CONTRA LA ESTUPIDEZ
o El Síndrome de Estocolmo
– Parte 1
Contra la estupidez, hasta los dioses luchan en vano
(Goethe)
Un medio informativo no debería pedirle a la gente que opine si es verdad o es mentira un dato de la realidad: debería investigar y presentarle las cifras a la gente. Simple. Se llama periodismo. O se llamaba.
(Gustavo Faverón)
Un medio informativo no debería pedirle a la gente que opine si es verdad o es mentira un dato de la realidad: debería investigar y presentarle las cifras a la gente. Simple. Se llama periodismo. O se llamaba.
(Gustavo Faverón)
En postmodernos y neoliberales tiempos, a los valores, la ética, la moral y
los principios se les vacía de contenido y se les esfuma en discursos gaseosos sin
dirección ni sentido, vacuos pero pletóricos de buenas intenciones. Los medios de comunicación, como galán de pueblo, fingen
amor para cumplir a cabalidad su verdadera labor: ocultar los hechos,
y las protestas de amor también, a no ser favorezcan a fines adecuadamente
facturados. Y si nadie paga, no importa pues se carga el costo a Ventas e igual se
embarra a todo el mundo, para que a la indiada de todos colores – que vota por obligación -
todo le dé igual. Como no soy un caído
del palto, discúlpenme por no repetir las alucinantes simplezas que
los medios concentrados y parametrados usan para ocultar estos hechos.
Valores, Verdades, y Opiniones
Si
usted, amigo lector, aún cree que los Valores como la Verdad y la Honestidad existen
en la realidad, desengáñese. Los Valores – o mejor, su idea que usted tiene de
ellos, paciente amigo – se fabrican por encargo en los medios de comunicación y
las empresas de “marketing político”, muchas veces la misma razón social. Y para que usted empiece a hacer trompos ético-morales, lo primero es des - objetivarlos, es decir, quitarles
existencia y convertirlos en gas.
Supóngase,
paciente lector, que usa su tutuma
en cosas positivas y útiles – los que te jedi no quieren eso ni a martillazos, pues así usted sabría que Verdad y Opinión son distintos, que no se decide por voto cuanto se gastó en algo, por donde sale el
Sol, si tenemos fiebre o a qué velocidad va un tren. Pero nuestros plumíferos y fauna del vil oficio no quieren que consulte cifras, brújulas, termómetros o
velocímetros, quieren que usted les pregunte a ellos qué hora es, en vez de a un
reloj. Así llegan a líderes de opinión y venden audiencia al mejor
postor.
Des-Objetivando
Se usa el censo, voto o encuesta (mejor si televisiva o radial, y en directo) para determinar quién es culpable o
inocente de un crimen, quién dice la verdad, quién es honesto o corrupto, quién detenta más poder o si se gastó la plata que se dice haber gastado. Y se toma la encuesta de empresa de opinión tras disparar una campaña de “periodicazos” y haber aireado mañana, tarde y noche por radio y TV por
semanas y meses las consignas establecidas en las redacciones con los que te
jedi. Los lectores de otras latitudes no me lo creerán, pero mis paisanos creen que una encuesta informa de quién tiene poder efectivo, cuando de lo que en verdad informa es de la efectividad de las campañas mediáticas. Así se opera por acumulación insistente hasta la hipertrofia, pues como la gente no es tan bestia como parece, no hay que dar oportunidad de pensar, para eso se supone sirve la concentración mediática.
La saturación por acumulación (la letra con sangre entra) es desde hace siglos el principal método del sistema educativo real en el Perú - siento
decir que no me refiero al sistema escolar por más que nos duela, colegas. El mejor indicador "real" de aprendizaje es el grado de confusión cognitiva y emocional de los
peruanos, que nos mantiene desconcertadas gentes para las que
es complicadísimo discernir semejanzas y diferencias entre tubérculos, paradigmas y crecimiento del PBI. El fomento de la pérdida de contacto con la realidad trata de dar verosimilitud a los cuentazos fabricados por los asalariados de delincuentes
y narcotraficantes, y que se nos pase por alto la cotidiana realidad de la corrupción y el sostenido pourrisement
(empudrecimiento) de las instituciones.
Síndrome de Estocolmo
Delincuentes
y Narcos mueren de risa de los millones de idiotas (electarados, llamas y vicuñas, gente color puerta, cholos
inmundos según algunos de sus más elegantes voceros) que viven
de su trabajo, y con cuyos cupos se mantienen. Para mantenernos quietecitos les
pagan a los medios de comunicación y empresas de “marketing político” para que
pinten la realidad que les convenga. El premio mayor llegará tras un reparto tan duro y parejo
a nuestra autoestima, que nos convenza de que sólo progresaremos si nos sumamos a la espiral de corrupción, cuando nos identifiquemos con nuestros opresores y contra nuestros intereses.
