martes, 23 de agosto de 2011

CONTRA EL OSCURANTISMO


''no se puede permitir que en una Universidad de la Iglesia, se pueda dar cabida a ateos, homosexuales, o que no se rijan obligatoriamente con lo que determina el Vaticano'' (Luis Gaspar, sacerdote especialista en derecho Canónico, en entrevista con Aldo Mariátegui y Mónica Delta)

Para muchos la Religión, la Filosofía y la Ciencia son muy importantes. Las Tres, no una sola. Para la mayoría la Filosofía y la Ciencia son más o menos indiferentes, en cambio la Religión obedece a imperativos muy profundos del alma. Sí, dije del Alma, porque después de todo, la vida espiritual – o como queramos llamarle – es prerrogativa de todo ser humano. Pero en la realidad de la concreción social de las relaciones humanas los tres modos de abordar la realidad: el religioso, el filosófico y el científico, son definitivamente importantes y complementarios, y conviven en el pensamiento de las personas. No nos debería interesar tratar con las caricaturas de estos tres modos de pensar, aunque es obvio que existen, y que muchísima gente, supuestamente educada, coloca a unas en contra de la otra. No todo el mundo puede opinar sobre Ciencia o Filosofía. A la mayoría se le escapa el rigor de pensamiento que ambos conjuntos de disciplinas se auto infligen. Pero la Religión es otra cosa. Siendo la Religión como es cuestión de la intimidad humana y recipiente privilegiado de las creencias y temores más profundos, entonces las creencias más involucradoras se aposentan ahí, no importa si hablamos de católicos practicantes o panteístas new age, siempre hay una separación dura entre ambas. La Ciencia y la Filosofía privilegian el conocimiento riguroso y prueban sus afirmaciones, en tanto que la Religión exige Fe. Cuando ambas chocan, el conflicto se resuelve en las canchas del Poder Político, muchas veces con muertos, heridos y contusos. Parece esto una consecuencia del choque entre los deseos y la realidad, que se da cuando la filosofía deconstruye el pensamiento religioso, y la ciencia destroza algunas creencias a base de investigación y pensamiento racional. Si en vez de Ciencia tenemos seudoconocimiento; en vez de Filosofía, charlatanismo y discurso vacío; y superstición en vez de Religión, pues entonces las cosas van mal y la persona que caiga en esto requiere de una reingeniería espiritual realmente profunda. Pero cuando es la sociedad la que está escindida alrededor de un conflicto que las involucre, lo que tenemos es la prueba de una división profunda, casi esquizofrénica, que la atraviesa.

Yo estudié algún tiempo en la Universidad Católica. Circunstancias de la vida me obligaron a abandonarla muy contra mi voluntad, y a asumir nuevas formas de educarme, pero fue muy importante en mi formación. Lo que está pasando con la PUCP hoy en día recorre los terrenos de lo legal, lo ideológico y lo político, y no lo repetiré por ser harto sabido. Pero, como es natural, tomaré mi sitio con todos aquellos que defiendan la libertad de la ciencia de ser ciencia, de la filosofía de ser filosofía y de la religión de ser religión. Eso, precisamente eso, lo aprendí en la Pontificia Universidad Católica del Perú, así como la convivencia plural entre las diferentes maneras de pensar y el respeto por la solidez del pensamiento. Y no me guardaré de criticar a la PUCP tantas veces como me parezca sólido y pertinente, pero criticarla no es quemar libros, y sé que esa crítica será diseccionada y mis argumentos pesados, pues de eso se trata. Pero cuando vemos que hay gentes para las que la tolerancia es una mala palabra, y la solidez del pensamiento se detiene delante de dogmas y ortodoxias no podemos permanecer callados.

No les temamos demasiado a los oscurantistas, sin embargo. No es nada difícil deconstruir su “pensamiento” y enterar a las gentes que lo que realmente defienden no es ni la Ciencia, pues para ellos está sometida al dogma; ni a la Filosofía, que ellos sustituyen por una Ortodoxia; ni menos aún a la Religión Cristiana Católica del Carpintero de Galilea. Preguntémonos entonces maliciosamente qué quiere este oscurantismo disfrazado de clerical hipocresía.

