CRÓNICAS DE LECTURAS – 97
Fábulas
I
El sentido de las Fábulas
Las fábulas tienen una
larga y honorable historia en el devenir de la Humanidad, en especial cuando se
historian esos momentos especiales y nunca documentados en que los padres se
percatan que deben educar a sus hijos en las realidades del mundo, y buscan
soporte para ello. Como género literario son alegorías de corta extensión, los
personajes son animales u objetos inanimados que presentan rasgos humanos, imprescindible
el habla. Concluyen siempre con una enseñanza o moraleja que da sentido a la
fábula. Puede ser en prosa o verso y tratará de hacer crítica de costumbres y
vicios. Cabalga sobre la ambivalencia pues casi siempre se les cuenta a los
niños cuando salen del animismo infantil y pueden aún suspender el juicio al
respecto de que animales, plantas y objetos hablen y posean características
humanas. Así el adulto lo puede emplear para la enseñanza moral analógica, a
veces irónica, casi siempre maliciosa. En la fábula hay dos posturas subjetivas
confrontadas, a veces en un diálogo entre desiguales, representando casi
siempre la división social arriba – abajo o dominante - dominado, que a veces en
un cambio repentino de fortuna trocan posiciones. Ese trastoque es específico
de la fábula, incluso de la moderna, entenderlo es llegar al subtexto que ha
querido el fabulista, que curiosamente casi nunca es el que la moraleja evidencia.
El doble o triple mensaje detrás de la moraleja muestra que ésta suele ser una
primera y engañosa conclusión, en realidad un entimema producto de un largo y
múltiple proceso de razonamiento, no su principio. Y para complicarnos más,
observaremos que la Fábula posee a más de su verdadero componente más o menos
escondido, otro componente básico de falsedad, pues dícese que algo es de fábula cuando algo es de no
creérselo, exagerado de tal modo que llega hasta la falsedad. Así la emplea el
Cronista Cristóbal de Molina, por
ejemplo, al referirse a las Fábulas y Ritos de los Incas (1573).
Jean Jacques Rousseau, educador en el siglo de las Luces, detestaba
las fábulas, y es difícil culparlo, pues esa cosa bienpensante y
ejemplarizante, pero falsa, es demasiado representativa de los valores que los
buenos chicos te plantean para que tú seas también un buen chico. De entonces
acá, los valores manifiestos por los mayores dan a los chicos para llegar a ser
unos perfectos y obedientes sonsonazos
y caídos del palto. Puede que por eso
le gustasen las fábulas a Platón, y Aristóteles las mirara por encima del
hombro, distinguiéndolas por su utilidad retórica para la persuasión, y nada
más. Todos los tipos inteligentes opinan más o menos lo mismo: Las fábulas deforman,
modifican negativamente, le joroban la inocencia a los niños, su moral es
equívoca y le otorga ventaja al sagaz y astuto, mostrando en exceso el ser en desmedro
del deber ser. La discusión pedagógica al respecto durará para siempre, dada la
ambivalencia de la Fábula. Como en sus sucesores los cuentos infantiles, los
valores a introyectar no quedan claros, aunque tampoco es que la vida haga gran
cosa por aclararte las cosas, pocos son los que tienen la suerte de que la
experiencia les aclare la teoría, si ello ocurre es por mediación de alguien o
alguienes, y en ese sentido las fábulas siguen cumpliendo con su función
mediadora entre una sociedad más o menos hipócrita socialmente y un hipócrita
individual en ciernes. Hoy parece más bien que son los adultos los que deberían
leer fábulas y tratar de entenderlas, de tan caídos del palto que se les ve. Por ahí anda el fondo del problema,
pues por poco que me hayas leído, amigo, sabes que soy crítico de la Educación
formal y de la sociedad tal como está desordenada, posiblemente por eso no
simpatizo con las fábulas para los niños. En esto opino como el buen Juan Jacobo: Las Fábulas son
contradictorias y dobles, y no son demasiado buenas para la Educación, excepto si
uno está ya formado. Pero a la vez debemos decir que los chicos de los 8 a 10
años están a mi ver suficientemente formados para discutir Fábulas con ellos al
modo de Casos y Ejemplos, que entiendo ser la mejor estrategia para trabajar
Valores. Por lo demás se ha propuesto y estudiado seriamente el empleo de
fábulas para la alfabetización de adultos, lo que me parece sumamente adecuado.
