“Un país donde podamos vivir con alegría.” (Perú
2021)
Como decía John “Hannibal” Smith,
el líder de los paladines de la serie “The A-Team”, conocido en nuestro medio
como “Los Magníficos”, nos gusta cuando un plan se concreta. Por lo general
esto quiere decir que cada vez que lanzamos al aire un artículo deseamos que
éste arroje luz sobre un tema determinado, y además genere discusión y bronca
de la buena, vale decir que nos arrojemos ideas a la cabeza y nos rompamos la
crisma a conceptualizaciones, en busca de una comprensión común y una verdad
construida entre todos.
Si algo parece desprenderse de
las dos partes anteriores de este artículo Contra la Pobretología es
precisamente el cansancio frente a un tema sobre el que siempre sentimos que
mucho se habla, pero que siempre se queda en el mismo sitio. Esta fue también
la opinión de Don Michel Azcueta, que tuvo a bien dirigirnos unas líneas
mostrando su acuerdo con lo escrito y manifestando la necesidad de seguir
dándole con todo, y además y en particular tratar del MODELO DE DESARROLLO, con
sus objetivos, metodologías y consecuencias. Trataré de hacerlo lo mejor que
sepa.
En Agosto pasado y sobre la ola
del triunfo electoral de Ollanta Humala, Don Michel Azcueta publicó un artículo
al respecto, que me permito copiar para conocimiento de mis lectores.
INCLUSION SOCIAL: ¿HACIA DONDE? - Michel Azcueta.
Suelen decir que son los franceses o algún
sociólogo perdido los que inventan nuevos nombres para antiguos conceptos
cambiando, anulando o disimulando muchas
veces el significado original de las palabras que pretenden sustituir, y
logrando difundirlas de tal manera que se ponen de moda…Esto ha ocurrido y
sigue ocurriendo especialmente en el campo de la práctica social y de las
políticas sociales donde las palabras y conceptos de justicia, igualdad se
fueron dejando de lado al ser invadidos por la “concientización”, la
“participación”, el “empoderamiento” y,
desde hace unos años, por la “inclusión social”...
De tal manera se han metido las dos palabritas
en nuestro medio que todos las utilizamos aunque no sé si con el mismo
contenido y en el mismo sentido: políticos, gobernantes, empresarios,
periodistas, intelectuales, dirigentes sociales y populares. Por lo menos, parece que hay algo en común: el
reconocimiento que existen “excluidos” y la necesidad de que hay que
“incluirlos” en algún lugar…Y esta es la discusión central y urgente, dado que
el Presidente Ollanta ha declarado a la “inclusión social” como prioridad de su
gobierno (escuchemos a todos los ministros con qué temor añaden las palabritas
en todo momento…) y dado que hasta se habla de la creación, en enero, de un
Ministerio de Inclusión Social (¡!)…
Parece que sobre quiénes son los “excluidos”
en la sociedad peruana hay mucha (no total) coincidencia: los más pobres, los
de las zonas alejadas de las capitales, los marginados, especialmente niños y
mujeres de municipios andinos y amazónicos. Sin embargo, no creo que haya tanta
coincidencia entre unos y otros de los arriba mencionados cuándo se trata de la
famosa “inclusión”: ¿Quién
incluye a quién? ¿Por
qué? ¿Adónde
hay que incluirles? ¿En
el territorio? ¿En
la producción? ¿En
la alimentación? ¿En
la cultura? ¿En
los procesos dirigidos por los “no excluidos”? ¿Incluirlos en “otro lugar” distinto al
existente? ¿Dónde?
Por encima de diferencias ideológicas, pienso
que lo principal es que consideremos al Perú como la auténtica casa de todos,
donde todos nos sintamos dueños, donde nos sintamos a gusto en cada uno de los
rincones de nuestra casa común, donde podamos repartirnos responsabilidades
mutuas, donde todos nos podamos sentar a la mesa a la hora de comer y donde
todos podamos educarnos y desarrollar nuestras propias potencialidades en
beneficio propio y en beneficio de los demás., y, con todo ello, ampliando la
casa, haciéndola más grande y más hermosa. Ahí no habría necesidad de “incluir”
a nadie en otro sitio.
