), y la evidente
(habrá un terremoto - hay montones todos los años), ello sin contar la profecía
fabricada después del acontecimiento. Siempre me ha llamado la atención
que las profecías sean como los adivinos de antes de elecciones: Todos de
Derechas. Entre los Anticristos está siempre Napoleón pese a Bismarck,
Leopoldo de Bélgica, Metternich, Federico II de Prusia y otros genocidas por ahí. Lo único indudable
es que la franquicia Nostradamus es
un negociazo, y me encantaría saber - como a mis lectores que no se comen bolas
cuadradas - a quien le pertenece.
III
Los marcianos llegaron ya / y
llegaron bailando ricachá / ricachá, ricachá, ricachá / así llaman en Marte al
chachachá
Que pueda existir vida e
inteligencia extraterrestre no es difícil concebirlo, aunque falte la prueba
definitiva: la percepción directa o indirecta – pero indudable - por los sentidos.
Las posibilidades son estadísticamente interesantes al respecto, aunque la
Física plantee límites infranqueables como el de la velocidad de la luz.
Incluso me poseo mi propia teoría al respecto, porque hay motivos y razones
para creerlo e incluso indicadores, los principales resumidos en la célebre Ecuación
de Drake. Pero lo que nos convoca ahora no es lo inteligente que se
pueda decir al respecto, que lo hay y mucho – el Cosmos de Carl Sagan es
una buena introducción - sino las
imposturas. Empecemos por un libro que vi más o menos por la época de Lobsang Rampa: Yo visité Ganimedes, de Julio
Estremadoyro. Será que para entonces me había leído mis capítulos del texto
universitario Introducción a la
Astronomía de Cecilia
Payne-Gaposchkin, que no me impresionó en lo más mínimo la figurita de
colores del domo de Ganimedes, satélite del planeta Júpiter; y terminé de
perderle el respeto cuando leí que según la astrofísica obtenida por telepatía
de los ganimedianos, Einstein estaba
errado en cuanto al universo, que estaba compuesto de éter, y explicaba la
teoría de Isaac Newton, pero sin Newtonpor supuesto. Claro que Estremadoyro se movía en la
indefinición, como todos los vendedores de sebo de culebra, y afirmaba a la vez
que había estado en Ganímedes y que el librito era Ciencia Ficción. El tema
Ovni – extraterrestre tiene muchas versiones internacionales, pero la vigente
en el Perú de Sixto Paz Wells es la
más folklórica, ha heredado a Estremadoyro
y añadido algo más de su cosecha, con mensajes telepáticos y el modus operandi ya descrito. Ignoro qué
libros haya escrito, no tengo tiempo para esos faltándome tanto libro
importante.
Los horóscopos y demás formas de
predicción del futuro pueden entrar en esta categoría de marcianos bailando el ricachá.
Los horóscopos de los diarios, incluyendo el del gratuito periódico Publimetro (Eugenia Last es su astróloga, muy guapa ella) se hacen en el
hemisferio norte (Canadá, Estados Unidos) por motivos de blockbusting y sindicación, y se invalidan de arranque para el
hemisferio sur, si les concedamos verosimilitud. Hasta para hacer horóscopos se
requiere talento y conocimiento de cómo determinar los elementos de los astros,
pero ello no parece inquietar a los editores del periódico. Hago la de CarlSagan: En una edición del
Publimetro leo mi signo, Libra: Ocúpate
de los negocios en primer término. Cuanto más innovador seas, mejor. Busca
formas de mejorar tu eficiencia y muestra tus habilidades. Los cambios te traen
elogios. Agradezco a Ms. Last me informe que los negocios y
ganarme la vida debe estar en mis prioridades, y agradezco me recuerde que
siempre hay que tratar de innovar y mejorar mi eficiencia y mostrar mis
habilidades. Que los cambios traigan elogios y la innovación se cotice por los
empresarios es un cuento postmoderno que de repente funca en el Canadá de Ms. Last. En el Perú no es así, si tienes
razón en cosas complejas que pongan evidentes ciertas evidencias por lo general
te botan; si eres demasiado eficiente y haces bien tu trabajochocas con unos
pares mediocres a los que obligas a trabajar con tu actitud, y sueles mostrar
con un exceso de claridad que tus jefes llegaron a serlo por relaciones
familiares y sociales, con lo que pares y jefes te odian y el desempleo se
vuelve asunto probable. Mira si así le haré caso al horroróscopo. Leamos otra vez y veremos que no predice nada, así
que para qué lo leo, ya no sé, pero llena un espacio de edición, y es barato o
gratis pues horóscopos y tiras cómicas vienen con los artículos que pagas, y
como dicen en Gringolandia Nace un tonto
cada minuto. Más bonito y místico es el horóscopo chino, ese me divierte:
Mi signo es Gallo de Fuego, lo quehalaga mi autoestima, para qué te digo que no
si sí, como dice la inmortal exégeta la Chimoltrufia
- no encuentro como podría elevarse la autoestima un conejo de madera o una
cabra de metal, pero nunca vi a nadie que se queje de su signo -, y he visto
que los autores que se han especializado en ellos son en especial argentinos, y
la ciencia está de moda y como casi nunca se acierta la predicción, ponemos los
ojos en blanco, modulamos la voz a entre amigable y solemne y pontificamos
sonrientes: “el tarot (horóscopo, cartas
de Madagascar, orden kailash putra, angelología o lo que sea) no determina,
solo sugiere” o algo así. Y quedamos de
la pítiri mítiri así metamos la pata.
IV
La autoayuda y la pseudociencia
Hay una manera de enterarte de
que una impostura es impostura: Que yo sepa ni Jesús ni Moisés ni Buda ni Mahoma ni ningún otro Santo pidió plata por darte acceso a la Verdad.
La impostura siempre tiene por objeto sacarte plata por la directa o la
indirecta. Por la directa en nuestro país hay varios modos, pero es más común
por la indirecta porque la gente es cada vez menos cándida. Entre ellas te dan el aviso de que leyendo cierto tipo de
libros cambiarás tu vida, en especial si eres presa de la desdicha. Los
horóscopos sugieren una intervención fuera del ámbito natural, exterior a la
persona, pero la autoayuda nos refiere a la psicología popular, casi siempre
pseudocientífica o cuando menos empírica, a veces basada en cierto
espiritualismo y en el concepto de que la voluntad puede superar los problemas
objetivos de la vida. Que los editores y libreros no se comen el cuento se
prueba en que reúnen estos libros con los horóscopos y la pseudociencia en los
mismos estantes. Se leen bastante, tanto porque se redactan de manera muy
sencilla y poco exigente, como por que sus ideas fuerza son pocas y fáciles de
entender: Autonomía de la personalidad, auto-terapia, el éxito en la vida es
económico y consecuencia de un equilibrio personal producto del ejercicio de la
voluntad. Nótese que los planteamientos de este tipo son análogos a los que se
pretende lograr desde las psicoterapias profesionales que tienen la desventaja
de ser largas, caras, exigentes y en ocasiones imposturas ellas mismas, así que
no podemos culpar a la gente de tratar de lograr lo mismo a menor costo, o de
emplear su voluntad, algo ciertamente más barato. Lo negativo ocurre cuando se
vende sebo de culebra. Los autores clásicos como Napoleón Hill (Piense y
hágase rico está entre los más vendidos del mundo); Dale Carnegie (Como ganar
amigos e influir sobre las personas), Og
Mandino (El vendedor más grande del
mundo) y Norman Vincent Peale (El poder del pensamiento positivo),
entre otros, no hacen mucho más que aconsejar con cierta sensatez, respaldados
por historias personales de éxito. Mucho de lo que se dice no es más que
aplicación del sentido común a veces empatado con una confesión cristiana. Otro
cantar son libros como los de Wayne Dyer
(Tus zonas erróneas), que sí poseen
cierta base científica, incluso tratándose de algo tan elusivo como la
psicoterapia. Y otro cantar más son esos libros que no podemos ubicar con
exactitud y que suelen obedecer a teorías más o menos estrambóticas, como el Método Silva de Control Mental, la Sofrología, el Análisis Transaccional, la Somaterapia,
el Reiki, el New Age, la programación
neurolingüística (PNL) y ciertas
formas de coaching.
