CURRÍCULA NACIONAL EN DEBATE (3)
o Por qué se odia a las
matemáticas y las ciencias
"Hay una
considerable evidencia de que estamos naturalmente programados para que nos
gusten las matemáticas (a todos los niños de cinco años que he conocido les
gusta sumar y restar), hasta que el placer se estropea por una enseñanza
incompetente u otros factores sociales"
(Serge Lang)
(Serge Lang)
Metidos en el ajo de la
Comprensión Lectora y los temas de Inclusión Social se nos suelen pasar algunas cosas que no están en nuestra mira pero que tienen igual
importancia. Es lo que ocurre con la Educación en ciencias
y matemáticas. No me acuerdo donde leí que apenas el 18 % de los alumnos
peruanos poseían algún tipo de gusto por las matemáticas, mientras que el resto
simplemente las detesta con variantes de grado, y no parece que el asunto sea
mejor con ciencias.
Una cuestión de suerte
Yo tuve dos enormes suertes en la
vida, la primera fue tener en 2do de Media un profe que me enseñó no tanto
matemáticas - nunca he sido demasiado malo en ellas - sino la belleza que poseen. Tras una brillante exposición del Binomio de Newton
llevada a efecto elegante y ordenadamente en la pizarra, me atreví a levantar
la mano y preguntar por qué la cosa era así y no de otro modo. El profesor me pidió
que me quedara después de clase y me hizo la demostración del tema, por cierto más allá de lo que yo hubiera querido, pero el hombre estaba tan
emocionado con la pregunta que me dio un paseo por la teoría de exponentes y el triángulo
de Pascal, y no creí oportuno contradecirle. El entusiasmo del profe me clavó para siempre en el
alma la elegancia y la lógica blindada de las matemáticas, y
desde entonces cultivo un moderado gusto por la disciplina en cuestión. Gracias al profe no llegué a odiar las
matemáticas, apenas a deplorar su dificultad.
Hasta ahora estamos en la perspectiva exclusiva del gusto y la afición, pero la utilidad de las
matemáticas y las ciencias duras es bien conocida, y sobre ella no me explayaré. Es bien cierto que una medida de nuestro
subdesarrollo está dado por el hecho de que las aulas de Derecho, Educación y
Gastronomía se abarrotan de jóvenes estudiantes hasta el extremo; mientras las carreras de Química, Física y Matemáticas cuentan con
pocos alumnos y menos egresados aún, y de hecho cuentan con muchos más recursos
para el aprendizaje y bastante mejores posibilidades laborales.
¿Dije posibilidades laborales?
Sí, lo dije, pero es una verdad a medias. No somos productores de
tecnología, nuestro país se dedica básicamente a exportar materias primas. El
empleo se concentra en el sector de servicios, de bajos salarios y
productividad. Nuestra sociedad desprecia la inteligencia y favorece un
utilitarismo de mercado chato y facilista, casos y ejemplos sobran. Las
ingenierías en general no tienen pierde, pero la mayoría de los ingenieros se dedican a otras actividades alejadas de lo científico y
tecnológico.
Los científicos se ven en la alternativa de fracasar en el Perú o emigrar a otras latitudes, cualesquiera otras latitudes, porque cualquier parte está mejor que nosotros. Somos el país de América Latina que menos invierte per cápita en Ciencia y Tecnología, con excepción de Haití. Está claro que a no ser que hagamos algo, y pronto, se nos pasará el carro de la historia, y seguiremos lamentándonos de nuestra suerte, desde las carreras de letras por supuesto. Parece que nos gusta ser analfabetos funcionales en ciencias y matemáticas, y mirar por sobre el hombro a otros países, verbigracia los Estados Unidos, como países de gentes ignorantes, cuando lo cierto es que la gran mayoría de los científicos de todo el mundo se concentran en Norteamérica, y solo últimamente en otros países que empiezan a reconocer su retraso al respecto. Aquí seguimos en una suerte de autocomplacencia bastante estúpida, la verdad; encerrados en la trama viciosa de la supervivencia individual.
