Crónicas de Lecturas - 87
Thomas Piketty – El Capital en el
Siglo XXI
(Esta Crónica está dedicada a mi amigo y colega Miguel Miní)
“¿Podemos estar seguros de que una economía basada
en el "libre mercado" y la propiedad privada siempre y en todas
partes conduce a una división óptima, como por arte de magia? En una sociedad
ideal, ¿cómo se organiza la división entre capital y trabajo? ¿Cómo se debe pensar el problema?”
(Thomas Piketty)
“Lo realmente llamativo sobre el debate hasta ahora
es que la derecha parece incapaz de montar cualquier tipo de contraataque
sustantivo a la tesis del Señor Piketty. En cambio, las respuestas han sido
sobre todo los insultos. En particular afirman que el Señor Piketty es un
marxista, y también lo es cualquier persona que considere la desigualdad de la
renta y de la riqueza una cuestión importante”.
(Paul Krugman)
I
Marxismo, Historia e Intenciones
El revuelo causado por el
economista francés Thomas Piketty (Clichy,
1971) con El Capital en el Siglo XXI (Le Capital au XXIe Siécle, París, 2013) llegó
al Perú, y el fantasma del Comunismo
volvió a quitarle el sueño a muchos que lo creían muerto y enterrado, pues creían
que Comunismo y Unión Soviética eran la misma vaina, y no, pues. Guste o no, la
participación en la Historia de Charly
Marx & Fico Engels – con sucesores
y continuadores - ha sido decisiva y sus enemigos los han matado unas trescientas
veces, y los tipos en cuestión no sólo se resisten a morirse, sino que sus
ideas se han formateado para autorreplicarse generación tras generación. Esto
debería preocupar a tirios y troyanos, la autorreplicación no es tanto racional
como religiosa, y sabemos cuán peligroso es eso. Aunque la Unión de las
repúblicas soviéticas se murió bien muerta y sin atenuante alguno, las ideas
siguen allí y cambian sin desaparecer, en una dialéctica de desarrollo análoga
a la de la religión. A mediados del siglo XX la mitad del mundo se montaba al
marxismo de uno u otro modo, en los ´20 los socialistas y comunistas eran
poderosos y alcanzaron un pico internacionalista con la Gran Huelga de los Docks
de 1926. Nunca estuvo tan cerca el sueño de la Revolución Mundial y sabe Dios
como hubiera sido la cosa. José Stalin
trató de convertir el Socialismo en producto estandarizado ruso, y dedicó sus energías
al frente interno hasta que Hitler le
reajustó algunas ideas. Los teóricos se ahogaron en bizantinismos y divisionismos,
que podemos llamar Herejías. La historia de las ideas del siglo XX d.C. se
parecería a la Historia de las Ideas del siglo II d.C., con un pequeño cambio
en el prefijo del –ismo.
Mantener la unidad de pensamiento
es problemático para organizaciones que se pretenden racionales. José Carlos Mariátegui en su moqueguana
genialidad intuyó el mito en el Socialismo, probablemente por eso fue uno de
sus profetas y mesías. Las Izquierdas devinieron en Iglesias y Capillas que reclamaban
para sí la pureza ideológica y la ortodoxia. El monolitismo del Partido Comunista,
cuco de tantos, parece haber estado sólo en las mentes de los que temían que ganara,
lo que pudo pasar a mediados de los ´60, cuando la economía soviética crecía
más rápido que la de Estados Unidos. El Capitalismo occidental trató a lo
bestia de responder al reto y remontar la marea, el Complejo Industrial –
Militar que denunció Dwight Eisenhower
en 1961 controlaba, como hoy, los resortes del poder político, económico,
financiero y mediático a través de un Combinado Empresarial – Tecnocrático –
Gubernamental. Las crisis se superaron de modo pragmático y creativo haciendo
lo necesario, fuera capitalista, liberal, keynesiano, socialdemócrata o francamente comunista. El
colapso soviético no fue la victoria de un sistema sobre otro sino la del
Complejo Militar – Industrial de Occidente sobre el Partido Comunista
Soviético. Pero volvamos a Piketty,
no se nos vaya a escapar. La victoria contra los Soviets dejó espinas sin
resolver: Cuba, Corea del Norte, la República Popular China, Vietnam, el
Socialismo del Siglo XXI, los nacionalismos izquierdosos árabes, los partidos socialistas, los eurocomunistas y terceras vías, los verdes y demás izquierdas y zurdas de todo tipo, asuntitos que aún están pendientes. Vale decir, la historia no se
terminó, como los profetas tipo Fukuyama
predijeron después y fallando encima.