La pseudociencia es otra forma de
impostura que puede causar graves daños si se la cree a rajatabla. Se refiere a
creencias y prácticas que aparentan ser científicas, pero que sus cultores se
resisten a someter a la verificación empleando las reglas del método
científico, y por lo tanto no es posible saber si funcionan o no ni en qué
medida. Los pseudocientistas por lo general apelan a la fe y a las falacias
lógicas para argumentar a su favor, verbalmente y por escrito, tratando de
evitar por todos los medios ser sometidos a demostración pública. La mayor
parte de sus afirmaciones no pueden ser verificadas, requiriendo casi siempre
de una parafernalia mística y dogmática. Como ya dijimos, la piedra de toque
son sus métodos de recabar fondos más o menos ocultos al gran público. Las
pseudociencias existen desde tiempos inmemoriales confundidas originalmente con
las Ciencias antes de que estas se afiataran, como fue con la Alquimia, la Frenología y el Mesmerismo.
Entre las pseudociencias modernas que publican libros están la Astrología, muchas formas de análisis bursátil, la cerealogía (dibujos de supuesto origen
extraterrestres en los campos de cereales), la radiestesia, la ufología,
la piramidología (objetos en forma de
pirámide concentran la “energía”), la parapsicología,
la numerología, el feng shui, la homeopatía, la aromaterapia
(o flores de Bach), el Creacionismo y su variante del Diseño Inteligente, la Magnetoterapia, la Dianética o cienciología,
la criptozoología, y otras más.
Mención especial merecen las Imposturas nutricionales y alimentarias, casi siempre
sostenidas desde intereses inconfesables de grandes corporaciones que acaparan
y monopolizan la producción y distribución de alimentos. Como el espacio
empieza a faltarme, encontrarás algo sobre ellas en Organización Mundial de la Salud – OMS: Los alimentos y la salud, Biblioteca Científica Salvat, páginas 33
a 51.
V
Colofón
Si hay alguna ventaja en leer
Imposturas, es la de identificar y conocer su lenguaje y rasgos
característicos. Hay muchas más que las que he señalado y me percato que me he
quedado bien pero bien corto. En todo caso, para sobrevivir en un mundo donde
el engaño se cotiza en el mercado como capacidad para influir sobre las
personas, conviene exponer a los chicos a estas circunstancias y trabajarlas
con ellos. La sensatez se construye con ellos, y para ello conviene que nos
entrenemos en la sensatez nosotros mismos. Y por ahora, punto.
CRÓNICAS DE LECTURAS – 67
PISA 2012
I
Qué es PISA
PROGRAMA PARA LA EVALUACIÓN INTERNACIONAL DE ESTUDIANTES
(Program for
International Student Assessment)
Como saben mis veteranos lectores,
trato de ser un poco autobiográfico. Y aunque no tengo que justificar la
presencia de PISA en mi biografía, vale señalar que es un telón de fondo que me
permite entre otras cosas poder decirle al Universo, en especial al peruano: ¿Ves?
¡Te lo dije! Con las ínfulas del
que se siente justificado porque a la OECD se le ocurrió en su momento tratar
el tema de la Lectura y otros vinculados a la Educación desde la perspectiva
del discente enfrentado al mundo es que uno puede hablar ahora; es decir, no
desde la bobada que muchos creen que es la educación, sino desde tratar de
comprender si la educación que se imparte le sirve realmente para algo al que
la padece. Es de enorme importancia constatar la diferencia fundamental en el
cómo se está asumiendo el problema desnudado, es decir el trato político de una
situación que se está tratando de enfrentar, a diferencia de las otras dos
ocasiones en que se presentó. En la primera no había voluntad política, el
Fujimorismo se limitó a barrer el problema bajo la alfombra intentando hacerlo
invisible y así no evidenciar los resultados del proceso de embrutecimiento
generalizado que emprendió con tanto éxito. La segunda vez el alanismo
gobernante se limitó a recepcionar la data y no hizo nada con ella porque Educación
es un sector chauchilla que no sirve para los grandes faenones ni para liberar
narcotraficantes que pasen por caja. Estos últimos tiempos el neoliberalismo
criollo ha mostrado demasiado palpablemente no estar interesado en la educación
a no ser en su aspecto crematístico, su faceta de bien y servicio demandado, útil
para amasar fortuna, aunque considerando que es contraproducente “demasiada
educación” por “producir izquierdistas”; y así tratan de imponer una visión
sesgada y unilateral: La culpa de la debacle educativa la tienen los maestros,
el SUTEP, los alumnos. Según ellos los Generales nunca pierden las batallas y
la pita se rompe por lo más delgado.
La ceguera neoliberal provocó que
la Derecha chilena perdiera la oportunidad de su vida de quedarse en el poder,
que acaba de perder a manos de Michelle
Bachelet. Tanto neoliberalismo terminó por sacar a los estudiantes a la
calle, seguidos de profesores hambreados y padres de familia esquilmados por
los Bancos. La Conferencia Anual de Ejecutivos (CADE) en el Perú, reunida estos
días, le ha puesto un curita al asunto como para ver si se nos pasa, ya que los
medios mencionan un repentino interés de los empresarios por la educación, a
ver si nos la creemos y no miramos a Chile. Lo cierto es que las cifras del
PISA 2012 nos alcanzaron y esto es lo que tenemos: El Informe PISA nos señala
que entre los 65 países evaluados en Comprensión de Lectura, Matemática y
Ciencia ocupamos el puesto número 65 en las tres áreas, y este puesto es el
último. Nuestro periodismo, que no
pierde la oportunidad de mostrar su increíble ignorancia sobre PISA y todo lo
referido a Educación hace afirmaciones fuertes y duras, exactamente a la
inversa de lo que hizo durante el Gobierno Alanista, al que ayer como hoy,
trata con guante blanco. Y así el Perú bajó tres puestos, del 63 al 65 (¿¿??),
a pesar de que los países no son los mismos, y sobre todo considerando que PISA
está diseñado para países OCDE de altos ingresos. Las comparaciones son
pertinentes para países semejantes entre sí, como en el caso de los países de
América Latina. Pero se trata de maltratar a este gobierno, a ver si lo ponemos
más genuflexo. Pero metámonos mejor con las cifras. Usaremos como fuente
fundamental esta de aquí: http://www2.minedu.gob.pe/umc/PISA/Pisa2012/Principales_resultados_PISA_%202012.pdf.
Empecemos por echarle un vistazo
a la Tabla General:
Vale la pena hacer algunas obvias
observaciones: En Matemática y Comprensión Lectora los primeros cinco son
países o regiones asiáticos; y en Ciencias los cuatro primeros: La Región
Shanghai se alza con el título en todo, con 613 puntos en matemáticas, 570 en comprensión
de lectura y 580 en ciencias, a 119 puntos sobre el promedio de 494 puntos. En
Matemática, Lectura y Ciencias le siguen Hong Kong y Singapur; y más atrás China
Taipei (Taiwán), Corea del Sur y Japón. De los demás países están en posiciones
interesantes Finlandia (que considera esto una debacle y mientras hablamos
reúne sus profesores para tratar este gravísimo problema), Canadá, Irlanda,
Estonia y Nueva Zelandia. Estados Unidos de América está en 467, por debajo de
la media, excepto en Comprensión de Lectura. Parece que la Educación en Asia es
percibida como esencial para la movilidad social, y es impulsada desde la familia,
y asimismo parece que las personas educadas gozan en esa parte del mundo de un
respeto y consideración social que aparentemente les es negado por estas latitudes.
