Leer Clásicos (1): Género
Épico
I
Hay libros cuya lectura marca, en
mi historia como lector ha habido muchos de ellos y de muchos tipos. Cuando se es lector temprano, voraz y copioso, se empieza casi siempre por la Literatura. La
Literatura es muy amplia en su espectro, aunque los temas son siempre los
mismos y los argumentos más o menos semejantes. Esto es válido desde la
primera obra épica registrada, la Epopeya
de Gilgamesh, hasta la anti-épica del Ulises
de James Joyce, por lo menos. Los temas literarios son más o menos unas dos o tres docenas. Sin embargo, como quería el comediante Jardiel Poncela, todo
está dicho pero todo está igualmente por volver a decirse, así que la cosa puede
seguir, y de hecho sigue. Seguimos contando historias y no
nos aburre hacerlo, inspirando así a las otras artes, incluyendo las
cinematográficas. Las Epopeyas Clásicas son un buen ejemplo, la épica narra acontecimientos y circunstancias que quieren ser de gran amplitud,
trascendentes, fuertes en su temática, grandes temas que definen
a la humanidad. No eran cosa de broma, aunque la sátira y la burla nacieran de la epopeya. Podemos entender por qué los antiguos griegos y romanos emplearon
los poemas homéricos (Ilíada y Odisea) para educar a su juventud, pues encontraban
sus valores éticos y estéticos dignos de imitarse. Los géneros literarios
suelen confundirse, yo también lo hago, y como después de todo esto no es más
que lo que yo pienso, trataré la épica, la epopeya, los Cantares de Gesta y
hasta algunas novelas, como epopeya. Total, en esto sigo mi propio gusto.
En su forma, la
Épica fue poesía, y así se conservó por muchos siglos: La Divina Comedia del Dante y El
Paraíso Perdido de John Milton emplean aún la forma poética. Al principio la
épica se cantaba o recitaba para diversión y solaz de las gentes. Hoy en día la épica se confunde
con la narrativa y la prosa. Una excelente manera de
enseñar poesía es con música, a la que todos acceden y que a todos gusta, así las
epopeyas se fijaban en la memoria. De hecho la épica fue literatura oral y cantada,
fijada luego por escrito, y derivada después a formas noveladas en prosa. En la
actualidad la mayoría de la épica se presenta en prosa, como es el caso de El poema del Mío Cid, el Ramayana, la Canción de Roldán, o la misma Divina
Comedia. Ello responde, entre otras consideraciones, a que hoy en día leer
poesía no es lo mismo que antes, el vocabulario y sintaxis no corresponden
a los usos actuales, y las traducciones y adaptaciones se comprometen más con la exactitud que con la didáctica. Sus temas permiten que sean objeto – y a
veces botín - del cine y televisión, cosa que hasta al antiépico Joyce le han hecho. En nuestra cultura inmediatista y visual los jóvenes se familiarizan
con la épica a través de las pantallas: Brad Pitt es Aquiles,
sin duda alguna, tal como Viggo Mortensen es Aragorn. La épica es así conocida y difundida, y así vende libros. Veo esto positivo, las libertades que se toman los guionistas y directores de
cine terminan por crear obras que aunque llevan el mismo título, en realidad
son diferentes y con tanto derecho a existir como sus originales de la Literatura escrita. Cualquiera que haya leído los libros de
Harry Potter y visto sus versiones cinematográficas estará de acuerdo. Por supuesto,
algunas adaptaciones son buenas y otras una desgracia.
Comparto con mis lectores en esta
ocasión tres clásicos épicos de mi gusto: Una epopeya, un Cantar de Gesta y una
novela. Quizá después mande algunos otros más, si es eso lo que le gusta a la
gente. Puedo jurarle a mis lectores que he leído todos estos libros que comento
y comentaré, pues de otra manera no sería honesto. Mi visión es la de un amante
de los libros y la lectura, no la de un filólogo ni un profesional de la
literatura, menos aún la de un crítico literario tipo Harold Bloom, o
de cualquier otro para el caso. Me he reído muchas veces leyendo reseñas de
contraportada, que muestran que sólo se han leído las primeras páginas, y a veces
sólo el prólogo. Los lectores nos merecemos respeto, así que hablo desde mi
experiencia directa como lector, con anécdotas, intenciones, ideas y
condicionamientos frente a la obra, si esto ayuda a alguno a aproximarse mejor a la
lectura, pues de eso se trata todo esto.
