CRÓNICAS DE LECTURAS – 61
Ciencia Ficción Clásica
(Parte Dos)
(Parte Dos)
I
El main stream en la Ciencia
Ficción
Yo no les quito un ápice a los
clásicos. En otra Crónica presenté a tres autores clásicos de la Ciencia
Ficción: Clifford Simak, Ray Bradbury y la pareja Larry Niven – Jerry Pournelle. Pero un
género tan expandido y popularizado como la Ciencia Ficción tiene muchísimos
más héroes que se merecen absolutamente ser cronicados. Así empiezo a quitarme
el sambenito con Asimov, Heinlein y Clarke, y reservándome a Sturgeon,
Ballard, Lem, Silverberg, Dick, Farmer,
Anderson y demás para otra ocasión.
Y aún así el subgénero da para muchísimo más, quién me mandó meterme en esto de
las Crónicas de Lecturas, pero creo
que ya es algo tarde para quejarse. Empecemos por la corriente principal de la
Ciencia Ficción (Science Fiction Main
Stream en english), un circuito
de escritores norteamericanos o británicos, o por lo menos de lengua inglesa,
que se criaron en las décadas de los ´20 a los ´40, y la mayoría estudió en la
Universidad Ciencias Duras (Física, Química, Geología, Ingeniería, etcétera).
El porqué no hallaron chamba en lo suyo es un misterio que tal vez sea mejor no
remover, no nos encontremos el cadáver de Jimmy
Hoffa. Muchos de estos escritores son muy sinceros con las dificultades de
sus comienzos y sus finales, hasta el extremo del chisme, como Isaac Asimov mismo, que hace casi
autobiografías en sus compilaciones, como también Arthur Clarke, Harlan
Ellison y otros. De resultas de esto hay más información disponible sobre
ellos de la que necesitamos, y por ese mundano y ocioso motivo no me
concentraré demasiado en biografías que ya sus autores hicieron de dominio
público.
He tratado de no elegir
necesariamente las grandes obras de todos conocidas, aquellas que están
precisamente en el mainstream. Tratamos
de dejar aparte el Universo de Asimov, Heinlein o Clarke. Nos acercamos en lo
posible a obras menos “representativas”, y así no nos metemos en las
larguísimas series de las Fundaciones
y los Robots de Asimov; ni en las principales obras de Heinlein, ni en el grupo de Rama
o de las Odiseas del Espacio de Clarke. Es posible que las tratemos
como grupo en otras Crónicas o no, ya veré. Los libros que escojo, aunque
premiados y populares no formaron parte de series o universos muy
desarrollados. Es decir se publicó una sola de estas obras, su trama y
personajes empiezan y terminan con ella. Las elegimos porque nos gustaron,
interesaron o consideramos que de una u otra manera pueden ser importantes para
entender la bibliografía general del autor. Seguramente nuestra elección puede
ser relativamente equivocada, porque de verdad tanto, tanto, no sabemos. Pero
igual lo intentaremos y esperamos que no nos vaya del todo mal. Y por eso
afrontaremos este asunto con El Hombre Bicentenario, Tropas
del Espacio y Las Fuentes del Paraíso.
II
Isaac Asimov y El Hombre
Bicentenario
Hay tanto publicado sobre Isaac Asimov (1920 – 1992), incluso por
él mismo, que en realidad es ocioso hablar de él. Si quieren ustedes realmente
saber más léanse cualquier introducción a cualquier antología manejada por él.
O mejor aún, gugléenlo, encontrarán ustedes información ad náuseam. Elegí la novela corta El Hombre Bicentenario (También traducible como El Hombre del Bicentenario) a pesar que
se le hizo película en 1999, porque el filme está muy distante de la novela,
tan distante que podemos hablar de dos obras distintas aunque con ciertos aspectos
en común. Toma también como base El
hombre positrónico, obra de Asimov
y Robert Silverberg al alimón,
posiblemente para darle parte a Silverberg en las ganancias de la película. Por
poco que la veamos la notaremos adaptada a una audiencia estereotipada. No
desmerezco las soberbias actuaciones de Robin
Williams y Sam Neill, pero sí el
guión archisimplificado, pseudo-políticamente correcto y mercantilistamente
adaptado de esa película llamada El Hombre
Bicentenario. Señalemos de pasada que los guionistas fueron precisamente Asimov y Silverberg, tengo la sensación que trataron de hacer unos dólares
más, lo que no es en definitiva incorrecto. Si ellos no son puristas no veo por
qué nosotros tendríamos que serlo. Pero no se filmó la novela El Hombre del Bicentenario, sino otra
cosa que pagó peaje a los estereotipos de un segmento del mercado y a la
expresión cinematográfica. Así, vemos un robot que se enamora, quiere
casarse y le gusta el sexo – exploración que Asimov y autores como Bradbury
han llevado a cabo en relatos más verosímiles – y así se roba el show, aunque
para mí eso no llega ni a anteproyecto de parodia del Bender
de Futurama. No se hace ni la finta
de explicar las Tres Leyes de la Robótica, centro de la narrativa asimoviana de
robots. En la novela el sexo es tema tangencial, el Robot NDR Andrew
Martin inventa prótesis que eventualmente incluirían genitales si se adecúan a mis planes. Mi cuerpo es
una tela sobre la que me propongo dibujar…
(un hombre), y las Tres Leyes se mencionan un párrafo sí y el otro
también. Es central el deseo del robot Andrew
Martin de ser declarado humano legalmente, lo que se relaciona con una
importante discusión política y jurídica sobre las leyes y el sentido de
la Libertad. La argumentación viene a cuento por la ocasión en que se escribe:
1976, Bicentenario de la Revolución Americana y de la Independencia de los
Estados Unidos. Además, El Hombre
Bicentenario (O El Hombre del
Bicentenario) es en realidad el relato principal de un total de once, más
un jocoso poema dedicado a los que no creían que existía el viejo Asimov: La primavera de la vida.