II
Qué mide PISA y qué pasa en Matemática
Empecemos por lo que no mide: PISA no es una Tabla de Posiciones, ni
el partidor de una Carrera de Caballos, como sugieren los titulares del
oligopolio de la prensa parametrada, que no tienen en general ni idea de lo que
hablan en Educación. PISA ha sido
sumamenmte criticado por establecer ránkings
y listas cuyo objetivo no parece centrarse demasiado en lo educativo, pero lo
ceirto es que de medir, algo mide. A través de la administración de una prueba
de alto nivel de estandarización, y elaborada con el máximo cuidado posible,
trata de averiguar qué saben los discentes (alumnos) de 15 años de edad en los
países de la OCDE, y qué es lo que
están en capacidad de hacer con esos conocimientos fuera de las aulas. Los
conjuntos de destrezas analizadas son tres: Comprensión de Lectura, Matemática y Ciencias. Recordemos que la participación del Perú fue obliterada
en 2003 por decisión del fujimorismo en el poder al ver las cifras nacionales
del Perú en el 2001, y que los resultados PISA no fueron publicados sino hasta
el gobierno de Valentín Paniagua.
Solamente podemos ver las tendencias en Comprensión Lectora, por existir cifras
para 2001, 2009 y 2012; en Ciencias y Matemática tenemos la data última que
algo nos dice, pero no podemos proyectarla. Es que lo que PISA en realidad mide es el desempeño (performance) y la calidad de
los sistemas educativos. Así que no señor, no es que los indios son brutos ni
que los profesores son del SUTEP. Si el puntaje es bajo, lo que falla es todo
el sistema.
En el Perú la evaluación PISA 2012 se aplicó a una muestra de 6,500
estudiantes de 15 años, de 240 colegios privados y públicos, urbanos y rurales.
Hablemos ahora de matemáticas. Al final de esta crónica encontrarás las
fuentes, que son obviamente las de PISA
y otras que fundamentan estos puntos de vista, aparte de la ya mencionada del
Ministerio de Educación del Perú. Tratemos de establecer de frente algunas
observaciones con vocación de conclusiones:
PISA 2012 se centró en evaluar
la capacidad de los estudiantes para formular, emplear e interpretar la
Matemática en diversos contextos. Esto incluye razonar matemáticamente y usar
conceptos matemáticos, procedimientos, hechos y herramientas para describir,
explicar y predecir fenómenos. Se busca que los estudiantes reconozcan el rol
que la Matemática juega en el mundo para elaborar juicios fundamentados y tomar
decisiones como ciudadanos reflexivos.
Ø Shanghai-China
alcanza los más altos puntajes en matemáticas, equivalentes a tres años de
escolaridad de ventaja en relación con el promedio de la OECD; y SEIS AÑOS con relación al Perú. Esto significa en cristiano
que un chico promedio de Shanghai de 15 años de edad es como si hubiera cursado
seis años más de estudios en matemática que un chico peruano promedio.
Ø De
los 64 países y economías OCDE que
cuentan con información entre 2003 y 2012, 25 mejoraron su desempeño en matemática.
No hay manera de saberlo para el Perú.
Ø 13
% de los estudiantes de países OECD están
en los niveles de desempeño 5 y 6 en matemática - los más altos. En el Perú
solamente el 0,5 % pueden operar estratégicamente con modelos de situación
compleja empleando habilidades desarrolladas de pensamiento y razonamiento. En
Shanghai el 55 % de los chicos de 15 años están en los niveles 5 y 6.
Ø Un
23 % de chicos OCDE (32 % del total de países) no alcanzan el
nivel de desempeño 2, es decir no consiguen extraer información relevante de
una fuente única, ni pueden utilizar procedimientos, fórmulas o algoritmos para
resolver problemas que involucren números enteros. En el Perú esa cifra es del 74 %.
Ø Los
chicos superan a las chicas en matemática en 37 de los 65 países; las chicas a
los chicos en cinco.
Los resultados de PISA 2012 en Matemática,
arrojan para el Perú 368 puntos, equivalente estadístico al obtenido por
Colombia (376). El puntaje más alto en América Latina lo tiene Chile (423). De
todos los estudiantes peruanos que rindieron la prueba, solamente el 13 %
alcanzó el nivel de aprendizaje esperado para la edad. Esto sugiere que las
habilidades de los estudiantes peruanos son muy bajas, pues solamente uno de
cada cuatro estudiantes peruanos resuelve los problemas más simples. Algo más
de la mitad de los alumnos no lo logra; en las siete habilidades específicas
definidas para las matemáticas que mide PISA
2012, los resultados son igualmente bajos. Es seguro además que el bajo
desempeño en Comprensión Lectora debe impactar en la comprensión de los
enunciados de las pruebas.
III
Equidad, Atraso escolar; y qué pasa en Ciencias
En todas las áreas se registran
ciertas características comunes. América latina en general y el Perú en
particular tienen entre sus rasgos fundamentales las profundas diferencias
sociales que se reflejan en una marcada desigualdad en la distribución de los
ingresos, y esto se refleja necesariamente en el desempeño frente a la Prueba.
El 5 % de los estudiantes peruanos se ubica aproximadamente en el promedio
general de los chicos de los países de la OCDE en cuanto al promedio general de
las tres áreas de Matemática, Ciencia y Comprensión Lectora. No es difícil
suponer que estos chicos son urbanos, pertenecen a los estratos sociales más
altos y van a colegios particulares. No se observa tampoco en Comprensión
lectora que haya cierre de brecha, aunque en el análisis hecho en el Blog
Satyagraha, de nuestro amigo César
Guadalupe, se señala haber disminución de brecha entre estatales y
privados, con la salvedad que el aumento de la matrícula privada sesga los
resultados de 2012 con respecto a los de 2001 y 2009, y estanca la media. Por cierto estos resultados serían así
razonablemente consistentes con los de las Pruebas Nacionales de Lectura.
También señala Guadalupe la
reducción de los niveles de atraso escolar, la secundaria en 2001 solamente
llegaba a 66 %, en tanto que para el 2012 alcanzaba al 87 %. Por otra parte, nuestro amigo el científico
biólogo Luis Arbaiza manifiesta un
juicio lapidario con el que coincidimos en parte, manifestando algo que vale la
pena copiar tal como él mismo lo manifiesta en redes sociales: El Perú es un
país anti-científico. Pasamos del
penúltimo al último lugar en el mundo en enseñar ciencias, y no se trata de una
casualidad. El Perú tiene la mayor concentración de enemigos de la ciencia del
mundo, están incluso en los lugares donde uno no esperaría hallarlos (cátedras
de epistemología, comisiones sobre ciencia en el Ministerio de Educación, etc.).
La competencia científica es
entendida en PISA como la capacidad de la persona de emplear el
conocimiento científico para identificar problemas, adquirir nuevos
conocimientos, explicar fenómenos científicos y extraer conclusiones basadas en
evidencia sobre temas relacionados con la Ciencia. Además, involucra la
comprensión de los rasgos característicos de la Ciencia, entendida como un
método del conocimiento humano y de investigación. Dentro de este marco, se
busca entender cómo la ciencia y la tecnología influyen en nuestro entorno
material, intelectual y cultural, y el interés por temas científicos como un
ciudadano reflexivo.
En Ciencias los que mejor se desempeñaron
fueron los chicos de Shanghai, Hong Kong, Singapur, Japón y Finlandia.
En los países de la OECD, un 8 % de estudiantes están en
los niveles de desempeño 5 o 6, es decir pueden identificar, explicar y aplicar
conocimiento científico y conocimiento acerca de la Ciencia en una variedad de
de situaciones cotidianas complejas.
Los Estados Unidos de América no registran
recuperación, y su puntaje tiende a acercarse al del promedio, distanciándose
cada vez más del Top Ten en
matemática, ciencia y lectura.
Los resultados de PISA 2012 en Ciencia dan para el Perú
un puntaje de 373 puntos. Chile es el país de puntaje más alto en
Latinoamérica, con 445. Los estudiantes peruanos manifiestan bajas habilidades,
pero falta data para poder seguir juzgando.