Hoy en día los que nada tienen
que perder excepto las cadenas (Manifiesto
Comunista) se percatan con lentitud que la cosa no ha cambiado, y se están disgustando,
otra vez. No se requirió Unión
Soviética para que hubiera revoluciones en 1789, 1830, 1848, 1870, 1905, 1911 y 1917,
eso sin contar las jacqueries o
revueltas de hambre y las rebeliones post-soviéticas, cuestión menor que
nuestra Derecha Bruta aún no capta. Y no es que Thomas Piketty tenga
todo esto en la cabeza, pero tampoco es un pajarito inocente. Escribir un libro
de título explosivo, referido a El
Capital de Marx no es secundario
ni lateral. El Capital en el Siglo XXI
es un libro de Economía que trata de explicar la estructura y funcionalidad del
Capital y el porqué de la Creciente Desigualdad. No es Política excepto para la
Política Económica, no hay en él Programa Revolucionario alguno ni espeluznantes
declaraciones ideológicas que levanten los pelos. Ello molesta aún más pues Piketty rechaza el Comunismo
explícitamente, lo considera uno de los dos polos (Simon Kuznets y su optimismo desaforado es el otro) a rebatir y de
los que hay que equidistar. Cualquier idiota puede agitar el cotarro, fabricar
munición ideológica sólida es muy diferente. Ya que Piketty es tan explícita y conscientemente a-revolucionario, es
raro que le acusen de criptomarxista. El Premio Nobel de Economía Paul Krugman lo dice bien claro en el
epígrafe que hemos escogido: Para la Derecha, marxista es quien considere la desigualdad de la renta y de la
riqueza una cuestión importante. Piketty lo dice así: Pertenezco a una generación
que cumplió los dieciocho en 1989, (…) no sólo (…) bicentenario de la
Revolución Francesa, sino (…) el año en que el Muro de Berlín cayó. (…) a una
generación que alcanzó la mayoría de edad (con) la caída de las dictaduras
comunistas y nunca sentí el más mínimo afecto o nostalgia por (…) la Unión
Soviética. Fui vacunado de por vida contra la floja retórica convencional anti
capitalista, (que) simplemente ignora el fracaso histórico del comunismo (…).
No tengo ningún interés en la denuncia de la desigualdad o el capitalismo per
se (…) desde que las desigualdades sociales no son en sí mismas un problema,
siempre y cuando estén justificadas, es decir, "se funden únicamente en la
utilidad común" (…). De qué se asustará entonces la Derecha, me
pregunto. Tratemos de encontrarlo en esta Crónica.
II
Confesión de Parte, Lectura en Z, Traducción, Autor y Cómo se Reparte
una Torta
No me alargaré innecesariamente:
Recibí El Capital en el Siglo XXI tres
meses ha, de mi amigo y colega Miguel
Miní (que otorga amable e inmerecida atención a estas Crónicas), en su traducción
del original francés al inglés por Arthur
Goldhammer para Harvard University
Press, Cambridge, UK. Mi inglés es bueno y mi francés presenta brechas, así
que agradecí el alcance y decidí escribir la Crónica. La primera revisión produjo
mi artículo EFECTOS PIKETTY: Ideología
y Política sobre la Creciente Desigualdad, y hace cinco semanas me llegó la
traducción al castellano de la traducción del inglés del original francés, y ello,
tan malo en plan literario, en Ciencia y Economía no lo es tanto. El texto es
francamente infame, por el uso del Traductor semiautomatizado on line de Google, y requiere correcciones que se reflejarán en las citas. El best-seller se publicará en castellano este Octubre, no es impertinente reseñarlo en Julio y todo será provisional hasta disponer
de una adecuada traducción. Si hay errores ahora, los reivindico dados mis límites
científicos e idiomáticos, y que Orfeo me proteja. La obra tiene casi
mil páginas, de las que mucho es fuentes, cuadros, citas y bibliografía. Es
lectura grande, pero sin especiales dificultades de comprensión lectora, que puede
mejorarse sabiendo más matemáticas, incluso hay partes que Piketty reconoce pasibles de eventualmente ser pasadas por alto. A
pesar del Traductor On-Line se
reconoce una redacción correcta e incluso elegante, centrada en el lector, entre
coloquial y científica. Hay un gran despliegue de información empleada para
demostrar sus Tesis centrales, lo que justificaría matricularse en un seminario
sobre el libro, pero el tiempo me obligó a una lectura en Z de las diversas
secciones, deteniéndome acá y allá donde me parecía más interesante y novedoso
y tratando de evitar prolijidades. Como toda lectura se justifica en su
objetivo, y el mío no es la erudición –que me gustaría – no tengo pretensiones sino
de resumir el texto para encajarlo en una Crónica del carácter que mis lectores
conocen.