II
Esopo y otros autores clásicos
La universalidad de las fábulas
es notable, parece que su origen más remoto está en la India (recopilación del panchatantra), pero también se las
encuentra en el resto de Asia, África y las viejas culturas americanas. Hasta
nosotros han llegado los relatos del esclavo Esopo (circa 550 aC),
incluso como protagonista – Fábula de lo
Mejor y lo Peor. Difícil hallar alguien mejor que un esclavo para ilustrar
las altas y bajas de la vida, en esto Esopo
recuerda a otro esclavo, Epicteto,
también capaz de dar lecciones. Pero el género existía ya en las escuelas
sumerias, donde los maestros mostraban la desgracia o la astucia a través de las
vicisitudes de zorros, perros y elefantes, expresando con mucho color la
sabiduría de los proverbios. Junto con las apologías y las parábolas fueron de
las primeras estrategias pedagógicas para la enseñanza de la ética por los esclavos
pedagogos, como Esopo, Fedro y Babrio, que en el Siglo II dC fue preceptor
de los hijos de algún rey heleno del Asia Menor, y fue desconocido hasta 1843,
cuando se le descubrieron 123 fábulas en el nido de águilas del monasterio del
Monte Athos. Babrio es paradigma del
fabulador, más que Esopo inclusive,
a cuyas fábulas dio forma de verso. Poseía una cultura enciclopédica que
abracaba a Trágicos y Comediógrafos atenienses clásicos como a Homero, Hesíodo y poetas como Píndaro,
Safo o Teognis, e incluso a autores judíos helenizados. La primera fábula
griega es la del Ruiseñor, de Hesíodo en Los Trabajos y los Días, y la primera colección es de Demetrio de Falero, cuyo original se
perdió, pero en cuyas refundiciones con Babrio
y otros aparece hacia el Siglo I dC el inmortal Esopo, antecesor de otros legendarios contadores de Historias como Shahrasad
o el Doctor
Watson. Esopo habría sido un esclavo frigio revendido en Samos al
filósofo Xanto, que demoraba
otorgarle la prometida libertad para no desprenderse de tan hábil sirviente, y por
ello hubo una algarada popular por la libertad del fabulador.
Las fábulas son literatura oral
en verso y se memorizan fácil, pero de tanto repetirlas surgen diversas
versiones, que se heredan de recopilador en recopilador, y así las encontramos
en los romanos Horacio, Julio Fedro y Flavio Aviano. Fedro (circa 50 dC) añade a la fábula la novedad de la crítica social y de
costumbres. Aviano (circa Siglo IV dC) escribió unas
cuarenta fábulas, algunas de ellas repetidas de autores anteriores y otras de
su factura, y tuvo la fortuna de ser la principal fuente de fábulas durante la
Edad Media, pues no usaba de licencia o grosería como otros autores, y parecía
más adecuado para los castos ojos y oídos de niños y mujeres. Varias fábulas
provenientes de la India, África e incluso de Grecia y Roma se recogen en Las Mil y Una Noches, aunque atribuidas
a autores como el sabio árabe Lokmán,
lo que tal vez sea justo, pues a diferencia de la corta y a veces seca fábula
occidental, la fábula árabe es más sabrosona y detallada, casi una novelita
alargada de moraleja mucho más sutil y adulta, en un contexto más amplio, a
diferencia de occidente, más preocupado en la moraleja que en el relato. Ello
marca distancia entre el travieso puritanismo islámico y la hosca represión
sexual cristiana. En cuanto a la moral, antes de la expansión de la ética
cristiana las fábulas representan la moral grecorromana: El eterno retorno, el
fatalismo y la circularidad del tiempo hacen imposible cambiar lo que es
natural en cosas y personas, que siempre se comportarán de un modo análogo en
cualquier época.
En este enlace hay 300 fábulas,
dícese toditas de Esopo: http://www.edu.mec.gub.uy/biblioteca_digital/libros/E/Esopo%20-%20300%20f%C3%A1bulas%20de%20Esopo.pdf
Y por acá, un hallazgo, una
edición bilingüe griego / castellano, en facsímil, París, 1872, estudio de Miguel de Silva:
Y en este de acá, las fábulas de Fedro y Aviano, con estudio incorporado y edición bilingüe latín /
castellano, otro hallazgo les cuento:
III
Edades Media, Moderna y Contemporánea
La Edad Media conoce de autores
originales e infinidad de copistas, nada raro en un período en que pocos leían,
menos transcribían y muchos relataban. La poetisa francesa del Siglo XII María de Francia, de quien se desconoce
todo excepto su obra, conoció las fábulas clásicas y escribió ella misma una
cantidad respetable (63). Dícese que ella es la venerable Ma mére l´oye (Mi
madre la Oca), ilustre contadora de cuentos e historias que Charles
Perrault reunirá en el siglo XVII, como comentamos en Crónica dedicada
al cuentista. Asimismo aparece en Europa, sabe Dios cómo, el panchatantra indio, y sus fábulas se
incorporan al acervo occidental. Su peso moral hace que algunas se incorporen a
los Sermones, piezas oratorias sagradas. En la literatura medieval española hay
fábulas en la obra de Juan Ruiz,
Arcipreste de Hita, Libro de Buen Amor,
y en los exempla de El conde Lucanor, del Infante Don Juan Manuel. Durante el Renacimiento y la Edad Moderna, los
humanistas se interesaron en la fábula, y algunos cultores de fuste, como Leonardo da Vinci, escribieron algunas.