IV
Qué Hacer y Qué pasa en Comprensión Lectora
Que se publicaran los resultados
de PISA y que arrancaran los consabidos lamentos nacionales y búsquedas de
cabezas que hacer rodar en torno al asunto era lógico. Ya vimos arriba que no
hay quien aceite a los medios para que traten al gobierno con delicadeza
barroca y guante blanco. Entonces se vuelven pedantes y agresivos, en un rito mediático
que no lleva absolutamente a ninguna parte, pero que da la sensación que algo
se hace. Rescato lo dicho por el Ministro de Educación: Se necesita cambios dramáticos. Creo que ya señalé haberme agradado
sobremanera ver al Gobierno tomando el toro por las astas, ahora vamos a ver si
la mafia no le pone demasiados troncos en la ruta, sería terrible para ellos
que tuviera éxito en lo que se está proponiendo, y apuesto doble contra
sencillo que lo acusarán de estatista, chavista o comunista por querer hacer
algo. El problema de fondo está en el
qué se va a hacer: Poner libros, infraestructura, Bibliotecas, computadoras, tablets está bien, pero no significa
absolutamente nada si no se toma en cuenta el aspecto humano del asunto: El
maestro. No se puede avanzar en el aula, que es donde las papas queman, con
maestros desmotivados, maltratados, mal pagados, sin recursos ni ayuda. Qué
fácil es echar la culpa, qué difícil garantizar que cada aula tenga docentes
competentes y motivados en Lectura, Ciencias y Matemática. Porque es de esto
que se trata todo el asunto.
PISA define a la competencia lectora como la capacidad que tiene la persona para comprender, usar, reflexionar e
involucrarse con textos escritos; y, de este modo, sea posible alcanzar metas
propias, desarrollar conocimientos, así como participar en la sociedad.
32 de los 64 países mejoraron su
desempeño en Comprensión Lectora. Esto incluye al Perú.
En Comprensión Lectora, el 8 % de
chicos OECD están en los Niveles 5 o
6. En Shanghai son el 25 % y en Finlandia el 10 %. En el Perú son el 0,6 % los
que pueden gestionar textos que no les son familiares en forma y/o contenido y
pueden llevar a efecto un análisis fino de éstos.
Entre los años 2000 y 2012
Albania, Israel y Polonia lograron aumentar sus porcentajes de chicos en los
niveles 5 y 6 y reducir los de niveles 0 y 1.
Entre los años 2000 y 2012 la
brecha de género a favor de las chicas en comprensión lectora sde amplió en
once países.
En las pruebas de Lectura, el Perú
obtuvo 384 puntos. En América Latina, los países de puntaje más alto son Chile
y Costa Rica, empatados en 441. En Comprensión Lectora el Perú ha progresado regularmente
desde el 2001, incrementando en total 57 puntos, de 327 en el 2001 a 384 en el
2012. Entre 2009 y 2012 el aumento ha sido de 14 puntos. Parece que debe
atribuirse hipotéticamente este crecimiento a dos factores importantes: El Plan Lector y la mayor conciencia de las familias que ha redundado en la formación de
hábitos lectores. Esta hipótesis es completamente personal, pero parece
sustentarse en la reducción de la cantidad de estudiantes en los niveles más
bajos de aprendizaje. Aunque como señaló Hugo
Díaz en su momento, empezar tan bajo como punto de partida suele sesgar
resultados.
Claro que las habilidades de los
estudiantes son bajas, más del 60 por ciento sólo puede resolver como máximo los
problemas más sencillos. Ahora bien, el Perú muestra progreso sostenido en esta
área desde 2001, a diferencia de los demás países latinoamericanos que muestran
tendencias oscilantes o incluso un decidido deterioro, como es el caso de Argentina
y Colombia. En el 2001 el 80 % de los chicos y chicas estaba en la situación en
la que en 2012 estaba el 60 %. Digamos que no es para saltar en una pata pero por
algo se empieza. Los que hoy están en el Nivel 1 de Desempeño hubieran estado
en el 2001 e incluso en el 2009 por debajo de ese nivel. La mejora está sesgada
por el bajísimo punto de partida, y en alguna medida por el progreso económico
general del país, y es obvio que el sistema educativo no es que haya cambiado
como para justificar el crecimiento, si hay algo que en este momento no
necesitamos son triunfalismos hechizos.
V
Colofón
Pero el problema de fondo está en
el concepto que se tiene de la educación y de sus fines. Mientras la Educación
siga siendo mercancía y herramienta de exclusión social, no superaremos el
problema. El sistema tal como está produce estafa, desempleo y migración. De
nosotros depende que cambie. Pero son las autoridades las que deben liderar el
esfuerzo nacional, y dramáticamente. Un Esfuerzo Nacional para Leer es Imperativo,
ahora mismo.
(Nota: Las fuentes empleadas en
esta Crónica han sido las siguientes, y las citas muchas veces se han
incorporado sin comilas en el texto, menos mal no trabajo para el oligopolio d
ela prensa:
http://www.oecd.org/pisa/keyfindings/pisa-2012-results-overview.pdf;
http://www.oecd.org/pisa/keyfindings/pisa-2012-results.htm;
http://www.theguardian.com/news/datablog/2013/dec/03/pisa-results-country-best-reading-maths-science#
)
CRÓNICAS DE LECTURAS – 68
Historiadores Romanos
I
La Historia y la Roma de la Edad de Oro
Se supone que el Imperio Romano
epitomiza y resume toda la Edad Antigua en un solo estado universal que
terminará por abarcar políticamente la mayor parte de la Geografía de las
civilizaciones del mundo. Y esto que acabo de decir, que es la creencia que
todo el mundo tiene hoy en día en Occidente, corrobora una idea que me ronda
hace mucho y que se puede resumir en la letra de una canción de moda: Johnny, la gente está muy loca. Si
yuxtaponemos el mapa del Imperio Romano al del Imperio de Alejandro Magno, vemos que fuera del Imperio Romano hay inmensos territorios,
como Persia, actual Irán, que fue Imperio mucho antes que Roma, y que los
romanos nunca conquistaron, sólo Alejandro
Magno lo retuvo completo y no por mucho tiempo. Mesopotamia fue ocupada
poco tiempo. Y más allá la India, Tibet, Ceilán, Camboja, Viet, Sillá, China y
Japón indican que Roma no jugaba sola entonces, ni hoy los Estados Unidos. Pero
tanto romanos como estadounidenses presentan una exagerada autoestima que
conduce a la xenófoba tendencia a contemplar el propio ombligo como eje del mundo,
dejando al resto como comparsas. Cosas del “destino manifiesto”, sospecho. La
historia de la cultura artística y literaria de Roma suele dividirse en edades
de oro, plata y cobre, presentando una cierta imperial obsesión con la
Decadencia. Obras de ficción como El
Señor de los Anillos dejan un análogo tufillo a Nostalgia del Apogeo muy
de la Edad Media, y que en el Renacimiento y la Reforma estallarán en
antipatías religiosas y culturales.
La Roma que el Emperador Adrianocalificó de Eterna no se quedó
en Roma. Como un espíritu acosado por los bárbaros, Roma se fugó de varios
modos con las familias y grupos que abandonaban los bienes acumulados y dejaban
atrás siglos de permanencia. Mediolanum (Milán) y Ravena le robaron el mando
político, en el arte y la literatura la fuga fue hacia Bizancio /
Constantinopla. Cuando en las últimas décadas del siglo V d.C. los Hérulos
saquearon lo poco que dejaron godos y vándalos, el analfabeto Odoacroenvió las insignias imperiales
al Emperador de Constantinopla. El Imperio sobre el mundo le quedaba grande a la desastrada urbe, Constantinopla devino la
Segunda Roma, aunque eventualmente cayó también. Por cierto que estoy seguro
que a la derrota de 1453 los historiadores le cargaron las tintas porque el
vencedor era turco, y musulmán quien haría de la Ciudad de Constantino la Sublime Puerta (Estambul). Se barrió
bajo la alfombra la destrucción de 1204 por los cristianísimos cruzados, cuyo
entusiasmo saqueador dio envidia a Godos, Vándalos, Hérulos y Otomanos. Tal vez
por ello el Espíritu de Roma no se fue a París, Londres, Berlín, Nueva York, o
retornó a la Roma revivida por la Iglesia Católica; sino hacia un Moscú más
primitivo pero en definitiva más seguro a pesar de mongoles y tártaros.
