CRÓNICAS DE LECTURAS 88
AJEDREZ
“Dios mueve al jugador / y este a la pieza /
¿Qué Dios detrás de Dios, / la trama empieza?”
(Jorge Luis Borges)
I
Contra el Ajedrez
Qué extraño sonará a los que me
conocen (en especial a Fito) que
dispare contra los trebejos y los 64 escaques, cuando soy ajedrecista
de décadas atrás. Más extraño aún
sonará a los que compartieron ese tiempo feliz en que nos reuníamos los sábados
por la tarde y noche a organizar no apoteósicas francachelas (esas vendrían
después), sino campeonatos de Ajedrez con Sistema
Suizo y todo, y reuníamos jóvenes de diversas generaciones con adultos de
diversos tonelajes. El amor a los Gambitos,
las Aperturas y los Fianchettos unía este conjunto, aunque
no todos asistían siempre, lo que hacía que uno tentara la posibilidad de
alzarse con la “chanchita” (las cuotas de inscripción) hecha mediante pequeña erogación de cada jugador al inicio de cada match. Fueron buenas épocas que colapsaron por rudas y sucesivas
crisis económicas, políticas y sociales, y pasó cada cosa que a estas alturas
mejor no meneallo. A los jóvenes de
hoy el Ajedrez no los convoca como antes, puede que les resulte demasiado
difícil, aunque ello no es consistente con la complejidad y dificultad de los
juegos de computadora o de naipes que están de moda, por ahí no va la cosa. Yo
lo atribuyo a que el Ajedrez ha perdido su aureola de brillantez intelectual
desde que el campeón mundial Garry
Kasparov cometió el horrible desatino de perder ante una Computadora Deep Blue especial de IBM por 3,5 – 2,5 en 1997. En
definitiva, el Ajedrez ni era tan intelectual ni los ajedrecistas tan genios
como se pensaba. Si las reglas del Ajedrez y un número suficientemente grande
de partidas y jugadas podían programarse en computadoras, y éstas vencer a
Campeones Mundiales (el dicho Kasparov
y Vladimir Krámnik en 2006), las
funciones intelectivas del Ajedrez se ponen en cuestión, y no es descaminado
pensar en abandonar la práctica del Ajedrez y mejor expectar campeonatos que
enfrenten a las computadoras y sus soportes de silicio. Y esto es por una
razón de enorme peso relativo a la naturaleza misma del juego del Ajedrez, que
a diferencia de muchos otros - como el Bridge o el Backgammon - es
puramente racional y no permite al azar entrar por ninguna parte previsible.
Claro que en nuestro país y en
América Latina en general, salvo en círculos muy reducidos, creemos que los
chanchos vuelan y consideramos la inteligencia con temor reverencial, la
asociamos con la memoria y los despliegues eruditos, y nos parece que el
Ajedrez es muy importante. Sabemos por experiencia que la inteligencia cuesta
plata – tantos siglos de desigualdad de oportunidades se cobran peaje – y para tener la opción de poseerla hay que tener apellido. Hoy ello desaparece,
menos mal, aunque la exclusión económica se ejerza con inconsciente ferocidad
pero con menor tolerancia social. De todos modos el Ajedrez ha perdido vigencia
y si bien se continúa jugando, ya no es lo que solía ser en tiempos de Lasker, Alekhine, Capablanca, Tal, Petrosian, Spassky y Bobby Fischer. Dediqué muchísimas horas
al Ajedrez, que practicaba diariamente y traté de aprender lo más posible, y me
convertí en un jugador regular, con los amigos incluso jugábamos ajedrez a
ciegas, sin tablero y usando la notación clásica. Me gustaba el Ajedrez, y no
creía en lo que Miguel de Unamuno opinaba
sobre éste en Contra esto y aquello.
