"¡Democracia Real, YA!" (Lema de los Indignados)
“No somos antisistema, el sistema es antinosotros” (Otro Lema de los
Indignados)
"Convoquemos una verdadera insurrección pacífica contra los medios
de comunicación de masas que no propongan como horizonte para nuestra juventud
otras cosas que no sean el consumo en masa, el desprecio hacia los más débiles
y hacia la cultura, la amnesia generalizada y la competición excesiva de todos
contra todos." (Stéphane Hessel, autor del libro Indignaos, que funge de
manifiesto de los Indignados)
“Ha llegado la hora de reinventar la política y de reencantar el mundo.”
(Ignacio Ramonet)
Al principio parecían unos pocos
loquitos sueltos pegados a sus pantallas. He estado leyendo el artículo “Cuando
ganan los indignados”, de Ocram - Marco Sifuentes - en su blog, así como
algunos otros, y pretendo ver cómo podemos hacer para integrarnos a la
Indignación global, entenderla y darle contenido nacional. Porque de haber motivos
para indignarse, hay motivos. Pero como lo cortés no quita lo caliente, podemos
ser indignados informados.
Qué es indignarse
Indignación viene, según RAE, del
latín indignatĭo, -ōnis, y solo posee una acepción: Enojo, ira, enfado vehemente contra una
persona o contra sus actos. Vale decir, hay dos aspectos: El enojo, la ira,
el enfado, que son sentimientos, y la causa que los produce. El RAE aquí no nos
ayuda gran cosa, porque si estar indignado es simplemente tener un gran enfado,
pues debería decir enfado en vez de indignación. Me puedo enfadar porque mi
hija derramó la gaseosa, pero no me indigno por ello. La indignación parece más
profunda que decir que estoy enfadado o enojado contra una persona o sus actos.
En especial cuando lo que vemos es que estos Indignados parecen tener objetivos
más generales. Desvincular el enojo de la causa que lo produce no nos ayuda.
Así que busqué algo más, encontré The Free Dictionary (http://es.thefreedictionary.com/) y
hallé esto: sentimiento grande de enojo
que genera un acto ofensivo o injusto, y ahora sí parece que nos estamos
acercando un poco más a lo que queremos saber. Ya no es solamente enojarse o
enfadarse, sino enfadarse en gran medida, debido a la comisión de actos
ofensivos o injustos que despiertan en mí la ira, el enfado, el enojo. Porque
si no vivimos en una burbuja, lo que está pasando en el mundo es que esa gente
está bien, pero bien enfadada. Y aunque los medios responden acallando o
ridiculizando, el rumor del asunto atraviesa el bloqueo informativo a través de
los medios alternativos de información, y llega a nosotros. Vale la pena
entonces mirar con atención las causas, esto es los actos ofensivos o injustos
que producen estos rudos y desatados sentimientos.
Quiénes son los Indignados
Como ellos mismos dicen, son el
99 %. Es decir, representan a todos los que no son el 1 % que controla la
economía, la política, los medios de comunicación y todo lo demás. Es un
movimiento desde abajo cuya columna vertebral son los jóvenes NINI (Que Ni
estudian Ni trabajan), que nada deben a las tradicionales formas de
organización heredadas de la Cuestión Social del Siglo XIX, como Sindicatos y
Partidos de Clase. Para ponerlo en parodia de lenguaje marxista-leninista,
podríamos decir que en las actuales circunstancias globalizadas de la lucha de
clases, la clase revolucionaria ya no es la obrera, en la medida que va
reduciendo de tamaño y se ha hipotecado al sistema hasta la aristocracia obrera.
Parece que para ellos la clase revolucionaria, definida como la más desposeída,
son los excluidos de toda especie que al organizarse nada tienen que perder y
sí un mundo que ganar. Como suele ocurrir en las situaciones
prerrevolucionarias, las clases medias se integran en la medida que se asustan,
en este caso porque el modelo neoliberal las ha dejado abandonadas y llenas de
deudas.
El origen de la Indignación
Hoy, Internet vehicula el cambio.