Así perduró el espíritu de Roma,
y si a Grecia se le debe la Ciencia, la Lógica y la Democracia; a Roma se le debe el estado, las
leyes y el orden jurídico. En frase feliz de Marguerite Yourcenar, Roma veló sobre el Dios desarmado, mientras
pudo. Una parte sustancial de Roma reside en la idea del Poder, para entenderlo
hay que ir hasta el momento en que los dos gemelos ahítos de leche de loba
marcaron el destino del mundo sobre las Siete Colinas. Hay que conocer a Numa Pompilio y Evandro, a Virgilio y Lucano y al griego romanizado Polibio; a Catón el Censor y Marco Tulio Cicerón; a Lucrecio, Catulo y los historiadores Tito
Livio y Cayo Crispo Salustio, a Publio Virgilio Marón, a Suetonio y Tácito; y a Cayo Julio César,
Octavio César Augusto y Cayo Petronio, cuando menos. Los romanos copiaron
los modelos de Grecia en Filosofía, Retórica, Oratoria, Literatura, Poesía e
Historia, y se los adaptaron. Tito Livio
inicia la cosa. Es si se quiere el “menos griego” de todos, y aún así asume el
viaje de Eneas – tal como lo narrará
Publio Virgilio Marón - como
principio de la Historia Romana, con lo que empata a Roma con la leyenda de la
Troya Heroica de Príamo, Eneas y Héctor. Cayo Julio César es historiador de sí
mismo, talentoso y excelente manipulador del idioma y del pueblo, salvando las
distancias es como un Herodoto
romano. Y Salustio parece resistir
bien la comparación con Tucídides,
aunque sea un partisano y la objetividad no signifique gran cosa para él.
II
Tito Livio y Las Décadas (Ab Urbe
Condita libri)
A mí siempre me ha gustado Tito Livio (59 a C – 17 d C), porque lo
que él hace en las Décadas es lo que
la Historia debería ser siempre cuando uno es niño: Un conjunto de cuentitos
dirigido a mejorar nuestra autoestima como comunidad, y ojo que sirvió así no
solamente en la Roma Imperial sino en la Italia del Quattrocentoy hasta la del Risorgimento.
Cine Cittá se apropió de sus relatos para filmar decenas de películas de bajo
presupuesto en blanco y negro o a todo color. Todo esto para estatuir que
aunque Roma no fue como Tito Livio
dijo que fue, lo importante no es la fidelidad a los hechos (a quien le importa
eso), sino que todos se creyeron los cuentos edificantes de Tito Livio, hasta el propio Tito Livio. Ab urbe conditia libri (“Desde
la fundación de la ciudad”) es el nombre con que se conoce a esta obra
monumental, de la que se conservan solo 35 de sus 142 libros. Empieza con el
desembarco del príncipe troyano Eneas en la desembocadura del Tíber,
y la fundación de la ciudad de Roma por los gemelos de la loba, Rómulo
y Remo. La calidad literaria de la obra y su fiabilidad en las
partes claramente no legendarias están corroboradas con otras fuentes - grandes
secciones de la obra pueden ser utilizadas como fuente histórica sin
remordimientos, aunque quede claro que la intención del autor es glorificar a
Roma y a los romanos. No otra función tienen las historias que narra que
conocemos básicamente por él, aunque las tomara de Polibio, Catón el Viejo
y otros: La leyenda de Rómulo y Remo, el rapto de las
sabinas, el combate de los Tres Horacios y los Tres Curiacios,
la defensa del puente por Horacio Cocles, la mano quemada de Mucio
Escévola, el Vae Victis! de Breno,
la violación de Lucrecia, la instauración de la República, etcétera.
Lo más interesante de Ab Urbe Condita Libri no es la
información histórica que conforme se va más atrás se basa en fuentes cada vez
más legendarias, sino la pretensión de Tito
Livio al escribirla, la intención con la que se escribe la historia tiene
inmensa importancia. Tito Livio
empieza su gran obra aproximadamente donde la deja su contemporáneo –
igualmente protegido por el estado - el poeta Publio Virgilio Marón en La
Eneida. La historia científica es relativamente nueva, la narrativa
histórica a veces simplemente continúa con los mitos, erigiendo una sencilla
superestructura ideológica para consumo de las masas que las clases dirigentes
fomentan e imponen a toda la sociedad, en función de objetivos no siempre
evidentes. Se plantea un cierto deber ser a través de la Historia, los
historiadores son siempre moralistas, gústeles o no, y sépanlo o no. Los
personajes y los hechos del pasado se narran para establecer paradigmas para
consumo de los contemporáneos. Presentan y representan opinión, estado mental,
corriente o ideología; antes que dirigirla. Tito Livio la tenía muy clara, pues cuando llega a tiempos
históricos de los que cuenta con fuentes, empleará un libro para contar lo que
pasó en un año, y eso aunque en sus primeros diez libros abarque más de cinco
siglos de “historia romana”. En sus frases de tono moralista se nota la
intención de plantear un ser-romano particular, funcional al Estado Imperial
que asoma en el horizonte: La ley es sorda e inexorable, incapaz de
ablandamiento ni de benignidad; La verdad puede
eclipsarse pero no extinguirse;
Ningún favor produce una gratitud menos permanente que el don de
la libertad especialmente entre aquellos pueblos que están dispuestos a
hacer mal uso de ella (Esta declaración es claramente un dardo contra los
no romanos);Para un buen general,
la muerte no tiene importancia;
Por los hechos, no por las palabras, se han de apreciar los amigos. Nótese
como se va marcando un estereotipo de carácter romano deseable para el Imperio
en ciernes, sosteniendo las virtudes republicanas más convenientes, y morigerando
otras para prevenirle problemas al reciente advenido princeps. No fue Tito Livio,
por otra parte, incondicional del César
Augusto, más bien un crítico benévolo y amistoso. Es decir más útil todavía.
Puedes encontrar esta obra capital de Tito Livio en el enlace: https://sites.google.com/site/adduartes/tito-livio
III
Cayo Julio César y Comentarios de
la Guerra de las Galias (De Bello Gallico)
Pasa con Julio César lo que pasa con todos los grandes personajes
históricos, que además de ser escriturados son elevados a la leyenda, y llegan
así a ser no solamente conocidos, sino ad-mirados,
es decir, presentados como ejemplo o paradigma de un cierto deber-ser. Los
juicios apreciativos de la Historia tienden a ser lapidarios en positivo: Julio César, dícese, es uno de los Tres
Grandes Capitanes de la historia, con Alejandro
Magno y Napoleón Bonaparte, lo
que parece ser muy importante. Yo discrepo en la valoración moral de este
hecho: Me parece a mí – escandalizaré con esta opinión y me importa un comino –
que el desconocido inventor del papel
higiénico (¿Dónde andará su monumento?) o el Capitán US Army Doctor Walter Reed y
los valientes soldados que se inocularon gérmenes en interés de la ciencia y por el bien de la humanidad hicieron
muchísimo más que los tales Grandes Capitanes y para el caso todos los demás
que pudiéramos juntarles. Asesinar más gente durante más tiempo, con mayor
eficiencia y a menor costo, no me parece sea un gran logro como para
enorgullecerse y registrar en los anales de la Historia. Juicios de más
equilibrio aprecian la obra positiva de estos Tres y colocan el tema militar en
su contexto: La Gran Biblioteca de Alejandría, la pax romana y el Código Napoleónico me resultan más potables que las
montañas de cadáveres de Arbela, Alesia o Austerlitz. Pero por alguna razón
genética, los seres humanos encontramos satisfacción en la conducta guerrera, y
en glorificar a los mayores carniceros, aunque sorprende un tanto que estos
Tres Grandes Capitanes formen un
occidental club en el que no están Genghis
Khan, Timur Lenk, Tchaka, José Stalin o Adolfo Hitler. Puede atribuirse al
hecho de que Occidente se ve a sí mismo con cierta complacencia Spengleriana y
está dispuesto a perdonarse los cadáveres que no le perdona a esos otros,
extraños a Occidente o hijos rechazados. Que Napoleón sea igualado a Hitler
como Anticristo
en la hechiza y mítica Historiografía de Nostradamus,
por ejemplo, indica su raíz reaccionaria.