II
LA ODISEA (Homero)
Esta obra es un referente para toda la Literatura universal, una de las grandes obras
clásicas de la humanidad. Su origen se hunde en la oscuridad del colapso
de la civilización micénica, en que la escritura se olvidó en Grecia. Se la
empareja con la Ilíada, que surge
hacia la misma época y del mismo modo; y a veces con su secuela y copia romana,
la Eneida. Si me dan a escoger prefiero
la Odisea al frenesí guerrero de la Ilíada, y al testimonio del destino
manifiesto del Imperio de Roma en la Eneida.
He leído la Ilíada y la Eneida tal vez un par de veces, la Odisea en cambio la releo cada cierto
número de años. Supongo que por temperamento y experiencia vital. Si se es joven y aventurero la Ilíada
puede remecer el espíritu con una empresa guerrera de grandes proporciones, mientras
que la Eneida puede inspirar una
madurez dedicada a la creación de una estabilidad, nación o imperio. La Odisea presenta la experiencia vital del retorno al hogar, y ello
quizá comprometa más al lector que ya pasó por la experiencia de recuperar, a
veces varias veces, los por un tiempo abandonados paisajes geográficos y
afectivos. El Volver, como en el tango de Gardel, es una experiencia universal.
Quizá no haya escena más emotiva en la obra que la del héroe Odiseo / Ulises
recuperando los sabores del queso y del vino de su Isla Ítaca, tantos años
olvidados. Es imposible no simpatizar con el dedicado comandante del barco que
trata de llegar a su destino, aún frente a la irresponsabilidad de sus hombres, con
los que como buen capitán está comprometido hasta la muerte. El padre y esposo
que extraña el hogar que dejó emplea su astucia y recursos para sortear las
dificultades y resolver problemas. De los entreveros de la forma que hoy se hace
algo difícil de leer, emerge el hombre, imperfecto y complejo como todos nosotros,
y uno se puede identificar con ello. Tal vez ese es el secreto de la Odisea.
De las versiones que se han hecho
de la Odisea, me agrada la miniserie,
formato televisivo muy adecuado. La televisión resulta mejor que el cine, gracias a un guión respetuoso y pleno de claves referidas a
la obra. Las excelentes actuaciones de Armand Assante como Odiseo, y Greta
Scacchi como Penélope colaboran. Hay escenas disponibles en You Tube
para los que quieran verlas, y nada perderán con ello. El formato cinematográfico clásico no ha
tenido fortuna, tanto por su extensión limitada como por lo difícil de emplear
la potente elipsis cinematográfica sobre una obra tan extensa y multiforme. El
género de aventura, dedicado principalmente al público juvenil, se concentra en anécdotas
como la astucia desplegada por Odiseo / Ulises en su enfrentamiento con el
cíclope Polifemo, la aventura del Canto de las Sirenas, la bajada al reino de
Hades o la batalla contra los pretendientes de Penélope. Se pierde el gran
atractivo de la obra: El hombre Odiseo / Ulises. La miniserie de TV permitió
presentar las diversas historias combinadas con detalle y precisión, y se concentraron
en el protagonista y coprotagonistas. Así, la Telemaquia – las aventuras de Telémaco que sale a buscar a su padre
que no vuelve – tiene atractivo propio, y se entrelazan con habilidad las tres
historias de Telémaco, Penélope y el propio Odiseo / Ulises y sus hombres. La
historia es narrada en off cuando es
adecuado, siguiendo la estructura narrativa del libro. Una de las frases que
recuerdo más es la narración de Odiseo / Ulises, muy bien presentada en la
miniserie, del encuentro con el monstruo Escila: “… devorábalos Escila mientras gritaban y me tendían los brazos en
aquella lucha horrible. De todo lo que padecí peregrinando por el mar, fue esto
lo más lastimoso que vieron mis ojos”. Puede uno imaginarse al curtido
Odiseo / Ulises contando esta historia con los ojos brillantes, y las imágenes
de la miniserie son realmente dramáticas. La peripecia vital de Odiseo / Ulises
inspiró nuevas obras a otros autores como Kavafis y Joyce, y así se sigue
conservando eterna para disfrute de los nuevos lectores.