Thomas Piketty es un profesor francés especializado en
Distribución de la Renta y Desigualdad Económica. Desde el 2000 es Director de Estudios
de EHESS (École des Hautes Études en Sciences
Sociales), y en la actualidad es profesor asociado de la Escuela de Economía de París. En su
Currículum Vitae no dice en qué Universidad estudió, pero terminó el
Bachillerato en Matemáticas Superiores en 1987, y en 1993 se doctoró en Ulm
(Programas Doctorales Europeos). Posee respetable
cantidad de Premios, Distinciones Académicas y cargos de enseñanza e
investigación en sus áreas de desarrollo. El
Capital en el Siglo XXI se basa explícitamente en muchos trabajos
anteriores, donde se recabó una cantidad monumental de data. Su padrino en
estas lides intelectuales es Paul
Krugman (Albany, 1953), Premio Nobel de Economía 2008. Resuelto así Quién
es el Autor y sus Pergaminos, veamos de qué va la obra que combina tres ciencias:
Economía, Historia y Estadística. Como todo trabajo científico, posee un corpus de Datos y su interpretación
respectiva, que en este libro se entrelazan con elegancia, dando una imagen
mental de la evolución del Capital en la Historia. Decir Estadística es decir
números o cifras, y para entender el tema del libro hay que entender el gran
problema de la Política Económica: El
Reparto de la Torta (la renta
nacional) y sus dos encontradas posiciones: Uno, el Reparto equitativo; y Dos, el Reparto inequitativo
basado en el Crecimiento, a fin que a cada cual le toque una parte sustancial pero no justa de necesidad. Esta Torta se divide en tres a cuatro porciones
desiguales según los Factores de la Producción: la Renta del Trabajo
(Salarios, sueldos, emolumentos, etc.), la Renta de la Tierra
(Alquileres, se subsume en el Capital), la Renta del Capital
(Utilidades) y la Renta del Estado (Impuestos, Tasas, Tributos). Tras
los Factores están las familias, las empresas y el Estado. El Estado es un
Igualador que previene estallidos sociales y mantiene estable el sistema, extrayendo
parte de las Utilidades de las Empresas para redistribuir ingreso a las Familias. Piketty distingue del “Capital” el
llamado Capital Humano, concepto que considera errado. El Capital en el Siglo XXI demuestra que el porcentaje de la Torta asignado al Capital crece
progresivamente a lo largo de los últimos dos siglos y medio, y se lleva cada
vez más la parte del León, propiciando una Creciente Desigualdad, pese a
períodos contrarios. Aquí el Contenido del libro:
Renta y
Patrimonio
|
1. Ingresos y
Egresos
2 Crecimiento:
Ilusiones y realidades
|
Dinámica de
la relación capital / ingresos
|
3. Las metamorfosis
de capital
4. Desde la vieja
Europa al Nuevo Mundo
5. La relación
capital / ingresos sobre el largo plazo
6. La división
entre capital y trabajo en el siglo XXI
|
Estructura
de la Desigualdad
|
7 La desigualdad y
la concentración: Preliminar Rodamientos
8. Dos Mundos
9. La desigualdad
de los ingresos laborales
10. Desigualdad del
Capital Ownership
11. Mérito y
Herencia en el largo plazo
12. La desigualdad
de la riqueza mundial en el siglo XXI
Cuarta parte: La
regulación de capital en el siglo XXI
13. Un Estado
Social para el Siglo XXI
14. Repensando el
impuesto sobre la renta progresivo
15. Un impuesto
global sobre el Capital
16. La cuestión de
la Deuda Pública
|
Thomas Piketty señala el carácter de El Capital en el Siglo XXI: Mi
objetivo al escribir era hacer este libro accesible a personas sin ninguna
formación técnica especial, mientras que el libro junto con el anexo técnico
deberá satisfacer las demandas de los especialistas en el campo. Este
procedimiento también me permitirá publicar versiones y actualizaciones en
línea de las tablas, gráficas y (demás) aparato técnico. Doy la bienvenida a los
aportes de los lectores del libro o página web, que pueden enviar sus
comentarios y críticas a piketty@ens.fr.