Casi todas las crisis económicas yfinancieras recientes tienen alguna relación
con las TICs. Internet es un actor de la crisis, dada la velocidad de las
transacciones financieras y la concomitante lentitud de las reacciones
políticas. La tremenda crisis de gobernabilidad y gobernanza que sacude al
mundo se expresa en la incapacidad de las clases políticas para prever las
crisis o siquiera paliarlas. La sensación de general indefensión se agrava con
la percepción de que los acontecimientos irrumpen y destrozan las vidas de
millones de personas, mientras otros se llenan los bolsillos con ello. El poder
político no controla al poder económico y financiero, que hace lo que quiere. El
Estado no se interesa en proteger a los ciudadanos, y la democracia enfrenta
una tremenda crisis de representación, que los Indignados perciben, y reclaman
que la autoridad democrática asuma la conducción de la sociedad arrancándosela
a la “mano invisible”. Las continuas crisis económicas caen sobre las gentes: 23
millones de desempleados en la Unión Europea y más de 80 millones de pobres,
con la Generación NINI se suman a las víctimas estadounidenses y de los países
emergentes. Desde una perspectiva quizá más humana, la inseguridad se traduce en
miedo y resentimiento, en estrés e incertidumbre. El Miedo difuso se expresa
frente a amenazas reales o imaginarias, como perder el trabajo, el schock de
las nuevas tecnologías, las deudas bancarias, el calentamiento global y otras
catástrofes naturales, la inseguridad ciudadana, el temor al terrorismo.
Qué quieren los Indignados
Los indignados no tienen una agenda
común ni parecen haberse preocupado de tenerla. Tampoco parecen ser un
movimiento dirigido por el comunismo internacional, la CIA, Al-Qaeda, Hugo
Chávez, Ahmadinejad, Corea del Norte o los Mulatos del Caribe, como seguramente
creen diversas gentes representantes de varias maneras de estar despistados y
muertos de miedo. Movimientos de esta clase, masivos en la protesta, no pueden ser
“manipulados”, excusa que se buscan algunos para explicar por qué la gente
protesta y les perfora la burbuja en que viven. La manipulación implicaría que
las gentes son engañadas para reaccionar contra algo que no existe. Pero si
algo existe, es visible y afecta la propia vida, no se puede pretender que la
gente no lo vea ni que no reaccione.
La protesta tiene, sí, una anchísima
base. Son, a vuelo de pájaro, antitodo, alpinchistas, antisistema. Mirando más
de cerca se observa un cierto método en la protesta que impide la dispersión de
los esfuerzos, y refuerza más que debilita el movimiento. Parecen ser muy
precisos en señalar que lo que quieren es cambiar el sistema. El método parece
ser el “modelo egipcio”, estrenado precisamente en este país con ocasión de la
revolución que acabó con décadas de gobierno de Hosni Mubaraq: “Una Demanda a
la vez”. Como cada uno de los grupos que protestan lo hacen por razones propias,
esta técnica implica presentar su principal demanda, y solamente una, y
entonces – suponemos que en discusión virtual o analógica – integrarla, maximizarla
y hacerla no negociable. En Egipto esta Demanda Única fue “Un nuevo Egipto”,
que implicaba un no a la permanencia de Mubaraq. En Chile las maximalistas
demandas de los estudiantes parecen seguir este patrón, que el sistema no
consigue absorber. El lenguaje de los Indignados posee una sintaxis
cibernética, le debe más al hipertexto que al diccionario, más a youtube que a
los panfletos, más a los memes que a las reuniones de coordinación. Todo esto
parece estar configurando no solamente un esquema de programa, sino además una
racionalidad particular, muy postmoderna.
La receta para la revolución
La receta más simple para la
Revolución tiene dos ingredientes básicos: Descontento y Programa. Descontento
significa masas, y programa significa ideas. Masas con ideas dan cuerpo al
sueño de Voltaire: Pobres pensando y actuando. En el escenario inmediatamente
previo a la Revolución Francesa de 1789 las jacqueries,
o “revueltas de hambre” eran muy comunes, pero su potencial revolucionario
resultaba bajo, precisamente por la carencia de ideas –fuerza, que permitía
manejar la represión o la negociación para dividir y mediatizar el movimiento.