Al empezar un nuevo gobierno deseamos
sinceramente que se hagan las cosas bien y que, en lo que a programas sociales
se refiere, no se caiga en lo de siempre que lleva a los mismos resultados que
tenemos, desde hace varias décadas y desde diferentes gobiernos. Se me ocurre
una propuesta: ¿por
qué, en lugar de incorporar la política social al Ministerio de la Producción o
al Ministerio de la Mujer, en lugar de crear el nuevo Ministerio de la
Inclusión Social, por qué no la incluimos en el Ministerio de Justicia, de la auténtica, de una vez por todas? - Agosto 2011. - Michel Azcueta, Ex Alcalde de Villa El Salvador, Presidente de la Escuela Mayor de Gestión
Municipal.
Termino con la larga cita, y de
hecho comparto la preocupación de Don Michel, que en su caso se abona por su
larga y fructífera experiencia en gestión municipal, así como por su innegable
y probada experiencia y vocación de servicio.
Algo avanzamos en el capítulo
anterior al respecto de dónde surgía el concepto de Inclusión Social, qué
significados, denotaciones y connotaciones posee, y qué proyecciones
manifiesta. Lo veíamos y lo vemos como un avance conceptual positivo, que se
dirige a destrozar esa pobretología basada en un concepto de Pobreza que da la
sensación que se hace algo cuando en realidad lo único que hacemos es dar
saltitos sobre el mismo sitio. Y es que concentrarnos en la pobreza me suena a
algo así como concentrarnos en la enfermedad, y aunque eso no está mal - de
hecho es lo que los médicos hacen - también nuestros amigos matasanos saben que
lo mejor que se puede hacer contra la enfermedad es prevenirla, y gracias a
ello la Prevención se ha convertido en un paradigma de las políticas de salud.
Del mismo modo, y salvando las distancias, luchar contra la pobreza siempre ha
sonado a tratar de salvar al moribundo, con lo que nos deslizamos a la caridad.
Pero la gente no necesita caridad, necesita empleo. El concepto Pobreza nos
desconcentra del tema real, dándonos la sensación que avanzamos mucho si
conversamos bastante sobre repartir alimentos cuando de lo que se trata es de
crear empleo que le permita a las gentes ganarse la vida y obtener sus propios
alimentos. Comparto en toda la línea la idea de Don Michel, no se trata ya de
construir Políticas Contra Algo, por más que este algo sea la Pobreza, sino de
avanzar a una Política Por la Inclusión. Y eso implica saber a dónde vamos, es
decir cuál es el Modelo de Desarrollo.
El Modelo de Desarrollo – Sus
objetivos
En nuestro artículo anterior
avanzamos un pequeño análisis centrado en los factores de la economía, basados
en la idea de que estar excluidos de las bondades del sistema democrático es un
problema de pertenencia, que pasa por la producción social de la riqueza, y por
ello vimos a vuelo de avecilla cómo podría establecerse políticas de inclusión
que incorporen a todos aquellos que no gozan del producto del trabajo social. Preguntarnos
quienes son los beneficiarios del proceso de desarrollo, pregunta legítima de
Don Michel, implica saber si llegaremos al disfrute pleno de la condición
humana en el tiempo que la vida nos concede.
Ello implica en primer lugar
mantener la vigencia social de la Democracia. Un sistema democrático que
excluye a grandes sectores de su sociedad es un contrasentido en sí mismo.