Pero conviene detenernos un tanto en el porqué Unamuno escribió contra el
Ajedrez: Comentaba una carta que el presidente del Club Argentino de Ajedrez le
remitía al Rector de un colegio para incorporar la enseñanza y la práctica del
Ajedrez a los planes de estudio. El artículo tiene algo menos de un siglo, pero
la aspiración de integrar el Ajedrez en la Currícula escolar es vieja y siempre
pondera las muchas ventajas que la práctica del Ajedrez poseería para la
formación de los jóvenes, ya vimos lo vacío de estas afirmaciones. Lo real de
esta solicitud, como otras análogas, está no en hacer de nuestros muchachos eximios
practicantes del juego-ciencia, cuanto dar trabajo a los profesores de Ajedrez
más o menos vinculados a la argolla de turno. Claro que la plata está más en el
Fútbol, y a no ser que seas Atahualpa
y te aprendas el juego de memoria, el Deporte Ciencia en el Perú dependerá no
del inexistente interés estatal y/o privado, sino del esfuerzo de las familias
de los jóvenes ajedrecistas. ¿Qué queda del Ajedrez tras todo esto? Pues lo que
siempre ha habido: Un hermoso juego, en cuya práctica se puede encontrar
alegría, que suele permitir el despliegue de la concentración, el cálculo y el
análisis; además de enseñarte el valor del respeto a las reglas de juego.
II
Aperturas
Una partida cualquiera de ajedrez
suele dividirse en tres etapas diferenciadas: El Principio, el Medio Juego y el
Final. Y la Literatura ajedrecística al respecto es ingente. Yo aprendí de mi
tío Lucho de los Heros los primeros
rudimentos del juego, y cuando a principios de los ´70 el Ajedrez se puso
repentinamente de moda con motivo del Match del Siglo entre el estadounidense Bobby Fischer y el soviético Boris Spassky, empecé a jugar con mis
amigos y llegamos a los campeonatos de los sábados que he mencionado líneas
arriba. En el aprendizaje y práctica del
Ajedrez se evoluciona de la Táctica a la Estrategia: Los aprendices se inician
con juegos que son sólo una sucesión de episodios tácticos, y van adquiriendo
con el entrenamiento la percepción de la partida como un todo estratégico. Cayó
en mis manos – no recuerdo cómo - el Ajedrez
del Gran Maestro argentino Ricardo Grau,
y ese fue mi primer manual, por donde andará ese libro. Desde allí en adelante
me compré más libros, empezando por Conocimientos
Básicos del Ajedrez, de Julio Ganzo,
que igual que Grau, empezaba por el
final, es decir por los llamados Mates Elementales, método y práctica que yo
también empleo cuando enseño Ajedrez: Matar con Rey y Dama, con dos Torres, con
Torre y Rey, con dos Alfiles y Rey, y con Alfil, Caballo y Rey. Así se adquiere
un sentido algo más estratégico del juego, eso de empezar por el principio no
funciona cuando el objetivo final es capturar o matar al Rey adversario, no
desplegar las piezas ni comerse los peones. En Ajedrez se comete fácilmente el
error de sobredimensionar la importancia de las Aperturas, claro que es verdad
que pocas partidas superan el Medio Juego, los Finales aparecen poco a no ser
que seas buen ajedrecista y tu oponente también lo sea, en la mayoría de los
casos se gana la partida si la apertura permitió un mejor desarrollo de las
piezas y una adecuada ocupación del centro. En ABC de las aperturas, del ruso V.
N. Panov, se dice: La partida de
ajedrez viene a ser una batalla, por cuanto en ella, como en la guerra,
combaten dos ejércitos. Y como en cada batalla, primero se movilizan las fuerzas,
lo que en ajedrez se llama indistintamente evolución o desarrollo de las piezas.
En todos los libros se hace hincapié metodológico en la importancia de
analizar partidas de los grandes maestros, así como en la de realizar
ejercicios. Y hacerlo así de verdad que enseña mucho.
Pero por otra parte, como uno no es computadora, se necesita jugar muchísimo y con diferentes tipos de jugadores
para poder conocer y controlar un número suficiente de aperturas y sus
muchísimas variantes. Del autor Máximo Borrell
adquirí todos sus libros de Aperturas de la Editorial Bruguera, pues era el compendio de éstas que estaba por entonces
más a la mano, y porque parecía terriblemente importante disponer de ellas: Aperturas Abiertas, Aperturas Semiabiertas, Aperturas
Cerradas, Aperturas Semicerradas
y Aperturas de Flanco. Pocas compras como ésta resultaron tan inútiles, lo que
necesitas acá no es compendios de aperturas, es muchos jugadores con los que
jugar y practicar. Y más funcionales me resultaron los tratados de
variantes, como La apertura española
de Max Euwe; La estructura de peones centrales, de Boris Persits; y How to win
in the chess openings (Cómo ganar en
las Aperturas), de I. A. Horowitz.