A la hora de la hora, una revuelta de hambre se resuelve con pan o con palo,
respuesta clásica de la repre. No es así cuando los Jacques tienen programa y
objetivos por alcanzar, y por ende estrategia y táctica. No hay buen viento si
no se sabe a dónde se va, y el programa liberal de 1789, desde muchos años
antes, partía del descontento y deseo general de cambiar las cosas. Así el
sistema se queda sin argumentos, pierde rápidamente credibilidad y legitimidad,
y el nuevo programa termina por instaurarse. Y así arrancó la Revolución Francesa,
de manera más o menos espontánea, cuando las nuevas ideas-fuerza habían
penetrado la sociedad de tal modo que las gentes se reconocían en su lenguaje, conquistando
una sintaxis propia que oponer al lenguaje dominante. Por ello es que espontáneamente
apoyaron a Girondinos y Jacobinos. Sabemos qué pasó después y nos preguntamos
si será lo mismo ahora. Pareciera que los Indignados están llegando a la fase
de encontrar su propio lenguaje en una narrativa global, donde el medio es el
mensaje. La capacidad global para conectar a las personas a través de las redes
sociales y otros medios cibernéticos han proporcionado un discurso-programa
común a millones de personas en todo el mundo.
Cómo actúan los indignados
No se diferencian tanto de otros
movimientos anteriores. El movimiento anti-globalización de los 90 y principios
del siglo XXI parece subsumido dentro del actual. La diferencia es que los
dirigentes de hoy no son nostálgicos veteranos de la preglobalización. Por otra
parte, su internacionalización y diseminación rememorarían las oleadas
revolucionarias de 1780-1825, 1830-1831 y 1848-1852; quizá porque desde
entonces no se han producido otras oleadas revolucionarias del mismo signo. Los
Indignados han aprendido de sus antecesores, y emplean técnicas de resistencia
civil ya probadas y exitosas en diferentes contextos, tales como demostraciones
pacíficas, huelgas, marchas, sentadas y manifestaciones. Conocen el poder de la
movilización, y su gran logro es haber conseguido resolver creativamente el
problema de saltar de la virtualidad a la realidad. Emplean los medios
alternativos como estructura de organización, comunicación, difusión y
propaganda, lo que resulta más exitoso aún mientras más represivo es el entorno.
La represión potencia enormemente el poder comunicativo y la legitimidad de las
redes sociales, particularmente Facebook como manera de articular grupos de
acción – cosa que hemos visto ocurrir en nuestro país en las últimas elecciones,
en especial con la página NoaKeiko -, mientras Twitter es un eficaz y rápido medio
de comunicación a través de los celulares que permite la coordinación
inmediata. Parece que la represión gubernamental de la libertad de prensa no
les arredra, y parece igual o mejor de efectivo cuando los medios de
comunicación están agrupados en oligopolios que en la práctica ejercen una
censura de prensa tan dura como la de los regímenes dictatoriales. Fuera de Estados
Unidos se ignora que Occupy
Wall Street no es un movimiento circunscrito a Nueva York, sino
que contaba al 4 de Octubre con casi 220,000 personas operando en 147 puntos a
lo largo de todos los Estados Unidos. Las redes sociales y youtube resultan a
estas alturas más confiables que los medios tradicionales para saber qué pasa. La
novísima estrategia de los memes y otros artilugios digitales permiten enviar mensajes
a profundidad a largas distancias, y la información termina por abrirse paso. La
manera de hacer política ya nunca más será igual.
Una Historia de los Indignados
Según parece todo esto de la Indignación
comienza por una confluencia entre Wikileaks y redes sociales que reventó en el
mundo musulmán. Los Wikileaks, minimizados por los afectados por ellos y sus
asalariados, parece que tuvieron gran efecto en la aparentemente encallecida
opinión pública árabe. Cuando Julian Assange entregó los wikileaks a los
medios, parecía como si de alguna manera se hubiera rendido. Si el medio
también es el mensaje, McLuhan dixit, se pasmaba en algo la cosa si se dejaba
en manos de los mismos afectados o sus asalariados. Pero como ha sido el caso con
todos los revolucionarios desde Espartaco en adelante, se emplean las armas del
enemigo para alcanzar los propios objetivos.
