CRÓNICAS DE LECTURAS – 34
Historias en mi Tierra
I
Exotismo, Distanciamiento, Estereotipos
Que los peruanos escriban sobre
el Perú no es nada extraordinario, ni que los franceses escriban sobre Francia
y los nigerianos sobre Nigeria. La razón más obvia es que la vida ocurre en
alguna parte, que quieras o no está presente en lo que hagas. Así ambientes tu
ficción en el Calicut del siglo XVII o en la órbita de alguna estrella errante
en el medio del Brazo Estelar de Eridanus, tu casa está presente. Además de las
cuestiones prácticas involucradas: Los que te leen casi siempre son de tu
barrio, la economía de una historia o estudio académico exige que no cuentes
todo, que te guardes algo. Si tu historia se ambienta en la plaza Unión, o en
el ómnibus que va a Canta, es probable que tus lectores tengan más referentes
que si empezaras diciendo “caminaba de la mano de Lakmé por las riberas del
Brahmaputra” o “la nave soslayaba la
materia oscura entre Procyón y el Saco de Carbón”. Claro, si eres del
valle del Brahmaputra o de Procyón, ahí sí. Por otra parte hay un tema crematístico,
porque si vendes tus libros o esperas hacerlo, tratas que te lo compren, y una
manera es tener referentes con los que tus potenciales lectores te identifiquen.
Y así el ubicar tu historia en parte que no sea la tuya de ti es raro,
especial, curioso. Puedes tener buenas razones para hacerlo, como por ejemplo
que quieres “exotismo”, o de repente quieres “distanciamiento” (Verfremdungseffekt, es decir efecto de
extrañeza, o, claro, distanciamiento) y por ejemplo eso hacía Bertolt Brecht al ubicarte una obra en
la provincia china de Szezhuan. En el cine un equivalente aproximado es el
concepto del soviético Dziga Vertov
de Kino-Pravda, o Cine-Verdad, y en
ambos casos tratas de evitar la catarsis, de sacarte del sueño, de meterte en
la fantasía, no te olvides que estás en la realidad. Es decir, lo contrario de
lo que propone Hollywood y el 99 % de los cineastas, literatos y demás
creadores de fantasías que son en el mundo.
Para aclarar la vaina: Trato de
hablar de autores que nada tengan con nuestro país, pero que lo empleen para
ambientar su obra, que no se dirijan al público peruano, y traten que su lector
descentre su atención de lo evidente, para exotizarlo, extrañarlo, distanciarlo,
re-enfocarlo. Así elimino de plano a todos los autores peruanos sin excepción; incluyendo
las Crónicas sobre el Perú escritas por los españoles durante la Conquista y el
Virreinato; a todos los viajeros escritores que han escrito como tales,
etcétera. Lo esencial aquí es saber qué no entra. Porque tratar de decirlo por
la positiva no me funca tanto, fuera del Distanciamiento y el Exotismo. Si hay
algo más por ahí no lo sé tanto. Acotar un tema puede ser complicado como el diablo,
y eso que se supone que se los enseño a mis alumnos de Lógica, Filosofía,
Metodología del Estudio y la Investigación y demás yerbas. Tratemos otra formulación
positiva: Imaginemos historias ambientadas acá en la sociedad y geografía del
Perú; que por ese contexto exótico o distante le dé a los sucesos contados un
sabor particular, exótico o distante, irresistible para los lectores extranjeros
de Extranjia (Un país inmenso que abarca a todos los que no son el Perú). Los
autores de estas narrativas o bien conocen el país de primera mano porque han
estado aquí, o no lo conocen y lo que saben es de segunda mano, o como turistas
que no lo manyan. Todo es relativo.
Cuando un peruano lee a quien no lo es ambientando su historia acá, es
inevitable que compare la historia y los datos y sonría con suficiencia si el
autor la embarra o se escandalice si miente. Algo de ésto veremos en las obras
que he escogido para esta Crónica.