Si me lo preguntaran (nadie lo ha hecho, pero igual meto cuchara), yo limitaría
el estudio de las aperturas a las variantes de movimiento de apertura de peones
de AR – R – D – AD y su influencia en la ocupación de las casillas del centro
del Tablero. O para seguir la nomenclatura, las aperturas conocidas bajo los
nombres de Giuoco Piano o Apertura Italiana, la Apertura Española – conocida también
como Ruy
López, y diferente del Giuoco
solo en una casilla de movimiento del Alfil del Rey -, la Defensa Francesa y sus variantes Winawer y Tarrasch,
la muy conocida y jugada Defensa
Siciliana, la Apertura Inglesa,
la Apertura Réti, la Defensa Alekhine – con su elegante y
desconcertante movimiento del Caballo de la Dama – y los diversos Gambitos
(entrega de una pieza a cambio de ganar posición). Como dice con gran acierto Ricardo Aguilera en El espíritu de la apertura – Estudio simple
y lógico de la teoría en Ajedrez: Nada
sería tan engañoso para el aficionado como tratar de retener en la memoria las
incontables líneas de juego en las aperturas y considerar este caudal teórico
como infalible arma de victoria. El memorismo y paporreteo es tan mortal en
Ajedrez como en cualquier otra área del conocimiento.
III
El Medio Juego
Como casi todo en la vida,
empezar bien es importante, pero es en la cancha donde se ven los gallos. Decía
Napoleón (buen ajedrecista él mismo) que en
el amor y la guerra, para acabar hay que verse de cerca. Una vez que
culmina el desarrollo de las piezas – cosa más difícil de lo que parece,
recordemos que a un movimiento de las blancas viene uno de las negras, excepto
en la poco conocida variante del Ajedrez
de Marsella, de dos movimientos por bando – culmina la apertura, y si todo
va bien estás ubicado en la posición donde la sucesión de los lances tácticos
deberían llevarte a capturar el Rey adversario. Pero si las aperturas pueden eventualmente
aprenderse – o programarse, si el jugador es cibernético -, el medio juego es
poco previsible, las maniobras posibles a partir de cualquier posición en un
tablero con 64 casillas y dieciséis piezas por bando son muy grandes en número,
y se reducen únicamente por la lógica de las posiciones. He aquí en lo que sí
resultan útiles las Aperturas, en prever posibles desarrollos, y sin embargo no
necesitaríamos utilizarlas como las muletas que son si empleáramos mejor
nuestras cabezas, esto se distingue maravillosamente bien en el libro del
campeón Emanuel Lasker, Common Sense in Chess (Sentido Común en Ajedrez). Lasker fue el ajedrecista que retuvo el
título más tiempo, de 1894 a 1921, aunque es posible que Alexander Alekhine hubiera durado más de no fallecer en posesión
del título mundial en 1948. La cosa es
que Lasker era, además de
ajedrecista, un buen matemático y filósofo, y cuidaba además muchísimo de las
cuestiones psicológicas, empleando todos los recursos para vencer. En cuanto al
juego mismo, sostenía la enorme importancia de la estructura formal de peones,
y no le importaba demasiado la fase de apertura, la cosa era llegar al Medio
Juego en una buena posición. De hecho es cierto que una sólida estructura de
peones permite un sólido control de las propias líneas y buenas proyecciones en
el Medio Juego.