En las insurrecciones de la
llamada “Primavera Árabe” la juventud grita Allah Akbar (Alá es Grande)
blandiendo en vez de cimitarras sus iphones, androids, blackberries y nokias. Fue
el preludio principal y el primer golpe de la Indignación global digital. La
Internet no puede ser otra cosa que libre, y la información fluye a través de
Facebook, Google+, Twitter, Youtube, Live, Yahoo y toda suerte de redes que
comunican a millones, derribando las barreras del tiempo y la distancia y
rompiendo el bloqueo informativo de los medios tradicionales. El efecto fue
telúrico, los gobiernos caen y los conflictos se agudizan. Los rebotes remecieron,
si bien de diferente manera, a Túnez, Egipto, Libia, Siria, Bahrein, Yemén,
Argelia, Israel, Irak, Jordania, Marruecos, Omán, Kuwait, Líbano, Mauritania,
Arabia Saudí, Sudán y el Sahara Occidental. Así los Indignados se ganaron su
primera página en los libros de historia. Como las rutas de la Historia se
repiten, la invasión llegó a España e Italia, y el 15-M dio partida a la
Indignación contra todo el sistema, en especial su clase política, pero también
contra el desempleo y la crisis económica. Anonymous, esa suerte de anarquismo
revolucionario cuyos fines, medios y militantes figuran una misteriosa y anacrónica
combinación de logia secreta con orden de caballería, habían ya emprendido su
propia ofensiva digital, mientras apoyan a los Indignados bajo la consigna
evangélica de “Quien no está contra nosotros, está con nosotros”. No parece
haber distancia entre Anonymous e Indignados, y unos y otros se confunden.
Era lógico que el siguiente punto
álgido fueran los Estados Unidos. Occupy Wall Street empezó el 17 de
setiembre con unas pocas docenas de personas con carteles, que tuvieron el
cuajo de llamarse a sí mismos el 99%,
en contraste con el 1% de privilegiados. Su apoyo principal fueron las redes
sociales, mientras que eran invisibilizados y ridiculizados, como no, por los
medios de comunicación tradicionales. Según parece lo obtuso no está solamente
de este lado del continente. Los Occupy
crecieron y se expandieron, y el 15 de octubre de 2011 expandieron la protesta hacia
el resto del mundo. Así están las cosas por ahora, y es un misterio como se
desenvolverán en lo sucesivo.
¿Y en el Perú?
Ocram atribuye la falta de rebote
en el Perú del movimiento a que los Indignados ya ganaron las elecciones con
Ollanta Humala. Creo que es necesario pensar que la sintaxis en que se expresan
los Indignados globales es digital, y no es la misma que la de los Indignados
analógicos, por más que usen computadoras y estén metidos hasta el tuétano en
las redes sociales. Si se computan – nunca mejor empleada esta palabra – el 99
%, no importaría cuántos hayan estado físicamente en la Plaza San Martín. Ya
estuvieron y dejaron establecido su punto. La asistencia virtual y la fortaleza
de sus organizaciones virtuales parecerían tal vez mejores elementos de
análisis.
Asociar la Indignación contra el
sistema, así en general, con el actual Gobierno tiene algún sentido, pero es una
Indignación aún Analógica. Pocos conocen y se expresan en la sintaxis digital
que da lenguaje a los Indignados globales, dada la relativamente pequeña profundidad,
amplitud y calidad de la participación virtual en nuestro país. Cuántos serán
los Indignados digitales peruanos, nadie sabe, pero sí sabemos que hay muchos
analógicos. En la campaña electoral muchos superestimaron el poder de las redes
sociales y su representatividad.
Colofón
Para poder canalizar la
Indignación el gobierno necesita ajustar sus líneas internas y licuar las propias
contradicciones, so pena que la gente se le voltee, se pierda maniobra, y se termine
presionado desde ambas direcciones. Necesita apoyarse con mayor agresividad e
innovación en los medios alternativos, hoy escépticos. Los remanentes del
pasado gobierno están dedicados a un entusiasta torpedeo, al que los medios
tradicionales le dan presencia, incluso negando el evidente bloqueo y ofensiva
mediática. La manifestación de apoyo al gobierno registró una asistencia muy
superior a la de los Indignados, pero su cobertura fue muy diferente. La agenda
política peruana está siendo forzada en contra del Gobierno, y hay lecciones
que aprender de los Indignados digitales. Esperamos verlo.
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