Sin embargo los principales fabulistas de la época fueron los franceses como Jean de la Fontaine (1621-1695), que
publicó dos volúmenes de fábulas que lo hicieron muy popular. Posteriormente
llega el momento de los españoles: El liberal Tomás de Iriarte (1750 – 1791) publica en 1782 sus Fábulas Literarias, bastante
afrancesadas y expresivas de una moral práctica y simple que le ha permitido
pasar la prueba del tiempo y convertirse en clásico. Félix María Samaniego (1745 – 1801), fue amigo de Iriarte, pero pelearon por celos literarios
(éste no citó a aquél en el prólogo de las Fábulas
Literarias, y eso entre literatos se castiga) y diferencias políticas, pese
a que ambos se las tuvieron tiesas con la Inquisición. Entre 1781 y 1784, Samaniego escribe sus Fábulas Morales, de narrativa simple y
natural y buen manejo del verso.
Fábulas de La Fontaine:
Fábulas de Samaniego: http://www.vicentellop.com/TEXTOS/samaniego/fabulassam.pdf
Fábulas de Iriarte: http://djelibeibi.unex.es/libros/F%C3%A1bulasIriarte-ss.pdf
Entrando a la Edad Contemporánea y todas sus revoluciones, la fábula se
transforma y recombina a la par que otros géneros literarios mayores y menores.
En lengua inglesa el genio norteamericano del sarcasmo, Ambrose Bierce (1842
– 1914?) la emplea contra la corrupción imperante en la sociedad estadounidense
(Fábulas Fantásticas, Esopo enmendado); mientras que al otro
lado del charco Beatrix Potter (1866 – 1943) escribe fábulas más convencionales.
En Rusia, país que está retrasado revolucionariamente con respecto al resto del
mundo, Iván Krylov (1769 – 1844) se
especializa en fábulas de contenido ruso y paneslavo, con la perenne presencia
del Zar, el Zarevich y la Zarina como Padres del pueblo, un poco al mismo modo
en que Moliére trata al Rey en su comedia. Esto aparte, claro, del común
denominador de todos, la inspiración y a veces imitación de Esopo y
otros autores clásicos. Destaca también el novelista León Tolstoi (1828
– 1910) que aparte de sus grandes obras La
guerra y la paz, Anna Karenina, La muerte de Iván Ilich, Resurrección, etcétera, escribe pequeñas
fábulas donde trata de apuntalar sus ideales religiosos humanistas, recogiendo
historias campesinas tradicionales. Una
rara avis en el género es el poeta
libanés de religión ortodoxa Iliya Abu-Madi (1889 – 1957), que recupera
la tradición miliunanochesca combinándola con la greco-ortodoxa y la del Islam,
y obteniendo fábulas en verso empleando la forma del diván, en la que también escribió varios poemas Federico García
Lorca.
Una buena compilación de enlaces para muchas obras de Ambrose Bierce,
incluidas las Fábulas Fantásticas,
aquí: http://librosgratis.liblit.com/?subdir=B%2FBierce%2C%20Ambrose%20%281842-1913%29&sortby=date
Un link para la lectura en línea de las Fábulas de Iván Krylov (en
inglés), es este: https://archive.org/stream/krilofhisfables00kryl#page/n41/mode/2u
IV
La Fábula actual
La Fábula actual, decíamos, proviene de la recombinación de géneros que
se ha producido en el último siglo y medio, aproximadamente. Ya mencionamos a rusos
y angloamericanos, pero aquí podríamos incluir también al español Eugenio
Hartzenbusch (1806 – 1880), que no contento con que hablen zorros y
cuervos, hace hablar también a émbolos, cigüeñales y grúas. Y de repente este es el lugar parta
incorporar a un autor muy discutido, que aunque utilizó el formato de fábula
ocasionalmente, llega por virtud de sus propias particularidades, a
caracterizar la fábula contemporánea en lo que tiene de transgresora: El
Marqués de Sade (Cuentos, historietas
y fábulas, 1788). Por ello, obras como La
Isla de los Pingüinos de Anatole France, con un tremendo sesgo
sarcástico - si bien con un estilo
didáctico que puede llegar a ser enervante - y el largo aliento de una novela, califican a
mi humilde entender como fábulas, pese a que el elemento moralizante
simplemente no existe, pero que está ventajosamente sustituido por una crítica
extremadamente corrosiva de cuanto existía en esa Francia de fin de siglo, en
la que no deja títere con cabeza. Y sin embargo, Anatole France se
permite copiar la metanarrativa de los fabulistas grecorromanos, culminando la
obra con la relación de acontecimientos que preludian el reinicio del ciclo
histórico y el eterno retorno, con la presencia de un fuerte componente de
ciencia ficción que probablemente copia de su contemporáneo Julio Verne,
con intenciones, parece, no menos sarcásticas. En la Ciencia Ficción también
encontramos varios autores que usan los robots, entes intermedios
entre las cosas y las personas, para hacer fábula sobre el ser humano, es
difícil no mencionar a Isaac Asimov y sus muchas novelas del ciclo Yo, Robot. Sin embargo, es posible
encontrar más elementos de reflexión al respecto en la obra de Stanislas Lem,
Fábulas de Robots (http://www.latertuliadelagranja.com/sites/default/files/Lem,%20Stanislaw%20-%20Fabulas%20de%20Robots.pdf).