II
Julio Verne: Martín Paz y el Exotismo
Yo tenía un danés de vecino. No
tengo nada ni contra los vecinos ni contra los daneses.Vecinos he tenido
siempre, y en cuanto a daneses, mi hija por su madre es nieta de daneses. Mi
vecino el danés era buena persona, de los que ponen su saber al servicio de los
pobres, en vez de usar de su saber para poner a los pobres a su servicio, como
por cierto también los nacionales hacen. Él y su flamante esposa ocupaban el
departamento arriba del mío, y compartíamos la cuenta de la luz. Sé que hay
personas decentes y sinvergüenzas en todo grupo humano, sin diferencias
perceptibles en color o diseño, y creer lo contrario suele indicar
estereotipia, ignorancia o estupidez. Mi vecino danés vivía en la ciudad,
votaba, sacaba su basura a la hora, hacía lo que hace un ciudadano consciente y
mejor que muchos. Derecho a pitear tenía, como cualquiera de nosotros. Pero no
me gustaba oírlo, aunque sus comentarios los podría haber firmado yo. Me daba PICA que viniera un extranjero
del Autosuficiente Reino de Extranjia a decirnos qué mal estamos, me cargan los
patriotas en patria ajena descritos por
Ricardo Palma, así que un día que el
vikingo fregaba más que de costumbre, y que yo estaba particularmente sensible,
parafraseé y modernicé a Palma, y
como soy picón dije: Vecino, tienes razón. Todo acá es malo,
malísimo, pésimo, peor no puede ser … pero en el Perú hay algo buenísimo,
magnífico e insuperable: Un excelente aeropuerto internacional de primera clase
con vuelos de salida hacia todas partes, para que se vayan todos a los que no
les guste … Aunque no soy
patriotero y creo en la hermandad de la raza humana, canto con entusiasmo la Internacional y me computo humanista de
alto vuelo y ciudadano del mundo, me RE-VIEN-TA
que Julio Verne escribiera una
novela ambientada en la Lima de primeros años de la república, que aunque
fallara en puntos evidentes, a la vez pintaba un escenario social y político
horroroso, pero completamente acertado: El amor contrariado por barreras
sociales e insoportablemente romántico entre un indio y una española, en el
contexto de una sangrienta rebelión indígena en trance de estallar en la Fiesta
de Amancaes. Había españoles blancos con algo de poder, un sector mestizo y
otro judío usurero emergente – Verne era antisemita y racista social, como toda
su sociedad - capaz de cualquier cosa por
plata. Me saca pica y recontrapica que Julio Verne la tuviera tan clara, mientras que muchos políticos e
intelectuales nieguen la realidad tan brutamente. Que en Extranjia nos conozcan
por nuestra desigualdad e injusticia social me joroba, en especial cuando vienen a decirnos qué hacer al respecto. Me da ganas de repetir lo que le dije al danés, y a la vez ganas de
hacer la revolución social, yo solito y sobre la marcha. ´Tá qué vaina.
Julio Verne debe haberse leído las Peregrinaciones de una paria de Flora Tristán, y se documentó con relatos de viajeros franceses. Veamos
una descripción calcada de estos relatos: A
los pies de los espectadores extendíase la antigua Ciudad de los Reyes, cuyas
torres y campanarios llenos de sonoras campanas, elevábanse osadamente hacia el
cielo. San Pedro, San Agustín y la catedral atraían las miradas hacia sus
torres, que brillaban heridas por los rayos del sol. Santo Domingo, la rica
iglesia cuya Virgen no lleva jamás dos días seguidos el mismo manto, levantaba
más que sus vecinas la flecha elegante de su campanario. A la derecha, el
océano Pacífico hacía ondular sus extensas llanuras azules al soplo de la
brisa, y la vista, volviendo del Callao a Lima, deleitábase en la contemplación
de todos aquellos monumentos funerarios que contenían los restos de la gran
dinastía de los Incas. En la lejanía el gran cabo Morro-Solar encerraba como en
un cuadro los esplendores de aquel espectáculo. En la descripción se ven los
prejuicios literarios y sociales de la época, así como un huachafo
romanticismo: - Señor ladrón, ¿por qué no
roba usted los diamantes que están sobre esa mesa? (…) – Señor, si repite usted
semejante insulto, me daré muerte a sus pies. Verne creía con su época que algunas
razas degeneraban y otras se agostaban, requeridas de ser reconstituidas con
migrantes blancos, en particular los robustos y muy civilizados trabajadores
franceses. Así vemos en el diálogo entre el español Marqués de Vegal con el
Indio Martín Paz: Ya ves cómo
vuestros intereses desaparecen en medio de las revoluciones perpetuas de las
que es teatro el Perú: revoluciones que perderán al mismo tiempo a los Indios y
a los españoles, en beneficio de los mestizos. (…) Lo digo con dolor, pero a (…)
los españoles, hijos degenerados de una raza poderosa, nos falta la energía