El link de acceso en scribd es
este: http://es.scribd.com/doc/227491704/Thomas-Piketty-Capital-en-El-Vigesimo-Primer-Siglo-Espanol#download
III
Tesis Fundamentales, y la Primera Parte
Las preguntas que este libro trata
de responder están ya en la Introducción: La
distribución de la riqueza es uno de los temas más discutidos y controversiales
de la actualidad. (…) ¿Qué es lo que realmente sabemos acerca de su evolución
en el largo plazo? ¿La dinámica de la acumulación de capital privado conduce
inevitablemente a la concentración de la riqueza en cada vez menos manos, como
Karl Marx creía en el siglo XIX? ¿O es que las fuerzas de equilibrio de
crecimiento, la competencia y el progreso tecnológico en las etapas posteriores
del desarrollo llevan a la reducción de la desigualdad y a una mayor armonía
entre las clases, como Simon Kuznets pensaba en el siglo XX? ¿Qué sabemos
realmente acerca de cómo la riqueza y los ingresos han evolucionado desde el
siglo XVIII, y qué lecciones podemos obtener de ese conocimiento para este
siglo? Dentro de las varias tesis está que Cuando la tasa de rendimiento del
capital supera la tasa de crecimiento de la producción y los ingresos, como lo
hizo en el siglo XIX y parece muy probable que lo haga de nuevo en el siglo
XXI, el capitalismo genera automáticamente las desigualdades arbitrarias e insostenibles
que socavan radicalmente los valores meritocráticos en que se basan las
sociedades democráticas. Si
esto es posible de ser demostrado – parece que este libro tiene éxito en
demostrar lo que se propone - el Capitalismo y la Democracia serían incompatibles.
El automatismo determinista del capitalismo suena tanto a Marx que no sorprende que haya quienes se lleven el susto de sus
vidas, pero Piketty no tiene nada de
marxista ni de bolivariano, más bien parece un neokeynesiano tibiecito, partidario
de la Democracia, los Derechos Humanos, y los Controles y Regulaciones: la distribución de la riqueza es una cuestión demasiado importante
para dejarla en manos de los economistas, sociólogos, historiadores y
filósofos. Es de interés para todos, y eso es una buena cosa. En todo caso,
sus pertinentes disquisiciones sobre Thomas
Malthus, Arthur Young, David Ricardo (teoría de la Escasez), Marx y Engels orientan el problema de los datos que levanta en la dirección que
quiere. No duda el autor en usar datos cualitativos históricos y literarios de entre
1790 y 1830, en particular Dickens, Jane Austen, Balzac y Zolá, y Los Miserables de Víctor Hugo; así como las leyes de la época que investiga. Ni le
hace ascos a la data cuantitativa: Balzac atestigua la renta de la tierra en Francia en el 5 %. Plantea el autor dos
polos de los que desea igualmente alejarse: El catastrofismo apocalíptico de
los marxistas, y el ”cuento de hadas” del crecimiento económico que en automático reduce la Desigualdad, que personifica en Simon Kuznets (1901 – 1985), según el
cual la desigualdad de ingresos se
reduciría automáticamente en las fases avanzadas de desarrollo capitalista,
independientemente de las opciones de política económica u otras diferencias
entre los países. Queda claro así que Piketty
no cree ni en “pilotos automáticos” ni en el "sentido de la Historia".
Estas disquisiciones se apoyan en
sólidos instrumentos matemáticos e ingente data sistematizada por un internacional
equipo de investigación. Su ámbito es el mundo en el espacio cronológico desde
fines del Siglo XVIII. Recurre a los métodos de la estadística
y los modelos matemáticos tanto como a los de la Historia y otras disciplinas
sociales. En ello Piketty es algo
iconoclasta: la (…) economía aún tiene
que superar su pasión infantil por las matemáticas y por la especulación
puramente teórica y a menudo altamente ideológica, a expensas de la
investigación histórica y la colaboración con las otras ciencias sociales. Los
datos son más abundantes y precisos para Europa Occidental – Inglaterra y
Francia – y Estados Unidos, es posible que ello influya en el sesgo de lo que
llama Fuerzas de Divergencia (Creciente Desigualdad) y Convergencia
(Decreciente Desigualdad). Los conceptos de Divergencia y Convergencia son
centrales y aluden a la creciente /
decreciente relación del Delta de la Tasa de Crecimiento Económico con el Delta
de la Tasa de Rendimiento del Capital, que tienden a concentrar y difuminar
los casos particulares. Es una dificultad menor para las grandes tendencias. Parece
compartir un sesgo con Marx en la
percepción del conflicto, enfrentamiento o división entre capital y trabajo, pero
no trata de relacionarla con una explicación tipo Lucha de Clases, por ejemplo,
que en capítulo posterior se pregunta si no será más bien Lucha de Deciles o
Centiles. Parece que cada vez que se cruza con un concepto en potencia
peligroso, por el que pudiera tildársele de marxista o izquierdoso, da un
conceptual paso atrás y define heurísticamente, es decir para no hacerse
problemas. Es posible que allá esté la
razón subyacente de lo cripto de la
acusación de criptocomunista. Porque puede también ser bastante claro: Si la división entre capital y trabajo da
lugar a tantos conflictos, se debe ante todo a la extrema concentración de la
propiedad del capital. La desigualdad de la riqueza y de la consiguiente renta
del capital de hecho es siempre mucho mayor que la desigualdad de los ingresos
del trabajo.