Hecha la crítica al concepto,
vayamos al hombre: La dominante y extraordinaria personalidad de Cayo Julio César, historiador de sí
mismo como el heleno Jenofonte;
excepcional estadista; magnífico general – he de decir que para mí un buen
general es el que economiza la sangre, no el que la derrocha; el que combate a
pesar suyo y no por prurito -; y gran escritor en los géneros lírico, dramático
y científico, aunque mucho de su obra se ha perdido. Tal como el Académico Napoleón Bonaparte o el erudito persa Omar Khayyam, no despreciaba ni las
Bellas Artes ni las Ciencias Exactas, y eso habla del hombre. El estilo en su
obra es intencionadamente sobrio, le basta mostrar y no extrema demasiado la
expresión, trata siempre de ser preciso en lo que quiere decir, y en eso es
maestro de historiadores, ni le faltan ni le sobran palabras: …
aunque nadie dudaba que se trataba de tomar las armas contra César, con todo
eso determinó éste sufrirlo todo mientras le quedaba alguna esperanza de
disputar sus derechos en justicia antes que romper la guerra. Pidió César al
Senado que Pompeyo renunciase al poder, prometiendo imitarle; de lo contrario,
añadió, César sabrá mantenerse digno de él y defenderá a su patria. Así
terminan los Comentarios de la Guerra de
las Galias, casi como prometiendo que ya llega y ya viene la Segunda parte
del cuento en los Comentarios de la
Guerra Civil (De Bello Civile), que empiezan en donde se quedó en las Galias. Posee talento en el
ejercicio del agudo sentido teatral de los políticos, como además un proverbial
dominio de la lengua latina, por lo que su obra se ha empleado muchísimo a lo
largo de los siglos para enseñar el latín.
Encontrarás esta obra en http://www.ricardocosta.com/sites/default/files/pdfs/julio_cesar_-_la_guerra_de_las_galias_0.pdf
IV
Cayo Crispo Salustio y La Guerra
de Yugurta
La primera pregunta que me harían
los expertos, y con razón, es por qué elijo a Salustio cuando andan por ahí sueltos Suetonio y Tácito e
incluso Polibio. A mí me gustan más
aquellos que Salustio, pero como
trato de mantener un criterio más o menos objetivo, no basado en exclusiva en
mi preferencia, acudo al criterio de lo contemporáneo:. Cayo Crispo Salustio (86 – 34 a.C.) corresponde más o menos a la
llamada Edad de Oro inmediatamente pre-imperial, con Julio César y Tito Livio,
y eso tiene alguna significancia. Además Suetonio
y Tácito están centrados en lo que
ven como decadencia imperial, no en la expansión y apogeo que la agresiva Roma
republicana está obteniendo. Y en cuanto a Polibio,
narra lo mismo que el mencionado Tito
Livio, y toda repetición es una ofensa. Tiene Salustio en común con los mencionados la crítica acerba de las
costumbres, en cuya descomposición ve la causa del colapso de la República,
particularmente en el tema de la corrupción. Uno se lee la interesante Guerra de Yugurta y por momentos parece
que debería titularse: De cómo Yugurta casi le gana la guerra a Roma sobornando senadores y funcionarios
romanos. Da la sensación que Roma era una inmensa casa de pignoración
donde todo se compraba y se vendía, todo se ofrecía al mejor postor y cada cual
tenía su precio. Ni más ni menos que ahora. Por lo que sabemos Salustio algo debía saber del asunto,
pues parece que participaba con grande y activo entusiasmo de la debacle moral
imperante, de la que tan amargamente se queja pero de la que se beneficiaba a
manos llenas. Es posible que en su obra tratara de sembrar, como mucha gente corrupta
hace, un bosque en donde esconder su propio árbol de sí mismo y de los otros.
Todos creemos actuar con la mejor de las intenciones, o por lo menos sabemos
cubrir con mayor o menor talento nuestras huellas. Salustio fue experto en las técnicas del saqueo organizado que los
romanos llamaban “gobernar provincias conquistadas”, y precisamente le tocó
gobernar la Numidia sobre la que escribe. Ya desde antes había practicado el
arte de la malversación de fondos públicos como cuestor, pretor y tribuno de la
plebe, no se explica de otro modo esa furia moralizadora que en verdad no tenía
derecho a plantear. Tal vez habían prescrito sus delitos de corrupción, y el
único tribunal ante el que le faltaba descargarse era el Tribunal de la
Historia, y no es el primero ni será el último que despotricará contra la
corrupción habiendo sido él mismo un ejemplo vivo de ella.
Claro que nada de esto tiene que
ver con su desempeño como historiador, en donde alcanza calidad en la expresión
de ideas y la exposición de hechos. Su manera de expresarse se basa en una
cortante y algo nerviosa concisión y el empleo arcaizante de los tiempos de
verbo en latín, que en la traducción castellana es un a veces angustioso tiempo
presente. Este calculado estilo no fue constante en su producción, pues en su
anterior Conjuración de Catilina
parece que había de cuando en cuando sentido la necesidad de hacer largas
digresiones para explicar hechos de la historia romana que supone sus lectores
no tienen presente, o de transcribir largas secciones de discursos. Pero al
escribir la Guerra de Yugurta ya se
ha pulido, en especial en la detallada elaboración de las descripciones de la
geografía africana, tanto la física como la climática y la humana, que como
hemos dicho conocía de primera mano al haber gobernado aquella tierra en nombre
del Senado y del Pueblo de Roma. Aprovechó bien la estancia para recoger la
información necesaria que luego convirtió en Historia. Desfilan por sus páginas el propio Yugurta y los romanos Metelo, Mario, Sila, Catón y otros; y el desempeño de cada
cual en la guerra de Yugurta termina en el anuncio que Yugurta era traído a Roma encadenado, y Mario celebró su triunfo con gran solemnidad en las calendas de Enero. Y
desde entonces todo el poder, toda la esperanza de la República parecían
vinculados a su persona.
Podemos hallar La Guerra de Yugurta y La Conjuración de Catilina en: http://www.dominiopublico.gov.br/pesquisa/PesquisaObraForm.do?select_action=&co_autor=2068
V
Colofón
Y hasta aquí Roma. Podremos
eventualmente hacer una o dos Crónicas más sobre Roma, pero ya no serán
inmediatas, pues nos sentimos que hasta ahora vamos cumpliendo. Trataremos allí
de acercarnos algo más a la literatura romana en su conjunto. Entre tanto,
punto.
CRÓNICAS DE LECTURAS – 69
Lectura en Pantalla (on line
y off line)
I
Lectura en Pantalla
Leemos signos impresos, pintados,
grabados e incluso manuscritos sobre un conjunto de superficies planas
encuadernadas entre dos tapas, así ha sido desde algo más de cinco siglos. Según
UNESCO hay un libro si el conjunto de signos se despliega en no menos de
cuarentinueve (49) de esas superficies planas (en adelante páginas), a razón de
dos (2) por cada hoja de papel, lo que da veinticinco (25) hojas. De cinco a
cuarentiocho páginas (3 a 24 hojas) es un folleto y menos que eso hojas
sueltas. Antes, los rollos de papiro obligaban a la lectura lineal, avanzar
o retroceder en un libro no era compatible con el libro-rollo, no se iba al
final a ver en qué terminaba la aventura. Pero el mundo cambia: Entre papiro y papel
hubo pergamino, que sugiere el ir y venir por el texto, hojear para ojear. El
libro-rollo y el libro de hojas se transportan fácilmente, pero se maneja mejor
un almacén de una Biblioteca con libros que con rollos. A fines del Siglo XX llega
otro cambio radical en los soportes para leer, que pasan del papel a un formato
documentario virtual. Crece el empleo del libro digital (o libro virtual, libro
electrónico, ciberlibro, e-book, eBook, etcétera) en la lectura normal y
en la profesional, como en la conservación de documentos. Surge el audiolibro
para personas con discapacidad visual y para su empleo en museos y espacios
turísticos. Leer en pantalla y mover lectores hacia ella es una etapa que, como
la del pergamino, durará poco dado el acelerado desarrollo de soportes
portátiles para leer, en los que llevarás tu Biblioteca Virtual y leerás lo que sea, donde sea y cuando te dé los
forros. Estamos en la cresta de la ola del cambio y la hojarasca es barrida
por el viento.