Y se nos concederá como migaja emocional creernos muy
vivos y superiores a los tontos
útiles, caviares, soñadores, frikis, lentejas, perros del hortelano, etcétera que no han transado ni se
han corrompido del todo, que creen merecer trato de seres humanos y ciudadanos con derechos. Es curioso y contradictorio –
la lógica no es el fuerte de los que te jedi – que a la vez traten de convencernos que somos tan brutos e ignorantes para no saber qué nos conviene, y nos lleven de la nariz al paraíso cuando cumplamos 110 años y podamos acceder a nuestra plata del fondo de pensión. Si es que tienes pensión, pues la calle está dura y no hay para ahorrar en minucias.
En
pocas palabras, nos meten en la cabeza por las buenas o las
malas que debemos ser emprendedores “Pepe el Vivo” para medrar en la jerarquía del corrompido sistema de los que te jedi, por sobre los “Juan Sonsos” que creen en la Verdad, la Honestidad y otras estupideces. Tal identificación con el agresor configura el llamado Síndrome de
Estocolmo, conjunto de síntomas que presentan los rehenes durante un secuestro, que les lleva a simpatizar y aún a querer y enamorarse de sus secuestradores. Así los que te jedi y sus cómplices de la prensa concentrada y parametrada te convencen de que lo mejor es “Trabaja y no Envidies”, y si
eres pobre es que te lo mereces, porque el tráfico de drogas con narcoindulto
incluido abre ventanas de oportunidad a los que no son “Sonsos”.
Estupidiza e impera
Todo esto se explica en sociedades por tradición mantenidas en la ignorancia. En los Sudamericanos, Bolivarianos,
Panamericanos, Olimpiadas y Mundiales de Lectura, ostentamos con orgullo el
título del país más iletrado: La acción sacrificada de los que te
jedi, que gastan algunos milloncejos de dólares en chauchillas, consigue que apenas uno de cada cinco ciudadanos del Perú entienda lo que
lee, si es que lee ... porque tampoco lee. En paralelo logramos una enorme "cobertura educativa" que así nomás no se consigue. Concluimos legítimamente que todo el sistema dizque escolar es una inmensa finta para que la inmensa mayoría de la gente crea que educarse es mirar la pizarra y obedecer a la autoridad durante una decena de años, y luego recabar un papel que diga
que sabes tal y cual cosa. Aunque no la sepas.
Y no
es falta de libros o infraestructura, como dicen algunos poniendo los ojos en blanco mientras ubican el carro delante del caballo: Tenemos más Libros y Bibliotecas que nuestros
vecinos colochos, claro que ellos los leen, mientras nosotros, muy neoliberales, los usamos para hacer la finta mientras sintonizamos realities para aprender qué los archipiélagos y arrecifes son animalitos muy monos.
En México se siente una encomiable vergüenza nacional (el que
sabe que no sabe, aprende) porque cada buey lee una media de cuatro libros al
año, mientras que España lee docena y media, y Alemania como 30, y en
alemán encima. En mi Perú a nadie escandaliza que cada uno deletree un libro al año, para la mayoría la Biblia. Y lo dudo, a tenor de la bajísima incidencia
de los preceptos de la ética y moral evangélica en la conducta de los peruanos.
Impera y estupidiza
En
lo que en verdad destacamos es en el
arte de hacer la finta: Es de pésimo gusto evidenciar que se
prefiere un buen reality a Madame Bovary, El Capital en el Siglo XXI, los Siete
Ensayos de Interpretación de la Realidad Peruana, Paco Yunque, o la Historia de
la Corrupción en el Perú. Si quitamos los libros (sic) de autoayuda de Paulo Coelho, y apartamos a Marco Aurelio Denegri, María Rostworowski, y un par de
docenas más de desubicados intelectualones caviaroides y desfibrados, nuestro
promedio de lectura se desploma bajo cero.
Como aztecas
y colochos saben, porque investigan, leer y entender lo leído es un indicador directamente proporcional
a la emigración juvenil a países menos agresivos con el mérito. Dicho
de otro modo: Si lees y entiendes lo que lees, ello indica haber suficientes neuronas en
la tutuma para distinguir que tu futuro
es más negro que Nelson Mandela. Y como a pesar de la concentración mediática idiota no eres, entonces te vas pa´afuera, no importa a donde pues peor que esto no se va a poner. Hay excepciones, claro, atribuibles a ciertas nacionales tendencias masoquistas. Así los esfuerzos para que la gente lea redundan en mejorar ... las tasas de emigración.
Es obvia la correlación entre comprensión lectora y la posesión de atributos de inteligencia, habilidad y
audacia, propia de los que emigran en busca de mejores horizontes. Hoy algo más de uno de cada diez peruanos vive fuera y no se interesa en retornar, un hecho barrido bajo la alfombra de la finta de un crecimiento económico que
plumíferos y marqueteros políticos tratan en vano de hacernos creer que favorece
a alguien más que a los hijos de los que te jedi.
Colofón
Hasta
aquí la primera parte de este post. Es posible que escriba la segunda pronto, aún no sé. Porque los peruanos, dejándonos de vainas y otras
verrugas, nos merecemos más, mucho más, que esta debacle. El que tenga oídos, que
lea.
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