Estos relatos cortos – el más
largo da nombre al libro y es precisamente El
hombre del bicentenario – ganaron un Premio Hugo en 1977 y un Nébula el año
siguiente, que es como ganarse el Nobel y el Oscar de la Ciencia Ficción. La
mayor parte de estos cuentos son de primerísimo nivel: Tengo especial gusto por
Intuición Femenina, la historia de un
robot femenino, y el último saludo en el escenario de la roboticista estrella
de Asimov, Susan Calvin,
horriblemente mal representada en el bodrio peliculero Yo, robot. Qué es el hombre
resulta en una inquietante profecía, una variante pesimista de un universo
alterno al universo oficial de Asimov
en sus series de Robots y las Fundaciones, que deja ahí y no desarrolla aunque es realmente inquietante: (Dice el robot George Diez) nos consideramos seres humanos incluidos en
el contenido de las Tres Leyes y, además, unos seres humanos que deben gozar de
prioridad frente a todos los otros. La
Criba denuncia la hipocresía de los políticos frente a los problemas
globales, y delinea el deber moral del científico de no permitir ser utilizado
por el poder político. Los demás relatos son algo desiguales, aunque dentro de
la impronta asimoviana. Indudablemente el más conmovedor es El Hombre Bicentenario: Andrew
es un talentoso robot capaz de crear arte y ganar dinero con ello, gracias a un
casual diseño generalista de su cerebro positrónico. Por ello, y por órdenes más
o menos contradictorias que recibe, compulsivas para él – consecuencia de las
Tres Leyes – de una manera inimaginable para los seres humanos (Asimov no lo
evidencia, supongo que espera que el lector atento lo note), aspira a ser
libre: ¿Qué más podrías hacer si fueses
libre? – Tal vez no más de lo que hago ahora, señoría, pero lo haría con mayor
satisfacción. En este tribunal se ha dicho que sólo un ser humano puede ser
libre. Yo diría que sólo quien desee la libertad puede ser libre. Yo deseo la
libertad. Y el relato continuará a lo largo de dos siglos, con la evolución
de la actitud del robot libre que busca más y más se le reconozca su Humanidad:
Lo cierto es que quiero ser un hombre. Lo
he deseado durante seis generaciones de seres humanos. Por supuesto, si
quieren conocer el final, ya saben, lean el relato. Se le puede encontrar aquí:
http://bdigital.binal.ac.pa/VALENZANI%20POR%20ORGANIZAR/ORDENADO../1OTROS%20DOCUMENTOS/ASIMOV,%20Isaac%20[Biblioteca]/6%20-%20ISAAC%20ASIMOV-PDF/Isaac%20Asimov%20-%20(varios%20cuentos)%20Varias%20Historias.pdf
http://bdigital.binal.ac.pa/VALENZANI%20POR%20ORGANIZAR/ORDENADO../1OTROS%20DOCUMENTOS/ASIMOV,%20Isaac%20[Biblioteca]/6%20-%20ISAAC%20ASIMOV-PDF/Isaac%20Asimov%20-%20(varios%20cuentos)%20Varias%20Historias.pdf
III
Robert Heinlein y Tropas del
Espacio
Robert Heinlein (1907 – 1988) es un escritor que levanta polémica
por principio, pues se zurra en lo políticamente correcto y a veces parece más
fascista que Mussolini. En cualquier
caso es un individualista nato. Su novela Tropas
del Espacio gana el Premio Hugo en 1960 y además resultó extremada y hasta
violentamente polémica, y ambas cosas sorprendieron al mismo Heinlein, que no era particularmente
autoritario ni militarista en sus ideas, sino que construye un sistema así a
modo de ficción verosímil. En cualquier caso cualquiera que haya prestado
servicio militar reconocerá fácilmente el sistema norteamericano de
la Infantería de Marina. Y si además, como Heinlein, se es Infante de Marina
veterano, pues que no es para menos, la Infantería Móvil (IM) de la ficción
tiene las mismas iniciales, es obviamente lo mismo y seguramente trata de
rendirle un homenaje. Es 1960 además, otra época. Pero se ha dicho de todo de
esta obra: Que es una novela simplista, sin profundidad psicológica, que Johnny
Rico – el protagonista – es un imbécil cognitivo y moral, que se olvidó
Heinlein de narrar una historia, que
todo el mensaje es lo bonito que es ser soldado, que demasiados flash-backs, que hay una irreal ausencia
de sexualidad, una mínima reflexión moral, y quizá las críticas más mordaces e
incisivas se refieren a la descarada propaganda del militarismo y el fascismo.