necesaria para levantar un Estado, y, por consiguiente a vosotros os toca
triunfar de este desdichado americanismo que tiende a rechazar a los colonos
extranjeros (…) sólo una inmigración europea puede salvar el antiguo imperio
peruano (…) debéis tender francamente la mano a los hombres trabajadores del
Viejo Mundo. Qué bueno que esta exótica novela no tenga película. Tras ver El Puente de San Luis Rey, con buen guión
y excelente Dirección y actores como la imbatible Kathy Bates, no quiero pensar como se vería el Perú en un Martín Paz de película. No es lo mejor de
Verne, le sirvió para agarrar
oficio, y ya es bastante. Su interés está más en presentar los prejuicios de
la época que en su calidad o profundidad literaria, lejana de sus Viajes Extraordinarios. A los peruanos
nos saca de cuadro, eso le da interés pero con errores: En la primera línea Verne mete una geográfica e
inconmensurable pata impensable en otras novelas: El dorado disco del sol habíase ocultado tras los elevados picos de las
cordilleras …, cuando sabemos que en Lima el Sol se pone en el mar. Martín
Paz combate y mata un tiburón en la ría del caudaloso río Rímac, que
baña a una Lima fundada el 6 de enero de 1534. No son errores graves, pero
dejan mal a quien se haría conocido por la exactitud. Y creo que es
todo lo que vale la pena decir.
En todo caso, desde acá puedes bajar el libro y juzgar por tí mismo:
http://www.medellindigital.gov.co/Mediateca/repositorio%20de%20recursos/Verne,%20Julio/Verne_Julio-Martin%20%20Paz.pdf
En todo caso, desde acá puedes bajar el libro y juzgar por tí mismo:
http://www.medellindigital.gov.co/Mediateca/repositorio%20de%20recursos/Verne,%20Julio/Verne_Julio-Martin%20%20Paz.pdf
III
Thornton Wilder: El Puente de San Luis Rey y el Distanciamiento
Thortorn Wilder escribe sobre tema manoseado, trivial y primario.
Como no estoy acá para jugar a adivinanzas o hacerme el interesante, diré
sencillamente que Thortorn Wilder debe
ser el literato que mejor ha escrito sobre el Amor, e importa poquísimo desde
qué lugar lo haga, pues lo hace desde el corazón, y eso basta y sobra. No lo
haría mejor si viniera o lo ambientara en las montañas de Bulgaria o Uzbekia, o
en los desiertos del Magueb o la costa del Pacífico, o en una isla perdida en
el Atlántico o Índico. Importa poco de dónde venga el hombre, y dónde ambiente El Puente de San Luis Rey. Pero lo hizo.
Y lo hizo en el sitio menos sospechoso de albergar al Amor: La Lima del Perú
del siglo XVIII. Un Perú que sí se parece al de a de veras, ma non troppo; con sitios de
problemática existencia, pero verosímiles como el limeñísimo Convento de Santa
María Rosa de las Rosas, o el serrano balneario de Santa María de Cluxambuca. Puestos
a encontrar faltas, el mesmísimo Puente de San Luis Rey. En la película Harvey Keitel hace el papel de su vida
como el Tío Pío, así como Kathy
Bates de Marquesa de Montemayor. Me imagino a los grandes actores
haciendo cola y pidiendo sitio para actuarla: Murray Abraham, Robert De
Niro, Gabriel Byrne, Geraldine Chaplin. Lo lograron, aunque la
película termine por ser un facilista panfleto contra la Inquisición. En fin, todo
no se puede, volvamos al libro y al autor, Thortorn
Wilder, que no tiene más que un solo tema: El amor; y un solo estilo, el
suyo; y un modo de contarlo, el humano. Convengamos que si una vez no es fácil, dos es extraordinario, y Wilder
lo hace con su obra teatral Nuestro
Pueblo, donde los temas gemelos del Amor y de la Muerte alcanzan inesperada
plenitud. Escuchemos el diálogo: Emily.- … ¿Nunca puede un ser humano
darse cuenta de la vida mientras la vive, en cada ... en cada minuto? Director de Escena.- No. (Pausa) Tal
vez los santos y los poetas … un poco. Considerando que Emily
está muerta y que el Director de Escena no actúa, eso que
decíamos del Distanciamiento, la Extrañeza y el Re-enfoque pueden ser pertinentes:
Sí, algo circula atrás de los aburridísimos hechos de la vida ordinaria (como
los de Nuestro Pueblo), tanto como de
los extraordinarios (la caída del Puente
de San Luis Rey, donde mueren cinco personas). Algo hay ahí flotando que le
presta sentido al todo: … casi
nadie, a no ser yo, recuerda a Esteban y a Pepita. Sólo Camila recuerda a su
Tío Pío y a su hijo; esta mujer, a su madre. Pero pronto moriremos y con
nosotras todo el recuerdo de aquellos cinco que dejaron la tierra, y a nosotras
mismas nos amarán un poco de tiempo y nos olvidarán. Mas el amor habrá bastado
(…). Ni siquiera el recuerdo es necesario para el amor. Hay una tierra de los
vivos y una tierra de los muertos, y el puente que las une es el amor, lo único
que sobrevive, lo único que tiene sentido.