III
EL POEMA DEL MÍO CID (Anónimo)
He tenido suerte con el Mío Cid
Rodrigo (O Ruy) Díaz de Vivar, pues fue uno de los primeros libros que leí. La sencilla
y fiel versión de Ricardo Baeza fue el vehículo, y me familiarizó incluso con
la semibárbara rima asonante del original, aún en prosa. Después lo releí en
otras versiones más fieles, como las de Pedro Salinas (en verso, hoy mi
preferida), y la de Menéndez Pidal. Además he gozado de la oportunidad de leer
el poema en su castellano original en la edición de Alianza Editorial, a cargo
de José de Bustos Tovar, que a pocos no filólogos les es dada, y que cayó en
mis manos por pura casualidad. Esta lectura fue complicada y difícil de
culminar, pues es imprescindible la constante referencia a los estudios y
versiones. Debo reconocer que me dio trabajo, aunque lo asumí por la razón más
simple de todas, porque me gusta pues. Otros lectores no necesitan seguir este
ejemplo, por suerte. El Poema del Mío Cid
es un Cantar de Gesta de la Edad Media, producto del duro y secular
enfrentamiento entre los sarracenos del califato de Córdova y los reinos de
Taifas contra los reinos cristianos en el norte de España, resistentes a la
invasión árabe. Narra las peripecias del destierro del Mío Cid (Mi Señor en
árabe), “el que en buen hora nació”, “el que en buen hora ciñó espada”, “tan buen vasallo, si tuviera buen señor”,
que se busca la vida en los dominios de los árabes de España, combatiendo
contra ellos con su banda de fieles compañeros, llegando a apoderarse de
Valencia. Su creciente prestigio y sus caballerescas virtudes de lealtad y
coraje determinan que a pocos se amiste con su Rey, que sus hijas Doña Elvira y
Doña Sol logren ventajosos matrimonios, y que incluso cuando son repudiadas por
los cobardes Infantes de Carrión, se le otorgue la posibilidad de derrotar a
sus enemigos de la propia Corte castellana por virtud del coraje de sus
caballeros. No presenta xenofobia anti-árabe en ninguna parte, reflejando más
bien la convivencia de amigos / enemigos entre diferentes grupos culturales.
Presenta lo que podríamos llamar una lucha leal entre valientes adversarios que
se rompen la crisma entre ellos, y luego se rinden homenaje los unos a los
otros. Esto era común en Cantares de Gesta como el Cantar de Roldán y el Oro de
los Nibelungos, e incluso en el más temprano Poema de Beowulf, aunque las diferencias son también patentes. El
realismo del Poema del Cid es casi
contemporáneo, no vemos en él los Cien mil guerreros musulmanes enfilados
contra Roldán, o los veinte mil guerreros que mueren en un salón enfrentando a
tres héroes en los Nibelungos. El Cid
es un héroe, pero parafraseando a Cervantes cuando se burla de las novelas de caballería
hablando del Tirante El Blanco, es un
héroe que come, duerme, muere y hace testamento como buen cristiano. No hay
magias ni hechicerías ni fantasías ni nada más que coraje y valor, lo que lo
diferencia de los pases mágicos que tanto abundan en las literaturas del norte
de Europa. El Cid es un hombre en toda la española extensión de la palabra,
rodeado de simpáticos héroes menores, como el tartamudo Pero Bermúdez y el astuto Martín Antolínez, burgalés de pro. Es jefe de mesnadas, comandante de
huestes, a los que puede decir: “Más vale
que les ganemos, que ellos nos quiten el pan”. Salvando las distancias, mismo
grupo de barrio.
Como con la Odisea, el Poema del Cid ha sido referido hasta el extremo, nada mal para sus 800 años de edad. Como la Odisea,
pasa la prueba del tiempo, aunque limitada al mundo cultural en español y otras
romances. Los hechos del Cid impresionan a los poetas castellanos y de otras
latitudes, en especial los franceses. Rubén Darío importa de Francia la
historia del leproso al que el Cid no puede dar limosna porque él mismo carece
de todo: “Hermano / te ofrezco la desnuda
limosna de mi mano / dice el Cid; y quitando su férreo guante, extiende / la
diestra al miserable, que llora y que comprende ”, en tanto que Manuel
Machado lo describe en “Por la terrible
estepa castellana / al destierro, con doce de los suyos / - polvo, sudor y
hierro – el Cid cabalga”. Miguel Hernández, poeta de la guerrera España
Republicana, invoca al Cid para inspirar a la juventud a combatir la inminente
batalla. Le encontramos en Federico García Lorca, Rafael Alberti, Jorge
Guillén, Gerardo Diego y quien sabe cuántos más. El Cid es resumen de todo lo
que un castellano debe ser: Valiente, leal, buen cristiano, astuto, moral. Qué bueno que la distancia idiomática haya resultado en versiones contemporáneas
del Poema del Cid que aproximan el
paradigma a las nuevas generaciones. Hay pocas versiones visuales, y las que
hay son en su mayoría antiguas y dependientes del viejo Hollywood - sueños para
ganar plata -, cuyo interés en la veracidad de la historia era mínimo. La
versión más conocida tiene como atractivo la buena actuación de Charlton Heston
como Rodrigo Díaz de Vivar, y a Sofía Loren como Doña Jimena.