Una ligera reflexión al respecto
debería ayudar. Piénsese en una estructura de Peones atrancada, donde los dos
jugadores no han intercambiado capturas, y más bien han llenado con sus Peones
el centro y los flancos del tablero. Ello hace a los Caballos sumamente
fuertes, dado que pueden saltar por encima de las demás piezas, en tanto que
condena a Torres y Alfiles por lo general a una triste inmovilidad hasta que se despeje el tablero. El juego se
vuelve así posicional, de estructuras, donde las diagonales y columnas adquieren
importancia y se preparan minuciosamente los ataques tratando de abrir espacios
de control propio negándoselo al adversario, y colar las propias piezas en las
líneas adversarias para dar el mate. Pero lo posicional no es lo único que
existe en el desarrollo del Juego. Hay lances muy específicos del Medio Juego,
un teórico que los conoce bien es Fred
Reinfeld, que en uno de sus libros más populares, How to be a Winner in Chess (Cómo
ser un Ganador en Ajedrez) desarrolla algunos de estos lances: El variable
valor relativo de las piezas, que depende mucho de las posiciones, aunque en
general la seguidilla vaya, de mayor a menor, más o menos así: Dama (O Reina) –
Torre – Alfil – Rey (En cuanto a poder) – Caballo – Peón; es esencial para
entender las ventajas y desventajas de intercambiar piezas. En general se
defiende a la Dama pues perderla es casi siempre indicio de pérdida de la Partida, pero esto no es tan cierto. En posiciones abiertas conviene cambiar
los propios Caballos por los Alfiles adversarios o “ganar calidad” cambiando
Alfiles / Caballos por Torres adversarias. Los jaques descubiertos o dobles
suelen ser mortales o cuando menos ponen en serios aprietos a quien lo sufre.
El Medio Juego casi siempre acaba en una Masacre de piezas, preparada poco a
poco y desatada repentinamente, donde el jugador más hábil suele ganar una
ventaja, a veces muy pequeña, que le servirá para ganar el juego posteriormente.
IV
Final (y un poco de Historia y Matemáticas)
De la masacre del Medio Juego
emerge por lo general el Final, en el que pocas piezas han sobrevivido, y donde
casi siempre hay alguna igualdad en el material o la posición. Pero no se
produce siempre, pues cuando los jugadores son disparejos, el mejor a estas
alturas ya ha vencido al menos dotado, aprovechándose de sus errores en la
Apertura y el Medio Juego, y puede medirse la diferencia entre ambos notando en
cuantos movimientos se demora uno en vencer al otro. Los Mates de comienzo de
juego en ese sentido son casi siempre Mates Ayudados, es decir, uno ha hecho
los movimientos precisos y necesarios para que el otro le dé mate. El Mate del
Pastor es de cuatro jugadas, el Mate Loco es de dos, y el Mate Legal de Siete,
y solamente podrían obtenerse de ser ayudados, a sabiendas o no, por el otro
jugador. De modo que al Final tenemos caracteres de la Partida más o menos
estereotipados: Pocas piezas, partidas abiertas, algunos Peones más o menos estructurados
aquí y allá, aproximada igualdad en el material (Torre contra Torre, Alfil
contra Caballo, o algo así). La eventual promoción de los peones a Dama u otra
pieza es una constante espada de Damocles, suele premiar el esfuerzo de haber
alcanzado la octava fila, y es normalmente un subproducto del Final, extremadamente raro en el Medio Juego. La amenaza de coronar un peón es uno de
los aspectos que suele decidir una Partida, y por ello en el Final suelen
escenificarse feroces cacerías de los Peones que sobrevivieron al Medio Juego.
Un jugador cuyos Finales pueden estudiarse con provecho es Bobby Fischer (1943 – 2008), campeón entre 1972 y 1975, en su libro Bobby Fischer teaches Chess (Bobby
Fischer enseña Ajedrez) donde se percibe su predilección por los Finales
abiertos. Otro libro que consulté mucho tiempo fue The Art of Checkmate (El Arte
del Jaque Mate) de Georges Renaud
y Victor Kahn. El problema del
jugador que podríamos considerar normal – y mi problema también – es que a no
ser que pertenezcas a un grupo constante de ajedrecistas es difícil encontrar
jugadores del mismo nivel. Los clubes tratan de juntarlos y por ello se hacen
torneos constantes que permiten ubicarlos en un ranking, de donde emergen los jugadores realmente buenos. Pero lo que verdaderamente ha liquidado el Ajedrez
es el hecho simple que las computadoras nos ganan a los seres humanos, y no hay
ser humano que se respete al que le guste eso.