Los científicos se ven en la alternativa de fracasar en el Perú o emigrar a otras latitudes, cualesquiera otras latitudes, porque cualquier parte está mejor que nosotros. Somos el país de América Latina que menos invierte per cápita en Ciencia y Tecnología, con excepción de Haití. Está claro que a no ser que hagamos algo, y pronto, se nos pasará el carro de la historia, y seguiremos lamentándonos de nuestra suerte, desde las carreras de letras por supuesto. Parece que nos gusta ser analfabetos funcionales en ciencias y matemáticas, y mirar por sobre el hombro a otros países, verbigracia los Estados Unidos, como países de gentes ignorantes, cuando lo cierto es que la gran mayoría de los científicos de todo el mundo se concentran en Norteamérica, y solo últimamente en otros países que empiezan a reconocer su retraso al respecto. Aquí seguimos en una suerte de autocomplacencia bastante estúpida, la verdad; encerrados en la trama viciosa de la supervivencia individual.
Digámoslo con todas sus letras y
sin anestesia, el criterio que los muchachos siguen para la elección de carrera
es espantosamente simple: Cuál es más fácil. Las familias, con muy pocas
excepciones, no pueden pagar carreras difíciles, a las que los estudiantes
deben dedicar tiempo y esfuerzo que los retrotraen del cachuelito que aliviará
la economía familiar. En otros casos, como medicina, la carrera es larga como
suspiro de jirafa. Las capacidades que los alumnos traen de la escuela son tan
inexistentes en muchos casos, que su elección se va a lo que les parezca más
cercano a sus posibilidades, es decir las famosas carreras de “letras”. Y quizá
lo más penoso de todo es que las carreras de letras son también científicas.
Un par de casos
El otro día, en una entidad de
cuyo nombre no quiero acordarme, escuché que se pretendía dividir la
investigación en tres categorías: La científica, la tecnológica y la social. Me
costó un enorme trabajo explicarle a varios abogados, sociólogos y psicólogos
que la Investigación Social también es científica, y que no podía dividirse el presupuesto de esa manera. El otro caso es peor si cabe: Un muchacho de quinto de secundaria, inteligente y preocupado por la elección
de carrera, me pregunta qué puede estudiar. Trato de darle orientaciones
precisas. Él me interrumpe y me dice: No, no, no. Javier, ¿cuál carrera es la
más fácil? Traté de explicarle que eso de “más fácil”, así en
general, no existe, que lo que hay son capacidades y gustos y que lo que de
repente para uno es más fácil para otro no lo es, pero que al final todo
depende de qué es a lo que quieres dedicarte los próximos veinte o cuarenta
años de tu vida; que eso puede ser difícil, pero que el esfuerzo vale la pena
tanto si te puedes ganar la vida como extraerle satisfacciones personales. El
chico me miró con grandes ojos de plato, y me respondió: Ya. Eso lo entiendo. Pero,
¿cuál es la más fácil?
Apoyados en el malhadado concepto
del lucro educativo, tan puesto en cuestión en Chile en estos días, ciertos
grupos forman Universidades de nivel muy cuestionable, basado en el
mismo criterio de mercado que se emplea para fabricar salchichas: meter
materia prima por un extremo de la línea de producción, y recibir por el otro
el producto terminado. Vale decir obtener ganancias máximas con el mínimo de
inversión y costos. Para ello, mantener al alumno en el aula todo el
tiempo posible, para que pague, y con eso los niveles de calidad se vienen al piso,
pues los profesores universitarios son obreros intelectuales rentabilizados y mal pagados, que se
van por el mínimo esfuerzo. Como los estudiantes. Equipar la carrera
de Derecho no requiere laboratorios ni gastos excesivos. Sabemos en
positivo que en nuestro país no cuenta si sabes, sino cuantos papeles
acumulas, y el papel corrugado a nombre de la Nación es un sine qua non para competir por unos pocos y mal pagados puestos en el sector de servicios. Como se trata de tener alumnos que paguen, no se es demasiado exigente en pre-grado, diplomados y maestrías. Las
universidades nacionales andan en las mismas y en muchos casos
peor, pues los presupuestos del estado se dan con cuentagotas, y se pretende que
hagan lo mismo que universidades particulares con el triple de presupuesto y
diez veces menos alumnos. Y así las carreras de ciencias no son rentables.