Escritores veteranos de Vietnam han acusado a la novela de glorificar e
idealizar la guerra y las fuerzas armadas, y que la ficcional Federación
Terrena es fascista, entre otras cosas por la machacona insistencia en que la
ciudadanía solo es para el veterano. La idea, por cierto, no la saca Heinlein de Alemania, Italia o Japón
sino de Suiza. En las tres películas que
Paul Verhoeven filmó con el
trasfondo de la novela, a la que es bastante fiel en lo posible, emplea
uniformes que recuerdan los de la Wehrmacht,
la Kriegsmarine y la Luftwaffe; así como presenta claras
estrategias propagandísticas fascistas de control de los medios de
comunicación.
Y ahora que le he dado un
parrafote a las críticas, rompamos ahora una lanza a favor de esta novela, porque
hay varios hechos para resaltar, cuando menos que a mí me gustó lo suficiente
para releerla varias veces, considerando que tras medio siglo de escrita pues
que parece gozar de magnífica salud, se le ha traducido a montones de idiomas y
editado y leído profusamente; se recomienda inclusive como lectura para las
fuerzas armadas de varios países. Por lo demás, muchas de las acusaciones parecen
exageradas, lo narrado y descrito en el libro no plantea la Guerra como
actividad noble y bacán al modo fascista, es más bien un mal necesario a
tolerarse, no a fomentarse. La Federación Terrena es un estado estacionado en
un difuso límite entre la Democracia y el Autoritarismo, pero así y todo es
liberal e igualitario, y si en algo se diferencia de las democracias actuales
es en la constante insistencia que la ciudadanía y el sufragio no son derechos
sino privilegios acordados a los que han cumplido con el deber. Además me
parece que es reivindicativa del hombre común del bajo pueblo, la Infantería de
a pie, el hombre común que se recluta y arma para ir a la guerra, y que no son
normalmente los universitarios ni los chicos bien, sino la carne de cañón. Para
mí posee la virtud de ser profundamente plebeya. En la antigüedad sería la
narración de la guerra y el conflicto mirados desde el punto de vista de los remeros
de los trirremes y quinquerremes. Hay demasiada tendencia a olvidar a quienes
se ensucian las manos cuando las papas queman, y en cierto modo en esta novela
se les devuelve la dignidad de hombres libres que combaten y se ganan su
ciudadanía a pulso. Porque el soldado que lucha en la amarga guerra contra las
Chinches es voluntario, puede retirarse en cualquier momento, nadie lo obliga ni lo fuerza a quedarse, y si se acobarda y no quiere pelear, se le paga y
deja ir y nunca puede votar. Porque el soldado que muere, aunque no haya votado
nunca, votó cada vez que hizo “una
bajada” (aterrizaje en un planeta, combinación entre Desembarco Anfibio y
Lanzamiento en paracaídas). Otros aspectos interesantes son los exoesqueletos
empleados así como los puntos de vista sobre la virtud civil, la guerra, la
pena capital y los castigos corporales. La obra está en:
IV
Arthur C. Clarke y Las Fuentes
del Paraíso
Esta novela está tan fuera del mainstream de Arthur C. Clarke (1917 - 2008) que no tiene antecedentes ni
secuelas, aunque es una de las novelas más vendidas de este egregio autor.