Excluir potencia las fuerzas centrípetas que pueden destrozar la sociedad. Estas
fuerzas son la excesiva concentración de la renta nacional, el excesivo poder
de los oligopolios que controlan buena parte de la producción, la corrupción,
la delincuencia, el narcotráfico, y toda una serie de lacras sociales que son
consecuencia de la exclusión. La pobreza vista como condición humana es un
accidente, y cualquier sociedad que se respete trata de reducirla hasta la
eliminación total. Y la herramienta conceptual y democrática más afiatada al
momento pareciera ser la Inclusión Social.
Concretemos. Nuestro país
necesita cambiar progresivamente la matriz exportadora de productos
tradicionales, en particular mineros, que ha tenido desde la Colonia.
Necesitamos reencontrarnos con la ruralidad de nuestra patria. Necesitamos
volver al Perú Agrícola y Experto en Biotecnología de antes de la Invasión
española. Naturalmente, si tenemos Minería, deberemos explotarla porque
necesitamos la palanca financiera para recuperar una matriz productiva basada
en la producción de alimentos. Por supuesto seríamos idiotas si renunciáramos
abruptamente a la actividad minera, lo que tenemos que hacer es administrarla
de acuerdo a los objetivos nacionales. No llegaremos a una matriz agrícola
tecnológica y económicamente viable en el mediano plazo si no aprovechamos nuestros
inmensos recursos, la biodiversidad de nuestro territorio, y la capacidad de
nuestra población. Y eso significa tanto resolver el problema de la propiedad
de la tierra, como inyectar capital en el agro, desarrollar las capacidades de
la población, y equiparnos con un arsenal tecnológico y científico ultramoderno
e integrado con la milenaria sabiduría de nuestro pueblo.
La plata, qué obvio, debe salir
de la actividad minera. Ya sé que esto duele a algunos, pero los recursos
minerales no solamente se agotarán algún día, sino que los mismos avances
científicos y tecnológicos tienden a bajar sus precios, en especial las
tecnologías sobre nuevos materiales. Y mañana o pasado de repente a algún genio
israelí – como el último Premio Nobel que trabajó precisamente sobre los
cuasicristales - pakistaní o nigeriano se le ocurre cómo sustituir el cobre de
manera definitiva, y adiós entonces a nuestras reservas. Si alguien cree que
exagero ahí está el caso de la plata (el metal), cuyo precio cayó a la mitad en
dólares constantes hace dos o tres décadas debido a que a un nerd japonés se le
ocurrió un método para revelar películas que no utilizaba el nitrato de plata.
El cómo usar los recursos
financieros parece ser claro: Reformular el sistema educativo para mejorar las
capacidades de la población para el trabajo y la innovación, potenciar la
investigación científica y tecnológica en los aspectos en los que somos fuertes
y tenemos ventajas comparativas, inyectar capital a un sistema financiero más
orientado al riesgo agrícola, poner en acción más y mejores tierras de cultivo,
resolver los problemas de tierras y aguas. Todo esto tiene múltiples aristas de
diversos tipos. Para ejemplo un botón nomás: una inteligente división del
territorio nacional basado en las cuencas y no en los ríos como límites está
aún por hacerse. Nuestra organización territorial tradicional es muy simple: De
Corregimientos coloniales a provincias republicanas, y de Intendencias a
Departamentos. Pero las Intendencias se crearon para cobrar Impuestos y los
Corregimientos para explotar la mano de obra indígena. Es decir, nuestro orden
territorial heredado de la Colonia y simplemente descuartizado durante la
República no se creó para que fuera funcional económicamente, y es así entonces
como podemos entender las macrorregiones que se están planteando como una
reorganización del territorio orientado racionalmente a la actividad
agropecuaria.