Además, que los animales hablen e incluso evolucionen al punto de convertirse
en competidores o sustitutos de las civilizaciones humanas tiene en Ciudad de Clifford Symak un
representante egregio, pero de esta obra ya tratamos con detalle en otra
Crónica.
En América Latina, los escritores
no se quedan atrás en fábulas, porque en el continente de lo real-maravilloso
nada es extraño, y que los animales hablen no llama la atención a nadie. Paso
por alto la miríada de escritores que han tratado, transcrito, recopilado y
creado obras análogas a las fábulas, y menciono solamente al uruguayo Horacio
Quiroga (1878 -1937), que hace
hablar a numerosos animales en sus Cuentos
de la Selva y otros, y los hace interactuar con los seres humanos en pie de
igualdad, que eso es lo que la Selva te hace, y de eso se trata la idea, porque
los cuentos de Quiroga no son necesariamente para niños, y su
elaboración ético moral es sobre la sociedad en su conjunto. Destaca también Augusto
Monterroso (1921 - 2003) y sus fábulas de Humor Negro (La Oveja Negra y demás fábulas), cuya enjundia determina que se
pase uno más tiempo reflexionando el relato que leyéndolo. Pero no podemos
terminar esta Crónica sin reseñar la novela más fabulística de este período: Rebelión en la Granja, del novelista Eric
Arthur Blair, más conocido como George Orwell: Rebelión en la granja fue el primer libro en
el que traté, con plena conciencia de lo que estaba haciendo, de fundir el
propósito político y el artístico. Usa el esquema de la fábula y delinea una
potente metáfora de un totalitarismo en que toda libertad queda prohibida y
todo ciudadano será analfabeto para su mejor manejo (Toda casualidad a este
respecto no es coincidencia). Y si bien el régimen político deconstruido,
criticado y parodiado es el comunista soviético, y es fácil reconocer en el Viejo
Mayor a Marx, a Trotsky en Snowball y a Stalin en Napoleón, parece que el Gran
Hermano de 1984 no estaba en
esos lares. Vamos al relato: En la mal manejada Granja Manor de Jones,
un día el cerdo Viejo Mayor, reúne a los animales para contar su sueño de
libertad frente a los crueles seres humanos. Luego muere sacrificado, pero deja
la revolución animal y la ideología del animalismo. Se expulsa a los humanos y los
animales gobiernan y son iguales, se prohíben las costumbres humanas, y los cerdos
Snowball
y Napoleón
dirigen la sociedad y enfrentan el contraataque humano. Luego Napoleón
instaura su dictadura, expulsa a Snowball y se proclama Líder,
dirigiendo la sociedad animal según sus intereses. La plusvalía que antes iba a
Jones
va ahora a Napoleón y su grupo. Se cambia poco a poco la ideología del
animalismo para justificar los cambios. Las raciones de comida se reducen y las
horas de trabajo aumentan so pretexto de trabajar por un futuro mejor. Al final
los cerdos visten ropas, beben alcohol, fuman y hacen todo como los humanos, e inician
matanzas de animales pretextando complicidad con el “saboteador” Snowball
(que no aparece nunca más) para justificar sus fracasos. El libro
termina desesperanzadamente: No se
distinguía quién era el humano y quien el animal.
V
Colofón
Las fábulas poseen fuerte
recordación y hace miles de años que están con nosotros, e incluso hoy en día
se utilizan como metáforas, aunque no siempre del modo más feliz, como la del
perro del hortelano o al cigarra ociosa y la hormiga trabajadora. Jean Anouihl es uno de los
contemporáneos que ha apostado de nuevo por el género, pero el italiano Sabatino Scia ha innovado el género con
sus Fábulas de Protesta Occidental, con
diálogos en tiempo real de los animales que tratan de salir de situaciones
enredadas, y cuya carga moral es postmoderna a lo siglo XXI. Veremos si esta
propuesta funciona. Entre tanto, sigamos leyendo.
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