IV
EL INGENIOSO HIDALGO DON QUIJOTE DE LA MANCHA
(Miguel de Cervantes
Saavedra)
¿Qué puedo decir de esta obra que
no se haya dicho ya, y por boca de lo mejor que la cultura universal ha
producido? No trataré de emular lo que ya se ha hecho bien, pero trataré de
decir mi palabra: El Ingenioso Hidalgo…
es uno de los libros más citados y menos leídos en la actualidad. Una lástima,
porque es realmente ma-ra-vi-llo-so, sin atenuantes. Perdónenme mis lectores el
intransferible entusiasmo. Como dice Rubén Darío, en El Ingenioso Hidalgo… están la vida y la naturaleza. Pero su
lenguaje conspira contra su popularidad, aunque no es que sea complicado en
extremo. Su enrevesamiento no es por tratar de traducirlo bien, como en la Odisea. La lengua original del Ingenioso Hidalgo es el español, el que
contribuyó a fijar, y se supone que no anda tan lejos de nosotros, por lo menos
no tanto que no se pueda leer. Pero lo cierto es que no se le lee, porque nuestros jóvenes lectores de hoy en día no consiguen decodificarlo en
el nivel de los períodos oracionales. En mi experiencia con jóvenes requeridos de
entender algo de esta obra por el Plan Lector, lo que los pasma es el castellano
del Siglo XVI. Mi estrategia es leérsela, decodificando por ellos, recuperando
la vieja y maravillosa tradición castellana de la lectura en voz alta. No sé
qué pasa con la enseñanza actual de la lecto-escritura, pero la lectura en
tiempo real se les hace compleja a los alumnos. Pareciera que cuando tratamos
con las micro-operaciones a nivel de palabras y de enhebrar oraciones nos las
vemos bien solamente cuando la sintaxis es sencilla, basta una sintaxis oracional un
poco complicada para que el chico abandone el intento, y eso significa que
tenemos que reformular el trato del nivel de dificultad de nuestros textos. Me
molesta ver perderse tan buenas historias por no poder
decodificar la sintaxis.
La lectura es una operación lineal
en dos fases que corren en paralelo: Decodificación y Comprensión. El
procesamiento de impresiones sucesivas va armando una imagen mental, y eso es decodificar. Así vamos simultáneamente prediciendo
el significado del texto que viene haciéndose a medida que se lee, construyendo
su significado a partir de nosotros mismos. No hay nada más personal que la
Lectura, nadie puede hacerla por uno. Implica habilidades que no son las
que privilegia nuestra cultura visual contemporánea, que presenta contenidos
totales cuya expresión más acabada es la pantalla del cine, la TV, la
computadora, el celular, el iPad. Ese lenguaje y su lectura implica operaciones diferentes a las de la lectura tradicional, es una alfabetización completamente
diferente e igualmente importante, que se cree enfrentada con la lectura tradicional.
Craso error, pues en el cerebro humano son complementarias, y poseer ambas es
como hablar dos idiomas y tener acceso a dos mundos. Me gusta Cervantes, pero
Shakespeare no es menos genial, y bien por la Literatura en varios idiomas, y debe ser igual con los diversos registros semióticos. Volviendo a El Ingenioso Hidalgo…, este tiene el
mismo problema que la Odisea, es
demasiado amplia en sus significaciones, y el Cine no lo puede expresar
completo. La ópera, el ballet, el cómic, las artes plásticas y otras
expresiones artísticas lo han intentado, y han logrado crear OTRAS grandes
obras diferentes en su lenguaje adaptando su historia; y esta nueva historia da
la casualidad que tiene el mismo título. El problema de disfrutar El Ingenioso Hidalgo… es que es algo así
como comer caviar. Si no tienes el paladar educado, sólo te sabe a salado y no
lo aprecias, de repente ni lo pruebas otra vez. De las versiones en pantalla
que he visto, ninguna me ha convencido, excepto una española que estaba en
algo, pero que tenía el defecto de no durar cuatrocientos capítulos.
V
Colofón
Colofón
Dejo acá esta Crónica, y
procuraré continuar con ella cada Sábado o cada vez que pueda, lo que ocurra primero.
Con ellas trato de resolver mi necesidad personal de hablar de libros y
lectura, y de paso trato de hacerlo de manera que pueda contribuir a fomentar el gusto por ellos. Y ahí lo dejo, diciendo: Lee lo que quieras, como quieras, donde
quieras, que no te arrepentirás. Punto.
JAVIER:
ResponderEliminarMUCHAS GRACIAS POR LAS TREW CRÍONICAS DE LECTURAS.
ESTARÉ A LA ESPERA DE LAS PRÓXIMAS. SALUDOS MARIA ROSA
"en el arranque de mi tarea tuve .... la suerte a mi favor, los buenos pájaros agoreros, la corneja volando a mano diestra" - prólogo del Cid de Pedro Salinas
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