El puente de San Luis Rey, segunda novela de Thorton Wilder, valió un Pulitzer: No es la caída de un Puente,
son cinco historias entrelazadas de cinco personas. Se busca el sentido del suceso: Fray Junípero reúne información sobre esas vidas para ver si hay
algo más que azar en lo que los llevó al Puente justo cuando decide poner fin a
su resistencia, si Dios intervino en el hecho. Aunque la lectura nos
arrastre como el Puente a sus viandantes, hago el casi doloroso esfuerzo de saborear
cada frase y a veces cada palabra que Wilder
elige: … hay ocasiones en que se requiere
un valor extraordinario para decir trivialidades (…) Todos hacemos lo que
podemos, Esteban. Al fin y al cabo, no se nos pide otra cosa que seguir
tirando. Y, después de todo, no es por mucho tiempo, ¿sabes? El tiempo pasa más
de prisa de lo que parece. Los viajeros saben de lo doloroso y extremo del
abandono, el desamor, de la fundamental soledad sin fantasías ni pretextos ni
consuelos. Cuando el Puente cae todos vivían una esperanza que se frustró, pues
los muertos no llegan a destino. Los personajes: la Marquesa de Montemayor, Pepita,
Esteban,
el Tío
Pío y el pequeño Jaime, todos hablan pero tenemos la
opción de no creerles. Todo se siente real en el extraño sentido de que el lector
sólo puede querer que lo contado sea real, tan intenso como se cuenta en especial
para los sobrevivientes de la caída del Puente, que nos incluye a nosotros que
vivimos en la Lima del Perú. Wilder
eligió Lima como escogió Grover ´s Corners en New Hampshire como Nuestro Pueblo, pues los sobrevivientes
de todas partes tratamos de encontrar sentido en lo que no lo tiene: Madre
María del Pilar (uno de esos
seres que han consentido en la anulación de su vida, por haberse enamorado de
una idea varios siglos antes del momento fijado para su orto (…) conferir una
cierta dignidad a la mujer); el capitán Alvarado (¡Qué falso, qué irreal! Exclamó (…) ¡Felices
los ahogados, Esteban!); el propio Fray Junípero, quemado por hereje en
la Plaza Mayor de Lima junto con su libro sobre el Puente de San Luis Rey - no podemos decir que les sobreviviera (… dispuesto estaba (…) a sacrificar su vida
por la pureza de la Iglesia, pero habría deseado oír una voz que atestiguara
por él que su intención, cuando menos, había sido a favor de la fe); y
sobre todo la personaje principal, tan bien conocida de los peruanos y presunta
responsable de que Wilder se
enamorara de estos parajes: la rayada y descocadísima Micaela Villegas, la mismísima Camila Perrichola, la que perdió padre e hijo en el Puente: ¡Madre, madre!, ¿qué debo
hacer? Estoy sola, sola … No tengo nada en el mundo. (…) ¿Qué debo hacer,
Madre?