El Modelo de Desarrollo – Sus
métodos
Hemos optado no por una
transformación revolucionaria, a la que nuestro pueblo le teme, sino por un
modelo gradualista. Los resultados electorales mostraron que los intereses de
los poderes fácticos y la pesada inercia social hacen de cualquier proceso de
Inclusión Social un problema grave. La base política del cambio se amplió, y
eso tuvo y tiene un costo, pero también muestra oportunidades importantes. Se
distingue una voluntad de cambio, pero también se ve que estos cambios se
desarrollarán en el contexto del sistema democrático. Una sabia dosis de
realismo permitió ganar las elecciones, pero a la vez determina que, como
ocurre en cualquier democracia, habrá que hilar fino. No se puede cambiar todo
a un tiempo, así que habrá que avanzar, como quiere el esquema político, de la
mano de la opinión pública. Por ende las capacidades de negociación se vuelven
esenciales. A este gobierno no se le ha dado ni luna de miel ni tregua alguna.
Los miedos instilados en la población por ciertos poderes fácticos, aunque
están mostrándose vacíos y sin contenido, siguen siendo agitados, aunque con
cada vez menos fuerza, por los sectores más recalcitrantes, apoyados en un
aparato mediático oligopólico cada vez más desprestigiado. Sin embargo, la
racionalidad económica y la recuperación de ciertos valores republicanos de
buen gobierno están empezando a surtir efecto. La derecha política dictatorial
está cada vez más arrinconada y parecen surgir nuevas derechas más
comprometidas con la Democracia, mientras que los Poderes Fácticos,
pragmáticamente, se suman al nuevo estado de cosas, dispuestos a pagar más para
seguir manteniendo las utilidades en azul y empezando a entender que no se
puede crecer sin redistribuir. La pelota está entonces en la capacidad del
gobierno de incluir a nuevos actores sociales arrancándolos de la mera
supervivencia hacia la participación política y la integración social. En esta
cancha se jugará la pelota política los próximos años. La mística del servicio
público está en ascenso, aunque lenta y trabajosamente. La realpolitik se
impone, y a nuestro ver se impone bien y correctamente, desde que está
orientada por claros valores republicanos. Los remanentes del clientelaje
político que nos gobernaron hasta ahora dan coletazos y se felicitan de
encontrar que algunos miembros del gobierno son como ellos, pero la voluntad
política de no blindar y de andar derechos como Dios manda está entrando poco a
poco en la mente de la gente. Esperamos y deseamos que siga así, por el bien
del proceso de cambios en nuestro país.
El Modelo de Desarrollo – Sus
consecuencias
Las consecuencias de un cambio en
el Modelo de Desarrollo no son tan claras como quisiéramos. Podríamos pintar el
mejor de los mundos, al estilo triunfalista que nos gusta, pero ni tengo
vocación de Nostradamus, ni prefiero el optimismo al pesimismo. Además, como en
la famosa anécdota de Herodoto y el Caballo, muchas cosas pueden pasar en el
intermedio. Veamos a nuestro vecino Chile, tan estable creíamos, y a su
seguramente bienintencionado Presidente, y veremos que sus planes se han visto
trastocados por terremotos y hartazgos sociales muy evidentes. Nadie tiene la
espada del augurio. Sin embargo, me gustaría pensar que las consecuencias de
este proceso no deberían medirse en términos del programa político de un
partido, por más importante que éste sea. Nuestro país cumplirá el año 2021
doscientos años de vida independiente y republicana. La asociación civil Perú
2021 posee una visión de país que no me parece negativa, y que me parece
perfectamente aplicable como gran objetivo de este proceso de cambio:
Un Perú próspero,
pacífico, democrático y justo donde todos seamos educados con valores y
conocimientos necesarios para hacer realidad nuestras aspiraciones a través de
un trabajo estimulante y digno.
Un país con
instituciones sólidas y transparentes que garanticen los derechos de la
persona, el cumplimiento de la ley y la iniciativa privada
Un país hospitalario
y solidario, orgulloso de su inmensa diversidad natural, cultural y social
Un país donde
podamos vivir con alegría.
Vivir para ver. Seguiremos. Hasta
la próxima.
VIENE DE: INCLUSIÓN SOCIAL O CONTRA LA POBRETOLOGÍA (II) - http://memoriasdeorfeo.blogspot.com/2011/10/inclusion-social-o-contra-la_28.html
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