Pese a la inminencia de más
cambios profundos en el leer, éstos no se avizoran claramente. Predictores de
escenarios, planificadores educativos y demás profetas y sibilas están
sumamente desconcertados: Lo imprevisible del devenir humano hace que prever
qué pasará en los próximos cinco o diez años se vea iluso, no digamos los
próximos veinte o cincuenta: El equipamiento en las escuelas queda obsoleto con
vergonzosa premura; en especial en un Perú donde la desconfianza manda y se le
teme tanto alo maestro que se le pretende reducir al estatus de pulsador de botones. No se hace la muy necesaria investigación
básica y aplicada y seguimos sin saber a estas alturas qué pasa exactamente en
el cerebro cuando leemos, y menos aún qué pasa con la lectura en pantalla y si
hay diferencia entre la lectura on – line (lectura en tiempo real y
enlace en directo con la world wide web)
y la lectura off-line (lectura de documento en pantalla desde su almacén
virtual). Las preguntas son claras: ¿Nuestros cerebros actúan distinto y se
desarrollan de forma diferente dependiendo del formato de lectura? ¿Decodificamos
y/o comprendemos mejor leyendo en impreso o en pantalla? ¿Qué diferencia hay
entre leer on line y off-line?
II
Una primera aproximación
Todo empieza y
termina con las personas. Tratar de formatear a la gente no funciona porque se
parte del supuesto equivocado de que la gente es formateable. Pero sí es cierto
que la gente posee una historia y un presente cognitivo y metacognitivo. A mí,
como a la gran mayoría, el destino me encontró cuando empecé a usar
computadoras: La necesidad convoca a la herramienta y el contexto manda:
Durante el desastroso gobierno de Alan
Damián García (1985 – 1990) la galopante hiperinflación hacía del cálculo
de costos un infierno para los que chambeábamos en hoteles, en particular en el
rubro de Alimentos y Bebidas. Los precios se alzaban vertiginosos y dejaban
atrás los procesos tradicionales de costeo. Vi la luz con las Hojas de Cálculo,
se me representó un costeo de pocas horas de duración, pregunté tres o cuatro
cosas, conseguí unas proformas y alegremente expuse mis ideas a la
gerontocracia gobernante. Me sentía en la punta de la Tecnología de Punta, en
la mismísima vanguardia de la innovación, y me expresé, creo, de manera en exceso entusiasta. La expresión
de entusiasmo casi me cuesta el puesto: mis jefes eran dinosaurios con los
sesos en la cola y no aceptaban que un jovenzuelo de fuera de la argolla les
dictara el futuro, y yo no sabía aún que tener razón antes de tiempo es peor
que equivocarse. Bueno, esto ya es Historia, salvé el puesto a duras penas y
pensé, como el Potro de Horacio Quiroga:
Ya llegará el día en que se diviertan.
Pero tal día no llegó, la empresa se privatizó y pasaron cosas que para qué te
cuento. Por mi cuenta compré mi computadora a plazos, y otra, y luego otra más.
Y cada cual contaba con más memoria de almacenaje (soporte físico para una
Biblioteca Virtual), creciente velocidad de procesamiento RAM, pantallas de
mayor resolución, tarjetas gráficas más potentes, las últimas versiones de
programas de software, etcétera. Incluso encontré los primeros programas para
libros digitalizados. Y por último y a la vez, surgió la www y todo lo avasalló.
Cuando decidí formar mi
Biblioteca Virtual dispuse de los libros en Pantalla como si fueran físicos.
Los codifiqué según el Sistema Dewey,
pues la diferencia entre una ruma de libros y una Biblioteca es el orden y el
registro; y si bien no soy bibliotecario profesional tenía (y tengo) libros,
folletos y formatos impresos en tal cantidad que se justificaba sistematizar.
Ya tenía la experiencia de haberlo hecho en un par de Bibliotecas institucionales
con el apoyo de alumnos que hacían prácticas. Mi Biblioteca Física es grande,
contiene a la fecha algunos millares de libros y otros formatos; pero tengo
bastantes más títulos en la Biblioteca Virtual. Como en todo lo novedoso, las
ventajas parecen mayores que los inconvenientes; y cuando surgen las
desventajas hay que aprender a minimizarlas. En esto no hay maestro mejor que
la experiencia, cada persona en su aproximación cuenta con un juego propio
en asuntos como los ítems de
clasificación que es a la vez, bendito sea Dios, el criterio de almacenaje en
el disco duro – u otro soporte. No tienes por qué apegarte a rajatabla a la
Clasificación Dewey, pensada para
las Bibliotecas del Mundo entero, porque tus necesidades son diferentes de las
mías y no necesariamente empatarán. No sabíamos muy bien como se comía eso de
la personalización antes de la explosión de computadoras / ordenadores y
conexiones en red, estábamos mucho más acostumbrados a acomodarnos a la
estandarización que a que ésta se acomodara a nosotros. Creo que este es uno de
los principales cambios en la relación del pueblo común y corriente con la
ciencia y la tecnología, para bien en mi opinión.
III
Enfoque “abajo-arriba”
El enfoque arriba-abajo es grosso
modo un modo de entender la comprensión lectora centrado en el lector; en
tanto que el enfoque abajo-arriba se centra en el texto a
comprender. La diferencia fundamental entre leer en libro y leer en pantalla
parece estar precisamente en lo que está “abajo”, y parece conveniente empezar
por aquí. Para ver en qué medida se lee distinto tenemos que identificar los
formatos digitales de la lectura, y sus diferencias con el clásico: Para
empezar están los libros electrónicos
o ebooks, que aparecen en 1971 con el
Proyecto Gutenberg, primera
Biblioteca Digital. En el 2001 los primeros autores en poner a la venta ebooks con éxito fueron Stephen King y Vladimir Putin. Los ebooks
son la versión más cercana al formato en papel, e incluso a veces son sólo el
calco en facsímil de anteriores ediciones en papel, en especial los de formato .pdf, aunque los hay de formato .doc y .rtf, modificables con el programa Word. Se puede disponer del archivo en el propio disco duro o
soporte equivalente (en cuyo caso se accede a él off-line) o consultarlo a
través de una página web que
proporcione una Biblioteca Virtual (acceso on-line). Se ahorra un ingente
espacio físico almacenando libros en el disco duro o soportes análogos.
Confieso que daría lo que fuera por una tablet
o equivalente en la que portara mi acervo bibliográfico y documental entero,
tal como aparece en las novelas de ciencia ficción. Sus principales ventajas
residen en la conservación y transporte de archivos, así como en el inmediato
acceso cuando se los necesita. El brillo de la pantalla aún dificulta la
lectura, la vista se cansa en especial para miopes y/o astigmáticos. Pero se
desarrollan a todo meter soportes que resuelven este problema. Otra ventaja es
el de la transcripción de citas para estudios o trabajos académicos, gracias al
famoso copy and paste. En el tablet se lee off-line, aunque coexista
con la lectura on-line en Bibliotecas Virtuales con documentos digitalizados y
e-books ofrecidos al público por
Internet.