El libro puede descargarse desde: http://www.libroos.es/libros-de-narrativa/varios/34171-wilder-thornton-el-puente-de-san-luis-rey-doc.html
El libro puede descargarse desde: http://www.libroos.es/libros-de-narrativa/varios/34171-wilder-thornton-el-puente-de-san-luis-rey-doc.html
Trato de hablar del Amor, pero me
quedo corto. No sé en verdad qué es, trato de hallarlo presente en mi presente,
que mi pasado ya fue, y mi futuro es cada vez más corto. Haber leído y releído El Puente de San Luis Rey, como ver
ciertas películas, tratar con ciertas personas, vivir la experiencia de la
soledad como el Tío Pío, que ha vivido y no se la cuentan; me lleva a salirme
de la impersonalidad del pretencioso escribidor sobre libros; y me empodero
en el texto, y digo que el amor es una
suerte de dolencia cruel, que los escogidos tienen que pasar al final de su
juventud y de la que salen pálidos y estrujados, pero prontos para el negocio
de vivir (…) (existe) un amplio repertorio de errores misericordiosamente
imposibles a los seres humanos que lograran recobrarse de aquella enfermedad.
Por desgracia, aún les quedaban un sinfín de flaquezas, pero cuando menos (…) (conservan)
una cierta gentileza (…) y jamás se les ocurriría considerar ningún ser humano,
fuera príncipe o lacayo, como un simple objeto (…). Detesto percatarme de
haber vivido la tal enfermedad y participar de una
pavorosa aristocracia, pues aquellos que no tenían capacidad alguna para el
amor (…) no podía decirse que estuvieran vivos (…). Eran (…) una especie de
población flotante, que llenaban el mundo con
sus risas y lágrimas y parlerías sin sentido, acabando por desvanecerse
… . Pero el amor siempre es más que nosotros, siempre reventará nuestros
límites porque en el amor, nuestros
mismos errores no parecen capaces de perdurar largo tiempo. Y ahí te dejo, Camila.
IV
Otros más, menos importantes, no puedo no contarlos
Seguramente no agotaré el tema de
las menciones de ambientes literarios peruanos. Pero ya dí mis dos ejemplos
importantes, el Exótico de Martín Paz y el Distanciado de El
Puente de San Luis Rey. No sé si es importante mencionar a Pedro Calderón de la Barca y su pieza La aurora en Copacabana, ficción del
origen del culto a la imagen de la Virgen de Copacabana, donde sobre la base
del Inca Garcilaso de la Vega, de Ramos Gavilán y de Alonso de Ercilla, se hace teatro presentando en escena a Guáscar y Atahualpa, a Almagro y Pizarro. Calderón se permite cambiar la Historia y por ello merece un lugarcito
en esta recopilación, junto con Tirso de
Molina y Luis Vélez de Guevara,
que en apariencia fueron contratados por los herederos del Marqués Gobernador
para mejorar la imagen familiar dañada por la Rebelión de Gonzalo Pizarro y las habladurías de la época, y elaboraron sus
piezas teatrales ambientadas en el Perú, pero no las conozco. Espero un alma compasiva que me haga
llegar alguna de estas obras. Miguel de
Cervantes menciona de pasada en sus Novelas
Ejemplares alguno de sus personajes que se ha enriquecido en el Perú.
Saltamos al Siglo de las Luces, y François
Marie Arouet (a) Voltaire lleva a Cándido, protagonista de la obra de ese
nombre, a la patria original de los Incas, la región de El Dorado de la que los
Incas nunca debieron salir. Esta patria original de los Incas es el único lugar
del mundo donde todo es perfecto, y la intención volteriana es irónica a más no
poder. Otras insólitas menciones al Perú en la literatura universal: Somos
vampiros en un caso resuelto por el Sherlock Holmes de Arthur Conan Doyle, el Perú es sinónimo
de exotismo. En la novela Resurrección,
León Tolstoi critica a los
presumidos peruanos de París que ni siquiera hablan bien el francés, lo que me
trae al recuerdo menciones al provincialismo peruano en el París en el siglo
XIX, contado por Ventura García Calderón.
En Moby Dick, Herman Melville menciona la
tristísima atmósfera de Lima, interesante pues Melville conocía la costa
peruana. Thomas Mann coloca unos
pacientes peruanos fallecidos de frío en el sanatorio de La montaña mágica. Pareciera que cuando del Perú se trata los
autores se movieran siempre entre el exotismo, la crítica social, el
estereotipo o el distanciamiento.