El problema con las matemáticas,
como bien lo sabía mi profe de 2do de media, es que no se presentan bien. Hay un equilibrio entre dificultad y motivación: A
más alta motivación, la dificultad de la materia se remonta mejor y más
fácil. Motivar al alumno para el inevitable esfuerzo de aprender cosas
difíciles parte de crearle atractivo a lo que estás enseñando, que si no, de dónde diablos se le va a sacar la motivación al alumno. Es mucha
verdad que las cosas deben hacerse tan fáciles como se pueda, pero no más
fáciles de lo que son, y el problema aquí es que muchos enseñan matemáticas
como si fuera un conjunto de fórmulas. Las matemáticas son una construcción con una lógica, el enseñar la fórmula sin la
lógica puede ser útil para eventualmente manejar un carro, pero no para
diseñarlo y construirlo. Se debería enseñar el
lenguaje de la matemática y a pensar en matemático, se puede hacer desde
la infancia, porque los números son bacanes para los chicos y se
pueden divertir con ellos, y mientras más nos divertimos,
mientras más podemos jugar con ello, las dificultades se nos hacen
más llevaderas. El otro factor es la utilidad, que para muchísimos alumnos no
es evidente, y trabaja como una especie de motivación al revés, al producir la
satisfacción de resolver un problema complicado a través de la transferencia de
lo aprendido. Preguntémosle a los rusos como hacen para enseñar matemáticas, y
encontraremos el vacilón del lenguaje matemático unido al ajedrez y a los
concursos. Los americanos lo hacen parecido, pero más anárquico, a su
estilo. La combinación entre la motivación ex ante y la post-hoc puede ser útil. La pasión del maestro de matemáticas debería cotizarse a precio de oro. Escuchemos a los didactas de la
matemática, y entreguémosles la espada del augurio. Estoy seguro que se puede.
Y hay plata para hacerlo.
Pensemos en las ciencias. Una vez más, la cosa no es contarle el asunto al chico como una clase de historia, sino enseñarle a pensar y actuar de acuerdo al método científico. De no hacerlo así el asunto equivale a enseñar hechos sin
mostrar la lógica subyacente. Se enseña qué es el átomo como si se tratara
de demostrar la existencia de Dios. Es verdad que no tenemos ciclotrones, pero
me pregunto si es tan difícil construir “cámaras de niebla” para mostrar las partículas subatómicas en acción. No hace mucho tuve la
oportunidad de ver a los muchachos de “Ciencia Loca” en el cumpleaños de una niña de seis años, y felicito a los padres y madres de familia que con tanta
inteligencia los contratan para las fiestas infantiles. Los locos muchachos de
Ciencia Loca hacían experimentos de varios tipos, que involucraban conceptos
abstrusos de química y física, así como espectaculares resultados muy fáciles
de conseguir. Los encantados asistentes de esa fiesta, de entre cuatro y ocho
años de edad, y no exagero, se desesperaban por ver, escuchar, oler y tocar
cuanto se les ponía delante de las narices. Hubo un momento en que los dos
profesores presentes tuvimos que ponernos en medio para evitar que los chicos
arrebataran los experimentos de las manos de los ejecutantes.
Qué diferencia con una clase típica de Ciencias, ¿no es cierto? Una típica clase de ciencias en el cole es una suerte de elaborada tortura china, y una oda al pensamiento mágico, donde en vez de que sean Dios o los ángeles los que mueven el Universo, se presenta elementos metafísicos, herméticos y misteriosos: La “Gravedad”, el “Electromagnetismo”, sin molestarse en explicarlos y mostrar cómo funcionan. El Universo presenta a los sentidos inmensas posibilidades, pero en el salón de clase se hace lo posible para hacerla de lo más aburrida. La pasión del maestro de ciencias es un elemento que debería cotizarse a precio de oro. Hay que escuchar a los didactas de las ciencias, hay que hacerles caso, no hay que temerle al cambio, no es así como se hace ciencia. Estoy seguro que se puede, y hay plata para hacerlo.