La Primera Parte de la obra se
considera puede pasarse por alto si se tiene ya la información. Presenta y
desarrolla ciertos conceptos macroeconómicos y los procesos históricos que
llevaron a la situación actual, con algunas, pocas, proyecciones al resto del
siglo XXI. En el capítulo 1, Ingresos y
Egresos, presenta los conceptos de renta nacional y capital, y examina la
relación capital / ingresos. Luego describe con amplias pinceladas la evolución
de la distribución mundial de los ingresos y la producción, con énfasis en la
tendencia a separarse del ratio de
ingresos del Capital en referencia a los del Trabajo. En el capítulo 2 (Crecimiento: Ilusiones y realidades)
presenta un detallado análisis del Crecimiento Demográfico y sus proyecciones,
en relación a la tasa de crecimiento de la producción desde la Revolución
Industrial e incluso antes. En esta primera parte del libro no hay
declaraciones especialmente espectaculares, pero siempre conviene recordar que
el Crecimiento Económico per cápita –
es decir la mejora específica de los niveles de vida individuales – está siempre en relación
con la tasa de Crecimiento Demográfico. Esta verdad conviene recordarse pues el Reparto de la Torta per cápita
está en relación directa al número de personas con las que se comparten los ingresos.
Esta sencilla verdad (el índice de crecimiento demográfico) la pasan por alto los entusiastas ministros de economía al
hablar del crecimiento económico.
IV
El concepto de Capital, y la Segunda y Tercera Partes
Entre muchos otros importantes
conceptos que Thomas Piketty
explica, probablemente el más flojo – y con seguridad más criticado – es el muy
central concepto de Capital. La definición de algo tan importante que como concepto se incluye en el mismo título de la obra merecería a nuestro ver de
todos los cuidados, y en vez vemos flojedad analítica (salvo error),
probablemente por la razón antedicha de retroceso conceptual para disponer de
un concepto manejable que a la vez le evite la polémica. Pero una consecuencia de habitar
el punto medio es la recepción indiscriminada de proyectiles de ambas
direcciones: La Izquierda ve contradicción en la ahistoricidad del concepto
Capital, en tanto que a la Derecha le parece limitado en lo conceptual al no
abarcar lo necesario. Piketty dice: El (…) "capital", incluye todas
las formas de riqueza que los individuos (o grupos …) pueden poseer y que
pueden ser transferidos o negociados a través del mercado de forma permanente.
En la práctica, el capital puede ser propiedad de particulares (… "capital
privado") o de los organismos gubernamentales (…) ( --- "capital
público"). Por supuesto dice mucho más, pero ello parece más bien ser
para acotar el concepto Capital junto a otros conceptos como Ingresos, Riqueza,
Renta, lo Privado / Público, lo Nacional / Extranjero, el PBI, el PNB,
etcétera. Acota, sí, pero no amplía y es
posible que éste sea su talón más al descubierto. Me sorprende que la Derecha
no lo haya usado más para atacarlo. Sin embargo el concepto de Capital crece a
lo largo de toda la obra, aunque nunca escapa de su ahistoricidad, lo histórico más que
ser una idea integrada es un carácter que se le añade. En la Segunda Parte (La dinámica de la relación Capital / Ingresos)
de la obra se hace un recuento del desarrollo histórico de las perspectivas de
la evolución a largo plazo de la relación entre el Capital y los Ingresos con
la División Global del Ingreso Nacional entre Trabajo y Capital en el Siglo XX
y de su proyección hacia el XXI, con todas las precauciones. En Las metamorfosis de capital (Capítulo 3)
se analiza la evolución del capital en Inglaterra y Francia desde el Siglo
XVIII, sobre los cuales posee buena cantidad de data. El capítulo 4 (Desde la Vieja Europa al Nuevo Mundo)
reproduce el esquema del anterior, pero referido a Alemania y Estados Unidos. En los
capítulos 5 (La relación Capital / Ingresos
sobre el largo plazo) y 6 (La
división entre Capital y Trabajo en el siglo XXI) el análisis se extiende a
la totalidad del globo terráqueo, en la medida que las fuentes y data que posee
se lo permiten, extrayéndose lecciones importantes al respecto, particularmente
en la proyección al futuro.