Pertenece a un conjunto curiosamente caracterizado por no haber sido
tremendos exitazos de librería, pero a diferencia de Las Fuentes del Paraíso, varias de estas novelas, la mayoría en
realidad, fueron muy pero que muy flojas, y si no alcanzaban la categoría de best-sellers era por méritos propios. Se nota que su objetivo al editarse era
explotar un nicho de mercado conformado por gente que de todas maneras
compraría la obra por más mediocre y hasta mala que fuera, porque Clarke es Clarke. Para ser justos pertenezco a ese grupo, y por eso tengo
títulos que son bodrios relativos, como El
león de Comarre, El Martillo de Dios
y A la caída de la noche, relatos más
o menos flojos, construidos a veces alrededor de anécdotas a las que Arthur les saca el máximo jugo posible,
pero que no tienen mucho y como él es él se los publican y con eso paraba el
presupuesto de uno o dos años. No se le puede culpar de balancear sus
ingresos, pero Las Fuentes del Paraíso
es tal vez una de sus novelas más geniales. Distínguese en el desenvolvimiento
literario de Clarke tres etapas: Al
principio es marcadamente humanista y centrado en un optimismo científico un
tanto ingenuo, es el tiempo de sus grandes obras 2001: Odisea del Espacio y El
fin de la Infancia. Luego aterrizará en el rigor científico, a tono con su
formación científica hard, de este
tiempo son Cita con Rama y Fuentes del Paraíso. Por último se echa
sobre su nombre y vive de sus rentas, a veces de manera facilista presta su
bien ganada fama, y la chamba en serio se la dará a otros como Gentry Lee, coautor de los siguientes
títulos de la serie Rama (Rama II, El Jardín de Rama, Rama
revelada); Stephen Baxter (Luz de Otros Tiempos, El Ojo del Tiempo); y Mike McQuay (Sismo Grado 10), entre otros.
Es curioso que Las Fuentes del Paraíso no tenga
secuelas, aunque ganara el premio Nébula en 1979 y el Hugo en 1980. O si las
tiene no son de Clarke. Es posible
que tenga que ver con ello la muerte del protagonista, el Ingeniero Vannevar
Morgan, al final de la novela, como Cervantes a Alonso Quijano El Bueno, y
fallidamente Conan Doyle a Sherlock
Holmes. O de repente la profesión de fe ateísta. Los personajes de Clarke son estereotipos, sus
protagonistas se parecen mucho entre sí, calcados unos de otros: el Capitán
Norton de la Nave Newton que
llega a Rama se parece al Frank
Poole de las Odiseas o al
Capitán Robert Singh de El
martillo de Dios. Los verdaderos protagonistas de Clarke no son los seres humanos sino los logros tecnológicos, las
creaciones humanas que conquistan nuevas fronteras: La nave Discovery de 2001 y la Leonov de 2010; el casco de ingreso neural, la
portentosa espacionave Rama, las
ciudades de Diaspar y Lys, y posiblemente la más imponente de
todas: El Ascensor Espacial de Las
Fuentes del Paraíso, ambientada por cierto en el Siglo XXII. Y he aquí por
qué funciona tan bien la novela: El conjunto que forman el personaje Vannevar
Morgan y el Ascensor Espacial con que corona su carrera, extraordinaria
desde el Puente sobre el Estrecho de Gibraltar. El notorio y algo ingenuo
ateísmo de Clarke se junta a su proverbial optimismo de primer mundo y da por
resultado que la humanidad abandone la religión por sucesos que la llevarán a
ello, en la novela esto ocurre cuando la nave espacial extraterrestre Velero
Estelar entre en órbita solar y converse con los terrícolas, reduciendo al
absurdo toda la Suma Teológica de Santo Tomás de Aquino: (…) entre los incontables efectos que ocasionó
sobre la cultura humana, el velero había llevado a su punto culminante un proceso
que ya estaba en marcha. Acababa de poner fin a los billones de chácharas
piadosas con que hombres de aparente inteligencia se habían aturdido por muchos
siglos. Interesante frase del hombre
que escribió Los Nueve Mil Millones de
Nombres de Dios. Me parece a estas alturas que he dado suficientes claves
para provocar la salivación en mis lectores, pero allá va la última: Para
rendir debido homenaje al Sri Lanka donde vivió la segunda mitad de su vida, Arthur Clarke la “movió” de lugar y la
pone en la ficción cerca a la Línea Ecuatorial, para hacer verosímil la
construcción de la gran Torre de Kalidasa y el Ascensor Espacial. Uno de los
conflictos será con el Monasterio propietario de los terrenos para construir el
Ascensor. Y para data ya me parece mucha. Lean la obra:
V
Colofón
Hemos presentado tres grandes
autores clásicos de la Ciencia Ficción. Habrá más Crónicas sobre más autores y
libros de Ciencia Ficción, un subgénero que se difumina hoy en día y se combina
y recombina con otros. Ya hablaremos de ellos. Por ahora, adieu.
La Crónica de Lecturas 42 - Ciencia Ficción Clásica - Parte Una está en:
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