Benito Pérez Galdós hace una excepción en el episodio Dos de Mayo de sus Episodios Nacionales, es curioso leer cómo se percibió desde el
otro lado la Guerra con España, que termina en la epopeya del Dos de Mayo de
1866. George Bernard Shaw se ubica
de nuevo entre el exotismo y la crítica en las muy laterales observaciones sobre
el Inca de Perusalem, personaje
ficticio que reúne rasgos de dictador y tirano. Esta asociación es sumamente
desagradable para nosotros, pero por desgracia consistente con la mirada que
los viajeros europeos más observadores y perspicaces hacen, entre los que contamos
a Charles Darwin, que narra algo de
Lima y el Callao en su Viaje de un
Naturalista alrededor del Mundo. Emilio
Salgari hace pocas alusiones a los Incas y los tesoros ocultos o los
eldorados, pero la selva del Perú que describe se parece más a la selva malaya
de Sandokán.
Julio Verne menciona un matrimonio
peruano embarcado en el Great Eastern, que pasa el charco en
Una Ciudad Flotante, peruanos que se casaron en el Perú, se adoraron en
Francia, se aburrieron en Inglaterra y se divorciarán en América. Federico García Lorca dedica un poema a
Carmela,
la peruana: Oh Perú de metal y melancolía.
No debería mencionar aquí a Marcos
Aguinis, pues su conocimiento del Perú es muy bueno, y no cae ni en el exotismo
ni en el estereotipo fácil, así que al mencionarlo no lo menciono. En la
Ciencia Ficción se menciona mucho al Perú, en especial en las ucronías, como
las de la Patrulla del Tiempo de Poul Anderson: El Año del Rescate, referido al Inca Atahualpa y los españoles en Cajamarca. La novela Un caso de conciencia, de James Blish (Premio Hugo 1959), no
tiene lugar en el Perú sino en otras partes de nuestro planeta, en particular
Roma, y en el remoto planeta Litina; pero su protagonista, el padre
Ruiz-Sánchez, es un jesuita
peruano. Este libro es ejemplo interesante de cómo se venden gato por
pericote: La celebrada película Avatar
es calcada de esta historia, incluyendo sus resonancias místicas, si bien
volteada del cristianismo al new age,
con argumento simplificado para hacerlo comprensible a las masas, pero la
novela es mejor: El árbol de las comunicaciones de Litina es más interesante
que el místico árbol de la vida de los habitantes de Pandora, los que son
excesivamente mamíferos y antropomorfos para mi gusto. Pero qué le vamos a
hacer. El consagrado Robert Silverberg
conoce el Perú, aunque no sé en qué circunstancias, y está enamorado de la
geografía de su costa, así como del pasado incaico, que emplea en sus ucronías.
H.P. Lovecraft menciona que el Necronomicón solo tiene unas pocas
copias en el mundo, una de ellas en la Universidad de Lima, en Perú. Podemos
añadir, casi por útlimo que Las Cartas de
la Ayahuasca, de William Burroughs
con la colaboración de Allen Ginsberg
tienen lugar en la selva del Perú. Asimismo, hay menciones a los magos peruanos
en las obras de J.K. Rowling de la
serie Harry Potter, uno de los
principales equipos de Quidditch del Mundo es el Tarapoto Tree-Skimmers, y los Vipertooths
son Dragones oriundos del Perú.
La novelita de Ciencia Ficción Un Caso de Conciencia, de James Blish, se puede bajar y leer desde acá:
http://www.bibliocomunidad.com/web/libros/Blish,%20James%20-%20Un%20Caso%20de%20Conciencia.pdf
La novelita de Ciencia Ficción Un Caso de Conciencia, de James Blish, se puede bajar y leer desde acá:
http://www.bibliocomunidad.com/web/libros/Blish,%20James%20-%20Un%20Caso%20de%20Conciencia.pdf
V
Colofón
Nuestro lugar en el mundo no
siempre es claro, aunque siempre esté allí. He tratado de mostrar al Perú
exótico, distante o estereotipado de la literatura universal previa aún a la
acumulación del todo en la licuadora de la globalización. Por supuesto falta.
Pero creo que esta Crónica nos da una idea. Lee como quieras.
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