Pues, bastante obvio, el oscurantismo pretende oscurecer la vida académica y sustituirla por la tonante voz del seudoconocimiento, el charlatanismo y la superstición, disfrazados por supuesto. Y preguntémonos más maliciosamente aún para qué quieren oscurecer la vida académica. Pues obvio, para que los que tengan voz en nuestro país sean ellos y solamente ellos. ¿Y por qué? Pues muy simple, porque quieren el Poder de manejar las ideas y la educación de las gentes. En el fondo, los oscurantistas son bastante incapaces de admitir que le temen a la Pontificia Universidad Católica del Perú, como le temen a todo lo que huela a Libre Pensamiento, a Academia y a Crítica de Verdad. Quisieran que la gente solamente pensara a través de las neuronas de gentes como Rafael Rey, Juan Luis Cipriani y Kenji Fujimori. Y como saben que mientras la PUCP esté allí las mentes pensantes se seguirán sonriendo compasivamente de lo que ellos llaman sus “ideas”, necesitan desaparecer la PUCP para hablar ellos solos, y hacernos creer que lo que dicen es Ciencia, Filosofía y Religión.

La única forma que se les ocurre para evitar seguir haciendo el público ridículo académico que han venido haciendo desde hace tantos años, es apoyarse en el argumento de la Fuerza y en la lógica del Garrote. No se les ocurre, como pasó en fecundos tiempos eclesiásticos más civilizados, dar la batalla de las ideas, enfrentar pensamiento a pensamiento, sino que bárbaramente quieren matar el pensamiento y asesinar las ideas. Quieren desaparecer al adversario en una fosa común conceptual, quieren un Cayara intelectual. El clericalísimo y brillante Bartolomé Herrera los hubiera mirado por encima del hombro.

Y se esconden detrás de falacias por supuesto, porque lo más sólido que poseen es el argumento de la Fuerza. ¿Será casual que los que defienden hoy las posiciones oscurantistas son aquellos que atacaron la Comisión de la Verdad y se niegan a leer y debatir sus Conclusiones? ¿Será casual que la Derecha más reaccionaria, recalcitrante y dictatorial es la única que defiende abiertamente las posiciones del Cardenal Arzobispo de Lima? Atacan a los que llaman “caviares” por el delito de ganarse la vida con éxito y tener ideas sociales, dicen que hay incompatibilidad entre tener plata y defender a los pobres, señalan con soltura ósea que toda crítica social es comunismo y que la inteligencia apesta. No son gente sensata, en definitiva.

Visto desde una perspectiva sensata, las tres formas de pensar -Ciencia, Filosofía y Religión- no colisionan existencialmente. Los tres poseen sus áreas y sus campos más o menos delimitados, y aunque se cruzan en diversos aspectos, en una sociedad democrática, inclusiva y basada en las leyes ello no debería crear problema alguno. El problema es otro, de carácter político y social: El objetivo último de los oscurantistas es la manipulación de las legítimas creencias religiosas en la búsqueda de una suerte de rebelión cristera que direccione masas ignaras. Para eso deben destruir lo que consideran el arsenal intelectual de la “Izquierda”, pues para ellos todo pensamiento independiente es comunismo, y la única diferencia que ellos son capaces de ver entre Susana Villarán y Sendero luminoso es que los de Sendero tomaron las armas. Un ejemplo interesante de la “Libertad Intelectual” que hipócritamente pregonan algunos oscurantistas lo hallamos en una Universidad del Opus Dei, de cuyo nombre sí me acuerdo, pero no me viene en gana de traer a mi memoria, donde circula una separata, un opúsculo “académico” con pretensiones intelectuales que “denuncia” la “infiltración” del “comunismo”, en pleno siglo XXI, en las ideas de Antonio Gramsci. De ahí a quemar las obras del hereje solo hay un pasito que el oscurantismo no dudaría en dar, pues está dentro de su modus operandi. Claro, ya no usarían el fuego, que está bien pasado de moda.

Y en eso, qué diferente es la PUCP, que no cuestiona la existencia de centros oscurantistas disfrazados de Universidades, sino que compite lealmente con ellos, y les gana todos los días, que es, por cierto, lo que les revienta la bilis. No debería estar sola la PUCP en la defensa del Libre Pensamiento. Es cierto, los oscurantistas, escasos de argumentos, emplean el Poder, del que quieren cada vez más, y con eso asustan a algunos timoratos que se colocan en la platea a ver quién gana. Pero no es esta la hora de estarse callado. Los que tengan algo qué decir, que lo digan. En la batalla entre la Libertad y el Oscurantismo no puede haber tibios, pues como dice el Nuevo Testamento: “A los tibios los vomitaré de mi boca”.

Post-Data

Si para mantener la Libertad Académica, razón de ser de la universidad, es necesario desprenderse de su marketing, pues que lo haga, y así, la PUCP, en vez de ser Católica, que sea la UNIVERSIDAD DEL PERÚ. Y PUNTO.


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