La Tercera Parte de la Obra (La estructura de la desigualdad) es la
más larga, y dada la extensión que mi Crónica va alcanzando trataré de
presentar sus temas sin detallarlos. El Capítulo 7 (La desigualdad y la concentración: Preliminares) nos familiariza con un concepto matemático fundamental en la Física y otras Ciencias
Duras, que primera vez que veo usado en Economía: Los órdenes de magnitud, aplicados a la Desigualdad. Un concepto
intuitivo de Orden de Magnitud conduce al número de ceros o cifras significativas en
posiciones anteriores y posteriores a la coma decimal, que se explicitan en
potencias: La cifra 200 (2 x 102)
es un orden de magnitud superior a 20 (2
x 101) y dos órdenes de magnitud inferiores a 20,000 (2 x 104). Distinguir órdenes de magnitud permite comprender el impacto de la Desigualdad, pues las
diferencias de distribución de la renta del Trabajo (Sueldos y Salarios) con
las rentas del Capital (Utilidades) registran en el tiempo diferencias de
varios órdenes de magnitud diferentes, lo que impacta negativamente en la
percepción de la desigualdad: No es lo mismo tener el doble de plata que tener
diez o cien veces más plata, y a los coeficientes GINI nos remitimos. El
capítulo 8 (Dos Mundos) compara a
Francia con los Estados Unidos en cuanto a la dinámica histórica de la
Desigualdad, mientras que los capítulos 9 (La
desigualdad en los ingresos laborales) y 10 (La desigualdad en la Propiedad del Capital) amplían el análisis a los países
para los que cuenta con información sobre las desigualdades entre Trabajo y Capital. El Capítulo 11 (Mérito y Herencia en el largo plazo) se
dedica al acucioso estudio de las diferencias de Capital producidas por la Herencia
en comparación a la Meritocracia en el largo plazo. Es este un tema fundamental del liberalismo, por ser donde se muestra en mayor proporción la contradicción entre Capitalismo y Democracia, e importante para entender sociedades estamentarias como la nuestra. La riqueza heredada en el largo plazo
– rasgo definido de nuestra sociedad - determina la agudez de los conflictos sociales. Es interesante en esta parte el análisis del llamado Dilema de Rastignac. El Capítulo 12 (La desigualdad de la riqueza mundial en el
siglo XXI) analiza las perspectivas para la distribución mundial de la
riqueza en las primeras décadas del siglo XXI.
V
Cuarta Parte, Conclusiones y Críticas
La Cuarta y última parte del
libro (La regulación de capital en el
siglo XXI) trata de obtener de las tres anteriores, de la data y sus
interpretaciones desplegadas hasta acá ciertas conclusiones prescriptivas,
normativas y de política. Se distinguen aquí preocupaciones no exclusivamente
economicistas en el autor. Es notable la visión globalizada y preocupaciones
humanistas de este matemático y economista: Hoy,
en la segunda década del siglo XXI, las desigualdades de riqueza que
supuestamente habían desaparecido están cerca de recuperar o incluso superar
sus máximos históricos. La nueva economía mundial ha traído consigo inmensas
esperanzas (tales como la erradicación de la pobreza) e igualmente inmensas
desigualdades (algunas personas ahora son tan ricos como países enteros).
¿Podemos imaginar un siglo XXI en el que el capitalismo va a ser superado en
una forma más pacífica y más duradera, o debe simplemente esperar a la próxima
crisis o la guerra siguiente (esta vez verdaderamente global)? En el
capítulo 13 (Un Estado Social para el
Siglo XXI) se examinan las condiciones actuales – en especial las
tributarias - de un “estado social” tanto en los países ricos como en los
pobres y emergentes, considerado importante para llegar a lo que podríamos
llamar el maximalismo idealista de Piketty,
en donde se concentran las iras de los economistas que se niegan a salir de sus
acogedores modelos e indicadores: la
política ideal para evitar una espiral sin fin y no igualitaria (…) sería un
impuesto progresivo y global del capital. Tal impuesto tendría también otra virtud:
sería exponer la riqueza a un control democrático, que es una condición
necesaria para una regulación efectiva del sistema bancario y los flujos
internacionales de capital. Un impuesto sobre el capital promoverá el interés
general sobre los intereses privados, la preservación de la apertura económica
y de la competencia. Lo mismo no puede decirse de las diversas formas de
retirada a las identidades nacionales o de otro tipo, (…) alternativa a esta
política ideal. Pero un impuesto (…) global sobre el capital es sin duda un
ideal utópico. ¿Impuesto, dijiste? ¿Y además, Global? Anda, báñate. Y sin
embargo, hay experiencias como las de la Unión Europea que abonan al respecto,
y donde comunes políticas monetarias pueden conducir a comunes políticas
fiscales, conforme al concepto de Ideal útil que Piketty maneja.