La lectura en pantalla on-line
presenta entre su fauna indígena al hipertexto, forma de estructurar
información a través de links o enlaces o hipervínculos integrados a la interfaz del usuario, la idea es que
cuando en el proceso de la lectura encuentras un concepto resaltado con hipervínculo
significa que puedes interrumpir la lectura que haces para hacer click sobre él e iniciar una lectura
subsidiaria en otra página referente al concepto vinculado o enlazado en la
lectura anterior. El efecto es bifurcar la lectura, al salir de la primera para
aclarar o completar un concepto en la segunda. En teoría al concluir esa
“lectura secundaria” vuelves a la lectura anterior, en la práctica el retorno
se dificulta. Por ejemplo, puedes encontrar hipervínculos
“terciarios” al interior del hipervínculo
“secundario”, interesarte en ellos y continuar haciendo clicks de manera que tu atención se desconcentra de la “lectura
primaria”. Al “recentrarte” vuelves
primario lo que era secundario, y te pierdes tal como dice la metáfora: irse por
las ramas. Ese vagar por las armas y perderte del tronco del árbol desgracia
la lectura como proceso sucesivo de decodificación / comprensión, porque el
esquema de la lectura se va descubriendo – o construyendo - conforme lees. El
riesgo en la lectura en pantalla on-line es perder el proceso al
internarte en cada detalle hipervinculado. Claro que esto ya es enfoque arriba-abajo
a desarrollar en la parte siguiente. Quedándonos en el soporte, digamos que la
cantidad de hipertexto hipervinculado
puede operar como un regressus-in-infinitum
(retroceso al infinito) y llevar
al lector a callejones sin salida conceptuales. Cada concepto empleado en una
proposición posee una definición formulada a su vez por conceptos. Cada
concepto a su vez posee una definición, formulada a su vez por conceptos, y cada
concepto … y lo dejamos aquí precisamente para no retroceder hacia el infinito y perdernos. Parece claro ser éste
el problema a enfrentar, la pérdida de los vínculos lógicos en el tronco
principal de la argumentación, que los hipertextos
estorban. Para ser competente en operar hipertextos
se requeriría autodisciplina intelectual basada en el dominio del lenguaje de
la Lógica Booleana y la Teoría de Conjuntos. Los hipervínculos y demás formas de organizar textos on-line
son masivos en las Comunidades Virtuales (Facebook, Twitter, Google+, etc.), los e-zines (revistas electrónicas de estructura hipertextual) y los Blogs (Bitácoras web que recopilan cronológicamente diversos tipos de archivos de
texto, imagen y sonido de uno o más autores).
IV
Enfoque “arriba-abajo”
Ya le echamos un vistazo a los
soportes (abajo); ahora vamos arriba, directo al cerebro de los
lectores: Leer es un acto cognitivo complejo, las operaciones cerebrales de la
lectura se suelen explicar como un Doble Proceso combinado de decodificación y comprensión. La Decodificación se automatiza con la práctica y
traduce y acumula letras, fonemas, palabras, frases, oraciones, enunciados y
proposiciones; con los que construye sucesivas unidades de sentido. La
constante y más o menos fluida sucesión decodificadora da lugar a que el
cerebro “se adelante” y produzca “predicciones” sobre lo que vendrá después: Si
lees la sucesión t-i-e-r-r- es muy probable que ya sepas que lo que
viene es la “a” de t-i-e-r-r-a. Y si viene “i”, es
probable que te inclines a predecir t-i-e-r-r-i … -t-a. Mil disculpas
por el chabacano ejemplo. La predicción puede considerarse la primera parte del
paso del automatismo decodificador a la comprensión
lectora. Después de todo, comprender “tierra” no es igual que
comprender “tierrita”, y no es lo mismo decir L1: “estamos en mi
tierra” que L2: “estamos en mi tierrita”; comprender nos hace conscientes, por ejemplo, del contenido
emocional (connotación) en L2, que L1 no posee. Y a una oración se suma otra, y
a un párrafo otro, y a un capítulo le sigue otro; las comprensiones parciales
se siguen prediciendo y acumulando en mayores unidades de sentido para llegar a
poder producir eventualmente valoraciones de diverso tipo, tales como “Este libro parece de redacción descuidada”;
“el sistema de ideas tal no es coherente
(o sí lo es, o lo es parcialmente)”; “el
informe registra hechos pero no interpreta”; “este poema es hermoso”; etcétera. Los dos conjuntos de
microoperaciones y macrooperaciones conforman el acto de la lectura; la
decodificación actúa sobre las pequeñas unidades; y la predicción / comprensión
sobre las grandes (párrafos, capítulos, libros). Ateniéndonos a esta
explicación, que trato sea lo más corta y coherente posible, podemos buscar
diferencias entre leer en pantalla y leer en formato tradicional.
La experiencia sugiere que el
cerebro percibe la lectura impresa espacialmente delimitada: Hay unas
coordenadas físicas tridimensionales: Un arriba – abajo dado por el
grosor del libro percibido con la vista y el tacto, mas una dirección y un vector
izquierda – derecha (derecha – izquierda en las lenguas semíticas; arriba
– abajo en las de extremo oriente). Aunque sigue habiendo dirección y
vector en la pantalla, la apercepción del grosor impide ciertas predicciones,
no se sabe cinestésicamente de qué tamaño es el artículo, libro o enciclopedia
que se lee, y esto repercute en el contexto predictivo. Hay otra diferencia
cinestésica: las manos actúan pasando las páginas del libro impreso en un
complejo proceso de coordinación vista-mano, en cambio mover la página en un
texto en pantalla sin división natural en páginas no es ciertamente posible en
la lectura on-line (sí en la off-line, aunque no al modo del libro
clásico), y debe emplearse el mouse (ratón) o una tecla de “bajada” para
“avanzar” el texto, y de “subida” para retrocederlo. El juego de asociaciones
(base de la memoria y del aprendizaje) en el libro físico es distinto que el de
la pantalla, como sugiere una investigación de Kate Garland, de la Universidad de Leicester: Con el libro físico
la mente tendría más juego para hacer sinapsis al haber más puntos físicos de
referencia percibibles por los sentidos, que permiten mayor cantidad de
asociaciones. La estructura física del libro apoya la evocación de los datos,
como cuando sabes que en la página 268 entra en Moria la Comunidad del Anillo;
o que la explicación de la simbiosis está en el capítulo XV. La pantalla plana
limita estas percepciones y la “memorabilidad” de los textos. En este aspecto todo
parece reducirse a que los cambios en la pantalla pueden llevar a que a uno “se
le mueva el piso”, es decir, que no tenga referencias fijas que establecer en
el momento que lee, es decir menos perchas cognitivas de las que colgar las
ideas, cuestión central en la construcción de estructuras cognitivas.
Una investigación de Jakob Nielsen sugiere que el tamaño de
la Pantalla cuenta – tal vez esto explique la actual popularidad de las
pantallas de gran tamaño, así como su creciente resolución, lo que también se
observa en la Televisión y el Cine. A menor área de pantalla más pequeño el contexto
en el que se ubica la información y menor evocación de sus contenidos. Pero no
parece que esto se diferencie mucho del problema de los minilibros en factura
clásica de papel, o de tratar de leer la Enciclopedia
Colliers con una lupa de 2 centímetros de diámetro. En mi opinión – y
solamente eso, sometida a mejor data y salvo error u opinión - todo parece
indicar que las diferencias de lectura entre lo digital y lo clásico en papel
son solamente de grado, y por ello únicamente requieren de un período razonable
de adaptación al cambio. Hay datos que así lo sugieren: Los niños británicos
tienden a leer más en formatos digitales, particularmente computadoras. Los
estadounidenses adultos y niños poseen más tablets
y leen más en ellos. Los rusos y españoles leen mucho más en digital que hace
cinco años.
V
Colofón
Parece ser claro que se lee más
que antes, aunque no podemos concluir nada aún en referencia de los procesos de
lectura de libros propiamente dichos. Parece, sí, que en definitiva debemos
hablar de diversos tipos de lecturas. Quizá Twitter
muestre un paradigma nuevo: El microblogging
estaría ayudando al desarrollo de la capacidad de síntesis, pero en este
caso estamos rompiendo los estrechos límites de la lectura tradicional no
solamente en cuanto a la capacidad relativamente pasiva de leer, sino en la
capacidad activa de producir textos. Y como esto no está aún terminado
trataremos de verlo mejor en una segunda parte de esta Crónica que voy
preparando y que ya veremos si publicamos. Hasta entonces.
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