Qué diferencia con una clase típica de Ciencias, ¿no es cierto? Una típica clase de ciencias en el cole es una suerte de elaborada tortura china, y una oda al pensamiento mágico, donde en vez de que sean Dios o los ángeles los que mueven el Universo, se presenta elementos metafísicos, herméticos y misteriosos: La “Gravedad”, el “Electromagnetismo”, sin molestarse en explicarlos y mostrar cómo funcionan. El Universo presenta a los sentidos inmensas posibilidades, pero en el salón de clase se hace lo posible para hacerla de lo más aburrida. La pasión del maestro de ciencias es un elemento que debería cotizarse a precio de oro. Hay que escuchar a los didactas de las ciencias, hay que hacerles caso, no hay que temerle al cambio, no es así como se hace ciencia. Estoy seguro que se puede, y hay plata para hacerlo.
Colofón
Le dedico el final de este
artículo al Maestro. No hay Maestro en el mundo que se meta a la carrera con el
afán de hacerse rico. Lo que trata es, si hay vocación y no se metió porque era
más “fácil”, de enseñar a lo chiflado y disfrutar cada segundo haciéndolo. Pero
los maestros se pasman, adocenan y deprimen. Los años los frustran y la falta
de plata los proletariza y envilece. Y aún así siguen luchando. Observemos un
hecho simple, el sueldo: El obrero de la educación tiene que trabajar a destajo
para poder mantener su familia. Así, ¿qué pasión puede sobrevivir? ¿Y en qué
tiempo imaginará o se capacitará para hacer de su clase algo que valga la pena?
Sin el maestro no hay revolución educativa. Empecemos por tratarlos como seres
humanos. Y punto, por ahora.
Comento para corregirme. Mencioné a John Watson en el artículo como descubridor delADN. Debo decir que John Watson se dedicó a hacer crónicas sobre Sherlock Holmes, mientras que James Watson se dedicaba al ADN. Mil perdones por la metida de pata.
ResponderEliminarFelicidades al Señor Javier Bellina por ese comentario, que muy preciso por cierto porque es desgraciadamente nuestra cruda realidad, ni que decir de algunos colegios particulares en especial del cono Este, que aún sigue siendo tierra de nadie, el gobierno debería observar si es que verdaderamente cumplen con lo que ofrecen que con una muy buena montada estrategia de marqueting para satisfacer sus voraces apetitos personales, denigran el verdadero sentido de la educación persiguiendo y logrando hasta hoy fabulosas ganancias sin que se haga nada por parte de las UGELs.
ResponderEliminarEl caso es de que en el colegio Ingenieros UNI, de chosica, por desgracia me toco vivir una experiencia desastroza, por el solo hecho de sugerir transparencia, se agarraron con mi menor hijo y en lo que va del año solo percibí discriminación y venganza al estilo de épocas pasadas, por parte de los integrantes de esa institución educativa, sin importarle para nada el dañarlo moralmente,pisoteando los Derechos del Niño y la Constitución Política del Perú. Lo único que me quedo por el bién de su equilibrio psico-emocional fue el retirarlo y cambiarlo de I.E. aún en estas alturas del año.
A nuestro Presidente, Ministra de Educación, y como docente de carrera, suplicaría pues que como este caso hay una infinidad y que el común denominador es que a diestra y siniestra se emitieron permisos para que puedan, estas "mafias", seguir operando,llenándose los bolsillos a costa de sacrificados padres que solo desean que sus hijos vivan un mundo mejor, que tome el toro por las astas, en éstos tiempos nuevos de inclusión y transformación cuantitativa de la educación porque si de verdad queremos un cambio verdadero, el pilar de éste es la Educación.