La Historia del Ajedrez sin
embargo, es en sí gloriosa, y solo mandaré algunas pinceladas, si quieres saber
más busca en Internet. Las leyendas que rodean su invención tienen lugar en India y Persia (Shah Mat en persa se traduce Check
Mate en inglés y Jaque Mate en
castellano) son muy hermosas, entre ellas la de los granos de trigo (sumatoria
de potencias de 2 acumuladas) que denotan el misterioso poder del infinito de
los grandes números metido en un Tablero limitado a 8 x 8 = 64 escaques. Hay
antiguos juegos de mesa análogos al ajedrez de hoy y posibles parientes y/o
antepasados: Ajedrez japonés, birmano, chino, persa (el shatranj), indio (el chaturanga),
e incluso una versión denominada Ajedrez de
Tamerlán, con un Tablero de 132 casillas y muchísimas y exóticas piezas y
reglas de juego. Dícese, sin embargo, que el mejor Ajedrez en cuanto a
capacidad es el actual, evolucionado en España e Italia de la mano de sus
primeros campeones, entre ellos Ruy
López de Segura, conocido a través de la compilación del Sabio Rey Alfonso X, El Libro de los Juegos. Los campeonatos oficiales mundiales son de
fines del siglo XIX y van hasta la actualidad, con el hiato cibernético
mencionado, que hace que nos preguntemos si el Campeón Mundial de Ajedrez es un
jugador de Ajedrez o un Diseñador de Software. En todo caso, después que Fischer hizo puré la larga era del
dominio soviético, los campeones mundiales fueron Anatoly Karpov (URSS, 1975 – 1985) y Garry Kasparov (URSS, 1985 – 1991; Rusia 1991 – 1993). Entre 1993 y
2006 la Federation International de´s
Echecs (FIDE) se dividió, y Kasparov
organizó la PCA (Asociación de Ajedrecistas Profesionales) con su propio
campeonato, ganado por el propio Kasparov
hasta el 2000 y luego por Vladimir
Krámnik (Rusia, 2000 – 2006). En el mismo lapso, la FIDE tuvo varios
campeones: Anatoly Karpov (Rusia, 1993 – 1999), Alesandr Jálifman (Rusia, 1999 – 2000), Viswanathan Anand (India, 2000 – 2002), Ruslán Ponomariov (Ucrania, 2002 – 2004), Rustam Khazimdzhanov (Uzbekistán, 2004 – 2005) y Veselin Topalov (Bulgaria, 2005 –
2006). En 2006 el Match entre Topalov y Krámnik permitió unificar el Título, que quedó en manos del
segundo hasta 2007, en que Viswanathan Anand lo gana hasta el
2013, en que el joven Gran Maestro noruego Magnus Carlsen se lo arrebata hasta hoy.
V
Colofón
Dudo mucho que el Ajedrez vuelva
a ser lo que fue. Además, la verdad es que mi computadora me gana a veces, y
eso que siempre le salgo con mi Apertura Ruy López y siempre me responde lo
mismo (A3A), y no sé cómo hacer para que me juegue distinto. Asimismo, la
notación geométrica de ahora es bastante mejor que la antigua pero, qué
quieren, uno está acostumbrado al buen y viejo P4R. El Ajedrez fue una parte sustancial
y muy agradable de mi vida y de todos modos es un juego bonito. Veo además que
no he mencionado la intervención del Ajedrez en la Literatura, lo que tal vez
justifique otra Crónica. Y a otra cosa, mariposa.
Post Data: Se me olvidaba señalar algo que me parece de un sexismo atroz: El Ajedrez se separa por sexos: Varones juegan su campeonato y mujeres el suyo. Ello siempre me escandalizó y hace que me pregunte por qué ocurrió así. Aprovecho para levantar mi voz de protesta, estoy seguro que no habría problema en que ambos géneros compitamos en igualdad de condiciones.
Y ahora sí, hasta otro día
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