Los Capítulos 14 (Repensando el impuesto sobre la renta
progresivo) y 15 (Un impuesto global
sobre el Capital) abundan en los rasgos de este impuesto a la renta
progresivo, en especial en relación con el Estado Social mencionado arriba,
asumido por el autor no como sinónimo del Estado de Bienestar, sino más bien
con base en las actuales prerrogativas del estado, las que Piketty considera, no sé si con razón o no, como más amplias e importantes
que nunca. Creo que me voy a releer esta parte con más ahínco después. Por
cierto, es probable que statements
como este - que me interesa como Educador - sean los que indisponen a Piketty con la Derecha: El gasto en educación y salud consume un 10
al 15 % de la renta nacional en todos los países desarrollados en la
actualidad. Existen diferencias significativas entre los países (…). La
educación primaria y secundaria son casi totalmente libres para todos en los
países ricos, pero la educación superior puede ser bastante cara, especialmente
en Estados Unidos y en menor medida en Gran Bretaña. El Seguro de salud pública
es universal (…) en la mayoría de países de Europa (…). En Estados Unidos, sin
embargo, está reservado a los pobres y ancianos (lo que no impide que sea muy
costoso). (…) El objetivo es dar igualdad de acceso a estos bienes básicos:
todos los niños deberían tener acceso a la educación, independientemente de los
ingresos de sus padres, y todo el mundo debería tener acceso a la atención
médica, (…) sobre todo cuando las circunstancias son difíciles. Se
evidencia que la visión de Thomas
Piketty corresponde a un Enfoque de Derechos y lo desarrolla con amplitud. El
capítulo 16 (La cuestión de la Deuda
Pública) toca el candente aspecto de las crisis periódicas del Capitalismo,
en particular la del 2008, y desarrolla y explica los patrones que el autor
considera más óptimos para acumular capital público que disminuya los efectos
del Capitalismo Patrimonial.
Las Conclusiones sobre métodos parecen importantes. Antes de leer nos parecía todo esto una
suerte de mamotreto, nos daba una especie de terror abordarla, más aún como
lectura en pantalla; pero resultó que leerla fue agradable por el fondo y por el
esquema lógico desplegado, más que por la data o la belleza en la expresión. Es
importante en esta obra la “lógica subyacente de las cosas”, el “realismo tipo things as they are” e incluso la
sindéresis monda y lironda que combina el respeto a los hechos y conceptos con
la amplitud de los instrumentos para conceptuarlos y operarlos. Entiendo que
este libro colma por ello la expectativa más exigente, y es posible que ello
sea también pecado original para una Derecha que aspira a desentenderse de la
realidad, que prefiere indicadores parciales. No hay en la obra tampoco una tremenda Innovación
Metodológica (emplea los métodos conocidos, pero no se sesga a los modelos
matemáticos) ni radicalismo político de nuevo o viejo cuño. El asunto es más
simple: La Tasa de Acumulación de Capital en los últimos dos siglos y medio ha
crecido, comiéndose la mayor parte de la remuneración de la Producción y
dejando al Trabajo tirando cintura. Es decir una suerte de Plusvalía sin el
nombre, que yo uso sólo para hacerme entender. Pero las críticas atacan poco lo
metodológico. Semana Económica del
Perú en Mayo de 2014 argumenta que el Perú demuestra lo contrario de la Tesis
Central de Piketty, al disminuir a
la vez la pobreza absoluta y la desigualdad relativa. La conclusión parece algo
pedante y bastante falaz al pasar por alto las numerosas premisas que un libro como este presenta, y suena a wishful thinking tratar de
matar al mensajero. Por supuesto, Piketty
no me necesita, allá está su página web,
vayan a ella y discutan estos asuntos si se atreven. Pero falacias e inexactitudes indican
que las respuestas no son nada neutrales. Si Piketty
atacara al Capitalismo per se se entiende el contraataque de la ortodoxia, pero el susodicho es un convencido del Libre Mercado, y señala incluso períodos
en que la desigualdad decrece, cosa que Semana Económica no descubre También dice la Revista que el autor tiene por premisa moral que la Desigualdad
sea un problema a resolver, cuando más bien dice lo contrario. Hay dos
puntos más de interés en la Crítica: La artificial determinación de porcentajes de Pobreza y Desigualdad, que en
el Perú se basa en una artificial y sobredimensionada Línea de pobreza; y la
existencia patente de una economía sumergida, hecha de paraísos financieros, comercio
ilegal de toda clase (metales preciosos, estupefacientes, armas, tráfico de
personas, turismo sexual, etcétera), dinero de la corrupción masiva, trabajo no
remunerado de amas de casa y niños, esclavitud escondida; que nunca son ejemplo
de equidad. En suma, si Piketty equivoca las cifras, como se ha dicho, me parece más probable que sea por defecto.
VI
Un Colofón algo extenso
No sorprende que a Piketty no le hayan dado bola en el
Perú sino a regañadientes. Soy afortunado por reseñarlo, pues piensa y habla
claro, y no se refugia tras metafísicos pilotos automáticos. La crítica no es
por lo que piensa sino por cómo lo piensa, sin dejar rendija por donde se pueda
uno escapar, como si el acto mismo de pensar fuera agresivo. Piketty no usa de su potencia
metodológica por solidaridad de clase o por algún tipo de ética social o política,
su horizonte es el método científico. La solidaridad de clase se discute y la
ética se relativiza. En cambio ¿qué haces con una verdad científica, excepto aceptarla?: Para que quede claro, mi propósito aquí no
es defender la causa de los trabajadores contra los propietarios, sino ganar
una visión de la realidad lo más clara posible. (…), la desigualdad de la
capital y el trabajo es un tema que suscita emociones fuertes. Esto choca con
las ideas muy extendidas de lo que es y no es justo, y no es de extrañar si
esto lleva a veces a la violencia física. En nuestro artículo anterior nos
preguntábamos: ¿Habrá
tratado Piketty de ser Karl Marx (…) o simplemente de
vender su libro como pan caliente (…)? ¿Es éste el principio de un neomarxismo?
A estas alturas podríamos cultivar la ambivalencia y decir que ni no ni sí, sino todo lo contrario.
Pero somos enemigos de falacias y paradojas, aunque me parezca que Piketty juega con Marx, ma non troppo, y también
vende libros como pan caliente en parte gracias a Marx, un poco como los polos con la figura del Che Guevara.
Un cierto neomarxismo puede ser posible, a nivel de métodos más que de ideas, gracias al desapego frente a los modelos positivistas (que tampoco Piketty rechaza de plano), y a una cierta humanización desde las ciencias sociales. El Capitalismo es real, no una entelequia y llamar las cosas por su nombre no es prerrogativa de las izquierdas. Observemos el planteo de la interesante ley fundamental del capitalismo: La fórmula α = r × β es una identidad de contabilidad pura. Puede ser aplicada a todas las sociedades en todas las épocas de la historia, por definición. Aunque tautológica, no obstante, debe ser considerada como la primera ley fundamental del capitalismo, ya que expresa una relación simple y transparente entre los tres conceptos más importantes para el análisis del sistema capitalista: la relación capital / ingresos, la participación del capital en el ingreso, y la tasa de rendimiento del capital. Pero lo que en apariencia no se le perdonará de ningún modo a Piketty es ser heterodoxo y más inteligente que sus críticos. No teme llegar a conclusiones análogas a las de Marx sin ser él mismo marxista y sin siquiera haber leído El Capital. Ello habla de cierto desenfado que no nos es desagradable. Estaremos alerta para ver qué sigue después.
Un cierto neomarxismo puede ser posible, a nivel de métodos más que de ideas, gracias al desapego frente a los modelos positivistas (que tampoco Piketty rechaza de plano), y a una cierta humanización desde las ciencias sociales. El Capitalismo es real, no una entelequia y llamar las cosas por su nombre no es prerrogativa de las izquierdas. Observemos el planteo de la interesante ley fundamental del capitalismo: La fórmula α = r × β es una identidad de contabilidad pura. Puede ser aplicada a todas las sociedades en todas las épocas de la historia, por definición. Aunque tautológica, no obstante, debe ser considerada como la primera ley fundamental del capitalismo, ya que expresa una relación simple y transparente entre los tres conceptos más importantes para el análisis del sistema capitalista: la relación capital / ingresos, la participación del capital en el ingreso, y la tasa de rendimiento del capital. Pero lo que en apariencia no se le perdonará de ningún modo a Piketty es ser heterodoxo y más inteligente que sus críticos. No teme llegar a conclusiones análogas a las de Marx sin ser él mismo marxista y sin siquiera haber leído El Capital. Ello habla de cierto desenfado que no nos es desagradable. Estaremos alerta para ver qué sigue después.
PD.- El set de Figuras y Tablas del libro lo pueden hallar en este link:
http://piketty.pse.ens.fr/files/capital21c/en/Piketty2014FiguresTablesLinks.pdf
http://piketty.pse.ens.fr/files/capital21c/en/Piketty2014FiguresTablesLinks.pdf
los incluidos en este artículo son puramente referenciales.
No hay comentarios:
Publicar un comentario